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El Obispo y la Vidente

Los fundadores de nuestro movimiento son Mons. Claudio Gatti y la Señorita Marisa Rossi de Roma.

Marisa empezó a ver a Nuestra Señora desde la edad de dos años. Al principio se manifestó como una compañera de juegos, una señora que sólo ella veía. Al crecer, la Virgen hizo comprender a Marisa que ella era la Madre de Dios y la invitó a mantener el secreto. Siguieron años de formación y de guía. Desde temprana edad, surgieron con fuerza dos características esenciales en su vida: el amor y el sufrimiento.

Mons. Claudio Gatti fue ordenado sacerdote el 9 de marzo de 1963; Nuestra Señora llevó allí a Marisa en bilocación y fue la primera vez que vio a su futuro director espiritual, tendido en el suelo mientras el clero cantaba las letanías de los santos.

El Señor ya había decidido que Don Claudio y Marisa, a pesar de vivir los dos en Roma, se encontrasen en Visso, el 15 de julio de 1971. Marisa se alojaba en el hotel Domus Laetitiae por motivos de salud. El mismo hotel había sido escogido por Don Claudio para la escuela de verano de los chicos del oratorio de S. Pedro al cual habían confiado la dirección de los chicos.

Cuando Marisa vio avanzar a Don Claudio sin la sotana, seguido de sus chicos, no lo reconoció como sacerdote y descartó que fuera él. Nuestra Señora, en cambio, le indicó que era él. Marisa, tímidamente, se acercó a Don Claudio y dijo: “Soy Marisa”, a lo que Don Claudio respondió: “¿Y con esto?”. Marisa permaneció perpleja, pero la sonrisa que le ofreció Don Claudio, le hizo comprender que podía fiarse de él. A continuación, Don Claudio decidió llevarla con él al campamento y allí, por primera vez, participó en las apariciones de la Madre de la Eucaristía. Este acontecimiento cambió sus vidas, porque empezaron juntos la gran misión.

De hecho, aproximadamente un año después, en agosto de 1972, la Virgen pidió a don Claudio y a Marisa que fueran juntos a Lourdes. En la gruta del Santuario la Virgen les dijo que Dios los había llamado para una importante misión: “es una misión que hace referencia a toda la Iglesia y vincula a todo el mundo… sois libres de aceptar o de rechazar, pero recordad: sufriréis muchísimo” (Carta de Dios, 6.8.1972) Después de tres días de intensa oración y meditación, el 12 de agosto de 1972, durante la celebración de la S. Misa en la gruta de Lourdes, Don Claudio y Marisa pronunciaron al mismo tiempo su “sí“ en el momento del intercambio de la paz.

Ellos recibieron de Dios la misión más grande de la Historia de la Iglesia: dar a conocer, hacer amar y hacer triunfar a Jesús Eucaristía. La Madre de la Eucaristía muchas veces dirigiéndose al Obispo ha dicho: “Tú eres sacerdote in eterno según el orden de Melquisedec” y a Marisa: “Tu vocación no es un sacramento, pero sostiene el sacramento”.

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