Eucharist Miracle Eucharist Miracles

Homilía de S.E. Mons. Claudio Gatti del 16 noviembre 2008

I lectura Pr 31,10-13.19-20.30-31; Salmo 127; II lectura 1Ts 5,1-6; Evangelio Mt 25,14-30

A través de una oportuna meditación y un profunda reflexión de la Palabra de Dios, podremos comprender mejor nuestros tiempos y vivirlos como Dios quiere. La Palabra de Dios es siempre de una actualidad notable e impresionante, de modo particular me refiero a la carta de San Pablo a los Tesalonicenses escrito alrededor del 51-52, por lo tanto hace casi dos mil años. En ella encontramos descrita anticipadamente nuestra situación que, como comunidad, estamos viviendo. Esto significa que la Palabra de Dios es viva y, como dice el mismo Pablo, eficaz.

La Iglesia de Tesalónica ha costado a Pablo considerables sufrimientos. En Tesalónica el apóstol llegó a principios de su segundo viaje apostólico, más o menos alrededor del año 50. Él empezó a predicar a los judíos en la sinagoga, pero éstos no le permitieron continuar, persiguiéndolo tan duramente que lo obligarlo a dirigirse a los paganos. A pesar de esto, la cosecha fue muy abundante, llevando a la conversión incluso personas que pertenecían a la nobleza y a la aristocracia de la ciudad. Sin embargo, ante estas conversiones, los judíos, en lugar de calmarse, renovaron con mayor vigor la persecución a Pablo, hasta el punto de obligarlo a que huyera. Los mismos fieles de Tesalónica lo ayudaron a escapar para liberarse de esta persecución que habría podido llegar a hacerlo prisionero o incluso a la muerte.

El Apóstol tuvo con esta Iglesia una relación particular, tanto como para mandar en su nombre a Timoteo, uno de sus queridísimos discípulos, para darse cuenta de cómo estaba caminando esta joven comunidad. La situación había mejorado considerablemente a pesar de que Pablo se vio obligado a interrumpir la predicación: el número de fieles había crecido y era, por tanto, una Iglesia sólida. Después de las noticias alentadoras traídas por Timoteo, Pablo escribió esta carta para animarlos a seguir adelante y para completar su formación cristiana. De hecho, esta joven Iglesia, tal como le había ocurrido a Pablo, había encontrado persecuciones y hostilidades promovidas en particular por los judíos.

En lo que se refiere al tiempo, hermanos, no tenéis necesidad de que se os escriba. Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor vendrá como el ladrón en la noche. Cuando digan: "Paz y seguridad"; entonces mismo, de repente, vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores del parto a la mujer encinta, y no podrán escapar. Hermanos, vosotros no vivís en la oscuridad para que ese día pueda sorprenderos, como el ladrón. Todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día; no sois hijos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no nos echemos a dormir como los otros, sino estemos alerta y seamos sobrios.

Ante estas persecuciones, Pablo hizo un discurso de una singular belleza y según mi opinión podemos aplicar estas palabras también a nuestra situación. Cuando los enemigos de la cruz crean que han obtenido la victoria y los seguidores de Cristo, en cambio, parezcan aplastados y derrotados, en aquél mismo momento llegará el "Día del Señor". Vosotros sabéis que la expresión "Día del Señor", indica una intervención particular que el Señor realiza en la Historia. Históricamente, a lo que se refiere Pablo, ocurrió casi veinte años después, en el 70, con la ocupación por parte de los romanos de Jerusalén y la destrucción del Templo. Esta sonora derrota marcó la decadencia rotunda, casi hasta desaparecer, de la persecución del mundo judío hacia los cristianos.

Yo creo que, sin abusar del texto, podemos apropiarnos de este fragmento y aplicarlo, palabra por palabra, a nuestra situación. Dios es Omnisciente y con una única mirada abarca el pasado, el presente y el futuro; así para Dios no es difícil inspirar una frase de tal modo que, después de numerosos siglos, la misma pueda ser releída con el calor y el color de la actualidad. Os daréis cuenta, de hecho, que esta lectura, sin ningún esfuerzo, se puede atribuir a nuestra situación.

"En lo que se refiere al tiempo, hermanos, no tenéis necesidad de que se os escriba". Sabéis cuál es "el tiempo" que nos compete, o lo que se nos prometió directamente de Dios por medio de la Virgen. Nuestra esperanza es la certeza que se realizará lo que Dios se ha comprometido a realizar y que nos ha prometido muchas veces de tantas maneras y en diferentes momentos; por lo tanto "no tenéis necesidad de que os escriba" es decir, no hay necesidad de que yo os hable sobre ello, porque lo ha hecho muchas veces Dios mismo y también la Madre de la Eucaristía; me refiero, no a los fieles de Tesalónica, sino a vosotros miembros de esta comunidad y a todas las personas que, esparcidas por Italia y por el mundo, están ligadas a nosotros con vínculos espirituales, sólidos y seguros.

"Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor vendrá como el ladrón en la noche" y hace pocos días, si la memoria no me falla, la Madre de la Eucaristía dijo exactamente esto: "Aunque no lo esperéis o lo esperéis menos Dios intervendrá".

La Virgen tiene un profundo y perfecto conocimiento de la Palabra de Dios, por tanto ha hecho esta afirmación teniendo presente todo lo que hoy hemos leído.

En los encuentros bíblicos ya habíamos meditado y reflexionado sobre este fragmento de la carta a los Tesalonicenses: "El Día del Señor", que es la intervención de Dios. Dios es paciente y pide a sus hijos que contribuyan para cambiar las situaciones negativas y hostiles que hay en el mundo. Él espera con paciencia incluso si convertir una sola alma tuviera que costar el sufrimiento y el llanto de sus hijos. De hecho, Él pide a éstos un testimonio de afecto, de sufrimiento y de lágrimas también para salvar a una sola alma, porque Su amor es inmenso y momentáneamente difícil de comprender.

Jesús nos ha enseñado todo esto en el Evangelio: "Pues bien, os digo que habrá más alegría en el cielo por un pecador arrepentido que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de arrepentimiento" (Lc. 15, 7).

La Palabra de Dios se comprende más fácilmente teniendo presente todo lo que Él ha revelado en tiempos y modos diferentes. El sustantivo "gente" comprende todos los enemigos de Dios y de la cruz, todos los enemigos de la Eucaristía y de la Iglesia. Por desgracia hoy tenemos que admitir dolorosamente que los enemigos de la Iglesia se encuentran en el interior de ella.

Cuando el gran Pontífice Pablo VI dijo: "El humo de Satanás ha entrado en la Iglesia" (29 de junio de 1972) quería decir lo que os acabo de decir y que Jesús mismo ha afirmado recientemente: "Lo que ha dicho el gran Pablo VI todavía continúa hoy"; en base a las situaciones que Dios me revela, puedo añadir que el humo de Satanás hoy está más difundido y es más peligroso que respecto al pasado.

Recordad la parte del tercer secreto de Fátima en el que se habla de los que matan al Obispo vestido de blanco con flechas y pistolas. Os he explicado el significado: la Iglesia en todos los tiempos ha sufrido diversas persecuciones y peligros de manera particular causados desde el interior o de sus mismos hijos, de los que formaban parte en el pasado y todavía forman parte hoy.

No tenemos que olvidarlo, y esto lo dice la historia que, desde los orígenes, los más grandes peligros que ha conocido la Iglesia han salido de su interior: los herejes y los cismáticos son un ejemplo. De hecho, los responsables de las escisiones en la Iglesia entre cristianos ortodoxos y cristianos católicos, han sido los obispos. No tengo tiempo de contar de manera detallada toda la historia, el que la conoce puede confirman cuanto estoy diciendo.

Pues bien, el sustantivo "gente" se refiere, como ha sido indicado directamente de lo Alto, lo mismo a los perseguidores de fuera que a los del interior de la Iglesia y lo confirmo: los perseguidores internos no son sólo los del pasado sino también los que hoy ocupan posiciones de poder importantes y centrales y tienen responsabilidades eclesiásticas a un nivel muy elevado. Éste es, realmente, el peor peligro que se esconde dentro de la Iglesia y se erradicará por completo. Usando una metáfora, aquél que Dios ha escogido para esta misión tendrá que armarse de una buena escoba y limpiar la Iglesia que renacerá. Por desgracia los golpes más duros y más graves, que han golpeado su corazón, han sido infligidos desde dentro, no desde fuera. Mientras que frente a un ataque externo hay una fuerte reacción para luchar contra ellos, cuando los golpes llegan de dentro todo es más difícil. Para utilizar una imagen histórica, mientras Julio Cesar era golpeado y apuñalado trató de reaccionar, pero cuando vio que también su hijo adoptivo lo estaba apuñalando se cubrió el rosto y se dejó morir.

Cuando la Iglesia, y diciendo iglesia quiero decir toda la comunidad de los bautizados, se da cuenta de que algunos golpes son infligidos por quien tiene el deber de defenderla, entonces hay confusión, extravío y aún peor separación. Recordad la oración que recitamos antes de la Santa Misa: "De la nave, caen continuamente al mar muchos pasajeros, porque los han dejado solos y sin guía", la nave representa simbólicamente la Iglesia y las personas que caen son los cristianos que se alejan de la Iglesia, porque están desilusionados de los pastores.

"Cuando digan (los enemigos de Dios): "Paz y seguridad". Esta expresión indica el gozo, la alegría y la tranquilidad de los enemigos de Dios porque creen que ya han conseguido la victoria. Cuando los pastores mercenarios sentados en los tronos, de los que gotean de manera abundante sangre y porquería, estén convencidos que han vencido complaciéndose consigo mismos y entre ellos, entonces en aquel mismo momento Dios intervendrá para sanar las heridas de la Iglesia y dar una nueva vitalidad al Cuerpo Místico traicionado por sus mismos pastores infieles. En el Evangelio encontramos la misma circunstancia: "Y les dijo una parábola: "Las fincas de un hombre rico dieron una gran cosecha. Y él pensó: ¿Qué haré, pues no tengo donde almacenar mis cosechas? Y se dijo: Destruiré mis graneros, los ampliaré y meteré en ellos todas mis cosechas y mis bienes. Luego me diré: Tienes muchos bienes almacenados para largos años; descansa, come, bebe y pásalo bien. Pero Dios le dijo: ¡Insensato, esta misma noche morirás!; ¿para quién será lo que has acaparado? Así sucederá al que amontona riquezas para sí y no es rico a los ojos de Dios". (Lc. 12, 16-21). En el momento en el que el hombre rico se ha complacido por haber obtenido una abundante cosecha y haber construido nuevos graneros más amplios, eh ahí que dice la voz de Dios: ¡Insensato, esta misma noche morirás!; ¿para quién será lo que has acaparado?

No quiero infundir temor sino infundiros seguridad. En este momento, tenemos que admitirlo, estamos bastante destrozados, cansados, amargados y en parte también decepcionados por todo lo que el Obispo y la Vidente han tenido que sufrir y sufren todavía. También vosotros habéis recibido golpes que os han provocado heridas aunque menos profundas, menos extensas que las del Obispo y la Vidente pero que hacen sufrir igualmente. Por desgracia no han sido los ateos y los descreídos los que gozan infiriendo estos golpes sino los que llevan vestidos púrpura, rojos y negros. "Entonces mismo, de repente, vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores del parto a la mujer encinta, y no podrán escapar", llegará seguramente a estos el juicio de Dios, no sólo el de post-mortem sino también durante la vida terrena y no podrán escapar.

"Hermanos, vosotros no vivís en la oscuridad para que ese día pueda sorprenderos, como el ladrón", o, vosotros que conocéis la luz, y Cristo es la luz, tenéis que llenaros el alma de ella. Cristo es vida y resurrección pero también pasión y muerte. Pablo dirigiéndose a los habitantes de Tesalónica, probados por la persecución, los anima a huir de las tinieblas y a recorrer el camino iluminado por la luz de Cristo. También yo hoy os repito a vosotros la misma invitación: vosotros que sabéis como caminar junto a Cristo hacia el Paraíso, vosotros, queridos míos sois hijos de la luz, sois del día, no pertenecéis por tanto a las tinieblas, al mal y al pecado que arrastran a la separación de Dios. Nosotros pertenecemos a la luz y por eso continuamos realizando obras buenas, que aumentan cada vez más la gracia, porque cuanta más gracia tenemos más luz podemos tener para nosotros y para los demás.

Concluyo utilizando otra imagen evangélica: "Nadie enciende una luz y la pone en un lugar escondido o debajo del celemín, sino sobre el candelero para que todos los que entren vean la luz" (Lc 11, 33); la luz se coloca en una posición tal que los habitante de la casa puedan ver bien. Cada uno de vosotros tiene que ser luz, faro en el interior de esta comunidad y de vuestras familias; es suficiente una pequeña luz para iluminar una estancia y a todos los que la ocupan. Si vosotros mantenéis el compromiso de ser luz, antes o después los que están a vuestro lado reconocerán los ejemplos buenos que dais y el testimonio que practicáis y así también esos seguirán a Cristo.

Queridos míos caminemos tras Cristo y María así no perderemos nunca de vista el Paraíso, ni nos perderemos. El único camino es Cristo, todos los demás caminos están en contraposición con Él.

Sea alabado Jesucristo.