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Homilía de S.E. Mons. Claudio Gatti del 6 diciembre 2008

Roma, 6 diciembre 2008 - hora 18:40 Carta de Dios

Nuestra Señora - En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Alabado sea Jesucristo, mis queridos hijos.

Hoy, además del primer día del triduo a la Inmaculada, es también el primer sábado de mes y yo estoy de nuevo en medio de vosotros. Tengo que haceros una recomendación. Cuando os encontréis con personas que os dicen que ven a la Virgen o a Jesús, responded: "Está bien, gracias. Rezad por mi". No discutáis, no digáis nada más, porque no todos estáis preparados para afrontar y responder a aquellas personas; sólo el Obispo está preparado y puede responder. Su cometido es duro y difícil, porque cuando a aquellos se les toca y se les dice a la cara: "Lo siento esto no es verdad", porque dicen herejías, se vuelven hostiles, malvados y de sus ojos sale un odio tremendo. Vosotros ya sabéis quien me ve a mi, quien ve a Jesús y quien no ve a Dios, pero lo oye. No escuchéis a nadie, no escuchéis a los que dicen que vendrá el Anticristo. Con educación, gentilmente, decid: "Está bien, gracias. Rece por mi", sin añadir nada más. Esta sugerencia se la di hace muchos años a vuestra hermana. Ella, a menudo, cuando bajaba y se encontraba con estas personas, decía solamente: "Rece por mi". Y es justo, porque estas personas se vuelven malas si se les dice a la cara: "No te creo". Vosotros no lo hagáis, porque sólo el Obispo, o un sacerdote bien preparado, pueden responder de manera ecuánime a estas personas. A vosotros solo os digo que recéis, porque son justamente estas personas las que arruinan el poco bueno que hay en la Iglesia, porque dicen herejías; vosotros sed dóciles, pensad en rezar. Hoy he querido venir con los Santos que han entrado en el Paraíso de la Visión Beatífica y están delante de Dios. Os pido que recéis por los que están en el Paraíso de la Espera, que son muchos. Rezad también por los que están en el Purgatorio, para que de este modo puedan también ellos subir al Paraíso de la Espera. Estos no ven a Dios, pero en ellos hay alegría, amor, canto, oración, de todo. Esto lo pido, tanto a los grandes como a los pequeños, tanto a los adultos como a los jóvenes, digamos ex jóvenes, pero delante de los adultos son jóvenes: orad porque yo quiero veros a todos en el Paraíso de la Espera y luego, poco a poco, llegaréis a la grandísima meta del Paraíso de la Visión Beatífica.

Hoy, lo que más me ha conmovido es ver a las personas que han venido de muy lejos para oír a la Madre, para oír lo que digo, y no digo nada nuevo, digo sólo que recéis por todos, en mayor medida por aquellas personas que sufren, que no tienen comida, que no tienen agua, que no tienen nada y que mueren. Hoy, a través de Marisa, he preguntado a un niño si quería dinerito por el dientecito que le había caído o si quería dárselo a los niños, a los ciegos, y él con una bonita sonrisa, con los ojitos luminosos ha dicho: "A los niños, a los ciegos". Me ha conmovido muchísimo la alegría de este niño al dar. Pobrecito, había renunciado a su dinerito y es ya la segunda vez que hace este acto de generosidad. Yo no os pido nunca grandes sacrificios a vosotros, os pido solamente, a quien pueda, sin rendir cuentas a nadie, que ayude a estos pobres niños. Marisella sabe cuántos son y cómo sufren. Vosotros, gracias a Dios Omnipotente, estáis todavía bien. Aunque también en Italia hay pobreza y también miseria, pero cuando se ve a los niños morir porque no tienen nada que comer, no tienen nada que beber, no tienen medicinas para curarse, el corazón se encoge y se vuelve pequeño, pequeño.

Marisa - Virgencita, ¿puedo hacerte una pregunta? ¿Dios no podría hacer algo más por estos niños? Yo no digo que les mande dinero, porque Vosotros allí arriba no tenéis. ¿Verdad? (dirigiéndose al Obispo). Vosotros no tenéis dinero, pero Dios podría ayudarles de otros modos: mandar a las personas que los ayuden, porque nuestra ayuda es importante para estos pequeños y también para los adultos; también ellos sufren. Veo que sonríes, Virgencita. Madre de la Eucaristía, Madre de Jesús y Madre nuestra, ayuda a todos los que tienen necesidad, ayuda a los enfermos, que hay muchos, los hospitales están llenos y ya no saben dónde ponerlos.

Nuestra Señora - Cuando llegue aquel día tan esperado por ti, yo te ayudaré, pero sin dinero, porque en el Paraíso no hay dinero; te ayudaré a hacer algo bonito por todas las personas.

Marisa - ¿Cuándo me llevarás?... Tengo dolores por todas partes y a veces tengo que callar, tengo que esconderlo, porque alguien (el Obispo N.d.R.) sufre más que yo y yo no quiero esto. Virgencita, óyeme bien: cuando vais todos junto a Dios Padre, ¿qué le decís? Decidle que ayude a aquellas personas que están en la Tierra y que son muchas y ayudadme un poquito también a mi.

Nuestra Señora - Tu sabes cuál es tu camino, Marisella.

Marisa - Sí, pero no lo digas, no lo repitas, lo sé yo y basta.

Nuestra Señora - Os doy las gracias por el triduo que estáis haciendo de todo el corazón y por las oraciones. Mañana es el último día del triduo. Antes hacíais una gran fiesta. Me gustaría veros de nuevo alegres y celebrando una gran fiesta.

Marisa - Pero nos faltan las fuerzas, Virgencita. Danos tu ayuda, porque estamos cansados y desmoralizados.

Nuestra Señora - Marisella, ¿sabes que te digo? Que desde hace algún tiempo, para hablar…

Marisa - …tienes que preguntar a Dios Padre lo que tienes que decir.

Nuestra Señora - Eres una pillina.

Marisa - Yo soy una pillina. Tengo una congoja aquí...

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, orad todo lo que podáis. Repito una vez más: tened más paciencia con vuestros hijos. Crecen y cambian su manera de hablar, de actuar, de moverse. Paciencia. Es el Año de la Fe, pero a los padres les digo: celebrad también el Año de la Paciencia.

Junto a mi santo Obispo y vuestro os bendigo, a vuestros seres queridos, a los niños, a los enfermos, a los misioneros. Os traigo a todos junto a mi corazón y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo.

Alabado sea Jesucristo.

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Amén.

Comentario del Obispo

Habéis escuchado la carta de Dios, pero probablemente se os ha escapado el significado de lo que la Madre de la Eucaristía ha dicho y recomendado en la primera parte. La Virgen se ha referido a una dolorosa experiencia ocurrida hoy. Mientras estábamos en la mesa, cerca de las dos, se ha presentado un grupito de personas provenientes de Ucrania, las cuales pretendían ver exclusivamente a la Vidente. No tenían ninguna intención de rezar en la Iglesia, solicitud que habríamos concedido con extrema disponibilidad. No ha servido de nada decirles que no era posible, porque, por orden del Obispo y por indicación del médico, Marisa no podía recibir a ninguna persona de fuera. Han respondido en inglés, de manera resentida y ofensiva hacia Yari, el cual trataba de explicar el motivo que impedía que vieran a Marisa. Ellos han replicado: "No queréis que la veamos, no es verdad lo que decís; también nuestra vidente está muy mal y sin embargo está aquí. No nos iremos hasta que hayamos visto a Marisa".

¿Deberíamos pensar que los Videntes se comportan de esta manera?

Se han quedado ante la puerta de casa y han permanecido allí largo tiempo, provocando incluso la irritación de los niños, que nos informaban del número de presentes y de sus movimientos. En un determinado momento han desaparecido y Emmanuel ha dicho: "Aquellos se han escondido detrás de la pared", tenía razón porque poco después han reaparecido. Al final he decidido ir a verlos yo. No sé el ucraniano ni el inglés, así que he esperado que viniese Máximo para traducir los diálogos y esto ha comportado una espera de dos horas.

El encuentro ha empezado con la corrección fraterna, he dicho que les dijera que se habían equivocado al comportarse en aquel modo, ya que habían faltado al respeto y juzgado a las personas y yo no podía permitirlo. En un lugar santo y taumatúrgico, donde hay teofanías trinitarias y apariciones de Nuestra Señora, no es bonito encontrar a los autodenominados videntes seguidos de un pequeño núcleo de personas fieles a ellos, que creo y espero, de buena fe, que tengan un comportamiento similar, pretendan y quieran imponerse en las situaciones. Al inicio ponían cara de circunstancias. He preguntado quién era la vidente y me han dicho que había dos, una mujer de alrededor de cincuenta años y una joven. Durante toda la conversación han sostenido el papel del sabio y del ignorante, es decir, la joven no ha hablado nada y la otra ha dirigido completamente el tema. Ha sido penoso llevar adelante esta conversación porque yo hablaba en italiano, Máximo traducía en inglés y el que sabía el inglés lo traducía en ucraniano; después ella hablaba en ucraniano, otra lo traducía en inglés y Máximo me traducía en italiano. Imaginad este vals cada vez.

Desde su llegada, antes de la reunión, he comprendido que no era algo auténtico y he dicho: "Estos han venido para tener un cierto aval", es decir, pegarse a la Vidente, sobre la que han leído en internet, para volver a su patria y dar credibilidad a las apariciones (se habían presentado con las cámaras de televisión y otros dispositivos tecnológicos). Me han contado que veían a la Virgen desde el 2003, en Chernobyl, describiéndola vestida de negro. Como aclaración, a Nuestra Señora no le gusta el negro. He puesto mayor atención, porque he recordado la tragedia de Chernobyl que todos conocéis y he preguntado: "¿Cuándo habéis visto a la Virgen la última vez?". Han respondido: "El 14 de octubre". Ya sabéis lo que nos ha dicho la Madre de la Eucaristía referente a las apariciones actuales. A pesar de esto he querido proseguir el tema para llegar a algo fuerte y preciso, para no pasar enseguida a la conclusión porque no es este el modo de proceder. Por tal motivo la Madre de la Eucaristía ha dicho: "Sólo el Obispo puede", porque es duro, creedme, desenmascarar a estas personas. He empezado a preguntar qué era lo que decía Nuestra Señora y han dicho las mismas cosas de los mensajes que la Madre de la Eucaristía nos transmite a nosotros, por tanto he comprendido. Han confirmado que habían venido justamente para obtener de Marisa un imprimatur, un reconocimiento y yo he respondido que la Virgen ha dicho siempre que no revela nunca a un vidente si otra aparición u otro vidente son auténticos o falsos. Esto no es trabajo de los videntes, sino solamente de aquellos que han recibido de Dios el don del discernimiento, para que puedan afirmar si viene de Dios o del demonio o es un engaño humano. En ese momento cambiaron de versión, no habían venido para tener el aval sino para dar solidaridad, porque ellos habían sufrido mucho, perseguidos por los sacerdotes y los obispos. La Virgen, según ellos, había recomendado este encuentro, entonces he respondido: "Me parece un poco extraño porque Marisa ve a la Madre de la Eucaristía por la mañana, por la tarde y muchas veces durante la jornada y nosotros no hemos recibido ninguna indicación sobre el hecho de que vendríais de Ucrania hasta aquí. Con Nuestra Señora hablamos de todo, si os ha dicho una cosa así habría tenido que decírnosla también a nosotros". Después he conducido el tema hacia el futuro de la Iglesia. La Madre de la Eucaristía ha dicho: "No creáis a quien habla del Anticristo" y mis interlocutores han empezado a hablar sobre ello, sosteniendo que después de él habría una pequeña "piedra", pero que ninguno de ellos ha sabido explicar de lo que se trataba. Seguidamente han hablado de Pedro II, pero yo no he caído en el engaño, porque no se referían a lo que ha dicho Nuestra Señora, sino a las profecías de Malaquías, personaje bastante misterioso, no sé si aquellas son verdad o no por tanto no se hable de ello. Después siguiendo el tema les he preguntado: "¿Cuál será el Papa?". Han respondido: "Un diácono que está sufriendo mucho y que, actualmente, se encuentra en Australia". En ese momento les he contado que cuando han empezado las apariciones de la Madre de la Eucaristía yo he pedido pruebas a Nuestra Señora y al Señor que demostrasen la autenticidad y me las han dado. Les he dicho: "Vosotros habéis venido aquí a hablarme de las apariciones a las que asistís, pero ¿qué pruebas me proporcionáis? Yo, por lo que concierne a la autenticidad, podría citaros los 185 milagros eucarísticos, sobre todo el ocurrido el once de junio del dos mil, durante la Santa Misa que estaba celebrando y que además los hombres de la Iglesia han rechazado. Por tanto, imaginad cómo se puede aceptar lo vuestro que no proporcionáis ninguna prueba".

El tema se ha terminado cuando han afirmado: "La Virgen en el Paraíso tiene la misma gloria que Dios Padre, que Dios Hijo y que Dios Espíritu Santo". En ese momento he dicho que nuestro encuentro se había terminado, que no teníamos nada más que decirnos, porque habían hecho una afirmación herética contra nuestra fe, ya que la Virgen, por muy sublime que es, es una criatura y por tal motivo no puede elevarse y pretender tener la misma gloria de Dios, que es infinito. En aquella ocasión he visto aquello de lo que ha hablado la Madre de la Eucaristía hoy, es decir la rabia, el odio y el resentimiento. Al inicio se han mostrado suaves, pero a medida que proseguía el tema se volvían cada vez más tensos, cada vez más nerviosos y al final han explotado. Habiéndolos sancionado, no me esperaba que lo aceptaran sonriendo, de hecho, justamente la vidente más anciana ha respondido: "Ella no es un verdadero profeta". De eso he recibo una ulterior confirmación, de que nos encontrábamos en dos mundos completamente diferentes.

Os he contado este desagradable episodio, para deciros como, todavía hoy, las personas engañan y a veces lo consiguen. Me he preguntado el motivo, pero no encuentro una respuesta racional. Ellos pretendían ir a ver al Papa para contarle un mensaje que la Virgen les había confiado y han dicho: "No conseguimos ver al Papa". ¿Dios los habría hecho venir desde Ucrania por este motivo? Yo les he contado que durante el pontificado de Juan Pablo II, Marisa ha ido numerosas veces a ver al Papa con el preciso encargo de contarle lo que Dios quería. Esta es la señal: si no lo conseguís, quiere decir que no es verdad que tenéis que decir algo importante al Pontífice, porque cuando la Virgen o Dios querían que se le contase un mensaje al Vicario de Cristo, mandaban a Marisa en bilocación. Si para vosotros la bilocación no se realiza, significa que a Dios no le interesa hacer conocer Su voluntad. Sobre el porqué han venido de tan lejos, afrontando un viaje, soportando gastos y quedándose incluso una semana en Roma, no quisiera dar una respuesta dura y fuerte, pero es fácil deducir y pensar que el demonio no sea ajeno a todo esto. Es otro complot de aversión de parte del demonio hacia nosotros. La Madre de la Eucaristía ha aconsejado como responder en estas ocasiones: "No discutáis con estas personas, porque se llega a litigios y por tanto a la ofensa recíproca, decid lo que ha dicho la Virgen y marchad, seguid adelante". Pero la Iglesia tiene que ser protegida de alguna manera, porque estas personas la perjudican. Los falsos perjudican incluso a los verdaderos, aunque sólo ha quedado una vidente verdadera y esto vosotros lo sabéis. Estas personas no aman la Iglesia sino a sí mismas y a veces consiguen, más que los auténticos, en reunir personas y fieles, subvenciones y adhesiones. Por lo que, lo que sobresale es que el engaño, la mentira y la falsedad tienen más valor y acogida en las personas que la verdad misma. Esto es tremendo y uno se pregunta: "¿Por qué motivo?". Porque la verdad es Dios, yo acepto la verdad si Dios está en mí, si Dios no está en mí no la acepto. Todos los que rechazan la verdad rechazan a Dios; todos los que rechazan las obras de Dios y no saben y no quieren entender que vienen de Dios, no están con Él y, por lo tanto, se encuentran en una posición opuesta y antitética.

Ahora, sin embargo, terminemos con un argumento sobre el que la Madre de la Eucaristía nos ha animado. Lo repetiré también el lunes, fiesta de la Inmaculada Concepción, que tenemos que hacer concretamente alguna cosa por aquellos pobres niños, de los que Nuestra Señora está hablando ya desde hace meses en diversas apariciones. Todo lo que recojamos y las ofrendas que se hagan el lunes estarán dedicadas, exclusivamente, para los niños del tercer mundo. Por primera vez pido que la recogida de dinero sea hecha después de la homilía y antes del ofertorio. Eso para subrayar que es un acto de caridad y de amor, pero no me conformo con esto; si tenéis intención de hacer regalos por Navidad al Obispo, no los hagáis; el dinero que gastaríais dadlo para los niños, es lo mínimo que podemos hacer. El año pasado fuisteis generosos y os puedo asegurar que hemos mandado, dividiendo la suma, cifras bastante consistentes para los que las recibían. Los necesitados y las diversas asociaciones no están habituados a recibir una suma de alrededor de mil euros de una sola vez, acostumbran a recibir mucho menos. Cuando estos fondos llegaron a su destino, todas las asociaciones a las que he mandado el dinero, me han escrito dándome las gracias por la generosidad. Creo que esta será la contribución exterior de amor y de caridad que nosotros podemos hacer por amor de la Madre de la Eucaristía y por amor de Jesús, por esto hemos escogido hacer la recogida en el día de la fiesta de la Inmaculada Concepción junto con los regalos de Navidad. Os puedo asegurar que cada vez que hemos dado hemos recibido mucho más. No hablo sólo desde un punto de vista económico, sino, sobre todo, desde un punto de vista espiritual. No nos limitemos a la oración, aunque es importante, pero hagamos caridad. Habéis oído hablar de aquél niño que por dos veces ha renunciado a su dinerito para darlo a los niños necesitados. Hagamos de modo que la generosidad de los niños no supere la nuestra, demos con corazón abierto, sincero y generoso. Recordad que cada lágrima de un niño, de una madre que no tiene nada que dar a su propio hijo, de un anciano o de un enfermo, que nosotros sequemos, nos ayuda a subir un escalón más hacia el Paraíso.

Sea alabado Jesucristo.