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Oración por la Iglesia

Esta oración ha sido recitada por el Obispo Claudio Gatti el 5 de agosto del 2007 mientras, junto a la Vidente y a algunos jóvenes, se estaba preparando para la aparición de la Madre de la Eucaristía.

Ha dejado hablar a su corazón, traspasado por el sufrimiento, y a su alma, lacerada por el dolor al ver la Iglesia de Cristo malversada y devastada por los que, sin embargo, la deberían defender y custodiar.

Nuestra Señora ha querido que esta oración, formulada oralmente por el Obispo, fuese puesta por escrito, difundida y recitada por los miembros de nuestra comunidad y por los Cristianos que aman la Iglesia y oran y sufren por su renacimiento y por su triunfo.

Dios Papá, Dios Hermano, Dios Amigo, Dios Uno y Trino, te encomendamos a Tu Iglesia, azotada por las tempestades peligrosas. Sabemos que nunca perecerá, porque tal como prometiste, Tú la sostienes, con tu gracia, con Tu poder y con Tu amor. Por desgracia, nuestros ojos contemplan una triste realidad: la nave que has confiado a los apóstoles y a sus sucesores tiene grietas en el casco y las velas están rasgadas por vientos contrarios. Tu nave está a merced de las olas y no puede salir a mar abierto como Tú has ordenado. El viento del Espíritu Santo pasa en vano a través de las velas destrozadas que no lo frenan, porque los pilotos de la nave, en lugar de repararla, duermen y piensan sólo en sus propios intereses. Manos sucias hacen girar en el vacío el timón, por lo que la nave en lugar de esquivar las rocas sumergidas, se estrellan contra ellas, causando grietas cada vez más grandes. De la nave, caen continuamente al mar muchos pasajeros, porque los han dejado solos y sin guía.

Dios Papá, Dios Hermano, Dios Amigo, Dios Uno y Trino, apresura Tus poderosas intervenciones en favor de Tu Iglesia, hazla renacer humilde, pobre y fiel. Arrincona y derrota a los que la han devastado, saqueado y herido. Líbrala de los mercenarios y confíala a pastores que son expresión de Tu Corazón.

Madre de la Eucaristía, hoy más que nunca, el Cuerpo Místico de tu Hijo tiene necesidad de sentir el calor de tu amor, el calor de tus abrazos y la protección de tu manto materno. Mira cuantas heridas sangrantes tiene el Cuerpo Místico de Cristo. Los buenos continúan siendo perseguidos y condenados por los mercenarios y los malos continúan lanzando flechas, dardos y tiros de arma de fuego contra tu Hijo, en la estúpida ilusión de creer que pueden matarlo, pero no saben que cada gota de sangre que derraman tus hijos purifica y refuerza la Iglesia.

San José, amado esposo de María, a ti que has recibido de Dios la importante misión de custodiar y proteger al pequeño Jesús, confiamos la Iglesia, nacida del costado traspasado del Crucificado, verdadero Dios y verdadero hombre, que tu has amado como hijo.

Oh Dios Papá, Dios Hermano, Dios Amigo, Dios Uno y Trino, nosotros esperamos con confianza que Tú puedas anclar la nave a las dos columnas, en una de las cuales está colocada la Madre de la Eucaristía y en la otra impera la Eucaristía, porque sólo entonces asistiremos al triunfo de Tu Iglesia y tendremos un solo rebaño y un solo pastor.

Con los ángeles y con los santos cantamos: "Alabanza y gloria a Ti, Dios nuestro, por todos los siglos de los siglos. Amén"

Villetta Barrea (AQ), 6 agosto 2007

Fiesta de la Transfiguración del Señor

+ Claudio Gatti

Obispo ordenado por Dios