Eucharist Miracle Eucharist Miracles

Año social 2001-2002

Historia del las apariciones

Mi Obispo, ordenado por Mí, ha obtenido victoria

Terminado el período que tenía que haber sido de reposo, estuvo, sin embargo, lleno de sufrimientos, amarguras y preocupaciones. Con el retorno a Roma, del obispo y de la vidente ha iniciado el noveno año de las apariciones públicas de la Madre de la Eucaristía.

El demonio no ha cesado nunca de perseguir y atormentar a Don Claudio y a Marisa: el padre del engaño y de la mentira, ha hecho comparecer el 5 de septiembre sobre el pecho de Marisa un cabello, hacia el cual el obispo y la vidente han mostrado inmediatamente repulsión y fastidio. La Madre de la Eucaristía ha confirmado que la presencia del cabello formaba parte de un plan diabólico: "Marisella, aquel cabello lo ha traído el demonio para haceros caer en una trampa, pero vosotros no habéis caído" (1).

El 11 de septiembre habíamos empezado el triduo de preparación para la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz y para la celebración del séptimo aniversario del primer milagro eucarístico. Justo en el mismo día los terroristas islámicos han realizado dos tremendos atentados contra las dos torres gemelas de Nueva York y contra el Pentágono en Washington, provocando la muerte de millares de inocentes. La vida en el mundo se ha vuelto menos humana y más bestial, y poco después ha estallado una guerra terrible en Afganistán que ha segado muchas otras vidas. Don Claudio, en el día de los atentados, ha celebrado la Santa Misa en sufragio de las numerosas víctimas y por sus familiares.

La comunidad entera de Roma y los otros grupos nuestros de oración de Italia y de fuera, han empezado, tras la petición de Nuestra Señora, una campaña de oraciones, ayunos, pequeños sacrificios y florilegios para obtener el don de la paz, para conjurar el alargamiento del conflicto y evitar la tercera guerra mundial.

Durante el mes de septiembre, Nuestra Señora, ha hablado muy a menudo de manera preocupada de cuanto había sucedido en los Estados Unidos y de las consecuencias de los ruinosos atentados.

"El domingo dije a vuestra hermana que estallaría otra guerra, combatida por gente mala que quiere destruir a la humanidad. Lo que ha ocurrido en los Estados Unidos es peor que una guerra. Pensad en aquellos millares de personas muertas y en los niños que han quedado huérfanos. Esto que ha ocurrido no se refiere sólo a los Estados Unidos, sino a todo el planeta" (2).

"Os ruego que oréis, para que Dios aleje el peligro de la tercera guerra mundial y ayude a los que sufren. Los que han realizado aquel acto de destrucción no son hombres, sino personas malvadas que matan por el placer de matar, son peores que los animales" (3).

"La guerra, una de las más feas, será larga y dolorosa. Será una guerra de venganza y de rabia, aunque digan que es de justicia, porque hay mucha rabia en ellos y además la alegría de vencer, desde el momento en que, como bien sabéis, el que vence gana también mucho dinero" (4).

"Muchos niños se han quedado huérfanos, muchas madres se han quedado solas, muchos padres han muertos por culpa de esta guerra tan atroz y de los terroristas que matan sin piedad.

Neutralizar a un terrorista es muy difícil, cuando se captura a uno, despuntan fuera otros cien" (5).

Después de los atentados en USA, la Madre de la Eucaristía, nos ha hecho conocer otro motivo por el cual Dios ha aplazado la fecha de sus intervenciones de 1999 a un año que no conocemos.

"Quiero recordaros un acontecimiento por el cual habéis sufrido mucho en 1999. Dios, entonces aplazó lo que había prometido, también para que no ocurriera la catástrofe que había revelado en secreto a vuestra hermana. Después de dos años, esta catástrofe ha llegado" (6).

Después de algunas semanas de los atentados, hemos sido informados por los medios de comunicación que los primeros preparativos para activar el plan diabólico de destrucción, habían empezado en 1999.

Nuestra Señora ha querido recordar que diversos miembros de la comunidad, cuando han sido informado que Dios había aplazado sus intervenciones, han expresado lamentaciones como: "Dios primero dice una cosa, después hace otra. Dios promete y no mantiene". Dirigida a la vidente, ha añadido: "Mi querida Marisella, tu conocías el secreto desde principios de 1999 y no podías hablar de él con nadie. Tenías este gran drama dentro de ti y, cuando se ha realizado, te has dado cuenta de cuán tremendo era" (7).

En algunos días de setiembre, establecidos para las apariciones, Nuestra Señora, no ha aparecido e inmediatamente los miembros de la comunidad han mostrado desagrado y aprensión.

Nuestra Señora, cuando ha vuelto a aparecer, ha explicado el motivo de la momentánea suspensión de su presencia en medio de nosotros: "Yo no he aparecido algunas veces en el lugar taumatúrgico, no para castigaros, sino para invitaros a hacer penitencia y sacrificios por la paz" (8).

A Marisa, que empezó a ver a Nuestra Señora con dos años y medio, la ve todos los días, a veces más veces al día y a menudo la noche entera cuando vive la pasión, Dios le ha pedido un sacrificio aún más grande.

Para conjurar el peligro de la tercera guerra mundial, Dios ha pedido a Marisa la renuncia de ver a Nuestra Señora durante un largo período, a excepción de los días establecidos para referir las cartas de Dios.

"Vuestra hermana no me verá durante mucho tiempo; será para ella un largo sufrimiento. Cuando sufra la pasión estará sola, no estaré a su lado para confortarla" (9).

Como ya habíamos dicho, toda la comunidad ha sido invitada a elevar a Dios oraciones y súplicas y hacer ayunos y sacrificios para obtener la paz, pero los que han soportado la mayor carga de sufrimiento han sido el Obispo y la vidente.

De hecho, la oposición contra ellos por parte del Vicariato y de los sacerdotes de Roma, ha aumentado, la soledad se ha vuelto más preocupante y la amargura se ha dilatado más allá de toda medida.

Dios ha vuelto a esconderse y la sensación de ser abandonados por Él ha sido fuerte y destructiva.

La sangre fluía de los estigmas de Marisa, las lágrimas salían de los ojos de Don Claudio y un único lamento afloraba sobre sus labios: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué nos has abandonado?".

Cargados con la cruz, el Obispo y la vidente, han vuelto a subir a lo largo del calvario, mientras sobre ellos se descargaba la condena "de muchos que se comportan como enemigos de la cruz" (Fil 3, 18).

Los dos hijos predilectos de Nuestra Señora bajo el peso de tanta tribulación, han repetido con Pablo: "Nosotros predicamos un Cristo crucificado objeto de escándalo para los Judíos y locura para los paganos, pero para los que son llamados predicamos un Cristo que es potencia de Dios y sabiduría de Dios" (I Cor. 1, 23-24).

A los hombres de la Iglesia que se sienten fuertes, porque acumulan en sus manos el poder, que se sienten sabios, porque siguen la sabiduría del mundo y han juzgado al obispo y a la vidente locos y débiles, recordamos que: "Lo que es necio para el mundo, Dios lo elige para confundir a los sabios lo que para el mundo es débil, Dios lo elige para confundir a los poderosos" (I Cor. 1, 27).

Nuestra Señora ha vuelto a hablar del tercer secreto de Fátima, que aún no ha sido revelado: "Volvamos al secreto de Fátima y razonad. ¿Cuántos años habéis esperado para conocerlo? Si no era terrible, ¿Por qué lo han tenido escondido y no lo han revelado? Lo que han revelado no es el secreto".

Los eclesiásticos que no han revelado el Tercer secreto de Fátima, aunque repiten que lo han hecho, asumirán graves responsabilidades ante Dios, la Iglesia y la Historia.

Por tanto, cuando llegue el momento establecido por Dios, será revelado por la Suprema Autoridad Pontificia en toda su integridad y exhaustivamente .

Marisa conoce el secreto de Fátima entero desde hace mucho tiempo y sabemos que pronto será revelado también al obispo.

El mes de octubre se ha abierto con un nuevo e inesperado milagro eucarístico. Pensábamos que con el milagro del día 11 de junio del 2000, ocurrido durante la Santa Misa celebrada por el Obispo, el Señor no realizaría otros, ya que había dicho: "Todo está cumplido".

El Señor nos ha querido hacer comprender que sólo la Eucaristía puede salvar el mundo de una catástrofe.

El 4 de octubre, el Obispo ha celebrado la santa Misa como conclusión de una jornada eucarística, organizada por los miembros de la comunidad, para implorar el don de la paz. Marisa, que a causa del recrudecimiento de sus achaques no había podido bajar a la capilla, seguía la celebración de la Santa Misa, vía radio.

Después de la consagración, la vidente ha visto dos rayos iluminar la habitación y ha pensado que podía haber sido simplemente la consecuencia de una perturbación atmosférica en curso. Cuando Marisa se ha levanta ha visto dos formas apoyadas en una escultura de madera, y cuyas dos manos estrechan el cáliz y la hostia, y ha visto a Nuestra Señora de rodillas en profunda adoración delante de la Eucaristía.

Marisa ha preguntado: "¿Por qué Señor, has realizado este milagro puesto que ya tenemos la Eucaristía en la capilla?". Y Jesús le ha respondido: "Sólo si los hombres vienen a Mi, Jesús Eucaristía, podrán obtener el don de la paz, de otro modo estallará una tremenda guerra que sembrará muchos muertos, muchos muertos".

Las hostias emanaban el característico perfume que da la certeza que han sido transportadas por la Madre de la Eucaristía.

Los que estaban presentes en la capilla han sido invitados a subir para darse cuenta del milagro ocurrido y han continuado la adoración eucarística hasta medianoche.

Hemos hecho conocer la petición de Jesús al Vicariato y al Vaticano, pero el deseo divino ha caído en el más absoluto silencio como ha confirmado la Madre de la Eucaristía: "Marisella, tienes que encomendarme a los grandes hombres de la Iglesia que no piensan en que gran tragedia se encontrará el mundo, con una terrible guerra llena de odio, de venganza, de rabia y hecha para acumular dinero" (10).

Después de la doble y espantosa tragedia del 11 de septiembre, el Señor ha mandado a menudo en bilocación a Don Claudio y a Marisa a los Estados Unidos para estar al lado y consolar a los parientes de las víctimas, sobre todo a los niños. En la vigilia del estallido de la guerra contra los talibanes y los terroristas, Nuestra Señora, ha indicado nuevas naciones donde irían en bilocación: "Marisa, irás a Afganistán y a Pakistán con nuestro obispo".

A Marisa, que en su candor y sencillez, había mostrado estar preocupada por la salud de Don Claudio, Nuestra Señora ha explicado: "Cuando vais a estos lugares, no estáis mal".

Durante la aparición del 7 de octubre, Marisa ha vivido la pasión y a causa de los fuertes dolores se ha desmayado. Cuando ha vuelto en sí ha exclamado repetidamente: "Por la paz, por la paz, por la paz, por la paz, por la paz, por la paz".

A las 18 horas del mismo día, empezó el primer ataque aéreo de los aliados contra Afganistán.

La resonancia magnética ha evidenciado nuevos y graves problemas de salud para Marisa y Don Claudio estaba tan probado, que se ha visto obligado a aplazar el inicio de los encuentros bíblicos.

En el intervalo de tiempo muchos sacerdotes de Roma y de fuera de Roma han empezado a cambiar la opinión respecto de las apariciones de Nuestra Señora y de los milagros eucarísticos ocurridos en el lugar taumatúrgico.

En ellos se ha reforzado la convicción y la certeza de que el obispo y la vidente están en la verdad y que la autoridad eclesiástica ha hecho, respecto a ellos, juicios injustos y calumniosos.

Estos sacerdotes, que no vendrán por el momento a orar con nosotros por miedo del card. Ruini, han llamado por teléfono a menudo a Don Claudio para pedirle oraciones para la salud o por otros motivos.

La Madre de la Eucaristía ha evidenciado su sufrimiento por su comportamiento: "Me hace sufrir mucho saber que sacerdotes y hermanas, llaman por teléfono para pedir oraciones y no vienen al lugar taumatúrgico" (11).

En la misma aparición la Madre de la Eucaristía, nos ha hecho una petición que a nosotros nos ha parecido de difícil interpretación: "Os ruego que oréis mucho por el car. Ruini y muchísimo por el Papa". El obispo nos ha explicado que le Señor ha pedido que oremos por Ruini para encauzar los daños provocados por su deseo de venganza contra él y por el Papa, para que sea capaz finalmente de hacer hasta el fondo la voluntad de Dios, incluso si esto supone tener que retractarse o ponerse en contra de sus colaboradores.

El 15 de octubre nuestra comunidad ha vivido un momento de gran alegría. Otra pareja de nuestros jóvenes se han casado, circundados por nuestro amor.

Felipe y Analisa estaban felices y emocionados ante el altar. El Obispo, y esto se ha convertido en una tradición, ha contado algunas páginas de la vida de los dos jóvenes con tono a veces serio y a veces divertido.

Marisa ha hecho de testigo y ha recitado una sentida oración con las lágrimas en los ojos.

Nuestros jóvenes, que no habían escatimado nada preparándolo todo del mejor modo, han mostrado a los esposos amistad y afecto.

La Madre de la Eucaristía, como ha ocurrido para los precedentes matrimonios, ha estado presente en el rito y ha extendido su manto sobre los esposos en el momento del intercambio del consenso y de los anillos.

Don Claudio nos ha confiado que siguiendo los trabajos del Sínodo de los Obispos, ha constatado con placer que eran tratados temas queridos por nosotros: el obispo maestro de fe y doctor de la verdad, la colegialidad episcopal con el Papa y bajo su dirección, la santidad y pobreza del obispo, el obispo tiene que estar el lado de las personas y especialmente de los sacerdotes, los hábitos y el título tienen que ser redimensionados y/o abolidos.

Pero Don Claudio y Marisa han tenido que sufrir nuevos derrumbes en la salud y se han visto obligados a espaciar sus obligaciones.

También Nuestra Señora ha mostrado preocupación por sus dos hijos: "Desgraciadamente la salud de vuestra hermana deja cada vez más que desear y tampoco vuestro obispo no está nada bien. Os ruego que oréis por ellos"

"Mis queridos dos hijitos, sufrís y estáis cansados, tenéis deseos de cerrar, de dejarlo todo y deseáis tener una vida más fácil. Todos tienen alegrías y dolores, en cambio vosotros, humanamente hablando, tenéis solamente dolores" (12).

Pero si el presente es doloroso, el futuro será radiante, como lo ha recordado la Madre de la Eucaristía: "Llegará vuestro tiempo y entonces será muy difícil que algunos hombres de la Iglesia, algunas hermanas y algunos laicos entren en el lugar taumatúrgico. Recordad, la semilla ha sido sembrada por todas partes y ya ha llegado por todo el mundo" (13)

La Madre del Cielo nos ha advertido que el terrorismo representa un grave peligro también para Italia: "Hay terroristas también en Italia; están en todas partes, sólo pocas naciones se salvan. Os ruego que oréis y hagáis adoraciones para conjugar este peligro" (14).

El Obispo y la vidente han continuado, por querer de Dios, yendo en bilocación a Afganistán para arreglar los muertos, socorrer a los heridos, asistir a los agonizantes, acunar a los niños y consolar a las madres. Han visto escenas de muerte, de violencia y actos de crueldad, como ha querido hacer saber nuestra Señora: "Esta noche mis dos hijos han visto quitar los vestidos a los muertos y robar comida y agua" (15).

El 24 de octubre celebramos el octavo aniversario de las apariciones públicas de la Madre de la Eucaristía en tono menor, como ha dicho la homenajeada: "Había dicho a mi obispo y a mi vidente que hicieran fiesta; desgraciadamente no lo han hecho, les ha faltado la fuerza. Yo estoy con ellos y lloro con ellos, porque verdaderamente es difícil aceptar esta gran misión y luchar cada día contra aquellas personas que se creen superiores a Dios" (16).

Desgraciadamente los que se habían estrechado en torno al obispo y a la vidente para dar gracias a Dios por el don de las apariciones de la Madre de la Eucaristía, era muy pocas y Nuestra Señora nos ha dado la explicación: "En esta ciudad hay quien se hace un nombre y continúa hablando de este lugar, desde los seminaristas a los hombres más grandes de la Iglesia" (17).

Nuestra Señora no ha callado nunca los sufrimientos, las calumnias y las maldades que encontraríamos a lo largo de nuestro camino y nos ha preparado a superarlos sostenidos por la gracia y por la confianza en Dios: "Os había dicho que el último trecho sería muy difícil, pero quizás no pensabais que sería hasta este punto" (18).

El Señor ha pedido repetidamente a su esposa en este mes que se una a Él viviendo la pasión.

Y ahora tenemos que afrontar dos delicados argumentos: 1) la censura que la Curia Romana ha hecho con relación al Papa; 2) el tercer secreto de Fátima.

Juan Pablo II, el 13 de junio del 2001, vigilia de la fiesta del Corpus Domini, terminó la catequesis del miércoles con esta invocación: "María, Madre de la Eucaristía, os proteja a todos".

Con profunda amargura hemos constatado que, mientras el sitio de Internet del Vaticano había referido la susodicha invocación, el Observatore Romano del jueves 14 de junio la había omitido, esto quiere decir que alguno de la Curia Romana ha osado censurar al Papa, sin que él lo sepa.

Nuestros jóvenes, animados por Don Claudio, han escrito una carta (Anexo I) a los responsables del Vaticano y del Vicariato de Roma para denunciar el abuso de poder de alguno de la Curia Romana en lo referente al Papa y la han puesto bajo la aprobación de Nuestra Señora, que ha dicho: "Bendigo esta carta y espero que haga el bien a los sacerdotes, sobretodo a los que tienen tanto miedo del Señor Ruini" (19).

La denuncia escrita, sin embargo, no sólo no ha sido recibida por quién tenía el deber de hacerlo, sino que ha empujado a los censores del Papa a quitar la invocación a la Madre de la Eucaristía también del sitio de Internet del Vaticano, como hemos podido comprobar.

Todo esto es muy grave e indica que la oposición a las apariciones de la Madre de la Eucaristía tiene, como ocultos regidores poderosos eclesiásticos, algunos de los cuales residen en el Vaticano y otros en el Vicariato.

La historia de Herodes y Pilato, que se hicieron amigos cuando antes había enemistad entre ellos (Lc. 23, 12), se ha repetido y de nuevo en perjuicio de los inocentes.

El día 26 de octubre, tres periódicos, "Il Tempo", Repubblica" y "Il Messaggero", han publicado artículos, en los cuales escribían que el tercer secreto de Fátima no había sido revelado y que Sor Lucía había escrito al Papa una carta de ánimo para la diera a conocer.

Dos días después, la Madre de la Eucaristía, ha dicho: "¿Recordáis cuando los hombres de la Iglesia hablaban del secreto de Fátima y yo, en la Carta de Dios, dije enseguida que no era verdad nada de los habían comunicado?. Han tratado, también en esta ocasión de jugar con Dios, de un modo negativo. Ahora todos se están dando cuenta poco a poco que el secreto no ha sido revelado. Sacerdotes y grandes prelados continúan jugando con el secreto de Fátima, involucrando a la pobre Sor Lucía, ya anciana, y atribuyéndole afirmaciones nunca dichas: "He mentido, he dicho una mentira, me he equivocado", para defenderse a sí mismos. ¿Os acordáis cuando el card. Ratzinger, mons. Bertone y mons. Fisichella, hablaron del secreto de Fátima? Muchos de vosotros habéis pensado: "Si no era catastrófico, ¿por qué esconderlo durante tantos años?". Han transcurridos muchos años, por el solio pontificio han pasado varios Papas y os habéis dado cuenta que el secreto no era tan sencillo como decían: ha empezado la prueba de Dios, ha estallado la guerra, se han verificado terremotos y los terroristas han golpeado duramente. Sólo después que ha empezado la guerra, los terroristas han golpeado duramente y han ocurrido terremotos, también ellos han empezado a hablar. ¿Dónde está la verdad?, ¿dónde está la verdad? . Solamente el Papa y los que han leído la carta original de Sor Lucía la conocen.

El que sabe un secreto no puede revelarlo con tanta ligereza, como hacen muchos sacerdotes que afirman que conocen el secreto de Fátima. ¿Qué es lo que conocen? (20).

La Madre de la Eucaristía ha hablado de la cruenta y espantosa guerra en Afganistán: "Esta noche han sido socorridos por mis dos hijos, el Obispo y la vidente, muchos niños. Muchos han recibido el Santo Bautismo, algunos se han salvado y todos los otros han muerto junto a las madres.

El trabajo del Obispo y de la vidente no es fatigoso ni peligroso, porque es sobrenatural, pero deja en el corazón una secuela de tristeza, de amargura y de sufrimiento" (21).

El mes de octubre se ha cerrado con un hecho extremadamente significativo. En una visión, Marisa, ha visto y no era la primera vez, al futuro Papa que hará renacer la Iglesia. Nuestra Señora le ha dicho: "Este es el nuevo Pedro que gobernará la nueva Iglesia" y la ha invitado a cantar el "Tu es Petrus".

Nosotros sabemos que Marisa sabe quien será este futuro Papa desde hace muchísimos años.

Los meses pasaban y esperábamos, cada vez con mayor ansia, que Dios empezara sus intervenciones, tantas veces prometidas. En algunos miembros de la comunidad había presente una cierta desilusión que los empujaba al continuo lamento: "¿Por qué Dios no interviene? ¿Qué espera?".

Jesús, apareciendo el 1º de noviembre, ha reconocido la legitimidad de nuestra espera: "Vosotros esperáis de Dios algo grande y tenéis razón" y después nos ha puesto una serie de preguntas para hacernos comprender que todavía no ha llegado el tiempo ni están maduras las condiciones para las intervenciones de Dios: "¿Yo que puedo deciros si el mundo entero está yendo a la ruina? ¿Qué puedo hacer? ¿Tendría que hacer algo sólo para este pequeño rebaño? ¿Cuál sería la suerte de todos los otros hombres, empezando por el Papa? ¿Qué está ocurriendo en el mundo?"

Finalmente nos ha invitado a volver a poner nuestra esperanza en Dios: "Cuando digo que Dios mantiene siempre la palabra, tenéis que creerlo".

Dios Padre ha hablado de la situación a la que ha llegado el mundo, dos días después que su Hijo hablara: "Estoy asqueado de ver tanta suciedad en el mundo que he creado y del cual los hombres todavía no se han cuenta. La suciedad parte igualmente tanto de los jóvenes como de los adultos y de los ancianos".

A Don Claudio que había ultimado la lectura y la explicación de los evangelios sinópticos y estaba indeciso sobre qué libro del Nuevo Testamento hacer conocer durante los encuentros bíblicos, Dios le ha sugerido: "Conoced al gran Pablo".

Jesús ha hablado también del horrendo conflicto en Afganistán: "La guerra es sucia, continúa y los hombres hacen una carrera a ver quien tiene más armas, quien es más fuertes, quien gana más", y ha añadido que "la guerra está también presente en las familias, entre los parientes, entre los amigos, entre las comunidades, porque en todas partes hay calumnias y difamaciones" (22).

Nuestra Señora ha querido aclarar ciertas afirmaciones de los terroristas islámicos: "Aquellos bandidos continúan luchando y matando con extrema ligereza. Dicen que muriendo van al Paraíso, pero ¿cómo pueden afirmar esto si matan a los niños y a sus madres?".

Por otra parte, para que los miembros de la comunidad conocieran con precisión las atrocidades que eran cometidas en Afganistán, por parte de todos los integrantes del conflicto, Nuestra Señora ha encargado a Marisa que contara lo que el Obispo y ella hacían cuando, en bilocación, iban a aquella martirizada nación (23).

El 16 de noviembre "Il Tempo", diario de Roma, ha publicado dos artículos provistos de fotos, escritos en Romano Cappelletto.

El periodista ha sido muy preciso y objetivo al presentar nuestra historia y la entrevista relatada por Selenia, presidente del grupo de los jóvenes.

La Madre de la Eucaristía, apareciendo el domingo siguiente, dijo: "No puedo dejar de felicitar a la que ha sido entrevistada por el periodista. Esta entrevista ha hecho más bien de lo que esperaba el cronista. Muchísimas personas la han leído, se han quedado maravilladas y alguno ha exclamado: "¿Cómo puede un alto prelado actuar de este modo hacia sencillas personas?"

El que ha leído el periódico, lo que le ha impactado más que el recuento del cronista, es la entrevista, que ha sido muy buena" (24).

Finalmente, a nosotros, maravillados por el hecho de que esta vez los periodistas hubiesen referido fielmente cuanto habíamos dicho y el Vicariato no se hubiese opuesto a la publicación de los artículos favorables para nosotros, Nuestra Señora ha dicho: "Vosotros sabéis que los periodistas son bastantes listos para dar la vuelta al tema siempre a favor suyo, pero esta vez no ha sido así y el Vicariato no ha dicho nada, no ha actuado, no lo ha prohibido. Vosotros no sabéis el motivo, lo sabréis a su debido tiempo, ahora alegraos" (25).

La Madre de la Eucaristía nos ha repetido que diversos sacerdotes han creído en lo que se refiere al obispo y a la vidente.

Han empezado seriamente a aceptar los milagros eucarísticos, las apariciones de la Madre de la Eucaristía y el episcopado de Don Claudio, reconociendo su origen sobrenatural.

Pero, desgraciadamente, siempre a causa del bendito miedo, no hablan, no actúan, no vienen al lugar taumatúrgico.

La conclusión de Nuestra Señora ha sido la siguiente: "Si todos los que creen en este lugar se envalentonaran y dijeran al propio superior: "¿Qué estamos diciendo?", todo cambiaría y sería más fácil para vosotros" (26).

Don Claudio y Marisa, por voluntad de Dios, además de Afganistán, se han desplazado también a otra tierra martirizada: "Esta noche mis dos hijos, escogidos por Dios, irán a Kosovo. Vosotros orad, no porque corran peligro, sino para que no vean de nuevo escenas tan desagarradotas que hacen sufrir" (27).

El último domingo de noviembre, hemos conmemorado el milagro eucarístico ocurrido el 26 de noviembre de 1995, el más hostigado, el más denigrado y ridiculizado.

Nuestra Señora ha recordado: "Aquel día, el Espíritu Santo ha intervenido y con una fuerte lluvia ha expulsado a los que querían destruiros" (28).

En la fiesta de Cristo Rey, el obispo ha conferido el mandato de ministros extraordinarios de la Eucaristía a otros dos de nuestros jóvenes, a los cuales la Madre de la Eucaristía, felicitándolos, les ha dicho: "El que tiene el mandato de llevar la Eucaristía a los enfermos tiene que tener en el corazón una gran alegría". El Señor, durante el mes de noviembre, ha pedido a Marisa que viviese la pasión, varias veces y coincidiendo con la novena de preparación a la fiesta de la Inmaculada y por todo lo ocurrido, le ha pedido también que viera a Nuestra Señora sólo en los días establecidos para todos.

Dios ha prometido a menudo que habría arreglado nuestra situación de perseguidos a vencedores y sobretodo habría hecho triunfar a nuestro obispo. Pero ya que el tiempo pasaba y nuestra situación no cambiaba, varios miembros de la comunidad han empezado a titubear y han entrado en el estado de ánimo de los discípulos de Emaús. Nuestra Señora ha intervenido para levantarnos la moral: "Dios ha dicho muchas cosas, algunas tienen que realizarse todavía, pero no dudéis, tened confianza en Él" (29).

El primer domingo de Adviento, padre Pío nos ha traído la carta de Dios. El contenido de la carta es fuerte y preocupante. Padre Pío, se ha lamentado porque "los sacerdotes fuman, hablan mal del obispo ordenado por Dios, defienden a los que se comportan mal y faltan al sexto mandamiento. He visto a mis hermanos bailar con mujeres de la televisión bailes no conformes, por no decir otra cosa. El Señor Ruini ya ha divulgado por toda Italia, a todos los obispos y también fuera de los confines nacionales, calumnias y maldades contra Don Claudio. Los grupos de Padre Pío no han venido al lugar taumatúrgico por miedo de perder el propio terreno, el propio reducto. Los hombres de la Iglesia hacen tanto boato y lujo, dilapidando mucho dinero y continúan tomando iniciativas que no sirven para edificar la Iglesia sino para reunir una masa de personas" (30).

Frente a una situación tan triste, hay una realidad luminosa: "Sabed que la Madre de la Eucaristía es conocida en todo el mundo. Por todas partes hay capillas dedicadas a la Madre de la Eucaristía, por todas partes hay grupos de oración "Madre de la Eucaristía" (31).

El 2 de diciembre, Fabricio y Julia se han intercambiado la promesa de matrimonio.

La Madre de la Eucaristía ha alargado su manto materno sobre nuestros dos jóvenes en el momento más sugestivo de la ceremonia y ha dicho: "Bendigo los anillos de estos jóvenes que van a señalar el inicio de un camino hacia el matrimonio, hacia la santidad, con sinceridad, con lealtad, con valor" (32).

El día antes de la vigilia de la Fiesta de la Inmaculada Concepción, la Madre de la Eucaristía, ha hecho un breve comentario sobre el último golpe de satanás y ha renovado el anuncio de su triunfo: "Vosotros tendréis un enorme sufrimiento, pero yo triunfaré con las almas que han amado a Jesús Eucaristía. No os sé decir cuando y como, pero triunfaré, así lo ha dicho Dios Padre" (33).

Don Claudio había prometido a la comunidad que habría expuesto solemnemente el cabello dado por Nuestra Señora el día de la Inmaculada. El cabello estaba guardado en un lugar seguro, del cual solo estaba en conocimiento el obispo que cada poco iba a controlar la preciosa reliquia. El 7 de diciembre Don Claudio decidió coger el cabello para ponerlo de la cajita de cartón a un contenedor más apropiado. Se ha acercado allí donde estaba guardada la preciosa reliquia, pero no la ha encontrado. Ha sido asaltado por una pregunta: "¿Dónde ha ido a parar el cabello de Nuestra Señora?" ayudado por Marisa y algunos jóvenes ha revisado todos los lugares posibles en que podría, por equivocación o distracción, haber depositado provisionalmente la cajita de cartón.

Cuánto más pasaba el tiempo más inútiles eran las búsquedas; el cabello y su contenedor parecían haberse volatilizado.

Al fin, exhausto y tenso, Don Claudio se ha tenido que dar por vencido y ha exclamado con sufrimiento: "Es inútil seguir buscando. Pero ¿quién ha cogido el cabello?". Marisa para consolar al obispo ha dicho: "Paciencia. Esperemos que Nuestra Señora traiga otro". Apenas había terminado de pronunciar la frase, que Don Claudio ha sentido fuertemente el perfume de Nuestra Señora, inmediatamente después también por Marisa.

El obispo y la vidente se han mirado a los ojos sin decir nada. Don Claudio ha pensado: "Quizás Nuestra Señora ha depositado otro cabello en el nuevo relicario". Por temor a recibir una amarga desilusión, el obispo no lo ha abierto enseguida, pero, ya que el perfume persistía, se ha sido obligado a abrir la caja de cartón que protegía el relicario. A través del cristal del relicario ha viso lo que contenía y ha exclamado: "¡El cabello!".

El grito ha sido tan fuerte que han acudido las personas que estaban en casa y a las cuales el obispo se lo ha mostrado con alegría y emoción.

El 8 de diciembre la basílica estaba más atestada que de costumbre porque habían acudido miembros de diversos grupos de oración "Madre de la Eucaristía" esparcidos a lo largo de la península italiana. Se ha renovado la teofanía trinitaria; Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, circundados por los ángeles y los santos, se han manifestado bajo la apariencia de los tres Jesús a Marisa.

Primero ha hablado Jesús que nos ha invitado "a esparcir alguna Ave María aquí y allá, a lo largo del camino, porque esta bendita guerra continúa adelante y los grandes jefes no se preocupan de los que mueren. Mis dos hijos, han ido en bilocación a donde hay guerra, han visto muchos muertos, miserias, muchos niños deshechos, despedazados y los cuerpos esparcidos por tierra. Los soldados, listos para la batalla, caminan sobre esta alfombra de muertos".

La Madre de la Eucaristía ha hablado del cabello: "Quiero explicaros algo de mi cabello. Vuestro obispo os dirá lo que él y Marisella han vivido a causa de mi cabello, primero fuera y luego en Roma. Ésta es la única reliquia mía en toda la Tierra. Nadie tiene una reliquia mía, nadie tiene un cabello mío, un cabello fundido con el de José y el del Niño Jesús.

Alguien se ha apropiado del otro cabello, quizás el demonio, pero no puedo decir nada más. Vuestro obispo os lo explicará todo".

Don Claudio, después de haber expuesto detalladamente la historia del cabello, ha terminado diciendo: "Es la única reliquia, no sólo de una persona que ha vivido en la Tierra, sino del único cuerpo, además del de Jesús, presente en el Paraíso".

Al final de la Santa Misa, todos los fieles han besado el relicario con el cabello de Nuestra Señora, sujeto por Marisa y han sentido que emanaba un perfume dulce y agradable.

La preciosa reliquia está ahora celosamente guardada por nuestro obispo. En un futuro será expuesta en la basílica que surgirá en Roma para acoger a los numerosos peregrinos provenientes de todas partes del mundo y vendrán a la Ciudad Eterna par adorar la Eucaristía que ha sangrado, venerar el cabello de Nuestra Señora y visitar el lugar taumatúrgico santificado por la presencia de la Santísima Trinidad, de Jesús, de la Madre de la Eucaristía, de los ángeles y de los santos.

El 13 de diciembre, la Madre de la Eucaristía, nos ha traído una importante y fuerte carta de Dios. Con sufrimiento y aprensión, Nuestra Señora, en nombre de Dios, nos ha expuesto la crítica situación de la Iglesia. A causa de la importancia y delicadeza del argumento, evitamos hacer comentarios y nos limitamos a referir los párrafos más significativos de la carta de Dios.

"La guerra continúa, el hombre se destruye Y los poderosos se enriquecen. La guerra continua también entre cardenales y obispos, como os he dicho en otros mensajes y como he predicho en Fátima. La guerra entre ellos ha iniciado desde hace tiempo, tratando de esconderlo, pero no pueden. Además intentan poner en la cruz al que manda en todo el mundo sin conseguirlo, por ahora.

En la mente de Dios está presente lo que sucederá y no será bonito. Cuando he hablado de ello hace algunos años, no todos habéis comprendido que lucharían cardenales contra cardenales y obispos contra obispos, pero ahora están luchando además contra el Papa.

Vuestro obispo ha sido perseguido y continúa siendo perseguido. Don Claudio es el obispo más cercano al Santo Padre. Ahora tiene en el punto de mira también al Papa.

Los masones, ricos y poderosos, se han adueñado de las radios católicas, abarcan toda Medjugorje y están dispuestos a luchar, pero ¿para defender a quién? ¿A los débiles, a los pobres? No. Para defenderse a sí mismos y para enriquecerse. Después de haber calumniado a los inocentes y a los honestos recitan el santo rosario, celebran la santa Misa, hacen catequesis.

El que no forma parte de la masonería tiene dos posibilidades: callar o morir".

En la comunidad se ha creado una sensación indefinida y un miedo notable a causa de extrañas voces que repetían que en el paso de poco tiempo, la autoridad eclesiástica asestaría a nuestro obispo un golpe definitivo. Sabíamos que ciertamente tenía que llegar el último golpe de satanás, pero no sabíamos cuando.

La Madre de la Eucaristía ha evidenciado el miedo latente de algunos miembros de la comunidad: "Alguno tiene el terror de que el pastor sea apaleado y las ovejas dispersadas". Y ha añadido: "En 1973 dije a mis dos hijos: "Os quedaréis solos"" (34).

De hecho la feroz oposición del Vicariato de Roma ha desanimado a muchos fieles y a diversos sacerdotes a venir a orar al lugar taumatúrgico.

En el período de Adviento, Marisa, ha sufrido la pasión y ha sido asaltada con furor por el demonio.

El obispo, apenas se percataba que estaban actuando los asaltos infernales, intervenía inmediatamente para ordenar al demonio en nombre de Dios, que se alejara.

Don Claudio nos ha confiado que varias veces ha acudido al sentir el ruido provocado por los bofetones y los golpes.

El 23 de diciembre la Madre de la Eucaristía nos ha hablado de padre Pío: "Padre Pío, para nosotros ya era santo en la tierra, él está aquí y sonríe cándidamente, aunque a veces en la Tierra mostraba ojos ariscos. Era fuerte, duro, valiente y dispuesto a luchar contra todos y todo, pero era más ayudado que estos dos hijitos míos que, en cambio, están solos para luchar. Padre Pío tenía muchos hermanitos a su lado que lo ayudaban" (35).

El santo de Pietralcina nos ha dado a conocer el gran sufrimiento padecido por Marisa durante la noche: "La pasión que ha vivido vuestra hermana esta noche ha sido una de las más fuertes. La sangre salía de todas partes y ella, encomendándose a Dios, pedía ayuda para quitarlo y por no despertar ni molestar a nadie. Todos nosotros hemos pedido a Dios Padre que mandara a la Madre a limpiar su cuerpo ensangrentado, para que los otros no lo viesen, porque no es una visión agradable. Vosotros no podéis comprender cuanto ha sufrido, pero yo sí, yo he pasado su sufrimiento" (36).

Ha llegado finalmente el día de Navidad y la Madre de la Eucaristía, como ocurre cada año, ha dejado en brazos de Marisa al pequeño Jesús, que con mucho amor y delicadeza lo ha estrechado contra su corazón. Cuando ha restituido el Divino Niño a la Madre, ha notado que el pequeño jugaba con los cabellos de Nuestra Señora, como hacen todos los pequeños con las propias madres.

Durante la última aparición del año 2001, la Madre de la Eucaristía se ha dirigido a los sacerdotes para invitarlos a celebrar la Santa Misa con amor, fe y devoción, sin correr ni comerse las palabras.

Al final ha querido que Don Claudio la bendijese "porque él es sacerdote y yo no lo soy" (37).

El 10 de enero del 2002, la Madre de la Eucaristía ha dado un anuncio inesperado e imprevisto, capaz de cambiar el curso de la Historia. Durante una aparición reservada al obispo y a la vidente, le ha dicho: "Mis queridos hijitos, habéis obtenido vuestra victoria. Tú, Excelencia, has vencido por tu fuerza y por el valor de luchar contra los que no viven en gracia. Tú, Marisella, has vencido por tu inmolación vivida en el silencio y en el ocultamiento".

Marisa ha visto delante de sí un gran escrito que reproducía en letras de oro, las siguientes palabras de Dios: "Mi sacerdote predilecto, mi obispo, ordenado por Mí, ha obtenido la victoria".

Nuestra Señora ha añadido: "Muchas personas conocen estas victoria, te estiman y admiran tu valor". Al final, ha dado las gracias también a la abuela Yolanda por los sufrimientos que ofrece a Dios por el obispo y por la vidente.

Poco después, en la aparición para los miembros de la comunidad, ha dicho: "Vuestras oraciones han llevado a la victoria a mi hijo predilecto, mi obispo, vuestro obispo".

Durante todo el mes de enero, Nuestra Señora ha hablado varias veces de la victoria que es grandiosa y abarca toda la Iglesia: "Vosotros sabéis que la roca de esta victoria es vuestro obispo y, quiero añadir, también de vuestra hermana, que ha pedido sufrir en silencio y en el ocultamiento. Felicitaciones al gran obispo, felicitaciones a ti, hija mía, felicitaciones a todos vosotros aquí presentes: la Virgen os da las gracias" (38).

"El obispo tiene miedo de decir que él es la roca de la Iglesia. Es la roca porque ha luchado muchos años. Siempre ha estado solo luchando, defendiendo la verdad y, sobretodo, la Eucaristía. La victoria ha sido obtenida justo por su valentía y su fuerza" (39).

Ya que varios miembros de la comunidad no habían comprendido bien el significado, la Madre de la Eucaristía, ha encargado al obispo que diera la explicación: "Espero que su Excelencia os lo explique con palabras sencillas a todos vosotros que lo seguís" (40).

El día 20 de enero del 2002 el obispo ha escuchado el expreso deseo de Nuestra Señora y ha explicado durante la catequesis dominical que precede a la aparición, cuál era el significado exacto que tenía que atribuirse a la expresión: "haber obtenido victoria", que se ha cumplido a través de dos fases.

Ante todo, se ha impedido que se realizase el plan diabólico-masónico. Tal plan, llevado adelante por decenas de eclesiásticos masónicos con obstinación y determinación, consistía en la eliminación de la Eucaristía y en la abolición del culto eucarístico.

Para estos enemigos de Dios y de la Iglesia, la Eucaristía no tenía que ser considerada ni actualización y realidad del sacrificio de Cristo en la Cruz, ni presencia real del Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesús, sino simplemente un recuerdo y una vacía conmemoración de un suceso ocurrido hace siglos.

Esos secuaces del demonio, para llegar a su objetivo, habían preparado un plan que tenía que realizarse gradualmente, recorriendo etapas intermedias.

Humanamente hablando, el proyecto diabólico-masónico, tenía todas las garantías de realizarse, porque sus partidarios ocupaban cargos muy importantes en la Curia Romana, eran obispos de muchas diócesis de Italia y del extranjero, estaban colocados con anterioridad en los puestos de trabajo a nivel central y periférico de la Iglesia y estaban presentes numerosos de ellos en la diplomacia vaticana.

Tal plan, inicialmente, preveía la abolición de los nueve primeros viernes de mes y de los cinco primeros sábados de mes. Después imponía hacer disminuir, hasta desaparecer, la catequesis y la predicación centrada en la Eucaristía. Sucesivamente ordenaba la desaparición de la adoración, desplazando la Eucaristía del altar mayor a otras capillas laterales.

Además, apoyaba la prohibición de celebrar la santa Misa si estaban presentes pocos fieles y sustituía la celebración de la santa Misa con la Palabra de Dios, como si entre ellas fueran inconciliables. En los seminarios los profesores presentaban la Eucaristía como una vacía conmemoración de la muerte de Cristo y en diversas parroquias los catequistas enseñaban a los niños que la Eucaristía era "un pan bendito".

La meta final de este plan diabólico-masónico consistía en eliminar completamente la Eucaristía.

La Madre de la Eucaristía ha dicho que los eclesiásticos afiliados a la masonería querían, además, abolir el III y VI mandamiento. Estos desventurados han profanado la Eucaristía celebrando misas negras. Muchas hostias con los signos de la profanación han sido traídas por Jesús, por Nuestra Señora, por los ángeles y los santos al lugar taumatúrgico.

Los nuevos Judas, no pudiendo manifestar públicamente su odio contra la Eucaristía, la han dirigido contra el obispo y la vidente, que han recibido de Dios la misión más grande en la Historia de la Iglesia: hacer conocer, amar y triunfar a Jesús Eucaristía.

De hecho, han organizado complots y atentados para eliminar físicamente a Don Claudio y Marisa, han combatido ferozmente las apariciones marianas y los milagros eucarísticos ocurridos en el lugar taumatúrgico, han orquestado campañas de calumnias y difamaciones contra el obispo y la vidente y han impedido a las personas que vengan a orar con nosotros.

Por otra parte, han conseguido bloquear servicios televisivos y artículos periodísticos que se habían expresado con mucho respeto sobre hechos en Vía delle Benedettine y han pagado a los periodistas para difundir calumnias referentes a don Claudio y Marisa.

La victoria del obispo y de la vidente no consiste sólo en haber bloqueado la realización del despiadado proyecto, sino también en haber generado un fuerte impulso, una renovada atención, una ardiente fe y un extraordinario amor en la Iglesia hacia la Eucaristía.

Hoy, los sacerdotes, los obispos y los cardenales, hablan mucho más y más frecuentemente de la Eucaristía respecto al pasado. Hacen catequesis más claras y profundas, por lo que los fieles han empezado a comprender la centralidad, la importancia y la necesidad de la Eucaristía en la vida particular, de la familia, de la comunidad religiosa, de las Iglesias particulares y de la Iglesia Universal.

La participación en la Santa Misa de los fieles es cada vez más consciente y Nuestra Señora nos ha comunicado también que las luchas y los sufrimientos no han terminado aún: "Naturalmente el demonio continuará tentando a cualquier hombre de la Iglesia, continuará fustigándolo, porque el último golpe de satanás aún no ha llegado, a menos que vuestras oraciones, adoraciones, ayunos y florilegios, puedan llegar a evitarlo" (41).

Por esto Don Claudio nos ha exhortado a no dormirnos en los laureles, sino que defendamos la verdad y protejamos la Eucaristía, incluso a costa del honor, de la fama, de la salud y, si fuere necesarios, de la misma vida.

Estamos dispuestos a luchar y a sufrir todavía, sostenidos como estamos por la certeza de que "Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat".

La Madre de la Eucaristía, la mejor maestra de la vida sobrenatural, nos ha aconsejado, enseñado y ayudado a vivir el anuncio de la victoria, sin enorgullecernos.

"No os enorgullezcáis, que haya en vosotros alegría, porque lo merecéis, pero permaneced siempre sencillos y humildes. Como ha dicho vuestro obispo, cuando está el sol en el cielo, es decir, Jesús, la luna, o sea yo, desaparece; así también vuestra hermana cuando está el obispo quiere desaparecer" (42).

El obispo y la vidente, por querer de Dios, han ido en bilocación a Argentina a llevar ayuda y consuelo a aquel pueblo atormentado por la más tremenda crisis económica.

Marisa, al inicio del nuevo año, ha vivido varias veces la pasión para el renacimiento de la Iglesia y por estos atroces sufrimientos, ha recibido el agradecimiento de Nuestra Señora: "Marisella, quiero decirte gracias por lo que haces por la Iglesia y por haberte dado toda a Dios. Tu vocación no es un sacramento, pero sostiene el sacramento grande, hermoso e importante de mis hijos predilectos que viven en gracia" (43).

Algunos sacerdotes de Roma, entre estos tres ex-compañeros del seminario de nuestro obispo, han llamado por teléfono a Don Claudio para anunciarle que mientras antes seguían con escepticismo nuestros acontecimientos, ahora creen por que "es imposible que una sola personas tenga tanta fuerza y valor para oponerse a los más poderosos hombres de la Iglesia, sin mostrar jamás el más pequeño signo de derrumbamiento".

El 31 de enero, con ocasión de su fiesta, San Juan Bosco, que acompañaba casi siempre a la Madre de la Eucaristía en las apariciones a Marisa, después de mucho tiempo, ha dirigido un breve mensaje: "Yo, Don Bosco, me gustaría muchos hablar a todos mis sacerdotes, a los que han sido llamados por Jesús, y no responden, no aman y no saben hablar a los grandes. Saben jugar sólo con los pequeños y cuando tienen que decir algo a los grandes, e incluso a los jóvenes, mis sacerdotes, dejan muchos que desear. Os invito a orar por mi congregación, por todos los salesianos".

Un salesiano, llegado a ocupar un lugar de gran responsabilidad en la Iglesia, será uno de los tres artífices del último golpe de satanás, contra nuestro obispo.

A causa de la persistente campaña de calumnias y difamaciones contra el lugar taumatúrgico, las personas no sólo no aumentaban, sino que disminuían y esto provocaba en el obispo y en la comunidad sufrimiento y amargura; Jesús, entonces, nos ha querido animar: "Llegará el momento en el que muchas almas vendrán a este lugar y vuestro trabajo será el acogerlas" (44).

La victoria anunciada por Nuestra Señora, el 10 de enero "es una victoria sobrenatural, pero llegará a ser también humana, porque por todas partes se oye hablar de la victoria del obispo ordenado por Dios, de la vidente y de vosotros, que estáis siempre presentes aquí para orar" (45).

El Señor nos ha dicho más veces que tal como ha triunfado la Eucaristía, también nosotros triunfaremos y este triunfo será visible y documentable, aunque primero satanás, desencadenará contra nosotros su último y terrible golpe.

El 11 de febrero, hemos celebrado el día del enfermo, pero no hemos visto a ningún enfermo venir al lugar taumatúrgico para recibir la bendición de la Eucaristía que ha sangrado, como ha recordado Nuestra Señora que nos ha pedido que organicemos la jornada: "Había esperado ver esta basílica llena de enfermos, pero tenemos que contentarnos con rezar por los que no han venido. No podéis imaginar en cuantos lugares festejan a Nuestra Señora de Lourdes, y allí llevan a los enfermos, pero yo no estoy, yo estoy aquí con vosotros y me contento con pocas personas".

"Marisa, durante la cuaresma ha vivido cotidianamente la pasión: sabe esconderlo muy bien, sabe bromear, sabe reír y hacer algún chiste gracioso. Creedme, el sufrimiento es lo más fuerte y terrible, pero con la pasión se obtienen muchas gracias" (46).

"Sé que para ti, Marisella, este período de cuaresma es muy difícil y duro, tanto que ni siquiera los más grandes santos han probado lo que tu estás probando. Tu sufres por la Iglesia, por las almas y por el Papa" (47).

La Madre de la Eucaristía nos ha hecho saber que muchos sacerdotes ahora organizan turnos de fieles para la adoración eucarísticas y preparan la catequesis "leyendo los mensajes, aunque a escondidas. Vosotros sois pequeñas luces y juntos habéis formado una luz grandísima para todas las parroquias, las iglesias donde se hace adoración. Muchas pequeñas luces puestas juntas, han formado una gran luz" (48).

"El motivo por el cual Dios todavía no cumple lo que ha prometido es porque quiere la conversión, sobretodo, de los hombres de la Iglesia. Éstos tienen miedo de un sencillo sacerdote al que Dios ha dado el episcopado y todos los poderes. En ellos estalla la envidia que llega a la calumnia y a la difamación" (49).

He ahí algunas de las calumnias más frecuentes dirigidas a nuestro obispo, de los que le han dado la espalda y lo han traicionado: "Es demasiado severo, demasiado intransigente, demasiado duro". La Madre de la Eucaristía ha tomado también, en este caso, la defensa de Don Claudio: "Estáis conociendo a S. Pablo, hombre fuerte, leal, sincero y también arisco. Querría que en el momento oportuno, vuestro obispo fuese un poco más enérgico, para haceros entrar en vuestras cabezas lo que os dice" (50).

Don Claudio, ama muchísimo a S. Pablo y lo ha tomado como modelo para su episcopado. Durante los encuentros bíblicos del mes de febrero ha hablado con tal arrebato de S. Pablo que Nuestra Señora ha reconocido: "Lo que ha dicho vuestro obispo es importantísimo y hermosísimo" y ha constituido un paralelo "entre Pablo y Claudio. Lo que habéis escuchado no se refiere sólo a Pablo, sino también a Claudio". (51)

El 28 de febrero, hemos empezado la novena en preparación a la fiesta del sacerdocio, que cada año celebramos con ocasión del aniversario de la ordenación sacerdotal de Don Claudio.

Todo el mes de marzo ha girado en torno a dos importantes sucesos: 1) la exaltación de la figura de San José; 2) la manifestación visible y la emanación de sangre de los estigmas invisibles de Marisa.

Marzo, se ha abierto con la celebración de la fiesta del sacerdocio y se ha cerrado con la solemnidad de la semana santa, culminada en la Pascua de Resurrección.

Seguidamente a todo lo que Nuestra Señora nos ha dicho y contado de su amado y casto esposo, nuestro obispo, ha propuesto la invocación: "San José, custodio de la Eucaristía, ora con nosotros". Vayamos con orden y enumeremos los pasajes y los motivos por los cuales Don Claudio, ha llagado a crear la susodicha invocación.

En la carta de Dios del 2 de marzo pasado, la Madre de la Eucaristía, nos ha revelado un hecho desconocido en los dos mil años de la historia de la Iglesia: "Cuando Jesús murió, mi amado esposo, estaba junto a mi, en espíritu, y me ayudaba con sus dulces palabras, como había hecho siempre durante la vida. Cuando Jesús resucitó, mi amado esposo estaba siempre a mi lado". Y el 3 de marzo continuó diciendo: "Ayer empecé a hablaros de mi amado esposo José y os he dicho que él estaba presente durante la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús; estaba a mi lado y me ayudaba y sostenía".

Con esta revelación, la figura de S. José crece y se coloca en una posición aún más alta e importante respecto a la que le habían atribuido en el pasado.

La Madre de la Eucaristía ha expresado el deseo de hacer triunfar a su amado esposo en la Iglesia.

Esta es la voluntad de Dios y nuestro obispo ha acogido con alegría esta nueva misión: "Veo que mi amado esposo no es muy aclamado, invocado ni rezado. Los hombres se acuerdan de él sólo cuando llega su fiesta; sin embargo es un personaje muy importante de la historia de la Iglesia; y es muy importante en el Paraíso. El ha dado muchas gracias, todo lo que ha sido pedido por su intercesión ha sido obtenido. Mi amado esposo es una persona silenciosa, humilde, escondida. Tal como ha vivido durante la vida terrena, continúa viviendo del mismo modo en el Paraíso y orando por todas las personas que lo necesitan. Me gustaría mucho que hicieseis algo para hacer triunfar a mi amado esposo José, porque después de Jesús y yo, aunque me gustaría ponerlo delante de mí, viene él y luego todos los ángeles y santos" (52).

El obispo nos ha explicado que durante siglos San José ha sido honrado sólo como "esposo de la bienaventurada Virgen María". Pío IX lo declaró "Protector de la Iglesia", Pío XII quiso que fuese celebrado e invocado como "José Obrero" y Juan XXIII insertó su nombre en el Canon Romano. Hoy, después del anuncio de Nuestra Señora, podemos atribuir a su esposo un nuevo título, el más grande, el de "Santo Custodio de la Eucaristía", justamente por haber estado particularmente solícito y atento custodiando a Jesús durante su vida terrena. María, desde el primer instante de su concepción, sabía que sería la Madre de Dios; José, en cambio, no conocía la misión que el Señor le había reservado, pero para ella había sido preparado en los años de su juventud, a través de la oración, el silencio, la lectura y la meditación de las Sagradas Escrituras. Dios ha forjado a esta criatura según Su estilo, le ha llamado a Sí, impregnándole de una familiaridad e intimidad particular y le ha guiado a lo largo del camino de santidad.

En el encuentro con María, ha seguido su matrimonio casto, como ambos habían deseado. Después de la Anunciación, en los primeros meses de matrimonio, José no había imaginado ni siquiera que el Hijo de Dios estuviese presente en el seno de su esposa y cuando en María se manifestaron de manera evidente los signos de su maternidad, José tuvo una reacción comprensible. No conseguía explicarse lo que veía con sus propios ojos, porque era inconciliable con la elección de castidad de su esposa y se abstuvo de cualquier juicio. Cuando luego, el ángel, en nombre de Dios, le reveló quién era el que María llevaba en su seno, entonces empezó para los dos esposos aquella oración que nosotros hacemos frente a la Eucaristía: adoraron a Jesús presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad, en María.

Cuando los dos esposos se desplazaron a Belén, y allí, por voluntad de Dios, tenía que nacer Cristo, los senderos que recorrieron fueron inundados de sus cantos, de sus oraciones incesantes a Dios y muchas veces, José, manifestó su amor hacia Jesús acariciando el seno de su esposa.

Después del nacimiento virginal de Cristo, el santo custodio de la Eucaristía, entrelazó sus manos con las de María y juntos levantaron en alto a Jesús ofreciéndolo al Padre. José cuidó al Hijo de Dios, lo vio crecer y lo defendió de la maldad de los hombres, de los peligros de la vida terrena y de la intemperie, como nos ha revelado Nuestra Señora misma el 19 de marzo: "Os traigo a todos junto a mi corazón y os cubro con mi manto materno, como hizo mi amado esposo cuando se levantaba tanta arena en el desierto y con su manto nos cubría a mi y al pequeño Jesús; así yo cada vez os cubro a todos" (53).

Cuando Jesús, a los doce años, se quedó en el templo sin que lo supieran los suyos, el custodio de la Eucaristía, compartió con María el ansia y el sufrimiento de haber perdido el bien más precioso.

José, aunque en los años siguientes vieron su declive, estuvo siempre unido a su Jesús; bastaba que levantase la mirada, en la única habitación que formaba su casa, para ver a Jesús y adorarlo. El obispo nos ha explicado que el punto más alto en el que se ha manifestado el amor de José por la Eucaristía es a los pies de la cruz. Él estaba en espíritu al lado de su esposa y le sugería palabras de consuelo. En aquellos momentos tremendos, María y José, recitaron salmos, oraron y se dirigieron a Dios Padre como habían hecho durante la vida conyugal. Jesús, desde Getsemaní hasta que fue clavado en la cruz, vio cerca suyo a los que había amado tanto durante la vida terrena: a la que lo había engendrado y al que lo había protegido y custodiado, la que por derecho natural era su madre y el que por elección de Dios era su padre putativo.

El obispo nos ha explicado que cuando Nuestra Señora o los santos, aparecen a alguien en la Tierra, entran de nuevo a formar parte del Cuerpo Místico de Cristo y por el principio de solidaridad, por el cual si un miembro sufre, sufren también los otros, padecen de manera más fuerte e intensa que los hombres de la Tierra, ya que están más cercanos de Jesús y aman de manera pura y desinteresada. Tenemos que ser agradecidos y deudores hacia el gran y silencioso José, que ha sufrido con María durante la pasión de su Hijo y ha compartido con ella el profundo dolor.

El obispo, de la escena dolorosa del Gólgota, ha pasado a descubrirnos aquella alegre de la resurrección: "José esperó la resurrección de Jesús y gozó con su esposa cuando el Hijo de Dios se les manifestó en el fulgor de su divinidad. Ahora sabemos que no era solamente María la que esperaba a Cristo resucitado, sino también el santo custodio de la Eucaristía y juntos adoraron al Divino Resucitado. Pensad que alegría fue para Jesús ir a su madre para abrazarla a ella y al que Él ha llamado padre.

La Eucaristía es la actualización de la pasión, de la muerte y de la resurrección de Cristo y José ha vivido este gran momento eucarístico, don divino y eterno durante estos veinte siglos de historia y para los siglos futuros.

El triunfo de la Eucaristía es el que junto a la Madre de la Eucaristía tendrá, por voluntad de Dios, que incluir también el triunfo de José, de aquel que ha sufrido y padecido durante la pasión y la muerte de Jesús y que ha gozado inmensamente en el día de la resurrección.

Cuando nosotros hablamos de la Eucaristía, evocamos el silencio, porque Ella es silenciosa presencia del Hombre-Dios en el tabernáculo. ¿Quién mejor que José ha vivido la virtud del silencio interior?".

El obispo nos ha recordado que varias veces San José ha traído la Eucaristía al lugar taumatúrgico. Por otro lado cuando la Madre de la Eucaristía aparece, junto a su esposo, ella en el momento de referirnos la carta de Dios, cede la Eucaristía a José que la acoge entre sus manos, como había abrazado al pequeño Jesús durante su vida terrena.

El obispo nos ha descrito lo que sucede delante del tabernáculo: "Nosotros no podemos, delante de la Eucaristía, dejar de pensar también en el Custodio y protector de la Eucaristía. Alargo la mirada y veo el tabernáculo, delante de él y arrodillada a la Madre de la Eucaristía y un poco más atrás, está el humilde San José, que ha reconocido siempre la grandeza de su amada esposa. Cada vez el casto esposo es invitado por la Inmaculada a avanzar y a colocarse a su lado y ambos, la Madre de la Eucaristía y el Custodio de la Eucaristía, encomendando a Jesús, que es el fundador y Cabeza, a esta Iglesia que tiene que renacer. La Iglesia, como cada criatura que nace, padece los dolores de parto; una vez que habrá nacido ya no recordará más los sufrimientos del nacimiento, sino sencillamente vivirá la alegría, porque el dolor será olvidado".

El obispo, además, ha anunciado que en la futura basílica que surgirá en Roma y estará dedicada a la Madre de la Eucaristía, habrán solamente dos estatuas: la de la Madre de la Eucaristía y la del Custodio de la Eucaristía, colocadas a los lados de la Eucaristía, entronizada en una posición central. Jesús, realmente presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad en la Eucaristía, tendrá a su lado a los que han estado más cercanos durante su vida terrena, la pasión, la muerte y la resurrección.

Nuestro obispo no se ha callado nunca el manifestar su gran amor por San José, el cual se le ha dirigido así: "Mi querido obispo, soy tu José. He sido encargado de decirte que das mucha alegría a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo, con tu amor y tu sufrimiento. A veces es difícil hacer comprender y aceptar a la personas lo que dices, pero ellas saben que Jesús habla a través tuyo. Me da alegría saber que me amas; yo te ayudo desde lo alto del cielo, como puedo. También yo, como tú, me siento el último, pero Dios me ha colocado muy alto, después de Jesús y María" (54).

San José, en el día de su fiesta, nos ha comunicado que las almas convertidas han alcanzado la cifra de 3.250.000.000 y también nos ha revelado que el demonio ha intentado actuar de modo bestial contra el obispo y la vidente, empujando personas que no estaban en gracia a hablar muy mal de ellos y a organizar complots para eliminarlos.

"Es grande mi alegría, sobretodo viendo a vuestro obispo lleno de amor, aunque derrotado por tanto sufrimiento. Vosotros no podéis comprender hasta qué punto sufre y ama, también yo he sufrido y he amado mucho, pero cuando se ama, el sufrimiento se siente menos.

Dios me ha dicho: "José, ve tu a ver a mis hijos, ve con el obispo e infunde en ellos mucha fuerza, valor y amor, aunque tiene mucho para dar y vender a todos" (55).

Henos aquí, ahora, en el segundo gran acontecimiento de marzo: la apertura y el sangrado de los estigmas invisibles de Marisa. Es importante hacer antes algunas precisiones.

Nuestra Señora ha sido la primera persona en recibir los estigmas invisibles. La que ha estado siempre íntimamente unida al Divino Hijo, ha compartido con Él también los sufrimientos de la pasión.

Nuestra Señora, durante el trayecto hacia el Gólgota, ha sido sostenida por Juan y por las pías mujeres, no sólo porque estaba destrozada por el sufrimiento moral, sino también porque estaba atormentada por el sufrimiento físico.

A los pies de la cruz, María murió místicamente, junto a Jesús, colaborando en la redención, como corredentora.

De aquel viernes santo, María, ha conservado durante toda la vida en su cuerpo virginal los signos de la pasión, visibles a Dios, invisibles a los hombres. A lo largo del la historia de la Iglesia, muchas otras personas han tenido los estigmas invisibles, que a veces, no supurando, pueden ser más dolorosos que los visibles.

Dios, incluso sin el consentimiento del hombre, por motivos que sólo Él conoce, y a veces comunica también a los estigmatizados, hace visibles los estigmas invisibles.

Marisa tiene los estigmas invisibles desde hace muchos decenios y precisamente antes de encontrarse con Don Claudio. Muchas veces y durante períodos más o menos largos sus estigmas se han abierto y han hecho salir sangre y no siempre le han aparecido con la misma modalidad.

Muchas veces la cabeza de Marisa ha sido traspasada por la corona de espinas, su cuerpo ha sido atormentado por la flagelación, las manos y los pies han sido traspasados por los clavos y el costado ha sido perforado por la lanza.

El 4 de marzo, hacia mediodía, en la frente de Marisa, se ha abierto una herida, provocada por una espina de la corona de Jesús. Por la tarde todavía sangraba la herida.

Al día siguiente, mientras el obispo celebraba la Santa Misa y Marisa la seguía vía radio, asistida por una persona, en el momento de la consagración, a la vidente se le han abierto los estigmas de las manos y de los pies. Terminada la Santa Misa, Don Claudio, informado de cuanto había ocurrido, se ha acercado inmediatamente a la vidente y ha visto que la palma y el dorso de las manos estaban lacerados y de la herida salía sangre. En el dorso de los pies se habían formado heridas en forma de cruz, de las cuales salía sangre que emanaba un perfume particular.

Marisa sufría mucho, pero estaba serena. Se avergonzaba de cuanto le estaba ocurriendo y pedía que se lo escondieran con las gasas.

Al día siguiente todavía continuaba saliendo sangre tan abundantemente que hemos tenido que renovar las gasas muchas veces.

La mañana del 7 de marzo, se han abierto en la frente los agujeros practicados por la corona de espinas, ha derramado abundantes gotas de sangre que se han escurrido también a los largo de la nariz.

El 8 de marzo, vigilia de la fiesta del sacerdocio, Marisa ha vivido durante toda la jornada la pasión de modo tan cruento y doloroso que en algunos momentos se derrumbaba y se enrollaba sobre sí misma.

La Madre de la Eucaristía ha agradecido a Marisa por los sufrimientos que padecía por la conversión de los sacerdotes, por las almas consagradas y de los que forman parte de nuestra comunidad: "Marisella, tu sufrimiento tan cruento y terrible ayudará a todas estas almas. Claro, Dios no tiene necesidad de los sufrimientos, pero tú has dicho tu sí, tu fiat. Gracias, gracias de parte de todos" (56).

Durante algunos días después, del 9 al 13 de marzo, Marisa ha continuado padeciendo la pasión de modo incruento: los estigmas se han cicatrizado y se han vuelto visibles, incluso sin derramar sangre.

Del 14 al 30 de marzo, sábado santo, se han reabierto las heridas de la frente, los estigmas de las manos y de los pies y la herida del costado. Noche y día, Marisa, ha estado unida a la pasión de Jesús y los estigmas han sangrado de modo tan abundantemente que las gasas, los guantes y los calcetines, tenían que ser cambiado muchas veces al día.

Jesús y Nuestra Señora, han hablado a menudo de los tormentos que Marisa estaba padeciendo: "Cada día vuestra hermana tiene fortísimos sufrimientos. Vive en una cama sola, enferma, con dolores atroces. Marisella es la única vidente en el mundo que sabe sufrir y amar. Mi esposa es serena, incluso cuando llega la pasión y se abren los estigmas, porque sabe que este sufrimiento sirve para salvar las almas" (57).

"Os invito a orar por vuestra hermana que también ayer tarde y esta noche ha continuado sangrando y ha sufrido la pasión, una pasión verdadera, cruenta y dolorosísima. Es difícil que se lamente, la veis a menudo sonreír, bromear y casi burlarse de sí misma, para esconder algo que le duele tanto. Así no se derrumba, no decae, sólo alguna lágrima ha salido de sus ojos, pero más por el sufrimiento que le viene de los hombres, que por el que le da Jesús. Tomad ejemplo de vuestra hermana y orad por ella" (58).

"Hija mía, hoy ha sido una jornada muy dura, muy difícil, pero tenías que sufrir para ayudar a mis hijos predilectos. Yo, Jesús, te doy las gracias, esposa mía predilecta, porque has conseguido superar, hablar, dialogar, incluso teniendo el corazón traspasado por la misma lanza que me ha traspasado a Mi" (59).

Precedida de una novena, el 9 de marzo, hemos celebrado la fiesta del sacerdocio, con ocasión del aniversario de la ordenación sacerdotal de nuestro obispo.

La fiesta ha proseguido el domingo 10, para dar la posibilidad a los miembros de nuestros grupos de oración, que están fuera de Roma, de unírsenos. María, Madre de la Eucaristía y San José Custodio de la Eucaristía, han exaltado el amor y el espíritu de sacrificio del obispo de la Eucaristía: "Ahora estamos en la tierra para celebrar con vosotros al gran obispo de la Iglesia. Don Claudio ha dado toda su vida por la Iglesia. Dios ha llamado a una simple y humilde criatura antes de su nacimiento. Don Claudio se ha convertido en su hijo predilecto, pequeño a los ojos de los hombres, pero grande a los ojos de Dios que lo ha ordenado obispo y lo ha llamado Obispo de la Eucaristía.

Mis queridos hijitos, vosotros dos habéis gozado, pero también habéis sufrido mucho, porque Dios os ha dado una misión que, humanamente hablando, es mucho más grande que vosotros; pero también os ha dado la fuerza y el amor de aceptarlo todo, incluso refunfuñando" (60).

Este año hemos preparado el triduo sagrado de la Semana Santa de manera particular.

El jueves santo, el viernes santo y el sábado santo, para hacer entrar a las personas en el clima adaptado a gustar y comprender las ceremonias sagradas, hemos compuesto el escenario, dentro del cual se han escenificado el misterio eucarístico y el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. El Señor nos ha dado gracias por lo que hemos preparado con amor y dedicación: "Todo lo que habéis creado en estos días ha sido maravilloso, pero lo que me ha impresionado y me ha traído en medio de vosotros ha sido el Vía Crucis: un Vía Crucis dulce, delicado, sentido. No podía dejar de venir junto a mi Madre, a mi padre y a todos los ángeles y los santos" (61).

El 1º de abril, hemos recordado el IV aniversario de la ilícita e ilegítima suspensión a divinis de Don Claudio, en un clima de fiesta y alegría, según nuestro estilo.

Aprovechando la pequeña pascua, el Obispo, la vidente y los jóvenes, han hecho una excursión fuera de Roma. Nuestra Señora ha permitido a Marisa caminar y se ha manifestado más veces durante la jornada para hacernos comprender que está siempre a nuestro lado.

Pero después del breve paréntesis, el dos de abril, Marisa ha vuelto a vivir la pasión cotidianamente.

El 4 de abril, Nuestra Señora, ha dicho que aprobaba públicamente la iniciativa del obispo: hacer una jornada de adoración eucarística para obtener la paz.

"Deseo, como es el deseo de vuestro obispo, que el sábado hagáis una jornada de oración por la paz en el mundo, para que las guerras terminen. No he dicho "la guerra", sino "las guerras", ya que hay muchas".

El 6 de abril, por tanto, nuestra comunidad, ha ofrecido a Dios un día de oración y adoración eucarística y ayuno. Nuestra hermana Marisa, no pudiendo unirse a la comunidad en la capillita, a causa del sufrimiento provocado por la pasión, se ha recogido en adoración en su habitación, delante de la Eucaristía que había sangrado el 16 de mayo del 2000. La hostia, apoyada verticalmente en la caja, ha sido entronizada sobre un improvisado altar.

El 16 de mayo del 2000, esta hostia fue sustraída por la Madre de la Eucaristía a un eclesiástico, que todavía ocupa un cargo muy importante en la jerarquía de la Iglesia, mientras celebraba la S. Misa. Terminada la consagración, él había visto surgir de la hostia grande algunas gotas de sangre, pero fastidiado por cuanto estaba ocurriendo y con gesto de rabia, había alejado la hostia ensangrentada, pidiendo al ayudante una segunda hostia para proseguir la celebración, ya que la hostia que había derramado sangre, según la intención del celebrante, estaba destinada para una misa negra. Nuestra Señora, tras la orden de Dios, la sustrajo inmediatamente al sacrílego celebrante para transportarla al lugar taumatúrgico, donde sería amada, adorada y guardada celosamente.

El 6 de abril pasado, mientras el obispo celebraba la S. Misa, que Marisa seguía vía radio en su habitación, un miembro de la comunidad, entrando en su habitación, notó una nueva efusión de sangre de la hostia y avisó enseguida a Marisa de lo ocurrido. Nuestra hermana, sorprendida, se ha acercado y ha notado surgir, del centro de la hostia, la sangre, que se difundía casi por toda la superficie entera.

Poco después, Marisa, que se había quedado sola, ha visto nítidamente un tremendo terremoto que estremeció toda la casa, sobretodo ha visto a los objetos, que estaban sobre la cómoda frente a ella, darse la vuelta, volcarse y hacerse añicos. El suceso sobrenatural ha durado pocos segundos, después todas las cosas han vuelto intactas a su sitio. Esta es la misma experiencia que han vivido los que estaban al pie de la cruz, después que Jesús murió en cruz en el Calvario: "Jesús, dando un fuerte grito, expiró. Y el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo, la tierra tembló y las rocas se quebraron" (Mt. 27, 50-51).

Nuestra hermana ha tenido del Señor, el don de ver esta escena más veces; en aquel dramático instante la naturaleza gimió porque moría su Creador.

Al término de la Santa Misa, el Obispo ha sido informado inmediatamente del milagro ocurrido y, poco después, los miembros han subido en pequeños grupos a la habitación de Marisa para adorar la Eucaristía. Entrados en la habitación, han advertido el característico, dulce e intenso perfume que ha acompañado siempre los milagros eucarísticos.

En el lugar taumatúrgico conservamos cuatro hostias ensangrentadas que en el arco de varios años, están todavía perfectamente íntegras y cuya sangre no se ha descompuesto.

El Obispo ha recordado que cuando ocurre la efusión de sangre de una hostia grande, Cristo sufre por la situación espiritual de los sacerdotes y de la Iglesia.

La Madre de la Eucaristía ha mostrado siempre gran amor y respeto por San José y ha apreciado mucho el título que Don Claudio ha propuesto para el padre putativo de Jesús: "Mis queridos hijos, mi amado esposo José está aquí a mi lado. Custodio de la Eucaristía, un título más hermoso y más grande no se podía dar al padre de Jesús. Orad y decid: "San José, Custodio de la Eucaristía, ruega con nosotros" (62).

El Obispo ha dispuesto que en nuestras letanías, después de la invocación "Madre de la Eucaristía" se recite la invocación "San José, Custodio de la Eucaristía".

En la primera semana de abril nuestro Obispo ha mandado a todos los cardenales extranjeros, residentes fuera de Roma, una carta para informarles de los numerosos milagros eucarísticos ocurridos en el lugar taumatúrgico, de su ordenación episcopal, hecha por Dios, de la situación que se ha creado con el Card. Ruini y para solicitar una autorizada toma de posición por parte de ellos. Nuestra Señora ha bendecido esta carta, escrita en italiano e inglés y ha dicho: "Es un documento que ilustra bien toda la situación que tiene que ser conocida por los miembros de la jerarquía eclesiástica" (Anexo 2)

Algunos cardenales y obispos han hecho notar tímidamente al card. Ruini que, puesto que la emanación de sangre de la hostia del 11 de junio de 2000 ha ocurrido después de la consagración, tal acontecimiento tiene que considerarse un verdadero milagro eucarístico que debe atribuirse a Dios.

La reacción de Ruini ha sido rabiosa y ofensiva en lo referente a la Eucaristía. "No -ha gritado- es obra del demonio ", y diciendo esto ha pecado nuevamente contra el Espíritu Santo".

Hacia la mitad de abril nuestro obispo ha sido informado telefónicamente por un ex compañero del Seminario de que su nombre había sido puesto en casación en el anuario de la Diócesis de Roma. Don Claudio ha pedido explicaciones al Vicariato, pero no ha recibido respuesta. Algún tiempo después hemos comprendido que esta maniobra era un indicio del último golpe de satanás.

Los enemigos de la Eucaristía no han cesado nunca de perseguir a nuestro obispo; toda ocasión era buena para calumniarlo; cada encuentro era explotado para enfangarlo. La Madre de la Eucaristía ha intervenido de nuevo en defensa de Don Claudio: "Grandes prelados, sacerdotes, hermanas y laicos, dejad vivir en paz a este obispo, a este hombre que con su valor está llevando un fardo muy pesado sobre sus espaldas. ¡Qué valor y fuerza tiene vuestro obispo!" (63).

Nuestra Señora también nos ha advertido que se estaba verificando una triste situación: "Muchas personas convertidas están volviendo atrás, cansadas de sufrir y de luchar" (64).

Desgraciadamente también las conversiones de los sacerdotes procedían a ralentí y ponían en dura prueba la paciencia de Dios: "Dios tiene paciencia y espera, quiere la conversión, especialmente de sus sacerdotes" (65).

El 18 de abril, la Madre de la Eucaristía nos ha comunicado: "Mis queridos hijos, ánimo, orad, orad, porque satanás ha empezado a desatar el último golpe y continuará, pero no a vosotros, no os preocupéis".

Frente a esta nueva comunicación de Nuestra Señora, hemos comprendido que este acontecimiento hace referencia principalmente al obispo y sólo de refilón a todos nosotros.

El 21 de abril, Don Claudio y Marisa, acompañados por algunos jóvenes, han partido, por orden médica, para un breve período de reposo. La meta elegida ha sido una tranquila localidad marina. El obispo y la vidente han hecho serenos y distendidos paseos a lo largo del mar. Mientras Don Claudio empujaba la silla de ruedas de Marisa, los dos oraban y hablaban del futuro de la Iglesia. A menudo, Nuestra Señora se unía a su oración y conversaba maternalmente con sus hijitos. El 26 de abril ha hablado una vez más del último golpe se satanás "El golpe llegará y será muy duro. Hará referencia también al Papa y hará sufrir mucho a quien ama la Eucaristía.

El 30 de abril el obispo y la vidente han vuelto a Roma para el inicio del mes de mayo.

El mes dedicado a la Madre ha sido introducido por el Hijo que ha invitado a los miembros de la comunidad a estar presentes cada día en el lugar taumatúrgico para orar a Dios para la conversión de los sacerdotes y por el fin de las guerras y del terrorismo. Ha mostrado también que le ha gustado mucho la idea de Don Claudio y Marisa de celebrar el 29 de junio la victoria espiritual obtenida y el triunfo de la Eucaristía.

"La idea del obispo y de la vidente de hacer una gran fiesta el 29 de junio es hermosa y entusiasmadora, es lo que me esperaba y quería. Cuando llegue el momento y el obispo esté mejor, os dirá como prepararla. Nos os preocupéis, es referente a la oración y a la S. Misa, el resto os será dicho en el momento oportuno" (66).

Después del Hijo ha venido el esposo de María, que nos ha amonestado: "Releed los mensajes lentamente, sin prisa, para que podáis comprenderlos mejor. Es Dios el que os habla, no una persona cualquiera o un santo; por tanto releed los mensajes y ponedlos en práctica".

Después S. José ha continuado: "Don Claudio habla para educaros y para hacer que podáis dar ejemplo en otras iglesias. En un futuro, cuando vuestro obispo..." (67)

No hemos oído lo que ha sido sustituido por los puntitos, pero el obispo nos ha comunicado que, cuando Dios quiera, el espacio vació contendrá palabras que nos llenarán el corazón de alegría.

También la Madre Celeste ha hablado de las condiciones precarias de salud del obispo, más bien ha ido más allá: "Durante la S. Misa estoy al lado de vuestro obispo, que a veces sostengo, porque no está bien y tiene un peso muy grande en la espalda" (68).

Por otra parte ha manifestado su alegría y su entusiasmo por la fiesta del 29 de junio: "También yo estoy a la espera, como vosotros, de la fiesta del 29 de junio: sí realizáis lo que tenéis en mente, nos daréis una gran alegría a Nosotros los del Cielo, que aquél día estaremos todos con vosotros" (69).

Nuestra Señora nos ha comunicado más veces que en el lugar taumatúrgico, un día la veremos a Ella, a los ángeles y a los santos. Ya que esta espera se prolongaba y algunos empezaban a dar señales de descontento, la Madre se ha dirigido pacientemente a los hijos: "Yo pido siempre a Dios realizar esto que os he prometido, o sea, verme, pero las condiciones todavía no están y los tiempos de Dios son diferentes de los tiempos de los hombres. Habéis tenido mucha paciencia, tratad de tenerla todavía y perdonadnos, si no os damos enseguida lo que queréis". Nos ha explicado también los motivos de este retraso: "Dios quiere salvar otras almas. No puede aceptar que su Iglesia, después de dos mil años, esté en estas tristes condiciones". (70)

Los sacerdotes, los fariseos, los doctores de la ley y los herodianos trataron muchas veces de matar a Jesús, pero no lo consiguieron, porque Dios Padre había dispuesto que el Divino Hijo tenía que morir en el momento establecido por Él.

Igualmente los enemigos de la Eucaristía han tratado muchas veces de hacer cerrar el lugar taumatúrgico, mejor dicho, de eliminarlo, de modo que no pudiese acoger a nadie más, como nos ha comunicado Nuestra Señora: "Tantas y tantas personas están pensando en cómo destruir este lugar. Desde 1994 han comenzado a destruirlo, pero vosotros habéis llegado a mayo de 2002 y todavía estáis aquí" (71).

Comúnmente se cree que quién entra en el estado estático pierde el contacto con todo lo que le circunda, personas y cosas y que no advierte ni siquiera el dolor. Esto no siempre es verdadero.

Cuando Marisa está en éxtasis siempre ve al Obispo a su lado y a veces también, a los presentes en el momento de la aparición. A veces ve también personas distantes físicamente, pero que tienen lazos particulares con la comunidad.

La Madre de la Eucaristía ha dado las gracias frecuentemente a la abuela Yolanda, la madre de Marisa, por las oraciones que recita y por los sufrimientos que acepta.

"Sé que sufres mucho, abuela Yolanda, pero Dios te ha elegido. Todos tienen que orar para que tengas la fuerza de aceptar y soportar. Adiós abuela Yolanda, la Madre está siempre a tu lado, como está al lado de tu adorada hija, al lado del obispo y de todos los que sufren" (72)

La Madre del Cielo nos ha enseñado a amar de modo particular a los enfermos y ella misma ha demostrado una preocupación por los que están en el dolor: "Hoy quiero bendecir especialmente a los enfermos. Con el pequeño Jesús y la vidente recorro los hospitales para ayudarlos y darles fuerza y valor" (73)

A continuación de la calumniosa campaña contra las apariciones de la Madre de la Eucaristía y los milagros eucarísticos ocurridos en el lugar taumatúrgico, querida por Ruini y llevada a cabo por cardenales, obispos, sacerdotes, hermanas y laicos, Don Claudio se ha visto obligado a hacer apostolado sólo en Vía delle Benedettine y ya no ha sido invitado más veces para hablar en otros lugares. Tampoco Marisa ha sido invitada más veces para hablar de sus experiencias sobrenaturales y nos hemos sentido circundados de un muro de hostilidad y aislados por todos los otros fieles.

La Madre de la Eucaristía nos ha hecho comprender que la realidad era diferente de la que aparecía ante nosotros: "Parece que el lugar taumatúrgico esté escondido y ninguno tenga noticias, sin embargo todo el mundo lo conoce" (74)

El 10 de mayo ha empezado el triduo para celebrar la fiesta de todas las almas consagradas, que coincide con el aniversario de los votos de Marisa, para lo cual, Nuestra Señora ha pedido que oremos porque "está viviendo dolores muy fuertes, espirituales, morales y físicos. Ninguno ha comprendido hasta el fondo lo grande que es el sufrimiento que ofrece por todos vosotros, por la Iglesia y por la conversión de los sacerdotes".

En el aniversario de sus votos, Nuestra Señora ha felicitado a Marisa: "Hija mía, felicidades de parte de todo el Paraíso por lo que haces por la Iglesia. Hacer los votos de castidad, pobreza y obediencia es el compromiso más hermoso y más grande para Dios, para todos Nosotros los del paraíso y para los hombres que lo comprenden" (75)

Con ocasión de este aniversario, que ha visto afluir a Roma también a otros grupos de oración esparcidos por Italia, Dios nos ha comunicado, por medio de Su Madre, que se habían convertido otros 100 millones de personas, por lo que, la cifra conjunta de las conversiones, era: tres mil millones trescientos cuarenta millones.

El 16 de mayo, Marisa, ha sufrido una dolorosa experiencia, ocurrida otras veces en el pasado. Durante la recitación del santo Rosario, se le ha presentado el demonio, vestido como Nuestra Señora. Marisa ha comprendido inmediatamente que era satanás, y ha sentido disgusto y fastidio, como ha revelado Nuestra Señora: "He visto que mirabas, pero no era yo. Por fortuna te has dado cuenta a tiempo de que era el demonio y has inclinado la cabeza. Sé que has sufrido por esto, pero no te preocupes, la Madre está siempre a tu lado. Quería hacerte daño y se ha presentado como si fuera yo, la Madre de la Eucaristía".

Nuestra Señora nos ha avisado también de que "los tiempos están cercanos". ¿Qué tiempos? Los que verán las intervenciones de Dios para derrocar a los poderosos de sus tronos y enaltecer a los humildes.

Nos ha animado también a "no pensar sólo en nosotros mismos", sino en preocuparnos por los otros, y trabajar para ayudar a las personas a cambiar porque "cuando lleguen los tiempos, cuando llegue el último golpe de satanás, será demasiado tarde para convertirse, será inútil arrastrar las rodillas por tierra hasta el altar para invocar a Dios. Lo que tenéis que hacer, hacedlo enseguida" (76)

Uno de los motivos por los cuales la autoridad eclesiástica es preconceptualmente contraria a las apariciones de Nuestra Señora es que éstas son muchas, demasiadas. Los obispos hacen de un granito de arena, una montaña; condenan las apariciones verdaderas y las falsas. Si estuvieran unidos a Dios y tuvieran el don del discernimiento, llegarían a la conclusión de que hoy, las verdaderas apariciones son poquísimas.

El 21 de mayo, la Madre de la Eucaristía ha confirmado cuanto habíamos afirmado: "Hay muchas personas que dicen que me ven y que mi Hijo Jesús les habla, pero no es verdad. Cuidado, cuidado, cuidado, el demonio puede servirse también de estos engaños. Yo aparezco en poquísimos lugares, casi ya no aparezco".

Vuestro obispo ha tenido que afrontar una situación desagradable. Un sacerdote se ha acercado a él para preguntarle como tenía que comportarse con un alma que decía que tenía visiones y locuciones interiores. Cuánto más hablaba el sacerdote, más comprendía el obispo que cuanto le exponía era contrario al evangelio y a las enseñanzas de la Iglesia. Cuando le ha contado que el Sr. había ordenado a aquella alma que modificara la fórmula de la Señal de la Cruz de este modo: "En el nombre del Padre, de la Madre, del Hijo y del Espíritu Santo", Don Claudio ha exclamado: "Esto no es posible. Esta fórmula es herética".

Poco después, Nuestra Señora, durante la aparición, ha confirmado cuanto había afirmado el Obispo: "Cuando hacéis la Señal de la Cruz, sabéis perfectamente que se dice: "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Si alguien añade alguna cosa, además de la Santísima Trinidad, es herético. Yo, la Madre de la Eucaristía, estoy mucho, mucho, mucho después de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Yo soy la última delante de la Santísima Trinidad, soy la sierva" (77)

Algunos días después, Jesús ha vuelto a hablar de este doloroso argumento: "No se dice: En el nombre del Padre, de la Madre, del Hijo y del Espíritu Santo", es una enorme herejía. Si los sacerdotes no saben corregir estas herejías, ¿qué podemos esperar de ellos?" (78)

El 23 de mayo, Nuestra Señora, nos ha dicho una frase para nosotros sibilina: "Los tiempo están muy difíciles, a veces parece que algo se acerque, y a veces parece que se aleje". Sabemos que el significado exacto de la frase es notorio sólo al obispo y a la vidente.

En la misma aparición, Nuestra Señora, dirigiéndose a Marisa, ha dicho: "Aquél sueño tuyo, Marisella, es profético. No conocemos este sueño, el obispo nos ha dicho que hace referencia a un futuro Papa.

Lo que hemos sabido el 25 de mayo, nos ha llenado el corazón de alegría y nos ha confirmado que para realizar sus designios, Dios no tiene necesidad de los hombres.

"La Madre de la Eucaristía es conocida en todo el mundo, incluso en las naciones no católicas. Muchas personas se preguntan "¿Quién es esta Señora? ¿Quién es esta Virgen a la que llaman Madre de la Eucaristía?". Entonces se informan y se convierten: éstas son conversiones auténticas" (79)

Dos de nuestros jóvenes, Fabricio y Julia, han escogido el mes de mayo para casarse. Sus amigos no se han ahorrado nada en preparar la ceremonia nupcial del mejor modo, como ha sido reconocido por Nuestra Señora: "Os estáis preparando para una nueva ceremonia nupcial. Veo que habéis empezado los trabajos y hacéis lo mejor que podéis para que los que tienen que recibir el sacramento del matrimonio estén felices y contentos. Orad por estos dos jóvenes y por sus familiares" (80)

El 27 de mayo, Fabricio y Julia, delante del altar han intercambiado el sí de amor, circundados por el afecto de los parientes y de los amigos. Nuestra Señora, en el momento del rito matrimonial, ha extendido su manto materno sobre sus dos jóvenes y los ha bendecido.

En uno de los numerosos coloquios nocturnos, la Madre Celeste, ha pedido a la hija que orara y ofreciera al Señor sus sufrimientos para evitar que en Roma se verificara un tremendo terremoto; de este peligro estaba al corriente sólo el Obispo.

Ahora afrontamos un importante y delicado problema: la excesiva y morbosa adhesión al poder de muchos hombres de la Iglesia.

El gran Pablo VI estableció que al cumplir los 75 años de edad, todos los eclesiásticos tenían que dimitir de sus cargos y dejar el puestos que ocupaban. Esta regla tendría que valer, sin excepciones, incluso cuando la salud impide a los hombres de la Iglesia desarrollar su propio ministerio.

El Señor ha querido que toda la Iglesia conociera su pensamiento al respecto: "Lo que me amarga y deja mucho que desear es que los grandes hombres de la Iglesia no dejan el poder ni el cargo y no se retiren cuando llegan a una cierta edad o por motivos de salud. Tienen que retirarse y sería hermoso si entraran en un convento para orar hasta la muerte, por todos los hermanos" (81)

Nuestra Señora, nos ha avisado con anticipación que cuando hayamos llegado a la meta establecida por Dios, tres mil millones quinientos mil millones de conversiones, tendremos que continuar orando y sufriendo por la conversión de otras almas y especialmente por los sacerdotes. Ha añadido también: "Los sacerdotes se reúnen para hablar mal de vuestro obispo, cuando justamente ellos están podridos. Hacen todo lo que Dios no quiere y han arruinado este planeta Tierra de modo horrendo. Dios trata por todos los medios de ayudarlos, de salvarlos, pero será difícil, al menos para algunos. Vosotros orad y amad" (82)

Estos sacerdotes, obispos y cardenales, estaban preparando y organizando el último golpe de satanás, pero esto lo hemos sabido por Jesús, sólo después que ocurrió.

La Madre de la Eucaristía, es una verdadera madre, y como tal no podía no hablar de loa actos de pedofilia realizados por sacerdotes desventurados: "¡Cuántos son los sacerdotes pedófilos que arruinan a los niños!. Los hombres que no saben que la Iglesia no está formada sólo por sacerdotes, sino también por laicos, vuelven atrás espiritualmente. El pecado continúa, la ofensa contra Dios continúa. Han hablado mucho de América, pero no han hablado de Italia. También en Italia y en otras naciones hay aquellos hijos míos predilectos, hijos escogidos por mi, que arruinan a los niños" (83)

El último día del mes mariano vino San José para la clausura del mes dedicado a su amada esposa.

Junio, último mes del año social, ha empezado con el lema de la esperanza. Puesto que estábamos cansados y en parte desilusionados, Jesús ha querido subirnos la moral, anunciando con fuerza y autoridad: "No lloréis, será vuestra victoria, vuestra resurrección".

Don Claudio ha decidido escribir una carta personal a dos obispos que forman parte del consejo episcopal de Roma, para invitarlos a mirarse dentro y tener el coraje de defender la verdad, incluso si esto tenía que comportar el enfrentamiento con el card. Ruini.

Pero los dos obispos, no han dado ni un paso en la dirección correcta y han preferido permanecer con quien tiene poder y puede garantizar una avance en la carrera eclesiástica.

La Madre de la Eucaristía, durante el mes de junio, nos ha animado a preparar la gran fiesta para celebrar la importante victoria espiritual. Para hacernos comprender el amor infinito que tiene por nosotros, Jesús, ha manifestado este fuerte deseo: "Os amo tanto que querría ponerme de nuevo en Cruz, con tal de ayudaros, pero sabéis que esto no es posible, porque Jesús ha muerto una vez y ha resucitado" (84)

El Señor, por varios motivos, de los cuales habíamos ya hablado, ha aplazado sus intervenciones para hacer triunfar la verdad y renacer la Iglesia y nos ha animado siempre a orar "para que se realice todo cuanto Dios ha prometido" (85)

Sabemos que Dios intervendrá, aunque ignoramos cómo y cuándo, para hacer triunfar la verdad, hacer aceptar a la autoridad eclesiástica la ordenación episcopal de Don Claudio y permitirle ocupar el lugar que le espera en la Iglesia.

Jesús nos ha invitado a prepararnos para la gran fiesta del 29 de junio con el ayuno y la oración: "Haced ayuno, orad y recitad el Santo Rosario a mi Madre y vuestra" (86)

A Marisa, el Señor, le ha pedido que se uniera a los sufrimientos de la pasión. El 7 de junio ha aparecido en la frente de Marisa, incisa en la carne, una cruz sangrante que le ha procurado dolores lacerantes. Han empezado las noches insomnes, durante las cuales la vidente vivía todos los momentos de la pasión. Al final de un año social particularmente duro e intenso, el cansancio en los miembros de la comunidad era visible; Jesús ha intervenido para invitarnos a que no nos fatiguemos demasiado con los preparativos de la gran fiesta: "Todo lo que estáis preparando para el 29 de junio es hermosísimo, pero no podéis llegar a aquel día cansados, fatigados, depresivos. No os preocupéis de nada, ahorráoslo, he visto vuestra buena voluntad, el deseo de hacer y de darMe alegría, a la Madre de la Eucaristía y a mi obispo y vuestro. Desgraciadamente he visto también que el cansancio es mucho para todos" (87)

Una de las intenciones más importantes, por la cual Jesús ha pedido a Marisa que sufriera la pasión, es la conversión de los sacerdotes: "Sé que has sufrido mucho, físicamente y moralmente, pero no te preocupes, tenías que comprender hasta el fondo quiénes son mis sacerdotes predilectos, los que han sido elegidos por Dios. Llegan a una edad avanzada y todavía no son capaces de corregirse, son débiles, tienen miedo, no tienen el valor de vuestro obispo. También es verdad que su molde ha desaparecido" (88)

La última frase de la carta de Dios había sido pronunciada anteriormente por un miembro de la comunidad para significar que no había encontrado nunca un sacerdote como Don Claudio; a Jesús, esta imagen le ha gustado tanto que para indicar el mismo concepto, la ha repetido.

El 13 de junio hemos festejado el segundo aniversario del gran milagro eucarístico, ocurrido entre las manos de Don Claudio, mientras celebraba la Santa Misa. Para la ocasión han venido numerosas personas, provenientes incluso de fuera de Roma. Ha aparecido Jesús y ha dicho: "Hoy estáis festejando el aniversario del gran milagro eucarístico del 11 de junio de 2000. Como ya os he dicho, todos los milagros eucarísticos son grandes, pero el del 11 de junio es el más grande. Este ha ocurrido en las manos de Don Claudio, un año después de haber sido ordenado Obispo por Dios. El que no cree, que habla mal y calumnia, al final tendrá que rendir cuentas a Dios. Tratad de no hacer caso de esas personas y superadlo todo, aunque ya sé que es muy difícil, pero lo podéis conseguir, porque estáis unidos a Mí, a la Madre de la Eucaristía, a mi padre José y a todos los ángeles y santos".

Jesús nos ha hablado también de la peligrosa situación que se ha creado en todas las partes del mundo por la presencia de los terroristas: "Los terroristas continúan actuando en muchos lugares que no conocéis. Están presentes, no solamente en Estados Unidos o en Gran Bretaña, se encuentran por todas partes y pueden perfectamente matar a muchos niños y millares de hombres" (89)

Hemos sabido siempre que los mensajes que nos da Jesús y Nuestra Señora se dirigen a todos los hombres: "Los mensajes que Yo os doy, esto ya os lo he dicho muchas veces, no se refieren solamente a los presentes, sino a todos los hombres de la Tierra, ya que llegan a todas partes. Todo lo que os digo a vosotros se repite en todo el mundo" (90)

Hemos sido informados de que muchos párrocos de Roma, por orden del Vicariato, han continuado prohibiendo a sus parroquianos que vayan al lugar taumatúrgico presentándolo como lugar donde opera el demonio y personas endemoniadas.

Es triste y preocupante que los sacerdotes para estar en gracia con sus superiores eclesiásticos, se metan contra Dios, ofendan la verdad y pequen contra la caridad; para ellos vale el "ay" de Cristo, sobre ellos se abatirá la justicia divina.

El 16 de junio Juan Pablo II ha canonizado a padre Pío en la presencia de centenares de millares de devotos, provenientes de todas las partes del mundo. Como había sido anunciado anteriormente por Jesús, padre Pío, en el día de su canonización no estaba en San Pedro, sino en el lugar taumatúrgico, por orden de Dios: "Ve al lugar taumatúrgico tan amado por Mi, ve a estar con mis hijos y ora con ellos". Padre Pío ha traído la carta de Dios, cuyo inicio es muy triste: "Había pedido a mis grupos de oración que vinieran a este lugar taumatúrgico, pero no ha venido ninguno, no obedecen nunca. Se han reunido millares de personas en San Pedro y donde he nacido y vivido, pero ¿os habéis preguntado si todas estas personas escuchan a Dios y oran o están allí sólo porque soy canonizado?".

Ha seguido un amable y simpático coloquio entre padre Pío y Marisa:

Padre Pío - Cuando te toque a ti, Marisella, ser canonizada, no será así, será celebrada una ceremonia muy hermosa, más recogida.

Marisa - ¿Estás hablando de mí?.

Padre Pío- ¿No eres tú mi hermanita?

Marisa - Sin embargo yo he venido a verte sólo una vez.

Padre Pío - Y yo he venido a verte millares de veces. Ánimo, hermanita mía, la vida para ti es muy dura, como lo ha sido para mí, pero te repito que estás sufriendo mucho más que cuanto haya sufrido yo; lo mismo sirve también para mi hermano, el Obispo Claudio. Ahora me retiro para dejar el lugar a Jesús.

Jesús nos ha demostrado una vez más su amor: "Cuando vengo a la Tierra, sufro las mismas incomodidades que vosotros. Si vosotros tenéis calor, Yo tengo calor; si tenéis frío, Yo tengo frío; si sufrís, sufro con vosotros, pero si vosotros no Me amáis, Yo os amo y también amo a los que os hacen sufrir. Amo a vuestros hijos, a vuestros padres, a vuestros sobrinos y nietos; amo de manera particular a las parejas casadas" (91)

El 17 de junio ha aparecido de nuevo Jesús. Estaba muy triste, Marisa ha confesado que no le había visto nunca así de triste. Leyendo la carta de Dios que Jesús nos ha comunicado, ninguna persona honesta y sensible puede retener las lágrimas por su contenido doloroso y preocupante. Jesús nos ha ofrecido un retrato de la situación espiritual del clero, nos ha confiado cuán grande es la tristeza de Nuestra Señora y suya y al fin nos ha quitado un velo sobre el futuro: "Orad, orad, para que vuestro obispo sea él el cabeza de todo. Aunque entonces surgirán envidias y celos y los sacerdotes continuarán hablando mal y pisoteándolo". Puesto que Jesús ha ordenado: "Quiero que esta carta sea conocida por todos", hemos creído oportuno referir íntegramente su contenido:

Jesús - Yo, el Hijo de Dios, cuando caminaba a lo largo de las calles de Palestina no tenía nada, trataba de evangelizar a los hombres que encontraba y les hablaba de Dios Padre, les enseñaba a amarse y a quererse. Ni Yo, ni los apóstoles teníamos dinero, hoy, sin embargo, los hombres de la Iglesia se enriquecen. No podéis imaginar qué contento estoy de venir a este lugar donde hay sólo una sencilla carpa: vuestra Basílica. Aquí no hay dinero como en todas las otras iglesias, especialmente en las grandes. Han pasado dos mil años ¿y qué han hecho los hombres de la Iglesia?. Han tratado de gozar, de tener poder, de mandar, de exigir obediencia con el chantaje y condenar a los que se comportan bien. Sí, estoy muy afligido, mis queridos hijos, y me desagrada decíroslo a vosotros, que no lo merecéis y que sois pocos, muy pocos; querría gritarlo a todo el mundo, pero sobre todo querría gritarlo en las grandes iglesias. No me enfado con los laicos, porque no pueden comprender muchas cosas; pero sí con los cardenales, los obispos, los sacerdotes y con el que lo manipula todo.

Oh, ¡mi alma está muy triste!. Por todo esto continúo pidiendo sufrimientos a vuestra hermana. Nadie puede comprender lo que ella está sufriendo por todo lo que ocurre en este planeta Tierra, tan probado y destruido. El mundo creado por Dios ha sido casi destruido. Muchos tratan de seguir adelante y engrandecerse, mientras otras personas mueren de hambre y muchos niños están enfermos. Los que forman parte del voluntariado llevan adelante iniciativas para estas personas tan desastradas, pero cuando sus bolsillos están llenos.

Sí, estoy triste, mi Corazón Sangra. Os doy las gracias a vosotros, aunque seáis pocos, os doy gracias por todo el amor que ponéis al prepararos para la fiesta del 29 de junio; os doy gracias por el sacrificio hecho para estar aquí presentes todas las tardes y doy gracias a los que trabajan para la gloria de Dios.

Orad, orad, para que vuestro obispo sea él el cabeza de todo y entonces surgirán más envidias y celos y los sacerdotes continuarán hablando mal y pisoteándolo. Alguno sufre a causa de los propios parientes y Yo, Jesús, os digo: "Estad contentos de sufrir por la gloria de Dios". Gracias.

Mi Madre esta tarde no vendrá, porque está muy triste. Os doy mi bendición junto a mi sacerdote predilecto, al que Dios ha declarado santo. Os dejo en el nombre de Dios Padre, de Dios Espíritu Santo y en Mi nombre. Sea alabado Jesucristo. Participad en esta Santa Misa con todo el amor, orad lo más que podáis y amad siempre.

Marisa - Ánimo, Jesús, trato de ayudarte como puedo. Hay personas que te aman mucho.

Jesús - Los niños me aman, vosotros me amáis. Gracias.

Marisa - Adiós, Jesús.

Jesús - Adiós, mi esposa dilecta, gracias por todo lo que haces, gracias, gracias.

Marisa - Adiós. Estás muy triste, adiós.

No lo he visto nunca tan triste.

Don Claudio - Me lo esperaba.

Marisa - ¿Y entonces qué hacemos?.

El día 18 de junio, mientras Don claudio pronunciaba las palabras de la consagración, a Marisa, obligada a permanecer en su habitación por motivos de salud, se le han abierto los estigmas en la frente, en los pies y en los pulsos. La sangre ha brotado a borbotones y se ha derramado incluso en el pavimento de la habitación.

Marisa ha sido socorrida por algunas personas presentes en casa, que han avisado a Don Claudio de lo ocurrido, apenas ha terminado de celebrar la Santa Misa. El Obispo, seguido por algunos jóvenes, se ha acercado inmediatamente a ella y ha encontrado a la estigmatizada en una situación de extremo sufrimiento y la ha sentido murmurar oraciones.

La escena de los estigmas era impresionante. Sobre cada uno de los dos pies habían comparecido tres cruces, incisas en la carne, de las cuales continuaba saliendo abundante sangre. Se habían abierto los agujeros sobre los pulsos y se habían formado heridas en la frente, de las cuales salía otra sangre.

Don Claudio, después de haber ordenado que hicieran la documentación fotográfica y televisiva, ha invitado a las personas que se habían quedado orando en la iglesia a subir a la habitación de Marisa para ver el fenómeno místico que se había verificado y para dar testimonio en un futuro. Durante toda la noche, Marisa, asistida por el Obispo, ha sufrido la pasión. Mientras la vidente padecía, Don claudio oraba. La Madre de la Eucaristía ha estado al lado de Marisa para darle consuelo y ánimo. Los hombres dormían y la víctima humana se inmolaba por el renacimiento de la Iglesia.

Hacia las 10 del 19 de junio, los estigmas han vuelto a sangrar. Por otra parte, Marisa ha recibido el golpe de lanza y se le ha abierto la herida del costado.

En la primera tarde ha vivido la pasión del modo más cruel y dramático. Durante dos horas ha sido privada también de la vista.

El Obispo, siempre al lado de la heroína del sufrimiento, no ha podido hacer otra cosa que orar y conjurar al Señor para que disminuyera los atroces dolores.

Poco antes del rezo del Santo Rosario, ha venido Jesús y le ha restituido la vista, pero no le ha quitado el dolor.

Una vez más, Jesús, ha hablado de Marisa: "Dios le pide un gran sufrimiento, no porque no la quiera, sino porque tiene necesidad, si puede decirse así, de almas que le ayuden a volver a levantar a la Iglesia, para hacerla renacer. Sus dolores son fuertes y nuestra ayuda ha sido notable. Pensad que ya son 48 horas de continua lucha; durante dos horas ha estado en plena ceguera, sin ver nada, después Yo con mis manos he hecho que viese de nuevo. ¿Quién puede comprender estas cosas?: el Obispo, que a pesar de su fortaleza y valor, sufría mucho viéndola padecer la pasión. Estaba a su lado, no podía ayudarla, pero oraba, oraba mucho" (92)

El 20 de junio se celebraba el tercer aniversario de la ordenación episcopal de Don Claudio y el cumpleaños de Marisa y la Madre de la Eucaristía les ha felicitado: "Mis dos queridos hijitos, felicitaciones de vuestra Madre, felicitaciones sobre todo de santidad. Felicitaciones porque hacéis bien todo lo que Dios os pide; esto lo estáis haciendo, Jesús está contento y yo también lo estoy" (93)

Justamente en este último período se han intensificado de tal manera las llamadas telefónicas amenazantes y ofensivas contra el obispo que nos hemos visto obligados a interrumpirlas bruscamente. Nuestra Señora nos ha revelado que tras el anonimato se escondían eclesiásticos arrogantes, presuntuosos y falsos y a Don Claudio y a Marisa les ha revelado su identidad.

El 20 de junio habíamos empezado la novena de preparación a la "fiesta de la victoria" y cada día los estigmas de Marisa han sangrado abundantemente. Hemos intensificado los trabajos y los preparativos, pero sobretodo nos hemos preparado orando más, haciendo ayuno e intensificando la adoración eucarística.

Jesús ha hablado a menudo del sufrimiento de los estigmas padecidos por Marisa: "A ti, mi dulce esposa, te digo que la pasión cada día, es cada vez más fuerte y los dolores aumentan. Hoy el sufrimiento no te ha permitido ni siquiera tomar el medicamento y el Obispo ha tenido que reñirte, como si fueras una niña" (94)

"Marisella, sufres y ofreces, hay mucho que sufrir y ofrecer" (95)

"Esta mañana has sangrado dos veces, hija mía. Yo sé por experiencia cuán doloroso es. Desde el martes estás sufriendo cada día a causa de la sangre que sale incluso a grumos" (96)

"Vuestra hermana ha sufrido durante nueve días y una vez más las llagas se han abierto y le hacen daño" (97)

Marisa ha sabido esconder muy bien el tormento atroz de los estigmas, como ha reconocido su esposo divino: "Veo, a pesar de todo, tu alegría, tu serenidad y tu valor para ayudar, incluso, a los otros. Es hermoso que, a pesar del gran dolor y el sufrimiento, puedas bromear, hacer chistes y reír" (98).

La estigmatizada ha llegado a decir: "Gracias, Jesús. Por los sufrimientos que me das, así puedo ayudar a la Iglesia y al Obispo".

Antes de hablar de la fiesta del "Triunfo de la Eucaristía" tenemos que tratar, por amor a la verdad, de un argumento que puede suscitar polémicas, discusiones inútiles y reacciones susceptibles.

Con una cierta frecuencia, continúan difundiéndose voces de apariciones de Jesús y de Nuestra Señora, pero las verdaderas apariciones, como dicen los directos interesados, son poquísimas.

"Hoy, 25 de junio, yo aparezco sólo en este lugar y en ningún otro del mundo; hoy estoy sólo aquí con vosotros. Poned en práctica cuanto mi Hijo Jesús ha dicho" (100).

Durante la novena en preparación a la gran fiesta para el Triunfo de la Eucaristía en la Iglesia y en el mundo, Jesús nos ha animado y estimulado a celebrar el acontecimiento del mejor modo posible.

"Soy vuestro Jesús y vengo a felicitarme una vez más con vosotros por todo lo que estáis preparando para el 29 de junio. Me gustaría que fuera una hermosa fiesta, sentida, vivida con todo el amor que podáis" (101).

"El 29 de junio celebraréis la gran fiesta y Yo estaré con vosotros, la Madre de la Eucaristía y todos los ángeles y los santos estarán con vosotros. No los veréis, pero sentiréis su presencia" (102)

"La preparación para el 29 de junio es muy hermosa. Veo la alegría en vuestros corazones, mientras lleváis adelante el trabajo que os ocupa muchísimo, pero que hacéis con tanto amor. Os repito que no me molesto si alguno refunfuña, porque hace calor o algo no funciona, me molesto si no actuáis con amor; pero en vuestro corazón leo mucho" (103)

"Mis queridos hijos, quedan poquísimos días antes del 29 de junio, después celebraréis el triunfo de Cristo Jesús. Dad gloria a Cristo Jesús. Yo, Jesús, quiero deciros también: festejad a vuestro obispo, porque uno como él no lo encontraréis sobre la tierra" (104)

"El 29 de junio celebraremos la victoria de todo lo que Dios ha hecho. Nos separa apenas una día y medio y después lo celebraremos" (105)

"Está a punto de llegar el día tan esperado" (106)

Finalmente llegó el gran día. El 29 de junio, en el lugar taumatúrgico se reunieron muchos miembros de las comunidades de fuera de Roma, que quisieron compartir la alegría del Triunfo de Cristo, testimoniar el amor hacia la Madre de la Eucaristía y el afecto al Obispo y a la vidente..

La celebración del Triunfo de la Eucaristía ha empezado con la procesión eucarística. Numerosos porta estandartes sostenían las banderas de las principales naciones del mundo para subrayar el aspecto de la victoria. Apenas la Eucaristía llevada por el Obispo había salido de la puerta de casa, el sonido de las campanas acogió a Jesús en señal de fiesta y de alegría. Las banderas se han inclinado para rendir homenaje a Jesús Eucaristía, mientras la cruz ha sido levantada hacia el cielo en señal de triunfo. "La palabra de la Cruz, sin embargo, es necedad para los que van a la perdición, pero para los que se salvan, para nosotros, es potencia de Dios" (1 Cor. 1, 18).

Para salvar al mundo habría sido suficiente incluso un pequeño sufrimiento de Cristo porque, siendo Dios, cada acción suya, y por tanto, incluso el más pequeño sacrificio, tiene un valor infinito, sin embargo, para demostrar a cada hombre su gran amor ha escogido el camino más duro, doloroso y humillante: la muerte en cruz.

En pleno recogimiento, la procesión eucarística se ha desarrollado por el interior del jardín taumatúrgico. Los presentes recitaban oraciones y cantos de alabanza y de agradecimiento.

El momento más emocionante ha sido cuando, al sonido de las trompetas de plata, la Eucaristía ha pasado bajo un arco de triunfo formado por las banderas, a lo largo del jardín, para demostrar que el amor de Cristo llega a cada hombre sin distinción de raza, cultura o nación.

A continuación la Eucaristía ha entrado en la Basílica, pasando bajo el arco de banderas. Con esta coreografía, hemos querido indicar el triunfo de Cristo en su Iglesia.

La victoria de la Eucaristía llevará al renacimiento de la Iglesia, traerá la paz entre las naciones y la reunificación de todas las religiones en la única y verdadera religión: la de Jesucristo.

"Porque Él es nuestra paz: el que ha hecho de dos pueblos uno sólo, derribando el muro que los separaba, la enemistad, anulando en su carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo la paz, y reconciliar con Dios a ambos en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la Enemistad. Vino a anunciar la paz: paz a vosotros que estabais lejos y paz a los estaban cerca. Pues por él, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu" (Ef. 2, 14.18)

Las divisiones ocurridas en la historia de la Iglesia, han sido causadas por los hombres que han seguido los propios intereses, el amor al poder y la adhesión al dinero, pecando de orgullo, de soberbia, de avidez y de egoísmo. Cada división se opone a la voluntad de Dios, de hecho Jesús en la última cena ha orado por la unidad de sus discípulos: "No ruego sólo por estos, sino también por los que por su palabra, creerán en mí; para que todos sean una sola cosa. Como tu, Padre, estás en mi y yo en ti, sean también ellos una sola cosa, para que el mundo crea que tu me has mandado. Y la gloria que tu me has dado a mi, yo se la he dado a ellos, para que sean perfectos en la unidad y el mundo sepa que tu me has mandado y los has amado como me has amado a mi" (Jn. 17, 20-23)

Los grandes milagros eucarísticos que Dios ha obrado en el lugar taumatúrgico reunirán a todas las confesiones cristianas y todas las otras religiones en la única religión y se realizará la profecía de Jesús": "Habrá un solo rebaño y un solo pastor" (Jn. 10. 16)

Después de la entronización de Jesús Eucaristía, durante la aparición, ha ocurrido el gran anuncio hecho por Dios Padre: "Ahora soy Yo, Dios, el que habla. No me veis. Ninguno de vosotros puede verme, ni siquiera tú, Marisella, puedes verme. Estoy aquí presente para deciros que todos vuestros sacrificios, vuestros sufrimientos, vuestro amor, han realizado la conversión de tres mil millones quinientos mil y un millones de personas". La comunidad se ha conmovido, ha hecho un caluroso aplauso y ha cantado el Aleluya.

La fiesta se ha concluido con la Santa Misa celebrada por el Obispo y animada por nuestros jóvenes.

El 1º de julio, el Obispo y la vidente, junto a algunos miembros de la familia, se han acercado a Tortoreto, localidad marina, por motivos de salud, pero en su corazón resonaban las palabras de Jesús: "Estas vacaciones serán muy sufridas para mis dos queridos hijitos. Tendrán que trabajar todavía mucho. Vosotros ayudadlos con la oración" (107)

Durante la primera década del mes, a causa de los estigmas todavía abiertos, le ha sido imposible a Marisa acercarse al mar para bañarse, según la prescripción médica. Las noches han sido especialmente largas, vividas siempre en plena pasión. El Obispo ha asistido a Marisa, orando y repitiendo la frase de Jesús, adaptada a su situación: "Señor, pase de ella este cáliz, pero que se haga tu voluntad".

Don Claudio por la mañana temprano, iba a pasear a lo largo de mar y, mientras caminaba, oraba y pensaba, como ha revelado Nuestra Señora: "Cuántos pensamientos bullen en su cabeza".

El 6 de julio, celebrando la fiesta litúrgica de Santa María Goretti, la Madre de la Eucaristía ha traído consigo a la joven mártir. Al verla, Marisa ha exclamado: "María Goretti, pequeña, hermosa". Nuestra Señora ha replicado: "Sí, es María Goretti, una santa nacida en un país (Corinaldo, n.d.t.) cercano al vuestro. Por amor de Dios y para defender su castidad, ha sufrido el martirio. También tú, hija mía, has vivido una experiencia semejante a la de María Goretti; sólo que ella está muerta y tu estás todavía viva" (108)

Ya que lo ha hablado Nuestra Señora, el obispo, por primera vez, ha levantado el velo de la discreción y del silencio sobre un hecho, delicado y doloroso, de la adolescencia de Marisa.

Un hombre que vivía cerca de la familia Rossi, había puesto los ojos en Marisa, y empujado por míseros deseos, trataba por todos los medios de reclamar su atención, sin conseguirlo jamás. Al fin, fastidiado, la ha abordado, al volver a casa y la ha amenazado con golpearla con un cuchillo, si no satisfacía sus malsanos deseos. Marisa ha empezado a huir, pero ha sido alcanzada por el bruto que, después de haberse colocado frente a ella, la ha golpeado hiriéndola en el seno. En ayuda de Marisa, han intervenido los ángeles, en apariencia humana, que después de poner en fuga al asaltante, la han acompañado al hospital más cercano para la cura.

Afortunadamente la herida no era profunda y no ha provocado consecuencias.

Marisa se ha dirigido a la pequeña santa, diciéndole: "Hola, María Goretti, protege y ayuda a todos nuestros hijos, para que sean siempre puros y castos como tu y como Jesús quiere".

El 7 de julio se celebraba la onomástica del obispo y, como cada año, ha aparecido la Madre de la Eucaristía acompañada por S. Claudio de la Colombiere, patrono de Don Claudio.

El primer S. Claudio se ha dirigido así al obispo: "Hijo mío, cuánto sufrimiento padeces, pero cuánto Paraíso has conquistado y cuantas almas, incluso sin conocerlas has salvado. Soy tu hermano obispo. Te estamos ayudando muchísimo, pero la maldad humana es fuerte. Juntos te damos nuestra bendición. Ánimo, hermano mío, ánimo. Sé siempre fuerte, y no tengas miedo de nada, sólo de Dios hay que tener miedo, no de los hombres y tu eres fuerte y animoso".

La Madre de la Eucaristía ha concluido: "Felicidades, Don Claudio, felicidades de tu Madre, de Jesús, de todos los santos y de los ángeles que están a mi lado".

Finalmente el 10 de julio se han cerrado los estigmas de Marisa y esto le ha permitido ir al mar para mover las piernas en el agua, como le había prescrito el doctor.

Mientras estaban inmersos en el agua, el obispo y la vidente oraban, recitaban el Santo Rosario y cantaban. La Madre de la Eucaristía se unía a su oración y una vez dijo: "Sois vosotros solos los que oráis en el mar, ni los sacerdotes ni las hermanas siguen vuestro ejemplo".

También en los días siguientes mientras estaban en el agua, ha aparecido Nuestra Señora, que a menudo les ha hablado del último golpe de satanás.

El 15 de julio, con ocasión del 31º aniversario del encuentro de Don Claudio y Marisa, nuestros jóvenes se han llegado a Tortoreto para celebrar juntos el aniversario.

Antes de la Santa Misa, ha aparecido la Madre de la Eucaristía que se ha dirigido a los jóvenes: "Seguir el camino de Dios es difícil, si no sois puros y fuertes, si no estáis en gracia, si no tenéis la fortaleza de aceptar incluso el sufrimiento. ¿Cuánta personas llegan a vuestro nivel?. Pocas. Yo estoy triste cuando hablo de los sacerdotes, pero tengo que hablar, para que podáis comprender cuanto sufren Jesús y Nuestra Señora por la moderna situación de la Iglesia. Muchas personas no creen ni en el Infierno ni en el Paraíso y entre estos hay también muchos sacerdotes; éste es el gran sufrimiento del obispo. También vosotros sufrís cuando sabéis los comportamientos equivocados de los sacerdotes, que no son puros, ni castos, además son pedófilos".

Después ha felicitado al obispo y a la vidente: "Mis queridos hijitos, con todo el Paraíso quiero felicitaros por los treinta y un años de sufrimiento, de sacrificio, de amor, de alegría y por tu cumpleaños, Excelencia. Siéntete joven, como tus jóvenes, más bien, a veces eres más joven que alguno de ellos. No te dejes caer, te lo ruego; sé fuerte, valiente, como siempre has sido. Deja estar los varios señores Ruini y los que forman parte de la…, tu sabes de quien hablo; no es necesario orar por ellos".

El 22 de julio, Nuestra Señora ha revelado a sus dos hijitos que varios sacerdotes, orando delante de la Eucaristía, han dado gracias a Dios por haber dado a la Iglesia un obispo como Don Claudio. El 23 ha ocurrido algo grande, que ha demostrado la íntima unión entre Jesús y el Obispo. En el momento de la consagración, Marisa ha sentido, además de la voz de Don Claudio, también la de Jesús que pronunciaba la fórmula de consagración. A continuación la Madre de la Eucaristía ha dicho que Jesús había querido hacer este don al Obispo.

El 25 se ha realizado un episodio simpático. Mientras paseaban a lo largo del mar, junto a algunos jóvenes, el obispo se ha dirigido a Maria y le ha dicho: "Levántate y anda".

Inmediatamente ha aparecido Nuestra Señora que, sonriendo, se ha dirigido a Marisa, con la exhortación: "Obedece al obispo". Tras el estupor de los presentes, Marisa se ha levantado ágilmente de la silla de ruedas y ha empezado a andar rápidamente. Ha recorrido dos kilómetros con un paso tan veloz que a Don Claudio y a los jóvenes les ha costado seguirla.

En cambio el 26 de julio, el obispo y la vidente han vivido una experiencia que los ha entristecido mucho. Después de la cena, como es habitual. Don Claudio y Marisa, siempre en compañía de algunos jóvenes, se han ido a dar un paseo a lo largo del mar. Su atención ha sido atraída por un fuerte griterío y poco después se han dado cuenta que había una enfurecida partida de pelota entre dos cuadrillas juveniles.

Muchísimos jóvenes asistían a la partida e incentivaban con gritos a los contendientes. Los nuestros no han tenido tiempo de detenerse, que ha aparecido Nuestra Señora y con un rostro muy triste ha comunicado: "Desgraciadamente todos estos jóvenes están en pecado mortal. No saben qué significa vivir en gracia. Ni los padres ni los sacerdotes les han enseñado la belleza de una vida en gracia. Estos pobres jóvenes no han recibido la formación que tu, Don Claudio, has impartido a los tuyos".

Después de esta triste comunicación, el obispo y la vidente se han ido en silencio y en su corazón han recomendado a todos los jóvenes a la misericordia de Dios.

Desgraciadamente la permanencia en el mar no ha ayudado a la salud de Don Claudio y Marisa, a la cual más bien se le han agudizado los achaques y los dolores.

El 1º de agosto se han trasladado a la montaña, a Pintura, esperando que el clima fresco pudiese restituir unas pocas fuerzas y les ayudara para la salud.

Algunos de nuestros jóvenes han ido a unirse a la numerosa familia del Obispo. Una simpática y vivaz columna, formada por seis coches y una camioneta, han transportado personas y utensilios del mar a la montaña.

Los jóvenes han trabajado mucho para limpiar y arreglar la casa de la montaña, tanto que han recibido el agradecimiento de Nuestra Señora: "Agradezco a mis jóvenes por el duro y fatigoso trabajo que han hecho por mi Obispo y la vidente" (109)

La Madre de la Eucaristía, con solicitud materna, ha invitado a sus dos queridos hijitos a descansar y a recuperar un poco las fuerzas, para estar preparados para soportar el último golpe de satanás.

Marisa sabía ya las particularidades. Nuestra Señora le había revelado en qué consistía y quiénes eran los que lo estaban realizando. Había también añadido que éstos habían involucrado en su ejecución al Papa.

El Señor, el día de la Transfiguración, ha dado el permiso a Marisa para contar a Don claudio detalladamente sobre el último golpe de satanás, pero le ha dejado a ella la decisión de hablar o de callar. La vidente con un acto de amor y de delicadeza, ha decidido mantener el silencio para no cargar a su hermano con un ulterior sufrimiento, dado que ya tenía muchos.

Tenemos que afrontar ahora otro doloroso argumento. Algunos videntes se han aprovechado de su papel y de su posición para enriquecerse y para tener un seguimiento cada vez mayor de personas. Con tal de conseguir su objetivo han llegado a decir que continuaban viendo a la Nuestra Señora cuando ya hace tiempo que no la ven.

El 4 de agosto, mientras el obispo, la vidente y algunas personas de la comunidad estaban a punto de recitar el S. Rosario, ha aparecido la Madre de la Eucaristía, que ha orado con ellos y ha comentado los misterios gloriosos. Nuestra Señora, por otro lado, ha añadido que lo que había visto durante la noche anterior la abuela Yolanda no era un sueño, sino la realidad. Por la mañana, apenas recién despiertos, la madre de Marisa nos había dicho que había soñado con el Paraíso y nos había confiado que no sabía describirlo. Sin embargo el Señor había concedido a nuestra abuelita, como a otras almas, el don de haber sido transportada al Paraíso y de gustar anticipadamente de su belleza y alegría.

El 6 de agosto, fiesta de la Transfiguración, Jesús ha aparecido circundado por los ángeles y los santos. Al lado de Jesús, a su izquierda, estaba Pablo VI, del cual era el 24º aniversario de su muerte, el Papa que más ha amado Don Claudio. Al verlo, Marisa, ha exclamado: "¡Pablo VI, qué hermoso eres!"

En estos días los dolores naturales se han intensificado de tal manera en Marisa que para poder descansar un poco por la noche era obligada a tomar calmantes. A los dolores naturales, se han añadido grandes sufrimientos morales, por lo que el cansancio del obispo y de la vidente en lugar de disminuir, aumentaba.

Hacia la mitad de agosto, Marisa, se ha sentido tan mal que ha entrado en coma y se habría muerto sino hubiese intervenido Nuestra Señora haciéndola superar el momento crítico.

Para sostener al obispo y a la vidente a soportar los grandes sufrimientos, el Señor ha obrado un milagro eucarístico. La Madre de la Eucaristía, por orden de Dios, ha depositado sobre una pequeña estatua tres formas, que han llenado toda la casa del suave perfume que todos nosotros conocemos muy bien.

Jesús ha querido demostrar que estaba cerca de sus dos hijitos y que si permitía el sufrimiento, daba también la gracia y la ayuda para soportarlo.

Nuestra Señora, al término de la permanencia en la montaña, ha dicho: "Querría que hoy, ya al final de estas sufridas vacaciones, todos pensaran que el obispo y la vidente no han hecho dos meses de vacaciones, sino de martirio. Creedme, en este período ha ocurrido de todo y no quiero entrar en detalles, es demasiado doloroso para mí hablar" (110)

Don Claudio y Marisa han vuelto a Roma más cansados, probados y desilusionados que cuando habían partido. La Madre ha dicho a sus dos hijitos: "Vuestra cruz es muy pesada, pero no os la podemos quitar, como Dios Padre no ha quitado la cruz a su Hijo" (111)

En el primer encuentro de la comunidad, Don Claudio ha dicho a los presentes: "Armémonos de fuerza, de valor y de paciencia, porque el año social 2022-2003, que está a punto de empezar, será el más duro, el más crítico y el más sufrido de todos los que lo han precedido".

Anuncio profético que se ha realizada de lleno, porque además de haber padecido grandes sufrimientos físicos, morales y sobrenaturales, hemos recibido el último golpe de satanás.

Roma, 29 de junio de 2003

Fiesta del Triunfo de la Madre de la Eucaristía

A cargo del Comité Cultural del Movimiento Impegno e Testimonianza - "Madre de la Eucaristía"


Anexo I

Carta a los sacerdotes

Juan Pablo II, Sumo Pontífice de la Iglesia Universal y Obispo de Roma, el 13 de junio de 2001, vigilia de la fiesta del Cuerpo de Cristo, terminó la catequesis del miércoles con esta invocación "María, Madre de la Eucaristía, os proteja a todos".

También diversos obispos y cardenales, citamos uno por no nombrar a todos: el card. Carlos María Martini, en algunas homilías y oraciones, se han dirigido a María, invocándola "Madre de la Eucaristía".

Este título mariano, dado personalmente por Jesús a su madre y desconocido en la Iglesia durante veinte siglos, ha empezado a ser conocido y a difundirse sólo a consecuencia de las apariciones y de las revelaciones privadas de Nuestra Señora a la vidente Marisa Rossi.

La Madre de Dios ha repetido muchas veces: "Yo soy la Madre de la Eucaristía. Los hombres me han dado muchos títulos, pero el título más grande, más hermoso, más importante es la Madre de la Eucaristía. La Inmaculada Concepción abre la historia y la Madre de la Eucaristía la cierra. El Título "Madre de la Eucaristía" se difundirá en toda la Iglesia y todos los hombres me invocarán con este título".

El Papa, invocando a Nuestra Señora como "Madre de la Eucaristía", ha apreciado la exactitud teológica e, incluso implícitamente y de modo informal, ha reconocido el origen sobrenatural de las apariciones de la Madre de la Eucaristía, única fuente del título mariano mencionado.

Si el Papa reconoce a Nuestra Señora como "Madre de la Eucaristía", ¿por qué el card. Ruini, su Vicario General de la diócesis de Roma, prohibe el culto y combate las apariciones de Nuestra Señora a Marisa Rossi, instrumento elegido por Dios para la difusión en la Iglesia de este título?

Debemos también evidenciar con profunda amargura que mientras en el sitio Internet del Vaticano, en la siguiente dirección telemática: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/2001/documents/hf_jp-ii_aud_20010613_it.html cita la invocación "Maria, Madre dell'Eucaristia, tutti vi protegga" (María, Madre de la Eucaristía, os proteja a todos), l'Osservatore Romano del jueves, 14 de junio de 2001, ha cortado y omitido tal invocación.

Esto quiere decir que alguno ha osado censurar al Papa, a sus espaldas. Todo esto es muy grave e indica que la oposición a las apariciones de la Madre de la Eucaristía tiene como directores poderosos a eclesiásticos, de los cuales algunos residen en el Vaticano y otros en el Vicariato.

La historia de Herodes y Pilato que "se hicieron amigos, porque antes estaban enemistados" (Lc 23, 12) se repite y siempre en detrimento de los inocentes.

Apelamos a la inteligencia, a la sensibilidad, al coraje de los sacerdotes de Roma, para que siguiendo la enseñanza y el ejemplo del Papa, nuestro Obispo, invoquen y hagan invocar a los fieles a Nuestra Señora con el título de "Madre de la Eucaristía".

Unidos en el amor a Jesús Eucaristía, a la Madre de la Eucaristía y al Papa, trabajemos unidos por el bien espiritual de la Iglesia Particular de Roma y de la Iglesia Universal.

Cordiales saludos.

Roma, 24 de octubre de 2001

VIIIº aniversario del inicio de las apariciones públicas de la Madre de la Eucaristía

Los jóvenes del Movimento Impegno e Testimonianza "Madre de la Eucaristía"


Anexo II

Eminencia Reverendísima,

me siento obligado a escribir a todos los cardenales que no son italianos para solicitar vuestra autorizada intervención en defensa de la Eucaristía y de los más importantes milagros eucarísticos de la Historia de la Iglesia. Sobre este importante argumento, he escrito varias veces a Juan Pablo II, pero mis cartas no han sido nunca entregadas al Santo Padre. Ahora los colaboradores de la Curia Romana, no sólo han sustituido al Papa en el gobierno de la Iglesia, sino que han llegado a censurar actos del magisterio pontificio, como yo mismo he documentado.

Me he dirigido en sucesivas ocasiones a los cardenales residentes en Roma y en Italia, a todos los obispos italianos, a todos los sacerdotes romanos y a muchos superiores generales de congregaciones religiosas, pero ninguno, o por miedo, o por sus apreciaciones o por sus intereses, ha tomado posiciones para defender a la Eucaristía y los milagros eucarísticos.

Permítame, Eminencia, exponerles una breve cronología de los sucesos eucarísticos que tienen como testimonio al que suscribe y a centenares de personas.

Jesús y Nuestra Señora, han transportado al lugar taumatúrgico -así ha declarado Jesús a nuestra casa-, centenares de hostias consagradas o profanadas o sustraídas a la profanación o tomadas de las iglesias donde la Eucaristía no era amada ni por los sacerdotes ni por los laicos. Estas hostias, depositadas en el tabernáculo o sobre el altar de la Iglesia y sobre flores o imágenes sagradas en casa, han sido dadas en comunión a los que participaban en nuestros encuentros de oración. Todos los que las han recibido están dispuestos a testificar que, las hostias traídas por Jesús y Nuestra Señora, emanaban un perfume particular y desprendían un agradable calor, que se advertía cuando eran introducidas en la boca. Algunas de las hostias transportadas por Jesús y Nuestra Señora han sangrado en nuestra presencia. Nosotros conservamos cuatro hostias ensangrentadas que, a pesar del transcurso de varios años, están perfectamente conservadas y cuya sangre no muestra signos de descomposición. Dos de estas hostias han sangrado más veces en el transcurso de varios meses, un hecho único en la historia de la Iglesia. Por otra parte, tenemos un corporal y un cojincillo bañados por la sangre surgida de las hostias transportadas por el Sumo y Eterno Sacerdote, en nuestra capilla.

Han ocurrido también milagros eucarísticos de otro género. En presencia de muchas personas, una hostia ha surgido del costado de un crucifijo, ha pasado a través del cristal de la vitrina, colocada para proteger la imagen, y se ha depositado en las manos de Marisa Rossi.

Varias veces se ha verificado la multiplicación de la Eucaristía en mis manos; con pocas hostias, traídas por la Madre de la Eucaristía, he dado la Santa Comunión a alrededor de doscientas personas.

Cada vez que he comunicado al Vicariato de Roma los acontecimientos milagrosos, el Card. Vicario y sus colaboradores, lo han liquidado siempre, sin hacer indagaciones ni interrogatorios, como: efectos de patología religiosa, fenómenos de feria, consecuencia de intervención diabólica. Varias veces, personalmente y por escrito, he pedido al Cardenal Ruini que mandara expertos y exorcistas para valorar los milagros eucarísticos y me ha dado siempre respuestas negativas, "porque no veía la necesidad".

Yo mismo he llevado al Vicariato una hostia ensangrentada para hacerla examinar y Mons. Nosiglia me ha ordenado: "Tira aquel pedazo de pan ensangrentado", orden que no he cumplido para no ir contra mi conciencia y para no incurrir en la excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica (can. 1367 C.I.C).

El Vicariato, ante los repetidos milagros eucarístico, sin interrogar nunca a los testigos de estos milagros ni hacer indagaciones, ha reaccionado inundándome de decretos que contenían la orden de abstenerme "del cumplimiento de los actos de culto eucarístico y de culto público en general, con ocasión o a consecuencia de presuntas apariciones de hostias" y la amenaza de suspenderme a divinis, si hubiere desobedecido.

El Cardenal Ruini, a través de Mons. Nosiglia, ha formulado el famoso chantaje: "Si niegas que aquellas hostias, incluso aquella ensangrentada, sean Eucaristía, y que tu has sido engañado y has engañado, porque son obra del demonio, no te suspendemos". Era demasiado, porque si hubiera aceptado, además de incurrir en la excomunión, habría pecado contra el Espíritu Santo, por haber atribuido al demonio lo que es obra de Dios.

He respondido: "Haced lo que queráis. Prefiero ser suspendido a divinis que profanar la Eucaristía".

Jesús ha dicho que la suspensión a divinis "es ilícita, ilegítima y nula" y para demostrar que estaba perfectamente en orden ante la Iglesia y por otros motivos que son expuestos en el libro "Tu eres Obispo ordenado por Dios, Obispo de la Eucaristía", me ha otorgado la plenitud del sacerdocio.

Cuando el 20 de junio de 1999, el Señor me ordenó obispo, lloré y temblé porque estaba perfectamente consciente con que nueva y feroz persecución, por parte de los hombres de la Iglesia, me encontraría.

Yo no quería ser ordenado obispo, pero el Señor no me concedió la facultad de escoger si ser o no ser obispo ni me pidió permiso para ordenarme obispo. Cuando Jesús ordenó a Pedro y a los otros apóstoles obispos no les impuso las manos en la cabeza, no recitó ninguna fórmula de consagración, no cumplió ningún rito, sino que manifestó su voluntad y dio una orden: "Haced esto en memoria mía" (Lc. 22, 14)

También conmigo el Señor se comportó de la misma manera: "Te ordeno obispo, te doy la plenitud del sacerdocio y te doy todos los poderes", así lo dijo Jesús, mientras yo lloraba y sufría.

He dicho sí a Dios y los hombres de la Iglesia me han condenado.

Sin embargo, Jesús es el Fundador y el Cabeza de la Iglesia, es el Sumo y Eterno Sacerdote porque "posee un sacerdocio perpetuo" (Hb. 7, 24).

Jesús no es el Cabeza emérita de la Iglesia, como diversos eclesiásticos querrían, no ha abdicado en su papel de cabeza y, sin pedir permiso a nadie, puede perdonar los pecados, consagrar la Eucaristía y ordenar obispos. Dios lo puede todo, a Dios nada le es imposible. El que sostiene que Dios no puede ordenar un obispo peca gravemente y demuestra que ignora la Sagrada Escritura.

Jesús ha unido la Eucaristía y el Sacerdocio, instituyendo los dos Sacramentos en el Última Cena.

Jesús ha unido mi episcopado y los milagros eucarísticos, y ha puesto su sello sobre el uno y sobre los otros, el día 11 de junio de 2000, fiesta de Pentecostés, cuando obró el último gran milagro eucarístico, en presencia de más de cien personas.

Había apenas acabado de recitar la fórmula de consagración del pan, cuando de la hostia comenzó a surgir la sangre.

Para mi, el tiempo se detuvo. Estaba inclinado sobre la hostia que apretaba entre mis manos y estaba fijo en la sangre divina que se esparcía sobre buena parte de la superficie. Permanecí inmóvil por un tiempo, que a los presentes, les pareció interminable, porque creyeron que me encontraba mal, ya que sobre mi rostro se alternaba una palidez impresionante y una fuerte rojez.

Cuando me repuse un poco, elevé lentamente la hostia. Entre los presentes hubo mucha emoción, pero todo transcurrió en un clima de profundo recogimiento y viva emoción. Mientras bajaba mi hostia manchada de sangre, vi sobre la patena otras dos hostias grandes que, como diría más adelante la Madre de la Eucaristía, habían sido sustraídas a la profanación y llevadas al lugar taumatúrgico, porque "el Obispo, la vidente y los miembros de la comunidad aman muchísimo la Eucaristía y están dispuestos a dar la vida por defenderla".

Después de haber recitado la fórmula de consagración del vino y hecha la elevación del cáliz, tomé la patena que contenía la hostia consagrada por mi, manchada de sangre y las otras dos hostias sustraídas a la profanación y pasé a lo largo de los bancos de la iglesia, para que los fieles pudieran verlas de manera cercana, constatar la veracidad del hecho milagroso y percibir el perfume que emanaba de la hostia manchada de sangre, para testimoniar en un futuro el milagro ocurrido.

¿El Señor habría obrado un milagro eucarístico tan grande en mis manos si yo no fuera obispo y fuese un impostor?.

El Card. Ruini, incluso después del último milagro eucarístico, ocurrido durante la Santa Misa, celebrada por mi, continuó considerando la Eucaristía que sangró "un trozo de pan ensangrentado" y la salida de la sangre de la hostia consagrada por mi, como "consecuencia de una intervención diabólica".

De hecho, firmó un documento oficial de la C.E.I., fechado el 11 de enero de 2001, y por tanto, posterior al milagro eucarístico del 11 de junio de 2000, con el cual reafirmó su posición, no solo errada, sino además herética, en lo que se refiere al misterio eucarístico.

El Card. Ruini, puesto que ha profanado la Eucaristía, ha incurrido en la excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica (can. 1367 C.I.C.) y puesto que ha atribuido al demonio lo que es obra de Dios, ha pecado contra el Espíritu Santo.

Este juicio, en lo que se refiere al susodicho cardenal, ha sido dado por el Cabeza invisible de la Iglesia: Jesucristo.

Ante los graves errores del Card. Ruini, no se ha sublevado ninguna autoridad eclesiástica, sino sólo el abajo firmante, que es consciente de la propia poquedad y debilidad, pero sabe que "Dios ha escogido lo necio a los ojos del mundo para confundir a los sabios; y lo débil a los ojos del mundo para confundir a los poderosos" (I Cor. 1, 27).

El primero y, sobretodo, el segundo legítimo sucesor de Juan Pablo II, pedirá a V.E., si está todavía con vida, cuentas de su comportamiento ante la Eucaristía y a los milagros eucarístico ocurridos en el lugar taumatúrgico.

Más severo que el juicio del papa, será el juicio de Cristo. "A todo aquel que me reconozca ante los hombres, reconoceré yo también ante mi Padre que está en los cielos; y a todo aquel que rehuse reconocerme ante los hombres, me negaré a mi vez a reconocerlo ante mi Padre que está en los cielos" (Mt. 10, 32).

Reafirmo mi comunión con el Papa y con los obispos que aman, adoran y creen en la Eucaristía.

La Madre de la Eucaristía proteja a la Iglesia.

Saludos cordiales.

Roma, 31 de marzo de 2002

Domingo de Pascua

+ Claudio Gatti

Obispo Ordenado por Dios

Obispo de la Eucaristía


Ha llegado el último golpe de satanás

El 18 de octubre del 2002, se ha escrito una de las páginas más negras y tristes de la historia de la Iglesia.

Los que luchan contra la Eucaristía, han condenado a Monseñor Claudio Gatti, el obispo ordenado por Dios, reduciéndolo al estado laical.

Este es el último golpe de satanás, como dijo Jesús el 17.11.2002: "Ha llegado el último golpe de satanás, es fuerte y duro para vosotros, pero es peor para los que lo han inferido, porque perderán su alma".

La comunicación de esta condena ha sido transmitida a nuestro obispo a través de una carta que el Vicariato ha enviado a Via delle Benedettine, el 16 de noviembre.

El Señor, que acompaña siempre a los que lo aman, nos ha preparado desde 1999 a superar este gran sufrimiento: "Mis queridos hijitos con vosotros a su lado, que oráis por ellos, podrán soportar también el último golpe de satanás" (Carta de Dios del 01.01.1999).

"Os he dicho que el último golpe de satanás será muy duro y muy fuerte" (carta de Dios del 21.01.1999).

"No permitáis que decaiga vuestra confianza en Dios, porque en un momento muy difícil, satanás desencadenará el último golpe. Escuchad esta santa Misa para el obispo y la vidente, para que cuando llegue el último golpe de satanás, tengan la fuerza de soportarlo todo" (Carta de Dios del 21.10.1999).

La vidente Marisa Rossi sabía exactamente en qué consistía el último golpe de satanás desde junio de 1997. Esto quiere decir que desde entonces los hombres de la Iglesia se han reunido para organizar este diabólico plan, que ha sido puesto a punto el verano pasado.

Jesús, en la carta de Dios del 17.11.2002, nos ha revelado el nombre de los tres eclesiásticos que han dirigido enteramente el proyecto diabólico: Ruini, Ratzinger y Bertone. Éstos han involucrado, en frecuentes reuniones, a un número cada vez mayor de cardenales, obispos, sacerdotes y laicos, para tener apoyos y conseguir realizar sus designios. En lugar de dedicarse a los pobres, a los enfermos y al problema de las guerras que están destruyendo el mundo, se han reunido para condenar a Monseñor Claudio Gatti, el obispo ordenado por Dios.

También algunos laicos, que en el pasado habían sido miembros de la comunidad, se han ensañado duramente contra Don Claudio, denunciándolo a la Autoridad Eclesiástica y calumniándolo.

El Papa, desgraciadamente, ha sido engañado por los hombres de la Iglesia. Aprovechando sus precarias condiciones de salud, le han hecho firmar, sin que él lo supiera, un documento que condena a nuestro obispo. Jesús ha dicho: "Han involucrado al Santo Padre, aunque él no lo sabe, porque le hacen firmar las cartas sin que sepa el contenido. El Papa ha firmado, no la carta que os ha llegado, sino el documento que permanece en el Vaticano, en el Vicariato" (Carta de Dios del 17.11.2002).

Es triste y preocupante que hayan involucrado al Papa en este plan diabólico. Los que se llaman sus colaboradores, han sido deshonestos, porque han cargado sobre el Pontífice toda la responsabilidad de lo ocurrido.

El 26 de octubre ppdo., a Monseñor Bertone, que estaba dando "las buenas noches" a los hermanos salesianos de Via Copernico en Milán, le preguntaron: "¿Qué piensa del Movimiento Impegno e Testimonianza y de su fundador don Claudio Gatti?". Esta es la respuesta: "La decisión está sub iudice. El Santo Padre se ha avocado para sí la cuestión completa y está pensando en hacer un documento a este propósito".

Los tres eclesiásticos han sido también muy astutos al hacer firmar al Papa la carta de condena porque, como ha subrayado el Sr. Ruini en la carta a nuestro obispo, "la decisión pontifica se ha de considerar inapelable".

San José, el 14.11.1999, nos había preparado para esta triste realidad: "Está ocurriendo un hecho muy grave: los grandes hombres de la Iglesia, que vosotros conocéis bien, están tratando de hacer firmar al Papa una carta contra este lugar, porque ahora pueden engañarlo como quieran. El Papa no está bien y sigue adelante. ¿Qué haréis cuándo llegue el último golpe de satanás? ¿Permaneceréis con este pobre obispo o lo traicionaréis también vosotros después de todos los milagros que Dios ha hecho?".

Estamos seguros que el Papa, si hubiese sabido que la carta que firmaba contenía la condena de nuestro obispo, no la habría firmado nunca por los siguientes motivos:

1. El Papa conoce al obispo y a la vidente porque, al encontrarse con ellos, se giró y les dijo: "Vosotros sois los de Nuestra Señora".

2. Marisa, varias veces ha ido en bilocación a ver al Papa para hablarle de algunos problemas importantes de la Iglesia.

3. El Papa recita las oraciones dictadas por la Madre de la Eucaristía.

4. El Santo padre ha adorado la Eucaristía traída por Nuestra Señora a Marisa y traída por Don Claudio al Vaticano el 07.12.1999.

5. Juan Pablo II, en la audiencia general del 13.06.2002 terminó su catequesis diciendo: "María, Madre de la Eucaristía os proteja a todos"; esta invocación, más tarde, fue censurada por sus colaboradores.

6. El secretario del Papa, a través de un común amigo polaco, pidió a Marisa que orase por la salud del Papa y le hizo llegar, como signo de reconocimiento, un cuadro que reproduce el rostro de Jesús.

Jesús, en la carta de Dios del 17.11.2002, ha afirmado: "Querría que antes de morir, el Papa, comprendiese el error y llamase a este sencillo obispo que ama tanto a las almas y que ha dado todo de sí mismo, incluso la salud física".

Nosotros sabíamos que antes o después llegaría el último golpe de satanás. Más bien esperábamos que llegase cuanto antes, porque sabíamos que, sólo después del último golpe de satanás, empezarían las intervenciones de Dios para hacer renacer la Iglesia y hacer triunfar la verdad. Era tan intensa nuestra espera que una vez cometimos un gran error.

De hecho, cuando el 25.03.2001 supimos, con notable retraso, sobre el comunicado oficial de la C.E.I., fechado el 12.01.2001, con el cual su Presidente Ruini, por mandato de la Congregación de la Doctrina de la Fe "daba cuenta de las medidas preventivas adoptadas contra el Reverendo Claudio Gatti y de su Movimiento, en todo el territorio nacional", pensamos que éste era el último golpe de satanás.

La Madre de la Eucaristía, apareciendo el día de su fiesta, dijo: "El comunicado oficial está lleno de falsedad, han engañado a todos, a fin de que cerréis, de que os canséis y llevaros a la muerte. Pero yo ya os he dicho que no conseguirán llevaros a la muerte, porque Nosotros estamos con vosotros. Habéis pensado que este era el último golpe de satanás. ¡Oh, seríais infelices si fuese el último golpe de satanás, porque querría decir que ya no hay tiempo para otras conversiones".

A la pregunta del obispo: "¿El Papa está con ellos?", Nuestra Señora respondió: "El Papa no está con ellos. El Papa ha sido engañado, como han tratado de engañarte a ti. Tu sabes como lo mantienen en pie y que antes era un fuerte Santo Padre y ahora es un débil Santo Padre. Ahora está en manos de estos hombres de la Iglesia que lo engañan como quieren. Se sienten fuertes y poderosos, hacen creer que también el Papa ha aprobado aquel comunicado, pero no es verdad, es todo una maniobra perversa del Sr. Ruini".

Al final, la Madre de la Eucaristía nos puso en guardia y nos preparó para lo peor: "Además de lo que han añadido, en el fondo, el comunicado hace comprender que están dispuestos a martirizaros".

El último golpe de satanás ha madurado en un clima del cual, Nuestra Señora nos ha hablado hace poco menos de un año, el 13.12.2001: "La guerra continúa, el hombre se destruye y los poderosos se enriquecen. La guerra continúa también entre cardenales y obispos, como os he dicho en otros mensajes y como he predicho en Fátima. La guerra entre ellos ha empezado desde hace tiempo; tratan de esconderlo, pero no pueden. Además tratan de poner en cruz al que manda en todo el mundo sin conseguirlo, por ahora. En la mente de Dios está presente lo que ocurrirá y no será bonito. Cuando he hablado sobre ello, hace algunos años, no todos habéis comprendido que llegarían a combatirse cardenales contra cardenales y obispos contra obispos, pero ahora están combatiendo además contra el Papa. Don Claudio es el obispo más cercano al Santo Padre. Ahora tienen en su punto de mira también al Papa.

Los masones, ricos y poderosos, se han apropiado de las radios católicas, han acorralado a toda Medjugorje y están dispuestos a luchar, pero ¿para defender a quién?. ¿A los débiles y a los pobres?. No. Para defenderse a sí mismos y para enriquecerse. Después de haber calumniado a los inocentes y a los honestos, recitan el santo Rosario, celebran la Santa Misa y hacen catequesis.

El que no forma parte de la masonería, tiene dos posibilidades: callar o morir".

De hecho, el plan diabólico proyectado contra el obispo y la vidente preveía también su muerte, pero esto no lo conseguirán nunca porque Nuestra Señora no lo permitirá. (Carta de Dios del 21.11.2002).

El 18.4.2002, Nuestra Señora anunció que los enemigos de la Eucaristía, instrumentos de satanás, estaban preparando el último golpe infernal y que esto no concernía a los miembros de la comunidad: "Mis queridos hijos, ánimo y orad, porque satanás ha empezado a arremeter el último golpe y continuará, pero no contra vosotros". ¿Contra quién arremeterá el último golpe?. Contra el obispo.

El 03.05.2002, Nuestra Señora nos hizo saber que en el último golpe de satanás estaban involucradas muchas personas: "Tantas y tantas personas están pensando cómo destruir este lugar taumatúrgico". Y el 12.05.2002 nos avisó de que se estaba acercando: "Ánimo, el momento del golpe de satanás se acerca".

En el mes de julio del 2002, Nuestra Señora, en conversaciones reservadas con sus dos queridos hijos, ha hablado a menudo de este último golpe de satanás, afirmando que ciertamente se verificaría, aún cuando pudiendo, Dios no lo evitaría porque entraba en sus designios. Ha añadido que este golpe sería verdaderamente duro y tremendo e involucraría también al Papa.

En el siguiente mes de agosto, el Señor dio permiso a Marisa para hablar detalladamente del último golpe de satanás al obispo, pero le dejó a ella la decisión de hablar más o menos. La vidente hizo un acto de amor y de delicadeza y decidió mantener el silencio para no cargar sobre su hermano un ulterior sufrimiento, pues ya tenía muchos.

En octubre de este año, pocos días antes que ingresase en la clínica, Nuestra Señora, reveló a Marisa que había salido del Vaticano el último golpe de satanás. La vidente se desahogó con la Madre de la Eucaristía por todo lo que sabía y estuvo muy mal, hasta el día en que llegó la carta del Vicariato.

La mañana del 16.11.2002, Nuestra Señora se apareció a Marisa que estaba sola en la habitación con el pequeño Enmanuel y le comunicó que estaba a punto de llegar la carta. Inmediatamente después, el obispo, que estaba trabajando en su estudio, fue llamado para socorrer a Marisa porque había sufrido un colapso. Mientras el obispo socorría a Marisa, oyó un timbrazo largo y poco después fue informado de que había llegado una carta del Vicariato.

Ya que Don Claudio todavía no sabía que Marisa ya estaba al corriente de todo y no queriendo darle más sufrimiento y tensión, con una excusa, volvió a su estudio y vio en su escritorio la carta certificada. Para comprender lo que contenía, no tuvo necesidad de abrirla, sino que fue suficiente leer el membrete: "Sr. Gatti Claudio". Apenas lo leyó, se fue delante de la Eucaristía que había sangrado y le dijo a Jesús: "Señor mío y Dios mío, he comprendido lo que contiene la carta. Que se haga tu voluntad. Dame la fuerza, el equilibrio, la serenidad y el valor para proseguir la misión que me has confiado".

Mientras comían, el obispo comprendió, por iluminación interior, que Marisa ya estaba al corriente de la carta y de su contenido. Hablaron de ello con serenidad y calma y concluyeron: "Esto es el inicio del fin para los enemigos de la Eucaristía".

Por la tarde, hubo una aparición de la Madre de la Eucaristía reservada a los jóvenes. Nuestra Señora estaba muy triste; Marisa dijo que nunca la había visto tan triste. Hablaba con dificultad y tenía lágrimas en los ojos. Los ángeles y los santos que la acompañaban, estaban también ellos muy tristes.

Los jóvenes, por ahora, no pueden revelar lo que ha dicho la Madre de la Eucaristía y lo mantienen en total secreto.

Después de la aparición, Don Claudio, la afirmado que no sufría por sí mismo, sino por la Iglesia, una vez más tratada mal por sus sacerdotes. Además no habría querido llegar nunca a la situación de tener en contra suyo a toda la jerarquía de la Iglesia y ser considerado rebelde. De todos modos, afirmó que obedecería a Dios y seguiría adelante en su misión para hacer la voluntad divina hasta el fondo.

El demonio se ha servido de los hombres más poderosos de la Iglesia para infligir este último golpe mortal sin saber, sin embargo, que de este modo ha contribuido a la realización de los designios de Dios para el renacimiento de la Iglesia.

San Pablo escribió que si los demonios hubieran sospechado los designios de Dios, habrían impedido la muerte de Cristo, la cual tenía que destruir su dominio (Cfr. I Cor. 2, 7-8). Igualmente, si el demonio hubiese conocido los planes de Dios para el renacimiento de la Iglesia, no habría inferido el último golpe infernal contra el obispo, porque como ha dicho Nuestra Señora: "Esta cruz tan pesada que lleváis sobre las espaldas es para el bien de toda la humanidad" (Carta de Dios del 17.11.2002).

En 1980, el mismo Juan Pablo II, durante un viaje a Alemania, y precisamente en Fulda, afirmó que la Iglesia en el curso de su Historia ha renacido siempre de la sangre de sus hijos.

El obispo ha denunciado con fuerza y valor a los eclesiásticos que han echado fango sobre el sacerdocio, sacramento inferior sólo a la Eucaristía, porque no han utilizado dignamente el poder recibido de hacer presente a Cristo en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, mediante la Misa y de perdonar los pecados.

Además ellos han enfangado los grandes dones que Dios ha dado a la Iglesia: los milagros eucarísticos, las teofanías trinitarias, las apariciones de la Madre de la Eucaristía y las Cartas de Dios. De esto tendrán que rendir cuentas al juez divino, cuando venga el día del Señor, es decir, según el lenguaje bíblico, el día que Dios intervenga para premiar a los buenos y castigar a los malos. Estos indignos pastores serán juzgados severamente también por los hombres y por la Historia.

El obispo nos ha exhortado a no olvidar que, según el juicio de Dios, hemos obtenido una gran victoria espiritual, a la cual seguirá, después del golpe de satanás, nuestro triunfo y el pleno reconocimiento de la Iglesia. Nos ha recordado lo que la Madre de la Eucaristía nos comunicó al inicio del 2002.

El 10.01.2002, durante una aparición reservada al obispo y a la vidente, les ha dicho: "Mis queridos hijitos, habéis obtenido vuestra victoria. Tu, Excelencia, has vencido por tu fuerza y el valor de combatir a los que no viven en gracia. Tu, Marisella, has vencido por tu inmolación vivida en el silencio y en el ocultamiento".

Marisa ha visto delante de sí una gran escrito que reproducía en oro las siguientes palabra de Dios: "Mi sacerdote predilecto, mi obispo, ordenado por Mi, ha obtenido la victoria".

Nuestra Señora ha añadido: "Muchas personas conocen esta victoria, te estiman y admiran tu coraje".

Poco después en la aparición para los miembros de la comunidad ha dicho: "Vuestras oraciones han llevado a la victoria a mi hijo predilecto, a mi obispo, a vuestro obispo".

Nuestra Señora ha hablado otras veces de la gran victoria: "La victoria es grandiosa y abarca a toda la Iglesia. Vosotros sabéis que la roca de esta victoria es vuestro obispo y, quiero añadir, también que vuestra hermana, que ha pedido sufrir en el silencio y en el ocultamiento. Felicidades al gran obispo, felicidades a ti, hija mía, felicidades a todos vosotros aquí presentes; la Virgen os da las gracias" (Carta de Dios del 13.01.2002).

"El obispo tiene miedo de decir que él es la roca de la Iglesia. Es la roca porque ha combatido muchos años, porque ha estado siempre solo para luchar, para defender la verdad y sobre todo a la Eucaristía. La victoria ha sido obtenida justamente por su valentía y su fuerza" (Carta de Dios del 17.01.2002).

"La victoria espiritual ha llegado, la terrena es más difícil, pero a vosotros os interesa sobre todo la espiritual. El obispo ha obtenido la victoria, porque ha luchado solo, ha defendido a la Eucaristía, ha sido calumniado y difamado por haber defendido la Eucaristía. Ha obtenido una gran victoria; amadlo y orad por él" (Carta de Dios del 14.02.2002).

"Ha llegado la victoria espiritual; llegará también la terrena. Los tiempos de Dios no se conocen, pero Dios no defrauda y realiza lo que prometido" (Carta de Dios del 24.02.2002).

"La victoria espiritual ha llegado, llegará también la humana. Tenéis que permanecer tranquilos y serenos. Dad tiempo al tiempo y no os hagáis todos los días preguntas. Dios no defrauda nunca, porqué no es un hombre cualquiera" (Carta de Dios el 02.03.2002).

Un mañana, si Juan Pablo II llega a saber que ha firmado la reducción al estado laical del obispo ordenado por Dios, en cuyas manos, después que ha recitado la fórmula de consagración, ha ocurrido el milagro eucarístico más importante de la historia de la Iglesia, mostrará gratitud a Monseñor Claudio Gatti, porque ha tenido la fuerza y el valor de hacer saber a toda la Iglesia que la firma pontificia ha sido estampada con engaño, aprovechando sus precarias condiciones de salud.

Monseñor Claudio Gatti no solo será rehabilitado, sino que será reconocido como obispo ordenado por Dios, por la Suprema Autoridad y ocupará en la Iglesia el puesto que Dios le ha indicado.

Puesto que la Eucaristía ya ha triunfado en toda la Iglesia, ahora ofrezcamos al Señor todas nuestras oraciones y sufrimientos para que pronto triunfe también la verdad.


Aquí se citan las cartas de Dios cuyos párrafos se han trascrito entre comillas

[1] Carta de Dios del 8 septiembre 2001

[2] Carta de Dios de 12 septiembre 2001

[3] Carta de Dios de 14 septiembre 2001

[4] Carta de Dios de 23 septiembre 2001

[5] Carta de Dios de 30 septiembre 2001

[6] Carta de Dios de 14 septiembre 2001

[7] Carta de Dios de 23 septiembre 2001

[8] Carta de Dios de 23 septiembre 2001

[9] Carta de Dios de 23 septiembre 2001

[10] Carta de Dios de 6 octubre 2001

[11] Carta de Dios de 14 octubre 2001

[12] Carta de Dios de 21 octubre 2001

[13] Carta de Dios de 21 octubre 2001

[14] Carta de Dios de 21 octubre 2001

[15] Carta de Dios de 21 octubre 2001

[16] Carta de Dios de 24 octubre 2001

[17] Carta de Dios de 21 octubre 2001

[18] Carta de Dios de 24 octubre 2001

[19] Carta de Dios de 28 octubre 2001

[20] Carta de Dios de 28 octubre 2001

[21] Carta de Dios de 28 octubre 2001

[22] Carta de Dios del'11 noviembre 2001

[23] Carta de Dios de 15 noviembre 2001

[24] Carta de Dios de 18 noviembre 2001

[25] Carta de Dios de 18 noviembre 2001

[26] Carta de Dios de 18 noviembre 2001

[27] Carta de Dios de 22 noviembre 2001

[28] Carta de Dios de 26 noviembre 2001

[29] Carta de Dios de 1° diciembre 2001

[30] Carta de Dios de 2 diciembre 2001

[31] Carta de Dios de 2 diciembre 2001

[32] Carta de Dios de 2 diciembre 2001

[33] Carta de Dios de 6 diciembre 2001

[34] Carta de Dios de 19 diciembre 2001

[35] Carta de Dios de 23 diciembre 2001

[36] Carta de Dios de 23 diciembre 2001

[37] Carta de Dios de 30 diciembre 2001

[38] Carta de Dios de 13 enero 2002

[39] Carta de Dios de 17 enero 2002

[40] Carta de Dios de 17 enero 2002

[41] Carta de Dios de 13 enero 2002

[42] Carta de Dios de 17 enero 2002

[43] Carta de Dios de 24 enero 2002

[44] Carta de Dios de 2 febrero 2002

[45] Carta de Dios de 7 febrero 2002

[46] Carta de Dios de 14 febrero 2002

[47] Carta de Dios de 28 febrero 2002

[48] Carta de Dios de 14 febrero 2002

[49] Carta de Dios de 21 febrero 2002

[50] Carta de Dios de 24 febrero 2002

[51] Carta de Dios de 24 febrero 2002

[52] Carta de Dios de 3 marzo 2002

[53] Carta de Dios de 19 marzo 2002

[54] Carta de Dios de 10 marzo 2002

[55] Carta de Dios de 19 marzo 2002

[56] Carta de Dios de 7 marzo 2002

[57] Carta de Dios de 21 marzo 2002

[58] Carta de Dios de 24 marzo 2002

[59] Carta de Dios de 28 marzo 2002

[60] Carta de Dios de 9 marzo 2002

[61] Carta de Dios de 30 marzo 2002

[62] Carta de Dios de 7 abril 2002

[63] Carta de Dios del'11 abril 2002

[64] Carta de Dios del'11 abril 2002

[65] Carta de Dios de 14 abril 2002

[66] Carta de Dios de 1° mayo 2002

[67] Carta de Dios de 2 mayo 2002

[68] Carta de Dios de 2 mayo 2002

[69] Carta de Dios de 2 mayo 2002

[70] Carta de Dios de 3 mayo 2002

[71] Carta de Dios de 3 mayo 2002

[72] Carta de Dios de 4 mayo 2002

[73] Carta de Dios de 6 mayo 2002

[74] Carta de Dios de 6 mayo 2002

[75] Carta de Dios de 13 mayo 2002

[76] Carta de Dios de 18 mayo 2002

[77] Carta de Dios de 22 mayo 2002

[78] Carta de Dios de 26 mayo 2002

[79] Carta de Dios de 25 mayo 2002

[80] Carta de Dios de 25 mayo 2002

[81] Carta de Dios de 28 mayo 2002

[82] Carta de Dios de 29 mayo 2002

[83] Carta de Dios de 29 mayo 2002

[84] Carta de Dios de 4 junio 2002

[85] Carta de Dios de 4 junio 2002

[86] Carta de Dios de 7 junio 2002

[87] Carta de Dios de 10 junio 2002

[88] Carta de Dios de 12 junio 2002

[89] Carta de Dios de 14 junio 2002

[90] Carta de Dios de 15 junio 2002

[91] Carta de Dios de 16 junio 2002

[92] Carta de Dios de 20 junio 2002

[93] Carta de Dios de 20 junio 2002

[94] Carta de Dios de 21 junio 2002

[95] Carta de Dios de 22 junio 2002

[96] Carta de Dios de 23 junio 2002

[97] Carta de Dios de 27 junio 2002

[98] Carta de Dios de 24 junio 2002

[99] Carta de Dios de 25 junio 2002

[100] Carta de Dios de 26 junio 2002

[101] Carta de Dios de 21 junio 2002

[102] Carta de Dios de 22 junio 2002

[103] Carta de Dios de 24 junio 2002

[104] Carta de Dios de 25 junio 2002

[105] Carta de Dios de 27 junio 2002

[106] Carta de Dios de 28 junio 2002

[107] Carta de Dios de 23 junio 2002

[108] Carta de Dios de 6 julio 2002

[109] Carta de Dios de 1° agosto 2002

[110] Carta de Dios de 25 agosto 2002

[111] Carta de Dios de 1° septiembre 2002

[112] Carta de Dios de 1° enero 1999

[113] Carta de Dios de 21 enero 1999

[114] Carta de Dios de 21 octubre 1999

[115] Carta de Dios de 17 noviembre 2002

[116] Carta de Dios de 21 noviembre 2002

[117] Carta de Dios de 17 noviembre 2002

[118] Carta de Dios de 13 enero 2002

[119] Carta de Dios de 17 enero 2002

[120] Carta de Dios de 14 febrero 2002

[121] Carta de Dios de 24 febrero 2002

[122] Carta de Dios de 2 marzo 2002