Eucharist Miracle Eucharist Miracles

Fiesta del Triunfo de la Eucaristía

El Obispo y la Vidente han recibido de Dios la misión más grande de la historia de la Iglesia: dar a conocer y hacer amar a Dios Eucaristía. Después de treinta años de sufrimiento y de duras pruebas, el 13 de enero de 2002, la Virgen dio públicamente el gran anuncio: “La victoria es grandiosa y abarca a toda la Iglesia. Vosotros sabéis que la roca de esta victoria es vuestro Obispo, y quiero añadir, que también de vuestra hermana que ha pedido sufrir en el silencio y en el ocultamiento”.

El Obispo y Marisa, durante la larga y difícil misión han encontrado dificultades e incomprensiones; juntos han sufrido a causa de la envidia, de los celos, de la calumnia y del miedo, por parte de los hombres, hacia lo sobrenatural. Durante decenios han vivido encerrados en el huerto de Getsemaní, en la soledad y en la incomprensión de los demás, han recorrido el camino doloroso que los ha llevado a ser condenados sin pruebas, los testigos y el respeto de la ley. Juntos han subido al Calvario, a veces el peso de la misión ha sido demasiado pesado para sus espaldas y han tenido deseos de no continuar el camino, pero como María ha invitado a Jesús a levantarse para proseguir el camino doloroso, también la Madre de la Eucaristía ha animado siempre a sus dos queridos hijos a seguir adelante.

Quién les ha salvado del naufragio ha sido la gracia de Dios, ellos pequeños, débiles y pobres criaturas, privadas de apoyos humanos, por decisión de Dios, han prestado su voz, mente y corazón a Nuestra Señora para dar a conocer la divina voluntad.

El obispo y Marisa, pensando en hacer algo agradable para Dios, decidieron celebrar la victoria el 29 de junio del 2002: fiesta de la ordenación episcopal de Don Claudio, fiesta de S. Pedro y S. Pablo y clausura del año social.

“La idea del Obispo y de la Vidente de celebrarlo el 29 de junio es grande y hermosa y es lo que me esperaba y lo que quería. Cuando sea el momento, cuando el Obispo esté mejor, os dirá cómo preparar la fiesta del 29 de junio” (Carta de Dios del 1º de mayo de 2002)