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PASCUA DE RESURRECCIÓN


Los apóstoles permanecían reunidos en el cenáculo pero estaban tristes y sufrían hasta el punto que el miedo y la tristeza de haberse quedado solos, sin Jesús, había oscurecido sus mentes. Sin embargo, Jesús mismo había anunciado: “Jesús añadió que El Hijo del hombre tenía que sufrir mucho, ser reprobado de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas, ser muerto y resucitar al tercer día” (Lc 9, 22).

Cuando las mujeres anunciaron a los apóstoles que el sepulcro estaba vacío, ninguno de los apóstoles las creyó. De hecho, Pedro y Juan acudieron al sepulcro sólo porque temían que los enemigos se hubieran llevado el cuerpo de Jesús. Pero lo comprendieron nada más entrar: “Entonces entró también el otro discípulo, que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó” (Jn 20,8)

Juan afirma: “Vio y creyó”. El apóstol, de hecho, no podía no creer, porque había visto que las vendas y el sudario estaban doblados y dispuestos del mismo modo en el que había sido envuelto el cuerpo de Jesús. Cristo había pasado a través de las vendas y de la sábana, dejándolas, de hecho, en la misma posición.

Juan fue el primero en creer en la Resurrección. Él fue el apóstol del amor, por lo tanto, para creer en la resurrección, debemos amar a Cristo; no es posible creer en Dios y sus obras si no lo amamos. Quien ama a Dios cree en Sus intervenciones, quien no lo ama no cree en sus obras.


Profundización......