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Carta de Dios para los sacerdotes

Roma, 30 de enero de 1994 - hora 10:30 a.m.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos sacerdotes, todos sois mis hijos predilectos, pero no todos responden a la llamada de Dios Omnipotente, no todos corresponden al don del orden sacerdotal.

Muchos de mis hijos predilectos corren detrás de las riquezas, del consumismo, de los placeres desordenados de la carne, al anhelo de destacar y por correr tras lo humano se alejan cada vez más de lo divino.

Vosotros sabéis, mejor que ningún cristiano, que Satanás se infiltra a través de las fisuras que se dejan sin custodia, vosotros sois responsables de vosotros mismos y de las almas que Dios os confía.

Mis queridos hijos predilectos, me dirijo a vosotros con todo mi amor materno y permitidme recordaros que:

1) Los celos os llevan a la envidia;

2) La envidia os hace ver que los otros se comportan mal;

3) La malignidad os hace perder el verdadero contacto con lo divino y os acerca cada vez más a lo humano.

4) La difamación

5) y la calumnia son pecados muy graves, ofenden a la caridad y a la verdad

6) El voto de castidad, vivido con amor, os vuelve libres, limpios y puros. Amad a vuestro espíritu y a vuestro cuerpo,

7) La Santa Confesión es el sacramento que obra la verdadera reconciliación con Dios y con el hombre;

8) La Santa Misa ha de ser celebrada con el alma en gracia;

9) La Eucaristía es el gran don del amor y de la caridad;

10) Debéis vivir en gracia para llegar a la santidad.

Mis queridos hijos predilectos, no podéis tener el pié en dos estribos: o estáis con Dios o estáis con Satanás.

Si estáis con Dios reflexionad sobre las diez advertencias que os he dirigido con el corazón lleno de amor para cada uno de vosotros. Si estáis con Satanás dejad de celebrar la Santa Misa para no llegar al sacrilegio, pero convertíos verdaderamente con el corazón.

Si supierais como sangra el Corazón de mi Hijo Jesús y mi Corazón de Madre a causa de vuestros pecados, mis queridos hijos predilectos... Aunque lo humano os dé satisfacciones, os aleja de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo y de mi. Yo soy vuestra Madre, no puedo dejaros, quiero ayudaros y os hago ayudar por almas generosas que aman el Sacerdocio. Dios Padre ha pedido a vuestra hermana la inmolación total por vosotros y ella es delante de Dios, víctima de amor y heroína de amor. Mis queridos hijos predilectos, se puede estar también lleno de maldad y ser dispensadores de odio; si estáis en esta situación ha llegado el momento de gritar: basta.

La purificación ha comenzado hace tiempo, sobretodo a causa de los sacerdotes. Vosotros, mis sacerdotes predilectos, sois el Cristo en la tierra, pero, ¿qué habéis hecho de Cristo?

Os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.