Eucharist Miracle Eucharist Miracles

Homilía de S.E. Mons. Claudio Gatti del 8 octubre 2006

XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (AÑO B)
I lectura: Gen 2,18-24; Salmo 127; II lectura: Hb 2,9-11; Evangelio: Mc 10,2-16

Hoy os invito a abrir la inteligencia a la comprensión teológica de dos puntos fundamentales que forman parte de nuestra fe y que tienen necesidad de explicación. Conocéis la historia de la creación del hombre y de la mujer, pero, probablemente, se os escapa que, en este pasaje, el Señor quiere indicar y demostrar la perfecta identidad, similitud y semejanza entre hombre y mujer.

“El Señor Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo; le daré una ayuda apropiada». El Señor Dios formó de la tierra todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, ya que el nombre que él les diera, ése sería su nombre. El hombre impuso nombre a todos los ganados, a todas las aves del cielo y a todas las bestias del campo; pero para sí mismo no encontró una ayuda apropiada. Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un sueño profundo, y mientras dormía le quitó una de sus costillas, poniendo carne en su lugar. De la costilla tomada del hombre, el Señor Dios formó a la mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó: «Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada hembra porque ha sido tomada del hombre». Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y son los dos una sola carne”. (Gen2,18-24)

El pasaje de la primero lectura se escribió muchos siglos antes de la emancipación femenina, por tanto, los que se apoyan en el Antiguo o Nuevo Testamento para resaltar la subordinación de la mujer respecto al hombre pierden la causa porque ésta no es la voluntad de Dios. Si consideramos las palabras hombre y mujer notaréis la diferencia entre los dos términos, porque no tienen nada en común, sin embargo en latín y en hebreo entre ellos hay asonancia fonética porque derivan de la misma raíz. De hecho en latín hombre se dice vir y mujer se dice virago, en hebreo es todavía más acentuada esta similitud e identidad: hombre se dice is y mujer se dice issa. Por tanto en el pasaje «Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada hembra porque ha sido tomada del hombre» el Señor quiere realzar que todo deriva de Él, por lo que entre hombre y mujer tiene que haber un respeto recíproco. La voz de Dios, la autoridad de Dios interviene para afirmar esta identidad diciendo lo que luego Cristo dirá en su predicación, leída en el fragmento del Evangelio de hoy: “El abandonará a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne”. Por tanto, a través de las lecturas de hoy, vemos que en los designios de Dios la unidad del vínculo matrimonial ha estado presente desde el inicio de la creación. Oponerse a esta voluntad de Dios es una ofensa que se hace a Dios mismo. Si nosotros consideramos nuestro cuerpo, nuestra persona, entrar en conflicto con nosotros mismos es indicativo de una enfermedad, de un desorden mental, de hecho no podemos estar en contraste con nosotros mismos, esto es un absurdo que tiene que ser curado. Dado que la unidad entre el hombre y la mujer se logra en el matrimonio, debe protegerse; por tanto, los conflictos, los personalismos, las envidias, las susceptibilidades, no tienen razón de existir, porque todo esto, pequeño o grande, del marido contra la mujer y viceversa, en el fondo es una ofensa no tan solo dirigida al otro, sino también a sí mismo. Si los cónyuges pelean entre sí, en primer lugar se ofenden a sí mismos, entonces el discurso del amor debe llevarse adelante y debe ser respetado. Mirad cuantas parejas, y esperemos que vosotros no estéis entre éstas, se ofenden mutuamente, pero ofendiendo al cónyuge, se ofenden a sí mismos y se va contra la precisa voluntad de Dios que ha establecido que con el matrimonio se alcanza la unidad perfecta que ningún poder ni temporal, ni civil, ni eclesiástico puede disolver. ¿Podemos dividir el cuerpo, cortando la mitad de un lado y la otra mitad de otro? No, porque sobreviene la muerte. Por lo tanto, cuando se atenta a la unidad del matrimonio, y se puede hacer con las palabras, con los comportamientos, con expresiones aunque no sean graves, se atenta a la propia vida, a la propia existencia. Esto, vosotros no lo habéis oído nunca. Hoy lo habéis oído por primera vez, así que convertiros en paladines, sed vosotros los primeros en defender la unidad del matrimonio, respetando con los gestos, con los términos, con las palabras, con las acciones, con las conversaciones al propio cónyuge, porque solo de este modo os respetaréis a vosotros mismos. El respeto para el que está casado hacia la propia persona es indisoluble y pasa a través del respeto hacia el otro, al cual debe ser manifestado. Así pues, las peleas, las susceptibilidades, las discusiones no tienen que existir, de lo contrario se va contra la voluntad de Dios y el principio innatural por el que uno va contra sí mismo. Si lo habéis comprendido, ponedlo en práctica.

Pasemos a la segunda lectura. San Pablo cuando empieza a hablar de Cristo llega tan alto que no somos capaces de alcanzarlo, pero cada tanto es necesario reconducirlo abajo, en medio de nosotros y preguntarle qué quería decir.

Pero al que fue rebajado un poco con relación a los ángeles, Jesús, le vemos coronado de gloria y dignidad por haber sufrido la muerte; de modo que, por la gracia de Dios, gustó la muerte en beneficio de todos. Convenía, en efecto, que aquel por quien y para quien todo fue hecho, queriendo llevar a la gloria un gran

número de hijos, hiciese perfecto, mediante los sufrimientos, al jefe que debía guiarlos a la salvación. Porque el santificador y los santificados tienen todos el mismo origen. Por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos. (Eb 2,9-11)

A veces las traducciones no son fieles, de hecho en la primera expresión del fragmento a los Hebreos está escrito que Jesús fue rebajado un poco con relación a los ángeles, pero, evidentemente, esto no es posible. Aquí Pablo evidencia claramente la naturaleza humana de Jesús que con la naturaleza divina forma una sola persona. La traducción teológicamente exacta, y no entiendo porque se usa todavía esta, es: “Jesús fue hecho un poco menor que los ángeles”. “Un poco menor” quiere decir por poco tiempo, es decir durante el período de tres días de su muerte. Los ángeles no mueren, por tanto es la naturaleza humana la que, limitadamente en este período, fue inferior a los ángeles. “le vemos coronado de gloria y dignidad por haber sufrido la muerte”: la muerte que momentáneamente lo hizo inferior a los ángeles, en el sentido que los ángeles no la experimentan, es la misma muerte que lo causó, porque éste era el designio de Dios, que su naturaleza, su cuerpo triunfase y las primeras manifestaciones de este triunfo las vemos en la transfiguración para luego culminar en la ascensión, como Dios, a la derecha del Padre.

Porque, por la gracia de Dios, gustó la muerte en beneficio de todos”: aquí está clarísimo que esto estaba en los planes del Padre: me has dado un cuerpo para que te lo ofreciera.

“Convenía, en efecto, que aquel por quien y para quien todo fue hecho, queriendo llevar a la gloria un gran número de hijos, hiciese perfecto, mediante los sufrimientos, al jefe que debía guiarlos a la salvación”. Para comprender este fragmento tenemos que hacer un pequeño inciso. En elAntiguo Testamento se ofrecían a Dios en sacrificio animales o productos de la tierra, pero se trataba de un sacrificio imperfecto, porque a través de las sangre de los animales el hombre no podía alcanzar su justificación y redención. El hombre ha alcanzado la justificación, es decir la liberación de las culpas, a través del sacrificio perfecto de Cristo, por lo que la muerte de Cristo, querida por el Padre, el cuerpo que el Padre dio a su Hijo a través de la colaboración de María, fue el sacrificio perfecto por el cual, se realizó la justificación y la redención.

" Queriendo llevar a la gloria un gran número de hijo” significa que la redención es universal, es decir, no existen límites; en el Paraíso hay musulmanes, judíos, budistas, hinduistas y cuantos pertenecen a otras religiones, porque potencialmente, el sacrificio de Cristo es tan perfecto que es universal, por tanto no está limitado solo a los cristianos o a los católicos. Dios puede intervenir cuando y como quiera, para salvar a todos los hombres y esta salvación depende del sacrificio de Cristo que tiene un porte, un beneficio, una fertilidad que supera los límites de los mismos sacramentos. Decir que sólo a través del bautismo hay salvación es una afirmación que va contra la voluntad de Dios; el bautismo es una condición normal, natural, paro el que dice que quien no lo recibe, porque vive en otro contexto, es un alma condenada, va en contra de la comprensión exacta de la palabra de Dios, que quería salvar a todos los hombres.

“Porque el santificador y los santificados”, es decir nosotros, “en todos los sentidos”, o simplemente basta que lleguen a la salvación, “tienen todos el mismo origen”, es decir somos todos hijos de Dios; el Señor no ha enseñado el Padre Nuestro solo a los judíos, sino a todos.

“Por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos”, porque Cristo mismo es hombre, hijo de María. Parece que el Señor baje a Cristo, pero en verdad levanta a todos los hombres hacia Él.

Os dejo disfrutar de estas afirmaciones, de esta verdad. Releed con calma los dos fragmentos que he citado y comentado. Si somos todos hermanos la primera conclusión que sacamos es que las guerras, los atentados, el vivir continuamente en el miedo no son la voluntad de Dios. Si somos hermanos, las divisiones, las luchas, las incomprensiones, las maldades no son la voluntad de Dios, pero para que todos nosotros pudiésemos ser hermanos, Dios decidió que su Hijo se encarnase y muriese; Él pagó su contribución y nosotros le damos la espalda a esta verdad. Alguno se está preguntando porque estas cosas no las saben también los demás, pero pronto las sabrán y las escucharemos de la boca de algún obispo, como, además, algunos de las cosas que han partido de aquí han llegado a la boca del Papa. No sé cuando sucederá, pero el Señor ha hecho comprender esto y quiere que se viva; esto tenéis que enseñar vosotros con la vida y con la palabra. Sea alabado Jesucristo.