Eucharist Miracle Eucharist Miracles

Año Social 1993 - 1994

La Eucaristía triunfará

Los mensajes de Dios son traducidos por un miembro de la comunidad, quien no es un traductor profesional. S.E. Mons. Claudio Gatti reconoció el origen sobrenatural de las apariciones (Decreto del 14/9/2000), pero el dió la aprobacion eclesiastica solamente a los mensajes en italiano, para que el no es responsable de errores hechos sin querer de el traductor

Roma, 24 de octubre de 1993 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia y una bienvenida a vosotros que con amor y sacrificio habéis venido hasta aquí, a este "oasis de paz" donde yo vengo para traer gracias particulares.

Orad mucho y amaos mucho. No os he llamado para que veáis algo espectacular. Tenéis que venir aquí para orar, para amar: amar a mi Hijo Jesús. MI corazón, como siempre, está abierto a todos mis hijos predilectos, a mis queridos sacerdotes, a los enfermos y a los que sufren, a los cuales amo con particular amor. Poned de lado vuestro yo, vuestro deseo de saber, vuestra curiosidad; inclinad la cabeza y orad.

Cada uno de vosotros tiene una misión que cumplir, cada uno de vosotros tiene que hacer bien la propia misión, vivir bien la propia vocación por amor a Dios y a las almas.

Yo he venido en medio de vosotros porque Dios lo ha querido así y he traído los mensajes porque Dios lo ha querido así. Yo obedezco a Dios y también vosotros debéis obedecer a Dios, pero sois libres, libres como los pájaros del cielo, como las flores del campo.

Yo os amo uno a uno y doy las gracias que cada uno necesita, si son conformes a la Voluntad de Dios.

Convertíos. Podéis convertiros a cualquier edad y en cualquier momento, no hay edad, no hay día para convertirse.

Os invito a orar por los sacerdotes, a orar por los videntes, tienen muchas necesidad. Orad por vuestro sacerdote.

Una vez más, gracias por vuestra presencia y junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 31 de octubre de 1993 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, bienvenidos y gracias por vuestra presencia. Ahora yo me pongo a un lado y me arrodillo delante de mi Hijo Jesús.

Jesús - Hijitos míos, mi madre y la vuestra os ha traído mensajes, os ha enseñado la catequesis de Dios: leedlos, ponedlos en práctica, vividlos.

También Yo, como mi Madre, os repito: no venimos para hacer cosas espectaculares, sino que venimos para invitaros a orar por las conversiones de los pecadores, por la paz en vuestros corazones, por la paz en vuestras familias, por la paz en el mundo.

Yo soy Jesús, Dulce Maestro, el sacerdote es el Dulce Cristo en la tierra, debéis aceptarlo y amarlo, su sinceridad y lealtad os hacen caminar por el camino trazado por Dios Padre, Dios Espíritu Santo y por Mi, Dios Hijo. No miréis el carácter, la fuerza, mirad si eso que dice es conforme a los mensajes, ya que son mensajes de Dios; sentid si cuando habla lo que dice está ligado al Evangelio. Yo deseo antes que nada que os confeséis y después vengáis a Mí, Eucaristía; y Yo os daré fuerza y ánimo. Hijitos míos, no quiero fanatismo, quiero amor. Amor = sacrificio. Esto está escrito en la catequesis de Dios. ¿Cómo no amaros? ¿Vosotros amáis a Dios Padre, Dios Espíritu Santo y a Mí, Dios Hijo?. ¿Amáis a mi y vuestra madre?. Junto conmigo y con mi Madre, orad.

Nuestra Señora - Hijitos míos, vivid en gracia y sed limpios interiormente. Haced que vuestro corazón esté verdaderamente en gracia.

Jesús - Mis queridos hijos, estoy contento de vuestra presencia, como está contenta mi y vuestra madre. Poned en práctica todo lo que el sacerdote os ha dicho. Su catequesis ha sido preparada, pero es también una catequesis que Dios ha puesto en su corazón. Ahora, junto al sacerdote, os bendigo y vuestra Madre os cubre con su manto materno.

Nuestra Señora - Mi manto se alarga para cubriros a todos. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 1 de noviembre de 1993 - hora 10:30 a.m.

Fiesta de Todos los Santos

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Hoy daré un mensaje particular a los pequeños apóstoles. He venido con los ángeles y santos. Hay fiesta grande en el paraíso. Me gustaría que en vuestra pequeñez hicierais una gran fiesta, a pesar de los sufrimientos y de las preocupaciones que cada uno de vosotros tiene. Satanás trata por todos los medios posibles de destruiros, de haceros estar mal, de haceros caer, pero Satanás no os puede vencer, a vosotros que tenéis a Dios, que estáis en gracia. Os invito a orar, no me cansaré nunca de repetiros que oréis: orad a mi Hijo Jesús.

(Nuestra Señora dicta a Marisa los mensajes personales)

Hijitos míos, no estáis obligados a estar de rodillas. El que no pueda que se levante tranquilamente; lo importante es que vuestro corazón esté en gracia.

Tenéis que ser generosos y dejar el sitio a los otros. Marisella, has tenido un fuerte colapso esta noche, tu corazón estaba a punto de ceder y mi Hijo Jesús ha intervenido.

Mis queridos hijos, yo estoy siempre con vosotros, quiero ayudaros. Vosotros llamad, pedid, preguntad, no os canséis de preguntar. Mirad en torno a vosotros y ved cuanta miseria, mirad como se matan los hombres, como no se aman; tenéis verdaderamente tanto, tanto por lo que orar. Durante la Santa Misa yo estoy al lado del sacerdote, me uno a vosotros y oro también yo a mi Hijo Jesús por el mundo entero. Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 6 de noviembre de 1993 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, es una gran alegría para mí estar aquí con vosotros. Como toda Madre tengo siempre algo que decir, pero ahora os invito a meditar una palabra, que después comentaréis juntos: amor, amor hacia Dios, hacia el prójimo, hacia vosotros mismos.

Es imposible no amaros, incluso si alguno titubea, incluso si alguno todavía no está limpio, pulido.

Dios os quiere claros, limpios, blancos. Vuestro yo está siempre en primer lugar: eliminad el yo y poned a Dios, Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo en el primer lugar. ¿Es tan difícil amar?. Amaos hijitos míos, amaos como Dios os ama, como yo, vuestra Madre, os amo. Cada cosa que hagáis por vuestra Iglesia, por el sacerdote, hacedla con amor, con mucho amor, porque vosotros dais uno, pero él se da a sí mismo del todo.

Mis queridos hijos, un día os dije que estaba dispuesta a bendecir el agua, a bendecir vuestros objetos, a bendecir a vuestros familiares. Me parece que os habéis olvidado... y yo espero con paciencia. Estáis habituados demasiado bien.

En este momento bendigo vuestros objetos personales, bendigo a todos los que sufren, sobretodo a los que sufren por culpa de los grandes, de los poderosos.

Mis queridos hijitos, os doy gracias por vuestra presencia y junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 7 de noviembre de 1993 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Mi corazón se regocija junto al de mi Hijo Jesús al veros aquí reunidos. Os invito a orar por los sacerdotes, por las almas religiosas, por los videntes. Amaos: sólo con el amor mutuo podéis subir hacia Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo.

Mis queridos hijos, os invito a orar el uno por el otro. Orad por las personas que tienen necesidad, orad por los enfermos, por los niños. Yo estoy con vosotros, soy vuestra Madre; Estoy en grado sumo con mis queridos hijos predilectos: los sacerdotes.

Amad y haced conocer a mi Hijo Jesús. Gracias por vuestra presencia. Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 14 de noviembre de 1993 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Doy las gracias a las personas que con sacrificio han llegado hasta aquí a este pequeño oasis de paz. Os he seguido con amor para haceros llegar hasta aquí. Soy vuestra Madre, ¿cómo podría abandonaros?. En nombre de Dios, daré una tarea particular a algunas personas que quieren colaborar en esta misión, incluso si viven lejos de aquí, yo estaré siempre con ellas y las ayudaré.

Mis queridos hijos, en el mensaje que Dios me ha confiado, he dicho que no estáis obligados a creer en la aparición porque no es un dogma de fe, pero os ruego vivamente que respetéis a las personas y el lugar, que no habléis mal. Si hay alguna cosa que no comprendéis, decidselo al sacerdote. Si uno habla mal, ofende a mi Hijo Jesús y al sacerdote. No es pecado no creer en las apariciones. Yo doy gracias particulares, gracias de las que cada uno de vosotros tiene necesidad y que están conformes a la voluntad de Dios.

Os invito, mis queridos hijos, a orar muchísimo por los sacerdotes, por las religiosas. Orad por los videntes, tienen mucha necesidad. Orad por los que sufren, por los enfermos, por los niños, por los niños que continúan muriendo por la crueldad del hombre; por esto os digo que los hombres no se aman, no se respetan.

Vosotros, si queréis vivir como buenos cristianos, seguid a mi Hijo Jesús, amadlo, hacedlo amar y hacedlo conocer. A aquellas personas que afirman: "yo lo sé todo, yo lo conozco todo", digo: a mi Hijo Jesús no lo podéis conocer". Es necesario escuchar a quien habla en nombre de Jesús y poner en práctica cuanto dice.

Mis queridos hijos, estoy muy contenta por vuestra presencia y me gustaría que salierais de aquí con más alegría en el corazón, porque mi Hijo Jesús, dentro de poco entrará dentro de vosotros.

Haced que vuestra cuna, vuestro templo sea hermoso, pulido, puro. Si alguno tiene necesidad, que se confiese para estar en gracia y después reciba con amor, con alegría a mi Hijo Jesús. Ahora oremos todos juntos.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 21 de noviembre de 1993 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Jesús

Yo soy vuestro Jesús, mis queridos hijos, y se que cada uno de vosotros tiene necesidad de gracias, pero antes que nada, creedme, sería tan hermoso pedir la gracia de vuestra conversión. Cuando ocurre algo malo, vosotros decís: "¿Por qué Dios lo permite? ¿Por qué Dios no interviene?". Yo digo: "Por qué los hombres no se convierten?".

Hoy deseamos festejar a la pequeña Niña, María Niña, la pequeña gran María, cuando por sus padres fue presentada en el templo. Tenéis que venir aquí con el corazón limpio, sincero, leal; tenéis que poneros en disposición de escuchar. Haced silencio en vuestro corazón, echad los malos pensamientos, la envidia, los celos, las murmuraciones, echadlos. Haced entrar a Dios Padre, a Dios Espíritu Santo y a Mí, Dios Hijo; haced entrar a la Santísima Trinidad que vuestro corazón esté lleno de amor, que sea el templo del Espíritu Santo. Mi Madre -y vuestra- encomienda siempre a los enfermos de espíritu, a los enfermos de cuerpo, a los niños, a los ancianos. Ayudad a las personas que verdaderamente quieren cambiar de vida. Cambiar de vida no significa que no se pueda divertir, no, cambiar de vida dentro de vosotros significa: vivir en gracia, incluso en la diversión, también entre los amigos. Mis queridos hijos, si hay alguno que no hable bien, que no hable según el Evangelio, corregidlo. Si no quiere corregirse, dejadlo estar y orad por él. Hoy, fiesta de Cristo Rey, tengo esta corona, porque yo soy el Rey del Cielo y de la Tierra. Yo soy Rey y os amo, soy vuestro Rey y os amo a todos, uno a uno. Como ha dicho vuestro sacerdote: en los momentos borrascosos, en los momentos oscuros, en los momentos de desánimo, gritad: Padre nuestro…

Junto al sacerdote os bendigo. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Espíritu Santo, y de Mí, Dios Hijo.

Roma, 28 de noviembre de 1993 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Yo, como Madre, se también si alguno viene por curiosidad, porque en la naturaleza humana hay curiosidad por todo. Yo quiero que améis a mi Hijo y esta exhortación está dirigida principalmente a mis queridos sacerdotes, a mis queridas religiosas. No os debéis pasmar si en nombre de Dios os digo, (en silencio se dictan mensajes personales). Es fácil caer en los celos, en la envidia, en la soberbia, pero todo esto puede ser superado por el amor y podéis corregir así vuestros pequeños defectos sin que se conviertan en más grandes. Os lo ruego, no la toméis con el sacerdote, el sacerdote ejerce su misión. Cuando yo hablo, hablo porque Dios quiere que os diga las cosas que os hacen crecer en la santidad. Insisto para que os améis mutuamente: amad a vuestros familiares, dad testimonio dondequiera que os encontréis.

Hijitos míos, antes decía los nombres en voz alta y hacía escribir el mensaje en silencio; desgraciadamente hoy, al decir el nombre, surgen pequeñas incomprensiones, envidias lamentaciones. Yo llamo a las personas porque Dios quiere, en su inmenso amor, ayudar, hacer caminar a cada uno de vosotros, pero cuando sea conocida por muchos con el hombre de "Madre de la Eucaristía" no podré llamaros uno a uno porque sería necesario mucho tiempo para escribir los mensajes y vosotros podríais tener dolores y yo no quiero haceros sufrir. Vuestra hermosa Italia no va bien, de esto tienen responsabilidad los grandes: los grandes hombres de la Iglesia y los grandes políticos que siempre quieren triunfar, quieren estar siempre en los primeros lugares. No, buscad el último sitio para ser los primeros delante de Dios.

(Marisa escribe los mensajes de las personas que la Virgen nombra)

Ahora el que no pueda estar de rodillas, puede levantarse, después cuando oremos juntos ya os arrodillaréis, si queréis, sin que tengáis dolores. (Marisa coge el libro de los mensajes para presentarlos a la Virgen)

Aquí tenéis mis queridos hijos, leed estos mensajes, en ellos está toda una profunda catequesis de Dios, ponedlos en práctica, vividlos. Si no comprendéis algo, no os preguntéis el uno al otro, preguntad al sacerdote y el sacerdote os dará todas las explicaciones. Pedid sólo ayuda espiritual, el sacerdote no puede daros otra cosa. Ayudadlo, el que haya comprendido bien su misión que lo ayude. Mis queridos hijos, os bendigo a todos y a vuestros objetos. Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 4 de diciembre de 1993 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, os invito a orar conmigo, vuestra madre, como ha dicho el sacerdote, por las vocaciones. Orad también por los videntes, tienen mucha necesidad de oración.

Mi corazón se alegra cuando estoy en medio de vosotros, aunque hagáis todavía pequeñas faltas, se que hacéis todo lo posible para corregiros y esto da alegría al corazón de mi Hijo Jesús.

Gracias por lo que hacéis por embellecer vuestra capilla, pequeño oasis de paz, a pesar del sacrificio que comporta este trabajo y la distancia de vuestras casas.

Una vez más os repito, hijos míos, no vayáis de una parte a otra. Id donde mi Hijo Jesús y seguid un solo camino, escogido por vosotros y después manteneos. No se puede ir de una persona a otra, porque hay quien dice una cosa y quien dice otra.

Yo pronuncio siempre la palabra amor: amor a mi Hijo Jesús, amor entre vosotros, amor en familia.

Hijitos míos, vengo en medio de vosotros para orar con vosotros y daros aquellas gracias que necesitáis. Hoy me permito pediros que oréis por vuestra hermana Marisa, porque según el querer de Dios Omnipotente su sufrimiento aumenta.

Como mi Hijo Jesús ha dicho, cuando os sintáis decaídos, cuando tengáis mucha amargura, alzad los ojos al cielo y gritad: Padre nuestro…

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 5 de diciembre de 1993 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia, incluso si alguno de vosotros ha venido empujado por la curiosidad. Se puede venir por curiosidad la primera vez, se puede, incluso, no creer en las apariciones pero, como ya he dicho otras veces, se debe respetar el lugar, se deben respetar a las personas.

Yo pido amor, si no amáis al prójimo que veis, no podéis amar a Dios que no veis. Yo os invito a amar a mi Hijo Jesús.

Estas palabras que repito a menudo las encontraréis en la catequesis de Dios, es Dios el que da los mensajes, los reclamos para cada uno de vosotros.

Yo soy vuestra Madre, yo estoy siempre con vosotros, no os dejaré nunca, si amáis verdaderamente a mi Hijo Jesús. ¿Por qué alguno todavía se vuelve atrás cuando hay un compromiso espiritual o el encuentro bíblico? ¿Por qué todavía se dan tantas excusas para no venir?. Tenéis que conocer a mi Hijo Jesús, tenéis que amarlo. Preparaos bien para la fiesta de la Inmaculada, mi fiesta. Praparaos bien para el nacimiento de mi Hijo Jesús. No os pido mucho, haced pequeños florilegios, pequeños sacrificios, obedeced al sacerdote, amad al prójimo. Cuando tengáis problemas, cuando algo no marcha, id al sacerdote, si habláis entre vosotros no saldréis nunca adelante. Como ha dicho mi Hijo Jesús, cuando estéis decaídos, cuando parece que todo se derrumba, alzad los ojos al cielo y recitad el Padre nuestro.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 7 de diciembre de 1993 - hora 11:00 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora a los jóvenes

Nuestra Señora - Hijitos míos, os doy gracias por vuestra presencia. Para mí es una gran alegría veros aquí reunidos, a pesar de que haga frío. Os veo destemplados, un poco preocupados y os preguntáis: "¿Me resfriaré, tendré dolor de garganta?".

Quiero haceros una confidencia materna: esta tarde hace más frío que cuando nació mi Hijo Jesús, porque entonces el tiempo era benévolo. Yo me alegro de estar aquí con vosotros, incluso si algunos de vosotros habéis venido empujados por la curiosidad, ésta no ofende a mi Hijo Jesús.

Incluso el que no cree en las apariciones no ofende a mi Hijo Jesús, hablar mal del prójimo si que ofende a mi Hijo Jesús.

Mis queridos hijitos, debéis ser sinceros, leales y respetuosos con las personas que os han acogido en este lugar, en este oasis de paz. Haced nacer en vosotros una gran fe y un gran amor en Dios. Amad a vuestros parientes, amad a las personas que están a vuestro lado, y si podéis, haced el bien a vuestros amigos. Yo comprenderé que amáis cuando améis a vuestro hermanos que veis, no podéis amar a mi Hijo Jesús y a mí que no veis.

Hijitos míos, gracias por vuestra presencia, estoy conmovida y como hace toda madre que está contenta de tener al propio hijo a su lado, yo también continúo dandoos las gracias.

Os lo ruego, si hay algo que no llegáis a comprender, pedid explicaciones al sacerdote.

Yo soy vuestra Madre, os amo uno a uno, continuad haciendo vuestra vida de muchachos, de jóvenes en el bien, jugad saltad, practicad el deporte, todo esto es hermoso. El verdadero cristiano no es aquel que va a la iglesia y no habla con nadie, no es el que se aísla de los otros. El verdadero es el que ama, está siempre alegre y jovial y hace bien todas aquellas cosas que no ofenden a Dios. Se puede uno divertir siempre, en cualquier momento sin ofender a mi Hijo Jesús.

Hijitos míos, como dice una madre a un hijo que está a punto de marchar: "hijo mío, se valiente y vuelve pronto", yo también os digo a cada uno de vosotros: "Hijito mío, se valiente, vuelve pronto, yo te espero". ¿Queréis desilusionarme?. Os abrazo, junto al sacerdote os bendigo a todos, uno a uno y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 8 de diciembre de 1993 - hora 10:30 a.m.

Inmaculada Concepción

Mensaje de San José

Mis queridos hijos, obedeced a mi Madre, vuestra Madre; mi esposa es también mi Madre.

Ella os comunica mensajes muy hermosos que Dios le da a Ella. Os hablo porque mi esposa me ha dado la posibilidad de hablar con vosotros. Hay mucha alegría en mi corazón; pero la alegría más grande fue ayer tarde en la oscuridad, en el silencio, cuando a pesar del frío, y de la humedad, muchos jóvenes estaban recogidos en oración.

Hijitos míos, mi amada esposa os ha dado un hermoso mensaje, ponedlo en práctica.

Echad el rencor, echad el resentimiento, amaos, quereos. Si mi esposa y yo hemos estado siempre de acuerdo es porque nos amábamos y entre nosotros había un entendimiento grandísimo, había respeto, había sinceridad. ¿Por qué no podéis amaros y respetaros también vosotros?.

Mensaje de Nuestra Señora - Mis queridos hijitos, yo, vuestra Madre, he venido para orar con vosotros y expresar deseos e santidad a todos, a los grandes y pequeños, a los enfermos y a los que sufren.

Un gracias sale de mi corazón por todo aquello que habéis hecho para embellecer vuestra pequeña capilla, el pequeño joyero, al que nosotros amamos tanto. Un gracias a todos los que han cooperado y ayudado a mi y vuestro sacerdote. Un gracias a Don Guido, que se prodiga para las confesiones, yo deseo que venga aquí para confesar, para ayudar a las almas a caminar hacia la santidad.

A vosotros, mis pequeños hijitos, muchas deseos de santidad. Por santidad se entiende vida rica de entusiasmo, de obras buenas, de oración, de testimonio y ejemplo. En este día tan hermoso, dedicado a mi, a la Madre de Dios, oremos por la paz en el mundo, oremos por los niños que continúan muriendo. Que cada uno de vosotros, en este momento, formule las intenciones por las que quiere orar e indique a las personas que quiere encomendar.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 12 de diciembre de 1993 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, el primer saludo va dirigido a los niños presentes, a mis queridos niños. Vosotras, madres, poned a vuestros hijos ante todo: guiadlos, ayudadlos, protegedlos y enseñadles a hacer pequeños florilegios para prepararse bien para el nacimiento de mi Hijo Jesús.

Yo estoy siempre contenta cuando me hallo en medio de vosotros, pero alguno no ha comprendido aún mi amor materno y deja que desear.

Alguno tiene miedo de hablar de las apariciones porque tiene miedo de ser rechazado. Esto no debe preocuparos: la responsabilidad de la decisión no es vuestra.

(Nuestra Señora da mensajes personales)

Mis queridos hijos, dirijo a todos la invitación a prepararos bien para el nacimiento de mi Hijo Jesús. Haced pequeños florilegios, no fuméis, ved menos la televisión, dejad una fruta o un dulce. Preparad el hábito y la túnica para ofrecer a mi Hijo Jesús. Orad por la paz en el mundo: las guerras continúan, las criaturas son asesinadas. Orad por la familia; cada uno de vosotros debe orar por la propia familia. Orad por los sacerdotes, tienen mucha necesidad.

Yo soy vuestra Madre, oro con vosotros, doy las gracias que necesitáis si están conformes a la divina voluntad. Hijitos míos, si verdaderamente queréis hacer un regalo a mi Hijo Jesús: amaos.

Orad conmigo: Padre nuestro…

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 19 de diciembre de 1993 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Vendré para daros mis buenos deseos el 24 a las 23:30 y vendré con el Niño, con el "Muñeco". A los que no podrán venir el 24 de diciembre les deseo ahora paz y santidad.

No hay paz, no llega. Intensificad vuestras oraciones, vuestros florilegios, vuestros pequeños sacrificios por la paz en el mundo, por la paz en vuestra hermosa Italia.

¿Por qué el hombre no ama a Dios? ¿Por qué el hombre nos odia tanto? Dios quiere que el hombre goce del Paraíso.

Acordaos mis queridos hijos que el Paraíso está también dentro de vosotros si estáis en gracia, si amáis a mi Hijo Jesús. Cuando recibís a mi Hijo Jesús en vuestro corazón tenéis el Paraíso dentro de vosotros. Mis queridos hijos, os amo muchísimo, uno a uno y como ha dicho mi Hijo Jesús, como ha dicho mi esposo José, cuando tengáis sufrimientos y preocupaciones, alzad los ojos al cielo y gritad: Padre nuestro…

Orad, no os avergoncéis de orar, que vean que oráis. Yo os daré aquella gracias particulares de las que tenéis necesidad, si están conformes a la voluntad de Dios. Hijitos míos, en esta semana orad más y hace más florilegios y pequeños sacrificios.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 24 de diciembre de 1993 - hora 11:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, felicidades a todos y gracias por vuestra presencia. Hijitos míos, si estáis en gracia podéis hospedar en vuestro corazón al pequeño Jesús, que ahora está aquí con vosotros, en medio de vosotros.

Os lo ruego, hijitos míos, vivid en gracia y entonces tendréis el Paraíso dentro de vosotros.

Alargad vuestra mirada sobre el mundo, mirad que hay bajo vuestros ojos y orad mucho por la paz en el mundo.

Yo y el pequeño Jesús no queremos entristeceros, pero amad y orad por todos lo que sufren.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 25 de diciembre de 1993 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora y de San José

Mis queridos hijos, haced silencio interior y oremos por la paz en el mundo, por la paz en vuestra hermosa Italia.

Os pido que oréis mucho por los sacerdotes, especialmente por los que guían a las almas escogidas por Dios. Estas almas, para seguir el camino que Dios les ha trazado, deben tener mucha humildad, simplicidad, obediencia al sacerdote, obediencia a la Iglesia; desgraciadamente hay sacerdotes y videntes que no son dóciles a la Iglesia.

Hijitos míos, yo aparezco en muchos sitios, pero no me escuchan, no siguen lo que Dios quiere. Asomaos a la ventana, mirad muy lejos y mirad como el mundo va mal

De todos modos, no quiero descorazonaros en este día tan hermoso.

(Nuestra Señora da mensajes personales)

Ahora, mi pequeña hijita, te dejo al Niño en brazos como esta noche.

Marisa - ¿Llora? Sonríe, no llora. Jesús entra en nuestros corazones, ayúdanos a amarte. Jesús, ¡qué tierno eres! José, ahora cógelo tu.

San José - Hijitos míos, tratad de poner en práctica lo que ha dicho mi amada esposa. No penséis solamente en vuestro pequeño huertecillo, caminad todos juntos, mirad si alguno tiene necesidad de vuestra ayuda. Continuad adelante, continuad adelante.

Nuestra Señora - Junto a mi Niño, a mi amado esposo, a los sacerdotes presentes os bendigo.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 26 de diciembre de 1993 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Jesús (Aparece enseñando en el templo)

Jesús - Poned en práctica todo lo que Dios Padre ha dicho a mi y vuestra madre. Yo ahora os hablo como he hablado a los doctores. Hijitos míos, paz a vosotros, paz a los hombres, paz al mundo entero. Mi Madre me ha dicho: "Ve Tu, hijito mío, ve Tú a los pequeños apóstoles y háblales, Tu sabes hablar mejor que yo". Yo no hago otra cosa que repetir lo que Dios Padre ha dicho a mi Madre, a vuestra Madre. Yo os invito, hijitos míos a poner en práctica la Catequesis de Dios. Os invito a hacer apostolado, no debéis tener miedo de hablar, ni debéis tener miedo de que los otros os digan que no. Debéis seguir adelante, serenos, tranquilos, porque vosotros recibís de Mi, Jesús Eucaristía, y Yo os doy gracia, luz, coraje y fuerza.

Querida Marisella, Yo soy Jesús niño, dentro de poco vendrá mi Madre, mi padre José, los ángeles y todos juntos os desearemos paz, paz, mucha paz.

Ahora quiero dar consejos de amor y de paz

(Jesús da mensajes personales)

Jesús - Hijitos míos no dejéis pasar mucho tiempo sin confesaros. La confesión es un Sacramento y aumenta en vosotros la gracia. Vosotros no hacéis grandes pecados, pero no debéis esperar al gran pecado para confesaros.

Marisa ¿Puedo preguntarte una cosa? Si ayer apenas habías nacido, ¿cómo es que hoy ya tienes doce años?. Mirad, la Virgen y San José.

Jesús - Hijitos míos os invito, como a menudo hace mi Madre, a orar por la paz. Junto a mi familia, al sacerdote os invito a hacer pequeños sacrificios y florilegios.

Llevad mi beso y mi abrazo a vuestros seres queridos. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Espíritu Santo y de Mi, Dios Hijo.

Roma, 1 de enero de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, ¡felicidades a todos!. Felicitaciones que parten de lo profundo de mi corazón, felicitaciones que quisiera gritar a todas las familias, a todos lo hombres, a fin de que estén en paz.

Dios Padre ha querido este pequeño oasis de paz para que las personas que vengan aquí se conviertan y amen verdaderamente a mi Hijo Jesús. Es triste tener que decirlo justamente hoy, pero hay hombres que tratan de destruir esta obra de Dios.

Vosotros continuad orando a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo a fin de que os den la fuerza y el coraje de continuar adelante.

Debéis ser pequeños apóstoles y hablar sin miedo y si encontráis personas que hablan mal de las apariciones, ¡aleluya!. Ofreced el sufrimiento a Dios. Se que, humanamente hablando, es muy difiícil aceptar calumnias y difamaciones, pero vosotros que amáis verdaderamente a mi Hijo Jesús aceptadlas.

Os invito a orar por la paz, deseo a cada familia la paz, la paz verdadera, la paz del corazón.

Hoy es la fiesta de la Madre de Dios y yo estoy aquí para ayudaros, para llevaros a la santidad.

(La Virgen dicta a Marisa que escribe en taquigrafía el mensaje para todos)

Marisa - ¿Estás triste?

Nuestra Señora - Hijitos míos, decidíos, si os apetece venir aquí, no vayáis a preguntar a otros porque os dirán cosas que no son verdad. Venid, probad, gustad y decidid. Cuando estéis aquí confesaros, haced la Santa Comunión, recibid a mi Hijo Jesús dentro de vosotros y entonces con Jesús en el corazón seréis fuertes y no tendréis necesidad de otras personas para decidir.

Ayudad a estos hijos míos que son golpeados y calumniados por muchos.

Marisa -¿Por qué no haces hablar a Jesús?

Nuestra Señora - Escribe, Marisella. Hijitos míos mientras vuestra hermana escribe lo que Dios Padre quiere, pedid a Dios Padre las gracias que necesitéis vosotros y vuestros familiares. Orad por mi y vuestro sacerdote, orad por todos los videntes. Orad, preguntad, llamad, pero en gracia, debéis estar en gracia.

Mis queridos hijos, oremos juntos por la paz en vuestras familias, por la paz en vuestros corazones. No habléis a espadas de la persona interesada. Están aquí conmigo, mi amado esposo y el pequeño Jesús que os mira con amor y con tanta ternura.

Oremos juntos con mi familia. De nuevo felicidades a todos.

Junto al sacerdote, a mi amado esposo, a mi pequeño niño Jesús os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 2 de enero de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, deseo agradeceros vuestra presencia. Jesús ha mandado a cada uno de vosotros un ángel para protegeros y para seguir adelante sin tropezar. Procurad no tropezar con ninguna piedrecita y si caéis, alzaros de nuevo rápidamente.

Mi Hijo Jesús desea el amor. ¿Es tan difícil amar?. Daos la mano el uno con el otro y tal como jugabais de niños formad un ruedo entorno a este mundo tan duro, a este mundo que quiere hacerse grande a los ojos de los pequeños. Los grandes hombres arman a sus soldados y los mandan a la guerra, mi Hijo Jesús manda un ángel a cada uno de vosotros para ayudaros a volveros santos y a superar las dificultades de la vida. Las dificultades son muchas, pero el amor de Dios es inmenso. Yo he venido en medio de vosotros para llevaros este mensaje: Dios os ama, Dios no mira la edad, no mira la belleza externa, mira vuestro corazón y vuestro corazón debe estar lleno de amor.

Cuando venís a este pequeño oasis de paz, debéis después salir contentos y con el propósito de ayudar a los otros, de dar testimonio a los otros y así dais una gran alegría al pequeño Niño.

Hijitos míos, en Navidad he dado a mi Niño a Marisella. Hoy le he pedido el sacrificio de renunciar a tener en brazos al pequeño Jesús, le he pedí, en los días pasados, que sufriera con dolores atroces por la salvación de las almas. Esta mañana si no hubiese intervenido mi Hijo Jesús no habría podido ni siquiera caminar, mientras que ahora está aquí entre vosotros.

A vosotros no os pido grandes dolores y sufrimientos: os pido que estéis en gracia, que seáis capaces de amar a todos y entonces estaréis verdaderamente con mi Hijo Jesús, estaréis con la Santísima Trinidad, estaréis conmigo y estaréis con vuestros hermanos.

Amad, orad a vuestro ángel custodio, oradle mucho, Dios os lo ha mandado. Vuestro corazón debe estar limpio, repito una palabra que ha dicho vuestro sacerdote: descarnado.

A ti, Marisella te daré al Niño en Epifanía, pero los sufrimientos que Dios te ha dado continuarán, acéptalos con amor. Nosotros te daremos la fuerza necesaria para superarlos.

Recogeos en silencio y poned bajo la cuna del Niño Jesús vuestros propósitos, vuestros deseos.

Ahora oremos por la paz.

Junto al sacerdote, os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 6 de enero de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Una bienvenida a los que por primera vez han venido a este oasis de paz. Todos tenéis necesidad de paz, de mucha paz, y no me cansaré nunca de repetirlo: paz en vuestros corazones, en vuestras familias, entre los amigos, en el mundo entero. Vivid en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo de Dios Espíritu Santo. Vivid siempre en gracia; cuando no estéis en orden, corred a confesaros y así tendréis dentro de vosotros al paraíso porque mi Hijo Jesús entra en vuestro pequeño tabernáculo.

Yo, como madre, os repito: amaos, no miréis los pequeños defectos de vuestros hermanos, no critiquéis. Decidid solos si queréis venir aquí; los pequeños son guiados, pero los grandes deben decidir solos. Este es mi deseo para el año nuevo y para la Epifanía, fiesta que los niños esperan con gran alegría. También mi pequeño Jesús espera con alegría que vosotros le ofrezcáis vuestros corazones puros.

Esta joven mujer que está aquí conmigo se ha salvado porque ha amado mucho, ha amado viviendo en gracia.

Marisa - Oh, María Cristina (la enfermera de la Cruz Roja asesinada en Somalia).

Nuestra Señora - Este es mi regalo para ti: hacer que veas a María Cristina. Ahora te entrego de nuevo al pequeño Jesús.

Marisa - Despacio… despacio.

Nuestra Señora - Junto al sacerdote, os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 9 de enero de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Niño Jesús, te pido que les hagas una pequeña sonrisa a los jóvenes.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Veo también niños y mi corazón se alegra porque los niños son almas hermosas y deben ser bien guiados por sus padres. Mi corazón exulta junto al corazón de mi pequeño Jesús.

Os amo a todos, uno a uno y deseo que améis verdaderamente a mi Hijo Jesús, no de palabra, sino con las obras.

Confesaos y recibiréis a mi Hijo Jesús en vuestro corazón, entonces el paraíso estará dentro de vosotros. Vivid en gracia, vivid con amor todo lo que debéis afrontar durante la jornada. Amad, no os detengáis por pequeñas cosas que os hacen sufrir, no os paréis frente a cualquier pequeña incomprensión, continuad adelante.

Mis queridos hijos, ha sido mi gran deseo que el sacerdote hiciese la catequesis antes que la aparición, de otro modo no podríais comprender y vivir este momento particular. No queremos crear confusión. Aquí no se viene para ver cosas espectaculares, aquí no se viene para ver algo, sino que se viene para convertirse, para orar, para confesarse, para recibir a Jesús Eucaristía, para escuchar la Santa Palabra.

Yo vengo para daros aquellas gracias que os hacen falta. Dios Omnipotente lo quiere así y yo, la madre de Jesús. hago todo lo que Dios me dice. Me abandono a Dios y os concedo aquellas gracias que están conformes a la divina voluntad.

Yo estoy con vosotros, entre vosotros, para orar con vosotros

Un gracias sale de mi corazón por vuestra venida aquí, a este pequeño oasis de paz que yo llamo el "pequeño Lourdes".

(La Virgen da mensajes personales a algunos sacerdotes presentes)

Pido a los niños que oren por su familia. Y ahora en silencio pedid aquellas gracias que os hacen falta.

Junto al sacerdote, os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 16 de enero de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Nuestra Señora - Ofrece tus sufrimientos por todos los sacerdotes y por mi y vuestro Papa.

Marisa - Acepto todo lo que me pides.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, qué alegría ver a estos niños de rodillas delante de mi. Hijitos, no os canséis y si estáis cansados levantaos y permaneced de pie. Hoy he venido para orar con vosotros y para suplicaros que hagáis algo en vuestra pequeñez por la paz en el mundo, por la paz en vuestra hermosa Italia donde, también aunque no haya guerras, hay sin embargo, situaciones muy duras y difíciles. Yo no me cansaré nunca de deciros: orad, hijitos míos, orad mucho.

Dios Padre me manda a muchos lugares; primero mis hijos escuchan, pero luego, una vez se van del lugar donde yo me presento, para ellos se acaba todo.

Hijitos míos, debéis continuar dando buen ejemplo, no debéis hablar a la espalda, sino a la persona interesada; debéis demostrar con vuestra conducta que Dios está en vosotros.

Amar no significa inclinar la cabeza y decir siempre que sí. Cuando es necesario, hace falta hablar, incluso si hablar significa sufrir, la verdad se dice con amor, con caridad.

Veo aquí muchas mamás que tienen necesidad de gracias particulares: pedídselas a Dios, no os canséis nunca de pedir. Si lo que pedís no es conforme a la voluntad de Dios inclinad la cabeza y decid: "Dios mío, que se haga tu voluntad. Acepto todo por la salvación de un alma". Ofreced vuestros pequeños sufrimientos por la conversión de vuestra Italia. Vengo con alegría entre vosotros porque se que esperáis con alegría mi venida, ahora ya la curiosidad se ha satisfecho, se ha apagado. Yo oro por cada uno de vosotros, veo en vuestros corazones el sufrimiento, se de lo que tenéis necesidad y hago de todo para ayudaros pero, hijitos míos, tratad de comprender que no por todo lo que se pide a Dios la respuesta es sí. Vuestras oraciones pueden obtener gracias para otras personas que tienen verdaderamente más necesidad, a vosotros Dios os dará la gracia y la fuerza de aceptar, de soportarlo todo.

Hoy llamo a mis pequeños apóstoles a hacer algo de mayor compromiso. Es deseo de Dios Omnipotente que los jóvenes se reúnan una vez al mes para escuchar, para hablar, para corregir algunas cosas, sólo el encuentro bíblico no es suficiente para los jóvenes, ellos deben crecer, deben crecer en el amor a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo.

A los niños presentes les doy mi beso, mi abrazo y a vosotras mamás, llevadlo también a otros niños, a los niños que sufren, que están en los hospitales, que no tienen nada de comer.

Yo, vuestra Madre, estoy siempre con vosotros. Ahora oremos juntos por la paz en vuestros corazones, por la paz en Italia, por la paz en el mundo. Añado: orad por vuestro sacerdote, orad por vuestra hermana, no podéis comprender cuanta necesidad de ayuda tienen, de fuerza, de ánimo, de tener cercanas a personas que verdaderamente les quieran; si hacéis cuanto os pido por ellos, un gracia saldrá desde la profundidad de mi corazón.

Gracias, hijitos míos, gracias por vuestra presencia.

Junto al sacerdote, os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 16 de enero de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Virgencita mía, todas estas personas tienen algo que pedirte. Tu, como me has prometido, ves delante de Dios a pedirle las gracias que cada uno necesita.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, he recogido vuestras peticiones y ahora poneos verdaderamente en oración delante de Dios. Lo que os ruego, hijitos míos, es estar en gracia, tener la conciencia limpia.

Confesaos, participad en la Santa Misa, haced la Santa Comunión y después pedid a Dios todo aquello que necesitéis.

La pequeña Ilenia puede pedir con mucho amor a Dios Padre la gracia para su mamá.

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo se alegran conmigo y con vosotros. Debéis estar en gracia, debéis amar a mi Hijo Jesús, debéis amar a los hombres. Mirad, mirad lo que sucede en el mundo: se matan niños, mueren los ancianos porque son abandonados.

Vosotros que habéis venido a este pequeño oasis de paz, a este pequeño Lourdes, orad por vosotros, orad por vuestros seres queridos, orad por los niños, orad por los enfermos, mis queridos enfermos y orad en gracia, cuando estáis en gracia, estáis con mi Hijo Jesús.

Yo estoy siempre a vuestro lado, incluso cuando no os dais cuenta, yo estoy con vosotros, vuestro ángel de la guarda está con vosotros.

No me cansaré nunca de repetiros: debéis estar en gracia, limpios por dentro. Cada vez que venga en medio de vosotros repetiré: debéis estar limpios, sanos por dentro; haced entrar a mi Hijo Jesús y sentiréis una gran alegría.

No os detengáis por pequeños sufrimientos, pequeñas incomprensiones, pues ¿qué son frente a tantas desgracias que suceden en el mundo?. Os he dicho muchas veces que recéis por vuestra Italia, que oréis por esta paz en el mundo que tarda en venir. Vosotros diréis: "¿Qué podemos hacer nosotros?". Mucho, porque cada pequeña gota forma el mar y cada pequeño sufrimiento, sacrificio, florilegio vuestro es agradable a los ojos de Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, si todo se hace con amor.

Cantad, alegraos en vuestro corazón, que la paz y el amor triunfen.

Bendigo a vuestros objetos y todo lo que tenéis, una bendición particular es para los enfermos.

Mis queridos hijos, os doy gracias por vuestra presencia. Ahora participad en la Santa Misa y haced la Santa Comunión en gracia y pedid las gracias que necesitéis.

Junto al sacerdote, os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 30 de enero de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia y doy un abrazo a los niños pequeños. Invito a grandes y pequeños a meditar sobre el versículo del Padre nuestro: "Perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores".

Si no perdonáis, si no amáis al hermano, si no estáis en gracia, es inútil participar en la Santa Misa, es inútil presenciar las apariciones; la caridad es primero que todo. Amad a vuestros hermanos, perdonad a vuestros hermanos: ¿es tan difícil hacer un simple saludo, decir adiós, hasta la vista, shalom?. Repetid "Perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores" e invocad a menudo "no nos dejes caer en tentación" porque el demonio entra con mucha facilidad en los corazones que no están en gracia.

Os hago una pequeña advertencia: cuando recitéis el "Gloria al Padre" inclinad la cabeza, es necesario inclinar la cabeza ante Dios. Son pequeñas cosas, pero dan gloria a Dios.

Hijitos míos, no os he pedido grandes cosas, os he pedido solo pequeñas cosas que todos pueden hacer, os repito: Dios sabe a quien escoger para las grandes cosas. Ahora escribe el mensaje para los sacerdotes y vosotros mis queridos hijos, orad con humildad, con sencillez para obtener aquello que necesitáis.

A los sacerdotes: Gracias si escucháis a mi Hijo Jesús. Vosotros sois el alter Christus en la tierra y cuando celebráis la Santa Misa os convertís en Cristo. Celebrad la Santa Misa con amor, con pureza de ánimo, con silencio interior.

Queridos hijos, oremos por los sacerdotes, las religiosas, los videntes, todos tienen necesidad de vuestra ayuda.

Con el sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo.

Sea alabado Jesucristo.

Mensaje de Nuestra Señora para los sacerdotes

Mis queridos hijos sacerdotes, todos sois mis hijos predilectos, pero no todos responden a la llamada de Dios Omnipotente, no todos corresponden al don del orden sacerdotal. Muchos de mis hijos predilectos corren detrás de las riquezas, del consumismo, de los placeres desordenados de la carne, al anhelo de destacar y por correr tras lo humano se alejan cada vez más de lo divino. Vosotros sabéis, mejor que ningún cristiano, que Satanás se infiltra a través de las fisuras que se dejan sin custodia, vosotros sois responsables de vosotros mismos y de las almas que Dios os confía. Mis queridos hijos predilectos, me dirijo a vosotros con todo mi amor materno y permitidme recordaros que:

1) Los celos os llevan a la envidia;

2) La envidia os hace ver que los otros se comportan mal;

3) La malignidad os hace perder el verdadero contacto con lo divino y os acerca cada vez más a lo humano.

4) La difamación

5) y la calumnia son pecados muy graves, ofenden a la caridad y a la verdad

6) El voto de castidad, vivido con amor, os vuelve libres, limpios y puros. Amad a vuestro espíritu y a vuestro cuerpo,

7) La Santa Confesión es el sacramento que obra la verdadera reconciliación con Dios y con el hombre;

8) La Santa Misa ha de ser celebrada con el alma en gracia;

9) La Eucaristía es el gran don del amor y de la caridad;

10) Debéis vivir en gracia para llegar a la santidad.

Mis queridos hijos predilectos, no podéis tener el pié en dos estribos: o estáis con Dios o estáis con Satanás.

Si estáis con Dios reflexionad sobre las diez advertencias que os he dirigido con el corazón lleno de amor para cada uno de vosotros. Si estáis con Satanás dejad de celebrar la Santa Misa para no llegar al sacrilegio, pero convertíos verdaderamente con el corazón.

Si supierais como sangra el Corazón de mi Hijo Jesús y mi Corazón de Madre a causa de vuestros pecados, mis queridos hijos predilectos... Aunque lo humano os dé satisfacciones, os aleja de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo y de mi. Yo soy vuestra Madre, no puedo dejaros, quiero ayudaros y os hago ayudar por almas generosas que aman el Sacerdocio. Dios Padre ha pedido a vuestra hermana la inmolación total por vosotros y ella es delante de Dios, víctima de amor y heroína de amor. Mis queridos hijos predilectos, se puede estar también lleno de maldad y ser dispensadores de odio; si estáis en esta situación ha llegado el momento de gritar: basta.

La purificación ha comenzado hace tiempo, sobretodo a causa de los sacerdotes. Vosotros, mis sacerdotes predilectos, sois el Cristo en la tierra, pero, ¿qué habéis hecho de Cristo?

Os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

(La Virgen ha dictado a Marisa diversos mensajes para los sacerdotes, que son secretos. Éste es el único que ha pedido Ella misma que se publique).

Roma, 2 de febrero de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Nuestra Señora - Cuarenta días después del nacimiento, llevamos al pequeño Jesús al templo.

Marisa - ¡Cuánta gente: San José, el viejo Simeón, la profetisa Ana.!

Virgencita, te encomiendo a todas las personas que se han confiado a mis oraciones, pero sobretodo a mi director espiritual, dale fuerza y ánimo. Te lo pido por él: hazme estar un poquito mejor; son demasiados los sufrimientos y no es capaz de verme sufrir.

Nuestra Señora - Hijitos míos, mi alegría es grande al estar aquí con vosotros; están ausentes solo aquellas personas que vienen nada más que para mirar, para observar la más mínima cosa. Estoy aquí con mi amado esposo José, con el pequeño Jesús. Si, he querido hacerte ver también al viejo Simeón y a la profetisa Ana.

No querría deciros cosas tristes, pero desgraciadamente las sabéis por los medios de comunicación. Me cuesta y me entristece pediros que oréis, que sufrías por la paz del mundo, las cosas van muy mal: el pobre, el bueno es subestimado, el rico y el prepotente van siempre hacia delante. Yo os quiero buenos, sencillos, pero firmes y decididos

Los mensajes que doy para los sacerdotes desgraciadamente no son tan bonitos, pero yo comunico lo que Dios Padre me dice y tu, mi querido sacerdote, ayúdame a endulzarlos un poquito. Haz conocer los mensajes que Dios Padre envidia a los sacerdotes a fin de que puedan convertirse y caminar puros, obedientes, pobres, mansos y dóciles.

Nuestra Señora - Hijitos míos, ¡cuánta miseria hay en el mundo, cuanta miseria espiritual!. No miréis los pequeños, los pobres, los sencillos aunque cometan faltas, mirad los grandes, los orgullosos los soberbios que sufren de envidio y de celos. Si, he hecho advertencias a los sacerdotes y estas advertencias deben ser conocidas y difundidas a su debido tiempo.

Y ahora continúo estando de buen grado con vosotros, mientras mi amado esposo, querida hijo, te lleva al pequeño Jesús.

Marisa - Dámelo bien, yo soy un poco débil. Despacio, despacio.. ¿Puedo besarte la mano San José?.

Ayúdanos, pequeño Jesús, ayúdanos, tenemos mucha necesidad.

Nuestra Señora - Mis queridos hijitos, Os invito a ser mas serenos, incluso si la vida es muy dura. No hagáis pesar sobre los otros vuestro gran sufrimiento y ayudadme a llevar a los hombres a mi Hijo Jesús.

Y ahora oremos por la paz en el mundo, por la paz en el corazón de los hombres.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 5 de febrero de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Señor, que yo pueda ayudar a mis hermanos. Jesús, Virgencita, que mis hermanos puedan ver que en mi estáis vosotros. Debemos rezar, sacrificarnos y ayudar a nuestros hermanos a los amigos y a todas las personas que se encomiendan a nuestras oraciones.

Si llegamos a comprender el amor de Jesús y el amor de María daremos saltos de alegría. Debemos amar también a las personas que nos hacen sufrir. Hoy Jesús ha querido ponerme bajo otra prueba para que le mostrara todo el amor por Él y para que pudiese ayudar a los otros. Yo, sola, no sé hacer nada, no soy capaz de hacer nada, pero con Él, mi esposo, lo hago todo. La mujer trabaja bien al lado del marido, el marido al lado de la mujer y los dos van adelante en sintonía y caminan juntos.

También yo quiero ir con mi esposo Jesús con serenidad, incluso si no es fácil, incluso si alrededor de mi rumorea tanta tempestad. Yo quiero caminar con mi esposo Jesús. Esto es lo que te ruego, Madre de la Eucaristía. Nosotros somos pobres criaturas, estamos esperando tu venida con amor, esperamos que de tu corazón salga alguna palabra de ánimo para nosotros. Aunque algunas veces nos desanimamos y no podemos más, tu sabes que la cruz es pesada, tu la has llevado junto a tu Hijo, ahora la estamos llevando nosotros junto a Jesús y tú sabes que es muy pesada. Por todo esto quiero rogarte, Virgencita mía, esperando tu venida.

Nuestra Señora - Gracias, hijita queridísima, por la oración tan hermosa, tan sencilla que has dicho. Me ha conmovido profundamente.

Marisa - Yo no se hablar, ya lo sabes.

Nuestra Señora - también hoy ha sido una prueba grandísima, una prueba que Dios Padre ha querido darte por la salvación del mundo y ahora estás muy, muy débil por esta gran sacudida que has tenido.

Marisa - Lo acepto todo, pero te ruego, ahórraselo al sacerdote, ahórraselo a mi mamá, en la familia basta que sufra uno.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, es con gran alegría que estoy entre vosotros, incluso si no están todos presentes a la llamada. Algunos tienen motivos válidos, otros están ausentes porque Marisa no está bien.

Recordad: incluso si me aparezco en un simple hueco estoy siempre entre vosotros, en este momento estoy con vosotros.

Os invito a orar especialmente en este período en que se cometen tantos pecados. Festejad también vosotros el carnaval, pero con amor, divertíos con amor. Tengo un gran dolor en mi corazón: la gripe os ha hecho olvidar a mi Hijo Jesús; la Santa Misa y la Santa Comunión se han dejado con mucha facilidad. Si uno está mal, debe curarse, si es necesario debe también ponerse en cama, pero quien no está mal para participar a la Santa Misa y hacer la Santa Comunión puede dejar la enfermedad por un poquito, a menos que sea grave. Hijitos míos, yo tengo el don de verlo todo, de veros uno a uno, se que pasa en vuestro corazón y veo que cada poco titubeáis y entonces ¿a quién dejáis en el último lugar?: a Dios, siempre a Dios, mi Hijo Jesús que ha muerto en cruz por cada uno de vosotros.

Por tanto no quiero entristeceros y felicito a los enfermos, a los que han salido de la enfermedad. La persona que verdaderamente aún sufre, que no está fuera de la enfermedad y que no ha puesto de lado a mi Hijo Jesús, es vuestra hermana. Ella no puede estar en medio de vosotros, pero yo vengo igual y vosotros tenéis que estar presentes si no por otra cosa, para dar ejemplo y testimonio. Lo primero es la Santa Misa, la Santa Comunión, la Confesión, el encuentro bíblico, la catequesis de Dios y después la aparición; en último lugar es la aparición. No, no tenéis que poner en primer lugar la aparición, es erróneo.

Hijitos míos, desgracidamente los que oran son muy pocos. Ahora orad conmigo.

Hijitos queridísimos, a vosotros tres aquí reunidos, un beso, un abrazo: tenéis mucho mérito, gracias por lo que hacéis.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 11 de febrero de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

(Marisa habla en francés con Nuestra Señora y Santa Bernardette)

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Algunas personas encuentran todas las dificultades para no estar presentes en la parición: la lejanía, el tiempo, el estudio, el trabajo, la familia.

Parece que mi venida ponga en dificultades a las personas. Si queréis venir, venid con amor, con humildad y yo en nombre de Dios Padre daré gracias particulares, bendeciré a los enfermos, bendeciré los objetos personales.

Esta fiesta recuerda algo particular a algunos de vosotros. Pensadlo hijos, de la Inmaculada a la Madre de la Eucaristía.

Yo vengo de buen grado entre vosotros, vosotros no os detengáis ante aquellas piedrecitas que os impiden venir aquí. Dios es amor, os lo da todo y no pide nunca más de lo que podéis dar.

(Marisa ora en francés)

Hijitos míos, os pido una vez más que oréis muchísimo por la paz y ya que la purificación ha empezado, orad por vuestros seres queridos, orad por la paz en el corazón.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 13 de febrero de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, nos acercamos a la Santa Cuaresma y os invito a todos, grandes y pequeños, a hacer algún florilegio, algún pequeño sacrificio, a caminar junto a mi Hijo Jesús, a ayudarlo a llevar la cruz. Yo soy vuestra Madre, os invito a orar, a recitar el rosario, a fin de que haya paz en el mundo, haya paz no sólo donde se lucha con las armas, sino también en el corazón de los hombres.

Preparaos a esta Santa Cuaresma con una buena confesión, amad a mi Hijo Jesús, pedid la curación del alma y vivid en gracia.

Dad buen ejemplo, con el buen ejemplo se puede ayudar a las otras almas que no creen, son a menudo almas buenas, no creen en Dios porque ninguno les ha hablado de Dios. Vosotros que habéis sentido la llamada, ¿amáis verdaderamente a mi Hijo Jesús? Amaos en familia; si no os amáis en familia, si no oráis en familia, ¿que podéis dar a los otros?. Nada. Yo soy vuestra Mamá y os guío, si os dejáis guiar, para llegar con el corazón límpido, puro, blanco a mi Hijo Jesús.

Y ahora, preséntame a Francisco, el pequeño Francisco.

(Marisa alza hacia la Virgen al niño)

Ahora doy el mensaje para los sacerdotes y vosotros mis queridos hijos, orad por vuestra familia.

Mi querida hijita, te invito a aceptar también un gran sufrimiento que Dios Padre quiere de ti.

Marisa - Sí, acepto, pero ayuda al sacerdote, no puedes cogerlo todo y a los dos, no puedes pedirnos a los dos tanto sufrimiento.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, os invito, una vez más, a prepararos bien para la Cuaresma. Tratad de uniros lo mejor que podáis a mi Hijo Jesús. Os repito: antes que todo, empeñaros en tener la paz en vuestros corazones. Vuestra alma debe ser hermosa, limpia, blanca. Os daréis cuenta como todo se vuelve más fácil si vivís con mi Hijo Jesús; para salvar el alma el único camino es Jesús, no hay otros caminos.

Dios os ha dado una cruz que llevar, pero estad tranquilos, vuestra cruz es pequeña. Dios escoge a las almas a las que da grandes cruces. Y ahora oremos por la paz en el mundo, en las familias, en vuestros corazones. Orad conmigo.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 20 de febrero de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Jesús y de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os invito a vivir bien la Santa Cuaresma. A vuestra hermana, Dios Padre le da fuertes sufrimientos, pido grandes sacrificios, mientras que a vosotros os pide pequeños florilegios, pequeñas renuncias.

Dios os pide también el ayuno, hacer ayuno no significa morir o comprometer la salud, puede provocar solo algún pequeño fastidio, un poco de dolor de cabeza que convierte el ayuno en más válido, más agradable a mi Hijo Jesús que lo acepta para la conversión de los pecadores, por la paz del mundo. Vosotros sabéis bien como están las cosas: si no oráis, si no arrancáis a Dios la gracia de la paz en el mundo va hacia su destrucción, va hacia abajo. Queda poco tiempo a disposición. Yo os invito ahora a tomar el Santo Rosario y a recitar una parte, orad las diez "Ave María" con calma, con recogimiento, con silencio interior. Orar, hijitos míos, orad mucho.

(Nuestra Señora nos invita a ponernos delante de Dios para pedirle el don de la paz)

Marisa - Jesús, Jesús ¿has venido tú también?

Jesús - He venido para orar con vosotros.

Marisa - Jesús, ¿dictas tu el mensaje? ¿sabes que me duelen las manos?

Jesús - Invito a mis hijitos a continuar orando mientras doy el mensaje. Soy vuestro Jesús y estoy siempre con vosotros.

(Jesús dicta el mensaje para los sacerdotes a Marisa)

Mis queridos hijos, os doy gracias por vuestra presencia. Yo, vuestro Jesús y la Madre contamos muchísimo con vuestras oraciones y os invitamos a hacer bien la Santa Cuaresma y os bendecimos junto al sacerdote. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Espíritu Santo y de Mí, Dios Hijo.

Nuestra Señora - Yo, vuestra Madre, os cubro con mi manto materno. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 27 de febrero de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, es con inmensa alegría que estoy aquí entre vosotros. He seguido el Santo Rosario con vosotros y os doy gracias por vuestra presencia. Yo, como madre, me repito y os digo: orad, orad con el corazón, convertíos, haced penitencia. Mis queridos hijos, la paz reine en vuestros corazones, en vuestras familias y con vuestros amigos.

Haced conocer, como mi hijo Jesús quiere, mi nombre a vuestros seres queridos, a vuestros amigos, a vuestros parientes. En este período de la Santa Cuaresma continuad haciendo florilegios y pequeños sacrificios. Aún una vez más, os invito a ayunar; ayunar no hace daño.

Amad mucho a mi Hijo Jesús. Sólo con mi Hijo Jesús podéis vencer al demonio; el mundo tiene necesidad de almas que amen verdaderamente a mi Hijo Jesús. Yo, como madre, estoy siempre con vosotros y me da alegría veros aquí reunidos orando, incluso con un poco de sacrificio, porque no todos tienen la posibilidad de sentarse. También yo con mi esposo José y el pequeño Jesús, a menudo orábamos de pie o de rodillas, pero si se puede estar cómodo se ora mejor.

Hijitos míos, debo deciros que de todas las apariciones que han ocurrido en el mundo éstas son las más difíciles porque ocurren en una ciudad descristianizada. Os invito a orar, a orar por mi y vuestro Papa. Orad por los sacerdotes, orad por las almas religiosas, orad por los videntes, tienen mucha necesidad: ellos oran y sufren por vosotros.

Cada uno de vosotros tiene cruces que llevar, llevadlas con amor. La gran palabra amor es igual a sacrificio, donación, no os debe espantar. Yo os llevo siempre en mi Corazón hasta el Corazón de Dios.

Marisa - ¿Debo escribir?. Eres hermosa, muy hermosa. ¿Me das un poquito de voz? ¿Podrías hacerlos cortos los mensajes? La gente se cansa de estar de pie. ¿Este mensaje es para los sacerdotes?. Tus queridos sacerdotes predilectos. ¿Y mis queridas hermanas predilectas? ¿También para los videntes dictas los mensajes?

(Marisa escribe los mensajes para los sacerdotes, las religiosas y los videntes).

Nuestra Señora - Ahora oremos todos juntos por la paz del mundo, está muy lejana. Orad por vuestros familiares, por las personas enfermas, por los niños que mueren de hambre.

Hijitos míos, cuando estéis verdaderamente decaidos, cuando tengáis pruebas, decid: "Dios mío, que se haga tu voluntad y así sea", después alzad los ojos al cielo y con el corazón gritad fuerte: Padre nuestro…

Ahora bendigo vuestros objetos.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 5 de marzo de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Oh María, Madre de la Eucaristía, antes que nada te encomiendo a las personas que se han confiado a nuestras oraciones. Te encomiendo a los enfermos, a los niños enfermos y a todas las personas que tienen necesidad de tu ayuda. Ve delante de Dios y pídele las gracias particulares, si están conformes a la voluntad de Dios, como tu has dicho en los mensajes.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, estoy contenta de estar aquí con vosotros, para muchos es la primera vez que participan en una aparición. Venir a la aparición comporta un poco de sacrificio, pero ¿qué es este pequeño sacrifico frente al amor de Dios? Dios os ama verdaderamente, os quiere santos, santos en las pequeñas cosas, en los pequeños sacrificios. Os repito una vez más: Dios sabe a quien pedir los grandes sacrificios, los grandes sufrimientos.

Yo os amo uno a uno, hijitos míos, estoy contenta de estar en medio de vosotros, estoy contenta de orar con vosotros y continúo pidiéndoos oraciones. Haced conocer a mi Hijo Jesús a vuestros hermanos; si no lo conocen, no lo pueden amar. Esforzaos, haced aquellos pequeños esfuerzos que dan tanta alegría a mi Hijo Jesús

Yo os ayudo siempre, os estoy cercana incluso cuando no os dais cuenta, estoy con vosotros también cuando os parece que todo se derrumba. Si yo estoy con vosotros, mi Hijo Jesús está con vosotros, Dios Padre está con vosotros, Dios Espíritu Santo está con vosotros. Debéis amaros, debéis orar el uno por el otro y si alguno os pisotea un poco el pie, desplazaros un poquito y seguid adelante. Os invito a orar por el sacerdote, os invito a orar por vuestra hermana, Dios la ha elegido, pero también le ha dado muchos sufrimientos por vosotros, para ayudaros; Dios os ama también a través de estas almas escogidas.

Nosotros no queremos cosas espectaculares, no queremos fanatismo, queremos conversiones, penitencia, unión con Dios y el prójimo; este es el regalo más grande que podéis presentar a mi Hijo Jesús en el día de la Resurrección.

Yo estoy siempre al lado del sacerdote cuando celebra la Santa Misa, estoy en cada momento con cada uno de vosotros y envío ángeles al lado de cada uno de vosotros, especialmente al lado de los niños.

Hoy doy este mensaje, aunque la catequesis de Dios se ha terminado y los mensajes han sido ya escritos. Cuando vengo en medio de vosotros, no puedo dejar de hablar, porque yo también soy una madre y debo corregiros, debo ayudaros, mis pequeños hijos, orad, orad mucho.

No quiero espantaros, pero la purificación ha comenzado hace años y el mundo aún no va bien.

No os detengáis por las pequeñeces: pequeñas incomprensiones, pequeñas desilusiones, pequeñas ofensas, sino que debéis mirar a lo alto: mirad a Dios, Dios está con vosotros. Cuando estéis verdaderamente postrados, probados, alargad los brazos, alzad los ojos al cielo y gritad: Padre nuestro…

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia, bendigo los objetos junto al sacerdote y os cubro a todos con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 6 de marzo de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos cada vez que vengo entre vosotros, en medio de vosotros, yo me alegro y mi Hijo Jesús está contento.

Hoy os invito a pensar en la purificación, no para que tengáis miedo; no, la purificación no da miedo si estáis en gracia, si estáis con Dios. Si estáis con Dios Padre, con Dios Hijo, con Dios Espíritu Santo, si estáis conmigo, vuestra madre, ¿de qué tenéis miedo?. Os pido la verdadera conversión, la oración del corazón. Orad en gracia de Dios; si oráis y no estáis en gracia de Dios estas oraciones para vosotros son vanas, van a beneficio de otras personas que lo necesitan.

La Santa Cuaresma ha comenzado, pero vosotros ¿estáis haciendo algo durante este período de oración y de penitencia?

Haced pequeños florilegios, saludad a las personas que os hacen sufrir, también ellas son hijos de Dios. El amor de Dios es grande, es infinito y vosotros, hijos de Dios, amad a vuestros hermanos y a vuestros enemigos. Si sois capaces de saludar, de decir un pequeño hola, de perdonar a vuestros enemigos, éstos pueden incluso volver a creer y convertirse. Yo vengo en medio de vosotros, os hago advertencias y me repito, me repito como lo hace la madre con su propio niño que no se cansa nunca de advertir. Yo, vuestra Madre, os advierto, os advierto todavía porque os quiero santos, santos para Dios.

Continuad haciendo pequeños florilegios, pequeños sacrificios. No dejéis solo a Jesús encerrado en el tabernáculo. Cuando salís de casa y encontráis la iglesia abierta id a hacer una visita a mi hijo Jesús, y si las iglesias están cerradas, pararos fuera cerca de la puerta y decid: "Jesús mío, estoy aquí, te quiero hacer compañía un minuto". ¿Qué es un minuto? Yo os ayudo siempre, no os abandono nunca, pero vosotros debéis dejarme ayudaros. Yo no vengo de parte de Dios para daros grandes responsabilidades, para pediros grandes sufrimientos, no, yo vengo para pediros pequeños florilegios, pequeños sacrificios y vosotros podéis hacerlos si queréis. Si queréis podéis seguir a mi Hijo Jesús.

Marisa - ¿Debo escribir los mensajes para los sacerdotes y las religiosas?. Hazlos breves porque los presentes se cansan de estar de rodillas.

Nuestra Señora - Ahora, hijitos míos, oremos todos juntos y os repito una vez más, por la paz en la familia, entre los parientes, entre los amigos, por la paz en vuestra hermosa Italia, por la paz en el mundo.

Y ahora, mis queridos hijos, doy mi beso y mi abrazo a todos los niños, a los enfermos, bendigo vuestros objetos.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 9 de marzo de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, esta es una aparición extraordinaria para dar mis felicitaciones y las felicitaciones de parte del cielo a vuestro sacerdote: con su sacerdocio puede servir y amar verdaderamente a las almas que le han sido confiadas.

Marisella, quiero que la oración que has escrito para el sacerdote sea leída antes de la Santa Misa para que sea bendecida por Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo. Felicidades de todo el Paraíso.

Marisa - Ahora te recomiendo a todas las personas enfermas, todas las personas que se han encomendado a mis oraciones; intercede por ellas ante Dios, bendícenos a todos, bendice a nuestras familias, bendice a nuestros objetos. Yo me siento tan pequeña, una nada, pero oro por ellos, haz de mi lo que quieras.

Este es Jesús, dulce Maestro (Marisa enseña el cuadro a Nuestra Señora)

Tenéis que contentaros, hemos hecho lo que hemos podido, ven aquí abajo, ven a corregir si hay algo que no funciona.

Están los ángeles, todo el cielo ha llegado aquí.

Nuestra Señora - Hijitos míos, os invito a orar, a orar mucho por vuestro sacerdote, por todos los sacerdotes, desde mi y vuestro Papa al más pequeño sacerdote, orar, tiene mucha necesidad. Si los sacerdotes son santos, vosotros seréis cristianos santos.

Yo estoy siempre con vosotros y os invito una vez más a orar por la paz en el mundo. Yo oro siempre por los confesores, especialmente por los que guían a las almas. El que tiene un guía espiritual debe obedecerle en todo, no sólo en lo que va bien.

Vuestro sacerdote cuando reprende es el primero en sufrir, pero está dispuesto también a inmolarse por vosotros.

Mi querido sacerdote predilecto, San José te manda muchas felicitaciones.

Y ahora, hijitos míos, oremos todos juntos por el Papa, por todos los sacerdotes, por vuestro sacerdote.

Y ahora, junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno.

Marisa, ahora vengo (la Virgen besa a Marisa).

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 13 de marzo de 1994 - hora 10.30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Oh María Santísima, Madre de la Eucaristía, te encomiendo a todas las personas que se han encomendado a mis oraciones. A fin de que puedas interceder ante Dios por la curación del espíritu, por la curación física, por los niños enfermos, por los ancianos. Tu que eres Madre y comprendes mejor que nosotros, nuestras necesidades, ve donde Dios, pide, dile: "Hay tantas almas necesitadas, si es tu voluntad, ayúdalas".

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, cada vez que vengo en medio de vosotros tengo una gran alegría y leo en vuestros corazones lo que queréis pedirme. Venid aquí con sencillez, con generosidad, orad, nos os detengáis por las pequeñeces, no hagáis observaciones inútiles.

Venid aquí para orar, para amar a mi Hijo Jesús, para convertiros. Aquí se viene para la conversión y para la sanción, si está conforme a la divina voluntad. Orad por cada uno de vosotros, orad por vuestras familias, por vuestros seres queridos, por el Papa, por los sacerdotes, por las religiosas, sobretodo, hijos míos, os invito a orar por los videntes, tienen mucha necesidad de convertirse en santos. No miréis el carácter, el carácter permanece, mirad si eso que dicen, lo que hacen es conforme a la voluntad de Dios, a la voluntad de mi Hijo Jesús.

Yo soy vuestra Madre, ¿cómo podría desilusionaros?, os amo demasiado; vosotros amad a mi Hijo Jesús como yo os amo a vosotros.

Mis queridos hijos, ahora os invito a orar el uno por el otro mientras dicto a vuestra hermana el mensaje para los sacerdotes.

Marisa - Debo decirte gracias, porque estoy un poco mejor. Hay tantas personas que tienen necesidad de tu ayuda, tu eres la Madre de todos.

Nuestra Señora - Oremos juntos por la paz en el mundo.

Felicidades una vez más al sacerdote que permanece siempre en vuestro corazón. Gracias por vuestra presencia.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 17 de marzo de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora a los miembros de la comunidad

Hijitos míos, yo, vuestra Madre, he respondido a vuestra pregunta, teníais necesidad de "una aparición para vosotros" y yo os he escuchado y he venido. He venido porque veo que empezáis a tambalearos, veo que tenéis necesidad de sentirme y de sentir a vuestro director espiritual. No esperéis a mis reclamos, cuando tengáis necesidad, decídselo al sacerdote.

A veces falta aquel gran amor que os he enseñado. Hijos míos, grandes y pequeños, cuidado con los celos, los celos os llevan a no ser buenos.

Cuando algo no va bien, id directamente al interesado. Hoy he venido en medio de vosotros para invitaros a orar por las personas que tratan de matar a vuestro sacerdote; pueden matarlo físicamente, moralmente, pero no espiritualmente.

Os invito a orar verdaderamente con el corazón, a fin de que él tenga la fuerza de aceptarlo todo, ya habéis crecido y vuestra Madre no os esconde nada.

Ahora mi gran alegría es estar en medio de vosotros, no os llamo uno a uno, como hacía antes, porque vuestro sacerdote no tiene tiempo para deciros después el mensaje. Si alguno tiene necesidad del sacerdote, pida y no piense: "está cansado", aunque sea verdad todo esto, él os ayuda de buen grado, os ayuda de corazón (en las cosas serias y espirituales).

Vosotras, religiosas, sois pocas, poquísimas, estáis solas para enfrentaros a todas las otras hermanas; el sacerdote está solo para enfrentarse a todos los sacerdotes. Vosotros, laicos, ¿qué podéis hacer en vuestra pequeñez? Haced algún florilegio, algún sacrifico. Yo estoy con vosotros y os amo uno a uno.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 19 de marzo de 1994 - hora 11:00 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora y de San José a los jóvenes de la comunidad

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia, gracias por lo que habéis hecho por vuestro sacerdote; me da gran alegría veros así, unidos a él.

Yo se el nombre de un sacerdote que está tratando de destruir a vuestro sacerdote; si los otros sacerdotes, hacen la voluntad de Dios, aman a Dios, aman su sacerdocio, todo cambiará.

Vuestro sufrimiento será cada vez más fuerte porque los hombres no cambian, continúan perjudicándose mutuamente, y cuando digo hombres, quiero decir también sacerdotes.

San José - Hola, don Claudio, soy tu San José. Te doy gracias por la novena que has escrito para mí, lo he llevado todo a Dios Padre, para que Él puede intervenir por ti, por tu comunidad. Amas demasiado a Dios para que Él no intervenga por ti.

Yo, humilde siervo de Dios, me dirijo a ti para que tu seas siempre fuerte al afrontar estas dolorosas situaciones. Incluso si el Evangelio no habla de ello, me han calumniado, difamado, a pesar de vivir en el silencio y en el ocultamiento. Para ti, que amas tanto a las almas, el sufrimiento más grande es saber que unas almas no irán nunca a gozar de Dios por su propia culpa. Adiós, don Claudio, te dejo con mi esposa.

Nuestra Señora - Os invito a orar por todos los sacerdotes.

Marisa - Te ruego, no llores; me haces llorar a mi también. Nosotros oramos por todos los sacerdotes, pero si ellos son duros...

San José, sécale las lágrimas. Sí, te prometo que oraré y sufriré por el Santo Padre, por mi sacerdote y por todos los sacerdotes, no me echaré nunca atrás. Pero si alguna vez me desanimo y lloro también yo, levántame.

Nuestra Señora - Hijitos míos, oremos verdaderamente de corazón por todos los sacerdotes.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 20 de marzo de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijitos, oremos junto con los niños presentes. Mis pequeños hijitos, recitad un Padre nuestro conmigo por la paz en el mundo, por vuestra bella Italia, por los niños enfermos.

Padre nuestro…

Marisa - Y ahora, Virgencita, te encomiendo a todas las personas que se han encomendado a mis oraciones, intercede ante Dios por ellos. Ve con tu corazón de Madre ante Dios y pídeselas, si están conformes a su Divina Voluntad, que cure a estas personas sea espiritualmente, sea físicamente.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, es una gran alegría para mí, estar aquí con vosotros. Conozco todas las miserias del mundo, conozco vuestros sacrificios, querría que estos sacrificios fuesen hechos siempre con amor para gloria de Dios Omnipotente. Que cada uno de vosotros dé gloria a Dios lo mejor que pueda.

La fiesta de gloria por mi Hijo Jesús dura poco, sólo el domingo de Ramos. En esta semana de Cuaresma intensificad vuestras oraciones, florilegios, sacrificios. También los niños pequeños pueden hacer pequeños florilegios. Ofreced todo a Dios Omnipotente por la salvación de vuestra Italia. Yo estoy siempre con vosotros y os sigo uno a uno, pequeños y grandes. Para el Paraíso no hay edad, para la conversión no hay edad, cuando el hombre decide y quiere convertirse no hay edad.

Si alguno os dice algo que no es según el Evangelio, no lo escuchéis, pero orad por él. Orad por mis sacerdotes predilectos, orad por las religiosas, orad por los vidente; los videntes tienen necesidad de vuestras oraciones, de vuestra ayuda. Yo, como Madre, os pido todo esto, no me parece tanto.

Y ahora, mis queridos hijos, bendigo vuestros objetos, os bendigo a vosotros, a vuestros familiares, a todas las personas que están lejos de Jesús y están lejos de vosotros. Amad a mi Hijo Jesús como yo os amo.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 25 de marzo de 1994 - hora 5:30 p.m.

Fiesta de la Anunciación

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Virgencita mía, Madre nuestra, te encomiendo a todas las personas que se han encomendado a mis oraciones, han llamado por teléfono hace pocos minutos para pedir ayuda y oración. Tu intercede por todos ante Dios, aquí están presentes muchas madres que verdaderamente tienen necesidad de ayuda para los propios hijos.

Nosotros somos pobres criaturas, todos tenemos necesidad de que Dios nos ayude. Que se haga siempre la voluntad de Dios.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Que alegría me dais cuando os veo aquí reunidos en oración, porque todo es para gloria de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Como una madre que dice a su propio hijo que sea valiente, que ame a los padres, yo, como vuestra madre, os digo que améis a mi Hijo Jesús, que oréis y que os améis.

Oiréis dentro de poco gritar primero "hosanna" al Hijo de David y después "crucifícale".

Yo estoy en Getsemaní, al lado de mi Hijo Jesús, oro, lloro en silencio, en el ocultamiento y encomiendo a mi Hijo al Padre. Jesús ha sufrido por cada uno de vosotros, Jesús os ama, Jesús no puede abandonar a ninguno.

Muchos de vosotros tenéis sufrimientos, pero no son tan grandes que no podáis soportarlos. Dios no manda estos sufrimientos sino que es el hombre que continúa caminando por el camino equivocado, el que lo provoca.

Dios sabe a quien dar los sufrimientos verdaderamente grandes, estos sufrimientos los da a pocas almas que aceptan inmolarse por sus propios hermanos. Dios os ama, no os puede hacer sufrir, no puede dañaros, Dios no daña, Dios convierte, corrige y purifica.

Dios es amor, ¿cómo puede Dios que ama con amor infinito dañaros?. Yo os invito, mis queridos hijos, a orar, a orar con el corazón, a orar con la gracia de Dios.

Orad, haced triunfar la Eucaristía, sin Eucaristía no hay nada. La Eucaristía triunfará.

Hoy es la fiesta de la Anunciación, cuando vino el ángel. Tu ves, hija mía, cuantos ángeles hay aquí.

Marisa - ¿Cuál es Gabriel?

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, os amo uno a uno, leo en vuestros corazones lo que deseáis, lo llevaré todo a Dios Padre. Ahora os bendigo, a vuestros seres queridos que están en casa, vuestros objetos y todo lo que tenéis, después el sacerdote os bendecirá junto conmigo. Ahora, mis queridos hijos, oremos todos juntos por la paz del mundo, por la paz de vuestra Italia.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Montefiascone (VT), 26 de marzo de 1994 - hora 7:00 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora a los jóvenes de la comunidad

Marisa - Te encomiendo a todas las personas que se han recomendado a mis oraciones, sobretodo los enfermos, los niños y los ancianos.

Nuestra Señora - Yo soy feliz cuando veo que bromeáis, que reís, que hay alegría en vosotros. En este día ha habido algún nubarrón, alguno ha tenido algún instante de contrariedad, de disgusto, pero lo ha superado enseguida.

Yo deseo tanto que lleguéis a amaros verdaderamente. Hijitos míos, no habléis nunca a espaldas de las personas, id siempre al interesado. Hoy quiero dar un mensaje a cada uno de vosotros, porque tenéis necesidad de algún reclamo. Al mismo tiempo os invito a orar por vosotros mismos, por vuestras familias, por vuestra hermosa Italia, por vuestro sacerdote y os recomiendo vivamente que oréis por el Santo Padre. Orad el uno por el otro.

Si hubiese las personas mayores les diría que se levantaran porque se cansarían, pero vosotros podéis permanecer de rodillas para hacer un poco de penitencia para la preparación de la Santa Pascua. Gracias, hijitos míos.

Marisa - Sé dulce con todos, Virgencita.

Nuestra Señora - ¿He sido dura alguna vez con vosotros?

(Nuestra Señora dicta los mensajes personales para los jóvenes)

Mis queridos hijos, os invito una vez más a intensificar la oración por vuestro sacerdote, no me cansaré nunca de repetirlo: tratad de ayudarlo lo mejor que podáis. Sé que en estas fiestas algunos de vosotros tenéis que ir quienes a un sitio quienes a otro, pero a los que se quedan en Roma, quedaos cerca de él.

La batalla de la gente contra él continúa, pero yo y vosotros seremos fuertes, protegeremos a nuestro sacerdote y así lo hará también mi esposo José. Yo voy siempre a interceder ante Dios por el sacerdote.

Ahora mis queridos hijos, os invito a orar el uno por el otro.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 27 de marzo de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Virgencita mía, antes que nada te encomiendo a todas las personas que se han encomendado a mis oraciones. Cada una de ellas tiene grandes sufrimientos, ve a pedirle a Dios por ellas, si Dios quiere puede ayudar a estas personas.

Nuestra Señora - Mis queridos hijitos, mi beso y mi abrazo va dirigido a todos los niños presentes y mi gracias va dirigido a vosotros, padres, que con paciencia, habéis venido aquí y habéis traído a vuestros hijitos, pequeños y grandes. Vosotros, los grandes, ayudad a orar a los pequeños en este día en el que todos gritan a mi Hijo Jesús: "hosanna".

Este hosanna querría que estuviese siempre en vuestros corazones, cantad siempre hosanna a mi Hijo Jesús y por eso os invito a tener más fe, esperanza y amor. Os doy gracias por vuestra presencia. A causa de las grandes dificultades que encuentran mis hijos, continuad orando por ellos, tienen necesidad. Las obras de Dios son siempre combatidas, pero los hombres no pueden destruir ni a Dios ni a la Iglesia.

Haced, por tanto que el demonio no entre dentro de vosotros, permaneced siempre en gracia. Ahora escribe el mensaje para los sacerdotes.

Mis queridos hijos, mientras dicto el mensaje a vuestra hermana, orad en silencio y el que no pueda estar de rodillas, que se levante tranquilamente, pero que ore y ore muchísimo, hay mucha necesidad de oración en todo el mundo

(Marisa escribe el mensaje para los sacerdotes)

Y ahora mis queridos hijos, bendigo todos vuestros objetos, bendigo el agua, os cubro a todos con mi manto materno.

Gritad "¡hosanna al Hijo de David!"

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 31 de marzo de 1994 - hora 8:30 p.m.

Jueves Santo

Mensaje de Jesús y de Nuestra Señora

Marisa - ¿Debo sufrir todavía?

Nuestra Señora - Hijitos míos, orad, orad mucho, yo he venido para anunciar a mi Hijo Jesús.

Jesús - Hoy me veis todavía triunfante, en este día he instituido el Sacramento de la Eucaristía y el Sacramento del Orden. Estoy contento que festejéis a vuestro sacerdote. Yo, dentro de poco, iré al Padre.

Sé que cada uno de vosotros tiene pruebas, sufrimientos, lo comprendo todo, yo he pasado antes lo mismo para comprenderos uno a uno. He muerto por vosotros, para cada uno de vosotros, para abriros el Paraíso y como Hombre-Dios sería aún capaz de morir para salvaros una vez más, para llevaros al Padre. Sé que es duro aceptar los sufrimientos, pero ofrecedlos a Dios Omnipotente, al Padre de todos. Yo he venido para estar con vosotros, para que vosotros me ayudéis a llevar esta pesada cruz. Pero hoy todavía es alegría, es fiesta. Ves mi Madre sonríe y sufre, sufre también tú y ofrécelo a tu Todo.

Mis queridos hijos, no creáis que yo no os veo, que no veo vuestros corazones, vosotros no os canséis de llamar, pedir, preguntar todo lo que tengáis necesidad. Os invito a orar, todo lo que mi Madre, vuestra Madre ha dicho se está verificando. Orad por la paz en el mundo y vosotros mis pequeños italianos, orad por vuestra Italia, orad por vuestras familias, tienen necesidad, pero principalmente tiene necesidad el que no está en gracia, el que no tiene el corazón puro, limpio: orad por ellos. Ahora bendigo a mis sacerdotes, os bendigo a todos vosotros, hijos míos, bendigo los objetos sagrados.

Nuestra Señora - Y yo, vuestra Madre, os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Marisa - Todavía… Adiós, eres siempre hermoso, ayúdame, ayúdame… (golpe de lanza)

Roma, 2 de abril de 1994 - hora 5:30 p.m.

Sábado Santo

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Virgencita mía, te encomiendo a todas las personas que se han confiado a mis oraciones. Te encomiendo sobretodo a la congregación de San Cayetano, algunas hermanas de esta congregación nos aman verdaderamente, ayúdalas.

Sí, yo he aceptado cuando Jesús ha pedido una vez más sufrimientos, solamente dame un poco de fuerza y te pido perdón si alguna vez me desmorono, me lamento. Querría que tu me hicieses una pequeña sonrisa, que sonrieras un poco. Espero que, a pesar de todo, tu estés contenta con nosotros y que nosotros lleguemos verdaderamente a amar a tu Hijo Jesús.

Sonríe, te lo ruego, ¿Has sentido tu también la lanza el jueves?. Cuánto dolor…

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, os invito a orar muchísimo. Orad por todos, orad por el triunfo de la Eucaristía. Gracias por vuestra presencia.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 3 de abril de 1994 - hora 10:30 a.m.

Santa Pascua

Mensaje de Jesús y de Nuestra Señora

Marisa - ¿Qué hermoso eres, Jesús!. Mira, don Claudio, las heridas son luminosas y los ángeles están en torno a él. Tu conoces, Jesús, a las personas que se encomiendan a mis oraciones, son verdaderamente tantas personas las que tienen necesidad, también yo tengo necesidad.

Padre nuestro… Gloria… ¿podemos recitar el Ave María?

Jesús - Mis queridos hijos, yo soy vuestro Jesús que he resucitado por vosotros. Ahora estoy con vosotros para haceros compañía, después estaré en vuestro corazón. Estoy aquí para hacer compañía a los que sufren porque Yo, Jesús, Hombre-Dios, comprendo su sufrimiento, su dolor. También tu, hija mía, sufres mucho, pero tu sufrimiento no termina hoy, continuará fuerte y doloroso hasta que te llame.

Mis queridos hijos, se que cada uno de vosotros tiene problemas y sufrimientos. Yo querría que antes que nada, vuestro corazón estuviese verdaderamente en gracia, después la fuerza vendrá para aceptar el sufrimiento o para la sanación, según lo que Dios Padre decide para cada uno de vosotros. Yo he resucitado y mi primera visita ha sido a mi Madre, a vuestra Madre, que está a mi lado alegre y gozosa. También ella tenía un velo de tristeza sobre su rostro, pero ha aceptado la voluntad de su Todo, de tu Todo, de vuestro Todo.

Os invito a orar como ha dicho mi Madre por vuestra Italia, las cosas no van bien, no van bien. Las otras naciones tampoco van bien, pero no quiero entristeceros porque hoy es fiesta. Incluso si algunos de vosotros tienen sufrimientos, yo os daré alegría.

Marisa - Jesús, debes ayudarme, yo querría decir como el buen ladrón: "Acuérdate de mí cuando estés delante del Padre".

Nuestra Señora - Yo soy vuestra Madre y me alegro viendo a mi Hijo resucitado. Alegraos también vosotros, hijos míos, porque la vida pasa y vendréis todos a gozar, a alegraros, a cantar con nosotros, no habrá más tristezas, nada más turbará vuestro corazón. Ahora los ángeles te llevarán al Paraíso.

Marisa - ¡Oh… cuántos días hace que estoy aquí abajo!

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, es con alegría que me encuentro en medio de vosotros y, como Madre, os deseo el bien a cada uno de vosotros. Amad verdaderamente a mi Hijo Jesús como Él os ha amado. No os pido que muráis en la cruz, no, no.

Felicidades de todos y ánimo, hijitos míos, vuestra Madre está siempre con vosotros, cuando vuestro corazón está limpio y es puro es cuando está mi Hijo Jesús en vosotros.

Ahora os pido que roguéis por la paz en el mundo entero, os invito que oréis por Italia, por los enfermos, por los niños, especialmente por los niños que son abandonados, por los abortos que se hacen continuamente, por los ancianos.

Jesús - Y ahora Yo, vuestro Jesús, junto al sacerdote y a mi y vuestra Madre, os bendigo. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Espíritu Santo y de Mi, Dios Hijo.

Nuestra Señora - Y yo, vuestra Madre, os cubro con mi manto materno. Sea alabado Jesucristo.

Marisa - Se han ido todos y nosotros nos quedamos aquí.

Roma, 10 de abril de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Virgencita mía, como siempre, te encomiendo a todas las personas que piden tu intercesión ante Dios. Todos tienen necesidad de ti, primero que todo por la conversión espiritual y después, si Dios quiere, también por la curación física. Tu eres la Madre, ayúdanos y perdónanos si no somos capaces ni siquiera de decir gracias por el nuevo día, por el sol, por la luna, por las estrellas, por la tierra; gracias porque nos has dado a tu Hijo Jesús.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Qué alegría dais a mi Corazón y especialmente al Corazón de Jesús. Que hoy y siempre triunfe mi Hijo Jesús, triunfe la Eucaristía. Recibid más frecuentemente a mi Hijo Jesús en vuestro corazón, pero debéis estar en gracia; si no lo estáis, haced una buena confesión. Cuando recibís la Santa Comunión, yo, vuestra Madre, estoy con vosotros, con cada uno de vosotros.

Orad, orad a fin de que la Eucaristía triunfe en vuestros corazones, en los corazones de los sacerdotes, de las hermanas, de los videntes, de los grandes políticos, en el corazón de los hombres de todo el mundo y cuando la Eucaristía triunfará, todo será verdaderamente hermoso.

Yo soy vuestra Madre y me dais gran alegría cuando os veo aquí presentes. Hijitos míos, aquí no hay cosas espectaculares, aquí debéis venir para orar, para pedir gracias, para pedir ayuda; pedid, no os preocupéis: Dios no se cansa de dar. Dios es amor.

Yo soy vuestra Madre y estoy contenta de estar con vosotros. Cuando volváis a vuestras casas y encontréis aún vuestros problemas, sufrimientos, haced una hermosa sonrisa, alzad los ojos al cielo y gritad con gran voz: Padre nuestro…

Ahora, mis queridos hijos, daré los mensajes para los sacerdotes y para algunas almas que Dios ha llamado. Si estáis cansados de orar de rodillas, levantaos, así después escucharéis la Santa Misa más descansados; si os cansáis ahora, después no podréis participar bien en la Santa Misa. Mientras yo dicto los mensajes, os invito a orar en silencio en vuestro corazón y pedid a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo lo que tengáis necesidad. Gracias, hijitos míos.

(Nuestra Señora dicta a Marisa los mensajes)

Y ahora, mis queridos hijos, orad conmigo según las siguientes intenciones: por vosotros, por vuestra familia, por los enfermos, por los niños, por la paz en el mundo. Os invito calurosamente a orar por el Santo Padre, por vuestro sacerdote, por los sacerdotes, por las religiosas, por los videntes; los videntes deben obediencia al sacerdote. Orad, hijitos míos, orad mucho, arrancad las gracias a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo. Yo estoy siempre con vosotros y bendigo, junto al sacerdote, vuestros objetos.

Gracias porque estáis aquí presentes, gracias por vuestros sacrificios, ofrecedlos a Dios.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 11 de abril de 1994 - hora 7:00 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora a algunas almas consagradas

Mis queridos hijitos, gracias por el gran amor que mostráis a mi Hijo Jesús, gracias porque habéis oído y aceptado las hermosas palabras dichas por el sacerdote. Yo estoy siempre con vosotros, os amo muchísimo. A algunos de vosotros os han sido dados grandes sufrimientos, Dios ha dado estos grandes sufrimientos por la paz y por el triunfo de la Eucaristía. Pedid las gracias, si, llamad, continuad pidiendo.

Todas las personas que se encomiendan a vuestras oraciones tienen verdaderamente necesidad. Conozco vuestros deseos, conozco vuestros problemas. Cuanto más humildes sois, más amáis a mi Hijo Jesús. Jesús ha dicho, querida Marisella, que los sufrimientos te consumirán y tu quieres que los otros no se percaten de estos sufrimientos. No se si Dios continuará ocultando la sangre que corre.

Os invito a orar el uno por el otro, orad porque cada uno de vosotros tiene necesidad de oraciones y sacrificios. Vuestros sufrimientos nunca serán grandes como los sufrimientos de vuestra hermana, por tanto aceptadlos con amor, y si alguna vez os desanimáis, no os detengáis, el desánimo no ofende a Dios, recomenzad desde el principio.

Orad por vuestra hermana, porque el sufrimiento es mucho, verdaderamente mucho; yo os doy gracias si oráis un poquito por ella y un poquito por el sacerdote. Debéis orar, amar y soportar cualquier sufrimiento. Si alguno habla mal de vosotros, no os preocupéis porque Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, están con vosotros.

Mi querido sacerdote predilecto, tu camino es duro, es peliagudo, es espinoso, pero estos hijos orarán por ti. Está Margarita que te ayudará, el Padre Pío y después estoy yo, tu Madre, está Jesús; Jesús es el gran sacerdote y tu su pequeño sacerdote.

Marisa - ¡Qué hermosa eres, Virgencita!

Nuestra Señora - Marisella, todos sois hermosos cuando estáis en gracia de Dios y vosotros lo estáis, aunque refunfuñéis, aunque os desaniméis, estáis en gracia y por tanto sois hermosos.

Ahora oremos todos juntos por el triunfo de la Eucaristía, por la paz en el mundo. Hijitos míos, gracias por vuestra presencia.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Marisa - Y ahora los ángeles se la llevan.

Roma, 17 de abril de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Virgencita mía, te encomiendo a todas las personas que tienen necesidad de tu intercesión ante Dios. Te prometemos orar por tus intenciones.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Cada vez que vengo entre vosotros os invito a orar. Hoy más que nunca hay necesidad de vuestras oraciones, de vuestros sacrificios, de vuestros pequeños florilegios. Os invito a hacer una buena confesión, a hacer la Santa Comunión. En vuestro corazón hay mucha alegría cuanto Jesús entra dentro de vosotros; el Paraíso empieza ya sobre la tierra si estáis en gracia. Os amo uno a uno, os lo repito siempre, cada vez, también vosotros amaos los unos a los otros. Orad por vuestra Italia, orad por la paz en el mundo.

Vosotros diréis: la Virgen se repite; sí, yo me repito como hace una madre con su niño, yo quiero ayudaros en todo, uno a uno, del niño pequeño a los grandes, porque Dios lo quiere así. Yo obedezco a Dios e intercedo por vosotros, os invito a hacer la voluntad de Dios. No debéis entusiasmaros en este momento y una vez hayáis salido, permitir que se acabe todo. Debéis amaros, debéis amar incluso a la persona que no es capaz de hacerse comprender, pero que tiene más necesidad de vosotros. Yo, vuestra Madre, estaré siempre con vosotros. Mi manera de hablar es muy sencilla, me parece; me hago comprender de todos, incluso de los niños. Si vosotros amáis verdaderamente, yo estoy segura que amáis a mi Hijo Jesús.

Ahora, querida Marisella, te llevo a ver a Bernardette y Margarita, tu estarás con ellas, hablarás con ellas. Hijita mía el sufrimiento es mucho, pero yo te ayudaré siempre, Dios Padre mandará a sus ángeles para ayudarte.

Marisa - Acéptame así tal como soy. Soy muy débil y tengo mucho miedo.

Nuestra Señora - Ahora hijita mía, escribe el mensaje para los sacerdotes, como te he enseñado (taquigrafía particular enseñada por Nuestra Señora a Marisa).

Marisa - Primero tendría que hacerte una pregunta. ¿Qué debemos hacer por la iglesia? (edificio material)

Nuestra Señora - Cuando Dios lo decidirá yo estaré dispuesta a deciros todo aquello que me diga, a daros la posibilidad de construír una iglesia grande.

Ahora tenéis que preocuparos de que las almas estén en gracia, que los sacerdotes cumplan con su deber, que las religiosas vivan sus votos, que los videntes sean más humildes y más sencillos.

El que no cree que yo estoy aquí en medio de vosotros, debe respetar el lugar y a las personas que vienen a orar.

Yo soy vuestra Madre, mis queridos sacerdotes, verdaderamente quiero ayudaros, pero vosotros dejaros ayudar.

Ahora, mis queridos hijos, oremos por la paz de en mundo, por el Papa, por los sacerdotes, por las religiosas, por los videntes, tienen verdaderamente necesidad. Orad por los niños, por los ancianos. Orad: hay mucha necesidad de oración, no os echéis atrás.

Os invito también a poner a Dios al primer lugar y entonces estaréis verdaderametne contentos.

Junto a los sacerdotes os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 24 de abril de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Cuanta gente: Juan, Fabricio, Asunta, Leticia, dos jóvenes y dos adultos. Son muy hermosos, manifiestan la belleza del alma. ¡Cuántos ángeles están presentes!.

Virgencita mía, muchas personas piden tu intercesión ante Dios, tu lees en sus corazones, conoces sus sufrimientos, intercede delante de Dios por estas personas que se encomiendan a mis oraciones. Yo soy un instrumento tan desafinado pero tu puedes ayudarlos a todos.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Os invito, como siempre, a orar muchísimo por vosotros mismos, por vuestras familias, por los enfermos, por los niños, por la guerra que todavía continúa de forma tan cruel y mata a las criaturas que Dios ha creado.

No debéis esperar a ser golpeados vosotros para orar, para ofrecer pequeños sacrificios, pequeños sufrimientos, cada uno de vosotros puede ofrecer algo a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo.

Hoy, entorno a mi, tengo a Juan, Fabricio, Asunta, Leticia; ¿pensáis que ellos no han sufrido?. Ahora están salvados; atención, se puede estar salvado también estando en el purgatorio.

Os invito a orar, a hacer decir la Santa Misa por estas almas para que lleguen felices y contentas a la presencia de Dios

¿Qué puede deciros aún vuestra Madre que no haya dicho ya?. Han dicho de mi que hablo mucho, que me repito, pero una madre con el propio hijo, ¿no repite muchas veces las mismas cosas para ayudarlo, para corregirlo?. Yo soy la Madre de Jesús y vuestra Madre y quiero ayudaros.

Si es voluntad de Dios que hayan curaciones, aceptadlas con humildad, es Dios el que hace los milagros, es Dios el que me da los mensajes. Estoy contenta que vengáis a la aparición, pero antes que nada reconciliaos con Dios y con el prójimo, escuchad la Santa Misa, haced la Santa Comunión, conoced a mi Hijo Jesús participando en los encuentros bíblicos, recitad el Rosario y después venid a la aparición.

Yo, como Madre, puedo excusaros la primera vez, cuando venís por curiosidad, pero cuando volvéis de nuevo, debéis venir convencidos.

Si alguno tiene dudas, perplejidad, no debe tomarlo con mis hijitos, ellos no entran en nada, ellos obedecen. Por tanto os invito a respetar a las personas, os invito a respetar el lugar. No creer en la aparición no es pecado en absoluto.

Os invito a amar verdaderamente a mi Hijo Jesús, por tanto, reconciliaos con mi Hijo Jesús, reconciliaos entre vosotros.

Si no hay paz, la verdadera paz que pide mi Hijo Jesús, entre vosotros, en vuestras familias, ¿cómo podéis pretender que los grandes hombres se amen?.

Y ahora, mientras estáis en oración, yo doy el mensaje para los sacerdotes. Orad por la misión de mis queridos hijos, es dura, difícil, difícil especialmente en esta ciudad descristianizada. Orad por ellos.

Fabricio, ¿por qué no le das un beso a tu mamá?

(Nuestra Señora invita al hijo muerto a dar un beso a la madre presente)

Marisa - Virgencita, hoy tengo que marchar, ¿cómo lo hago para traducir todos estos mensajes?

Nuestra Señora - Invito a los sacerdotes a ayudar a Don Claudio, porque está solo para llevar adelante esta misión.

Ahora bendigo los objetos sagrados.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Recco (GE), 25 de abril de 1994 - hora 6:00 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Virgencita, yo querría encomendarte mucho a todas las personas que se han encomendado a mis oraciones. Te encomiendo a los enfermos, a los niños que sufren, a los ancianos, a los sacerdotes, a las hermanas y los videntes, lo necesitan. Yo soy una nada y me dirijo a ti, Virgencita, ayuda a todas las personas que piden algo, si es la voluntad de Dios.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia, es una gran alegría para mí veros aquí reunidos en oración.

No os preocupéis si alguno ha venido sólo por curiosidad, la curiosidad no ofende a mi Hijo Jesús. Tratad de poner en práctica todo lo que habéis oído, poco a poco, sin afanaros y dando a mi Hijo Jesús todo lo que podáis con amor, con humildad y con sencillez.

Amaos los unos a los otros, debéis amaros. Si no os amáis entre vosotros ¿cómo podéis decir que amáis a mi Hijo Jesús, que amáis a Dios?.

Sacad fuera los celos, sacad la envidia, no os hacen crecer en el camino espiritual; Dios tiene necesidad de almas limpias, hermosas, puras.

No debéis pisaros el uno al otro, cada uno camina hacia Dios como puede y si alguno puede ayudar al otro, que lo ayude con amor, con sencillez, con humildad.

Es gran alegría para mi estar aquí en medio de vosotros, mis queridos hijos, os amo uno a uno con el corazón de madre y querría llevaros a todos poco a poco a mi Hijo Jesús.

Si alguno no cree en la aparición no es pecado, no ofende a Dios, pero os ruego, como ya dije en otros mensajes, que respetéis el lugar, que respetéis a las personas: faltar al respeto, ofende a Dios.

Y ahora, hijos míos, vuestra Madre os bendice. Yo siempre estoy con vosotros cuando vosotros estáis con mi Hijo Jesús y vosotros estáis con mi Hijo Jesús cuando estáis en gracia. Ahora oremos todos juntos por la paz en vuestras familias, por la paz en el mundo entero.

Os bendigo a vosotros y a todos los objetos sagrados que tenéis.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Rapallo (GE), 26 de abril de 1994 - hora 6:00 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Virgencita mía, te encomiendo a todas las personas que se han encomendado a mis oraciones, las personas que sufren y que te aman tanto. Ayúdanos a ser buenos.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Yo deseo vuestra completa conversión. Reconciliaos con Dios, amad a vuestros hermanos, si no amáis a vuestros hermanos no podéis amar a mi Hijo Jesús. Mi Hijo Jesús os ama uno a uno, vosotros, ¿lo amáis verdaderamente?. Amaos los unos a los otros, amaso en familia, reconciliaos, amad a vuestros hijos y los hijos amen a los propios padres. Amad a los que sufren, amad a los que os hacen sufrir; amar a quién hace sufrir es muy difícil: Jesús ha amado a quien lo ha hecho sufrir; esto deseo también de vosotros. Yo estoy en medio de vosotros porque habéis invitado a mis queridos hijos a venir. Yo vengo de buen grado porque Dios me manda donde quiere, cuando quiere, como quiere, porque Dios es el que lo decide todo.

Leed la catequesis de Dios, allí está todo, todo lo que sirve a un alma para convertirse, para amar a mi Hijo Jesús y llegar a la santidad.

Con alegría bendigo a los presentes, a vuestros objetos, vuestras familias. Bendigo a los niños, a los enfermos y os invito a orar por la paz en el mundo.

Que cada uno de vosotros ore por el triunfo de la Eucaristía. Orad a fin de que llegue verdaderamente la conversión, la verdadera conversión.

Y ahora, mis queridos hijos, junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 30 de abril de 1994 - hora 6:00 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora a los jóvenes de la comunidad

Mis queridos hijitos, gracias por vuestra presencia, gracias por la jornada de hoy. Habéis hecho feliz el Corazón de mi Hijo Jesús. Deseo que una vez al mes os reunáis juntos para orar y para jugar, también jugando se puede estar cerca de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios espíritu Santo.

Me ves sonreír porque estoy contenta de veros aquí reunidos, querría que poco a poco se juntaran a vosotros otros jóvenes, pero vosotros debéis dar mucho ejemplo y mucho testimonio. Algunos de vosotros tienen sufrimientos, más o menos pequeños, pero hoy todos habéis hecho compañía a mi Hijo Jesús Eucaristía y por esto, hijitos míos, vuestra Madre está contenta.

Ahora doy mensajes personales con pequeños reclamos, porque quiero que sintáis siempre que os estoy cercana. Yo estoy siempre con vosotros, me repito todavía y no me cansaré nunca de repetirme, estoy siempre con vosotros, si vosotros estáis con mi Hijo Jesús.

Marisa - Quiero hacerte una pregunta: ¿cuándo estarán presentes 50-60 jóvenes, tu a cada uno le darás un mensaje? (La Virgen sonríe)

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, oremos juntos por la paz en el mundo, por el Papa, por vuestro sacerdote y por todas las personas que se han encomendado a vuestras oraciones.

Y ahora, mis queridos hijos, junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 1 de mayo de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Te encomiendo, Virgencita, a la congregación de San Cayetano y a todas las personas que durante esta semana se han encomendado a mis oraciones.

Nuestra Señora - Mi saludo va dirigido a los niños, a los queridos niños presentes. Mis queridos hijos, os invito a orar por el triunfo de la Eucaristía. Si no hay la verdadera conversión, el verdadero amor hacia mi Hijo Jesús no podéis celebrar el triunfo de la Eucaristía.

Yo tengo plena confianza en vosotros, queridos míos, tengo confianza de que os reconciliaréis con Dios y oraréis con amor para que la Eucaristía triunfe.

Todos los mensajes que Dios me da y que yo comunico a cada vidente hablan del triunfo de la Eucaristía. Debéis tratar de ser más humildes, más píos, más devotos y amar también a las personas que a veces os hacen sufrir. Antes que vosotros también yo he sufrido, ha sufrido mi esposo, pero sobretodo ha sufrido mi Hijo Jesús que ha muerto en cruz y ha resucitado.

Hoy mi mensaje está centrado sólo sobre el triunfo de la Eucaristía. Orad porque hacen misas negras y porque hay personas que se llevan la Hostia Consagrada y la pisotean. Orad, sufrid un poquito, aceptad aquellos pequeños sufrimientos que la vida de cada día os ofrece a cada uno de vosotros. Que el entusiasmo permanezca siempre en vuestros corazones, no sólo en este momento, sino siempre.

Si alguno cae, que enseguida se levante. Como cuando un niño cae, enseguida corréis a levantarlo, así también vosotros adultos, cuando ofendéis a Dios, enseguida corred a confesaros. Vivid en gracia, la gran oración del corazón es: vivir en gracia.

Hoy escribe solo el mensaje para los videntes.

Marisa - Como quieras… ¿Es posible que te hagamos sufrir tanto que hagamos sufrir tanto a tu Hijo Jesús?.

Te pido, Virgencita mía, que yo no ofenda nunca a Dios, que siempre sea fiel a Dios. Acepto que todo mi cuerpo sea martirizado, pero no quiero ofender a Dios.

Querría preguntarte: ¿cuándo haya acabado de escribir todos estos mensajes, qué debo hacer?

Nuestra Señora - Cuando Dios decida que los des, tu los darás.

Mis queridos hijos, os invito a orar por los videntes, por el Papa, por los sacerdotes, por las religiosas, por los enfermos, por los ancianos, por los niños que hacen felices al corazón de mi Hijo Jesús.

Una vez más os pido que oréis por el triunfo de la Eucaristía, orad porque se cometen muchos pecados graves contra la Eucaristía. Ahora os bendigo, a vuestras familias y a los objetos sagrados.

Gracias, hijitos míos, por vuestra presencia, alegraos y sed felices. Tratad de amaros el uno al otro.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 7 de mayo de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Virgencita mía, te encomiendo a todas las personas que se han encomendado a mis oraciones. Intercede ante Dios por la conversión de las almas y por la salud física. Ve delante de Dios, de tu Todo y pídele por nosotros las gracias. Cada uno de nosotros tiene algo que pedirte, también yo te pido ayuda para el sacerdote, ayúdalo tu, él solo no puede nada. Yo debo obedecer, debo pedirte cuanto el sacerdote me ha ordenado: hazme estar un poquito mejor.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Conozco todo lo que tenéis en vuestros corazones y os invito a orar, a llamar, a pedir a mi Hijo Jesús todo aquello que necesitáis. Yo, como madre, intercedo ante Dios por todos vosotros, uno a uno.

Dios pide a alguno mucho más y a otros menos, porque no todos pueden dar a Dios en la misma medida. Estoy segura que amáis a mi Hijo Jesús a pesar de las dificultades, los sufrimientos, las desilusiones, las amarguras. Del resto, ¿cuánto tiempo dura la vida sobre la tierra y cuánto la felicidad en el Paraíso?. Alguno piensa que Dios le ha mandado sufrimientos que parecen más grandes que él, no, Dios os ama, Dios os ha creado y quiere que os volváis santos.

Os invito a hacer conocer a la Madre de la Eucaristía, a orar hasta que triunfe la Eucaristía y a amar. ¡Qué dulce es la palabra amar, vosotros podéis amar si lo queréis, yo os ayudaré a amar.

Invito a las queridas religiosas a orar muchísimo por el sacerdote, ellas saben lo que quiere decir abrazar una gran misión. Mis queridos hijos decid una oración por el sacerdote que con tanto amor y sacrificio lleva adelante esta hermosa misión que los hombres quieren destruir.

Dios deja libres a los hombres, vosotros debéis querer el bien y depende de vosotros amar a Dios.

Yo he leído en vuestros corazones uno a uno, conozco vuestras dificultades, sufrimientos y preocupaciones, y, como madre, os ayudo. Debéis estar siempre en gracia, debéis estar siempre unidos a mi Hijo Jesús, si estáis con mi Hijo Jesús no debéis tener miedo.

Os invito una vez más a orar, hasta que triunfe la Eucaristía. Mis queridos hijos, orad junto a mi, a Dios Padre para que os ayude a todos, según Su voluntad.

Bendigo vuestros objetos, os bendigo a vosotros, bendigo a los niños, a los ancianos, a los enfermos. Gracias, mis queridos hijos, por vuestra presencia.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 8 de mayo de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Como siempre, Virgencita mía, tengo tantas personas que encomendarte: personas que sufren en el espíritu, que tienen sufrimientos morales, sufrimientos físicos. Tu ve delante de Dios e intercede por ellos. Nosotros estamos dispuestos a hacer la voluntad de Dios, aunque a veces es muy dura. Bendícenos a todos nosotros, Virgencita mía, bendice a todas las personas enfermas, a los niños tan queridos al corazón de tu Hijo.

Nosotros te amamos, eres nuestra Madre y por nuestro bien continúa ayudándonos y guiándonos. Soy una pequeña criatura, pero quiero desearte, en nombre de todos, los mejores deseos para la fiesta de la Madre, porque tu eres la gran Madre de todos.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia, estoy aquí en medio de vosotros con mucha alegría. Que esta venida vuestra aquí lleve frutos espirituales y no solamente la alegría del momento. Volviendo de regreso a vuestras casas debéis continuar teniendo esta alegría en vuestro corazón y la alegría está si estáis en gracia de Dios, si estáis unidos a mi Hijo Jesús.

Yo, como Madre, felicito a todas las madres, también a las madres espirituales.

Vosotros, hijos, sois lo más precioso para vuestras madres, llevadle una flor a vuestra madre.

Mis queridos hijos, yo estoy con vosotros cuando vosotros estáis con mi Hijo Jesús. No habéis comprendido todavía qué grande es mi amor por vosotros.

Os invito a orar por todas las personas que se han encomendado a vuestras oraciones. Orad por vuestro sacerdote para que Dios Padre le de la fuerza de aceptar todo lo que los hombres, que no aman a mi Hijo Jesús, tratan de decir y de hacer para derrotarlo, porque -así piensan- después cae todo. Vosotros estáis con Dios y Dios no permitirá esto.

"Que se haga la voluntad de Dios" repetid con el corazón y como ya he dicho otras veces cuando estéis en dificultades alzad los ojos al cielo y gritad: Padre nuestro… Bendigo vuestros objetos, bendigo esta estatua; el que ore con amor a mi Hijo Jesús delante de esta estatua recibirá gracias particulares.

Marisa - Ven, ven aquí abajo, a mi lado. Te enseño una cosa: ves esta "M", no es la inicial de María, pero si de Marisa.

(Marisa enseña a Nuestra Señora la inicial del propio nombre que le ha sido reglada)

Tu sabes cuantas fotos y cuantas cartitas hay aquí dentro, todos quieren tu ayuda, intercede ante Dios por cada uno de ellos, todos tienen necesidad de amor y de paz.

Ayúdanos a ser buenos, a amarte, a fin de que todos nosotros podamos gozar de Dios para siempre.

Los digo entre tu y yo, llévame pronto, estoy cansada. Ven en mi ayuda.

Nuestra Señora - Oremos juntos, mis queridos hijos, por la paz en el mundo, por la paz en vuestros corazones, por la paz en vuestras familias. Oremos por todos los niños (se oye una vocecilla). La niña me ha respondido. Y ahora junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 13 de mayo de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Jesús y de Nuestra Señora

Marisa - Jesús, yo no soy digna que vengas por mi.. ¡Cuánta gente! ¿Toda esa gente ha venido para felicitarme a mi, pequeña criatura?

Jesús, ya que has venido, me animo y te pido que ayudes a todas las personas que se han encomendado a mis oraciones; ayúdanos, lo necesitamos tanto.

Jesús - Mis queridos hijos, soy vuestro Jesús y vengo para bendeciros a todos. Os invito a orar, no esperéis los tiempos verdaderamente duros para orar, empezad ahora, orad por el mundo entero, y como mi Madre ha dicho, orad por vuestra Italia. Y ahora, ven arriba con nosotros.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, vuestra Madre está contenta por vuestra presencia. Habéis conseguido poner contento también a mi Hijo Jesús, que hoy ha venido por ésta vuestra hermana y os ha bendecido a todos. Este es un día especial, yo he venido para estar con esta hija mía que se ha dado toda a sí misma a mi Hijo Jesús. Os invito, mis queridos hijos, a orar por todos los sacerdotes, pero antes de nada orad por vuestro Papa, por mi Papa.

Orad por la conversión de los pecadores. No tengáis miedo de los no creyentes, los que no se convierten verdaderamente hasta el fondo son precisamente los que dicen que creen, que aman y después cuando se presenta un pequeño sufrimiento, se retiran, inculpando a Dios, a mi y vuestro Todo. Estoy en medio de vosotros con muchas alegría.

Y ahora, mis queridos hijos, oremos todos juntos por mis, por vuestras intenciones.

Animo, hijos míos, haced que triunfe la Eucaristía, que triunfe siempre. Amad a mi Hijo Jesús.

Y ahora, junto a los sacerdotes, os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 15 de mayo de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, es con gran alegría que os veo aquí reunidos en torno a vuestra hermana. Os invito a orar por ella, porque mi Hijo Jesús tiene sobre ella designios muy grandes y fuertes, pero deberá sufrir mucho y vosotros debéis ayudarla con vuestra oración. Yo, vuestra Madre, os invito a orar por la paz y vosotros diréis que repito siempre que oréis por la paz: para llegar a la paz del corazón se requiere la verdadera conversión. Acercaos al Sacramento de la Santa Confesión y después recibid a mi Hijo Jesús en vuestro corazón, el corazón debe ser hermoso, limpio, casto.

Os invito a orar por todos los sacerdotes, por las religiosas, por los videntes, los videntes tienen mucha necesidad de oración y de ayuda por parte de los propios hermanos.

Es fiesta grande, porque mi Hijo Jesús ha subido al Padre.

Marisa - ¡Cuánta gente hay en torno a Jesús!. Yo querría orar como ora mi Madre, Tu Madre, Jesús, mi dulce Maestro…

Nuestra Señora - Y ahora, mis queridos hijos, todos juntos recitemos: Padre nuestro… Os invito a orar en silencio a mi Hijo Jesús y tú, mi querida hijita, escribe el mensaje para los sacerdotes, para los videntes, para las hermanas.

Marisa - ¿Debo escribir todo esto?. Haz cortos los mensajes. ¿Te acuerdas que esta mano me hace mucho daño?. ¿Me dirás tú cuando debo comunicarlos?

Nuestra Señora - Escribe en silencio… (Nuestra Señora dicta los mensajes). Mis queridos hijos, os invito a la oración, a la conversión, y si podéis, al ayuno. Si no podéis ayunar a pan y agua, haced algún pequeño florilegio o sacrificio.

Tratad de poner a Dios en el primer lugar. ¿Por qué ponéis siempre a mi Hijo Jesús siempre después de todo?

Los tiempos se avecinan y la purificación ha comenzado hace años. Convertíos todos y ayudad al prójimo a amar a mi Hijo Jesús.

Ahora, como Madre, siento el deber de hacer un pequeño reclamo. Si alguno no cree en la aparición no es pecado, no ofende a ninguno, pero os invito a no faltar a la caridad, a respetar al prójimo, a respetar el lugar donde os encontráis. La aparición no es un dogma de fe. Yo vengo para ayudaros a amar a mi Hijo Jesús, podría aparecer en cada momento, en cada rincón de la tierra, pero si el hombre no se convierte es todo inútil.

Yo os amo, uno a uno y deseo llevaros a mi Hijo Jesús. Animo, vuestra Madre está siempre con vosotros y os ayuda a caminar hacia la santidad. Felicidades a ti, hijita mía, te has dado toda a mi Hijo Jesús. Gracias.

Marisa - Tu me dices gracias a mí, yo te digo gracias a ti.

Nuestra Señora - Ahora oremos todos juntos por la paz en vuestros corazones, por la paz en vuestras familias, por la paz en el mundo, por las personas que se han encomendado a vuestras oraciones, por los enfermos, por los niños, por los ancianos. Verdaderamente hay tanto que orar por el prójimo.

Y ahora, junto a los sacerdotes, os bendigo a vosotros, uno a uno, bendigo vuestros objetos os cubro a todos con mi manto maternal.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 22 de mayo de 1994 - hora 10:30 a.m.

Pentecostés

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, os invito a hacer silencio en vuestros corazones, para que el Espíritu Santo entre en cada uno de vosotros.

Disponeos a acogerlo en pleno recogimiento y silencio, no os preocupéis de todo lo que os circunda.

Marisa - ¿Puedo hablar?. Te quiero encomendar a todas las personas que tienen necesidad de ayuda, a fin de que intercedas ante Dios por la curación del alma y del cuerpo. Si es voluntad de Dios que continúe el sufrimiento, da a estas criaturas, incluida yo, mucha fuerza, la fuerza de aceptar, la fuerza de amar a Dios, a ti, a los hombres.

Te enseño un cosa hermosa. Este es el primer volumen de tu vida, si hay algo que corregir, después nos lo dices. Quiero que lo veas, aunque ya lo hayas visto. Mira, este volumen habla de ti y de Jesús, de tu vida y de la vida privada de Jesús.

Nuestra Señora - Ahora esta vida la darás a don Guido, a él la tarea de volverla a ver. Quiero que dos de mis sacerdotes tomen parte en esta vida. Tu don Claudio, estás ya dentro.

Marisa - ¿Puedes bendecirlo?. Gracias.

Nuestra Señora - El Espíritu Santo descienda sobre cada uno de vosotros; mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Estoy muy conmovida. Saludo a los niños, los enfermos, los ancianos. Invito principalmente a mis queridos sacerdotes, las hermanas y videntes que hagan verdaderamente la voluntad de Dios. En cada aparición hablo del triunfo de la Eucaristía, la Eucaristía triunfará. A todos los videntes hablo del triunfo de la Eucaristía, pero no encuentro escrito en ninguna parte el anuncio de este triunfo.

La Eucaristía, mi Hijo Jesús, triunfará; a ti gracias por tu continua inmolación.

Marisa - Dame mucha fuerza para aceptarlo todo.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, os invito a orar al Espíritu Santo para que descienda sobre cada uno de vosotros, os fortifique, os dé coraje, os dé fuerza. Dad testimonio a las personas que no creen que vosotros sois los verdaderos cristianos. No tengáis miedo de hacer conocer a mi Hijo Jesús, de hablar del triunfo de la Eucaristía. Yo soy vuestra Madre, os ayudo, os protejo, estoy siempre con vosotros, pero vosotros debéis vivir en gracia. Si hay criaturas que puedan ayudar al sacerdote, que lo ayuden, que no esperen que sea él el que lo pida.

Mi bendición va sobretodo a los enfermos, a los presentes, a los que están en casa o en los hospitales.

Invito a todos a orar, a orar por Italia, orad por vuestra Italia, tiene verdaderamente necesidad.

Mis queridos hijos, bendigo vuestros objetos, bendigo a los niños, a los enfermos, a todas las personas que tienen necesidad.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 24 de mayo de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Han venido Nuestra Señora y San Juan Bosco, oran. Querida Virgencita, como siempre, te encomiendo a todas las personas que se han encomendado a mis oraciones. Todos tienen necesidad de tu ayuda porque eres la Madre de todos. Muchas criaturas sufren en silencio y te aman mucho; intercede ante Dios por cada una de ella, ayuda al sacerdote y haz de mi lo que quieras.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Como madre, os invito a orar siempre, durante el trabajo y durante las diferentes acciones de la jornada. Orad a mi Hijo Jesús, orad por el triunfo de la Eucaristía. Habrá mucha discordia por este triunfo. Amar a la Eucaristía es algo maravilloso, grande, pero no todas las criaturas sienten esta necesidad. Yo hoy estoy aquí con vosotros para orar con vosotros, para orar según mis intenciones, según vuestras intenciones: todos juntos vamos a Dios Padre a suplicarle para que os ayude.

¿Qué puede decir una madre?. Orad, hijos míos, orad mucho. Mis queridos hijos, me han dado muchos títulos, todos hermosos, todos maravillosos, pero el título más grande, más hermoso que lo abraza todo es "Madre de la Eucaristía". Yo estoy siempre con vosotros, pero debéis vivir siempre en gracia, impedir al demonio que entre dentro de vosotros, no dejéis rendijas, tener bien cerrado vuestro corazón al demonio y hospedar sólo a mi Hijo Jesús.

Hoy he venido para orar con vosotros, no daré mensajes, el mensaje más hermoso es aquel de amar a mi Hijo Jesús, que os améis recíprocamente. Amaos, hijitos míos, amaos el uno al otro. No corráis donde se está sentado sólo para hablar del más y del menos, sino reuniros para orar todos juntos, formad una cadena de oración y llevadla a mi Hijo Jesús.

Por tanto, oración, confesión, conversión, ayuno, incluso si el ayuno da temor (una niña emite unos sonidos). Oid como una pequeña criatura canta las alabanzas a Dios y esto le gusta a Dios. Cantad, ensalzad a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo. Junto al sacerdote os bendigo, bendigo vuestros objetos, bendigo la estatua de la Madre de la Eucaristía y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Marisa - ¿Puedo saludar a don Bosco?. Adiós. Se ha ido, ya no está. Se han ido todos.

Roma, 29 de mayo de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Cada vez que venís deseo daros las gracias y vosotros agradeced cada día a Dios por las gracias que os concede.

Yo soy la Madre de la Eucaristía y os invito a todos a orar por el triunfo de la Eucaristía. Mis queridos hijos, creeedme, las hostias consagradas continúan siendo maltratadas.

Os invito a orar, a fin de que el hombre llegue a la verdadera conversión. Los que más me hacen sufrir son los que se llaman cristianos, los que dicen que creen, pero no actúan como Dios ha enseñado.

Para seguir a Dios se requiere mucha humildad, paciencia, amor hacia el prójimo, amor hacia mi Hijo Jesús; echad el orgullo, echad la soberbia.

Yo vendré siempre, mientras que ésta, vuestra hermana, esté con vida y cada vez diré siempre las mismas cosas, como hace una madre con el niño para corregirlo.

Os he dicho muchas veces que creer en la aparición no es un dogma de fe, pero puedo aseguraros que Dios da siempre en cada aparición gracias particulares, gracias que están conformes siempre con la divina voluntad.

Si no creéis en la aparición no ofendéis a mi Hijo Jesús. Estas apariciones mías pueden llevaros a amar a mi Hijo Jesús, a recibir a Jesús en vuestro corazón, pero antes que nada, debéis convertiros, confesaros y vivir en gracia.

Habéis venido para obtener gracias espirituales y gracias materiales, mi Hijo Jesús ha escuchado ya lo que habéis dicho o tenéis en vuestro corazón. Mis queridos hijos, mientras dicto a Marisa os invito a orar por el triunfo de la Eucaristía, por vuestra conversión, por la conversión de vuestros familiares, por la conversión de vuestros amigos; todos tenéis necesidad de la verdadera conversión: sacerdotes, religiosas, videntes y laicos. Orad y pedid a mi Hijo Jesús aquello de lo que tenéis necesidad. Tu, hijita mía, escribe.

(Nuestra Señora dicta a Marisa mensajes personales)

Ahora oremos todos juntos por la paz en el mundo, no digo más, vosotros sabéis mis intenciones.

Mis queridos hijos, una vez más, gracias por vuestra presencia.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 31 de mayo de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Jesús y de Nuestra Señora

Marisa - He aquí porque te has arrodillado: llega tu Hijo Jesús. Qué hermoso, todo está en fiesta, están los ángeles.

Hola, Jesús, ¡qué hermoso eres!. Jesús, dulce Maestro Te amo… (todos recitan la oración).

Jesús - Yo soy vuestro Jesús y he venido para clausurar este mes de mayo tan pobre, tan triste.

Nuestra Señora - Sea alabado Jesucristo, hijos míos. La paz esté siempre con vosotros. Deseo que améis verdaderamente a mi Hijo Jesús.

Marisa - Nosotros amamos a tu Hijo Jesús, tratamos de hacerlo todo con amor.

Nuestra Señora - Mi Hijo Jesús está muy triste, porque no se ora mucho, según las intenciones de Dios. Jesús ha venido aquí entre vosotros y os mira uno a uno, os ama uno a uno, pero su corazón está triste, porque no se ora, no se ora mucho.

Mis queridos hijos, ésta es una clausura muy débil del mes de mayo. Jesús os mira, escruta vuestros corazones. Os ama, pero ¿vosotros amáis verdaderamente a mi Hijo Jesús?.

Yo, vuestra Madre, no acostumbro a hablar cuando está Jesús, pero hoy Él desea que sea yo quien hable. Mientras haya dentro de algunos de vosotros los celos, la envidia, la soberbia, el orgullo, mientras haya dentro este criticar continuamente para perjudicar a las criaturas que Dios ama, que yo amo, aquellas pobres criaturas que tienen un gran sufrimiento sobre sus espaldas, vosotros no amáis a Dios.

Es un reclamo duro, dirigido a vosotros, porque os amo. Yo diré a mi Hijo Jesús que tenga todavía un poco de paciencia en lo que concierne a vosotros; debéis crecer todavía. Si alguno de vosotros ha caminado espiritualmente, no lo hostiguéis, no sufráis de celos, sino que debéis caminar con él, porque con esta criatura camina mi Hijo Jesús.

Echad fuera los celos, fuera la soberbia, fuera el orgullo, porque sin apercibiros, llegáis a difamar, a calumniar, a inventar cosas que no existen contra las criaturas que Dios ha elegido, ellos tratan, en todo, de amaros, de ayudaros.

A vosotros os pido que ayudéis a estos hijos míos queridos. Amaos, amaos todos, pequeños y grandes. No hay edad para amar, el amor es una cosa grande, inmensa, amaos.

Marisa - Sonríe un poquito, Virgencita.

Nuestra Señora - Os doy una tarea, mis queridos hijos. Llevad vuestro testimonio a las hermanas, invitadlas a venir el día 19, domingo, a las 4 de la tarde,

Todo ha sido hecho a posta para ellas, para favorecerlas, para que sean más libres. Aquel día estará también mi Hijo Jesús. Os lo repito: en cada aparición se conceden gracias particulares; gracias espirituales y gracias materiales.

¿Puedo contar con vosotros, puedo esperar que verdaderamente trataréis de amaros, como mi Hijo Jesús os ama?.

Marisa - Si, ya sabes que lo acepto todo, debes darme sólo un poco de fuerza para aceptarlo todo, porque es duro, muy duro.

Nuestra Señora - Bendigo a los niños, a los enfermos y todas las personas que se han encomendado a mi intercesión y a mis oraciones. Orad mucho a mi Hijo Jesús por la paz.

Ahora todos juntos, oremos por el Santo Padre, oremos por mi y vuestro Papa. Orad, hijos míos. Padre nuestro que estás en el cielo… (golpe de lanza)

Marisa - Jesús, dame la fuerza, es demasiado doloroso.

Nuestra Señora - Que el sacerdote invite a orar por el Papa.

Marisa - Sí, estoy mejor. Ha perforado sólo una parte.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, junto al sacerdote, os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 4 de junio de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Empiezo yo. Nosotros hemos obedecido, ahora te toca ti ayudarnos. Nosotros te amamos mucho.

Hoy tengo muchas cosas que decirte, pero tu ya has leído en mi corazón todo lo que quiero pedirte.

A veces me pregunto: ¿Es tan difícil caminar por el camino que lleva hacia tu Hijo Jesús, que nos lleva a la santidad?. Nosotros continuaremos adelante, a pesar de todo, porque amamos a tu Hijo Jesús inmensamente. Están todas esas personas que continúan pidiendo tu ayuda, ve donde Dios a pedirle las gracias que necesitan. Ayúdanos también a nosotros, os amamos mucho y tratamos de llevaros las almas, como tu Hijo Jesús y tú deseáis.

Vosotros nos habéis elegido, está en vuestras manos ayudarnos a volvernos santos. Estos dos hijos tuyos se unen en matrimonio… (Marisa enseña la participación de boda)

Nuestra Señora - Bendigo a mis queridos hijos. Que afronten este paso en gracia y vivan en gracia. Cuando dos personas se aman verdaderamente y viven en gracia unidos a mi Hijo Jesús, aunque haya dificultades, su vida conyugal va adelante lo mismo sin interrumpirse. Os cubro con mi manto.

Ahora escribe, hijita mía, porque lo que he de decirte es muy grande y vosotros, mis queridos hijos, entre tanto orad para obtener todas las gracias de las que tenéis necesidad. Orad por vuestra Italia, orad por la conversión de los sacerdotes, de las religiosas y de los videntes.

Esta tarde os invito, porque mi Hijo lo desea, a recitar otro Rosario, según las intenciones de vuestro sacerdote. Gracias. (Nuestra Señora dicta un mensaje que debe permanecer secreto. Es conocido sólo por el sacerdote).

Marisa - Tu nos debes ayudar a aceptarlo todo, para la gloria de Dios y por la salvación de las almas. ¿No es verdad que nos ayudarás, que serás siempre nuestra Madre?. Gracias. ¿Debo escribir todos los nombres?

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, es la primera vez que en el primer sábado del mes doy mensajes particulares, vosotros continuad orando porque el mundo va hacia atrás por la maldad, por la soberbia, por los celos; parecen pequeñas cosas, pero tienen consecuencias muy graves. (Nuestra Señora dicta mensajes personales).

Marisa - ¿Qué debo hacer?

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, os invito a estar unidos a vuestro sacerdote. Orad a mi Hijo Jesús, a fin de que ilumine a los grandes, los poderosos, a comprender que sin el amor de Dios no se hace nada y se destruyen las almas. Yo estoy siempre con vosotros, os espero mañana para estar una vez más con vosotros, para orar con vosotros de nuevo.

Gracias, mis queridos hijos, por vuestra presencia. Junto a mi y vuestro sacerdote os bendigo.

Animo, mi querido sacerdote predilecto. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 5 de junio de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia, hoy es fiesta grande, es la fiesta del Cuerpo y de la Sangre de mi Hijo Jesús.

Os invito a orar a hacer la Santa Comunión en gracia de Dios, a recibir con el corazón limpio y puro a mi hijo Jesús.

Os invito a orar mucho porque el demonio está tratando de infiltrarse para destruir esta obra que Dios ha querido.

Dios me ha mandado aquí, a este oasis de paz, donde sólo hay paz, oración, amor, no hay cosas espectaculares, si alguno viene para ver cosas espectaculares, se engaña, aquí sólo se viene para orar, amar a Dios, al prójimo, a los enfermos, a los niños, a los ancianos. Yo soy vuestra Madre, soy la Madre de la Eucaristía, por esto hoy os invito a festejarlo conmigo y a acoger con la gracia dentro de vosotros a mi Hijo Jesús.

Os ruego que en la fiesta del Sagrado Corazón, hagáis hora de adoración a mi Hijo Jesús Eucaristía por la paz en vuestro corazón, por la paz en Italia, por la paz en el mundo.

El sábado yo vendré y estaré de nuevo con vosotros para orar; os amo, hijitos míos, os amo uno a uno.

Los sufrimientos no faltan; en un mensaje que Dios me dio, dije a mis queridos hijitos: "El sufrimiento os consumirá", pero esto no os debe frenar, hijitos míos. Sed solidarios con el sacerdote, orad por el sacerdote, amad al sacerdote, porque él verdaderamente os ama, él pone en práctica todo lo que Dios ha dicho en sus mensajes. Releed poco a poco los mensajes de Dios, la catequesis de Dios, que el hombre quiere destruir, pero la Obra de Dios irá adelante, a pesar de todo y de todos. Os invito a orar por estas personas que no aman, que buscan sólo su gloria y no la gloria de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sé, hijita mía querida, que me quieres encomendar a todas las personas que se han encomendado a tus oraciones, los enfermos, las familias desunidas, los ancianos, los niños solos. Yo intercedo ante Dios por todos y me acuerdo de todos porque os tengo en mi corazón a cada uno de vosotros. Si alguno de vosotros recibe gracias particulares o nota algo extraordinario no habléis entre vosotros, escribidlos y decidlo al sacerdote.

Aquí se viene para orar, para orar por esta zona árida, para orar por los sacerdotes, para orar por las religiosas.

Os invito a orar por mi y vuestro Papa, por vuestro pequeño sacerdote. Y ahora os bendigo a vosotros y a vuestros objetos, bendigo todo aquello que os pueda servir. Creced en la santidad.

Mis queridos hijos, os espero el viernes para la Adoración Eucarística. El sábado habrá la aparición, porque Dios Padre lo ha decidido así.

Y ahora junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 11 de junio de 1994 - hora 5:30 p.m.

Corazón Inmaculado de María

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Os invito una vez más a orar por el triunfo de la Eucaristía. Orad por vuestra conversión, cuando estáis con mi Hijo Jesús, todo es hermoso, todo es suave. Os invito a orar por la paz en la Iglesia, por el Papa, por los sacerdotes. Yo estoy siempre con vosotros, pero vosotros debéis poner en práctica todo lo que Dios ha dicho en los mensajes; es una catequesis hermosa y profunda.

Amad a mi Hijo, amaos entre vosotros y, esto es más difícil, amad y perdonad a los que os hacen sufrir. Sed astutos como serpientes, sencillos como palomas.

Hoy mi Corazón Inmaculado está consolado por mis hijos que sacrifican su vida por mi Hijo Jesús.

Marisa - Te encomiendo, como siempre, a las personas que se dirigen a mi y me han dicho: "Pídele a Nuestra Señora las gracias para nosotros". Yo te pido que vayas a Dios y que ayudes a estas personas, ayúdanos también a nosotros, somos pequeños, muy pequeños, pero estamos contigo y con Jesús.

Nuestra Señora - Oremos juntos por la Iglesia, por la paz en la Iglesia. Mi querido sacerdote predilecto, ora en voz alta. Tu estás en la verdad, tu estás en la verdad, tu estás en la verdad.

Mis queridos hijos, junto al sacerdote os bendigo, bendigo vuestros objetos. Os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 12 de junio de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Jesús

Marisa - Jesús, cuando vienes Tú, yo me siento tan indigna. Delante de Ti, incluso la Virgencita se arrodilla.

Jesús - Mis queridos hijos, vuestro Jesús viene para deciros que llaméis. Pedid, rogad, y si Dios Padre quiere, obtendréis aquellas gracias que necesitáis.

Hoy he venido porque quiero mostraros mi gran amor por cada uno de vosotros. No tengo mucho que deciros, porque Mi Madre ya os ha hablado muchas veces.

Os invito a orar por la paz en la Iglesia, orad por el Papa, por los sacerdotes, por los enfermos, por los niños; si queréis, tenéis tanto, tanto por lo que orar. Es con inmensa alegría que estoy aquí con vosotros.

No debéis asustaros; cada aparición es rebatida y éstas son las más difíciles, porque ocurren en Roma. Vosotros debéis ser solidarios con Mi Madre, conMigo, con las almas que yo he elegido para esta venida nuestra sobre la tierra. No debéis asustaros, la Iglesia seguirá adelante. La vida terrena es como vosotros la veis, dura, difícil, llena de sufrimientos, pero vosotros, si vivís en gracia, conseguiréis superar toda dificultad. Yo, vuestro Jesús, os invito a orar por estas apariciones que son las más importantes y las más difíciles. Mis queridos hijos, orad por todos los sacerdotes, del gran sacerdote: el Papa, al más pequeño sacerdote.

Nuestra Señora - Ahora, mis queridos hijos, oremos todos juntos por la paz en la Iglesia. Junto al sacerdote os bendigo. Y yo, vuestra Madre, os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 19 de junio de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia y vuestra solidaridad con el sacerdote. Os invito a orar muchísimo, me repito siempre: orad muchísimo.

Nadie puede prohibir a Dios que me haga descender sobre la tierra cuando Él quiere, cuando Él decide, y yo voy cuando Dios Padre me manda en cualquier momento y a cualquier lugar pequeño o grande. Os dije que no vengo aquí para cosas espectaculares, vengo aquí porque os amo, porque mi Hijo Jesús os ama. Vengo para bendeciros, para ayudaros a todos. Cuando Dios me dice: "María, ve a aquel lugar porque aquel lugar tiene que volverse santo", yo vengo con sencillez, con humildad, con la sencillez y la humildad que, sacerdotes, hermanas y videntes, todavía no son capaces de tener. Es tan hermoso ser humildes, sencillos, es tan hermoso vivir en gracia de Dios. Yo he traído numerosas gracias a este lugar santo; atención no hablo de milagros, hablo de gracias, también grandes: gracias de conversiones y gracias físicas.

Mis queridos hijos, es tan hermoso ser dóciles, humildes, es tan hermoso amar al prójimo y amaros el uno al otro.

Yo estoy aquí con vosotros y no me cansaré nunca de repetirlo: estoy aquí porque Dios ha elegido este lugar pequeño y Dios sabe el porque. No debéis asustaros, las apariciones han sido siempre combatidas, las apariciones son un gran don de Dios, pero no todos pueden comprenderlo.

Venid a la aparición, ved, escuchad, observad, después sacad las conclusiones. Hijitos míos, el hombre puede combatir al hombre, pero no a Dios. Acordaos de los ángeles rebeldes, sólo por orgullo, sólo por querer ser más grandes que Dios, han caído abajo, muy abajo.

Os invito a orar por estos hijos míos, a ser solidarios con ellos con la oración y con el sacrificio.

Don Claudio puede hacer todo lo que siente porque Dios habla a su corazón. Mis queridos hijos, os invito a orar por el Santo Padre, por la paz en la Iglesia, por todos los sacerdotes. Os invito a orar por la familia, aquella familia que vuestro sacerdote, con tanto amor, ha reunido. Alguno se ha alejado, pero se ha alejado sólo un miembro de la pareja, no la pareja. Vosotros que sois madres, padres, hijos, orad por toda la familia. Dios os ha enseñado que cuando estáis decaídos, cuando parece que todo se derrumba en torno a vosotros, alcéis los ojos al cielo y gritéis juntos: Padre nuestro… Repetid: "Dios te amo, Dios te amo, Dios te amo". Gracias.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Marisa - Se va. Adiós. (Nuestra Señora ha dictado varios mensajes para las hermana que aún son secretos)

Roma, 19 de junio de 1994 - hora 4:30 p.m.

Mensaje extraordinario de Jesús a las hermanas

Marisa - Jesús… Jesús… Jesús…

Jesús - Mis queridas esposas, yo soy vuestro Jesús y he venido para estar con vosotras y orar con vosotras. Poned en práctica lo que ha dicho mi sacerdote.

Cuando la superiora tienen algo que decir o hace reclamos, es ella la primera que sufre, sufre cuando debe llamar la atención a una hermana, vosotras aceptad con amor y ofrecedlo todo por la paz del mundo, por la paz en la Iglesia, por el Papa, por los niños que mueren, por los ancianos, por cada una de vosotras, para que ninguna de vosotras tenga sufrimientos y preocupaciones. Orad, mis queridas esposas dilectas, y continuad adelante. Cada una, no miréis sólo el propio huertecillo, no, todas las hermanas debéis dar buen ejemplo a los laicos, debéis amaros verdaderamente, que los laicos vean que os amáis verdaderamente.

Cuando encontráis tareas que no son fáciles, a veces, incluso difíciles, alzad los ojos y mirad la Cruz. Yo estoy en Cruz, pero no quiero llevaros a la Cruz conmigo, quiero llevaros a gozar del Paraíso conmigo.

Vuestro Paraíso está ya sobre la tierra, cuando vengo a vuestro corazón, si vuestro corazón está puro, limpio, si está en gracia.

Es mi gran alegría veros aquí reunidas en oración, veros reunidas para esperar y orar a Mi Madre. Ella os ha dado un horario para facilitaros a todas el poder venir, pero algunas se han comportado como los invitados a las bodas: han encontrado excusas para no venir, pero a vosotras, mis hijas dilectas, gracias porque estáis aquí, gracias porque dais una gran alegría a Mi Corazón. Si alguna ha venido por curiosidad, sólo para ver, no importa, no ofende a Dios, no Me ofende a Mí, no ofende a Mi Madre. Respetad el lugar, respetad a las personas, y, si os gusta, en vuestra casa organizad un encuentro con el sacerdote y habrá de nuevo una aparición para todas.

Yo estoy aquí en medio de vosotras, para alegrarme con vosotras, para orar con vosotras, para orar por la superiora; su tarea es más difícil que la de una simple hermana. No creáis que para ella es todo fácil, no, es más difícil, cuando vuestra superiora habla con amor, con caridad, aceptad lo que dice y si no tenéis la fuerza de aceptarlo, no critiquéis y amad y orad, orad por vuestra hermana.

Orad por vuestra familia y mirad entorno, hay tanto, tanto por lo que orar.

Cuando parece que todo se derrumba, cuando la tempestad continúa furiosa contra vosotras, alzad los ojos al cielo y gritad con alegría en vuestro corazón: Padre nuestro… Gritad en vuestro corazón: "Dios te amo, Dios te amo, Dios te amo".

La pobreza, la castidad y la obediencia son virtudes bellísimas, debéis vivirlas con alegría. Aquí está Mi Madre, que con alegría abre su manto y os cubre una a una.

Junto al sacerdote os bendigo y os beso a todas, una a una, mis queridísimas esposas.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Espíritu Santo y de Mi, Dios Hijo. Sea alabado Jesucristo.

Marisa - Se ha ido. Se ha ido. Se han ido todos. Todos se han ido.

Roma, 26 de junio de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Virgencita, tu conoces el contenido de esta carta, dinos que debemos hacer.

Nuestra Señora - Debéis hacer lo que sintáis en vuestro corazón. Continuad adelante, aunque os parezca que todo se derrumba en torno a vosotros.

Marisa - Virgencita mía, aquí están presentes muchas personas que se han encomendado a ti y todos te piden que intercedas ante Dios para la curación espiritual o para la curación física. Te las encomiendo a ti, que se haga siempre la voluntad de Dios.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia, gracias por el sacrificio que habéis hecho para llegar hasta aquí, a este lugar que Dios ha elegido.

Cada peregrinación comporta sacrificios, ofrecedlos a Dios y Dios os dará aquellas gracias particulares de las que tengáis necesidad, siempre que estén conformes a su voluntad.

Yo os amo uno a uno, os miro y leo en vuestros corazones. Atención: durante las peregrinaciones se pueden verificar pequeñas contrariedades; no dejéis que se haga vacío interior y entre el demonio dentro de vosotros. Coronad este sacrificio con mucho amor hacia mi Hijo Jesús. Amad a mi Hijo Jesús, incluso a través del sufrimiento y los sacrificios porque Él os ama uno a uno. Es una gran alegría para mi el veros aquí reunidos, será para mi una alegría más grande si participáis con amor en la Santa Misa y hacéis la Santa Comunión. Recordad que debéis estar en gracia, vivir en gracia. Yo, vuestra madre, os ayudaré si os dejáis ayudar, os ayudaré a amar a mi Hijo Jesús.

Marisa - Ahora escribo los mensajes personales. No nos dejes solos para afrontar esta dura batalla, el círculo entorno a nosotros se estrecha; nosotros amamos, queremos amar siempre a tu Hijo Jesús.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, si alguno de vosotros está cansado, que se levante y se ponga de pie con sencillez y ore.

Marisa - Te preocupas de todo y de todos.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, en las peregrinaciones se crean dificultades, nacen incomprensiones. Dios no se ofende por esto, es humano que sucedan estas cosas; reprendeos, continuad adelante y amad. Amad al hermano, al hermano que está alejado, el hermano que tiene más necesidad, amad a todos los que os hacen sufrir.

Os invito a orar a fin de que la Eucaristía triunfe, a fin de que las misas negras desaparezcan.

Orad por la paz en la Iglesia, por los sacerdotes por las religiosas, por los videntes, tienen necesidad. Orad, que yo oro con vosotros.

Y ahora, mis queridos hijos, junto al sacerdote os bendigo y a vuestros objetos. Id en la paz de Dios padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 29 de junio de 1994 - hora 10:30 a.m.

Fiesta de San Pedro y San Pablo

Mensaje extraordinario de Nuestra Señora

Hijitos míos queridísimos, he venido para daros mi beso, mi abrazo y para animaros a continuar adelante en medio de esta gran tempestad. Yo os digo: Dios, Jesús, el Espíritu Santo, triunfarán.

S. Pedro y S. Pablo - ¡Jesús triunfará, Jesús triunfará!

Nuestra Señora - Yo triunfaré. La Eucaristía, en vez de ser sacramento de amor, de encuentro entre Dios y el hombre, da miedo al hombre, da miedo al que consagra, pero la Eucaristía triunfará, la Madre de la Eucaristía triunfará, vuestra dura batalla triunfará.

Hijitos míos, primero siempre hay el jardín de Getsemaní, pero yo estaré siempre con vosotros, os acompañaré paso a paso, os ayudaré siempre; él, el demonio, no podrá triunfar en vosotros. ¿Qué decirte a ti, mi querido sacerdote predilecto? Eres nuestro querido sacerdote predilecto porque tratas de amar a mi Hijo Jesús hasta el fondo. Vivir verdaderamente el sacerdocio comporta grandes sufrimientos, vivir el sacerdocio con amor, con sencillez, con sinceridad, comporta grandes sacrificios y tu haces todo esto por el bien de las almas. Ama a todos, deja decir, no te pongas a discutir con esas personas; mientras esté en ellos el demonio no aceptan nada, no comprenden, son sordos, son ciegos. Ya te he dicho: haz todo lo que el corazón te dice y Dios sabe cómo y cuándo intervenir.

Lo mismo vale para ti, hijita mía, el sufrimiento te está consumiendo, aunque las apariencias no lo demuestren. Aquellos ardores, aquellos dolores, aquel continuo dolor en todo el cuerpo es vivir la pasión de mi Hijo Jesús. Nosotros te damos la fuerza de seguir adelante, de llegar a la tarde, de transcurrir la noche y dar gracias a tu Esposo Jesús cuando ves despuntar el nuevo día.

Mis queridos hijitos, he venido para deciros todo esto porque os amo, porque soy vuestra Madre, en torno a mi están los ángeles, están los santos Pedro y Pablo. Jesús de rodillas ora, también Él ora a Dios Padre por vosotros. Esta escena es hermosísima.

Y ahora, hijitos míos, no me queda ora cosa que daros las gracias y desearos todo bién.

Seguid adelante aunque tengáis grandes deseos de llorar, de gritar: Dios mío, Dios mío, ayúdame. Yo os comprendo, no os preocupéis. Junto a mi, alzad los ojos al cielo y gritad: Padre nuestro…

Dios te amo, Dios te amo, Dios te amo. Ahora hablaré sólo a tu corazón, Don Claudio. Junto a los apóstoles Pedro y Pablo, os bendigo y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Capalbio (GR), 10 de julio de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Hijitos míos, estoy de nuevo en medio de vosotros; y lo estoy todos los días y más veces al día, porque os amo; os lo repetiré hasta el infinito: os amo. Cuando seáis capaces de decir con los ojos vueltos al cielo, con mucho amor y fe: "Dios te amo", Dios Padre creerá en vosotros. Dios te amo. Son tres pequeñas palabras que abrazan todo el Universo. Dios te amo: ¿es posible que sea tan difícil amar al Creador? Dios te amo: mirad en vuestro corazón, habéis crecido bastante para comprender que cuando podáis decir: "Dios te amo" entonces, no existirán medias tintas, no habrán compromisos y estaréis con Dios. Dios te amo: ¿amáis verdaderamente a Dios?. Es necesario hacer silencio en el corazón para decir: "Dios te amo".

Tu, ahora, hija mía, repite lo que me veas hacer. Dios es grande, tu eres nada, eres una pobre y humilde criatura. (Marisa se postra hasta tierra. Hay una teofanía: Dios Uno y Trino se manifiesta a Marisa).

Te amo Dios; te amo Dios; te amo Dios.

Don Claudio, repite también conmigo: Dios te amo, Dios te amo, Dios te amo (Nuestra Señora, está postrada de rodillas con la frente hacia el suelo, adora a Dios. Terminada la teofanía Marisa ve a la fundadora de las hermanas "Hijas del Corazón Inmaculado de María").

Esta es María Liliana. Se ha agarrado a mi manto y ha venido conmigo. Orad por María Liliana. Dile a sus hermanas que oren. Mi querido sacerdote predilecto, no serás nunca comprendido por las personas que no aman, tu forma de actuar no será nunca comprendida por las personas que no sienten la verdadera alegría, el verdadero amor, de los que no gritan: "Dios te amo". Animo, hijitos, ánimo, se requiere mucho ánimo y mucha fuerza para seguir adelante. Cuando no seáis capaces de caminar, haced como os he enseñado, alzad los ojos al cielo y gritad: Padre nuestro…

Mis queridos hijos, junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Acabada la aparición, Marisa explica con sus palabras, con simplicidad la experiencia que Dios le ha permitido gozar: la Teofanía.

Marisa - Ha sucedido algo grande, nunca antes me había ocurrido. Primero he visto Una Persona bajo la semblanza de Jesús, después he visto Tres Personas, he visto tres Jesús iguales. La Primera Persona Divina que he visto abrazaba todo, tenía al mundo en la mano y no se le escapaba nada de su dominio. Cuando he visto la Primera Persona Divina estaba convencida que era Jesús, en cambio cuando he visto salir, de dentro, de esta Persona a los otros dos Jesús he comprendido que era Dios Padre. De hecho, de Dios Padre, de dentro, ha salido idéntica a Él otra Persona. He reconocido a Jesús porque tenía los estigmas. Siempre de Dios Padre, de dentro, ha salido una Tercera Persona, idéntica a Él. He reconocido al Espíritu Santo porque tenía la paloma en la mano. Dios Hijo y Dios Espíritu Santo eran de la misma grandeza, luminosidad, belleza que el Padre (el VI Concilio de Toledo ha afirmado que "el Padre es fuente y origen de toda la divinidad" n.d.t.). En torno a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo había ángeles que cantaban, adoraban y daban gloria a Dios Uno y Trino. La Virgen estaba de rodillas, postrada con la cabeza hacia el suelo y adoraba a Dios Uno y Trino.

He recitado el Credo. "Creo en un solo Dios, Padre Omnipotente. Creo en un solo Señor: Jesucristo nacido del Padre. Creo en el Espíritu Santo que procede del Padre y del hijo". También yo, como la Virgen, estaba postrada con la cabeza hacia el suelo y he adorado a Dios Uno y Trino. Una cosa es verlo y otra cosa es contar lo que he visto. La Tres Personas Divinas eran iguales, tenían el mismo rostro, el rostro de Jesús, pero eran también diferentes porque la Segunda Persona tenía los estigmas y la Tercera Persona tenía en la mano la paloma.

La Segunda Persona Divina se ha encarnado y es Verdadero Dios y Verdadero Hombre. He visto a Jesús muchas veces, en cuanto hombre tiene un cuerpo como nosotros. Dios Padre y Dios Espíritu Santo son espíritus puros y se han manifestado bajo la apariencia de Jesús; del resto, en el Viejo y Nuevo Testamento, Dios se ha manifestado bajo la apariencia de la zarza ardiente, de nube y de paloma y de lenguas de fuego. Al final Dios Hijo y Dios Espíritu Santo han reentrado en el Padre y todo se ha convertido en un solo Dios. (El Concilio de Florencia enseña: "Por esta unidad el Padre es todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo es todo en el Padre, todo en el Hijo", n.d.t.)

Ha sido una visión maravillosa, extraordinaria, divina. Ha sido difícil, muy difícil describirla. El Todo se ha manifestado al nada, a mi. Yo no puedo sino repetir: mi Dios, yo creo que eres uno en naturaleza, igual en divinidad, trino en las Personas. Esta teofanía está en relación a la Eucaristía. En la Eucaristía está presente Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo. En la Eucaristía nosotros adoramos a Dios Uno y Trino. El Paraíso es el gozo de Dios Uno y Trino; en la Eucaristía y con la Eucaristía tenemos la anticipación del Paraíso. La Virgen al término de esta teofanía, ha dicho: "Por algunos días no vendré, no me haré ver por no disturbar con mi presencia la contemplación de misterio trinitario a tu hermano sacerdote y a ti".

Capalbio (GR), 17 de julio de 1994 - hora 8:00 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por las oraciones que sembráis a lo largo del mar. Aunque la naturaleza humana se rebela, aceptad sufrimientos, calumnias y difamaciones por estas apariciones que son las más importantes, como Dios Padre ha dicho.

Aceptad todo por amor a mi Hijo Jesús. Estas apariciones son las más importantes, las más difíciles, las más combatidas, pero Cristo triunfará, la Eucaristía triunfará. Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, Dios Uno y Trino se han manifestado a ti; ningún vidente ha visto nunca a Dios Uno y Trino.

Hablad, hablad de mi Hijo Jesús. No tengáis miedo, no esconderos detrás de la humildad. La humildad es hermosa, es hermosa la sencillez, pero debéis hablar para hacer conocer y amar a mi Hijo Jesús. Hablad, hablad, hablad.

Está siempre presente en tu corazón y en el corazón del sacerdote el pensamiento de las personas que corren por todas partes para divertirse y a mi Hijo Jesús no le dejan ni siquiera un pizca de la jornada.

Es bonito gozar y divertirse, pero sería aún más hermoso si el hombre se acordase de mi Hijo Jesús. Cuando en la Eucaristía, Jesús venga en medio de vosotros, yo estaré allí y escucharé la Santa Misa con vosotros, después seréis libres de disfrutar de la final de campeonato mundial (Italia-Brasil, n.d.t.).

Gozad de esta tarde, porque vosotros podéis, porque vosotros habéis orado.

Marisa - ¿Ves también tu el partido?. ¿Te divierte?. Quiero hacerte una petición un poco tonta: ¿sabrías decirme quién vence?. Sabes, nos daría gusto a todos nosotros saberlo. Si, lo se, es una pregunta tonta, pero yo querría saber el resultado… dímelo… dímelo…

¿Por qué sonríes y no respondes?. Ahora dime si Jesús está contento de nosotros.

Nuestra Señora - Esto desea mi Hijo: preguntarle si está contento de vosotros. Sí, está contento. Ahora os invito a orar por todas las personas que están de vacaciones: porque también ellos se acuerden alguna vez que hay una campana que suena para invitarlos a escuchar la Santa Misa, al menos la festiva, y vivir en gracia.

Marisa - Ahora no entiendo nada, veo dos Vírgenes: la Inmaculada de Lourdes y la Madre de la Eucaristía. La Inmaculada abre la historia, la Madre de la Eucaristía la cierra. Le pediré la confirmación a mi director espiritual, él me responde siempre a todo.

Nuestra Señora - Ahora, mis queridos hijos, orad junto a mi por todo el mundo, por la paz, por la paz, por la paz.

Junto al sacerdote os bendigo, bendigo vuestros objetos. Os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 31 de julio de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, seguir las huellas de mi Hijo Jesús es difícil, se requiere mucho amor y mucho coraje. Estoy muy contenta de cada uno de vosotros, cuando tratáis de dar todo lo que podéis a mi Hijo Jesús. No pido cosas grandes, pido pequeñas cosas. Para un sacerdote y para una hermana llena de amor de Dios no es siempre fácil obedecer a los superiores. Hijos míos, debéis obedecer a los superiores, pero ellos no deben abusar de la obediencia y chantajear.

Dios no os chantajea, Dios os ama y quiere lo mejor para vosotros. Para vosotros hombres es difícil comprender esto.

Aunque no se me ve, alguno ha sentido la necesidad de venir a este oasis de paz, porque le hacía falta. ¿Se puede impedir a un alma que vaya a un lugar donde se ora, donde se trata de corregirse y de seguir adelante en la vida espiritual, donde se trata de conocer y de amar a mi Hijo Jesús?.

No debéis desanimaros: la batalla está siempre en acto, las personas que no aman a mi Hijo Jesús continúan persiguiendo a mis hijos, las personas que Dios ha elegido, pero vosotros estáis con Dios, estáis con mi Hijo Jesús, estáis con el Espíritu Santo. Debéis orar, debéis amar, no debéis pensar solamente en vuestro rinconcito. Orad por los sacerdotes. ¿Por qué los sacerdotes tienen miedo de lo sobrenatural?. Dios ya ha hablado muchísimo del triunfo de la Eucaristía. La Eucaristía triunfará, pero a precio de la sangre de mis hijos. Sí, la Eucaristía triunfará. No dejéis nunca, nunca de recibir a mi Hijo Jesús, al menos vosotros que habéis hecho un camino espiritual. Hay sacrificios, hay sufrimientos que debéis afrontar continuamente, yo lo veo todo, veo vuestros pequeños corazones ansiosos, temerosos. Luchad la dura batalla, la larga batalla y después habrá el triunfo de la Eucaristía y será también vuestro triunfo. El hombre corre por todas partes, pero no corre donde mi Hijo Jesús. El hombre no conoce a mi Hijo Jesús, muchos no lo conocen porque no encuentran la persona amiga, no encuentran al sacerdote que hable por ellos de Jesús. Ánimo, hijitos míos, yo estoy siempre con vosotros.

Habéis dicho el Rosario según mis intenciones, pero mis intenciones son vuestras intenciones, por tanto todo es para vosotros.

Orad durante este mes, porque mis hijos se irán fuera de Roma para trabajar, para terminar mi vida, para transcribir mis mensajes especialmente aquellos que hablan del triunfo de la Eucaristía.

Ayudadlos con la oración, porque el círculo entorno a ellos se estrecha, porque los grandes hombres no comprenden los designios de Dios y no quieren, dicen ellos, "enfangarse en estas cosas". Vosotros que sois humildes y sencillos habéis escuchado la voz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo.

Mis queridos jóvenes, id de vacaciones, marchad de vacaciones, debéis gozar estas vacaciones, debéis alegraros. Echad fuera las nubecitas. Si alguno tiene una nubecita en la cabeza, el otro debe tratar de quitarla. Debéis gozar de este poco tiempo que tenéis de reposo. A todos los que van de vacaciones: buenas vacaciones, pero no abandonéis a mi Hijo Jesús, no dejéis la Santa Misa y la Santa Comunión. Os ruego, permaneced con mi Hijo Jesús.

Mis queridos hijos, buenas vacaciones a todos, en el amor de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo.

Y ahora junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roio (AQ), 6 de agosto de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Jesús y de Nuestra Señora

Marisa - Virgencita querida, deseo encomendarte al Arzobispo; te ama tanto; te ama mucho. Te encomiendo también a las personas que se han encomendado a mis oraciones.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Estoy contenta de poder hablaros a vosotros pequeño grupo, para que podáis dar testimonio a vuestros hermanos de mi venida aquí a este pequeño país.

Os invito a orar mucho, pero con calma, orad a Dios Padre a fin de que os ilumine a todos. Yo, queridos hijitos, pediré a Dios las gracias de las cuales tenéis necesidad. Amaos, cuando un hermano habla mal, no lo escuchéis, orad por él. Si vosotros os amáis puedo comprender que amáis verdaderamente a mi Hijo Jesús. Si vosotros no os amáis, ¿cómo podéis amar a mi Hijo Jesús?. Mis queridos hijos, sois llevados todos por un motivo u otro a hablar, a hablar, a hablar. ¿Cuántas horas dedicáis a hablar, al trabajo, a todo lo que es humano? ¿Y cuánto tiempo le dais a Dios? Dios es amor, Dios es misericordioso, pero también es justo. Cuando alguno habla mal de otro no lo escuchéis, no refiráis lo que habéis escuchado, porque es pecado. Si a vuestro parecer algo no va en estas apariciones, si tenéis dudas, preguntas que hacer, habladlo con el sacerdote.

Respetad a las personas que Dios ha elegido, respetad este sencillo lugar, sencillo como la cueva de Belén. Yo os amo, hijitos míos, uno a uno, amo a los jóvenes, amo a los ancianos, amo a los abandonados de los propios padres. Amo a mis sacerdotes, incluso si tienen defectos, aunque cometan faltas. Debéis respetar a los sacerdotes, el sacerdote es primero que todo un hombre y hay que respetarlo como hombre, después hay que respetarlo por el gran don que Dios le ha hecho: el sacerdocio. ¡Qué hermosa y grande es la misión del sacerdote!. Bendita y afortunada aquella madre que tiene un hijo sacerdote; el sacerdocio es un gran don de amor de Dios.

Mis queridos hijos, repito, dejad las palabras inútiles, fuera el cotilleo; cuando estéis juntos y tengáis un poco de tiempo, orad. Hoy es una gran fiesta, y la transfiguración de mi Hijo Jesús. Cuando Jesús venga, quien pueda que se arrodille, el que no pueda se queda de pie o sentado. Debo deciros una cosa más, mis queridos hijos: cuando un alma llamada por Dios se traslada de un lugar a otro, yo continúo apareciéndome en cada lugar donde va el alma llamada por Dios, yo soy una madre y debo protegerla siempre y cubrirla con mi manto.

Marisa - Hola, Jesús, ¡que hermoso eres!, vas todo vestido de blanco. A tu lado veo a Moisés y a Elías.

Jesús - Mis queridos hijos, Yo soy vuestro Jesús y os amo. Poned en práctica cuanto os ha dicho mi y vuestra Madre, porque Ella os ama y os da su amor que es un amor grande, inmenso. Yo, vuestro Jesús, os amo, os espero, estoy escondido en el Santísimo Sacramento, estoy solo y espero algún alma que venga a hacerme compañía, a darme mucha alegría, con mucha sencillez: "hola, Jesús, estoy yo contigo".

Marisa - Jesús se va con Moisés y Elías. Adiós Jesús.

Nuestra Señora - Y ahora vuestra Madre, mis queridos hijos, os invita a orar por la paz en el mundo, pero sobretodo por el triunfo de la Eucaristía. Orad, hijitos míos por el triunfo de la Eucaristía. Y ahora os bendigo, a vuestros seres queridos y a todos vuestros objetos. Os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roio (AQ), 7 de agosto de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Jesús y de Nuestra Señora

Nuestra Señora - Mi querida hijita, estaba con vosotros y recitaba con vosotros el Rosario; cada vez que os reunís para orar, yo estoy con vosotros y oro con vosotros.

Mis queridos hijos, os invito a orar por el triunfo de la Eucaristía. Haced todo lo que podáis para que la Eucaristía triunfe. Pero antes habrá que sufrir mucho, pero a vosotros, pequeñas criaturas, yo sólo pido pequeños sacrificios. Sí, la Eucaristía triunfará, pero vosotros tenéis que orar, debéis aceptar aquellos pequeñísimos sufrimientos que Dios Padre os da. No os desaniméis y si tenéis dudas habladlo con el Sacerdote. No habléis nunca contra las personas que Dios ha elegido, es pecado. Os repito todavía una vez más: no creer en las apariciones no es pecado, no ofende a mi Hijo Jesús. Cuando sintáis a alguno que dice algo contra las personas que Dios ha elegido, no la escuchéis.

Marisa - ¡Jesús, Jesús!. Gracias, gracias porque has venido. ¡Eres hermoso!. Jesús, ¿nos amas?. Nosotros tratamos de amarte.

Jesús - Dios Omnipotente triunfará, la Eucaristía triunfará. A vosotros os pido que oréis por los sacerdotes, porque ellos deben hablar de la Eucaristía, deben hacer comprender a las criaturas la importancia de la Eucaristía. Mis queridos hijos, escuchad a mi y vuestra Madre, poned en práctica cuanto dice. Ella a menudo repite: "Yo os amo, si vosotros amáis a mi Hijo Jesús"; Yo digo: Yo os amo si vosotros amáis a mi Madre. Amadla.

Os invito, pequeñas criaturas, a orar por ésta vuestra hermana, a fin de que tenga la fuerza de aceptar los grandes sufrimientos que Dios Omnipotente quiere darle. Orad por ella, tiene tanta necesidad de ser sostenida por vuestras oraciones. Oremos juntos por el triunfo de la Eucaristía: Padre nuestro…

Y ahora, queridos hijos, junto al sacerdote y a Mi Madre, os bendigo.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Espíritu Santo y de Mi, Dios Hijo.

Nuestra Señora - Y yo, vuestra Madre, os cubro con mi manto materno. Sea alabado Jesucristo.

Roio(AQ), 14 de agosto de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Si cada uno de vosotros trabajara en el campo espiritual por vuestra ciudad, si hiciese apostolado para ayudar a las almas que están alejadas de mi Hijo Jesús, ¡qué gran mérito tendríais!.

Hay mucho por lo que trabajar en el campo espiritual, vosotros adultos y vosotros jóvenes podéis hacer mucho. Yo deseo que vosotros hagáis algo por vuestra parroquia, por los grupos bíblicos, por los grupos de oración, pero primero tenéis que almacenar vosotros, debéis purificaros, debéis ir cada día a recibir a mi Hijo Jesús.

En el Paraíso hay gran fiesta por mi Asunción, yo querría que también vosotros hicieseis una gran fiesta, una fiesta espiritual acercándoos a la Santa Confesión, participando en la Santa Misa y recibiendo a mi Hijo Jesús en vuestro corazón.

Mi hijo Jesús estará con vosotros y os dará aquellas gracias que tenéis necesidad, si están conformes a la voluntad de Dios: gracias espirituales y gracias físicas. Orad por vuestros hijos, hermanos, maridos y esposas, orad el uno por el otro, todos tenéis necesidad de oración. Orad por vuestra ciudad. Orad por vuestra bella Italia. La purificación ha comenzado hace tiempo pero el hombre no se convierte.

Vosotros, en vuestra pequeñez, podéis hacer, podéis dar algo, si cada uno de vosotros hace algo por el hermano ya tiene el Paraíso asegurado.

Os doy gracias por vuestra presencia, pero respetad la puntualidad en lo que se refiere a mi Hijo Jesús; se llega un poquito antes, no después del horario establecido; a un banquete, a una fiesta llegáis antes, no después. Ahora oremos todos juntos por la paz en Italia, por la paz en el mundo, por la paz en la Iglesia, por la paz en vuestros corazones.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roio (AQ), 15 de agosto de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - ¡Qué hermosa eres, qué elegante!. Todos los ángeles y santos están en torno a ti, te toman y te llevan cada vez más alto.

Nuestra Señora - Dentro de poco, hija mía, verás a las personas que tu has amado tanto; estarán aquí conmigo.

Marisa - Reconozco a la abuela Esperanza, Fatina, los jóvenes Estéfano, Juan, Fabricio y tantos otros. Son todos hermosos, todos iguales, todos vestidos de fiesta. ¿Cuándo llevarás arriba a mi padre y al padre de don Claudio?

Nuestra Señora - Mis queridos hijitos, hoy es verdaderamente una gran fiesta en el Paraíso y quiero que sea fiesta también para vosotros. Junto con nosotros orad, gozad, recibid a mi Hijo Jesús en vuestro corazón y allí estará el Paraíso, Jesús os trae el Paraíso. Todo lo que vuestra hermana ve es bellísimo, pero también vosotros podéis gozar de todo esto con Jesús en vuestro corazón. También tu, pequeña mía, que todavía no has recibido a Jesús, aprieta tus manitas en el corazón y di: "Jesús, ven a mi corazón" y Jesús vendrá a ti.

Marisa - Mirad a Jesús, los tres Jesús. (Se repite la teofanía)

Hay mucha gente que no puedo reconocer. Esperad, no os vayáis, tengo que veros aún a todos. Son tantos, giran, giran, giran. ¿Cuándo me llevarás arriba para siempre?. Estoy verdaderamente cansada, estoy tan cansada. Llévame pronto, porque tengo miedo de no hacerlo bien.

Nuestra Señora - Ahora te llevamos con nosotros al Paraíso. Oremos todos juntos por la paz en vuestros corazones, por la paz en la Iglesia, por la paz en el mundo.

Animo, hijitos míos. Orad con amor, con convicción.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roio (AQ), 18 de agosto de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Virgencita mía, en este momento te encomiendo a todas estas personas, una a una, cada una de ellas tiene algo en el corazón que pedirte. Tu intercede ante Dios, concédeles aquellas gracias que cada uno necesita, que se haga siempre la voluntad de Dios. Hemos orado mucho. Jesús, Virgencita, ayúdadnos, protégednos y guíadnos por el recto sendero.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Vuestra venida (peregrinación de Giulianova y de Bolonia) a este pequeño lugar, ha dado alegría al Corazón de mi Hijo Jesús y a mi Corazón Inmaculado.

Habéis orado por las personas que tienen necesidad de vuestra ayuda. Conozco vuestras necesidades y oro a Dios Omnipotente para que os ayude.

Cada uno de vosotros puede dar algo a mi Hijo Jesús con amor, con sinceridad, con lealtad: pequeños sacrificios y florilegios.

Yo, como Madre, os amo uno a uno, quiero que también vosotros os améis, os soportéis recíprocamente, soportad los caracteres, el modo de ser, porque ninguno es perfecto. Tratad de hacer el bien, de amaros y de llevar muchas almas a mi Hijo Jesús.

Ayudad, sin quitar nada a la familia, a mi sacerdote. Está solo para llevar adelante esta gran misión, para afrontar un gran sufrimiento y dura lucha. Pero la Eucaristía triunfará y vosotros, si estáis con mi Hijo Jesús; seguid adelante, ánimo. Haced triunfar a mi Hijo Jesús, no debéis tener miedo de nada. Mientras estaréis sobre esta tierra los sufrimientos no faltarán, porque el planeta Tierra es un valle de lágrimas, porque los hombres no se aman. Dios no ha creado el mundo para que los hombres se matasen, para que los niños fuesen asesinados, para que los inocentes sufrieran. Dios no ha creado el planeta Tierra para que sea destruido; es el hombre el que trata de destruir la Tierra.

Vosotros, pequeño núcleo, seguid adelante, orad y ofreced lo que podáis por el triunfo de la Eucaristía.

No debería decirlo, mis queridos hijos, pero ésta, vuestra hermana, está llena de sufrimientos, de demasiados sufrimientos y alguna vez se derrumba, pero acepta y soporta todo lo que Dios le pide. Es justo que se cure, es justo que cure sus males como pueda, pegándose a la esperanza de mejorar la salud. En cambio los sufrimientos que Dios Padre le ha mandado son de origen sobrenatural y conciernen solo a Dios y a vuestra hermana. Yo madre -y vosotros madres podéis comprenderme- digo que el sacerdote está solo y sufre. Sufre por la situación interna, sufre por la Iglesia, sufre por la familia. Vosotros, mis pequeños hijos, orad por él. A cada uno de vosotros os digo: ánimo.

Gritad junto a vuestra hermana y al sacerdote: Dios te amo, Dios te amo, Dios te amo.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roio (AQ), 21 de agosto de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Tu, querida mamá, que has tenido dos gracias de conversión en la familia debes escribir tu testimonio y darlo al sacerdote, para que en un futuro pueda servir a las otras madres.

Mis queridos hijos, orad por la conversión de vuestros seres queridos, de vuestros amigos, orad por el sacerdote, por las religiosas, por los videntes, tienen verdaderamente necesidad. Yo vengo en medio de vosotros para pedir conversiones. No os pido que hagáis una gran iglesia, no pido cosas materiales, pido cosas espirituales. Cuando recibís las gracias, la iniciativa es de Dios, no del hombre. Yo quiero vuestro corazón puro para ofrecerlo a mi Hijo Jesús. Os pido que oréis por el triunfo de la Eucaristía. La Eucaristía triunfará, pero habrá primero muchos sufrimientos, amarguras y desilusiones. Triunfará con la conversión de los sacerdotes, de las religiosas, de los videntes y de los cristianos. Vosotros estáis demasiado cogidos por el trabajo material y ponéis a Dios en último lugar. Dad a Dios el primer lugar y todo será más fácil para vosotros. Gracias mis queridos hijos, si oráis por vuestra hermana y por el sacerdote: tienen verdaderamente necesidad.

Gracias si sois capaces de amar verdaderamente a mi Hijo Jesús. Oremos juntos por la paz en el mundo, en la Iglesia, en las familias, en vuestros corazones.

Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roio (AQ), 28 de agosto de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Estoy contenta de veros aquí reunidos, quiero invitaros a venir aquí solo para crecer en el amor a mi Hijo Jesús. Yo, como Madre, me repito con mis hijos y digo a menudo: si no creéis en las apariciones no es pecado, pero debéis respetar el lugar, debéis respetar a las personas que Dios ha elegido.

Si surge el cotilleo, el hablar a la espalda, entonces se ofende a mi Hijo Jesús.

Yo cuento mucho con vosotros y espero que cada uno de vosotros ponga en práctica la catequesis que mi sacerdote ha hecho con tanto amor. Con esta venida mía aquí, a este pequeño lugar de paz, querría poner en vuestros corazones mucha paz, pero debéis vivir en gracia, debéis amar a mi Hijo Jesús, debéis amar a vuestro prójimo. Si no amáis al hermano que veis, ¿cómo podéis amar a Jesús que no veis?. ¿Cómo podéis amarme a mi, la Mamá, que no veis?. Mis queridos hijos, yo os animo a comenzar vuestro camino con una Santa Confesión, una Santa Misa y una Santa Comunión. Leed el Evangelio, allí está todo; recitad el Rosario. Os hago otra recomendación: cuando un sacerdote habla y no comprendéis lo que dice, no habléis a su espalda, id al sacerdote y pedidle explicaciones. Todos tenéis defectos, todos tenéis un carácter. ¿Podéis cambiar el carácter? No. Podéis solo corregirlo. Si algo no marcha bien, id, hablad al interesado con el corazón, con humildad, no con superioridad. Mi Hijo Jesús y yo estaremos siempre junto a vosotros, en el trabajo, en casa y en cualquier sitio.

Amad a mi Hijo Jesús. ¡Cuántas horas pasa solo en las iglesias vacías!. Id a Él y decidle: "Jesús, te amo, mi pequeño corazón te ama". Cuando verdaderamente parece que todo se derrumba, como vosotros decís, el mundo se os cae encima, alzad los ojos al cielo y gritad todos juntos: Padre nuestro...

Mis queridos hijos, os invito a orar por el triunfo de la Eucaristía, por la paz en la Iglesia, por la paz en las familias, por la paz en el mundo. Orad por mi y vuestro Papa, orad por el Arzobispo, orad por los sacerdotes, orad por los seminaristas; tienen necesidad de vuestra ayuda. Cada uno de vosotros tome un seminarista y ore por él, haga pequeños sacrificios, pequeños ofrecimientos de amor y lo acompañe hasta el sacerdocio. Mis queridos hijos gracias, una vez más, por vuestra presencia.

Bendigo todos vuestros objetos, os bendigo a vosotros y a vuestros seres queridos. Junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

(Acabada la aparición de Nuestra Señora, mientras orábamos hubo una segunda aparición. Esta vez de Jesús).

Mensaje de Jesús

Mis queridos hijos, soy vuestro Jesús. Poned en práctica cuanto mi Madre y mi sacerdote os han dicho. Hospedadme en vuestro corazón; el corazón debe ser puro, inmaculado, pulido. Vivid en gracia siempre, cada instante y Yo, vuestro Jesús, junto a mi Madre estaré siempre con vosotros.

Mi querida hijita, los estigmas serán más dolorosos, acepta sufrir por este mundo que va hacia atrás.

Marisa - No sé si podré soportar tanto sufrimiento.

Jesús - Hija mía, no tengas miedo, Yo te ayudaré. Ahora escribe cuanto te diré y hazlo llegar al Arzobispo.

Orad junto a mi por la paz en la Iglesia, por la paz en vuestras almas, por todos vosotros presentes, por vuestros seres queridos.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Espíritu Santo y de Mi, Dios Hijo.

Marisa - Adiós Jesús. No te vayas, dame la fuerza de soportarlo todo.

Roma, 3 de septiembre de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Es triste tener que decir que cada vacaciones os hace volver un poco atrás. Querría que os recuperarais enseguida y que quien tenga necesidad haga una buena confesión. ¿Os habéis dado cuenta que amar a mi Hijo Jesús comporta pequeños sacrificios?. ¿Habéis hecho estos pequeños sacrificios?.

Las vacaciones son bonitas y yo os he invitado a hacerlas, pero debéis hacerlas siempre unidos a mi Hijo Jesús en el descanso, en la diversión, en la alegría. Recuperad vuestro camino, cada uno de vosotros tiene algún motivo para pedir perdón a mi Hijo Jesús, no tardéis mucho en hacerlo. No os comparéis con los otros, no miréis a los otros, cada uno de vosotros se mire a sí mismo

Yo, vuestra Madre, continuo llamándoos y repitiéndoos: amad verdaderamente a mi Hijo Jesús, orad por el triunfo de la Eucaristía, orad por la paz en la Iglesia, por la paz en las familias, orad por mi y vuestro Papa, orad mucho.

Os invito a orar sobretodo por vuestro sacerdote, orad a fin de que Dios Omnipotente lo ayude a llevar adelante esta batalla, esta misión tan llena de sacrificios y a fin de que Dios Padre le mande verdaderamente quien le ayude porque está solo. Alguno aún no ha comprendido su misión.

Y ahora, mis queridos hijos, permaneced en oración, mientas yo doy los mensajes personales.

Naturalmente, vuestra Madre, os invita a levantaros si os cansáis, pero si alguno quiere hacer el sacrificio de orar de rodillas, continúe permaneciendo de rodillas. (Nuestra Señora dicta los mensajes personales).

Mis queridos hijos, os he dirigido reclamos maternos para sacudiros, para seguir adelante; os acomodáis demasiado. Yo os amo y por esto quiero ayudaros, y lo repetiré hasta el infinito hasta que verdaderamente cambiéis.

Gracias a vosotros jóvenes por vuestra presencia. Gracias. Tengo tanta alegría en el corazón al veros aquí presentes y esto da alegría también a mi Hijo Jesús y a vuestro sacerdote. Yo he dicho muchas veces a grandes y pequeños: ayudadlo, ayudadlo.

Y ahora, mis queridos hijos, junto al sacerdote os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Marisa - Se han ido todos…

Roma, 4 de septiembre de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Con gran alegría estoy aquí en medio de vosotros. Debéis hacer las paces con Dios. Las vacaciones han dejado alguna herida, no os desaniméis, haced una buena confesión y adelante, siempre adelante, viviendo una gran unión con mi Hijo Jesús.

Os amo uno a uno, mis queridos hijos, y os quiero pulidos, santos. Vosotros diréis: es difícil, el camino de la santidad es hirsuto, es estrecho y espinoso. El que vive con mi Hijo Jesús no tiene nada que temer. Cada vez oro a Dios Padre por las conversiones, por los enfermos, por la paz en la Iglesia, por la paz en vuestras familia. Os invito a orar por los jóvenes. Orad por mi Papa, por vuestro Papa, orad por los Obispos, por los sacerdotes, por las religiosas. Os invito a orar por los videntes, a fin de que escuchen verdaderamente la voz de mi Hijo Jesús.

Animo, sacerdote mío, ánimo. Leo en vuestros corazones y sé que cada uno pide las gracias. Orad con el corazón, orad en gracia y Dios dará las gracias, si están conformes a su voluntad. Oremos todos juntos con mi Hijo Jesús que os ama, os mira con ojos paternales y os bendice uno a uno. Padre nuestro… Gloria al Padre…

Por obediencia a Dios Padre, recitemos: Ave María..

Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo ayuda a los sacerdotes. Jesús, María, os amo, salvad almas, salvad nuestra alma.

Sacerdote - Mi alma magnifica al Señor…

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, ahora junto a los sacerdotes os bendigo y os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 8 de septiembre de 1994 - hora 5:30 p.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Virgencita mía, te encomiendo a todas las personas que piden ayuda, que piden la conversión, que piden la curación. Ve delante de Dios a pedirle por nosotros las gracias; que se haga siempre la divina voluntad.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Tengo dentro de mi mucha alegría al veros aquí reunidos para orar según mis intenciones, ya que son las vuestras.

Orad por vosotros, por vuestra bella Italia. Orad por la conversión de los pecadores, por los enfermos, por el Papa, por los sacerdotes, por las religiosas, por los videntes.

Mis queridos hijos, el regalo más grande que podéis hacer a mi Hijo Jesús es ir donde Él, recibirlo en vuestro corazón que debe estar puro, pulido. Vuestra Madre no se cansará nunca de repetiros las mismas cosas, porque quiero llevaros a la santidad. Orad a fin de que la Eucaristía triunfe, orad por el triunfo de la Eucaristía. No os acerquéis a la Eucaristía si vuestro corazón no está puro. Entonces, antes de recibir la Eucaristía, acercaros a la Santa Confesión que os deja puros, hermosos, delante de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo.

Yo estoy contenta cuando las almas se acercan a mi Hijo Jesús. No debéis acercaros a mi Hijo Jesús solo cuando sois golpeados por la enfermedad, entonces se llega incluso a hacer ayunos y a recitar rosarios, rosarios. No, debéis permanecer siempre unidos a mi Hijo Jesús a estar siempre limpios, puros, en gracia. Jesús os mira uno a uno, sonríe, os protege, quiere ayudaros; vosotros abridle vuestro corazón.

Yo soy vuestra Madre y os amo verdaderamente. Amo a los niños, amo mucho a los niños, os invito a orar por los niños enfermos. Hay muchos niños enfermos en los hospitales, en Italia y en otras naciones, niños que sufren, niños que mueren. Orad por ellos y, si podéis, ayudadlos. El ayuno significa también ayuno de la televisión, hacer algún pequeño florilegio; no todos podéis hacer el gran ayuno. Ayunad por la conversión de vuestros seres queridos.

Ahora, Marisella, vendré a ti como María Niña, la pequeña niña María.

(Los ángeles llevan a Marisa María Niña)

Marisa - ¡Qué hermosa eres, qué tierna, que dulce!

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, os invito a orar por ésta, vuestra hermana, que pronto entrará en una casa de salud. Acompañadla con vuestras oraciones, id con ella con vuestras oraciones. Yo os invito de nuevo a orar por la paz en la Iglesia. Hoy es la natividad de María Niña, mi nacimiento; orad, orad según mis intenciones y yo pediré a Dios las gracias que cada uno de vosotros necesitéis.

Ahora junto a los sacerdotes os bendigo. Bendigo a vuestros seres queridos, vuestros objetos y os cubro a todos, uno a uno, con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Marisa - Adiós, se van todos. Los ángeles se la llevan.

Cento (FE), 25 de septiembre de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Jesús y de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia; qué alegría para mi Corazón y el Corazón de mi hijo Jesús. Os invito a orar con el corazón. Mis queridos hijos, debéis amaros a vosotros mismos, amaros recíprocamente y vivir en gracia. Amad a las personas que os hacen sufrir, también ellos necesitan vuestras oraciones. Orad por las personas que están lejos de Dios, para que se conviertan y puedan orar juntos. Dios Padre insiste por la oración comunitaria. Orad en familia, aunque sea un solo "Gloria", también un solo "Padre nuestro" os ayuda a seguir adelante todo el día. Orad por el triunfo de la Eucaristía. Vivid en gracia. Amaos, si no os amáis vosotros mismos no podéis amar al prójimo, si no vivís en gracia no podéis amar a mi Hijo Jesús, al gran Sacerdote que os ama uno a uno.

A menudo en las apariciones repito: cuando parece que todo se derrumba entorno a vosotros, alzad los ojos a Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, alargad los brazos y gritad: Padre nuestro…

Mis queridos hijos, la aparición es un don de Dios, es un regalo que Dios hace no tanto a las personas elegidas, sino más bien para todos sus hijos. Se puede venir a la aparición aunque sólo sea por curiosidad; no es pecado venir por curiosidad, es pecado hablar mal y no respetar a las personas que Dios ha elegido. Si venís por curiosidad, ved lo que sucede y después sacad las conclusiones. Debéis escuchar a vuestro corazón, no habléis con el amigo o con la amiga; vosotros debéis decidir.

Yo os repito: convertíos, vivid en gracia. Yo os pido: la conversión, la Santa Confesión, la Santa Misa, la Santa Comunión, conocer y amar a mi Hijo Jesús. Yo estoy con vosotros, si vosotros estáis con mi Hijo Jesús. La madre se repite con su niño, yo soy vuestra Madre y os repito: amad a mi Hijo Jesús. Ahora llega mi Hijo Jesús.

Marisa - ¡Oh, Jesús, qué hermoso eres!

Jesús - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Soy vuestro Jesús, aquel Jesús escondido en el tabernáculo. Estoy en las iglesias y os espero, pero primero que todo os pido la verdadera conversión. Yo he dado la vida por cada uno de vosotros, dedicíos a vivir en gracia. Quién está en gracia tiene el Paraíso en el alma, porque hospeda a Dios. Y ahora, mis queridos hijos, junto al sacerdote, a mi y vuestra Madre, os bendigo, bendigo a vuestros objetos sagrados.

Nuestra Señora - Yo, vuestra Madre, os cubro a todos con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Roma, 2 de octubre de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Marisa - Te pido que nos ayudes. No te lo he pedido nunca, ayúdanos. No es posible seguir adelante así.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Os invito a orar por vuestros seres queridos, por la familia, por los niños, por los encarcelados, por todas las personas que tienen necesidad de vuestra oración. Os invito a amar, a amaros, a amar a todos. Os invito a respetar este lugar, a respetar a las personas que Dios ha llamado para llevar adelante esta gran misión. Mis hijos están llenos de sufrimientos; ayudadlos.

Mis queridos sacerdotes, permaneced al lado de vuestro hermano sacerdote, ayudadlo. Gracias si podéis ayudarlo. El que pueda dar una mano, que la de, sin esperar que se la pidan. Tienen necesidad de ayuda; no esperéis, pero que lo haga el que pueda. Vosotros, pequeños apóstoles, vosotros, los primeros llamados, dad vuestra ayuda como podáis. Mis queridos jóvenes, estad al lado de vuestro sacerdote.

Para ir adelante en la vida espiritual, para llegar a la santidad, debéis ser dóciles al sacerdote. Obedecer os hace más felices, más contentos; esto vale sobretodo para mis sacerdotes predilectos.

Mis queridos hijos, ahora oremos todos juntos por cada uno de vosotros, que cada uno ore por los otros; esto es amor, esta es caridad.

Junto a los sacerdotes os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Marisa - Se ha ido. Se ha ido.

Roma, 9 de octubre de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, debéis tratar de poner en práctica los mensajes que Dios Padre ha mandado. Si no leéis los mensajes y no tratáis de vivirlos, de ponerlos en práctica, ¿qué os queda de estas apariciones?. Los mensajes son sencillos, son para todos, todos pueden leerlos, no hay nada difícil. Es necesario leerlos, meditarlos, ponerlos en práctica. Si no ponéis en práctica la "Catequesis de Dios", no podéis comprender los mensajes dados después que son más grandes, más preciosos, más importantes y que con la teofanía de Dios Uno y Trino y con el triunfo de la Eucaristía cierran la historia. Leed los mensajes. Vuestra Madre, ¿qué puede deciros todavía? Os he dicho tantas cosas que Dios Padre me ha dicho a mi, os he guiado poco a poco, entonces, haceos apóstoles, haced conocer a la Madre de la Eucaristía, la Madre de Cristo. No debéis tener miedo de lo que pueda pensar el otro, no, el cristiano no debe tener miedo. Yo os digo: haced conocer este nombre, es importante, muy importante hacerlo conocer.

Habrá luchas también por este nombre, pero después la Eucaristía triunfará. El que tiene miedo de hacer conocer el triunfo de la Eucaristía no es un buen cristiano. El dejar correr, el vivir tranquilo no es de buen cristiano; el cristiano lucha, el cristiano dice "si" cuando es sí, "no" cuando es no. Para el cristiano no hay camino intermedios: o con Dios o contra Dios.

Yo quiero que estéis con Dios, hijitos míos, porque os amo, os amo con un amor materno, con un amor profundo y quiero llevaros a la santidad, al Paraíso. El Paraíso lo tenéis ya en vosotros cuando vivís en gracia y recibís en vuestro corazón a Jesús.

Animo, haceos apóstoles, seguid adelante con coraje, que yo estoy con vosotros. Podéis tambalearos, puede llegar incluso el desánimo, pero seguid, mirar a lo alto y gritad como os he enseñado a hacer cuando parece que todo se derrumba alrededor vuestro; alzad los ojos al cielo y gritad: Padre nuestro…

Y ahora, mis queridos hijos, poned en práctica cuanto os he dicho y cuanto vuestro sacerdote os dice. Leed los mensajes, vividlos y entonces seréis más felices, más fuertes para afrontar las dificultades de la vida. Y ahora junto al sacerdote os bendigo y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Marisa - Don Claudio, mira como se va con todos los ángeles. Se ha ido, ya no está.

Roma, 16 de octubre de 1994 - hora 10:30 a.m.

Mensaje de Nuestra Señora

Mis queridos hijos, gracias por vuestra presencia. Los sufrimientos continúan persiguiéndoos, pero yo estoy con vosotros, sufro con vosotros, me alegro con vosotros y os amo. Hay personas que continúan haciéndoos sufrir, pero vosotros alzad los ojos a Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo y dad gloria a la Santísima Trinidad.

Vosotros sabéis, mis queridos hijos, que mi Hijo Jesús ha muerto por cada uno de vosotros, son pocos los que siguen su camino. Lo sé, este camino es difícil. Las apariciones son siempre combatidas, éstas son verdaderamente difíciles; hay una lucha contra el triunfo de la Eucaristía, pero la Eucaristía triunfará, Cristo triunfará. Vosotros estáis en la verdad y porque estáis en la verdad sois combatidos.

Obedeced a la Iglesia, obedeced al Papa, obedeced a los superiores, a los iguales, a los inferiores, y estad en cruz con mi Hijo Jesús. No quiero entristeceros, quiero que os alegréis, porque tenéis también grandes alegrías. El sufrimiento da miedo, pero si vivís en gracia, si estáis con Jesús, todo se volverá más fácil.

Abrid vuestro corazón a mi Hijo Jesús, hacedlo entrar cada día, orad a fin de que la Eucaristía triunfe. La Eucaristía: el Cuerpo y Sangre de mi Hijo da miedo, pero vosotros, mis queridos hijos, si estáis aquí es porque queréis a mi Hijo Jesús. Y vosotros, mis queridos sacerdotes, debéis estar unidos y no debéis tener miedo cuando se necesita hablar del triunfo de la Eucaristía. Animo a todos, cada uno tiene su misión que llevar adelante, pero la vuestra, hijitos míos, es la más difícil. Estas son las apariciones que Dios Padre ha querido, en este pequeño lugar, para hacer triunfar a mi Hijo Jesús. Yo estoy con vosotros aunque parezca que todo se derrumba alrededor de vosotros: la salud de la abuela Yolanda, la salud de vuestra hermana y el sacerdote está solo llevando adelante una misión tan grande. Mis queridos hijos, oremos a fin de que Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo os dé la fuerza de la que tenéis necesidad.

Os invito a orar por estos hijitos míos que llevan adelante una dura batalla. Yo hablo a todos los videntes del triunfo de la Eucaristía, pero no está escrito en ninguna parte, ¿por qué?.

Y ahora, junto a los sacerdotes, os bendigo, bendigo vuestros objetos y os cubro a todos con mi manto materno. Mando un beso a los niños. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Marisa - Se va. Podrías quedarte todavía un poquito; yo estoy bien cuando tu estás. Se ha ido, ya no está, ya no está.