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Año social 2006-2007

2006-2007: Año de la Humildad

Con el regreso a Roma del Obispo y de la Vidente ha empezado el nuevo año social, 2006-2007, el más duro, el más difícil y el más sufrido de todos los que lo han procedido. Pero también el año en que se recogerán los más grandes frutos espirituales: nuevas y abundantes conversiones de fieles, sobre todo de sacerdotes, obispos y cardenales, subida del Purgatorio al Paraíso de centenares de millones de almas, un posterior incremento del triunfo de la Eucaristía, una mayor difusión del conocimiento y devoción a la Madre de la Eucaristía, la multiplicación de las bilocaciones de Mons. Claudio y Marisa en muchísimas naciones y, en fin, las 51 consagraciones episcopales y las 77 ordenaciones sacerdotales que el Obispo de la Eucaristía, siempre en bilocación, ha realizado en numerosas naciones del tercer y cuarto mundo.

Pero ¡cuánta amargura, desilusión y cansancio, de tanto en tanto aligerada por la alegría de los frutos espirituales recogidos, han acompañado la vida de los "dos hijitos de la Virgen"!.

La Madre de la Eucaristía, en un confidencial coloquio, les ha asegurado que, por voluntad de Dios, ella, siempre, y a veces también S. José y la abuela Yolanda estarían a su lado para ayudarlos y animarlos a continuar la misión para la cual han sido llamados.

Durante la primera aparición del nuevo año social la Madre de la Eucaristía nos ha confiado a nuestros dos padres espirituales: "Orad por el Obispo y la Vidente, porque sus vacaciones han sido ásperas y sufridas. No han gozado para nada del descanso; os toca a vosotros ayudarlos" .[1]

La Virgen nos ha revelado el motivo por el cual diversos miembros de la comunidad se han alejado y otros no han entrado a formar parte, "porque el demonio da vueltas entorno a las personas para alejarlas". [2]

Nuestra gran maestra espiritual nos ha explicado también que muy a menudo el demonio se sirve de sencillos fieles o almas consagradas, que viven en pecado y cometen sacrilegios, para intentar destruir al Obispo y a la Vidente y ya que viven en el odio, como el demonio, han estampado en sus almas su fisonomía. No ha sido raro el caso en el que estos desventurados han llamado al timbre de Via delle Benedettine, 91 para importunar a los que viven allí y Marisa ha visto en la puerta a los demonios. A continuación ha sabido por la Virgen que se trataba de ex miembros de la comunidad o de otras personas que se habían camuflado para que no las reconocieran.

La Madre de la Eucaristía nos ha asegurado: "Cuando llegue lo que Dios ha prometido, todo será más hermoso y fácil. Poco a poco todo tiene que cambiar. A veces parece que Dios se haya olvidado de vosotros. No, no es así, lo sabe bien vuestro Obispo cuando hizo esta afirmación y Dios con voz poderosa le respondió: "Yo puedo estar en la Tierra y en el Cielo, nadie me lo puede prohibir. Puedo hacer lo que quiera". [3]

Entretanto el Obispo y la Vidente han continuado el fatigoso trabajo de escribir el nombre y la proveniencia de las 3540 almas que subirán al Paraíso. Hasta el 12 de septiembre habían escrito 2485 nombres, y han recibido con alegría saber que entre los cuales hay parientes, difuntos de la comunidad, miembros de la jerarquía, exponentes políticos, artistas de varios géneros, personas sencillas e importantes. Todos han tenido en común una gran virtud: el amor hacia los pobres, los necesitados, los que sufren y los enfermos. También el 12 de septiembre la Virgen ha hablado de los que se han alejado de nuestra comunidad "Se han cansado de esperar. Cuando todo se resuelva, ¿dónde estarán aquellos que antes estaban presentes y hoy ya no están? Dios está trabajando por la misión de mis dos hijitos, tan grande y tan atribulada".

Nos hemos preparado para la fiesta de la Exaltación de la Cruz con una vigilia, durante la cual Mons. Claudio ha continuado narrando la historia de la vida de Marisa y suya.

El 14 de septiembre, además de celebrar la Exaltación de la Cruz, hemos recordado el aniversario del primer milagro eucarístico, el inicio oficial del servicio episcopal de nuestro Obispo y la firma del decreto, con el cual Mons. Claudio Gatti, Obispo ordenado por Dios, ha reconocido el origen sobrenatural de las apariciones de la Madre de la Eucaristía y de los milagros eucarísticos.

Con ocasión de este triple e importante aniversario Jesús ha hablado de los sufrimientos de dos criaturas de la Tierra y de tres personas del Cielo: "Mis dos hijos han sufrido mucho y todavía sufren, su sufrimiento no ha terminado. Tampoco el sufrimiento de María, mi Madre, y de la abuela Yolanda, cuando vienen a la Tierra termina. También yo, cuando bajo a la Tierra y veo tantas cosas que no van bien, especialmente en las Iglesias, sufro mucho". [4]

Si la autoridad eclesiástica y los grandes teólogos se acercaran a la Revelación Privada con humildad y sencillez y no con superioridad y arrogancia, conocerían la verdad que solo con la especulación y la búsqueda humana no están en posición de alcanzar, porque de la realidad celeste pueden hablar solamente los que la viven.

Cuando los que están en el Paraíso, viene a la Tierra, interrumpen momentáneamente la condición de felicidad que deriva de la visión beatífica de Dios y entran en la realidad del Cuerpo Místico que conoce y vive el sufrimiento. Cualquier persona del Cielo, incluido Jesús y la Virgen, cuando aparecen a los hombres de la Tierra o van a visitar y socorrer a los que gimen, padecen o comparten, con mayor intensidad, el sufrimiento humano.

La gran prueba de amor: participar en los tormentos de la humanidad, ha sido evidenciada sólo por las cartas de Dios que nos ha entregado la Madre de la Eucaristía. Nunca nadie ni lejanamente ha pensado que Jesús, la Virgen y los Santos se sacrifican, cuando vienen a la Tierra, entrando de nuevo a formar parte del Cuerpo Místico, compartiendo todas las tribulaciones, como ha enseñado S. Pablo (1 Cor. 12, 26) Marisa ha continuado transcurriendo las noches en la más gran aflicción humana, cada vez más frecuentemente acompañada por los dolores de la pasión.

En aquellos tremendos momentos, el Esposo Divino, la Madre Celeste y la madre terrena, le hacían compañía y le daban ánimos.

Diversas veces se ha manifestado a la mártir de amor Dios Padre para darle las gracias por los sufrimientos que padecía para el renacimiento de la Iglesia.

El 12 de septiembre se ha producido una situación que habría podido haber tenido graves y dolorosas consecuencias. Benedicto XVI, en su discurso en la universidad de Regensberg, ante el cuerpo docente y los estudiantes, ha citado la frase atribuida al emperador Manuel II Paleólogo y dirigida a un cristiano culto: "Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de nuevo y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su disposición de difundir por medio de la espada la fe que predica".

Esta frase en boca del Papa ha sido el detonante para una feroz reacción por parte de los musulmanes contra los cristianos. Han incendiado iglesias, matado misioneros y perseguido a los cristianos. La situación habría empeorado posteriormente hasta hacer estallar una guerra de religiones, si Dios no hubiese intervenido, escuchando las oraciones y aceptando los sufrimientos de algunas almas.

La Virgen, en nombre de Dios, ha pedido al Papa que pidiera perdón al mundo musulmán, como consta en la carta de Dios del 17 de septiembre, que reproducimos íntegramente:

Nuestra Señora - Sea alabado Jesucristo.

Mis queridos hijos, hoy no tengo una buena noticia que daros. Sabéis que hay mucha tensión entre los musulmanes y el Santo Padre. Nosotros, los del Cielo, deseamos que el Santo Padre pida perdón para que la situación vuelva a la calma, de otro modo estallará una guerra muy fuerte y poderosa y muchos inocentes pagarán un duro precio.

Si uno se equivoca, grande o pequeño, sacerdote o Papa, tiene que pedir perdón. Esperemos que esto ocurra, porque desde el Cielo vemos que la situación empeora cada vez más. Jesús, mi Hijo, ha pedido de nuevo a Marisella que sufra para evitar la guerra y que rece por el Papa, para que agache la cabeza y pida perdón.

Vosotros, los de la tierra, no estáis nunca tranquilos, siempre hay alguien que pretende arruinar la paz. ¿Tanto cuesta decir a los hermanos: "Me he equivocado, perdonadme, os pido perdón"? Si no se pide perdón, sabéis mejor que yo, que éstos, los musulmanes, son capaces de todo. ¿Para qué hacer estallar una nueva guerra habiendo tantas como ya hay en el mundo? Después de todo son siempre los jóvenes los que van a sufrir además y a morir. Habéis sido informados por los periódicos y por la televisión, pero la situación es todavía peor de cuanto dicen los periodistas. Escuchadme a mi, María, que os traigo el mensaje de Dios. Orad para que el Papa agache la cabeza y pida perdón. Sólo quiero que pida perdón. Si no lo pide, estallará una guerra muy, muy dura para todos.

Las buenas noticias son siempre escasas y las malas son cada vez más numerosas. Esta vez evitar que estalle la guerra depende del propio Papa. ¿Qué hace falta, aunque seas Papa, para pedir perdón? Confío en vosotros. Aunque sois pocas personas orad por esta intención, si no la situación se volverá muy, muy peligrosa. Si podéis hacedla conocer a los demás. Este mensaje tiene que ser escrito enseguida y difundido, para que llegue al Papa. Espero que alguno pueda llegar al Papa para hacérselo conocer, aunque será difícil.

Marisella, ¿te preguntas porqué Dios te hace sufrir? Por motivos muy graves.

De todos modos, Yo, la Madre del cielo, confío en vosotros. Orad, orad, orad y, si podéis, haced alguna penitencia, como ha hecho alguno durante el verano.

Junto a mi Obispo y vuestro os bendigo a vosotros y a vuestros seres queridos. Bendigo también a los hombres que intentan por todos los medios y por todas partes que haya guerra. Bendigo a los niños, a los enfermos, a los niños que mueren de hambre. Os traigo a todos junto a mi corazón y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Ánimo, Marisella, de nuevo te toca sufrir a ti.

Marisa - Está bien. ¿Qué tengo que decir? No lo sé. Tengo que decir siempre que sí. Frente a esta dramática situación digo: mandadme el sufrimiento, haced lo que queráis.

Adiós, mamá.

Esta carta de Dios ha sido enviada a muchos Cardenales y Obispos del Vaticano, a los Presidentes de las conferencias episcopales de países musulmanes, a algunos Nuncios, acreditados ante los gobiernos de religión islámica y a los párrocos de Roma y ha sido publicada en nuestra Web de Internet.

Toda la situación ha pesado mucho sobre nuestro Obispo que nos ha dicho: "Nos estábamos acercando al final del sufrimiento y ahora hemos sido empujados a alta mar". La desilusión, el sentido de soledad, la oposición de la autoridad eclesiástica han crecido desmesuradamente y en un momento de particular desconsuelo, Mons. Claudio ha exclamado: "Madre del Cielo, ¿dónde estás?" Y la Virgen ha respondido inmediatamente: "A tu lado, tesoro. Si Dios actúa así, tiene sus motivos. Comprender a Dios es difícil. Fiaros de Él. Dios no abandona a nadie. Sabe donde quiere llegar. El mundo va a la deriva, hacia la autodestrucción. Nuestro pronto no es el vuestro. Dios os ama, no os traiciona, tiene necesidad de vosotros. Vuestra misión es muy difícil. Marisella, eres heroica. Don Claudio, te asemejas a S. Pablo. A vosotros, mis dos hijitos, os digo: ánimo; no digo nada más que la meta está cerca" [5].

El Obispo y la Vidente han trascrito más de 4000 nombres de almas que subirán al Paraíso.

En bilocación han ido a Burundi y al Sudán.

En un coloquio privado con Mons. Claudio y Marisa la Madre de la Eucaristía ha hecho saber que la carta de Dios del 17 de septiembre ha sido entregada al Papa, que la ha leído. Solamente los habituales masones presentes en el Vaticano, después de haberla leído, la han roto. La mayor parte de los párrocos de Roma la han conservado. Es triste tener que reconocer una vez más que la mayoría de los eclesiásticos que trabajan en el Vaticano, en el Vicariato y en Roma cree en lo que Dios ha obrado en via delle Benedettine, pero callan por miedo y para no comprometerse.

El primero de octubre hemos celebrado con una solemne liturgia eucarística el centenario del nacimiento de la abuela Yolanda, que con el permiso de Dios, ha hablado: "Hija mía, yo te ayudo y estoy a tu lado, como estoy a tu lado, Excelencia. He rezado por todos vosotros. Mando un beso a mi querida hijita, un beso a la Excelencia, un beso a mis sobrinos y nietos".

La Abuela Yolanda ha sido homenajeada también en el Paraíso. Marisa ha visto a su madre con la Virgen, los ángeles y los santos delante de Dios, al cual le han dicho: "Dios mío, te ruego por mis dos hijitos que sufren tanto. Te lo ruego, ayúdalos. El Obispo ha hecho mucho por mi y por Marisella lo continúa haciéndo". Dios le ha respondido: "Abuela Yolanda, hazles comprender que no los abandono. Los ayudo siempre, pero tengo necesidad de ellos porque el mundo va hacia atrás". Dios ha bendecido y besado a la abuela de nuestra comunidad.

El 7 de octubre, fiesta de Nuestra Señora del Rosario, la homenajeada nos ha invitado a tener siempre confianza en Dios: "Dios no defrauda, hará lo que ha prometido, pero no pidáis ni cuándo ni cómo, no preguntéis nada, solamente rezad, esta es la alegría más grande que podéis dar le a Él".

Durante la aparición Marisa ha presentado a la Virgen a Ismael María, el último nacimiento de nuestra comunidad. La Madre de la Eucaristía ha revelado que también este niño, como los otros que lo han precedido, ha nacido por los sufrimientos de la Vidente.

Como se suele decir, al día siguiente nuestra Madre ha continuado insistiendo sobre el tema: "Os repito que Dios no traiciona, respeta los pactos, pero tienen que llegar Sus tiempos que no son los vuestros". Por otra parte nos ha invitado "a ir a hablar a los sacerdotes de fuera de Roma. Continuad sin prisa, sino poco a poco". Ha vuelto a hacer hincapié sobre la misión en las parroquias de Roma: "Habéis pensado que ha ido mal. No es verdad, porque incluso los que os han respondido mal y os han echado, al final se lo han creído y han comprendido donde está la verdad. Según vosotros ¿dónde está la verdad? Está aquí, en el lugar taumatúrgico, que Dios ha escogido por vosotros".

Finalmente nos ha revelado la situación de nuestros padres espirituales: "No sé hasta qué punto habéis comprendido cuanto cansancio y agotamiento acusa vuestro Obispo. Tiene necesidad de que lo ayuden muchísimo. Yo estoy siempre a su lado, día y noche, para ayudarlo. Marisella, sé que tus dolores son muy fuertes, ahora vuelvo al Padre y voy a pedirle que te haga estar un poquito mejor".

Entretanto la lista de los que tenían que subir al Paraíso se prolongaba en exceso, porque Dios les remitía las penas que tenían que pagar en el Purgatorio por los sufrimientos del Obispo y de la Vidente y por las oraciones de los miembros de la comunidad de Roma y de los de fuera de Roma.

No queriendo sobrecargar a sus dos hijitos con una fatiga enorme la Virgen ha empezado a indicar el total de las almas, nación por nación. Hasta el 10 de octubre han sido contadas conjuntamente 3.000.000 de personas.

Para levantar la moral del Obispo de la Eucaristía, a veces desanimado y desilusionado a causa de las feroces oposiciones por partes de los hermanos, la Madre del Cielo les ha revelado que cada vez que celebra la S. Misa se convierten uno o más sacerdotes. Para favorecer la conversión de algunos grandes hombres de la Iglesia, Dios ha ordenado a Marisa que escribiera a cada uno de ellos una carta en la cual tenía que exponer la situación espiritual de sus almas e indicarles sugerencias y consejos para que sean buenos pastores.

La Vidente en bilocación, pero sin ser vista, ha entregado la carta a los destinatarios, dejándola bien a la vista en sus escritorios. Muchos de estos eclesiásticos, pasado el primer momento de sorpresa, han comprendido que se trataba de una caricia de Dios y han cambiado.

Dios se ha mostrado siempre, hacia sus dos hijitos, como un Papá vigilante, diligente y afectuoso. Y siempre ha estado a su lado, los ha ayudado a superar los momentos difíciles, les ha concedido gracias y dones, pero sobre todo les ha permitido que dialogaran con Él y que le hicieran preguntas a las cuelas ha respondido casi siempre.

A principios de octubre Dios Papá ha entretenido al Obispo ordenado por Él y a la Víctima de la Eucaristía en un largo coloquio, durante más de 45 minutos. Nos sabemos qué le han dicho a Dios, primero el Obispo y luego la Vidente ni lo que Él les ha respondido, sabemos solo que se ha dirigido a ellos muy afectuosamente, usando expresiones tiernas como "tesoros de Dios".

La Madre de la Iglesia ha hecho una afirmación clara y definitiva acerca de la salvación de los que forman parte de religiones diferentes de la católica. "Musulmanes, ortodoxos, evangelistas y miembros de todas las otras religiones subirán con Marisella al Paraíso. Están salvados por haber hecho un acto de caridad, un gesto de amor. No es verdad que los que no pertenecen a nuestra religión no se salvan. El que hace obras de amor, de comprensión y solidaridad, se salva". [6]

Durante la noche del 18 al 19 de septiembre, mientras dormía, Marisa, enferma de diabetes, ha tenido hipoglucemia. Para evitar lo peor, La Virgen ha despertado a Don Claudio, acariciándolo dulcemente, el cual ha acudido donde estaba su hermana y, dándose cuenta de la situación, le ha dado un poco de pan y mermelada y un vaso de agua azucarada.

La carta de Dios, en la que la Madre de la Eucaristía sostenía que el Papa tenía que pedir perdón a los musulmanes, ofendidos por la frase de Manuel II Paleólogo, citada en el preámbulo en la Universidad de Rasenberg, ha suscitado muchos rumores en el Vaticano y diversos prelados se han sublevado sosteniendo que "la Virgen no puede hablar mal al Papa" y se han lanzado contra el Obispo y la Vidente con epítetos ofensivos, amenazando con represalias.

La Madre de la Eucaristía, pacientemente, ha intervenido para defenderse a sí misma y a sus dos hijitos: "Yo, la Madre de la Eucaristía, no he hablado nunca mal del papa, he dicho solamente que tenía que pedir perdón a los no cristianos. La Vidente, que alguno quiere echar por tierra, no tiene culpa de nada, repite solo lo que le he dicho en nombre de Dios. ¿Por qué los hombres de la Iglesia comprenden mal lo que digo y dañan al inocente? ¿Es posible que los grandes hombres llamados por Dios entiendan siempre lo que quieren, para herir a mis dos hijitos?"

Dirigiéndose directamente a los susodichos prelados, ha terminado así: "Sería hora de pedir perdón también al Obispo Claudio Gatti; le habéis hecho sufrir mucho y continuáis haciéndole sufrir. Yo, Madre de la Eucaristía, digo que estas maldades tienen que terminar". [7]

Puesto que, para regular, la relación con el I.N.P.S., S.E. Mons. Claudio Gatti tenía necesidad de un documento del Vicariato que atestiguara su status de ministro, ha recibido la siguiente declaración: "El Canciller del Vicariato de Roma, vistas las actas de oficio, atestigua que el señor Claudio Gatti, nacido en Roma el 15 de julio de 1.938, ya sacerdote del Clero Diocesano de Roma, ordenado el 9 de marzo de 1963, ha mantenido el "status" de ministro de la ordenación hasta el 18 de octubre del 2002. En tal fecha ha sido dimitido del estado clerical ex officio por Su Santidad Juan pablo II, con dispensa de todas las obligaciones conexionadas con las Sagradas Ordenes". Aunque el Vicariato ha certificado de nuevo el falso documento, porque no posee ningún documento firmado por Juan Pablo II, al Obispo se le ha vuelto a abrir una gran herida. De la dimisión del estado clerical de nuestro Obispo, hemos hablado extensamente en la presentación del volumen "Ha llegado el último golpe de Satanás" que recoge las cartas de Dios del año social 2002-2003.

Queremos recordar que los que han organizado la conspiración para hacer firmar a Juan Pablo II anciano y enfermo, el documento sin que él supiese nada, no poseen el aludido documento, porque el Señor lo ha sustraído de sus manos. De hecho no ha sido nunca enseñado ni al interesado que ha pedido muchas veces el poder verlo ni tampoco a los otros. Los vértices de la Congregación para la Doctrina de la Fe y del Vicariato de Roma mienten, cuando afirman estar en posesión de este documento. Cuando Dios intervenga para restablecer la verdad, entregará aquél documento al Obispo ordenado por Él, para demostrar que algunos grandes hombres de la Iglesia han engañado a Juan Pablo II y condenado ilícitamente e inválidamente a S.E. Mons. Claudio Gatti. Incluso el que tiene poca familiaridad con el C.I.C., sabe que nadie condena, aunque sea justa y válidamente, mientras el reo no ha visto y firmado el decreto de condena.

Por otra parte la dimisión del estado clerical puede ser ejecutada sólo si el clérigo ha cometido uno de los delitos indicados en los cánones 1364, 1367, 1370§1, 1387, 1394§1, 1395. Mons. Claudio Gatti no ha sido acusado de haber cometido ninguno de los delitos previstos por el C.I.C.

Finalmente la dimisión del estado clerical no puede producirse por decreto (can. 1342§2), sino que tiene que ser declarada sólo por vía judicial por un tribunal de tres o cinco jueces (can 1425). Mons. Claudio Gatti no ha sido condenado por ningún tribunal.

El 24 de octubre hemos celebrado la fiesta de la Madre de la Eucaristía, en tono menor, dado que Marisa tenía grandes sufrimientos en todas las partes del cuerpo y Mons. Claudio estaba moralmente deshecho, porque algunos sacerdotes y hermanas habían puesto en circulación la voz de que había sido excomulgado.

Con ocasión de su fiesta, la Madre de la Eucaristía nos ha entregado una importante carta de Dios, en la cual estaba descrita la situación de la Iglesia y de nuestro Obispo: "Por desgracia la situación de la Iglesia es triste, los hombres de la Iglesia no se comportan bien. Cuando les hago reproches maternos, no se enojan contra mi, que soy la Madre, la Madre de la Eucaristía, sino contra la Vidente y el Obispo. Si digo que un eclesiástico se ha equivocado y trato de corregirlo maternalmente, como hago con vosotros, no lo aceptan y están dispuestos a hablar mal de mis dos hijitos. Pero esto no es nada, en comparación con todo lo que están tramando en la iglesia. Ya no se entiende nada, la situación de la Iglesia empeora cada vez más y frecuentemente alguno hace afirmaciones que a Dios no le gustan. Los hombres de la Iglesia cometen sacrilegios con mucha facilidad, triunfan delante de las cámaras y no trabajan para Dios, sino para sí mismos. Vuestro Obispo no triunfa delante de las cámaras, pero triunfa delante de Dios. Él es bueno y valiente, se esfuerza en todo y para todo, trata de hacer valer las enseñanzas de la Iglesia, los valores del S. Evangelio, pero no es comprendido. Cuando ayer estuvimos por el río Jordán, Jesús habló largamente con el Obispo. La situación de la Iglesia deja mucho que desear y hace sufrir mucho a vuestro Obispo. Está a merced de las olas, guía una barca que está en peligro de hundirse, pero él, con su gracia, con su fuerza, con su amor trata de mantenerla a flote. Él es el ángel de la Tierra que os guía, es el santo que Dios ha querido. Por su fidelidad a Dios, el Obispo es la persona más combatida de toda la Iglesia. Nosotros, junto a vosotros oramos, para que llegue pronto su triunfo y termine el gran dolor, el gran sufrimiento de vuestro Obispo". [8]

El 26 octubre, a las 23:30, Dios Papá se ha manifestado improvisadamente a "sus queridos hijitos" y ha pasad el rato con ellos en un afectuoso coloquio. Ante todo ha dado un maravilloso anuncio:

"Yo, Dios Omnipotente he acogido en el Paraíso a 7.540.000 almas, porque vosotros, mis queridos hijitos, habéis sufrido. Estas almas han subido y otras subirán del Purgatorio por vuestros sufrimientos y Yo, Dios, me inclino y os doy las gracias. Es difícil comprender a Dios, muy difícil. Yo soy libre de hacer y deshacer y si lo hago, recordad que es siempre para vuestro bien. Yo soy el dueño del Cielo y de la Tierra, puedo decir una cosa y hacer otra, pero vosotros no tenéis que preocuparos, tened siempre el valor de seguir adelante, de amar y de tener la caridad más profunda hacia vosotros, hacia todos y hacia vuestro Dios".

Dios, que había aplazado de nuevo la partida de Marisa para el Paraíso porque tenía necesidad de ella y de sus sufrimientos para salvar a otras almas, ha concedido igualmente a la Vidente, junto a la Virgen, a S. José y a la abuela Yolanda, ponerse en cabeza del numeroso cortejo para introducirlo en el Paraíso. Inmediatamente después de los 4 conductores, estaban el padre del Obispo y de la Vidente y luego otros parientes, miembros de la comunidad, eclesiásticos, fieles, laicos bautizados y no bautizados y pertenecientes a otras religiones. La precedencia en el cortejo no dependía de la importancia de los cargos eclesiásticos o civiles, sino del grado e intensidad del amor demostrado en vida, hacia Dios y hacia el prójimo.

El domingo, 29 de octubre, para dar la posibilidad a los miembros de los grupos de oración de fuera de Roma para que se unieran a nosotros, hemos celebrado por segunda vez la fiesta de la Madre de la Eucaristía que ha anunciado a todos lo que el Obispo y la Vidente ya sabían: "El martes, fiesta de la Madre de la Eucaristía, junto a Marisella he llevado al Paraíso, después de la aparición, a vuestros parientes, amigos y muchas otras almas que Marisella no conoce, musulmanes, hebreos, protestantes y miembros de otras religiones. Una gran nube de almas ha subido con ella, con la abuela Yolanda, con mi amado esposo y conmigo. Ha habido una gran alegría en el Paraíso y me gustaría que lo vivierais también vosotros en la tierra". [9]

La gran alegría del Obispo y de la Vidente se ha ofuscado cuando Mons. Claudio se ha dado cuenta de que el cabello de la Virgen, engarzado en su anillo episcopal había desaparecido. La Virgen ha hecho saber a sus dos hijitos que el demonio, no pudiendo desahogar la rabia con ellos, protegidos ahora por intervención divina, contra ataques diabólicos, había hecho desparecer la preciosa reliquia.

El mes de octubre se ha cerrado con otra noticia poco bonita: sacerdotes, obispos y cardenales, continuaban reuniéndose para hablar mal del Obispo ordenado por Dios, para aislarlo cada vez más e impedirle que tuviera contactos con los otros hermanos. En una reunión restringida y reservada a los miembros del Sacro Colegio, un cardenal extranjero, en tono de hastío ha preguntado: "¿Tan importante es este Mons. Claudio Gatti que en cada reunión habláis siempre de él?" Los cabecillas de la oposición al Obispo Claudio Gatti que residen en el Vaticano y en el Vicariato han bajado la cabeza sin rechistar.

La Madre de la Eucaristía nos he invitado a menudo a rezar por las personas del tercer y cuarto mundo, privadas de alimentos, de medicinas y de todo tipo de asistencia. S. E. Mons. Claudio Gatti, durante la S. Misa celebrada el 1º de noviembre, fiesta de Todos los Santos, ha hecho conocer a la comunidad algunas informaciones referentes al estado de degradación en que están millones de personas, citando una de las informaciones de la FAO. Hoy en el mundo hay 854 millones de personas desnutridas, muchas de las cuales mueren de hambre. La falta de alimentos y de agua potable hace surgir la rápida difusión de una gran cantidad de enfermedades. Una de las más tremendas, que azota sobre todo a los niños, es la ceguera. La enfermedad es producida por un microorganismo presente en las aguas nocivas, no potables, que los niños beben. El microorganismo daña la cornea y progresivamente paraliza todo el sistema ocular. Por desgracia la enfermedad es contagiosa y se difunde del niño a todos los miembros de la familia. El balance de las consecuencias de la enfermedad es gravísimo: cada hora 600 niños se vuelven ciegos. Lo absurdo es que, si la enfermedad está en la primera etapa, para curar a un niño es suficiente un tubo de pomada, que cuesta 2,50 euros, y en algunos casos puede ser necesaria una sencilla intervención quirúrgica que cuesta sólo 15 euros.

Haciendo un modesto careo entre estas modestas cifras y aquellas que cada año se gastan para la construcción de armamentos, nuestro Obispo ha afirmado: "Cada vez que se construye cualquier tipo de armamento, ése mata antes incluso de ser puesto en funcionamiento. Si el gasto que hace falta para construir artefactos de muerte, fuese transferido para la asistencia de quien no tiene alimento, ni agua potable, ni medicinas, hoy no habrían 854 millones de hambrientos ni cada hora 600 niños perderían la vista. Yo no puedo acusar solo a los políticos, sino también a los hombres de la Iglesia y lo hago en nombre de Dios y animado por la Madre de la Eucaristía. Cuanto dinero administrado por ellos, si fuese transferido para obras de caridad, podrían hacer volver la sonrisa al rostro de los niños, la serenidad en el corazón de los padres y la esperanza en el alma de quien sufre de toda privación. El "Ay de vosotros" de Dios es tremendo. No es la riqueza en cuanto tal la que es insana sino el uso negativo y egoísta de la riqueza la que se vuelve insana".

Con ocasión del 50º aniversario de la ordenación sacerdotal de Juan Pablo II, los periódicos han citado la noticia de que los cardenales, alrededor de 130 personas, habían dado al Papa una suma de 500.000 euros. Con ocasión de la fiesta de la Made de la Eucaristía, celebrada el pasado 24 de octubre, nuestra comunidad con alrededor de un numero de personas poco superior al de los cardenales, ha podido recoger una suma de 2.550 euros, que ha sido entregada a favor de los niños africanos que mueren de hambre. También en este caso el contraste de los números es estridente y ha llevado a nuestro Obispo a afirmar: "La Iglesia no puede continuar adelante así. Juan Pablo I dijo una frase emblemática: "Si Cristo volviese hoy, ¿reconocería su Iglesia?". La Iglesia tiene que estar dispuesta a vender las propias riquezas para dar su colecta a los pobres, no sólo con la simple asistencia material, sino también para construir realidades sociales que puedan dar puestos de trabajo y garantizar seguridad y tranquilidad económica. ¿Cómo es posible que hombres de Iglesia vivan en el lujo, en la abundancia del confort, en la seguridad más desfachatada, en la elegancia más escandalosa y simultáneamente haya criaturas que mueren de hambre? La Iglesia tiene que ser pobre; cuanto más pobre es la Iglesia, más poderosa es; cuanto más se adhiere la Iglesia a Dios, más caminos encuentra para llegar a los hombres. Hoy glorifican a los Santos, y el primero entre todos es Dios, fuente de santidad; justamente los Santos hoy nos invitan a dirigir nuestra mirada no hacía lo alto, sino hacia la Tierra, para ver cuanta caridad es necesaria hacer y cuanto amor hay que dar a los necesitados, a los pobres y a los que sufren. El mundo y la Iglesia no cambian a través de los encuentros entre los hombres poderosos o escribiendo muchos documentos, sino solamente a través del amor. No hay que "parecer" buenos, como aquellos fariseos que hacían limosnas echando puñados de dinero para hacerse ver de todos, llenos de soberbia y ostentación, sino "ser" buenos y la bondad se concretiza solo en el amor y con el amor".

El primer sábado de Noviembre la Madre de la Eucaristía nos ha animado a proseguir ayudando a las personas necesitadas, sobre todo a los niños, y nos ha dado las gracias por cuanto ya habíamos hecho: "Yo soy la Madre de todos y pido siempre que deis una ayuda particular a los niños. Vosotros no conocéis la situación como la conocen mis dos hijitos. Continúan muriendo muchos niños y muchos se vuelven ciegos o no han visto nunca nada. Os doy las gracias por las ofrendas dirigidas a sostener muchas familias necesitadas, habéis sido muy generosos y tenéis que estar contentos de haber hecho un gesto de caridad tan grande. Dios os bendiga y os dé aquella paz y aquella serenidad que a veces falta". [10}

Nuestro Obispo repite continuamente que el verdadero cristiano no puede limitarse a rezar, sino que tiene que hacer actos de caridad hacia los necesitados y hacia los que sufren; sólo así pondrá en práctica la enseñanza de Jesús: "Primero aprended a amar y luego rezad".

El 5 de noviembre nuestra comunidad se ha volcado con dos parejas de nuestra comunidad, con ocasión del bautismo de sus hijitos. Miriam e Ismael María han sido bautizados por nuestro Obispo. Marisa ha sido elegida por sus padres como madrina de los dos niños, nacidos por su sufrimiento, como ha dicho la Virgen. En el momento de conferir el bautismo, como ha ocurrido otras veces, la Madre de la Eucaristía ha extendido su manto sobre los dos nuevos pequeños cristianos en señal de protección y ha dicho: "Sed todos padrinos y madrinas de los dos niños, ayudadlos a crecer con la oración, porque cada uno de ellos tiene necesidad de ayuda. Todo el Paraíso reza por Miriam e Ismael María, con la esperanza de que crezcan bien, como Dios quiere: buenos, santos y llenos de salud, todo lo que sea posible".

Los días han continuado discurriendo en medio de grandes tormentos y pruebas morales. El Obispo que veía a Marisa cada vez más probada y cansada, se ha dirigido a Dios Papá con fuertes lamentos: "Dios mío, prometes y aplazas las promesas, dices que "pronto, dentro de poco" intervendrás y transcurren las semanas, los meses y los años y no sucede nada. Hemos sido condenados muchas veces por la autoridad eclesiástica y perseguidos por tus ministros. Estamos solos, sin respaldo humano, todos nos han abandonado: parientes, amigos, miembros de la comunidad. Estamos deshechos y probados, nuestro Getsemaní y nuestro Calvario no se acaban nunca". El Padre Celeste ha respondido así: "Dilecto hijito, tesoro de Dios, Yo estoy siempre con vosotros, no os he abandonado nunca ni lo haré nunca. Ten paciencia todavía y reza para tener paciencia. Yo te necesito a ti y a tu hermana. Si la situación no cambia, al final me veré obligado a tomar decisiones".

Se han repetido una vez más "los fenómenos particulares", así los llama el interesado: Marisa ya no ve a Don Claudio, sino a Jesús en su lugar, con el que habla y conversa.

La Madre de los apóstoles nos ha invitado a seguir el ejemplo del apóstol de las gentes: "Imitad a Pablo que caminaba, mejor dicho, corría, para ayudar a las almas y después se echaba en el suelo con la cabeza inclinada para rezar". [11]

El 13 de noviembre Dios Papá se ha manifestado a sus dos hijitos, a los que ha permitido dirigirle numerosas preguntas. Como siempre ha sido un coloquio entre Padre e hijos, afectuoso y constructivo; pero no sabemos nada más. La Madre de la Eucaristía que ya nos había comunicado que Marisella vive la pasión día y noche, ininterrumpidamente, nos ha recordado: "Jesús ha llamado a vuestra hermana y la ha configurado como él, sufriente, le ha dado los estigmas, le ha hecho derramar sangre para la salvación de las almas. Hoy vuestra hermana continúa padeciendo la pasión de mi Hijo Jesús, sin derramar sangre, pero sufre un gran dolor y reza siempre por todos vosotros". [12]

El 21 de noviembre, fiesta de la Presentación de María al templo, la Virgen nos ha recordado algunos episodios de su vida: "A la tierna edad de ocho años, fui llevada al templo por mis padres Joaquín y Ana y allí junto a la profetisa Ana y a Simeón recé largamente, para que la paz reinase en nuestra ciudad. Después de poco tiempo mi madre y mi padre murieron y yo me quedé sola. No lo sabéis, pero mis parientes no me acogieron y yo sufrí mucho. He sufrido mucho, no tanto por la pérdida de mis padres, sino porque mis parientes no me trataron bien. Ana me dijo que fuera al templo a vivir con ella. Me enseñó a trabajar las telas y a hacer bordados para Aquél que un día tenía que nacer".

Precedida por una vigilia de oración, hemos celebrado solemnemente la fiesta de Cristo Rey. Jesús, Rey sin corona, como le gusta definirse, nos ha hablado de nuestro Obispo y nos ha dado un maravilloso anuncio: "Soy vuestro Jesús y después de las santas palabras que ha pronunciado vuestro Obispo, Yo, Dios, no sabría que añadir. Sabed que vuestro Obispo habla en Mi nombre y el de mi Madre y vuestra; está lleno de amor, de espiritualidad, de paciencia y de humildad, virtudes muy importantes. Ha sido llamado por Dios, por esto ha sufrido mucho. Hoy es un día importante. Como sabéis bien, 18 millones de almas suben al Padre: es una gran alegría que debo a mis dos queridos hijitos y a vosotros, pequeño cenáculo, porque habéis rezado, sufrido, habéis hecho penitencia, ayuno y las vigilias nocturnas".

El Fundador y Cabeza de la Iglesia ha hablado de Su Iglesia: "Por desgracia la situación es muy difícil. Hoy la Iglesia no va adelante, vuelve cada vez más atrás, sus hombres, como ha dicho siempre la Madre, corren hacia el poder, al trono, a la comodidad, al dinero y hacia otra cosa que no tengo ganas de nombrar". [13]

Desde hace tiempo el Papa tenía en la agenda hacer un viaje a Turquía para encontrarse con el Patriarca Ecuménico Bartolomé I y las autoridades civiles y para visitar además algunos lugares apreciados por la piedad cristiana. Pero después del discutido discurso del Papa en la Universidad de Rasenberg, este viaje se preveía muy difícil y cargado de preocupaciones, a causa de las amenazas de muerte, formuladas por extremistas islámicos contra Benedicto XVI.

Los gobernantes islámicos han tratado de desactivar la explosiva mecha con los habituales medios humanos, que sin embargo no podían garantizar de ningún modo la seguridad. Entonces ha intervenido Dios y ha enviado a Turquía a 12 personas, 11 del Cielo y 1 de la Tierra. Las personas del Cielo eran: La Madre de la Eucaristía, S. José, la abuela Yolanda, Esperanza, abuela de Marisa, Tina y Valeria, amigas de Marisa, Anna, tía de Marisa, Mons. Oscar Romero asesinado por los escuadrones de la muerte, Don Giuseppe Puglisi, asesinado por la mafia, Don Giovanni Agrestini, muerto de un tumor después de pocos años de sacerdocio, amigo y hermano de nuestro Obispo, Don Enrico, párroco de La Valle (Val Badia) muerto en olor de santidad, amigo del Obispo y de la Vidente; la única persona de la Tierra era Marisa que fue a Turquía en bilocación.

Los 12 estaban ya en Turquía, antes que Benedicto XVI llegase a las 12 del 28 de noviembre, para prevenir cualquier peligro que pudiese involucrar no solo al Papa, sino también a los miembros del séquito, los huéspedes y sobre todo la mayoría de los jóvenes que tenían la tarea de defenderlo.

Los hombres se han atribuido el mérito de que la visita pontifica no haya tenido una fuerte oposición, como había sido anunciado, ni haya habido atentados, pero nosotros sabemos y ahora lo decimos públicamente de quien es el mérito. Cuando el avión pontificio ha levantado el vuelo hacia Roma, los 12 han ido a Nazareth, a Belén y a Jerusalén (Cenáculo, Huerto de los Olivos y el Calvario) para rezar por la paz en el mundo. Después se han desplazado a Brasil, para llevar ayuda y consuelo a aquél inmenso país.

El mes de noviembre ha terminado con una cálida recomendación de la Madre Celeste: "Os exhorto a rezar por mis dos queridos hijitos, ayudadlos con la oración. Os digo claramente: el Obispo está cansado, está muy cansado". [15]

Durante todo el mes de diciembre ha estado presente en el corazón del Obispo y de la Vidente un gran temor. Dios había suscitado a sus dos hijitos, una orden que, de haberse ejecutado, habría puesto a Mons. Claudio y Marisa en una situación de grave conflicto, por las consecuencias bastante espinosas, con la autoridad eclesiástica.

No podemos especificar cuál era la orden divina, pero sí afirmar que está relacionado con el tercer secreto de Fátima. El Obispo y la Vidente han suplicado numerosas veces a Dios Papá, para que lo aplazase para una ocasión más favorable; de los dos, Marisa demostraba más terror de ejecutar la orden de Dios. De todos modos es suficiente leer con atención las cartas de Dios de diciembre, para determinar cual era la orden divina, por los indicios que ayudan a descubrirlo.

El primero de diciembre los 12 enviados por Dios a Turquía para proteger a las personas de eventuales atentados han continuado su misión en la India, donde cada uno ha realizado la tarea que le había sido confiada; entretener a los niños, consolar a las madres, socorrer a los que sufren, asistir a los enfermos, dar de comer a los hambrientos y dar ánimos a los obispos y sacerdotes.

El 2 de diciembre era el tercer aniversario del tránsito de la Tierra al Cielo de la abuela Yolanda, como nos ha recordado la Virgen: "Hoy en el Paraíso hay una gran fiesta, porque hace tres años que la abuela Yolanda está con Nosotros. Dios le ha dado dones particulares para ayudar a los que están en la Tierra y la invocan".

Luego ha vuelto a hablar del secreto de Fátima: "¿Os acordáis cuando os hablé de secreto de Fátima y dije que habría sacerdotes contra sacerdotes, obispos contra obispos y cardenales contra cardenales? ¿Qué ha sucedido? Que de un papa al otro se han pasado ese secreto sin hacerlo público, sin revelarlo nunca. Cuando se han decidido a hablar de él, no han revelado el secreto entero que yo he confiado a tres pastorcillos y tu, Marisella, lo sabes, porque lo conoces bien.".

El 3 de diciembre la Madre de la Eucaristía ha hecho una afirmación que desencadenará inútiles polémicas y una serie de reacciones negativas: "Yo no hablo en ninguna otra parte del mundo, por tanto publicad bien y enseguida los mensajes en Internet. Algunos los leerán y los pondrán en práctica, como lo hacéis vosotros, otros no prestarán atención".

El 5 de diciembre Dios ha amenizado a sus dos hijitos con un largo coloquio, durante el cual ha recogido su desahogo y ha escuchado sus peticiones. Dios ha manifestado de nuevo su deseo de salvar muchas otras almas y ha recordado a Marisella que no tenía que sufrir más por los sacerdotes, porque para ella este problema estaba cerrado. Dios ha solicitado sus sufrimientos "por los hombres que no conocen a mi Hijo Jesús".

El ocho de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, hemos celebrado dos grandes eventos. Hemos cerrado el año del amor y empezado el año de la humildad.

La humildad, como numerosas veces ha afirmado la Madre de la Eucaristía en sus mensajes, es verdad, quiere decir reconocer que los dotes y las capacidades que cada uno de nosotros posee son dones de la bondad de Dios, que nos los ha dado en favor de nuestros hermanos.

La humildad es nuestra afirmación de ser hijos de Dios: Él Padre bueno y solícito, nos ha dispensado dones a cada uno de nosotros que, con responsabilidad y espíritu de servicio, debemos hacer fructificar, no para nuestra vanagloria, sino para el bien del prójimo. Vanagloriarse de tener una particular aptitud, un dote especial o habilidad y no atribuirlo a Dios, o negar el poseerlo, significa pecar contra la verdad.

En el surco de la humildad podemos colocar sin duda alguna a María, la Madre de Dios, que aún siendo elevada a alturas vertiginosas, que la convierten en la criatura humana y espiritualmente más elevada, en el Magnificat recita: "... ha mirado la humildad de su sierva, grandes cosas ha hecho en mi el Todopoderoso...", manifestando así que su privilegiada condición es fruto solo de la intervención de Dios.

A nuestro Obispo le gusta recordar a menudo la figura de S. José como ejemplo de humildad y amor vivido en el silencio. El ha dominado el orgullo y vencido el propio yo, reservando el primer lugar para Dios e inmediatamente después para el prójimo, mientras para sí ha querido siempre el último lugar. San José ha alcanzado las cimas más altas de la humildad porque con amor y solicitud, aunque a costa de privaciones, incomprensiones y sufrimiento, ha protegido al pequeño Jesús.

En el Evangelio Jesús dice: "Guardaos de practicar vuestra justicia delante de los hombres para que os vean; de otro modo, no tendréis mérito delante de vuestro Padre celestial. "Por tanto, cuando des limosna, no toques la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que los hombres los alaben. Os aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, que prefieren rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los vea todo el mundo. Os aseguro que ya recibieron su recompensa" (Mt 6,1-5). La humildad se vuelve estilo de vida cristiano cuando nos damos en silencio a nosotros mismos y a nuestras capacidades para el bien del prójimo, solo entonces demostraremos que hemos dado de manera desinteresada, que hemos amado sin la pretensión de obtener algo a cambio.

Eh ahí el motivo por el cual el Año de la Humildad continua y se suma al Año del Amor que acaba de concluir: el amor y la humildad se integran perfectamente y solamente juntos se completan, para que podamos asemejarnos a Cristo que comprende a los débiles y a los últimos y dice: "Venid a Mi, todos vosotros que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré" (Mt 11, 28).

Si nuestra vida está unida a Dios y si nuestra meta es el gozo eterno de su visión beatífica, nuestra única preocupación tiene que ser el juicio de Dios. Pero si la única gratificación que anhelamos es el reconocimiento y la gloria de parte de los hombres, entonces para nosotros valdrán las palabras del Evangelio: "Los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros", así como también lo que ha pronunciado María en el Magnificat: "ha derrocado del trono a los poderosos y ha ensalzado a los humildes".

Otro ejemplo de humildad, que nos ha dado nuestro Obispo para este año, es Juan Pablo I, un Papa que, aunque por pocos días, ha dejado una huella indeleble en nuestro tiempo, indicando con su propia vida el modo de vivir la gran misión del papado en la sencillez y la humildad: atención a los pequeños y a los últimos, servir antes que ser servido, no desear los primeros lugares. A él le gustaba decir: "Las nubes altas no dan lluvia", si el hombre se ensalza tanto y pierde contacto con sus hermanos no sirve para nada, se vuelve inútil y estéril.

En el Evangelio está escrito: "En verdad, en verdad os digo: el que cree en mi hará las obras que yo hago y las hará aún mayores que éstas, porque yo voy al Padre" (Jn 14, 12). ¿Cómo es posible todo esto? Si vivimos en gracia y unidos a Dios en los sacramentos, si las "grandes obras" a las que aspiramos son las de la caridad y del amor mutuo, todo es posible, y cuando hayamos actuado lo mejor que hayamos podido tendremos que decir con gran humildad: "Somos siervos inútiles", reconociendo nuestra inadecuación comparada con la infinita magnificencia de Dios y con los dones de Su amor.

Los ejemplos de humildad que hemos citado son grandes pero no podemos callar los dos ejemplos más queridos y cercanos a nuestra comunidad: el Obispo ordenado por Dios, Monseñor Claudio Gatti y el de nuestra hermana Marisa. Su vida es un himno al amor y a la humildad: no han pedido honores, glorificaciones ni cargos, sino que han dicho solo un único e incondicional "sí" a la misión de Dios en favor de la Iglesia y de la humanidad.

Rezan, sufren y ofrecen en el silencio de su casa desde hace más de 35 años, pidiendo solamente la ayuda de Dios para conseguir continuar esta durísima misión. El Obispo no ha pedido nunca el episcopado, antes bien, cuando lo ha recibido, ha temblado y llorado, pero ha obedecido a la voluntad de Dios y por esto es injustamente condenado, ofendido y escarnecido. Marisa en su aposento de dolor, continúa ofreciendo noches y días de dolor en silencio, a veces no revelando, ni siquiera al Obispo, los propios males para evitarle preocupaciones y sufrimientos.

Si conseguimos sólo por un momento sentir en nosotros la sencillez, la grandeza y el dolor de estas dos almas, podremos comprender profundamente que el amor y la humildad son virtudes alcanzables sólo si estamos íntimamente unidos a Cristo Eucaristía y a Cristo Palabra, que nos alimentan y nos ilumina en el camino que lleva al Paraíso.

También el ocho de diciembre del 2006, con ocasión de la fiesta de la Inmaculada Concepción, el Obispo ordenado por Dios, S.E. Monseñor Claudio Gatti, con las palabras "Dios, con tu permiso, con los poderes que Tu me has concedido en la ordenación episcopal a mi humilde y modesta persona, yo, en este momento, consagro a María, Madre de la Eucaristía, toda la Iglesia", ha confiado la Iglesia a las manos puras e inmaculadas de la Madre de la Eucaristía, en la amarga y triste constatación que todas las fragilidades, debilidades y miserias del hombre han ofuscado y ensuciado el rostro humano de la Iglesia.

La Iglesia es de Cristo y en Cristo por los méritos adquiridos con Su pasión y muerte, y Dios, en Su inmensa bondad, ha llamado al hombre a colaborar con Él, con diferentes responsabilidades y con diversos dones y carismas, para que todas las almas vuelvan a encontrar el camino que lleva al Paraíso.

¿Cómo han respondido los hombres a este gran acto de amor, de respeto y de confianza? Han dado la espalda a Dios y lo que es peor, los que Cristo ha llamado para guiar al rebaño, han utilizado los poderes que Él les ha dado para sus propios, bajos y míseros fines humanos, traicionando la misión de los pastores al servicio de Dios para el bien de las almas.

Dios ha llamado al hombre a alturas vertiginosas, ha dado la gracia y los sacramentos, dones e instrumentos maravillosos e imprescindibles para alcanzarlas, pero a pesar de esto la humanidad ha elegido al demonio y su camino de perdición y de destrucción.

Al igual que en el Gólgota Cristo, moribundo en la cruz, ha confiado el hombre a Su Madre, humildemente el Obispo, ordenado por Dios, ha entregado el rostro humano de la Iglesia a la Madre de la Eucaristía, seguro de que, del mismo modo que las oraciones y la mediación de María han acelerado la venida del Espíritu Santo, también hoy la intervención de la Madre de Dios suscitará, con renovada fuerza, al hombre y a sus pastores a la conversión y hará volver a brillar la Iglesia con la luz de Dios.

Al confiar la Iglesia a Aquella que libremente ha aceptado la maternidad universal y está angustiada por un mundo que gime y está perdido, reconocemos en el Obispo todo el sufrimiento y la diligencia del pastor que ama profundamente al hombre y a la Iglesia, desea que Jesús Eucaristía vuelva a ser el centro de la vida de todo ser humano y cree ardientemente en el camino de la libertad en Cristo a despecho del de la esclavitud del pecado. Acompañamos a este humilde y gran don de nuestro Obispo con la oración, en la certeza de que esto sea agradable a Dios y confiando en el amor materno de Aquella, que pura y sin mancha, Dios ha escogido y querido como corredentora del género humano.

La Virgen ha hablado de la iniciativa del Obispo: "La consagración de la Iglesia a mi, Madre de la Eucaristía, que ha hecho vuestro Obispo, es grande a los ojos de Dios, que está felicísimo por este acto. Ningún obispo y ningún Papa ha pronunciado nunca palabras tan maravillosas como vuestro Obispo. Os invito a orar por esta consagración de la Iglesia a mi, Madre de la Eucaristía". Después ha dado el gran anuncio: "Hoy han subido 25 millones de almas al Paraíso, y es una fiesta para ellos".

Los grandes hombres de la Iglesia han continuado persiguiendo a los dos profetas de Dios, pero han cambiado el estilo; ya no es abierto y descarado, llevado a cabo públicamente por sus colaboradores, sino falso y escondido.

A ellos han sido dirigidas las severas palabras de Dios: "Los que han hablado mal de mi Obispo y de mi hijita irán al infierno. No me verán nunca y sufrirán en mayor medida por haberlos calumniado".

La Madre de la Eucaristía, en su catequesis, nos ha dicho que uno de los criterios para comprender si los mensajes tienen origen sobrenatural es que tiene que hablar de la Eucaristía y de la Iglesia: de su situación y de sus ministros. Por este motivo, últimamente hemos mencionado los fragmentos de las cartas de Dios que se refieren a los hombres de Dios: "No repetiré todo lo que ha dicho Dios de los pastores de la Iglesia, no repetiré la frase, porque os deprimiría. Éstos no hacen nada bueno y la Iglesia va cada vez peor. Hace falta renovar la Iglesia y dar las riquezas a los pobres, especialmente a los del Tercer y Cuarto mundo". [15]

La Navidad estaba ya a las puertas y S.E. Mons. Claudio Gatti, Obispo ordenado por Dios, Obispo de la Eucaristía y del amor, como lo llama la Virgen, ha advertido a los miembros de la comunidad que en lugar de recibir regalos como era habitual en las fiestas natalicias, daría el dinero que es preciso para comprarlos, a beneficio de los pobres de algunas naciones de África, particularmente azotadas por la guerra, por la carestía, por la sequía y por la falta de medicinas. También sobre estas cuestiones ha hablado la Virgen: "El gesto de vuestro Obispo que ha renunciado a los regalos, pequeños en comparación a los tesoros de la Iglesia, para dar el equivalente en dinero a los pobres, es grande para Dios. Si todos los sacerdotes, especialmente los que tienen grandes parroquias, lo obispos y los cardenales y el mismo Santo Padre, decidieran hacer alguna buena obra por los pobres, la situación en el mundo, sería diferente y todos estarían más serenos." [16]

El 19 de diciembre murió S.E. Mons. Daniele Ferrari, Obispo emérito de Chiavari, director espiritual de Don Claudio, durante los años de formación en el Seminario y durante los primeros años de sacerdocio. Incluso cuando Mons. Ferrari había sido nombrado obispo y mandado a la risueña ciudad liguriana, la relación entre los dos no se había interrumpido, porque periódicamente Don Claudio lo visitaba para confiarle su situación y recibir consejos.

Mons. Ferrari había creído inmediatamente y desde el principio en la autenticidad y en el origen sobrenatural de las apariciones de la Madre de la Eucaristía y de los milagros eucarísticos, había leído siempre con atención y respeto las cartas de Dios y defendido a Don Claudio de las críticas de su sucesor y de algunos sacerdotes de la diócesis que estaban en conocimiento de los hechos sobrenaturales, se había convertido en el garante ante algunos benefactores para conseguir ayudas económicas. Se había enfriado un poco y en parte apartado cuando Don Claudio se convirtió en S.E. Mons. Claudio Gatti, por intervención de Dios. A su parecer, incluso creyendo en la ordenación, no necesitaba hablar de ello para no originar disputas, hostilidades y divisiones, como efectivamente ha ocurrido. Su índole mansa y huidiza lo había empujado a tomar esta decisión. Había continuado respetando, orando y amando a Don Claudio, el cual ha sabido por la Madre de la Eucaristía que ahora goza de la felicidad eterna del Paraíso y suplica a Dios para que acelere el triunfo de su hijo el Obispo Claudio Gatti.

Como las verdaderas madres animan a los hijos, así nuestra Madre nos ha dirigido palabras de ánimo: "Vosotros, pequeñísimo rebaño, sois muy buenos. Tenéis que alegraros porque estáis unidos a Dios, a la Eucaristía, a la Madre de la Eucaristía y tenéis todavía con vosotros a vuestro Obispo. El que ha huido de este lugar, un día volverá, pero no le será fácil volver a entrar, estará aniquilado por la vergüenza, por los celos y por la envidia". [17]

Los adultos y los jóvenes de la comunidad, seguidos y confortados por nuestro Obispo que ha dado sus explicaciones, consejos, sugerencias e indicaciones, han escrito una carta a los cardenales de todo el mundo que todavía no tienen los setenta y cinco años, para explicar que la tercera parte del secreto de Fátima no había sido difundido íntegramente y dado a conocer, como ha repetido varias veces la Virgen. Por otra parte han contado la interpretación de la parte revelada, como el Obispo y la Vidente la han recibido de Dios y de la Virgen. (Anexo n.1)

Durante la aparición del 21 de diciembre, Marisa se ha dirigido así a la Madre de la Eucaristía: "Deseo someter a tu aprobación esta carta, que ya has visto y que hemos puesto bajo tu imagen. ¿Nos vendrán otros palos"?. La respuesta de la Virgen: "Sí, pero tendrá que explotar algo antes o después, tiene que explotar. Los hombres de la Iglesia, grandes y pequeños, tienen que admitir los errores cometidos, reconocer la falsedad y las mentiras que han dicho y comprender que no se vive solo de dinero, de poder, sino que se vive sobre todo de amor".

Anexamos al final de este escrito los fragmentos de las cartas de Dios hablan del secreto de Fátima. (Anexo n.2)

El 23 de diciembre Marisa, incluso estando en su habitación, por intervención divina, se ha encontrado en bilocación, pero invisible, delante de la puerta de entrada del lugar taumatúrgico. Ha visto como bajaba de un coche, aparcado un poco lejos de la casa, un hombre del que luego se ha sabido que era un asesino. De hecho, mirando a su alrededor, se ha acercado a la pequeña puerta de la villa, ha sacado de la funda una pistola dotada de silenciador, ha leído los nombres escritos en la placa del portero automático y estaba a punto de llamar, cuando ha emitido un grito, ha subido en el coche y se ha marchado. También esta enésima tentativa de matar a los profetas de Dios ha fallado, porque Dios, no sabemos cómo, ha intervenido.

El Obispo y la Vidente, saben por revelación sobrenatural, quiénes son y donde viven los desventurados que continúan inútilmente reclutando asesinos para matarlos. Están tan cegados por el espíritu de venganza y destrucción y por el odio respecto a Mons. Claudio y Marisa, que no son capaces de admitir, después de tantas tentativas fallidas para matarlos, que gozan de una especial protección de Dios. Maldad y estupidez a menudo van del brazo y nosotros lo hemos experimentado frecuentemente.

El 24 de diciembre, vigilia de Navidad, Marisa ha comunicado, por orden de Dios, al Obispo, su padre espiritual, el texto íntegro del tercer secreto de Fátima. Antes de ser informado del secreto, Mons. Claudio Gatti ha querido recogerse en oración con su hermana, después, mientras la escuchaba, el sufrimiento atormentaba su alma y las lágrimas surcaban su rostro. Del secreto, el Obispo no ha dicho ni siquiera una palabra, solo ha comunicado a la comunidad que lo había comprendido y ha pedido oraciones para quien lo tendrá que hacer conocer a la Iglesia entera.

La noche de Navidad 50 millones de almas han entrado en el Paraíso, como las precedentes, acompañadas por la Virgen, por S. José, por la abuela Yolanda y por Marisa que ha exclamado: "¡Hemos llegado a 100 millones! ¡Oh, madre mía, cuántas son!" Parece que el Paraíso se alargue para hacer entrar a otros 50 millones de almas subidas del Purgatorio".

Poco antes de la medianoche, la Madre de la Eucaristía ha entregado al Niño Jesús a la Vidente que lo ha estrechado junto a su corazón con amor y sufrimiento, pensando que aquellas tiernas carnes un día sufrirían la despiadada pasión.

En Navidad el Obispo y la Vidente, junto a la pareja de Nazareth, han ido en bilocación "a Burundi y a muchos otras naciones de África", como ha dicho la Virgen, para celebrar la Navidad junto a aquellas pobres poblaciones.

El 26 de diciembre Mons. Claudio, mientras se demoraba junto a su hermana en oración delante del pesebre, ha tenido una repentina iluminación interior. Ha comprendido una visión que Marisa había tenido algunos años antes, durante una permanencia en Fiuggi y que hacía referencia al sucesor de Juan Pablo II. Entonces los dos profetas de Dios no habían comprendido el significado de las imágenes de la visión, convertido en claro y preciso sólo el día de la fiesta de San Esteban. El Obispo se reserva el hablar sobre esta visión en el momento oportuno.

La Madre de la Eucaristía que se aparece a la Vidente incluso muchas veces durante la misma jornada, ha hecho saber, en un coloquio reservado a sus dos hijitos, que la pedofilia por parte de los sacerdotes se había difundido mucho en algunas naciones de Europa y de América, las cuales ha nombrado. Ha comunicado también que los sacerdotes buenos y honestos eran mucho más numerosos que los inmorales y deshonestos, pero a menudo estaban bloqueados por el miedo hacia los superiores que les impedían tomar públicas posiciones a favor de las apariciones de la Madre de la Eucaristía, de los milagros eucarísticos ocurridos en via delle Benedettine, del Obispo de la Eucaristía y de la Víctima de la Eucaristía.

Finalmente ha añadido que el Obispo ordenado por Dios podía ya contar con 25 eclesiásticos, obispos y cardenales, que estarán de su parte cuando Dios querrá; a estos, por los sufrimientos de Marisa se añadirán poco a poco otros ministros de Dios.

La Madre Celeste ha hablado de una grave situación que se refleja muy negativamente en los miembros más jóvenes de las familias: "En muchas familias los padres están separados y los hijos van de un padre al otro. Los niños sufren por ello, sobre todo los más grandes. Los hijos que estudian se resienten mucho por la separación de los padres; os invito a rezar por ellos". [|8]

Dirigiéndose a nosotros, los del Cenáculo, ha añadido: "Todos tendríais que decir: dirijamos la mirada a Dios Omnipotente que nos ama. Todos vosotros esperáis su Palabra, para ver cambiar finalmente las cosas". Días atrás, Dios desde lo Alto de los cielos ha dicho: "Muchos, muchos tienen aún que convertirse. Yo no me contento con estas conversiones, son pocas". El primero del año, hijitos queridos, Marisella partirá con 100 millones de almas del Purgatorio y las llevará delante de Dios Padre. Pero ella, como siempre, volverá con vosotros, porque su tiempo no ha llegado. Parecía que hubiese llegado, que todo estuviese listo, pero Dios ha dicho: "Necesito a Marisella" y hela aquí todavía en medio de vosotros. El primero de enero subirá conmigo, con mi amado esposo José y con la abuela Yolanda y se quedará dos días con Nosotros, pero luego volverá a la Tierra". [19]

Como ocurre desde hace algunos años, los jóvenes han querido celebrar el Año Nuevo junto a sus padres espirituales. Antes de ponerse a la mesa para saborear la cena, han hecho una pequeña vigilia de oración para agradecer a Dios por todo lo que les había dado y para pedirle perdón si lo habían ofendido incluso mínimamente. Poco antes de la media noche los jóvenes se han reunido en oración, guiada por el Obispo. A media noche en punto, mientras afuera estallaban los petardos y se brindaba por el nuevo año, se ha manifestado Dios Papá que ha dirigido a los presentes un largo mensaje, después del cual ha habido un importante diálogo entre la Virgen y sus dos hijitos. Con motivo de la excepcionalidad y grandeza del evento sobrenatural, hemos pensado en exponer por entero la carta de Dios, dada a caballo entre el viejo y el nuevo año. Es larga, pero invitamos a todos a leerla con respeto y atención, porque ayuda a comprender la situación del Obispo y de la Vidente en aquel momento:

Dios Padre - Marisella, he venido al final del viejo año y al principio del nuevo para felicitaros y también para daros un buen tirón de orejas. Soy vuestro Dios y os amo con un amor inmenso, grande, pero alguno de vosotros me hace sufrir. Excelencia, siéntate. Yo, Dios, he querido venir para deciros una vez más: ánimo, adelante, quiero la conversión de mis hijos, y la quiero porque los he creado a mi imagen y semejanza. Quiero que sean santos, claro, no todos llegarán a la santidad perfecta, pero quiero todavía conversiones, conversiones, conversiones. Me encomiendo a vosotros y os pido vuestra colaboración y oración. A vuestra hermana le he dicho: "Tienes que rezar, sufrir y ofrecer", a vosotros os pido solamente la oración. En el año que ha terminado hace poco, os he dado algo a todos, a unos de un modo a otros de otro. Todos habéis recibido gracias de Dios, sólo quien no las quería, no las ha recibido. Dios no ha abandonado nunca a nadie, desde vuestro Obispo al más pequeño de vosotros. Dios os ha amado y os amará siempre, aunque hayáis hecho... no digo la palabra, digamos lamentaciones. "¿Por qué Dios?. ¿Por qué Dios? ¿Por qué Dios?". ¡Cuántas veces habéis repetido esta frase los que estáis presentes, los que están ausentes y los adultos! Yo soy Dios y tenéis que hacer lo que Yo digo, aceptar lo que Yo quiero. Ahora quiero todavía conversiones, conversiones, conversiones. Orad por la Iglesia, orad, para que sea saneada y renovada. Por la mañana os levantáis, os preparáis con prisa y os vais corriendo a trabajar. ¿Por qué para el trabajo sois puntuales y conmigo no lo sois? Porqué no levantáis la mirada a Dios y decís: "Hola, Dios, me voy a trabajar. Hola, Dios, te amo". A vosotros no os pido tanto, a mis dos hijos he pedido muchísimo, ya lo sé, y pediré todavía, especialmente a Marisella. No os preguntéis continuamente porqué. Ha empezado el nuevo año, 2007, y en vuestro corazón pensáis: "Desde 1999 Dios nos ha hecho muchas promesas y no las ha mantenido". Si Dios ha actuado de este modo tenía sus motivos, y ¿quiénes sois vosotros para preguntar a Dios: "Por qué, por qué?¿ No somos también tus hijos nosotros?. Un Padre no trataría tan mal a sus hijos". Estos lamentos no me gustan, aunque tengáis parte de razón. Yo no quiero mandar al infierno otras personas, especialmente a mis hijos predilectos, quiero otras conversiones, conversiones y conversiones y luego todo será hermoso y feliz para vosotros. ¿Pensáis que son muchas las personas que se han salvado? Oh no, en proporción a todos los hombres que han vivido desde el principio del mundo son pocas. Vosotros habéis oído que 50 millones antes y 100 millones de almas después han subido al Paraíso, pero ¿qué son ante todas las almas que todavía están en el Purgatorio y son muchas? ¿Y las almas que están en el infierno? Aquellas, por desgracia, no se salvan. ¿Creéis que no sufro por esto? Me duele ver que mis hijos son inmorales, deshonestos, pedófilos, alcohólicos y drogadictos, pero también me duele cuando decís: "¿Por qué, Dios? ¿Por qué, Dios? ¿Por qué, Dios?". Dios es bueno, Dios os ama. He querido venir Yo y tengo a mi lado a la Madre de la Eucaristía, a San José, a la Abuela Yolanda, a los papas, todos los otros santos a los ángeles, porque Yo soy Dios, Yo soy grande, Yo soy Aquél que ha creado el mundo. ¿Qué ha sido de todo lo que Dios ha creado? Cruzad las manos sobre vuestro corazón y decid: "Dios tienes razón, ayúdanos, nos tienes que dar mucha fuerza y consuelo para continuar adelante", esto tenéis que decir. De vosotros espero mucho. Sois almas rectas, habéis sido llamadas por Mi. ¿Por qué no me escucháis? Este es mi deseo para todos: que el año nuevo esté lleno de esperanza, de amor, de fe, pero sobre todo de humildad. Sed humildes, sed sinceros y amad, como Yo, Dios, os amo y entonces veréis que todo será más hermoso. ¿Éste será un año duro? No lo sé, no os lo digo. ¿Será un año hermoso? No lo sé, no os lo digo.

Marisa - Tu lo sabes todo. Tu eres Dios.

Dios Padre - Bueno, Marisella, es mejor que me calle.

Marisa - Pareces un poco severo.

Dios Padre - No, no soy severo, soy un Padre, os amo y os quiero santos a todos. Por esto os repito: "Convertíos, convertíos, convertíos" y lo digo también a todos los hombres del mundo: "Convertíos".

Marisa - Se ha ido la estrella, se ha ido Dios.

Nuestra Señora - Sí, Marisella. Soy la Madre de la Eucaristía. Lo que Dios ha dicho es justo. Cuando me preguntabais "¿Por qué, Dios?", yo no podía responder. Recordad: Dios os ama y os quiere. Dilo tu también

Abuela Yolanda, habla, Abuela Yolanda, ánimo.

Abuela Yolanda - Sí, Dios os ama y os quiere.

Marisa - ¿Puedo hablar? Nosotros no hemos dicho nunca que Dios no nos ama. Quizá en los momentos de gran dolor nos hemos lamentado, pero poneos en nuestro lugar. Estamos en esta Tierra tan corrupta y continuar viviendo de este modo no es fácil para nosotros. ¿Verdad Virgencita?

Nuestra Señora - Sí, yo os entiendo, te entiendo, Marisella, pero tu sabes cuál es tu camino.

Marisa - Pues entonces, en mi camino no pongas al Obispo, déjalo libre para volar. Oh, él en el corazón tiene tantas palabras hermosas, tiene una avalancha de palabras, tu misma has dicho que de cada palabra del Evangelio hace un poema. Son hermosísimas también las oraciones que dice. Tiene el corazón lleno de amor por Dios, por la Madre de la Eucaristía, por San José y también por la Abuela Yolanda.

Nuestra Señora - Nosotros estamos aquí para felicitaros a todos. Buen año a todos y también a los que no están presentes, sobre todo a los niños, para que crezcan bien, no contaminados por este mundo tan extraviado, tan corrompido. Excelencia, te hago una pregunta, no sé si me responderás: "¿Tienes algo que decirme?

Obispo - Yo he expuesto todo lo que tengo en el corazón en la oración de hoy y en la de ayer.

Nuestra Señora - He oído lo que has dicho.

Obispo - He dicho que, a pesar de todo, me inclino a la divina voluntad y mando un beso a Dios - Papá. Claro que ya no tengo, y lo siento, la fuerza para seguir adelante. Pido solo esto: tener la fuerza física y espiritual para poder llevar adelante la misión que me parece, de mes en mes y de año en año que se vuelve cada vez más dura y difícil. Dios nos ha dicho que nos abandonemos completamente a Él y lo haremos, aunque con esfuerzo, pero creo que es humano desear ver florecer algo del sufrimiento que cotidianamente hemos vivido y vivimos. No vemos nada, somos cada vez menos numerosos, ningún sacerdote está a nuestro lado. Estamos continuamente perseguidos y condenados. Creo que es legítimo desear que la verdad triunfe. Hemos recibido tantos golpes y tener alguna consolación y alguna alegría nos puede dar un empuje mayor para continuar. Has dicho que el viaje al Calvario es siempre largo, pero el que estamos recorriendo Marisa y yo es largísimo. Incluso abandonándonos a Dios, deseamos ver crecer alrededor nuestro alguna cosa. Tu lo sabes, ¿qué ha crecido a nuestro alrededor? Ahora te hago yo una pregunta. Nos habéis dicho que muchos niños han nacido, parejas que han llegado felizmente al matrimonio, se han obtenido curaciones físicas y sobre todo muchas conversiones por nuestros sufrimientos, pero yo, como Obispo, ¿qué pedo decir que he hecho después de tantos años de fatigas, de sufrimientos, de humillaciones y de condenas? Ea, esta es la pregunta que te dirijo.

Nuestra Señora - No puedo responderte como te ha respondido Dios. Dios quiere todavía conversiones y cuando hablaba de conversiones, quería decir también de sacerdotes. Quiere que los sacerdotes se conviertan porque son sus hijos predilectos y lo han abandonado. Muchos piensan solo en el dinero, en la carrera y en el sexo. ¿Quién te ponemos al lado? Hay algunos que podrían estar a tu lado, pero no aceptarían porque tu eres Mons. Claudio Gatti, el Obispo ordenado por Dios y esto les molesta mucho y provoca muchas envidias y celos.

Marisa - Perdona, si Dios sabía que esta ordenación episcopal habría dado tanto fastidio, ¿por qué lo ha ordenado Obispo? Nosotros estábamos bien también sin Obispo, teníamos a nuestro sacerdote y para nosotros estaba bien así.

Nuestra Señora - Sí, es verdad. Quiero decir otra cosa: "¿Qué han hecho los jóvenes, cuando han venido al lugar taumatúrgico chicos nuevos, para estar a su lado y hablar con ellos? ¿Qué han hecho los adultos para traer a otras almas aquí?" Nada. No basta una sonrisita, un apretón de manos y preguntar el nombre. Me disgusta deciros esto, pero los jóvenes no se han comportado como verdaderos apóstoles. La misma observación vale para los adultos. Si viene alguien que quiere introducirse, no se le ayuda. No puedo decir otra cosa. Tendría alguna otra cosa que decir, pero hace alusión solo a ti y te la diré en privado. Ahora junto a todas las almas que tengo a mi alrededor y de las cuales tu conoces la mayor parte, porque son papas, sacerdotes, Fatina, la Abuela Yolanda y otras... Abuela, ¿por qué lloras? Las lágrimas descienden y riegan su rostro. Excelencia, Dios es bueno, Dios no quiere que sus hijos vayan al infierno. Dios no ha creado al hombre para que acabe mal, son ya muchos, muchos, muchos los que están en el infierno y no quiere que otros vayan. Tu sabes que hay en la Tierra muchos que están ya listos para ir al infierno. Estas personas no pueden subir al Paraíso y ni siquiera pasar por el Purgatorio. Tu no quieres esto ¿verdad? Tu quieres que se salven también éstas. ¿No respondes, Excelencia?

Obispo - Sí, sí, claro, que quiero que se salven. De hecho mi mayor alegría ha estallado cuando han subido en varias veces todas aquellas almas al Paraíso y sobre todo cuando he sabido que entre ellas, sobre todo en el primer grupo, había muchos sacerdotes, obispos y cardenales que he conocido; para mi ha sido una alegría enorme y espero que un día los alcance. ¿Puedo hacerte una pregunta más?

Nuestra Señora - Claro.

Obispo - Los papas que están a tu lado, algunos de los cuales he amado de manera particular, como Pablo VI y Juan Pablo I, ¿podrían decirme algo para animarme?

Nuestra Señora - No tienen permiso de Dios. Si quieres, pediré a Dios que les deje hablar; si supieses cuánto rezan por ti. Los sacerdotes, los obispos y los papas rezan por ti y por Marisella, para que tenga la fuerza de soportar todo el dolor y el sufrimiento que ninguno de vosotros, querida Excelencia, puede comprender. De hecho me parece que difícilmente se nota en ella cuanto sufre. Trata por todos los medios de esconder el sufrimiento, de reír y bromear, además de ti sabe algo Clara, porque está a su lado, pero también otros saben que es bromista. Llora, ríe y quiere salvar a otras almas. Las que han subido del Purgatorio al Paraíso ya son 200 millones. Tu no sabes cuantas hay todavía en el Purgatorio y cuantas hay en el infierno. Dicen que el infierno no existe, sin embargo existe y está lleno, lleno, lleno. Como el Paraíso también el infierno se ensancha cada vez más para que entren dentro otras almas que no están en gracia y que no verán nunca a Dios.

Mis queridos hijos, la Madre desea a todos un buen año. Junto conmigo os felicitan la Abuela Yolanda y todos los que me circundan. Amad, amaos. Vosotros que estáis unidos, tratad por todos los medios de estar al lado de mis dos hijos; amadlos. Oremos todos juntos, para que lleguen santos sacerdotes para aliviar al Obispo, no digo muchos, bastan dos o tres que lo releven, que lo ayuden, que lo amen, porque si vienen aquí como los otros, que por celos y envidia han tratado de hundirlo, es inútil que vengan. Tu dirás: "¿Por qué no interviene Dios?". Comprendo el porqué, comprende el porqué. Es así, hijo, es así. Bueno, gracias, deseo a todos que el 2007 sea un año lleno, lleno, lleno de alegría, pero habrá también sufrimiento. Este es el Año de la Humildad, pero tiene que estar animado siempre por la caridad hacia todos.

Junto a mi santo Obispo y vuestro os bendigo, a los jóvenes que están lejos, a todos los adultos, a los niños y a vuestros seres queridos. Os traigo a todos junto a mi corazón y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, di Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo. Buen año.

Obispo - Gracias.

Nuestra Señora - En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen. Ánimo, Marisella, tendrás que sufrir mucho.

Marisa - Está bien, está bien, hagamos la voluntad de Dios. ¿Qué tengo que decir? Todos juntos cantemos Aleluya, un canto natalicio y Christus vincit.

El nuevo año ha empezado con la introducción de la alegría y del mejor de los modos: 100 millones de almas han subido del Purgatorio al Paraíso, también acompañadas por la Madre de la Eucaristía, de S. José, de la abuela Yolanda y de Marisa, a la que Dios ha permitido quedarse durante 30 horas en la bendita patria. La Vidente después de haber adorado a la Santísima Trinidad ha tenido la posibilidad de encontrarse con personas queridas, entre las cuales estaban los últimos Papas. A Pío XII, al cual, desde niña primero y de jovencita después, había visitado muchas veces en bilocación, le ha encomendado nuestro Obispo: "Reza y trata de ayudar a aquel pobrecito que está sufriendo tanto. Tu sabes que en un futuro próxima subirá, por voluntad de Dios, a alturas vertiginosas".

El Pastor Angélico ha sonreído y ha prometido que continuará rezando por el Obispo ordenado por Dios junto a sus sucesores en el solio pontificio.

Durante el período natalicio han venido a rezar al lugar taumatúrgico peregrinos, provenientes de diversas zonas de Italia. Lo que ha alegrado en mayor medida a Mons. Claudio ha sido recibir a algunos sacerdotes que han ido a Via delle Benedettine para demostrarle solidaridad y amistad.

El Obispo y la Vidente han querido hacer un gran regalo a nuestra comunidad y a todos los que, esparcidos por el mundo, aman, veneran e invocan a la Madre de la Eucaristía.

Después de haber obtenido permiso del Cielo, han autorizado la publicación de las Cartas de Dios y de los coloquios habidos con las Tres Personas Divinas, con la Virgen y con algunos Santos, durante el período estival del año pasado.

Nos encontramos ante un acontecimiento único y a una decisión importante: los mensajes sobrenaturales dados durante el curso del año social, en la presencia de la Comunidad, han sido siempre publicados íntegramente y fielmente en nuestro giornalino "Perlas de la Madre de la Eucaristía" y han sido escritos en nuestra web de Internet www.madredelleucaristia.it, mientras aquellos dados sólo al Obispo y a la Vidente durante los meses estivales de los años anteriores, salvo alguna rara excepción, se han tenido en secreto por dos motivos:

1- son estrictamente personales.

2- contienen noticias, revelaciones e informaciones sobre la Iglesia y sobre otros delicados e importantes asuntos.

Ya que el período estival del 2006 ha sido para el Obispo y la Vidente particularmente duro, lleno de problemas y rico en sufrimientos, Dios se ha manifestado con una frecuencia tal que no tiene igual en toda la Historia de la Iglesia, como ha afirmado la Virgen.

El Padre Celeste ha permitido al Obispo y a la Vidente que le llamaran "Papá" y se ha volcado sobre el sufrimiento de sus dos hijitos con dulzura inimaginable.

Lágrimas de emoción han surcado los ojos de los que han tenido el privilegio de ocuparse de la publicación de estas cartas de Dios, que recogen el amor infinito de Dios-Papá hacia sus dos hijos a los que ha llamado a desenvolver en la Iglesia la doble misión:

- Hacer triunfar la Eucaristía en todo el mundo

- Hacer renacer la Iglesia.

Estamos seguros de que el contenido de estas cartas de Dios no sólo emocionará y conmoverá el corazón de los que las leerán, sino que enriquecerá sobre todo su alma y les hará experimentar y gustar la paternidad de Dios y la maternidad de la Virgen.

Estamos agradecidos a nuestro Obispo, Mons. Claudio Gatti, y a nuestra hermana Marisa Rossi que han querido abrirnos su corazón, pero sobretodo el corazón de Dios y de la Madre de la Eucaristía.

A todos pedimos rezar mucho y ofrecer a Dios florilegios, sacrificios, ayunos y mortificaciones para aumentar las conversiones de las almas y acelerar las intervenciones divinas que harán que el Obispo y la Vidente consigan la victoria que les ha sido prometida desde hace mucho tiempo.

La Vidente ha mostrado la redacción final de las cartas de Dios a la Virgen: "Virgencita, deseo hacerte ver estas cartas que Dios nos ha dado durante el verano. Están llenas de amor y de paz, contienen importantes enseñanzas y son muchas. Si tu nos das permiso para publicarlas, las recogeremos en un librito y las distribuiremos a quien las quiera. ¿Qué trozos tenemos que quitar?". La Madre de la Eucaristía ha respondido así: "Ahora déjalo estar Marisella, porque las manos te duelen, después con calma verás los puntos que te he indicado y los quitarás. Dios ha hablado muchas veces a mis dos queridos hijitos y hace poco días también se ha expresado de manera hermosa, impetuosa, para hacer sentir que manda a todos y puede hacer lo que quiera. Por desgracia lo que Dios quiere no es aceptado por los hombres; esto es un pecado muy grave. Los hombres de la Iglesia pecan contra el Espíritu Santo con mucha facilidad". [20]

La Madre Celeste nos ha encomendado siempre que recemos por el Obispo: "Reparad lo que hacen los hombres por hacerlo sufrir e intensificad la oración. El sufrimiento moral y el sufrimiento espiritual destruyen al hombre y el Obispo tiene mucho. Si vosotros rezáis lo ayudaréis a soportar todo y a vivir bien". [21]

Puesto que el Obispo había decidido explicarnos el contenido del III Secreto de Fátima, el revelado, la Virgen nos ha invitado a escucharlo con atención.

Nuestra Señora - Sea alabado Jesucristo, mis queridos hijos.

La carta de Dios hoy es muy breve, porque después escucharéis lo que ha dicho Dios sobre el tercer secreto de Fátima. Esta tarde os invito a escuchar con atención, aunque el cansancio y el sueño puedan llegar. Tratad de estar despiertos, para oír lo que vuestro Obispo os tiene que decir en nombre de Dios.

Participad en este encuentro con seriedad y empeño. Escucharéis cosas hermosas para quien es bueno, feas para quien no lo es. Cuando tenéis a vuestro lado a la Madre y a Jesús, todo se vuelve más fácil. Ánimo, mis queridos hijos, ánimo a todos, salvad este mundo rezad por este mundo. Antes decíais: "Corazón Inmaculado de María, salva a tu pueblo"; ahora os invito a decir: "Corazón Inmaculado de María, salva el mundo, salva el mundo, salva del mundo". Yo, Jesús, mi amado esposo José los santos y los ángeles, estaremos siempre con vosotros".

Ánimo, valor, Excelencia.

A ti, Marisella, ¿qué te puedo decir? No tengo palabras, no tengo palabras para darte las gracias de cómo llevas adelante tu misión. A pesar de que es difícil y dura, tu eres capaz de llevarla adelante y de ayudar a los niños.

Gracias al pequeño cenáculo que reza, hace ayunos, mortificaciones, florilegios. El que pueda que haga lo que pueda, no todos tenéis que hacer la misma cosa. Os lo ruego: tratad de no destacar, permaneced siempre en un rincón, humildes, sencillos, porque nadie es primero y nadie es último, delante de Dios sois todos iguales. Gracias.

Os lo ruego, después de la S. Misa, escuchad lo que vuestro Obispo os dirá. Gracias a todos.

Junto a mi Obispo y vuestro os bendigo, a vuestros seres queridos, a los niños y a los enfermos. Os traigo a todos junto a mi corazón y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Hasta más tarde, hijitos.

Adiós, Marisella.

Marisa - Está bien, pero ayúdame, porque sino desfallezco. Adiós.

El 14 de enero la Madre de la Eucaristía ha revelado a la comunidad: "Ayer tarde Marisella se estaba marchando a causa del dolor, pero Dios una vez más ha querido que se quedara con vosotros".

También los días de Enero han sido entrelazados por el hilo rojo del sufrimiento para componer un maravilloso bouquet que la esposa ha ofrecido generosamente a su esposo divino. Numerosos han sido los días en los que los dolores naturales han deshecho el cuerpo de Marisa y los sufrimientos de la pasión la han hecho víctima agradable a Dios.

Este océano de sufrimientos, abatiéndose con violencia sobre su cuerpo martirizado, muchas veces le han causado desmayos y ceguera y dos veces ha llegado hasta el umbral de la muerte que no ha ido más allá por intervención de Dios.

La Abuela Yolanda ha llegado a preguntar a la Virgen, que junto a ella velaba y oraba por Marisa: "¿Por qué Dios no llama definitivamente hacia Sí, al Paraíso, a mi hija?" La Madre Celeste le ha respondido: "Abuela Yolanda, tu sabes que los porqués de Dios a veces son incomprensibles también para Nosotros".

En aquellos momentos dramáticos Mons. Claudio, cerca de su hermana, suplicaba al Omnipotente, con palabras suyas "para que alejara el aguijón del dolor".

La Madre de la Eucaristía al ver a su hijo, probado y desfallecido, que no se alejaba ni siquiera un minuto de la cama, sobre la que, como cordero llevado al matadero, yacía Marisa, ha dicho también a Mons. Claudio: "Hijo mío, ve a descansar un poco", yo y la abuela Yolanda velaremos por tu hermana".

Marisa ha visto frecuentemente a los ángeles y a los santos, de rodillas delante de Dios y con la cabeza inclinada, rezando por ella y por su hermano.

Dios en persona se ha manifestado 4 veces, tras la imagen de una flor o de una estrella, para asegurar a sus dos hijitos que no los abandonará nunca y que estará siempre a su lado. Ha respondido también a algunas de sus preguntas y ha hecho notar paternalmente al Obispo: "Tesoro de Dios, no puedes pedirme que te revele todo lo que me preguntas; hay situaciones y hechos que no te puedo revelar".

El 20 de junio, Marisa ha tenido una visión particular. Ha visto, como en una secuencia cinematográfica, su funeral: los adornos del altar y de la basílica, las vestiduras litúrgicas del Obispo, las personas que estarán presentes. Además ha visto el folleto preparado por el Obispo para su funeral y ha sentido parte de su homilía.

Cuando se lo ha contado, el Obispo ha comprendido que Dios había aprobado como había predispuesto todo lo que por orden Suya tenía que hacer. El funeral de Marisella, por voluntad divina, tiene que ser más hermoso y solemne que una boda.

El Señor ha revelado siempre a sus dos hijitos la identidad de los que los perseguían y las tramas de todo lo que organizaban contra ellos. Después de la visita de los Agentes de Urbanismo, por la construcción de la carpa que el Obispo tenía intención de pagar, la Virgen ha hecho saber al Obispo y a la Vidente que habían venido por indicación del que había dicho: "Me vengaré y destruiré a Don Claudio" y de un ex párroco de la zona que se había distinguido por el ensañamiento demostrado contra el lugar taumatúrgico. Su intento era hacer demoler la carpa que la Virgen llama basílica, para impedir a los que vienen a rezar al lugar taumatúrgico que se refugien de la lluvia, del frío del invierno y del sol del verano.

Como tantas otras conjuras también ésta estaba destinada a fracasar.

El 30 de enero, mientras el Obispo y la Vidente estaban recogidos en adoración delante de la Eucaristía que había sangrado y después de que Mons. Claudio hubiera hecho una larga y espontánea oración, Dios Papá se ha manifestado: "Excelencia, hijo mío, tienes razón, lo que has dicho es la pura verdad, pero, hijitos, creedme, aunque no me manifieste siempre, estoy siempre con vosotros. También casi todos tus compañeros de seminario te quieren y te estiman. Los que te son hostiles y te persiguen, están movidos por la envidia, por los celos, por los intereses y por el miedo de ser desenmascarados. Habéis esperado que los cabecillas de la conjura contra vosotros dimitieran a causa de la inestable salud y de la avanzada edad, pero sólo la muerte os librará de ellos.

Muchos de los que ocupan puestos de responsabilidad en el Vaticano son serpientes. Aquél que creíais equivocadamente que estaba inscrito en la masonería es mejor que todos los otros, pero no puede hacer nada, porque está próximo a la jubilación".

A sus dos hijitos Dios les ha dicho los nombres, tanto de los eclesiásticos buenos como de los deshonestos, pero nosotros no los conocemos, forman parte de los secretos que sólo ellos conocen.

Al final Dios ha dado a su Obispo un anuncio que lo ha hecho enmudecer: "Hijito, tu, según el registro civil, tienes 68 años, pero Yo te he restituido la salud y la energía de un cuarentón; de hecho el próximo 15 de julio cumplirás 40 años y no 69".

El inesperado y extraordinario don que no tiene precedente no es tanto en razón del presente, sino del futuro, cuando nuestro Obispo subirá a alturas vertiginosas.

El 31 de enero el Obispo, entrando en la habitación de Marisa, ha sentido el perfume que caracteriza la presencia de la Virgen. Mirando alrededor ha visto depositado en el pecho de Marisa un mechón de cabellos y otros cabellos sueltos. El mechón de cabellos, ha explicado la Madre de la Eucaristía, está compuesto por los cabellos fusionados de Jesús niño y adulto, de San José y de los suyos, mientras que los sueltos son sólo suyos. El mechón de cabellos ha sido colocado en un relicario, mientras los cabellos sueltos han sido engarzados en el anillo episcopal del Obispo Claudio Gatti, porque los primeros los había hecho desaparecer el demonio.

El Obispo nos ha hecho notar que los cabellos de Jesús y los de la Virgen son una reliquia única en cuanto que pertenecen a cuerpos que están en el Paraíso.

Para demostrar la honestidad y la corrección de la actuación de Obispo y contra los continuos y repetidos abusos de poder de la autoridad eclesiástica, hemos pensado agregar a esta presentación, la cronología de las relaciones habidas entre ellos.

24 de septiembre de 1993: Don claudio comunica a Mons. Nosiglia que en Roma el 24 de octubre de 1993 empezarán las apariciones públicas de la Madre de la Eucaristía. Entrega al Obispo auxiliar los borradores de los mensajes de la Virgen y le expone los criterios, el método y los argumentos de la catequesis que pretende llevar a cabo para preparar a los participantes a vivir de modo serio y responsable las apariciones marianas.

13 de marzo de 1994: Don Claudio escribe al Papa para ponerle al corriente de la calumniosa campaña desencadenada contra él. Ya que teme que sea privado de la facultad de celebrar la S. Misa en nuestra capilla, suplica al S. Padre que intervenga para que esto no ocurra.

10 de mayo de 1995: Mons. Nosiglia comunica a Don Claudio que Mons. Zega ha sido nombrado "observador" para seguir las presuntas apariciones y que cuanto antes se pondría en contacto con él. El observador no ha aparecido nunca, ni siquiera ha llamado por teléfono.

29 de junio de 1994: Don Claudio escribe al Papa para comunicarle que la calumniosa campaña contra él se ha recrudecido.

15 de noviembre de 1994: Don Claudio escribe al Card. Ruini para quejarse de que circulan hacia su persona: sospechas, calumnias, desconfianzas y hostilidades.

6 de diciembre de 1994: El Card. Ruini, en presencia de Mons. Nosiglia, comunica a Don Claudio que "ya que hemos de hacer comprobaciones, por motivos pastorales, retiro la facultad de celebrar la S. Misa en la capilla". Mons. Nosiglia antes, prohíbe los encuentros bíblicos, los encuentros de oración y los retiros espirituales en nuestra capilla y a continuación por las protestas de Don Claudio se las permite, pero limita el número de los participantes a 50.

23 de diciembre de 1994: Don Claudio escribe una vez más al Papa para que lo ayude a defender la verdad.

6 de enero de 1995: Don Claudio escribe al Car. Ruini para defenderse de las infamantes acusaciones que han lanzado contra él sacerdotes, hermanas y laicos que conoce.

13 de febrero de 1995: El Card. Ruini escribe a Don Claudio para comunicarle que considera necesaria una verificación de la actividad religiosa del Movimiento, que ha confiado a Mons. De Angelis, Mons. Tuzia y padre Castellano.

2 de abril de 1995: Los tres sacerdotes se ven con Don Claudio y Marisa. El encuentro se desarrolla de manera respetuosa y en un clima sereno, pero no se redacta ningún acta.

18 de septiembre de 1995: Don Claudio escribe al Car. Ruini para informarle del primer gran milagro eucarístico ocurrido el 14 de septiembre. Narra todo lo que ha sido afirmado por el periódico y por algunos servicios televisivos que han citado el juicio negativo del Vicariato: "Caso de patología religiosa". Tal juicio ha sido hecho sin haber examinado "los hechos" ni interrogado a los testigos.

23 de octubre de 1995: Don Claudio escribe al Car. Ruini para informarle que han ocurrido nuevos milagros eucarísticos.

30 de octubre de 1995: El Card. Ruini escribe a Don Claudio para informarle que había sido nombrada una comisión para examinar los hechos. Ésa comprende, además de los tres sacerdotes ya indicados, Padre Roberto Zavalloni y está presidida por Mons. Nosiglia.

1 de noviembre de 1995: Don Claudio comunica por carta al Card. Ruini que han ocurrido nuevos milagros eucarísticos.

14 de noviembre de 1995: Don Claudio escribe al Papa para comunicarle los grandes milagros eucarísticos ocurridos en Via delle Benedettine en Roma. Le informa que han aumentado notablemente las oposiciones, las calumnias y las maledicencias contra nosotros. Detrás de ellas están presentes poderosos enemigos de la Iglesia y del Papa.

28 de noviembre de 1995: Tres miembros de la Comisión (Castellano, Tuzia y Zavalloni) después de haber dicho a Don Claudio que no podía estar presente, someten a Marisa a un duro interrogatorio en el que manifiestan: planteamiento agresivo, superficialidad en las afirmaciones, calumnia, plagio, manipulación, extorsión de afirmaciones, indolencia y contradicciones. Marisa es declarada como: falsa, herética, endemoniada y sacrílega. Es acusada de haber dividido la Iglesia en dos y de estar en contra de la Iglesia. Los mensajes son calificados como "materialucho" y que las hostias son traídas por el demonio. De este interrogatorio no se ha redactado ningún acta.

28 de noviembre de 1995: Mientras ocurría el interrogatorio de Marisa, Don Marco Fibbi escribía al Sr. Fred Chavez, responsable de las "Apparitions List" de Internet que el Vicariato le desaconsejaba que publicara las revelaciones de Marisa Rossi en la Apar-L, porque era contrario a su difusión. El Vicariato ha formulado un juicio antes de tener los elementos para pronunciarse. Los dos interrogatorios son nulos porque no tienen actas y no han sido interrogados los testigos de los milagros eucarísticos.

1º de diciembre de 1995: Don Claudio se reúne con Mons. Nosiglia, Mons. Tuzia, padre Castellano y padre Zavalloni en el Vicariato. Mons. Nosiglia afirma que la reunión tenida con Marisa es nula, porque no ha sido redactada el acta. Por otra parte confirma que en los mensajes entregados en el Vicariato antes de ser publicados no hay nada que esté en discrepancia con la Palabra de Dios y las enseñanzas de la Iglesia.

16 de enero de 1996: Mons. Nosiglia, asistido por Mons. Tuzia, y en presencia de Don Claudio, se reúne con Marisa, con la que tiene un coloquio cordial y respetuoso. No se redacta acta.

26 de marzo de 1996: En el Vicariato Mons. Nosiglia, en presencia del canciller Filippo Tucci, que sin haber hablado nunca con él y sin que hubiera prohibido el culto a las hostias que aparecen en las manos de Marisa, entrega a Don Claudio un decreto de Ruini en el que se prohíbe el culto a las hostias y en caso de inobservancia se amenaza a Don Claudio con la suspensión a divinis.

17 de abril de 1996: Don Claudio se reúne con el Card. Ruini, en presencia de Mons. Nisiglia y Mons. De Angelis. El cardenal afirma que no cree en las apariciones marianas ni en los milagros eucarísticos. Relata hechos ocurridos 30 años antes y contados por un sacerdote sorprendido "in turpibus" por Marisa. Duda del equilibrio psíquico de Marisa. Don Claudio le pone delante los partes médicos a los que ha sido sometida por parte de los especialistas de la Universidad de Roma que han determinado que "Marisa Rossi no presenta ninguna patología neurológica o psiquiátrica. Tampoco durante el referido contacto místico se ha evidenciado ningún dato patológico".

7 de mayo de 1996: Don Claudio escribe a Mons. Moretti para quejarse de que circulan fotocopias del decreto y voces que afirman que está suspendido a divinis.

13 de junio de 1996: Dos miembros de la comunidad, encargados por Don Claudio, envían al Card. Josef Ratzinger una detallada relación en la que hablan sobre las apariciones de la Virgen, de los milagros eucarísticos y del decreto del Card. Ruini emitido hacia su persona y les plantean diversas cuestiones.

5 de diciembre de 1996: Don Claudio escribe al Papa para exponerle nuestra difícil situación.

13 de enero de 1997: Mons. Nosiglia le muestra a Don Claudio un segundo decreto todavía sin firmar por Ruini en el cual, además de confirmar la prohibición de dar culto a las hostias, le impone el cierre de los encuentros bíblicos y de los encuentros de oración. Don Claudio le hace notar que el segundo punto contrasta con cuanto establece en los cánones 214, 216, 217 del C.I.C. y por esto, aunque estuviera formalizado, se vería obligado a hacer un recurso jerárquico. Mons. Nosiglia le asegura que hablaría con Ruini.

14 de marzo de 1997: Mons. Nosiglia en presencia de Mons. De Angelis y de Don Giusepe Tonillo, entrega a Don Claudio un nuevo decreto sustancialmente idéntico al primero, que contiene como agregación, sólo la disposición de presentar los mensajes de la Madre de la Eucaristía a la Autoridad Eclesiástica antes de publicarlos. A la pregunta: "¿Por qué habéis hecho un segundo decreto semejante al primero?", no recibe respuesta.

17 de marzo de 1997: Don Claudio pide al Card. Ruini que revoque el segundo decreto.

18 de abril de 1997: Don Claudio se reúne con Mons. Nosiglia que le dice que está preocupado de su situación espiritual y de las almas que vienen a Via delle Benedettine. Cuando Don Claudio le pregunta: "¿Sobre qué me reprendéis?" recibe esta respuesta: "Debes obediencia a la Iglesia", y a su pregunta: "¿Cuándo he desobedecido a la Iglesia?" sigue un silencio embarazoso. La conversación no es serena y termina con esta frase: "No tenemos nada más que decirnos. Desde este momento nos dirigiremos directamente a los fieles".

25 de abril de 1997: Don Claudio recibe por correo la respuesta de Ruini a su petición de revocación del decreto: Confirmo mi decreto del 24 de febrero de 1997, n. 148.

27 de febrero de 1998: Don Claudio escribe al Card. Ruini para comunicarle que por orden del Señor celebrará la S. Misa en nuestra capilla, para el aniversario de su ordenación sacerdotal.

5 de marzo de 1998: Por teléfono, Mons. Nosiglia dice a Don Claudio que no puede celebrar la S. Misa en la capilla y que la prohibición está expresada en los decretos. Don Claudio le hace notar que en los decretos no se habla de prohibición de celebrar la S. Misa.

6 de marzo de 1998: Don Giuseppe Tonello, canciller del Vicariato, entrega personalmente a Don Claudio en su casa el tercer decreto que dice: "En caso de que Don Claudio desobedezca de alguna manera al precepto que se indica en el n.1, incurrirá en la censura de la suspensión latae sententiae".

13 de marzo de 1998: Don Claudio escribe a Ruini para impugnar el decreto y solicitar uno nuevo.

1 de abril de 1998: Mons. Nosiglia entrega a Don Claudio la carta de Ruimi en la que le comunica la suspensión a divinis y los motivos que lo han inducido a hacerlo.

12 de abril de 1998: Don Claudio escribe a Ruini para comunicarle, a juicio suyo, la invalidez de la suspensión a divinis.

12 de abril de 1998: Escribe al consejo episcopal de Roma por el mismo motivo.

1 de mayo de 1998: Escribe a los cardenales, a los obispos, a los sacerdotes de la Iglesia. Les informa de las apariciones marianas y de los milagros eucarísticos que ocurren en Via delle Benedettine.

8 de septiembre de 1998: Comunica a Ruini la orden de Cristo de interrumpir las relaciones con él, hasta que no reconozca los errores cometidos.

24 de octubre de 1998: Comunica a los sacerdotes de Roma el comportamiento del Vicariato hacia nosotros.

4 de noviembre de 1998: Hace recurso contra la suspensión a divinis, escribiendo al Card. Castrillón, prefecto de la Congregación del Clero.

23 de enero de 1999: Marisa, que muchas veces se ha reunido con el Papa en bilocación, escribe a Mons. Stanislaw Dziwiz para pedirle que pueda hablar con él en persona.

24 de mayo de 1999: Los jóvenes escriben al Card. Sodano en defensa de Don. Claudio.

17 de junio de 1999: Don Claudio escribe a Mons. Dziwiz para que informe al Papa de todo lo que está ocurriendo.

17 de junio de 1999: Los jóvenes escriben al Papa para invitarle a tomar posiciones sobre los milagros eucarísticos.

29 de junio de 1999: El Obispo Claudio escribe a los cardenales, a los obispos, a los sacerdotes de la Iglesia para comunicarles la orden de Ruini y de Nosiglia de que tirase la Eucaristía que había sangrado.

7 de octubre de 1999: Invita a los obispos de Italia a tomar posiciones sobre los milagros eucarísticos.

15 de junio del 2000: Los miembros de la Comunidad comunican a los cardenales, a los obispos y a los sacerdotes de la Iglesia el milagro eucarístico ocurrido en las manos del Obispo Claudio mientras consagraba.

18 abril de 2001: Después de la difusión del comunicado de la C.E.I., Mons. Claudio Gatti escribe a los Obispos de Italia para hacerles conocer nuestra situación.

24 de octubre de 2001: Los miembros de la Comunidad escriben a los sacerdotes de Roma para defender al Papa, cuya invocación hecha por él a la Madre de la Eucaristía ha sido censurada y no mencionada en el Osservatore Romano.

31 de marzo de 2002: El Obispo Claudio escribe a los cardenales de fuera de Italia para informales de los milagros eucarísticos y del comportamiento del Vicariato.

5 de noviembre de 2002: El card. Ruini informa con una sencilla carta al Obispo Claudio que Juan Pablo II ha dispuesto su inmediata dimisión del estado clerical, sin presentar ningún decreto.

6 de enero de 2003: Mons Claudio, Obispo ordenado por Dios, expone los motivos por los que su reducción al estado laical no tiene valor en una carta dirigida a los Cardenales, a los Obispos de Italia, a los sacerdotes de Roma.

24 de octubre de 2003: El Obispo Claudio escribe a los cardenales Ratzinger, Ruini, Bertone, Sodano, Arinse, Re, Sepe, Castrillón y Pompedda para pedirles que le enseñen el decreto original de su reducción al estado laical y que le entreguen una fotocopia compulsada de la misma. Nadie le respondió.

25 de enero de 2004: Expone a los cardenales, a los obispos y a los sacerdotes de la iglesia los motivos por los que Ratzinger, Ruini y Bertone están excomulgados latae sententiae

14 de septiembre de 2005: Escribe a Bendedicto XVI para invitarlo a volver a examinar su caso para evitar que en el futuro estalle un grave escándalo en la Iglesia.

8 de diciembre de 2005: Envía a título de información la misma carta a los cardenales y a los obispos de Italia.

6 de enero de 2007: A 34 cardenales, 3 obispo, 7 sacerdotes, cuyos nombres han sido indicados por la Virgen, se les envía una carta que describe la interpretación del fragmento revelado del tercer secreto de Fátima.

La preciosa reliquia que el Señor había dado a sus dos hijitos bien pronto ha realizado el primer milagro. En la mañana del primero de febrero Marisa ha padecido un lacerante dolor en el brazo derecho que se ha propagado hasta la mano, cuyos dedos han tomado una posición deforme. Por otra parte toda la extremidad se había paralizado. El Obispo, rezando, ha apoyado el relicario, conteniendo el mechón de cabellos, sobre el brazo y sobre la mano de Marisa: el dolor ha cesado inmediatamente y la mano ha tomado de nuevo la posición normal.

Poco después se ha manifestado Dios Padre que se ha dirigido a sus dos hijitos con infinita dulzura: "Yo, Dios, soy vuestro Papá, y quiero que me llaméis con este apelativo. Os he escogido para que me ayudéis hasta el final para salvar a muchas almas. Sí, Yo soy Dios, pero vosotros ¿quiénes sois para no aceptar que tengo necesidad de ti, Excelencia, al que he ordenado Obispo, y de ti, Marisella, a la que ha pedido la misión del sufrimiento? Yo estoy siempre a vuestro lado, aunque parezca que todo en torno a vosotros se derrumbe. Yo estoy siempre dispuesto a ayudaros. Hace años que sufrís y años que tu, Marisella, has sentido la muerte cerca y Yo he intervenido para hacerte superar el momento crítico".

Al día siguiente la Virgen ha hablado de esta teofanía: "Ayer por la mañana, Dios se ha manifestado de nuevo a mis dos queridos hijitos bajo la forma de una estrella hermosísima y brillante y ha hablado. A Dios no se le ve, se le oye, o mejor dicho lo oye solo Marisella. Sentía su voz, no lo veía, pero estaba contenta igualmente. Vosotros no me veis, oís sólo lo que dice Marisella. Yo hablo en arameo y ella traduce en italiano para haceros comprender". [22]

A causa del cansancio, producido por duros trabajos comunitarios, por la desilusión, debida al retraso de Dios en realizar sus promesas, por la amargura de ser incomprendidos y juzgados perversamente, no solo por los sacerdotes, sino también por los propios parientes, la comunidad ha empezado a dar signos de capitulación. El que más ha sufrido con esta situación ha sido nuestro Obispo que ha tratado de ponerle remedio de todos los modos posibles. Pero, sobre todo, como siempre, ha intervenido la Madre de la Eucaristía, enfocando la situación: "Yo, la Madre, estoy sufriendo. Hemos formado este pequeño cenáculo de amor y de paz, sin embargo veo que no hay concordia; hay ligereza, amargura y no hay espiritualidad. He tratado de ayudaros, os he dicho que habéis dado un paso adelante, pero habéis vuelto atrás. Por favor, en nombre de Dios os lo ruego, el que no esté en gracia, que no tome el sacramento de la Eucaristía, por el amor de Dios, no lo hagáis. Es inútil regañar a los poderosos personajes de la iglesia, cuando vosotros os comportáis como ellos. Cambiad, hijos míos, cambiad y yo seré de nuevo vuestra Madre". [23]

Después de la amonestación materna, la Madre de la Eucaristía no ha dejado de animarnos: "Lo que ha ocurrido en estos días, dejadlo en las manos de Dios. Yo, la Madre, tenía que deciros lo que ha ocurrido, después de haceros la corrección materna. El que no la ha aceptado ha sido solamente presa de su orgullo. Si reconoce que se ha equivocado, que empiece de nuevo y ponga todo en las manos de Dios. Habéis sido reprendidos por mi, Madre de la Eucaristía, y por vuestro Obispo, ahora basta, empezad no digo desde el principio, pero si desde tres o cuatro. Echad fuera el orgullo, sed humildes, este es el Año de la Humildad, aceptad con humildad las reprimendas. El que regaña sufre más que vosotros. Vuestro Obispo ha sufrido muchísimo al tener que llamaros la atención. Ahora basta, ha pasado, empezad de nuevo y seguid adelante paso a paso, amándoos mutuamente, soportándoos mutuamente, ayudándoos el uno al otro. Ánimo, tened el valor de hacerlo todo y no tengáis miedo de nada. La Madre está siempre con vosotros. Yo me quedaré siempre con vosotros". [24]

Esta última prueba ha asestado un duro golpe a la resistencia y capacidad de actuar de nuestro Obispo. Por otra parte ver que el sufrimiento natural y sobrenatural de su hermana no tenía nunca ni un minuto de tregua, ha acentuado en él el estado de postración. Finalmente, al conocer las calumnias y las mentiras que difundían y las maldades y pérfidas acciones que realizaban contra él y la Vidente los grandes y los pequeños hombres de la Iglesia, las hermanas, los laicos, los parientes y algunos ex miembros de la comunidad, era una incitación enorme a abandonar la misión y a retirarse, junto a Marisa, para llevar una vida dedicada a la oración.

S. E. Mons. Claudio Gatti se ha sentido sólo, abandonado de Dios y de los hombres, deshecho, desilusionado, amargado, fallido e incapaz de volver a emprender el camino como Elías. En verdad ha sido más afortunado que el gran profeta, que tranquilizado por un ángel que le ha dado de comer con el pan y le ha dado de beber agua, porque él, junto a Marisa, ha sido robustecido por el Eucaristía y consolado por Dios Papá: "Hijos míos, os he ayudado siempre. Algunas vez habéis dudado de Dios Padre y puede ser que con razón, pero Yo os he ayudado siempre y estaba a vuestro lado. Soy vuestro Dios, vuestro Papá, vuestra Madre, vuestro Todo. Claudio, hijito dilecto, tu has recibido la plenitud del sacerdocio de Mi, Dios. Tu eres mío. Las personas que os quieren son muy numerosas, pero el miedo los hace volver atrás".

Dios Papá se ha retirado, después de haber acariciado dulcemente a sus dos hijitos.

En la aparición del 9 de febrero la Madre de la Eucaristía, ha anunciado: "Me alegro por decisión de Dios que ha comunicado a vuestra hermana: "Basta, basta la misión ha terminado". No por esto terminará el sufrimiento; continuará y padecerá todavía la pasión, como ya he dicho a vuestro Obispo".

Nosotros no habíamos comprendido demasiado bien lo que quería decir exactamente la Virgen, como lo había comprendido Mons. Claudio, al cual algunos días antes le había hecho el mismo anuncio.

En una conversación con la Virgen, le ha preguntado: "¿Qué significa que Dios haya decidido dar por finalizada la misión del sufrimiento y ha dicho basta"? La respuesta no ha convencido del todo a nuestro Obispo: "Ha decidido no continuar con la misión del sufrimiento. Las rosas tienen espinas, querido Excelencia". Mons. Claudio ha replicado con una sonrisa: "Hay instrumentos para quitarlas" y la Virgen ha terminado el coloquio: "Me gusta cuando sonríes. Sí, hay instrumentos para quitarlas, pero esto no es para vosotros. Sé feliz, hijo mío, sé feliz, con tu hermana a tu lado".

Y de hecho se han sucedido días llenos de dolor y noches pasadas insomnes, a causa de su intensidad.

Se han repetido momentos en los que la situación se volvía dramática y entonces todo el Paraíso, guiado por la Virgen, S. José y la abuela Yolanda, se postraban delante de Dios y rezaban por la víctima de la Eucaristía. A menudo la Madre, el papá legal de Jesús y la abuela del Paraíso asistían a Marisa, tendida en el lecho de los dolores. Diversas veces a ellos se les han unido los últimos Papas y otros santos.

A nuestro Obispo le ha importando siempre mucho la conversión de sus hermanos, por los cuales ha ofrecido a Dios oraciones y sufrimientos. Cuando se le permitía pedía a Dios o a la Virgen noticias sobre las conversiones, como cuando ha tenido con la Madre de los sacerdotes este diálogo:

Obispo - "¿Vamos mejorando en lo que respecta a la conversión de los sacerdotes, obispos y cardenales?

Nuestra Señora - Sí, sí.

Obispo - Pero ni siquiera uno me llama por teléfono.

Nuestra Señora - Estás apartado del mundo y abierto a Dios.

Obispo - Está bien, gracias, pero tira de las orejas a los que son buenos, pero miedosos".

Dios ha querido manifestar su amor también a los miembros de la comunidad. "Mi amor es grande por vosotros. Sé que esperáis el triunfo, lo sé todo, pero hace falta salvar todavía muchos hombres de la Iglesia y del Estado. Los hombres de la Iglesia no se comportan bien ni con el Señor ni con los demás.

Para hacernos comprender bien el significado de sus palabras, ha citado un caso ocurrido poco tiempo antes. El presentador Pippo Baudo después del asesinato del inspector de policía Raciia, ocurrido en las inmediaciones del estadio de Catania, había sugerido suspender los festejos en honor de S. Rosalía, protectora de la ciudad, para dar una señal de la gravedad de lo ocurrido. Los hombres de la Iglesia no sólo no lo han acogido sino que lo han amonestado y vapuleado.

Dios ha sentenciado: "Pippo Baudo ha defendido la verdad y ha hecho bien".

Dios Papá ha continuado manifestándose, hablando y dialogando con sus dos hijitos. El 16 de febrero, presentes también los dos sobrinos, que viven con ellos, ha dicho: "Sé que rezáis mucho por vuestra hermana, para que Yo la lleve al Paraíso conmigo. Oh, sí, me la llevaré conmigo, pero cuando Yo, Dios, lo decida. Sé cuanto amáis a Marisella y cuanto deseáis su partida para no verla sufrir más, también Yo lo quiero, pero dejadme hacer a Mi. Si soy Dios Papá, consideradme como tal y Yo te llevaré a ti, hijo mío, por una parte y a ti, hija mía, por la otra con alegría".

Si el Obispo y la Vidente aman tanto la Iglesia que para su renacimiento se están inmolando hasta el espasmo, cuánto más la ama la Madre de la Eucaristía, a la cual se la ha confiado a los pies de la cruz. La Virgen ha hablado muchísimas veces de la Iglesia y de sus hombres, grandes y pequeños, con amor y sufrimiento, pero, mientras hasta hace poco tiempo lo hablaba solo con sus dos hijitos, a los cuales les imponía el más absolutos silencio, ahora trata este delicado asunto delante de todos. Así lo ha hecho el 16 de febrero: "Vuelvo a hablar del comentario hecho por Ratzinger durante la novena estación del Vía Crucis. La Iglesia está sucia, tiene que ser limpia. Los sacerdote, los obispos y los cardenales continúan enfadándose el uno contra el otro y hacen ver que todo va bien, mientras que todo va mal. Os pido con todo el corazón que recéis por la conversión de los hombres de la Iglesia. Cuando Ratzinger ha dicho que la Iglesia está sucia, ha dicho la verdad, pero ¿qué ha hecho para limpiarla? Nada. La Iglesia se tiene que limpiar en todo y por todo y vosotros, mis queridos hijos, seréis los primeros en limpiarla y en luchar contra todas las personas que la ensucian. También los laicos se han dado cuenta de como va esta santa Iglesia".

En la misma ocasión Marisa ha presentado a la Virgen la carta escrita por el Obispo y dirigida a sus ex compañeros de Seminario que se reunirían en Ferrara con ocasión del aniversario de la ordenación sacerdotal. (Anexo n.3)

Ha preguntado a la Madre de los sacerdotes: "¿Puede mandar esta carta destinada a los sacerdotes ya mayores?" y ella le ha respondido: "Si la leyesen bien y pusieran en práctica lo que está escrito, se volverían todos santos sacerdotes".

Durante la aparición del 18 de febrero hemos visto a nuestro Obispo llorar. La carta de Dios le ha vuelto a abrir una gran llaga que ha hecho sangrar de nuevo su corazón. Mons. Claudio conoce muy bien la crítica situación actual de la Iglesia, a menudo objeto de conversación entre las Personas de la Santísima Trinidad y la Virgen por una parte y él y Marisa por la otra. Por otra parte, habiéndole sido revelado el tercer secreto de Fátima, tal como ha sido anunciado a los tres pastorcillos, sabe también lo que la autoridad eclesiástica no ha dicho.

De todos modos "el tema Iglesia" provoca en nuestro Obispo un sufrimiento que no siempre consigue esconder; por este motivo la Madre Celeste le ha dicho: "Excelencia, cambia la cara, te lo ruego. Sé feliz; cuando todo llegue, tu serás el primero en alegrarte".

Las siguientes palabras de Dios, han sido dichas por la Virgen: "Mis queridos hijos, empezad a rezar de nuevo por los sacerdotes, pero no por Ratzinger, Ruini, Bertone ni por los otros peces gordos de la Iglesia, sus colaboradores y secretarios, que no comprenden nada y no hacen nada, sino elogiarse a sí mismos".

S.E. Mons. Claudio Gatti ha recibido un escrito anónimo. Su contenido es tan explosivo que, si fuese verdad, provocaría un desastre en el interior de la Iglesia.

Inicialmente el Obispo no ha querido creer ni siquiera una palabra, pero ha tenido que aceptarlo cuando la Virgen ha afirmado que "su contenido es verdadero".

Por orden del Señor, lo ha tenido que leer también a nuestros jóvenes que se han quedado petrificados; a éstos les ha ordenado de no mencionar ni una palabra a nadie y los ha obligado al secreto.

El 22 de febrero Marisa ha tenido una visión que se refería al futuro del Obispo cuando subirá a las alturas estupendas y será levantado por Dios a alturas vertiginosas.

Por ahora no podemos añadir nada más.

A causa de su cansancio, de la inestable salud de Marisa, de las condiciones del cenáculo, de la situación de la Iglesia, tampoco este año nuestro Obispo quería celebrar el aniversario de su ordenación sacerdotal, pero se ha tenido que rendir ante la materna insistencia de la Madre de la Eucaristía: "Nos acercamos al gran aniversario de la ordenación sacerdotal de vuestro Obispo. Él no quiere celebrarlo, no quiere ninguna fiesta, pero vosotros, que sois miembros del cenáculo y sus hijos, tenéis que homenajear a vuestro pastor. A veces tampoco Jesús, cuando era el aniversario de alguna fiesta, quería festejarla por los problemas presentes en el mundo, pero sobre todo entre sus discípulos y apóstoles y decía con una sonrisa velada: "¿Qué queréis celebrar si no me amáis?" "Pero nosotros te amamos, Señor" le respondían los apóstoles y los discípulos.

Tampoco vuestro Obispo quiere celebrarlo, vosotros decidle: "Nosotros te amamos, Excelencia, acógenos con nuestras imperfecciones. No somos perfectos, pero tratamos por todos los medios de amar". [25]

La primera mitad del mes de marzo ha girado en torno al aniversario de la ordenación sacerdotal de S.E. Mons. Claudio Gatti. La celebración ha tenido dos momentos solemnes: el 9 de marzo, día del aniversario de la ordenación y el 11 de marzo, para dar la posibilidad a los miembros de los grupos de fuera de Roma para que participaran de los festejos, aceptados por nuestro Obispo sólo por obediencia a la Virgen. Bastante amargado y desmoralizado, este año el Obispo no ha querido hacer preceder la fiesta con la novena, como lo ha evidenciado Dios Padre: "No has querido hacer la novena y Yo te he complacido". [26]

Hemos ofrecido al Señor: S. Misas, rosarios, adoraciones eucarísticas, florilegios, sacrificios y ayunos según las intenciones de nuestro Obispo. La heroína del sufrimiento ha aceptado con alegría padecer nuevos y mayores tormentos naturales y vivir más dolorosamente la pasión por su hermano. Quejumbrosa y dolorida, de día sentada en el sofá y por la noche tendida en la cama, estaba continuamente asistida por la Virgen, por S. José y por la abuela Yolanda y a veces también por los últimos papas y por algunos santos.

Para mostrarle la finalidad de sus sufrimientos, Dios le ha hecho ver al Obispo, mientras entraba en S. Pedro, agasajado por una multitud de personas.

Dios Papá ha querido demostrar que está al lado de sus hijitos manifestándose en este período durante 5 veces: el 2, el 3, el 5, el 7 y el 9 de marzo. En este último día, aniversario de la ordenación sacerdotal, Dios Papa ha permitido también al Obispo y a la Vidente que se desahogaran con Él y que hicieran algunas preguntas.

Marisa ha visto a la Madre de la Eucaristía, a los ángeles y a los santos de rodillas delante de Dios. Todos tenían la cabeza levantada hacia Él, mientras oraban por el Obispo y por la Víctima de la Eucaristía. Sobre el contenido del coloquio sabemos poco, hemos sido informados que las preguntas hacían referencia a los compañeros de Seminario del Obispo, sobre los sacerdotes, la autoridad eclesiástica de Roma y de algunos eminentes personajes del Vaticano. Dios Papá, antes de bendecirlos, ha hecho una caricia y dado un beso a sus dos hijitos.

Al final ha dictado una carta para el Obispo a Marisa, que la ha escrito, con caligrafía incierta a causa de los dolores.

Para aligerar a la Vidente del peso de algunos secretos, diferentes de los de Fátima, Dios le ha ordenado que los revelara al Obispo. El comentario de Mons. Claudio ha sido lapidario: "Son tremendos".

Dios ha permitido que Marisa estuviese presente en bilocación, sin ser vista, en el encuentro anual de los ex compañeros de Seminario del Obispo, que cada año organizan, con ocasión del aniversario de su ordenación sacerdotal.

Este año el encuentro ha sido organizado en Ferrara, para favorecer a los hermanos del Norte. Después de haber leído la carta de nuestro Obispo han intercambiado opiniones sobre su contenido. La conversación ha sido sustancialmente favorable, pero ha dividido a los hermanos del Obispo entre favorables y dudosos, sólo uno se ha mostrado abiertamente contrario.

El Obispo había notado que durante la jornada, Marisa tenía momentos en los que parecía ausente, sin que se desmayara y no reaccionaba a los estímulos externos. Ya que no podía comprender el motivo y no quería vivir con el ansia, ha pedido explicaciones a la Virgen que ha respondido así: "La ves en ese estado cuando como un caracol, se retira en sí mismo y no piensa ni sufre. Oremos a Dios Padre para que se la lleva pronto al Paraíso. Tu, Excelencia, tenlo todo dispuesto: el vestido, los adornos para la cama, el folleto de la S. Misa para su funeral. Yo te comunicaré con tiempo la decisión de Dios, para informar a quien sabes". A medida que pasaban los días, los dolores aumentaban, las fuerzas disminuían y nosotros asistíamos impotentes al hundimiento de Marisa. La Madre del Cielo ha compartido con nosotros el ansia y la tensión ante esta dolorosa situación: "¿Por qué aniquilar hasta este punto a Marisella? Yo, la Madre, sufro con vosotros y me pregunto muchas veces: "¿Es posible que nuestro amado Padre Dios tenga necesidad de todo este sufrimiento?" Os respondo: preguntarse los porqués de Dios y obtener respuestas es muy difícil". [27]

Marisa ha mostrado siempre serenidad y calma y a veces alegría al soportar el peso del dolor, incluso cuando se volvía demoledor, como nos ha hecho saber la Madre de la Eucaristía: "Marisella tiene la fuerza de aceptarlo todo por amor a las almas, no las de los sacerdotes y sobre todo de los altos prelados que no se han convertido, porque ahora ya para Dios y para mi no hay nada que hacer, sino para los niños, los enfermos, los ancianos, los que viven en el tercer y cuarto mundo y no tienen alimentos, ni agua ni medicinas. El sufrimiento es un don que Dios da a pocos y se ha de aceptar con amor". [28]

Marisa estaba tan mal que no tenía fuerzas para hablar y transmitir la carta de Dios y varias veces no ha habido la aparición de la Virgen en los días establecidos. El mismo Jesús ha hablado de estas forzadas renuncias por parte de la Vidente: "Marisella se ha visto obligada a permanecer a menudo en su habitación por motivos graves de salud y Nosotros no hemos venido". [29]

Jesús ha infundido siempre en nosotros la esperanza de un futuro feliz y radiante. Cuando el cansancio nos oprimía, la desilusión nos amargaba el corazón y la desconfianza nos paralizaba el alma, el dulce Maestro nos volvía a despertar del letargo en el que habíamos caído: "Sé que esperáis el gran día, esperáis que despunte la aurora y Yo, con mucha humildad, digo "Llegará". Siento no poderos decir cuándo, cómo y porqué" [30].

"Esperáis la realización de tantas promesas, habéis hablado mucho sobre ello entre vosotros, y según vuestra opinión han sido aplazadas demasiadas veces, pero no es así. Dios ha hablado, ha prometido y cuando promete mantiene; no se sabe cuando". [31]

El hilo rojo del dolor ha continuado enlazando los días del Obispo y de la Víctima de la Eucaristía. Repetidas noches insomnes, grandes preocupaciones por la salud de Marisa, sufrimientos morales causados por la autoridad eclesiástica y por los hermanos, traiciones de parientes y de ex miembros de la comunidad, han agotado a Mons. Claudio Gatti que se balanceaba cuando caminaba y se fatigaba cuando tenía que hablar. Estaba tan débil y sin fuerzas que se ha visto obligado a suspender la Vigilia Pascual.

Marisa ha sido sorprendida con frecuencia, durante la Cuaresma, por el Obispo, con los brazos alargados, las piernas extendidas y la cabeza reclinada sobre el pecho, como si estuviese en cruz.

Cuando la pasión era más violenta, se la aparecía Jesús Crucificado para darle la S. Comunión y los padecimientos disminuían. Para hacer comprender la intensidad de los dolores de Marisa, Jesús le ha ordenado que hiciera preparar un cuadernillo, sobre el que escribir esta expresión: Mártir de amor, Heroína del sufrimiento, Víctima de la Eucaristía.

Desde hacía muchos meses Marisa padecía un dolor agudo en el estómago, del cual los médicos no eran capaces de diagnosticar las causas y ninguna medicina conseguía mitigarlo.

A veces, durante días enteros no podía alimentarse ni beber agua o si comía sólo dos macarrones o un pedacito de pan, se desencadenaban dolores impresionantes que la obligaban a emitir fuertes lamentos.

En el mes de abril la Vidente, al menos dos veces, ha estado a punto de morir, suspendida en el último momento por intervención divina. Cuantas veces el Obispo, no siendo capaz de soportar el ver sufrir tan atrozmente a su hermana, ha estallado en llanto, y entre lágrimas, ha suplicado a Dios Padre que se la llevara.

Junto a su hijo lloraban también las dos madres, la Celeste y la terrena y se unían a su petición.

Para demostrar su amor paterno hacia sus dos hijitos, Dios ha llegado a pedir a la Virgen, a S. José y a la abuela Yolanda que estuvieran día y noche a su lado, para ayudarlos a superar los frecuentes momentos tremendos.

Hemos pensado en poner juntos algunos fragmentos de los coloquios que la Virgen y la abuela Yolanda han tenido con ellos, en momentos diferentes del mes de abril, para dar a conocer la intensidad de la relación afectiva entre ellos:

Abuela Yolanda - Hija mía, me gustaría llevarte, pero no es el momento querido por Dios. Abandónate a Él, como has hecho siempre.

Nuestra Señora - Yo y la abuela Yolanda estamos siempre con vosotros. Creedme, os ayudo aunque tengáis dificultad en aceptarlo. Excelencia, incluso cuando ya no esté Marisella, yo, junto a ella, a S. José y a la abuela Yolanda, continuaré ayudándote. Tu eres el más grande Obispo del mundo, porque has sido ordenado por Dios. Ahora yo me pongo de rodillas delante de ti y tu bendice a tu Madre.

Abuela Yolanda - Marisella, no sé porqué Dios te pide tanto sufrimiento; habrá ciertamente un gran motivo. Los médicos no comprenden nada de la situación de tu salud. No estoy de acuerdo con lo que ha dicho el doctor que te ha hecho la gastroendoscopia.

Nuestra Señora - Marisella, durante 5 días no tienes que tomar ninguna medicina y no tienes que comer nada. Dios ha decidido que tienes que recorrer el camino del sufrimiento hasta la muerte.

Abuela Yolanda - Hija mía, sé que sufres, porque no puedes cantar. En el Paraíso tendrás una voz bellísima y cantarás toda la eternidad

Nuestra Señora - Hijos míos, estáis muy probados y solos. Nos os hemos abandonado nunca. Todo el Paraíso está con vosotros y ruega por vosotros. Excelencia, Dios y yo hemos preparado un plan para el funeral de tu hermana.

Abuela Yolanda - Hija mía, voy siempre ante Dios Padre, para suplicarle que te haga estar un poco mejor o que te lleve al Paraíso.

Nuestra Señora - Mis queridos hijitos, seguid el ejemplo de Jesús y decid también vosotros "Fia voluntas Dei". Dios os prueba, pero no os abandona. Os ama infinitamente y os pide que colaboréis con Él para salvar todavía muchas almas.

Abuela Yolanda - Hija mía, Dios no nos ha dicho nada sobre tu partida. Yo os ayudo como puedo. Excelencia, me das mucha pena. Veo que estás aniquilado por el sufrimiento.

Nuestra Señora - Marisella, ánimo, tu sufrimiento es muy importante para Dios. Nosotros os ayudamos, pero no todo lo que querríais. Hija mía, estarás un poquito mejor, pero no te curarás. Ésta es la voluntad de Dios.

También la Stma. Trinidad se ha manifestado frecuentemente al Obispo y a la Vidente. Las Tres Personas Divinas han tenido con ellos coloquios reservados e importantes que han versado sobre una vasta gama de temas. Para hacernos gustar la afabilidad de estos encuentros divinos, Mons. Claudio nos ha contado, aunque no íntegramente por motivos de reserva, el coloquio ocurrido el 2 de abril, que ha tenido como interlocutores: a Jesús de una parte y él y Marisa de la otra.

Marisa - Tenemos que amar la Iglesia, que pesa mucho sobre nuestras espaldas. Ya no te veré Jesús, no te veré, Virgencita, sin embargo os amo tanto. Si tenéis que llevarme, tomadme ahora, llevadme ya y quizás os veré allá arriba. No digo que me curéis, pido solo estar un poquito mejor. Los hombres han tratado a menudo de deshacerse de mi y no lo han conseguido porque tu me has ayudado.

Ahora estoy mal, muy mal, muy mal. No desvelaré nunca el daño que me han hecho porque los amo como una hermana y rezaré por ellos.

Ahora quiero pensar en los que me quieren. Deseo que los ayudes cuando en el futuro ya no esté. Te encomiendo, Jesús, a mi hermano Claudio, no lo dejes solo. Ya no podemos vivir más, ¿no ves como estamos de agotados?

Jesús, ¿Te veré todavía una vez más? ¿Te veré todavía una vez más Virgencita? Quizás no os vea más, quizás no me lo merezco, quizás no soy capaz de perdonar pero mi director espiritual me dirá como hacerlo para merecer el Paraíso, para continuar viéndoos. Claro, después de haber visto tantas veces a Jesús, me disgustaría no gozarlo más.

Jesús - Marisella, hermosa de Jesús, tu me verás siempre, como también verás siempre a mi Madre. Quiero hablarte Yo, tu Esposo. Nosotros te amamos, querida hermana, esposa mía dilecta, lo lees en el cantar de los cantares: "La voz de mi amado".

Marisa - Ya no tengo voz, canta Tu por mi. La voz de mi amado, helo aquí que ya viene, saltando por los montes. ¡Qué mal estoy, Jesús! Pero tiene que ser un secreto entre Tu y yo, no se lo digas ni siquiera a mi Claudio, a mi sacerdote predilecto, que, también es el tuyo.

Obispo - ¿Qué ha pasado, Marisa?

Marisa - No puedo hablar.

Obispo - Tienes que decírmelo.

Marisa - Cuando faltan el amor, la caridad, la misericordia, la piedad se llega a matar al hombre por una tontería, por una nadería, a veces incluso por fanatismo. También tu has tenido de todos los colores, de los sacerdotes, de las hermanas, de los hombres y de las mujeres. Todos han intentado golpearte de todas las maneras, algunos incluso envenenare, matarte. Mientras yo esté a tu lado, esto no sucederá.

Obispo - ¿También recientemente te han envenenado?

Marisa - No puedo hablar.

Obispo - Lo quiero saber.

Marisa - Cuando Dios me lo ordene, te lo diré. Las personas no me aman, porque soy para ellas un estorbo, un obstáculo.

Obispo - Marisa, nosotros te amamos.

Marisa - Sí, pero cuando estallan los celos y la envidia y cuando falta la caridad, el amor, es difícil amar a una como yo, porque si uno comete una falta, yo lo sé, se lo digo y entonces la persona me odia. ¿Me he explicado?

Obispo - Jesús mío, hazla estar un poco mejor, a Ti no te cuesta nada, ¡Tu eres Dios!

Marisa - Sí, es verdad, a Jesús no le cuesta nada. Yo soy tu esposa... ¿me dais algo de beber?

Obispo - Jesús, es tu Obispo el que Te implora. Yo no puedo aguantar más esta situación, viéndola sufrir siempre. Te lo ruego, hazlo por mi debilidad, hazla esta mejor.

Marisa - Eres demasiado bueno. Se te cae el alma al suelo porque dices que no has sabido formar ni siquiera una familia.

Obispo - No he sabido hacer nada.

Marisa - Esto no es verdad, y tu sabes que no es verdad.

Obispo - ¿Qué he hecho?

Marisa - Si tu no has sabido hacer nada, ¡yo tampoco he sabido hacer nada!

Obispo - Somos dos.

Marisa - Si Dios nos ha dado la vida, nos habrá dado también el don de hacer algo. Yo estoy cansada de vivir, me quiero ir.

Obispo - Estoy de acuerdo. Jesús, lo antes posible. No me digas que se tiene que quedar por mi, Jesús, porque por mi se pude marchar, al menos acabará de sufrir. Yo tendré que barrer la casa. Las serpientes están en el Vaticano, están en el Vicariato y están fuera de Roma. ¿Te parece bonito esto? Jesús, tu en mi lugar, ¿qué habrías hecho?

Jesús - Lo que has hecho tu.

Obispo - Si yo tuviese el don de la sanación...

Jesús - Yo puedo hacer curaciones, puedo sanar a Marisella.

Obispo - ¿Y entonces?

Jesús - Pero no lo hago.

Obispo - ¿Y por qué no lo haces?

Jesús - Tu harías lo mismo.

Obispo - No, no, lo siento, Jesús, por contradecirte…

Jesús - Entonces ya puedes empezar.

Obispo - ¿A que esté mejor?

Jesús - Usa tus dones.

Obispo - Enseguida, Jesús, obedezco. ¿Qué tengo que hacer?

(Marisa consiente)

Obispo - Jesús me ha dado permiso para utilizarlos contigo.

Marisa - ¿Los puedes usar conmigo?

Jesús - Sí.

Obispo - Con tu permiso, Jesús, y en nombre de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo, por intercesión de María, Madre de la Eucaristía, de S. José, nuestro protector y amigo, de la abuela Yolanda, por los dones que se me han dado, ordena al mal que retroceda, y si es voluntad de Dios, que desaparezca del todo, porque este último trozo de camino juntos pueda ser diferente y mejor. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Los presentes - Amén.

Marisa - Gracias.

Obispo - He obedecido a Jesús.

Marisa - Ahora le toca a Él obedecerte a ti.

Obispo - Jesús, haz tu parte.

Marisa - Ya estoy un poco mejor.

Obispo - No me basta.

Marisa - Ya lo sé que no te basta, tienes que tener paciencia. No seas demasiado exigente.

Obispo - ¡Si hubiese sido siempre más exigente!

Marisa - Nosotros no somos capaces de ser malos y vengarnos. Cuando quieres coger el látigo y golpear a los mercaderes del Templo, no eres capaz, es más fuerte que tu, porque tu eres bueno y los otros no lo son.

Obispo - Comprendo, es mi teoría: el bueno es siempre más débil que el malo...

Marisa - No porque seas más débil, sino porque…

Obispo - No haría nunca lo que hace el malo.

Marisa - Porque perseveras en la caridad, porque perseveras en el amor de Dios.

Obispo - Es verdad.

Marisa - ¿Cuál es mi alegría? La de acompañar al altar a mis hijitos e hijitas. Pero antes quiero hablar con ellos. ¿Puedo?

Obispo - Debes hacerlo. Pero volvamos al tema que más me interesa ahora, no me cambies de conversación. Jesús, la nuestra ¿es una vida humana? ¿Es posible hacer algo para mejorarla? ¿A vosotros que os cuesta? Si queréis dejarla en la Tierra todavía un poco más, ¿qué os cuesta hacerla estar mejor? Tiene ya la pasión y muchos dolores en todas las partes del cuerpo.

Jesús - Yo te ayudaré a estar mejor. Te ayudaré a aceptar a aquellas personas que te hacen sufrir, pero mientras estés en la Tierra, éste es tu camino.

Obispo - ¿El tuyo o el mío?

Marisa - Mi camino. El tuyo, cuando yo no esté será más bonito. Obispo - ¿Por qué tengo que recordar el último período de la vida de Marisa de este modo?

Jesús - No lo recordarás de este modo.

Obispo - ¿Y qué recordaré?

Marisa - Recordarás a Marisella…

Obispo - La he visto siempre sufrir. ¿Qué recordaré?

Jesús - …que has visto a Marisella sufrir, pero también gozar.

Obispo - No, no, yo no la quiero recordar de este modo, ¡no la quiero recordar de este modo!

Marisa - Yo tampoco. Hagamos la voluntad de Dios, lo que él nos diga que hagamos, seremos obedientes, estoy segura de que no dejará morir así, aunque a veces me parece que terminaré así. Obispo - Jesús, ¡cuántas pruebas nos has dado!

Jesús - Deja estar el pasado.

Obispo - El presente es peor que el pasado.

Jesús - Piensa en el futuro.

Obispo - Tiene que llegar.

Marisa - Aquél será hermosísimo. ¿Ves que estoy mejor? Claro, no puedo comer, no puedo tragar.

Obispo - Me gustaría hacerte una pregunta, Jesús. Cortemos la oreja al toro, como se suele decir, démosle sólo …

Jesús - No te hagas el listillo.

Obispo - Démosle solo la Eucaristía, con tu permiso, y que sea su alimento, su bebida y su medicina.

Jesús - Sólo la Eucaristía no se le puede dar. Marisella no podría vivir sólo con la Eucaristía. Es un alma particular, muy particular, y tiene necesidad de vosotros, necesita ayuda.

Obispo - Eso sí…

Jesús - Pero no puede tomar solo la Eucaristía. Es una enferma muy particular toda ella, no puede vivir sólo de la Eucaristía.

Obispo - Basta que coma un poco de pasta y ¡mira que mal está!

Jesús - Por ahora es así. Cambiará también esto.

Obispo - Siempre el futuro.

Marisa - ¡Por suerte existe el futuro! Ahora me vuelve a empezar…

Obispo - ¿Lo ves, Jesús?

Marisa - …a hacer daño el estómago porque hablo demasiado, quizás. ¿Por qué estás de rodillas? ¡Acabarás cansándote!

Oriana - Hago un poco de penitencia, ¡va bien! ¡Tu estás tan mal!

Marisa - Yo estoy en la cama.

Obispo - Oh Jesús mío, gracias por habernos ayudado.

Todos - Oh Jesús encendido de amor, no te qusisera ofender nunca. Oh buen Jesús, con la ayuda de tu santa gracia no te quiero ofender nunca más,

Obispo - Jesús, dános un poco de paz. Es légitimo desearla y tenerla. Yo me estoy haciendo pedazos. ¿Es esto lo que quiere Dios Padre?

Jesús - No pide nunca a las almas que se hagan pedazos.

Obispo - Si seguimos así…

Marisa - …nos derrumbamos los dos.

Obispo - Sí, nos derrumbamos los dos.

Marisa - Pero mira el lado…

Obispo - ¿...bueno?

Marisa - No.

Obispo - ¿Positivo?

Marisa - Positivo.

Obispo - Y ¿cuál es el lado positivo?

Marisa - No lo sé.

Obispo - No lo hay para nosotros; puede que haya para los demás.

Marisa - Para ellos sí, tiene que haberlo.

Obispo - ¿Y para nosotros no hay?

Marisa - No ya somos viejos.

Chiara - No, no.

Marisa - Para ti habrá. Yo te dejaré y estarás mejor.

Obispo - Estaré mejor cuando ya no sufrirás más.

Marisa - ¿Por qué ya no me verás más?

Obispo - No, te veré, al menos eso espero, me lo han prometido.

Marisa - Después...

Obispo - ¡Después que te hayas ido al Paraíso!

Marisa - Sí.

Obispo - Sí.

Marisa - Yo digo aquí, en la Tierra, estarás mejor porque ya no me verás sufrir.

Obispo - Es verdad.

Marisa - Por tanto estate contento que me vaya.

Obispo - Para que no sufras más, sólo por esto.

Marisa - Claro, esto quería decirte.

Obispo - Esto es caridad, esto es amor.

Marisa - Sí, he entendido.

Obispo - No quiero que te vayas, quiero que ceses de sufrir, es diferente. ¿Me entiendes?

Marisa - Yo no hablo tu italiano, no soy licenciada como tu. Obispo - Qué tiene que ver el italiano. Cuando termine tu sufrimiento diré: "Deo gratias".

Marisa - Aleluya.

Obispo - Aleluya. Entendámonos: lloraré por el alejamiento físico…

Marisa - No tienes que llorar.

Obispo - Esto es normal, pero me consolaré pensando: "¡Bienaventurada ella, ya no sufre más!".

Marisa - Seré finalmente feliz.

Obispo - Ahora lo veo todo tan lejano.

Marisa - No, aprendamos a ver las cosas cercanas.

Obispo - Vosotros los del Cielo nos habéis enseñado a verlas lejanas, porque vuestro "pronto" no es el nuestro, vuestro "dentro de poco" no es el nuestro. Yo te lo he dicho todo. Jesús, ¿te has burlado de mi cuando me dabas el don de la curación?

Jesús - No; para algunas enfermedades sí, para otras no.

Obispo - ¿Para cuáles sí y para cuáles no? Perdona, si me pertenece y lo tengo que ejercer, tengo que saberlo

Marisa - Vale, para los otros no para mi.

Obispo - A mi me bastaría tenerlo solo para ti.

Marisa - Digamos alguna oración.

Todos - Padre nuestro…

El 25 de abril, tres parejas de nuestros jóvenes que tenían que casarse durante el final del año social, han pronunciado el compromiso con el que, delante de Dios, se han comprometido a observar el decálogo, el mandamiento del amor y las enseñanzas de la Madre de la Eucaristía. Puesto que Marisa estaba enferma y no estaba en condiciones de presenciar la ceremonia en la basílica, nuestros jóvenes han querido pronunciar su compromiso en su habitación, porque la consideran su madre espiritual.

Saben perfectamente que si han llegado al matrimonio y además que si algunos están sanos y salvos, lo deben a sus oraciones y sufrimientos.

El Obispo ha exhortado a los futuros esposos a testimoniar la elección cristiana como preparación para vivir la relación conyugal a la luz del Evangelio. Después ha bendecido los añillos que Marisa a colocado en el anular de cada joven.

La Madre de la Eucaristía ha estado presente en la conmovedora ceremonia y, en nombre de Dios, ha dirigido a los seis jóvenes palabras iluminadoras. Finalmente los ha bendecido junto al Obispo.

El 29 de abril se ha celebrado el primer matrimonio de las tres parejas. También esta vez Marisa estaba tendida en el lecho con fiebre, dolores y cansancio. Como ya estamos habituados a hacer en los momentos de emergencia, nos hemos dirigido con oraciones y súplicas a Dios que nos ha hecho anhelar su intervención. En la vigilia de la boda Marisa estaba todavía tan mal que los dos jóvenes, Alejandro y Clara, habían tomado en consideración el aplazar la boda. Por la mañana del 29 de abril, el Obispo se ha dirigido con una conmovedora oración a Dios Padre que se ha manifestado: "Marisella, he escuchado las oraciones de tus hermanos y del Obispo y no podía no escucharlas, porque están acompañadas de mucho amor. Te ayudaré a bajar a la basílica y te daré la fuerza para presenciar la boda de tus hijos".

Pálida, pero feliz, Marisa ha sido conducida a la basílica. Alejandro y Clara han entrado, acompañados de sus respectivos parientes, uno después de la otra y se han encontrando delante del altar, donde los esperaba el Obispo. En el momento del rito sacramental del matrimonio, Nuestra Señora ha alargado su manto, en señal de protección, sobre los esposos que han pronunciado su "Sí de amor".

Lecturas y cantos han acompañado el desarrollo de la ceremonia que ha terminado con el acto de adhesión de la nueva familia a la Virgen.

Marisa ha empezado el mes de mayo en la cruz, uniendo sus padecimientos a los de su esposo divino. El primero de mayo estos sufrimientos han explosionado con tal violencia que ha perdido la vista. El Obispo le ha puesto la Eucaristía en los ojos y la vista ha vuelto, mientras que los dolores han permanecido.

La Víctima de la Eucaristía ha levantado los ojos, llenos de lágrimas, al cielo: "Dios Papá, estoy deshecha por los dolores, no tengo más fuerzas. Tómame contigo o hazme estar mejor". "Marisella, dulce criatura del Cielo, Nosotros te ayudamos, sino estarías inmovilizada en la cama gritando por los dolores".

También el Obispo se ha desahogado: "Dios Papá, no podemos más. Ayúdanos. Nuestro Calvario ¿no termina nunca?". "Hijito, tesoro de Dios, ánimo, permanece junto a tu hermana y no digas que no sientes nuestra ayuda porque nos harías sufrir".

El Todopoderoso ha concedido a Marisa una breve pausa a sus sufrimientos. Al acentuarse los dolores en todas las partes del cuerpo, por su desfallecimiento que la atormentaba cada vez más y del hilo de voz que la impedía hablar, Marisa no era capaz de transmitir las cartas de Dios.

Se ha visto obligada durante un mes a no salir de su habitación y a limitar el uso de la palabra, por lo que la Madre de la Eucaristía ha suspendido las apariciones para todos.

Cuando el 4 de mayo han vuelto a reemprender las apariciones para los miembros de la comunidad, la Virgen ha admitido: "Mis queridos hijos, desde hace tiempo no escucháis las cartas de Dios, pero no os he abandonado nunca, he estado igualmente a vuestro lado".

Después de habernos invitado a no preguntarnos: "¿Por qué Dios no interviene? ¿Por qué no realiza lo que ha prometido? Nos ha exhortado "a continuar rezando por nuestra hermana. Cuando Dios decida llevársela al Paraíso, entonces tendréis que estar en plena oración, en comunión recíproca y unidos a vuestro Obispo".

El 2 de mayo, al terminar el día en el que se celebra el aniversario de la declaración de santidad por parte de Dios para Marisa, la situación de la salud de la Vidente ha empeorado de repente y ha sido invadida por tremendos dolores en todas las partes del cuerpo, especialmente en el estómago. Invocado con insistencia por el Obispo, ha aparecido Jesús que le ha dicho: "¿No has comprendido todavía que Dios quiere el sufrimiento de tu hermana?" Si actúa así, tiene sus motivos. No llores, hermano mío, te estás destrozando los ojos a fuerza de llorar. Yo y la Madre de la Eucaristía te pedimos perdón si no hemos sido capaces de obtener de Dios la mejoría para Marisa" Esta última frase ha conmovido al Obispo que ha pedido explicaciones a continuación a la Virgen, con la cual ha tenido este intercambio de ideas:

Obispo - ¿Por qué me habéis pedido perdón?

Nuestra Señora - Hijo mío, ¿crees que Nuestra Señora y Jesús no pueden pedir perdón a sus hijos?

Obispo - ¿Pero por qué? Jesús es Dios.

Nuestra Señora - Cuando Jesús desciende a la Tierra, es hombre. Jesús y yo pedimos perdón si no podemos obtener de Dios las gracias que pedís y continuamos rezando para obtenerlas.

Obispo - ¿Cómo es que Dios es así… estaba a punto de decir…

Nuestra Señora - No lo digas.

Obispo - Digamos inamovible.

Nuestra Señora - No es inamovible. Dios realiza sus designios poco a poco. Lentamente está tratando de ponerlo todo en orden y no es fácil; tú lo sabes.

Ahora contaremos un episodio que ha tenido como protagonista a Nuestra Señora. Una noche a Marisa las piernas le dolían de modo impresionante; le parecía que estuvieran envueltas en fuego. Todos estábamos durmiendo y ella no quería despertar a nadie, así que ha sido socorrida por la Madre de la Eucaristía, que llevaba el vestido que usaban las mujeres de su tiempo, ha ayudado a Marisa a sentarse en el sofá y le ha colocado las piernas sobre un taburete. Ha cogido los

bordes de la túnica que ha colocado bajo el cinturón que la ceñía los lados y ha empezado a hacer masajes a las piernas, para bajar la sensación de calor.

Después de haber secado las piernas, la ha acompañado a la cama, le ha dado una palmadita en la mejilla y la ha abrazado y besado. Antes de volver al Paraíso, ha ido a ver al Obispo que dormía plácidamente, le ha hecho una caricia y lo ha besado.

Cuando a la mañana siguiente el Obispo ha sabido lo que había sucedido, ha dado las gracias a la Virgen que ha replicado: "He hecho lo que habría hecho cualquier madre y so soy vuestra Madre".

Marisa estaba muy dolorida porque su hermano Obispo no era reconocido como Obispo por la autoridad eclesiástica que además lo había además reducido al estado laical para impedirle que ejerciera el ministerio episcopal. Se ha quejado sobre esto a Jesús, el cual le ha respondido: "Marisella, él ejerce de Obispo en bilocación. En el extranjero es muy conocido, amado y tiene una gran seguimiento".

Dentro de poco veremos cuan verdadera es esta afirmación del Cabeza de la Iglesia.

También a S. E. Mons. Claudio Gatti, Obispo ordenado por Dios, le pesaba mucho la vida que llevaba. Se sentía agotado, sin fuerza, cansado de la situación, moralmente destruido, cercano al fracaso, tentado de cerrar todas las actividades, condenado por la autoridad eclesiástica y abandonado por sus hermanos, incluidos los ex compañeros de Seminario. Todo esto lo ha expuesto en una apesadumbrada oración a Dios.

Dios que vela como un padre sobre su hijito, le ha dirigido palabras dulces y grandes apreciaciones: "Hijo mío, he escuchado lo que has dicho y me he puesto triste. Ya sé que hay tantas situaciones que no van bien, y Yo lo tengo que poner todo en orden. Continúa llamándome Papá, Yo estoy a vuestro lado y os ayudo, Excelencia Reverendísima, tesoro de Dios, escucha a tu Jesús. Él entra dentro de ti y cuando hablas, cuando haces las homilías y los encuentros bíblicos, cuando parece que sucumbes por el gran cansancio, Jesús está dentro de ti y tu hablas muy bien. Todos los que te escuchan, comprenden que Me amas a Mi, Dios, y a todo el Paraíso. Yo te amo, hijo mío. Me has preguntado por qué te he dado el episcopado si no lo puedes ejercer. Tu eres Obispo in eterno y, después de Mi, de Jesús, del Espíritu Santo, de la Virgen y de S. José estás tu, Obispo de la Eucaristía, Obispo del amor. He querido completar tu sacerdocio porque el episcopado posee la plenitud del sacerdocio".

En los primeros días de mayo, en las librerías católicas han empezado las ventas del libro "La última vidente de Fátima" escrito por el Card. Tarcisio Bertone, Secretario de Estado de S.S., en colaboración con Giuseppe De Carli, vaticanista del TG1.

En este libro, que tiene la presentación de Benedicto XVI, el card. Bertone, afirma que el tercer secreto de Fátima ha sido desvelado íntegramente, excluye que haya escenarios apocalípticos y maltrata a los que insinúan silencios culpables.

Pero el purpurado ha sido desmentido por el Fundador y Cabeza de la Iglesia, Jesús: "Mi querido cardenal, los secretos no son los revelados. Si no profetizaban graves peligros, ¿por qué no revelarlos antes? ¿Para qué esperar tantos años? ¿Por qué hacerlos pasar de un Papa al otro y no decir la verdad? Todavía hoy los grandes hombres de la Iglesia continúan mintiendo.

A vosotros os corresponde: creer o no creer que el secreto de Fátima es triste, es preocupante y enuncia graves hechos que han ocurrido en la Iglesia y que no han sido revelados. Yo, Jesús, cuando vuelva, me gustaría encontrar mi Iglesia nueva, limpia. Mi querido Obispo, tu tendrás que echar de la Iglesia, como he hecho yo a los mercaderes del templo, a los que no aman la Eucaristía, que piensan sólo en el poder, en el dinero y en los placeres ilícitos. Queridos hijitos, por ahora la vida es dura para vosotros, difícil, porque el superior más alto, pretende mandar e imponer obediencia con el chantaje: esto no es justo. ¿Recordáis el mensaje: obediencia sí, chantaje no"? [32]

El 13 de mayor, Marisa con ocasión del 51º aniversario del pronunciamiento de los votos perpetuos, ha recibido las felicitaciones del Esposo Divino, de la Madre Celeste y de la terrena: la abuela Yolanda. Jesús nos ha invitado a rezar, "para que la partida de Marisa para el Paraíso llegue pronto. Vuestra hermana puede hacer mucho más viniendo arriba con Nosotros".

Para Marisa el pensar en la muerte era casi dulce y un alivio que ha querido mostrar a Nuestra Señora la foto del ataúd blanco que guardará sus despojos mortales:

Marisa - Virgencita, llévame pronto, ya lo he preparado todo. Excelencia, ¿le puedo decir también que ya he elegido el ataúd?

Obispo - Sí, es tu Madre.

Marisa - He elegido también el ataúd. ¿Te gusta?

Nuestra Señora - Sí, Marisella, todo lo que hace el Obispo es bonito.

El 16 de mayo a Marisa se le han manifestado las tres Personas Divinas, bajo el aspecto de tres Jesús, iguales y distintos. Los ángeles y los santos a cuya cabeza estaba la Virgen, estaban postrados en adoración y alabando a la Stma. Trinidad. Terminada la Teofanía Trinitaria, Marisa ha gozado de otro fenómeno: ya que Jesús y el Obispo son uno solo, Marisa ha visto al Esposo Divino en lugar del hermano y le ha dirigido la pregunta que últimamente repite a menudo: "¿Cuándo me llevas arriba?"

Mons. Claudio ha sentido siempre una espina en el corazón por la pérdida de afluencia de las personas al lugar taumatúrgico, aflicción compartida por la Madre de la Eucaristía: "A Nosotros nos disgusta mucho que en este lugar, hecho taumatúrgico por tantos milagros eucarísticos, no vengan muchas personas, porque han sido alejadas por los sacerdotes que tienen poder y las han desviado hacia otros lugares". [33]

La Madre de Dios ha expresado también el absurdo del porque la gente no viene donde aparece Ella y va sin embargo donde ya no aparece: "Vosotros sabéis que ya no hay apariciones en otros lugares, yo estoy solo aquí con vosotros y trato por todos los medios de ayudaros". [34]

El 20 de mayo Lucas y Oriana, dos de nuestros jóvenes, han coronado finalmente su sueño de amor. Tres días antes de la celebración del matrimonio, la Madre de la Eucaristía nos ha invitado "a rezar por estos hijitos, también ellos han tenido que soportar varias batallas". [35]

Esta última expresión puede ser interpretada de manera equivocada, y nosotros le damos el justo significado, para no atribuir a Lucas y Oriana culpas que no tienen. De hecho han sido víctimas de luchas, declaradas por otros y sufridas por ellos.

La explicación de tan enojosa situación la encontramos en el Evangelio: "No penséis que he venido a traer la paz al mundo; no he venido a traer paz, sino espada. Porque he venido a poner al hijo en contra de su padre, a la hija en contra de su madre, a la nuera en contra de su suegra. De suerte que los enemigos del hombre son los de su propia casa". "El que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí, ". (Mt. 10,34 - 37)

Se trata de sentencias dramáticas, casi implacables, cuya crudeza de las expresiones pone de relieve la gravedad de las afirmaciones. El viejo Simeón ha definido a Jesucristo "signo de contradicción" (Lc. 2,34) en el sentido de que los hombres se dividen en lo que a él se refiere: o lo rechazan y se convierten en culpables o lo aceptan y se convierten en discípulos fieles a sus enseñanzas. Los miembros de la misma familia pueden dividirse y colocarse en posiciones distintas en lo que concierne a la fe y la moral. Si los hijos viven en gracia y los padres en pecado o viceversa, la unión familiar se hace añicos y la unidad se rompe. Si los hijos aceptan las obras, los milagros y las intervenciones de Dios y los padres las rechazan, estallan en el seno de la familia incomprensiones e intolerancias que pueden convertir a estos últimos en perseguidores de los que han engendrado: es lo que ha ocurrido en la familia de origen de una persona que se ha casado el 20 de mayo.

Esta persona ha sufrido en casa por parte de sus padres una violenta oposición y ha oído frases injuriosas contra S.E. Mons. Claudio Gatti y Marisa Rossi.

Los padres que habían formado parte de nuestra comunidad se habían alejado, porque fueron desenmascarados por el Obispo, y se han vengado esparciendo maledicencia y calumnias hacia su persona y la de la Vidente.

Han llegado a subestimar el origen sobrenatural de los milagros eucarísticos, de los que han sido testigos, a negar las intervenciones de Dios, solicitados por nuestras oraciones, para sustraer a los miembros de su familia del peligro de muerte y evitar intervenciones quirúrgicas. Han ido muchas veces al Vicariato y se han encontrado con muchos sacerdotes para echar fango contra el lugar taumatúrgico. Han implicado a otra gente en esta obra nefasta que continúan llevando adelante cada vez con más saña.

En esta familia, faltando el amor, ha aparecido la división, fomentada por el rencor y el deseo de venganza.

A pesar de la difícil y grave crisis familiar, el matrimonio no se ha resentido ni siquiera mínimamente. Lucas y Oriana han sido sostenidos por el amor paterno de Mons. Claudio y del materno de Marisa. Por otra parte todos los miembros de la comunidad, especialmente sus amigos, los han acompañado al altar con afecto y alegría.

La Madre de la Eucaristía, como ha ocurrido también en los matrimonios anteriores, ha presenciado la conmovedora ceremonia y ha extendido su manto materno, para estrechar en un único abrazo al Obispo que celebraba, a Marisa que hacía de testigo y a los dos esposos que estallaban de felicidad.

El aplauso que ha acogido su "Sí de amor" ha sido el signo tangible de todo el amor que se respiraba en la basílica.

Para comprender si las apariciones son de origen sobrenatural y si los mensajes vienen de Dios, la Virgen nos ha enseñado que, además de los criterios tradicionales, es necesario que en ellos se hable de la Eucaristía, de la situación de la Iglesia y del clero.

El 22 de mayo la Madre de la Iglesia ha confiado a sus dos hijitos: "¿Dónde están los verdaderos sacerdotes? Cada vez que leéis el periódico o veis la T.V. se habla siempre mal de los sacerdotes; por desgracia es la verdad y ¡nos hacen sufrir mucho!".

De paso recordamos que en aquellos días la prensa y la televisión hablaban de la plaga de la pedofilia entre los sacerdotes, descendiendo incluso a pormenores escabrosos.

El 24 de mayo ha dicho a todos los miembros de la comunidad: "Hoy celebráis a María Auxiliadora. Hay un poco de tristeza en mi corazón, no por vosotros sino por los salesianos, que ya no son como los hermanos de antes. Entre ellos ya no hay oración ni amor verdadero".

El 27 de mayo, fiesta de Pentecostés, S.E. Mons. Claudio Gatti ha administrado el Sacramento de la Confirmación a Mauro, un muchacho de la comunidad.

Marisa ha bajado a la basílica, aunque afligida por los dolores, para desempeñar el papel de madrina. La Madre de la Eucaristía nos ha invitado "a rezar y a ayudar a Mauro, para que continúe este camino con serenidad y con lealtad" y dirigiéndose al que se confirmaba le ha dicho: "Nosotros los del Cielo, querido Mauro, te felicitamos. Ahora ya eres soldado de Cristo y yo, la Madre de Jesús, te doy mis felicitaciones mas fuertes, mas grandes y más bonitos a ti, a tus padres y a todo el cenáculo"

La Virgen ha estado presente en el rito sagrado y con su manto ha rodeado a Mauro y a Marisa.

El 28 de mayo del 2007 Dios Papá, durante una teofanía reservada a Monseñor Claudio y a Marisa ha anunciado que en la Iglesia había ocurrido un gran acontecimiento, del que hablará la Historia: "Excelencia, hijo mío, en bilocación has ordenado a 51 obispos y 77 sacerdotes. Estas ordenaciones han ocurrido en todos los continentes. La Madre de la Eucaristía te contará los pormenores".

El 31 de mayo siguiente la Madre de la Eucaristía ha hablado de las ordenaciones episcopales y sacerdotales a los que estaban presentes en la aparición: "Hoy he ido a ver a los obispos y sacerdotes que tu, Excelencia, has ordenado en bilocación; son muchos. Estaban todos contentos, radiantes, luminosos. Cantaban, daban gloria a Dios y oraban por ti. Cuando llegue el momento, los verás y te darás cuenta de lo que has hecho tan bonito y tan grande".

Antes de que la Virgen hablase públicamente de las ordenaciones episcopales y sacerdotales, el Obispo ordenado por Dios no había dicho ni una palabra a nadie, pero después del anuncio público de la Madre de la Eucaristía nos ha contado algunos detalles de este gran acontecimiento, único en la Iglesia y ocurrido por intervención divina.

El Obispo nos ha comunicado que han sido ordenados:

- En Brasil 4 obispos y 6 sacerdotes;

- En Argentina 5 obispos y 11 sacerdotes;

- En el resto de América Latina 5 obispos y 11 sacerdotes;

- En la República Democrática del Congo 3 obispos y 5 sacerdotes;

- En África Central 4 obispos y 5 sacerdotes;

- En otras naciones que no ha nombrado 1 obispo y 1 o más sacerdotes.

Nos ha especificado que en Italia no ha ordenado ningún obispo ni ningún sacerdote.

Monseñor Claudio Gatti no sabe si a éstas seguirán otras ordenaciones episcopales o sacerdotales, también en bilocación.

Todas las celebraciones de las numerosas sagradas ordenaciones han ocurrido en presencia de la población local, que han circundado con afecto al Obispo ordenado por Dios y a los pastores, sobre los cuales les ha impuesto las manos.

Los obispos y sacerdotes ordenados saben muy bien quién es Monseñor Claudio Gatti, y cuales son las misiones que en nombre de Dios ha llevado y está llevando a cabo en el interior de la Iglesia. Están dispuestos a ir a su encuentro cuando los convoque en Roma.

Entretanto ejercen el ministerio sacro ante la población que les ha sido confiada, teniendo siempre presente las enseñanzas y los consejos que el Obispo ordenado por Dios les ha impartido. Podemos terminar diciendo que entre Monseñor Claudio Gatti, los obispos y los sacerdotes que ha ordenado en bilocación, se ha establecido la misma afectuosa y respetuosa relación que ha caracterizado la habida entre Pablo y Timoteo y Tito.

En la voz de nuestro Obispo notamos siempre un punto de emoción cuando nos encomienda: "Rezad por mis obispos y por mis sacerdotes".

Esos son las primicias de los pastores que en el futuro guiarán la Santa Iglesia y representan la realización de la promesa de Dios: "Os daré pastores según mi corazón, los cuales os apacentarán con sabiduría e inteligencia" (Jer. 3, 15)

Esperando que resulte un relato agradable a nuestros lectores, ahora planteamos el discurso sobre la bilocación de manera más sistemática y detallada.

Todo lo que sigue lo hemos extraído de las catequesis y de las confidencias del Obispo Claudio Gatti y de la Vidente Marisa Rossi que han sido autorizadas por Dios a levantar el velo sobre un mundo desconocido para los hombres.

"Mi padre continúa trabajando y yo también trabajo" (Jn 5, 17).

La afirmación de Jesús conserva inalterada su validez a lo largo de los siglos. Dios actúa libremente en el interior de su Iglesia y obra cómo y cuándo quiere. Nadie Le puede imponer límites o prohibiciones; solo pensar en esto significa ofenderLo y pecar gravemente. Dios no tiene que pedir a nadie, ni siquiera a la autoridad eclesiástica, permisos o autorizaciones para realizar sus designios.

Cristo ha instituido los sacramentos, pero no está ligado a ellos para obtener los efectos sacramentales. Los que afirman que Dios no puede ordenar obispos o consagrar la Eucaristía se oponen a Él y se convierten en aliados del demonio.

¿Quién es el hombre para pretender imponer a Dios reglas en Su continuo obrar?

La autoridad eclesiástica tiene que limitarse a reconocer y aceptar la acción de Dios; cuando no es capaz de hacerlo quiere decir que no está unido a Él.

Solo el que está sostenido por la gracia y es guiado por el Espíritu Santo es capaz de reconocer y acoger anonadado la intervención de Dios, cualquiera que ésta sea.

Dios ha obrado muchas veces y de manera diferentes en el lugar taumatúrgico y ha concedido dones y carismas al Obispo Claudio Gatti y a la Vidente Marisa Rossi; uno de estos es la bilocación.

Dios tiene la ubicuidad, es decir, está presente en cualquier sitio, en todas partes, mientras que el hombre puede tener la bilocación, es decir estar presente, por intervención divina, al mismo tiempo en dos lugares, aunque estén muy distantes entre sí.

El que tiene el don de la bilocación consciente se da cuenta de lo que hace en los dos lugares, aunque esté en estados diferentes, descansa donde vive y actúa donde está en bilocación. La bilocación consciente está siempre ligada al don de la bilocación y también al don de la videncia. Los videntes son personas que ven, escuchan, tocan, es decir, tienen contactos físicos sensibles, certificados con los sentidos, con Jesús, con la Virgen y otras personas del mundo sobrenatural. El que tiene el don de la bilocación consciente es siempre vidente, pero no todos los videntes experimentan la bilocación.

En cambio el que tiene el don de la bilocación inconsciente no se da cuenta de lo que Dios le hace hacer, pero llega a saberlo o por medio de locuciones interiores o por las personas que tienen el don de la bilocación consciente.

Con este propósito el Obispo ha contado dos episodios significativos que hacen referencia a su persona.

El primero ha ocurrido hace diversos años en un santuario del extranjero. Había terminado de dar gracias después de haber celebrado la Santa Misa y se estaba acercando a la salida, junto a Marisa, cuando se le ha acercado una señora que dirigiéndose a él, demuestra que lo conoce bien, ha comenzado así: "Que gusto volver a verle, Don Claudio, tengo que darle las gracias una vez más por los consejos que me dio el año pasado, cuando lo encontré en este santuario". El Obispo ha tratado de hacer comprender a la señora que lo estaba confundiendo con otro sacerdote, porque era la primera vez que había ido allí. Cuanto más se esforzaba Don Claudio por repetir que no se habían visto nunca, la señora insistía todavía más al afirmar lo contrario. La embarazosa situación se ha terminado cuando Marisa le ha susurrado al oído: "Dios te mandó en bilocación el año pasado a este santuario para aconsejar a esta señora y a otras personas necesitadas de ayuda". En aquel momento no le ha quedado otro remedio al Obispo que saludar a la señora con una gran sonrisa y disculparse por haberse olvidado el haberla visto.

El segundo episodio ocurrió en Roma. El Obispo y la Vidente acababan de salir de una tienda de artículos religiosos, cuando fueron rodeados por un grupo de hermanas que con la sonrisa estampada en la cara, recordaban la belleza y la profundidad de los ejercicios espirituales que había predicado el entonces sacerdote Claudio Gatti a bastantes hermanas, pertenecientes a diversas instituciones. Nuevo estupor por parte del Obispo, que, a diferencia de la vez anterior, sin embargo, ha interrogado enseguida con la mirada a Marisa que estaba a su lado y al gesto afirmativo de ésta última se ha limitado a decir que estaba contento de haberlas visto de nuevo y que llevara sus saludos a sus otras hermanas.

Sabemos que numerosas veces el Obispo ha ido en bilocación inconsciente a realizar actividades y misiones que el Señor le confiaba.

Dios ha manado a Marisa en bilocación a ver a diversos eclesiásticos de Roma y fuera de Roma. A los honestos y buenos les ha dirigido palabras de aprecio y de coraje, a los deshonestos y tercos pecadores, reprimendas e invitaciones a la conversión. Algunos de estos últimos han reaccionado de manera violenta y vulgar.

A veces Dios ha permitido al Obispo Claudio escuchar y grabar lo que Marisa decía a los eclesiásticos, ante los cuales había ido en bilocación. De hecho Marisa, presente en su habitación de manera ordinaria, repetía simultáneamente en voz alta lo que decía en bilocación a alguno. El que tiene el don de la bilocación puede también no ser visto por las personas a las cuales es mandado por Dios a realizar las misiones. Lo cual ocurre por motivos reservados, de prudencia y de seguridad; por el momento no podemos añadir nada más.

Dios ha mandado en bilocación a Marisa a ver a los últimos Papas: ha entrado en el Palacio Apostólico, vista solo por los interesados y no por los colaboradores, para ver a Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, a los que ha comunicado mensajes que había recibido y el Obispo nos ha asegurado que en el momento oportuno serán conocidos y difundidos.

Marisa, junto a la Virgen y a San José, ha acompañado también y protegido a Pablo VI y Juan Pablo II durante sus viajes apostólicos. La Madre de la Eucaristía ha revelado que la Vidente en Manila ha impedido que el golpe de puñal, asestado contra Pablo VI por un desequilibrado, le provocase una herida peligrosa. Y una vez más en S. Pedro ha bajado el arma de Alí Agca, de manera que desviara la trayectoria del golpe e impidiera que entrase en el corazón de Juan Pablo II.

Por otra parte, ha asistido, sin ser vista por los colaboradores, a Juan Pablo II en los últimos días de vida. Solo el Papa la ha visto y ha hablado con ella con el pensamiento: Marisa sabe perfectamente lo que ha pensado y tratado de pronunciar Juan Pablo II. Ha repetido muchas veces mientras le estrechaba débilmente la mano: "Ruega y sufre por la Iglesia. La Iglesia renacerá de la sangre de sus hijos, de manera particular de la tuya y de aquél Obispo ordenado por Dios que no he podido ver". Marisa ha acompañado a Juan Pablo II a la Casa del Padre junto a la Virgen.

También en bilocación, ha estado cerca varias veces de los miembros de la comunidad. Ha ido a asistirlos mientras estaban sufriendo delicadas intervenciones quirúrgicas o tenían que afrontar un parto que se presentaba arriesgado. Por otra parte ha estado cerca de muchas personas a punto de morir; en estos casos se limitaba a rezar junto a la Virgen, para que la personas pudiese morir serenamente.

Dios dispone de las criaturas que tienen la bilocación de manera libre y soberana, y les hace realizar misiones de altísimo valor y de grandísima importancia para la Iglesia.

El Obispo y la Vidente han estado en bilocación en muchas naciones, sobre todo en aquellas devastadas por la guerra y duramente probadas por el hambre, la sed y la falta de medicinas.

Tanto el uno como la otra han realizado las tareas confiadas. Monseñor Claudio ha bautizado niños y adultos, bendecido a matrimonios, administrado la Confirmación, escuchado confesiones, celebrado la S. Misa y distribuido la Eucaristía a personas que no tenían la asistencia de sacerdotes.

Marisa ha asistido a los moribundos, dado de comer a los niños, consolado a las madres y curado a los heridos.

Algunas veces Dios ha concedido al Obispo y a la vidente poder ir al río Jordán, sobre cuyas orillas los esperaban Jesús, la Virgen, San José y la abuela Yolanda. Jesús pescaba los peces del río con las manos y los entregaba a la Virgen y a la abuela Yolanda para que los cocinaran sobre un improvisado brasero.

El dulce Maestro desplazaba ágilmente dos grandes pedruscos, les quitaba la aspereza y hacía cómodos asientos. Al final, abrazando al Obispo, se alejaba para dialogar junto a él en un lugar apartado.

También Marisa aprovechaba el tiempo que era necesario para la cocción del pescado para hablar con los huéspedes celestes y sobretodo para cantar con ellos. Las voces se combinaban de manera maravillosa. Cuando los peces estaban asados, la Virgen llamaba a Jesús y a Claudio, para que volvieran. Antes de la comida, Jesús bendecía el alimento y los presentes cantaban himnos y salmos. Para cumplir un fuerte deseo de Marisella, Jesús ha permitido a los pequeños sobrinos: Jacobo, Samuel, Emmanuel, Sara y Mariasole, que estuvieran presentes alguna vez en el Jordán en bilocación inconsciente.

Los pequeños primero jugaban, tirando piedras en el río, y luego en el momento de la oración rezaban con las manos juntas o alargadas con la mirada dirigida hacia lo alto.

Frecuentemente todos se han desplazado desde el Jordán a otros lugares de Tierra Santa, ligados a la memoria de la vida privada y pública de Jesús: el más visitado ha sido el Huerto de los Olivos.

El Obispo y la vidente aman de manera particular el Getsemaní, donde Jesús se ha infligido a sí mismo la gran prueba de no sentirse amado por el Padre, ha experimentado la experiencia de la soledad, ha sido traicionado por Judas, hecho prisionero por sus enemigos y abandonado por los apóstoles. Monseñor Claudio y Marisa continúan viviendo las mismas dolorosas experiencias, a la espera de que la situación cambie por intervención de Dios.

La Vidente Marisa por tanto tiene el don de la bilocación consciente y el Obispo Claudio el de la bilocación inconsciente.

Dios Papá ha dicho que el Obispo empezará a darse cuenta, a ver y a sentir lo que hace en bilocación, a la muerte de Marisa, cuando la Vidente levante el vuelo hacia el Paraíso, acompañada por la Virgen, por S. José, por la abuela Yolanda, por otros santos y por los ángeles.

También el Obispo Claudio se unirá a este cortejo celeste y acompañará a su hermana al Paraíso, donde verá y sentirá lo que Dios querrá.

Después de haber gozado de la experiencia del Paraíso, el Obispo besará a Marisa y volverá a la Tierra para concluir la misión final que Dios le ha confiado: hacer renacer la Iglesia.

Para cumplir esta tarea Monseñor Claudio Gatti tendrá necesidad de colaboradores honestos, llenos de amor por Dios y por las almas, dispuestos al sacrificio, alejados del dinero y que no sean amantes del poder. Desde hace tiempo, el Señor ha indicado al Obispo los nombres de los cardenales y de los obispos que estarán a su lado en la gran misión. Por otra parte ha comunicado los nombres de algunos sacerdotes italianos y extranjeros a los que el Obispo ordenado por Dios conferirá la ordenación episcopal.

Cuanto más transcurrían los meses más probado se veía el Obispo y Marisa se sentía más dolorida, el uno y la otra acusaban un cansancio impresionante.

En los coloquios con Dios y con los hombres, la Vidente cada vez más frecuentemente expresaba el deseo de ir al Paraíso. En una aparición reservada a sus dos hijitos, la Madre de la Eucaristía los ha animado "a rezar, para que Dios se decida a llevarse a Marisella".

Jesús nos ha recordado que: "Marisella es un alma que Dios ha llamado desde su más tierna edad, es un alma que ha rezado y sufrido mucho por todos, incluso por los que ya no vienen al lugar taumatúrgico. Gracias a vuestra hermana que ha sufrido muchísimo, muchos hombres y mujeres han entrado en el Paraíso". [36]

Nuestro Obispo ha sufrido siempre mucho a causa del aislamiento y del alejamiento que sus hermanos han demostrado hacia él. Se ha lamentado también con la Madre de la Eucaristía, porque no aceptaban las cartas de Dios. Para tranquilizarlo la Madre Celeste ha recordado a su hijito que: "Muchos leen las cartas de Dios, aunque los sacerdotes que dicen que no creen y que no quieren venir a este lugar: en realidad están muy interesados en conocerle".[37]

Es triste tener que reconocer que el único lugar donde Dios se manifiesta y la Virgen, San José, los ángeles y los santos aparecen, esté sometido a duras condenas y sujeto a feroces persecuciones, como ha manifestado Jesús: "Habéis tenido mucho valor al venir a este lugar taumatúrgico, tan probado, combatido y calumniado. Yo, Jesús, vengo aquí, la Madre de la Eucaristía viene a menudo aquí, y otros santos vienen a ayudaros". [38]

"Nosotros, Padre, Hijo y Espíritu Santo, la Santísima Trinidad hemos vendido al lugar taumatúrgico, donde hay un pequeño cenáculo, donde reina el amor". [39]

El 4 de junio Massimo y Antonella, última pareja de nuestros jóvenes que tenían que casarse, se han convertido en marido y mujer delante de Dios y de la Iglesia. Antes de la celebración del matrimonio ha ocurrido un hecho prodigioso y significativo. Máximo, huérfano de madre, había pedido a Marisa que lo acompañara al altar. La Vidente, habiendo aceptado con alegría, estaba amargada por el hecho que, no pudiendo caminar, estaba obligada a acompañar al joven, sentada en la silla de ruedas.

Mientras estaba esperando, al lado de Máximo, para entrar en la Iglesia, ha visto de repente delante de sí al Obispo que le ha dicho: "Te ordeno que te levantes". Perpleja y confusa ha mirado a su hermano con una mirada interrogativa; en aquél momento se le ha aparecido Jesús que le ha susurrado: "Obedece al Obispo" y la Vidente, ante la maravilla de los jóvenes que estaban a su lado, se ha levantado de la silla, ha cogido del brazo a Máximo y juntos se han acercado a la puerta de la Iglesia. Lo pasmoso es que el Obispo ordenado por Dios, en el preciso instante en el que ordenaba a Marisa que se levantara, se encontraba delante del altar, donde estaba esperando la entrada de los esposos. Así, ante la emoción general Marisa ha entrado en la basílica, caminando al lado de Máximo.

Poco después ha entrado, radiante de felicidad, también Antonella, acompañada por su padre. Durante la celebración de la S. Misa, Massimo y Antonella han sido unidos en matrimonio por nuestro Obispo. La Virgen ha extendido su manto materno sobre los dos esposos, mientras recitaban la oración sacramental.

Junto a la Virgen estaban presentes la abuela Yolanda y Adriana, la madre de Máximo, que ha dicho a Marisa: "Te doy las gracias por lo que has hecho por mi hijo. Continúa estando a su lado y dale tus sabios consejos".

Una vez más el Obispo ha experimentado la afable y afectuosa paternidad de Dios. El médico había aconsejado a Mons. Claudio que fuese al mar por motivos de salud, pero el interesado lo había descartado porque Marisa se habría visto privada de su asistencia. Dios Papá, para tranquilizarlo, le ha asegurado que, durante el período de su permanencia en el mar, mandaría a la abuela Yolanda para asistir a su hija.

Los medios de comunicación han continuado hablando de la plaga de la pedofilia entre los sacerdotes, con el consecuente grave escándalo para los fieles.

La Madre de la Iglesia ha hablado abiertamente de este drama: "Os pido que recéis por la grave situación, de la que han hablado la televisión y los periódicos a lo largo y ancho, incluso demasiado. Orad, para que todo se allane y la Iglesia se limpie y vuelva a ser como en los primeros tiempos". [40]

Para la fiesta del Corpus Domini hemos montado un baldaquín adornado con lienzos preciosos y adornado con flores maravillosas, sobre las que el Obispo ha entronizado la Eucaristía que ha sangrado. Cuatro de nuestros jóvenes, ministros extraordinarios de la Eucaristía, han transportado sobre sus espaldas a Jesús Eucaristía, que iba a la cabeza de la procesión, para indicar que nosotros tenemos que seguir siempre al Pastor Divino.

Jesús Eucaristía ha entrado en nuestra basílica, pasando bajo el arco formado por las banderas y al son de las trompetas de plata para subrayar que el triunfo de la Eucaristía se ha realizado en toda la Iglesia, y nos ha dirigido palabras de aprecio y de agradecimiento: "Gracias a vuestro santo Obispo, habéis aprendido a conocerme y a amarme. Poned en práctica sus enseñanzas, no las abandonéis nunca. Os doy las gracias por vuestra presencia, os doy las gracias por la belleza que habéis realizado en esta pequeña basílica. Doy las gracias a los que han colaborado en la preparación, unos de un modo, otros de otro". [41]

La Madre de la Eucaristía, sin embargo, se ha afligido por lo que había ocurrido con ocasión de la procesión diocesana: "Durante la procesión eucarística del jueves pasado, a mi, la Madre de Jesús, me ha hecho mucho daño ver que cuando ha pasado Jesús, los presentes no han pronunciado ni siquiera una pequeña oración, y cuando, inmediatamente después, ha pasado el S. Padre, le han aplaudido y gritado: "Viva el Papa". ¿Y Jesús? Jesús que es Cabeza de todos, el Sumo y Eterno Sacerdote, que nos ha dado su cuerpo y su sangre, ¿no cuenta nada? Los hombres tienen que hacer triunfar a Jesús Eucaristía, adorarlo, amarlo, rezarle. Esto es lo que tienen que enseñar el Papa, los obispos y los sacerdotes". [42]

El once de junio hemos celebrado el aniversario del milagro eucarístico, ocurrido en las manos de Mons. Claudio Gatti: la efusión de sangre de la hostia después de la consagración.

Hoy nuestra situación es peor que la de hace siete años. El Obispo ha dicho: "La oposición por parte de la autoridad eclesiástica ha aumentado, el alejamiento de los sacerdotes se ha acentuado, la presencia de los fieles en el lugar taumatúrgico ha disminuido, la salud ha declinado y el cansancio ha llegado a niveles preocupantes. El alma gime, porque se siente abandonada, el corazón está destrozado, a causa de las traiciones de los parientes, de los amigos, y de ex miembros de la comunidad, pero la fe en Dios, aunque esté sujeta a tan duras pruebas, resiste y es inquebrantable".

Para demostrar la verdad del lamento del Obispo, es suficiente contar un doloroso y enojoso episodio.

Un conocido exorcista, hablando telefónicamente con un miembro de nuestra comunidad, ha sentenciado: "Todas las cosas que ocurren en via delle Benedettine son cuentos y bazofia". Por otra parte no sólo han impedido al interlocutor que pudiera responder a sus calumnias, sino que para impresionarle han montado un numerito. Para hacerle creer que estaba bajo la influencia diabólica ha gritado: "¿Quién interfiere? ¿Eres tú, maldito?" y ha comenzado a balbucear palabras incomprensibles.

Jesús ha sido muy severo con el exorcista y con sus hermanos que practican exorcismos, denigran las obras de Dios y calumnian a los que Dios les ha confiado misiones: "Vosotros ya sabéis que muchos sacerdotes no están en gracia, además no lo están los que tienen el cometido de hacer exorcismos, que lo aprovechan para hacer lo que quieren, hablan mal y actúan mal. Hay sacerdotes exorcistas que están endemoniados. Os digo "Ánimo, no los escuchéis". Todos sabéis que muchos sacerdotes no viven en gracia: unos por un motivo, otros por otro". [43]

Para aliviar el aguijón de la preocupación y la tensión a sus dos hijitos, Dios Papá les había dirigido esta recomendación: "Mis queridos hijitos, cuando vayáis de vacaciones, no habléis de los sacerdotes, de la Iglesia ni de ningún problema que os pueda hacer sufrir. Excelencia, esto es una orden: si me obedeces, volverás descansado".

Pocos días después Jesús ha dado el mismo consejo a toda la comunidad: "Invito a los que vayan de vacaciones a no hablar de los sacerdotes ni de los parientes que han hecho sufrir, sino a jugar, a sonreír, a hablar de Jesús y de la Madre de la Eucaristía, dejad estar todo el resto a Dios Padre". [44]

La Madre de la Eucaristía ha hecho una puntualización que probablemente hará discutir mucho: "Cuando hablé de la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María, dije esta frase: "No sólo Rusia tiene que ser consagrada al Corazón Inmaculado de María, sino el mundo entero". Vosotros lo habéis hecho". Recordemos que el día 8 de diciembre de 2006 S. E. Mons. Claudio Gatti, Obispo ordenado por Dios, con la plenitud de los poderes que Dios le ha dado, ha consagrado a todo el mundo a la Madre de la Eucaristía.

El 17 de junio ha ocurrido un episodio, dulce y conmovedor, que nos ha hecho comprender más tarde la familiaridad y la confianza entre el Esposo Divino y la esposa humana. Dejemos que lo cuente la Madre de Jesús: "Esta noche Jesús ha lavado los pies y las piernas a vuestra hermana. Jesús, S. José y yo, ayudamos con mucho amor a Marisella que sufre terriblemente desde hace años. El dulce Maestro se ha inclinado hacia ella, le ha lavado y hecho un masaje a las piernas, a los pies y después le ha dado la vuelta de lado, para que descansara mejor. No ha dormido mucho, pero aquel poco le ha bastado para soñar con el Paraíso".

La Madre muchas veces nos ha hablado de la postración y sufrimiento de sus dos hijitos: "Yo, veo dos personas delante de mi muy cansadas". [45] (n.d.r. Obispo y Vidente)

"Marisella, tu sufrimiento es mucho, mucho, mucho. Hay mucha necesidad de tu inmolación. Excelencia, también tu sufres muchísimo por tu hermana, pero eres ayudado por Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo". [46]

El 20 de junio, aniversario de la ordenación episcopal de S. E. Mons. Claudio Gatti y cumpleaños de Marisa, Dios Padre se ha manifestado a sus dos hijitos: "Marisella, te felicito por tu cumpleaños, pero las felicitaciones más importantes son para mi Obispo. Yo os ayudaré, porque soy Dios y lo puedo hacer todo. Mandaré siempre a la Madre de la Eucaristía y a la abuela Yolanda para ayudaros. Os pido sólo que tengáis confianza. Ánimo, demostrad a todos vuestro amor, incluso a los que os han hecho sufrir mucho".

El 29 de junio hemos celebrado solemnemente la fiesta de los Santos Pedro y Pablo. La Virgen ha venido, acompañada por los dos grandes apóstoles, patrones de Roma, y nos ha presentado a S. E. Mons. Claudio Gatti como "el Obispo más grande e importante del mundo, porque ha sido ordenado por Dios y no por otros obispos o por el Papa".

Nos ha dirigido luego una pregunta retórica, es decir, una pregunta que presupone que a los que les es formulada ya saben la respuesta. Es usada en las conversaciones para atrapar a los oyentes y avivar el discurso: "¿Quién sabe si habrá un segundo Pedro?"

Desde hace años nosotros sabemos que lo habrá ciertamente y conocemos al que asumirá el nombre del primer Papa. Sin embargo no sabemos si será elegido según las disposiciones contenidas en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II el día 22 de febrero, fiesta de la Cátedra de S. Pedro Apóstol del año 1996, décimo octavo año de su Pontificado. La duda nace del hecho que podría, si lo quisiera, ser elegido directamente por Dios, como ha ocurrido con el primer Papa.

Nosotros publicamos en nuestra página Web de Internet

https://www.madredelleucaristia.it las cartas de Dios en italiano, inglés, español y francés, y sabemos que de estas lenguas se hacen traducciones en otras lenguas nacionales y dialectos locales. Podemos afirmar que las cartas de Dios son conocidas en todo el mundo, incluso en pequeños pueblos perdidos entre montes y bosques y lejos de los grandes centros habitados.

En las cartas de Dios que van desde 1986 a nuestros días hay claras y precisas referencias al que subirá al solio pontifico con el nombre de Pedro y que tendrá que hacer renacer la Iglesia.

Incluso los opositores y difamadores de las apariciones de la Madre de la Eucaristía y de los milagros eucarísticos ocurridos en el lugar taumatúrgico conocen las cartas de Dios y temen que se realicen las profecías que contienen.

Después de la Reina del Cielo han hablado el primer Papa y el Apóstol de las gentes:

S. Pedro - Yo, Pedro, te digo a ti, Claudio: sé fuerte, no tengas miedo de nada. Si estás con Dios, nada te tiene que dar miedo.

S. Pablo - Yo, Pablo, te repito la misma recomendación que Pedro. He perseguido a los cristianos los he matado y cuando Dios me ha llamado, he respondido: Sí, vengo, oh Dios, a hacer tu voluntad. Ánimo, Excelencia, y ánimo a todo el cenáculo.

El 30 de junio, acompañados por dos jóvenes y una persona adulta, el Obispo y la Vidente han marchado hacia Alba Adriática, para un período de descanso y de curas marinas. Deseaban que los días transcurriesen serenos y distendidos, sin embargo se han vuelto duros y a veces dramáticos.

Desde el primer día de su permanencia en Alba Adriática, el Obispo y la Vidente, han ido al mar, con la esperanza de poderse bañar, pero la empresa ha sido ardua y difícil. De hecho, aunque ayudada, Marisa se ha fatigado mucho al recorrer el trozo de playa y de mar, antes de sumergirse entre las olas: así que en los días siguientes sólo el Obispo, acompañado por un joven, ha ido a la playa.

Para Marisa el período transcurrido en Alba Adriática se ha presentado lleno de problemas de salud y de sufrimiento.

No ha faltado nunca la presencia de la Virgen y la ayuda de Dios que ha afirmado: "No digáis que estáis solos y abandonados, Nosotros os estamos ayudando, aunque no todo lo que querríais. Excelencia, te hemos quitado un poco de cansancio, de otro modo habrías sucumbido físicamente. Sé fuerte. El demonio te está tentando en todos los campos para hacerte abandonar la misión. Tu eres el cimiento de todo, si sucumbes tu, sucumben todos. Marisella, si no te hubiese ayudado, a esta hora estarías tirada en la cama, destrozada por el dolor y sin fuerzas".

El 6 de julio Marisa se ha agravado de improviso y ciertamente habría muerto si no hubiese intervenido la Virgen: "Marisella, hoy habrías muerto, si no te hubiésemos ayudado. Cuando Dios decida, Jesús, yo, S. José, la abuela Yolanda, los ángeles y los santos vendremos a buscarte y te llevaremos al Paraíso, donde serás feliz, cantarás y rezarás por el Obispo, por tus seres queridos, por la comunidad, por la Iglesia y por los que tienen necesidad de ayuda".

Para el cumpleaños de Mons. Claudio, por primera vez ha habido la aparición de la Virgen: Marisa estaba tan debilitada, que se ha quedado todo el día en la cama.

Cuando se ha repuesto un poco, ha aparecido la Virgen, a la cual ha preguntado: "¿Me quitas un poco de cansancio?" La Virgen ha tranquilizado a sus hijos: "Yo he venido siempre, no os he abandonado nunca. Excelencia, tu puedes bañarte, pero tu hermana no puede hacer nada. Es una mujer probada al cien por cien, es una mujer llamada por Dios para ayudar al prójimo. El sufrimiento a veces hace perder la cabeza y la calma, de todos modos los dolores son fuertes".

Al final ha hecho una afirmación que parece enigmática, pero para nosotros está muy clara: "Yo la Madre de la Eucaristía, estoy con el Santo Padre, no con aquél Santo Padre". [48]

Asistir a los sufrimientos de Marisa es siempre una experiencia conmovedora y desconcertante. Estamos plenamente de acuerdo con el Obispo cuando dice: "Las maldades de los hombres de la Iglesia y la de los demás perseguidores nuestros me hacen sufrir, los sufrimientos de Marisa me destrozan".

Nos hemos preguntado muchas veces: "¿Por qué Dios pide a sus dos hijitos continuamente tantas pruebas atroces? En la comprensión de este misterio no hemos sido ayudado desde lo Alto, porque la misma abuela Yolanda ha dicho: "Excelencia, Marisella, si Dios os pide tantos sufrimientos, tendrá sus motivos".

Cuando el Obispo iba a la playa, la Virgen lo acompañaba y la abuela Yolanda se quedaba con su hija para asistirla.

Mons. Claudio y Marisa estaban tan desmoralizados y agotados que no advertían la presencia sobrenatural, como ha reconocido la Madre de la Eucaristía: "Cuando estáis muy bajos de moral, no os dais cuenta de nuestra presencia". [48]

El 14 de julio el Obispo y la Vidente, acompañados de algunos jóvenes, se han ido a la montaña, a Villetta Barrea, en la misma casa que los habían hospedado el año anterior.

Estaban sostenidos por la esperanza de transcurrir un período relativamente sereno y tranquilo, pero una vez más la esperanza se ha roto contra la dura realidad.

Con ocasión del 36º aniversario del encuentro entre la Vidente y el Obispo y del cumpleaños de este último, todos los jóvenes que han podido, han ido a ver a sus padres espirituales, para celebrar con ellos el doble e importante aniversario. La Madre de la Eucaristía ha venido, acompañada por todo el Paraíso, con la abuela Yolanda a la cabeza, para felicitar a sus dos hijitos "por los treinta y seis años de sufrimiento y de sacrificio, pero también de alegría" transcurridos juntos.

La Virgen ha hablado con ellos largamente; citamos solo algunos trozos de este coloquio: "Dios para vosotros dos está preparando una fiesta de manera celestial, como se celebra en el Paraíso. Mis dos ángeles, juntos habéis salvado muchas almas. Dios ha hecho muchas promesas y humanamente hablando, parece que todo lo que ha prometido se ha alejado. Así pues, ¿qué queréis hacer? ¿Abandonarlo todo? ¿Dejarlo todo? No, Excelencia, no puedes dejarlo todo. Algunos obispos y sacerdotes han sido ya preparados y ordenados para trabajar contigo. Dios, a menudo habla de tu soledad y de mandarte sacerdotes, pero todavía no se ve ninguno. No dudéis de Dios, llegará su momento". [49]

La aparición ha terminado con una maravillosa experiencia: la Virgen se ha manifestado de manera estilizada a los presentes. El sufrimiento no ha abandonado a Marisa ni siquiera en esta importante circunstancia: durante la celebración de la S. Misa ha sido invadida por dolores de la pasión tan fuertes que se ha desmayado muchas veces.

El 16 de julio, después de una enésima noche en la que el agotamiento ha llegado a una intensidad impresionante, el Obispo y la Vidente han sucumbido. Han sentido el cúmulo de tantos sufrimientos, calumnias, traiciones, persecuciones y condenas sufridas durante los treinta y seis años por parte de la autoridad eclesiástica y por todos los que los han herido e infringido con una maldad tan feroz que, por una afirmación de la Virgen, ningún santo del Cielo ha experimentado nunca. Aplastados por el peso de la cruz han prorrumpido en gemidos y lamentos y se han sentido abandonados de Dios; pero no han dejado de rezar y han invitado a los adultos y a los jóvenes presentes a que recitaran el S. Rosario delante de Jesús Eucaristía.

Al término de la adoración eucarística ha aparecido la Virgen y ha tenido con Marisa un dialogo que referimos íntegramente, pues pone al desnudo el estado de ánimo del Obispo y de la vidente:

Nuestra Señora - No tenéis que enfadaros con nadie, os he dicho que Dios hará lo que ha prometido. Vosotros diréis: "¿Pero cuándo llegará el momento? ¿Cuándo acabará toda esta lucha y este hablar de Dios, que dice una cosa y luego hace otra?".

Marisa - Virgencita mía, yo he llorado mucho, he sufrido mucho, como los otros, y estaba indecisa a proseguir para hacer lo que hemos hecho hasta ahora. Ya son treinta y seis años que nosotros dos continuamos recorriendo este camino de sacrificio, de sufrimiento. Has venido, porque hemos recitado el Santo Rosario; no te escondo que lo he recitado por el Obispo. Me ha dicho: "Di el Rosario, Marisa" y yo, en un primer momento he dicho que no, pero luego lo he recitado. Hemos rezado delante de tu estatua. Sí, te veo, circundada de luz. Nosotros no sabemos que más hacer, si continuar celebrando la S. Misa, si rezar y qué decir a los que nos siguen.

Nuestra Señora - Marisella, tenéis que participar en la S. Misa. La S. Misa se ha de celebrar; todos tienen que celebrar o escuchar la S. Misa y vosotros tenéis que ser los primeros. He comprendido el desahogo, sé todo lo que ha sucedido, he respetado vuestro llanto. Yo habría actuado como vosotros, me habría comportado como vosotros, pero no descuidéis la S. Misa, por el amor de Dios. Que no haya nunca personas como vosotros, como tu y el Obispo, que descuiden la S. Misa.

Marisa - Oye, no sé lo que hará el Obispo, porque no lo hemos hablado, pero, hablando entre nosotras dos, se han burlado de él y bastante; primero le habéis dicho una cosa y luego habéis hecho otra. Dios lo ha ordenado Obispo, ¿para hacer qué? ¿Qué hace este hombre? Decidlo vosotros. ¿Me podéis explicar que hace? Me asiste, me cura, me custodia. ¿Es este su trabajo? Déjamelo decir, de todas maneras todos pensamos igual. Él lo hace de buena gana, porque me quiere, porque es un alma buena, porque es un alma santa, pero ¿es este su ministerio episcopal? ¿Es esto lo que Dios ha querido?

Nuestra Señora - No, Marisella, no digas esto; comprender a Dio no es fácil.

Marisa - Si comprender a Dios no es fácil, ¿por qué tenemos que obedecerle? ¿Por qué tenemos que hacer todo lo que dice? Hemos hecho siempre lo que Él ha dicho, hemos obedecido a todo lo que nos ha mandado, pero no nos hubiéramos imaginado nunca llegar a esta situación. Yo ya no puedo estar de pie, ya no camino sola, tengo necesidad de todo, y todos tienen que ayudarme, porque sola no puedo hacer ni deshacer la cama, lavarme, cambiarme, prepararme la comida y ocuparme de todas las demás exigencias humanas, no me parece bonito esto. Pero todavía hoy lo repito, si Dios lo ha decidido así, que se haga Su voluntad. Claro que no estoy de acuerdo. ¿Por qué cada poco me haces ver tanta luz que cambia continuamente de color?

Nuestra Señora - Tesoro, yo, mi amado esposo, tu madre y algunos santos, estamos delante de ti.

Marisa - ¿Por qué no me respondes a las preguntas que te he hecho?

Nuestra Señora - Yo me encuentro en tu misma situación. Dios lo hace todo, Dios manda, Dios decide, yo solo puedo repetirte: "No descuidéis la S. Misa". ¿Ya no queréis congregar a las personas de vuestro alrededor? No importa, pero tenéis que celebrar o participar en la S. Misa, es el acto de culto más importante, más grande. Os doy las gracias y os bendigo porque me habéis recitado el Santo Rosario, aunque, según vosotros, no lo merecía. Toda esta conversación ha sido seguida por Dios. Veamos que sucede.

Marisa - Espera un momento, no te vayas, ¡espera! ¿Qué decimos a los otros jóvenes? Los presentes lo han visto, lo han vivido con nosotros, pero ¿qué les decimos a los otros?. [50]

Al regreso de una excursión en coche en el Parque Nacional de Abruzzo, el Obispo, en tono bromista, ha ordenado a Marisa: "Levántate y anda". La Vidente que necesita ayuda para caminar, se ha levantado ágilmente del coche y con paso seguro ha entrado en casa, entre el estupor de los presentes.

Mientras cenaban muchos personajes del Paraíso han venido para hacer compañía al Obispo y a la Vidente. Citamos algunos: Jesús, la Virgen, S. José, abuela Yolanda, el Obispo Romero, los sacerdotes Agrestini y Ranalli y muchos otros santos y ángeles.

Después de la cena al son del tambor tocado por una mujer de Eritrea, Marisa ha hecho diversas piruetas; no ocurría desde julio del año pasado.

Al día siguiente la Madre ha retomado el coloquio con su hija. Lo ha empezado haciéndole una pregunta: "Marisella, ¿crees que Dios no mantendrá su promesa?" Todos conocen la sinceridad que distingue el estilo de vida de Marisa y nadie puede dudar que cuando habla expresa exactamente lo que piensa; lo mismo ocurre cuando habla con Dios Papá, con su esposo Jesús y con su Madre María.

La respuesta de Marisa a la pregunta de la Virgen refleja con absoluta sinceridad su pensamiento: "Sí, pienso justamente esto, porqué, desde que se me ha dicho que moriría y el Obispo me acompañaría al Paraíso, han pasado años. ¿Por qué Dios no ha mantenido todo lo que había prometido y nada se ha realizado de cuanto había prometido? Nosotros hemos obedecido siempre: "Hazte el vestido" y nosotros lo hemos hecho. "Hazte el cobertor" y lo hemos hecho. "Encontrad un hermoso ataúd blanco" y hemos obedecido. "Excelencia, prepara el folleto para el funeral" y el Obispo lo ha preparado. ¿Por qué todo ha cambiado? Nosotros dos hemos siempre hecho lo que nos has pedido. Ahora estamos muy cansados y muy probados, continuar viviendo así es difícil. ¿Por qué Dios nos trata así? ¿Por qué los hombres malvados lo tienen todo, todo lo bueno y nosotros, que hemos tratado siempre de hacer todo lo que Él nos ha dicho, somos tratados de ese modo? ¿Qué diremos a los jóvenes y a los adultos? ¿Qué Dios se ha burlado de nosotros"?

"No, no lo digáis nunca, porque yo estoy siempre con vosotros y estoy atenta a lo que decís. Yo puedo solo deciros que Dios os ama con un amor inmenso ".[51]

Muchas veces Dios Papá, Jesús y la Virgen, antes, durante y después de este período estival, han deleitado al Obispo y a la Vidente en coloquios de los cuales no existen grabaciones por motivo de reserva y prudencia.

Sabemos solo que en casi todos, Marisa ha hecho con insistente martilleo a los interlocutores del Paraíso las mismas preguntas: "¿Por qué no permitís al Obispo que ejerza en la Iglesia el ministerio episcopal? ¿Para qué habéis ordenado Obispo a Don Claudio si le hacéis tener esta vida y lo tenéis relegado en este pequeño lugar"?

Cada vez Dios Papá, el Esposo Divino y la Madre de la Eucaristía han recordado a Marisa lo que el Obispo hace en bilocación: ordena sacerdotes y obispos, bautiza y confirma a los fieles, los une en matrimonio, confiesa y administra la unción de los enfermos. Finalmente celebra la S. Misa en todas partes, hace homilías y catequesis en todas las partes de la Iglesia, hablando las lenguas nacionales locales.

Le hacían entender que trabaja en la Iglesia y ejerce su episcopado en todo el mundo, haciendo más él solo que conferencias episcopales enteras. Todo esto ha ocurrido en bilocación inconsciente por S. E. Mons. Claudio Gatti. Por otra parte no es machacado por ninguna censura al ordenar a tantos sacerdotes y obispos, porque es una acción directa de Dios que se sirve a su gusto del Obispo que Él ha ordenado. Nadie puede prohibir a Dios que haga lo que quiera y no podemos obligar a Dios a someterse al C.I.C. En el futuro, cuando la situación lo permita, será conocido todo lo que el Obispo Gatti ha realizado en bilocación; y cuando llegue a donde Dios lo ha destinado, llamará a Roma a los obispos ordenados por él. A esos se le añadirán los otros que ordenará de manera ordinaria. En la Iglesia empezará una nueva sucesión episcopal. Todos los eslabones de la sucesión apostólica que a lo largo de los siglos se han mostrado débiles o indignos, serán barridos de la nueva sucesión divina, que tiene a Dios como fundamento y fuente del sacerdocio.

En la noche entre el 19 y el 20 de julio el Obispo y la Vidente han vivido un momento dramático. Mientras estaban en la cama, Marisa ha sido sorprendida de repente por un agudo dolor en las piernas que le ha arrancado gritos de dolor. Después de haberle puesto una inyección calmante, el Obispo ha llamado a todos los que estaban presentes en casa, para invitarles a rezar por Marisa. Pero el dolor aumentaba cada vez más y Mons. Claudio ha suplicado a la Virgen que interviniera. La Madre no ha resistido a la invocación de su hijo y se ha manifestado.

Una vez más Marisa ha dado prueba de pensar en los otros antes que en sí misma. De hecho ha pedido que pudiera estar mejor, pero para que "lo otros se pudieran ir a descansar".

Cuando ha empezado a clarear, los dolores, por intervención de Dios, se han calmados y todos, agotados, pero serenos, se han ido a la cama para descansar un poco.

Después de la comida, en un momento en el que el Obispo y la Vidente estaban solos, la Virgen se ha aparecido de repente para retomar el coloquio de la noche, interrumpido para la necesaria asistencia a Marisa.

Nuestra Señora - Mi querido Obispo predilecto, si esta noche no hubiese habido la ayuda de Dios, Marisella se habría quedado paralizada en la cama, sin poder mover las piernas, gritando por los dolores. Estáis tan agotados y cansados que no sois capaces de comprender cuando sois ayudados.

Obispo - No podemos más. ¿No ves como nos estamos destrozando y como nos estamos arrastrando? ¿Por qué Dios Papá no se ha llevado todavía a Marisella al Paraíso, así ella habría gozado y yo habría descansado?

Nuestra Señora - La decisión es de Dios.

Obispo - Deseamos ardientemente un poco de tranquilidad y de reposo. Te pregunto a ti, que eres nuestra Madre: ¿Estamos descansando de esta manera?

Nuestra Señora - No. Poco, no cuanto deseabais vosotros y deseábamos Nosotros. Tu sabes lo mal que me he sentido, en lo referente a Dios. Es la Madre, es Nuestra Señora la que te hace una confesión. Al veros así reducidos ha habido un momento, para mi y para la abuela Yolanda en el que nos hemos dejado ir, ha durado poco, nos hemos recuperado y vosotros habéis descansado

Obispo - ¿Dios me castigará porque he discutido tanto?

Nuestra Señora - Dios no castiga a nadie, Dios es bueno. Vosotros hombres, cuando las cosas no funcionan, os enfadáis con Dios.

Obispo - Entonces, ¿acompañaré a Marisella al Paraíso?

Nuestra Señora - Claro. Dios te lo ha prometido. [52]

Este trozo de conversación pone en evidencia el afecto, la libertad y la sinceridad que el Obispo demuestra hacia la Virgen.

El domingo siguiente, la Madre ha aparecido antes de la celebración de la S. Misa y ha hablado así: "Tenía que venir, de otro modo ¿quién oía a mi Obispo, a mi...?" Los puntitos serán sustituidos por la palabra que la Virgen ha pronunciado y solo ha oído Marisa, cuando el Obispo ocupe en el Iglesia el cargo que Dios le ha prometido.

La Virgen se ha comprometido a proteger siempre a nuestros jóvenes de cualquier incidente o desgracia y ha dado una nueva demostración: "Una señorita esta mañana se ha caído y si no hubiese intervenido yo, a petición de Dios que me ha dicho: "Ve, María, corre", habríais vivido una triste jornada. Dad gracias a Dios por la joven hijita que se ha salvado, porque podía haberse quedado paralizada".

Marisa, en nombre de todos, ha dicho a la Virgen: "No tenemos palabras para darte las gracias por haber salvado a Paola". [53]

El Obispo ha pedido a Dios que la partida de Marisa para el Paraíso ocurriese en una fecha, a su parecer, significativa e importante. La Madre de la Eucaristía ha prometido: "Rezaré por la fecha escogida por el Obispo" y nos ha asegurado que a su oración se había unido todo el Paraíso.

Puesto que la situación de Marisa empeoraba de día en día, la Madre de la Eucaristía ha solicitado nuestras oraciones: "La Vidente está sucumbiendo, pero tiene que llegar a una cierta fecha y no puede irse ahora, tiene que quedarse todavía con vosotros".

Antes hemos evidenciado la espontaneidad con que el Obispo se dirige a la Virgen, ahora hacemos constar la sorprendente familiaridad con la que Marisa habla a Dios Papá y a la Madre Celeste.

Marisa - Tú, Virgencita, no me das rapapolvos nunca. Los da Dios, cuando llega y dice: Yo soy Dios. ¿Sabes que le he preguntado si se había convertido? Pero bromeaba, y Él ha sonreído. Hoy no le hagas venir, porque quiero estar solamente contigo y con la abuela Yolanda. Esta tarde si Dios quiere hacerse una escapadilla, que venga, lo acogeremos con los brazos abiertos, nosotros amamos a Dios.

Nuestra Señora - Marisella, ¡si todos los videntes hubiesen sido como tu! Hoy ya no hay videntes. El vidente tiene que sacrificarse, tiene que inmolarse, tiene que convertirse en mártir, hostia viviente, como tú. Yo me divierto cuando vengo a hablar contigo porque sacas lo que tienes en el corazón, eres así, tienes que decir lo que piensas.

Su Excelencia diciendo la verdad supera a todos".

Al término del coloquio la Madre de la Eucaristía ha hecho una afirmación que ciertamente suscitará muchas polémicas, que nosotros, por amor a la verdad, no podemos censurar: "Hoy ya no hay videntes". [54]

Y sin embargo se habla de apariciones marianas en otras partes del mundo y continúan circulando mensajes atribuidos a la Virgen. La conclusión es una sola y es triste: no son verdad.

En el silencio y en el ocultamiento Mons. Claudio y Marisa han continuado inmolándose para el renacimiento de la Iglesia.

A veces la Virgen, al ver a sus dos hijitos traspasados por la pena y por el dolor, no era capaz de pronunciar ni siquiera una palabra como Ella misma ha confesado: "Hijo mío, aunque no te respondía, escuchaba tus oraciones. Mi corazón sufría, no podía responderte, decirte nada, ni darte ninguna palabra de aliento. Tu sabes que estoy siempre a tu lado". También Dios Papá ha repetido a menudo: "Yo, tu Dios, estoy a tu lado. El que sabe amar va al encuentro del sufrimiento. Marisella está sufriendo muchísimo. ¿Qué queréis hacer? Seguir adelante".

El hijo, bastante cansado y probado, ha preguntado: "¿Dios mío, cuándo acabará todo este sufrimiento"?.

Dios ha respondido con amor infinito: "Hijo mío, acabará, acabará; estate tranquilo".

La conclusión del coloquio no podía ser más hermosa y conmovedora: "Adiós a todos de vuestro Dios Papá". [55]

En la noche entre el 27 y el 28 de julio Marisa se ha agravado de nuevo con dolores tan tremendos que le causaban desmayos repetidamente. Además tenía dificultad para respirar, había perdido la vista y no podía hablar. El Obispo ha despertado a todos y los ha invitado a rezar.

La situación continuaba empeorando y todo hacía pensar que se estuviese acercando la muerte, pero Mons. Claudio sabía que no era aquél el momento de la partida de Marisa.

Finalmente han venido Jesús, la Virgen y la abuela Yolanda que han ayudado a Marisa a superar el momento crítico, incluso dejándole los dolores. No hay que maravillarse si la naturaleza humana alguna vez se rebela bajo el peso aplastante de la misión y Marisa lo ha demostrado cuando ha pedido a la Virgen: "¿Por qué tenemos que sufrir siempre? Hay tantas personas en la Tierra que podrían tomar nuestro sitio" "¿Tu crees, Marisella? ¿Crees que en el mundo hay personas que aceptarían tu misión y la del Obispo? No, no las hay. Yo os pido que os arméis de santa paciencia y tened fe y confianza en Dios". [56]

No siempre, sin embargo, ante las duras dificultades de la vida, el Obispo y la Vidente han podido tener paciencia y conservar inalterada la confianza en Dios y lo han confesado a la Madre de la Eucaristía con sencillez y sinceridad: "Si tengo que estar aquí hasta final de agosto, en estas condiciones, no me quedo; es mejor volver a Roma. El Obispo y yo hemos pedido que transcurriese alguna semana de felicidad juntos, algunos días de alegría: habéis dicho sí y luego ¿qué ha ocurrido? Nada. Me habéis hecho una promesa muy hermosa que luego no se ha realizado. ¿Qué tengo que pensar? Al menos ayudad al Obispo: también a él le habéis prometido muchas cosas ¿y después, qué habéis hecho para ayudarlo?"

La Madre Celeste ha aceptado el desahogo de su hija y ha reconocido: "Tienes razón, Marisella, en todo lo que dices, pero tenemos que hacer lo que Dios ordena".

Marisa ha preguntado a menudo a la Virgen: "¿Cuándo pensáis llevarme?" pero siempre ha recibido la misma respuesta: "Son decisiones de Dios. Cuando llegue el momento, me mandará a mi a decirte: Marisella, ha llegado la hora"

Aquellos a los que Dios ha permitido experimentar la felicidad y la belleza del Paraíso, sienten una nostalgia que los consume de la Patria Celestial, como ha reconocido Nuestra Señora: "Tu, Marisella, no eres una criatura de la Tierra, tu, según Dios, eres una criatura del Cielo, aunque vivas muy dolorosamente en un mundo que te es extraño".

Dios Omnipotente se ha manifestado frecuentemente a sus dos hijitos para animarlos a proseguir en la sufrida misión: "Sabed esperar con alegría. Adiós a todos de vuestro Dios Papá, como dice el Obispo". [57]

El Obispo se ha hecho trizas asistiendo a su hermana cuando vive la Pasión o es golpeada por impresionantes sufrimientos naturales y Marisa ha repetido continuamente a su hermano: "Te lo ruego, no sufras por mi. Ésta es mi misión. Yo he aceptado libremente el sufrir".

Marisa no ha aprobado nunca que el Obispo se atormente por causa suya y le ha pedido a la Virgen: "¿Por qué tiene él que sufrir tanto por mi?" La Virgen ha demostrado una vez más el doble papel de madre y maestra referente a sus dos hijitos: "Marisella, dulce criatura del cielo y de la Tierra, tu discurso hila fino, pero para quien te ama y está a tu lado desde hace años es difícil no poderte amar, y por consiguiente no sufrir. ¿Te acuerdas cuando tu madre estaba enferma, cuánto te has angustiado? La misma medida ocurre ahora para el Obispo. Marisella, te lo ruego, cuando veas que el Obispo está decaído y dice: "Estoy mal, porque tu estás mal" ten un poco de paciencia, acepta esta forma suya de hablar. Sí, está decaído por ti y por tantos otros motivos".

También la abuela Yolanda ha invitado a su hija a acoger lo que le ha dicho la Virgen y a tener paciencia cuando vea desmoralizado a su hermano. Ha afirmado: "Es un Obispo muy probado". [58]

Muchas veces Marisa ha pedido a la Virgen que vaya ante Dios y le suplique que los ayude y le ha respondido: "Cada día vamos a hablar con Dios sobre vosotros y Dios dice: "Son criaturas santas" pero no añade nada más". [59]

Mientras el Obispo recitaba una oración espontánea a Dios, en la que enumeraba todas las tribulaciones soportadas por él y por Marisa llevando adelante la última y difícil misión confiada: hacer renacer la iglesia, han venido Jesús, el Espíritu Santo, la Virgen, San José y la abuela Yolanda para escuchar todo lo que decía al Omnipotente.

Al término de la oración la Madre de la Eucaristía ha reconocido que cuanto había dicho el Obispo "era justo y era verdad" y ha afirmado: "También Nosotros cuando vamos ante Dios a pedirle algo, hablamos de este modo". [60]

El primero de agosto Dios ha respondido con amor paterno a una conmovedora súplica del Obispo y ha dialogado con infinita dulzura con la Vidente. La grandeza y singularidad de la Carta de Dios que hacía referencia a la entrada de Marisa en el Paraíso exige reproducirla íntegramente, confiando a la inteligencia y sensibilidad de quien la lee la decisión de aceptarla y comprenderla.

Dios Papá - Hijo mío, sabía lo que dirías y lo he tomado en consideración. Yo os amo. Sí, es verdad, desde hace mucho tiempo os hago esperar para llevar a Marisella al Paraíso. Cuando digo: "El tiempo se acerca", quiero decir el Nuestro, no vuestro tiempo. El tiempo de Marisella se está acercando, pero antes tiene que estar todo preparado en el Paraíso, porque su ingreso tiene que ser algo grande y hermoso.

Nadie sabe lo que Yo, Dios Papá, estoy preparando.

Tu hermana es ayudada; sufre y sufre mucho, no lo pongo en duda, pero es ayudada por la Madre de la Eucaristía, por su madre y sobre todo por Mi, que soy Dios Papá, al que a menudo invocas y al cual dirigís frases no muy bonitas, pero que Yo acepto. Que sepas que estamos preparando en el Paraíso algo grande y hermoso que ningún hombre de la Tierra ni ningún santo del Cielo puede entender, ni siquiera Marisella, porque para ella será toda una sorpresa. Puedo decirte que se refiere a la realidad espiritual y material. Su vestido no será igual al de los demás, porque tiene que presentarse a su esposo Jesús.

Ya sé que ahora la vida de Marisella es triste, dura y difícil, pero ella, con Nuestra ayuda, es capaz de superar todos los sufrimientos y las dificultades. Ríe, bromea y hace chistes, aunque no tenga ganas, para no preocuparte y por amor a los presentes.

Hoy ha roto a llorar, porque estaba saturada, y apenas ha hablado con su hermana y con los sobrinitos a los que está muy apegada. Te ama a ti más que a ninguna otra persona; te ama profundamente y no quiere verte sufrir.

Acuérdate de lo que te he dicho: "Estamos preparando algo grande y hermoso, espiritual y material, para Marisella, cuando vaya al encuentro de su esposo Jesús".

Estad tranquilos. Yo os quiero y os amo inmensamente. Creedme. ¿Verdad, Marisella?

Marisa - Sí, pero el Obispo y yo sufrimos mucho, porque de todo lo que se nos ha prometido, hasta hoy no se ha realizado nada.

Dios Papá - Vosotros no sabéis lo que Dios Papá está preparando para vosotros.

Marisa - Oye, Dios, te lo digo con todo el corazón: si el Obispo tiene que ir al Vaticano y sufrir como ha sufrido hasta ahora, llévalo conmigo, llévanos juntos. No lo mandes al Vaticano, donde será traicionado con maldades y calumnias, como ya ha ocurrido hasta ahora. Tu, Dios, sabes como están las cosas en el Vaticano y nos las has contado también a nosotros, por esto te lo suplico: no lo mandes a la madriguera de los lobos, al nido de víboras.

Dios Papá - Marisella, tomaré en consideración lo que tengo que hacer. Ahora participa en la S. Misa y tu, Excelencia, celebra la S. Misa como has hecho siempre: con amor y sufrimiento. Luego jugad.

Nuestra Señora - Yo, Jesús, S. José y la abuela Yolanda estamos siempre con vosotros. Excelencia, si tienes algo que decirme, habla pues; después cerraremos este encuentro con una hermosa señal de la cruz. A ti.

Obispo - ¿Nos mandas la rosa, como anoche para descansar?

Marisa - Querida Madre del Cielo, el Obispo no te ha pedido nada nuevo, te ha pedido una rosa sin espinas, como nos habías prometido. Déjanos descansar esta noche. ¿Nos mandas la rosa?

Nuestra Señora - Veamos lo que ha decidido Dios, Nuestro Padre.

Marisa - Adiós, Dios Papá, manda un beso al Obispo. Ayúdanos, te lo ruego. Somos dos criaturas que tienen necesidad de Tu ayuda; ayúdanos. Estoy contenta de lo que estáis preparando para mi en el Paraíso, pero mientras esté en la Tierra, ayúdanos a descansar y a estar un poquito mejor.

Adiós a todos. Os mandamos un gran beso.

Las únicas noches del mes, en las que los dos apóstoles de la Eucaristía han podido descansar, son aquellas en las que ha intervenido Dios que mandaba a la Madre de la Eucaristía y a la abuela Yolanda para calmar en parte y temporalmente los dolores de Marisa, para permitirle que pudiera dormir. Las dos madres, la celeste y la terrena, se sentaban en la cama de su hija, rezaban con ella y la abrazaban hasta que, como una niña, se dormía entre sus brazos.

Mons. Claudio se ha comportado siempre con la Virgen, como un hijo con su propia madre. Se ha dirigido a ella para pedirle consejo sobre decisiones importantes que tenía tomar, ha sometido a su aprobación las cartas que tenía que enviar a los grandes y a los pequeños hombres de la Iglesia, ha pedido su juicio sobre lo que podía dar a conocer o tenía que guardar en secreto sobre la historia de la llamada y sobre las misiones que Dios les había confiado a él y a Marisa.

El Obispo ha suplicado a la Madre de la Eucaristía, cuando Marisa estaba muy mal y era invadida por tremendos dolores y tenía graves dificultades para respirar.

Le preguntaba qué tenía que hacer y que medidas tomar; todo esto consta claramente en las carta de Dios del 3 - 5 - 8 - 9 -12 - 24 - 29 de agosto.

En los primeros días de agosto, sabiendo que era una cosa que agradaba a Marisa, el Obispo ha conducido a la Vidente a Pescina, donde a la entrada del pueblo, hay una estatua de altura natural de S. Pío de Pietralcina. Marisa ha pedido que la acompañaran delante de la estatura y en aquél momento prodigiosamente, ha visto la persona del Santo. Después de haberle abrazado, ha dialogado con Padre Pío.

Marisa - Hermanote mío, ayúdame, ¿ves cuánto sufro?

S. Pío - Hermanita mía, tu vida es mucho más dura que la mía. Tus sufrimientos son más grandes que los míos. Ánimo, el tiempo de tu permanencia en la Tierra se está abreviando. Todos nosotros te esperamos en el Paraíso.

Marisa - Te encomiendo a nuestro hermano Obispo.

S. Pío - Todos en el Paraíso rezamos por el Obispo ordenado por Dios, para que tenga la fuerza y el valor de llevar adelante la misión.

El domingo, 5 de agosto, antes de la aparición de la Virgen el Obispo se ha expresado con una larga y espontánea oración. Ha encomendado la Iglesia a Dios y ha descrito su actual y crítica situación,

La Madre de la Eucaristía ha sugerido: "Os pido que transcribáis la oración del Obispo y que la entreguéis a los miembros de la comunidad, porque es importante y hermosa; a Dios le ha gustado mucho. Leedla, ponedla en práctica y dadla a los otros del grupo, al cenáculo. Dios habla en él, por esto hace reflexiones tan profundas. Todas sus oraciones son siempre inspiradas por Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo".

Como Pedro, Santiago y Juan también Marisa ha visto la transfiguración de Jesús. El Esposo se ha mostrado a la esposa, como lo han visto los apóstoles y está descrito en el Evangelio.

(Mt. 17, 1 - 9; Mc. 9, 2 - 8; Lc. 9, 28 - 36)

Jesús ha manifestado que: "Es un momento angustioso para vuestra hermana, de gran sufrimiento; hoy además de todos los dolores naturales, ha padecido también la pasión. Esposa mía dilecta, has sufrido muchísimo, pero has sido heroica, has escondido bien tu padecer y los dolores que tenías. Yo estaba a tu lado. Yo soy tu Esposo y tu eres mi esposa". [61]

En el día del aniversario de la muerte de Pablo VI y del abuelo Aladino, el padre de Marisa, Dios les ha permitido estar presentes durante la aparición.

Tal como ha subrayado Jesús están en el Paraíso, Marisa los ha visto "jóvenes y bellos".

Los dos padres espirituales siempre han agradecido en particular que los jóvenes pasaran con ellos un poco de tiempo porque solo entonces podían dejar de lado el gran sufrimiento que los destrozaba. La alegría aumentaba después cuando venían a verlos los sobrinos y sobrinitos, como ha reconocido la Virgen: "Mi agradecimiento, ante todo es para los sobrinos que, a turnos, han venido a ver a los tíos. Cuando estos dos hijitos míos están a punto de sucumbir, está bien que alguno los ayude a llevar adelante su misión larga y dolorosa. Por esto la Virgen os da las gracias a vosotros y a los que ya han venido y regresado a casa". [62]

El 15 de agosto del 2007 es uno de los numerosos días, sobre los cuales nuestro cenáculo tendrá que transmitir la memoria a los que vengan después: Dios se ha manifestado a sus dos hijitos por tres veces. La teofanía más importante ha ocurrido antes de la celebración de la S. Misa en presencia de los jóvenes que habían ido a ver a sus dos padres espirituales para celebrar con ellos la fiesta de la Asunción al Cielo de la B. V. María.

En esta ocasión Dios Papá ha mostrado Su amor infinito permitiéndoles hablar con Él con espontaneidad, libertad y familiaridad.

Al leer este coloquio los hombres pueden descubrir el amor de Dios hacia sus criaturas y aprender la manera de dirigirse a Él, sin temor.

Todos pueden manifestar la franqueza, unida al respeto, para hablar con Dios, si viven en gracia, venerando Su Voluntad y tienen amor hacia los hermanos. El coloquio entre el Creador y dos de sus criaturas es tan hermoso y conmovedor que hemos decidido reproducirlo íntegramente.

Nuestra Señora - Sea alabado Jesucristo, mis queridos hijos. Hoy, como ya sabéis, es otra gran fiesta mía, la Asunción de María Santísima al Cielo. ¿Cuántos de vosotros subirán a gozar en el Cielo? Me están festejando en el Cielo y en la Tierra, pero los hombres de la Tierra no me dan satisfacción, porque piensan más en sí mismos, en gozar y en divertirse. Quiero que recen y que amen a los hermanos, sobretodo a los que sufren. Yo y mi amado esposo deseamos estar con los que me quieren. Ahora me retiro, porque vendrá Dios en medio de vosotros.

Marisa - Dios, ¿por qué nos haces sufrir tanto? ¿Por qué no nos ayudas a hacer algo bonito y bueno y nos concedes las gracias que te hemos pedido? El Obispo y yo te hemos pedido poder transcurrir el último período de mi vida con tranquilidad, con alegría y en paz. ¿Por qué no nos concedes esto? ¿Por qué nuestras noches son borrascosas, incluso si conseguimos dormir un poco? Oye, Dios, te lo digo con todo el corazón; pero ¿Tu nos amas a nosotros dos?

Dios Papá - Claro que os amo. ¿Crees que estaría aquí con vosotros si no os amase?

Excelencia, ¿cuántas veces tengo que decirte que mi amor por vosotros es infinito? ¿Por qué me haces siempre las mismas preguntas, a las que tengo que dar siempre las mismas respuestas? Yo estoy con vosotros, la Madre está con vosotros, todo el Paraíso está con vosotros. Cuando invocáis a Dios, Papá, Dios Hermano, Dios Amigo, Yo estoy con vosotros. No tenéis que dudar. Ya lo sé: no dudáis. Ya lo sé, os estoy haciendo esperar desde hace mucho tiempo la muerte de Marisella y tu triunfo, pero, te lo repito, estamos preparándolo todo. Tu querrías saber cuándo y cómo, el día y el mes, pero no es posible. Cuando llegue la hora, tu serás el primero en saberlo, el primero en sufrir y en alegrarte, porque tu hermana sube al Paraíso con la Madre del Cielo. No tenéis que dudar. Dios Papá, Dios Hermano, Dios Amigo, Dios Uno y Trino os ama. Marisella, te permito estar de pie, pero no puedes estar de rodillas, tesoro, porque tienes las piernas deshechas, los huesos están comidos internamente, por esto tienes tantos dolores. La espalda te duele, los pies te duelen, la cabeza te duele, pero hoy te doy la alegría de poder estar de pie.

Marisa - ¿Durante cuánto tiempo?

Dios Papá - Mira, otra que pregunta por el tiempo.

Marisa - Me lo ha enseñado el Obispo. Dios mío, ayúdanos, de verdad, estamos en la tierra, estamos hundidos moralmente, estamos hechos polvo también físicamente. Te lo ruego, ayúdanos.

Dios Papá - No me lo pidas más, porque Yo os estoy ayudando. Os lo suplico, creed todo lo que os digo: Yo os estoy ayudando. Yo soy vuestro Papá, ¿por qué no tendría que ayudaros a vosotros, hijos míos? Recordad: hago cada cosa a su tiempo. Orad por los miembros del cenáculo que están lejos, sobre todo por los enfermos; hay muchos enfermos en vuestra comunidad y sé que rezáis mucho por ellos. Ahora siéntate, Marisella, te lo ruego.

Marisa - Gracias, gracias porque me has dejado estar de pie para honrarte. Cuanto Tu estás presente es muy hermoso arrodillarse o estar de pie. Gracias. Dios, por mi parte te prometo que trataré de estar con la moral alta, que no estaré amargada, y trataré de reponerme físicamente, pero me dan ganas de llorar por los dolores, que son muchos. Oye, Dios, pero ¿Tú has tenido dolores?

Dios Papá - No.

Marisa - Entonces no puedes comprender los míos. (Girada hacia el Obispo) ¿Verdad que no puede comprender como los tengo yo?

Obispo - No tiene la experiencia de los dolores, pero, puesto que es Dios, conoce lo que es el dolor.

Marisa - Dice el Obispo que no tienes la experiencia del dolor. Ayúdanos, parecemos dos huerfanitos abandonados por todos. Incluso quien nos quiere, no puede comprender lo que estamos pasando. Dios Papá, ayuda a mi hermano, tiene mucha necesidad. Gracias.

Nos ha dado la bendición y se ha ido.

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, este es el don que os había prometido: la venida de Dios Padre en medio de vosotros. Os doy las gracias por las oraciones que hacéis durante la jornada, y sobre todo durante las excursiones. (N.d.R. paseos en coche)

Marisa - ¿Qué excursiones? Ayer estaba molida del todo.

Nuestra Señora - Tu esposo Jesús, mi amado esposo José, la abuela Yolanda y yo os amamos mucho. Os traigo junto a mi corazón y os cubro con mi manto materno. Un beso al pequeño Ismael María. Un beso a los niños que no están presentes y a vosotros.

Id en la paz de Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

(Marisa, dirigiéndose a Nuestra Señora le dice)

Marisa - Oye, recuerda a Dios Papá lo que nos ha prometido. Pínchale. Obispo - Se dice: "presiónale".

(Nueva aparición de Dios Papá después que se ha bromeado sobre la frase de Marisa)

Dios Papá - Estás sentada, Marisella. ¿Querrías importunarme?

Marisa - Sí, porque Tu estás demasiado tranquilo, Te sientas en Tu trono, tranquilamente. He dicho a la Virgen que te venga a importunar. ¿Cómo es que has vuelto?

Dios Papá - Porque os quiero y quiero estar con vosotros todavía.

Marisa - Gracias, ven a menudo, entonces. ¿Te gusta esto? (Marisa enseña el anillo con los delfines) son dos delfines, símbolo de fidelidad, uno eres Tu y el otro soy yo.

Obispo - No, uno soy yo y el otro eres tu.

Marisa - Cuando habla el Obispo hay que callar y obedecer. Uno es él y el otro soy yo. Nosotros te seremos fieles hasta el final. No sólo la Virgen, sino que haré venir a todos los santos a importunarte. Adiós, Dios, Dios Papá, gracias por haber venido, nos has hecho pasar un rato alegre. Esperemos que dure....

Dios Papá - El Obispo tiene que tener paciencia…

Marisa - Pero él tiene razón.

Dios Papá - No tiene razón, porque quiere las cosas cocidas y comidas, como dicen en Roma.

Obispo - No es verdad.

Dios Papá - Él tiene que esperar el tiempo que haga falta.

Obispo - No quiero las cosas cocidas y comidas.

Dios Papá - Excelencia, Yo no digo mentiras.

Obispo - Pero ¿qué "yo"?

Dios Papá - Yo, Dios.

Obispo - Yo estoy hablando contigo (Dirigiéndose a Marisa).

Marisa - Pero tu le has respondido a Él, porque ha dicho que quieres las cosas cocidas y comidas.

Dios Papá - Hijo mío, ahora sé bueno, sonríe, sé brillante, si alguien no se comporta bien, llámale la atención y si persiste en la maldad, mándalo...

Obispo - ¿Dónde?

Dios Papá - Fuera, fuera.

Obispo - Ahora ¿quién es el que habla, tu o Él?

Marisa - Él, siempre Él.

Dios Papá - Si las personas no se comportan bien, si te hacen sufrir, fuera, fuera, fuera.

Obispo - Fuera ¿de dónde?

Dios Papá - De tu casa.

Obispo - ¿Puedo sentarme, Dios Papá?

Dios Papá - Sí, sí, siéntate, tesoro.

Obispo - ¿Podemos hablar un momentito de padre a hijo?

Dios Papá - Sí, habla.

Obispo - Dios Papá, Tu sabes todo lo que tengo en el corazón, por tanto no voy a repetirlo, te digo solamente: ¿te parece posible esta vida humana, la que nosotros estamos pasando?

Dios Papá - Para los otros no, para vosotros sí; vuestra llamada es muy grande.

Obispo - Pero ¿es posible que estemos rodeados siempre de sufrimiento, de incomprensión, de maldad, de calumnias, de arriba abajo?

Dios Papá - Porque las personas son malas. Acuérdate que desde que he creado el mundo, el hombre siempre ha sido malo, empezando por Caín y Abel.

Obispo - Pero Abel era bueno, ¿nuestros Abeles dónde están?

Dios Papá - Tienes a los jóvenes, son medio Abeles.

Obispo - Pero ellos tienen familia y trabajo.

Dios Papá - Cuando pueden te ayudan.

(Dios Papá espera a que se cambie el casete de la cámara de video que se había terminado)

Obispo - Gracias por la paciencia que has tenido.

Dios Papá - He tenido la paciencia de escuchar a Marisa que jugaba con Ismael, he tenido la paciencia de esperar a que Fabricio cambiara el casete de la cámara; os amo tanto que sería capaz de esperaros hasta esta noche.

Marisa - Vayamos despacio, yo quiero salir.

Dios Papá - Ahora me despido, mis queridos hijos y os lo ruego, tened confianza en Mi. No os preocupéis, vendré a veros para estar con vosotros.

Marisa - Gracias, Dios, adiós.

Obispo - Gracias. [63]

La Virgen nos ha repetido a menudo que Dios no espera la declaración de la Autoridad Eclesiástica para considerar una persona santa. No tiene necesidad del juicio de los hombres y puede declarar santas incluso a personas que aún viven en la Tierra.

Para Dios cuenta Su juicio y lo ha manifestado cuando ha declarado: "Para nosotros el Obispo ya es santo. También tu, Marisella, sabes que eres santa".[64]

A pesar de las declaraciones de Dios sobre la santidad de sus dos hijitos, éstos a veces se veían tan llenos de defectos e indignos de tanta predilección de Dios, que tenían miedo de no ir al Paraíso.

Marisa le ha confiado cándidamente a la Virgen: "A veces el Obispo y yo tenemos miedo de que se pierda nuestra alma". La Madre ha tranquilizado al Obispo de la Eucaristía y a la Víctima de la Eucaristía: "No, Marisella, no perderéis vuestra alma, porque, espiritualmente hablando, estáis ya en el Paraíso". [65]

Ahora contamos un episodio con sabor evangélico.

El 19 de agosto Dios ha anunciado: "Marisella, esta tarde te llevaré conmigo a una nación que está yendo a la deriva". Y la Vidente, junto a la Virgen, a S. José y a la abuela Yolanda ha ido en bilocación a un país africano para lavar, curar y dar de comer a los niños.

Del África se han ido al Jordán, donde se han encontrado, también en bilocación, con el Obispo y por sus cinco sobrinos: Jacobo, Samuel, Emmanuel, Sara y MariaSole. Los esposos María y José y la abuela Yolanda han empezado a preparar el lugar para encender el fuego. Cuando ha llegado también Jesús, ha visto que el fuego no se encendía bien. Entonces ha recompuesto y dispuesto mejor los troncos para que ardieran y ha comentado: "El combustible tiene que respirar, sino no se enciende el fuego".

Después que el fuego comenzó a arder, ha abrazado a Marisa y la ha invitado a seguirlo: "Ven, esposa mía, vamos a hablar".

Poco después, ha entrado en el Jordán, ha cogido con las manos unos peces y los ha entregado a las dos madres para que los limpiaran y asaran.

A continuación ha cogido del brazo al Obispo, diciéndole: "Y ahora vamos a hablar nosotros, querido hermano, de la situación de la Iglesia y de tu futuro".

El Cabeza de la Iglesia y el Obispo ordenado por Dios se han alejado para hablar libremente, mientras Marisa ha ido con sus sobrinitos en el arenal del río donde se divertían tirando piedras.

Cuando se ha terminado de asar el pescado, la Madre del Cielo los ha llamado a todos: "Venid, hijitos, a comer".

Antes de comer han recitado el Padre Nuestro, alargando los brazos y elevando los ojos al Cielo.

Jesús ha bendecido el alimento y deseado: "Buen provecho".

Mientras gustaban el pescado cada niño ha mostrado su propio carácter y temperamento. Jacobo y Samuel han pronunciado pocas frases y han escuchado lo que decían los otros. Sara y MariaSole cada poco tiraban de la chaquetita a Emmanuel para invitarlo a callar, ya que hablaba continuamente con Jesús.

Reproducimos parte del coloquio entre el dulce Maestro y el pequeño para que lo gustéis también vosotros.

Emmanuel - Señor Jesús, ¿sabes cómo me llamo?

Jesús - Claro, tesoro, te llamas Emmanuel que significa "Dios con nosotros", pero llámame sólo Jesús.

Emmanuel - ¿Tu eres aquél Jesús que está en la Hostia?

Jesús se ha conmovido y ha derramado dos lágrimas: "Sí. Cuando recibes la hostia, ¡yo entro en tu corazoncito!".

Emmanuel - ¿Cuándo te llevarás a la tía al Paraíso? Sufre mucho. Cuando era más pequeño vi la sangre en la frente, en las manos y en los pies.

Jesús - Sí, ya lo sé que sufre mucho. Tu reza para que sea fuerte.

Emmanuel - ¿Sabes, Jesús, que cuando vivía la abuela Yolanda y yo era pequeñito, le llevaba mis juguetitos para que jugara? Cuando no tenía ganas de comer, yo le daba de comer; de mí recibía la comida.

Finalmente después de haber bendecido a los presentes, los habitantes del Cielo han volado al Paraíso y los otros han vuelto a su propia casa.

En la noche entre el 21 y el 22 Marisa ha estado muy mal. La situación de su salud se ha agravado y se habría vuelto crítica si no hubiese habido la intervención de Dios, como nos ha informado la Virgen: "Ayer tarde Marisella estaba muy mal, ya no recordaba donde estaba, no veía y no reconocía a nadie. He venido con la abuela Yolanda, nos hemos puesto a su lado para que durmiera y ha descansado".

El Obispo ha mostrado su agradecimiento: "Gracias, ella tendrá que partir para el Paraíso cuando esté en Roma".

La Madre de la Eucaristía ha comentado: "Cuando alguno de vosotros suba al Cielo (la Vidente N.d.R.) habrán ayudas, consuelos y milagros. El que se quedará (el Obispo N.d.R.) al inicio sentirá el sufrimiento que luego pasará y recordará las cosas hermosas". [66]

En algunos días los dolores de la Pasión han sido particularmente desgarradores como ha confesado cándidamente la estigmatizada: "Desde que Jesús me ha puesto la corona de espinas, sufro más". [67]

A la Virgen que la invitaba a sufrir "por el triunfo de la Iglesia", la Vidente ha replicado "¿Por qué no me llevas enseguida y haces volar a la cima de la Iglesia al Obispo Claudio Gatti?". [68]

El 26 de agosto mientras el Obispo ordenado por Dios confiaba a algunos jóvenes: "Cuando hago las oraciones espontáneas, vienen Jesús, la Virgen y la abuela Yolanda", se ha manifestado de repente Dios Padre que ha dicho: "Y Yo, Dios, ¿no vengo? Quería oír hablar al Obispo. Ánimo, Excelencia, ¡criatura del Cielo!. Ya lo sabes que no te abandono y que estoy siempre a tu lado. Habla, di lo que quieras, refunfuña incluso, estate tranquilo, Yo no me enfado en absoluto".

El dos de septiembre ha empezado la Asamblea de los jóvenes en Loreto. Esta loable iniciativa que ha reunido a jóvenes italianos y extranjeros, sin embargo, ha dejado mucho que desear en cuanto a la asistencia religiosa. La oración que tenía que haber sido el alma del encuentro juvenil no ha sido suficientemente cultivada.

Antes que nada los jóvenes tenían que encontrarse con Cristo y acoger su invitación a "arrepentirse y creer en el Evangelio". (Mc. 1, 15)

El Fundador y Cabeza de la Iglesia, el Mesías y Redentor ha tomado sobre sí el trabajo de convertir a estos jóvenes y ha pedido a Marisa que colaborara con la obra de salvación con un sufrimiento tremendo.

Todo esto se comprende claramente de la carta de Dios del 2 de septiembre, de la cual reproducimos los pasos más significativos y estremecedores, sin añadir ni siquiera una palabra de comentario, ya que son bastante claras. Nos limitamos a hacer notar que la carta Dios está compuesta de dos partes; en la primera Marisa cuenta, por orden de Jesús, su dolorosa experiencia mística, en la segunda la Virgen continúa el discurso hecho por la Vidente.

Marisa - Antes que llegue Nuestra Señora tengo que decir algo que quizás no sabré explicar bien, porque no tengo un lenguaje tan desenvuelto como el Obispo. He pasado una noche muy dura y difícil, pero he sido ayudada también por Jesús. A pesar de su ayuda, los dolores se han dejado sentir de manera muy fuerte. He sabido que se han salvado muchas almas que vivían desde hacía mucho tiempo en pecado mortal y muchos jóvenes que estaban en... ¿cómo se llama el sitio?

Obispo - Loreto.

Marisa - Cristo que estaba en cruz me ha pedido que sufriera esta noche por el Papa. Yo me he rebelado un poco y he respondido: "me habías dicho que no tenía que sufrir más por los sacerdotes, sino por los laicos, por los jóvenes y los niños. ¿Cómo es que ahora me pides esto?"

Jesús con la cabeza inclinada y con los ojos llenos de lágrimas me ha dicho: "Marisella, ayúdame".

El sufrimiento ha sido continuo y tremendo durante toda la noche. He tenido dolores que no deseo ni siquiera al peor enemigo y que me han quitado la vista. He estado ciega durante bastante tiempo. Los dolores aumentaban, las espinas se clavaban en la frente y los clavos entraban en las manos y en los pies y he dicho a Jesús: "Que sea como Tu quieres" y he aceptado. No se si sólo por esta noche o me dará todavía tanto sufrimiento otras noches. Espero que no sea así porque no podría. Quizás no os lo he pedido nunca, pero ahora os pido que recéis un poquito por mi, para que tenga la fuerza de aceptar todo esto, porque me parece imposible que antes Jesús me haya dicho que no tendría que sufrir por los sacerdotes y luego además me ha pedido que sufra por Ratzinger. Os he contado lo que me ha sucedido esta noche con palabras mías, porque no soy capaz de hablar bien.

Obispo - ¿Tienes que sufrir por su conversión?

Marisa - No me ha dicho nada, no sé si es para su conversión. Jesús ha esperado mi "Sí" de rodillas delante de mi, y yo al final he dicho: "Sí". Creo que se lo habrías dicho también tu.

Obispo - No lo sé.

Marisa - Creo que cualquiera le habría dicho que sí al final, porque ¿cómo puedes decir que no a Cristo que está de rodillas y que llorando te pide ayuda? ¿Cómo haces para decir que no? He necesitado un buen rato antes de responder, no he respondido enseguida, porque he pensado en todas nuestras conversaciones, y en todo lo que me había dicho Dios, que la misión del sufrimiento por los sacerdotes se había terminado. He estado bastante tiempo reflexionando. Pero ¡qué tiene que reflexionar una ignorante como yo! Y he dicho que sí."[69]

"Marisella, quería que primero acabaras tu discurso. Ha sido un discurso muy sencillo, pero comprensible; no te preocupes.

Mis queridos hijos, lo que ha dicho vuestra hermana se ha repetido tantas veces y continúa repitiéndose. También en mis tiempos se presentaban estas situaciones. Yo estaba en el punto de mira porque estaba en gracia. El que no estaba en gracia era tratado bien, pero a mi esposo José y a mi no nos trataban bien, especialmente nuestros parientes. Por tanto no os tenéis ni que alarmar, ni preocupar si el mundo continúa siendo así. Dios ha creado un mundo hermoso, ha creado el mar, los ríos, las flores, las montañas y todo lo que es hermoso, pero el hombre lo ha ensuciado y destruido. ¿De qué modo? El que es orgulloso, el que abusa del poder, es tratado con respeto. Pero vosotros combatís el orgullo y la soberbia, cultiváis el amor hacia todos y ayudáis a todos.

Yo he sentido muchas cosas respecto a mi. Me han criticado, porque había tomado a un hombre mayor que yo o decían que me había casado con él porque era guapo. No sabían que Dios me había dado a este santo hombre, este santo Hijo para conservar mi pureza, mi virginidad. Esto el mundo no lo comprende, no lo entiende. Si uno de vosotros se comporta bien, no es comprendido, es juzgado mal. Vosotros ¿pensáis que entre los apóstoles no tenían celos? Sí, tenían un poco, pero conseguían corregirse, amarse y quererse. ¿Creéis que todas aquellas personas que corrían detrás de Jesús eran discípulos fieles y dóciles? No. Corrían detrás de Jesús por interés, por hacer ver que estaban con Él; había muchas personas que no lo amaban.

Pero Jesús los miraba fijamente y los amaba a todos, como hizo con el joven rico, que no comprendió nada. Cuando Jesús le dijo que vendiera todas sus posesiones y que lo siguiera, se marchó triste. Cuando Jesús os pide algún sacrificio o alguna renuncia, estad tranquilos no os pide grandes cosas, hacedlas, decid sí a Jesús. Él os ama a todos. Ama con un amor infinito al Obispo, que alguna vez le pregunta: "Jesús, ¿me amas?. Sí, Jesús ama al Obispo, os ama a vosotros jóvenes y a los adultos. El amor lo vence todo y os lleva al Paraíso.

Junto a mi santo Obispo y vuestro, os bendigo, a vuestros seres queridos y a vuestros objetos sagrados. Os traigo a todos junto a mi corazón y os cubro con mi manto materno.

Id en la paz de Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".[70]

El ocho de septiembre el Obispo en una oración espontánea, antes de la aparición de la Madre de la Eucaristía, ha hecho el balance de las vacaciones transcurridas entre sufrimientos y preocupaciones.

Obispo - Señor, Dios Uno y Trino, Dios Papá, Dios Amigo, si tuviera que sacar las conclusiones de este período de vacaciones, tendría que decir, honestamente, que ha habido ayuda, sobre todo durante las noches y en algunos momentos de emergencia del día, pero no volvemos a Roma descansados, como esperábamos. Estamos cansados, ninguno de nosotros puede decir que vuelve a Roma tranquilizado. Marisa sostiene este encuentro contigo, querida Mamá, sólo por nosotros. Yo no lo habría querido hacer porque sé en que condiciones está, pero me gusta que hayas venido y sobre todo si la ayudas a ella. Ya sé que no hace falta hacer preguntas, pero alguna que se refiere a nosotros es legítimo hacerla. ¿Cómo lo vamos a hacer para empezar un nuevo año en estas condiciones?

Claro, como has dicho tantas veces, si tu no nos hubieses ayudado habríamos sucumbido, tirados en la cama, sin fuerzas, pero en nuestras condiciones ¿cómo es posible trabajar y dar lo mejor de sí mismo?. Mi Dios, yo te hago esta pregunta. Tu conoces también todos los otros problemas de nuestra casa, sabes lo graves que son, lo difíciles que son. ¡Todas nuestras cruces, mi Dios, son pesadas! ¿Nos puedes quitar alguna? Si no es este el momento de respondernos, yo espero, dinos Tú cuando y Te escucharemos, como hemos hecho siempre. Nos gustaría alegrarnos, demostrar a todos nuestra alegría y felicidad, pero como ves, Marisa esta sin fuerzas y yo ya no puedo soportar más nuestra situación, que me esfuerzo en vivirla en la oración y en el abandono a Ti. Dios mío, ¿cuándo acabarán nuestros sufrimientos? He dicho que no tengo miedo de luchar, estoy dispuesto a luchar con todos los enemigos, que son muchos y poderosos, como ha dicho la Madre de la Eucaristía el domingo, pero no tengo fuerza para resistir a ciertas situaciones familiares, que me perjudican el físico y me hieren el alma.

Tu has dicho que hemos convertido muchas almas, sobre todo ella con sus sufrimientos, ayudado a las personas de la comunidad a superar momentos difíciles y críticos y dado nuevas energías a la Iglesia, para que pueda renacer y triunfar. Jesús, Tu has dicho: "Cuando hayáis hecho lo que teníais que hacer, decid: somos siervos inútiles", ea, nosotros nos sentimos siervos inútiles. Sólo Tú, mi Dios, eres necesario, sólo Tu, mi Dios, eres importante. Claro que, si nos has llamado a vivir y a cubrirnos de responsabilidades, quiere decir que tienes confianza en nosotros y nosotros trataremos de merecerla, pero mi Dios ayúdanos, y como los apóstoles, no grito, porque ya no tengo más fuerzas, pero murmuro: "Señor, despierta, que perecemos". De todos modos, mi Dios, a Ti la alabanza, la gloria y el honor por todos los siglos de los siglos. Amén.

Nuestra Señora - Ahora respondo a mi santo Obispo en nombre de Dios. Habéis sido muy ayudados, las dificultades eran grandes y numerosas, porque Marisella no está nada bien. Ayer dije que no le dierais medicación y está mejor. Mañana volvéis a casa y esta pobre criatura del Cielo no saldrá más. ¿Quién la sacará fuera? Nadie. Hay que subir y bajar escaleras. Nosotros no podemos sanarla del todo, porque Dios lo ha decidido así. Pero la ayuda le ha sido dada, una ayuda que no habéis reconocido hasta el fondo, porque veis a vuestra hermana enferma sufriendo siempre y sufre mucho, mucho. ¿La habéis oído quejarse alguna vez por el dolor? Si alguna vez lo ha hecho, es porque también ella es una criatura humana.

Marisella, el Cielo está preparando algo grande, como ya te he dicho. Ahora estás rezando por Gigi Sabani y por Luciano Pavarotti, para que vengan al Paraíso.

Nuestro santo Obispo tiene que prepararse para las alturas estupendas. Es justo cuando dices que te gustaría llevártelo contigo. Humanamente hablando es justo, porque sabes que al principio sufrirá mucho. Pero si te lo llevas, ¿quién arreglará y hará renacer la Iglesia?

Marisa - Tu y Dios. Perdona, me ha salido del corazón. ¿Por qué tiene que arreglar él la Iglesia? Ya ha sufrido mucho. No ha descansado ni siquiera un solo día. Déjale descansar un tiempo, así se repondrá y luego mandadlo a las alturas estupendas. ¿Está contento el Señor Dios? Pedídselo si está contento.

Nuestra Señora - Marisella, Dios está contento con todo, con tal de que no hagáis el mal, con tal de que no pequéis. Son los pecados los que ofenden a Dios, no estas manchitas, ni estas rabietas que tienes tu.

Marisa - Un momento, yo no me he enrabiado esta tarde, he dicho con todo el corazón: "Tu y el Señor Dios poned en su lugar a la Iglesia", el Santo se va a descansar y yo, espero, vengo al Paraíso, pronto, pronto, pronto.

Nuestra Señora - También alguno de los apóstoles en su corazón decía esto. Quería morir, marcharse, porque estaba cansado de soportar tantos sufrimientos y a las personas que hablaban mal. Yo escuchaba lo que decían, pero la decisión de llevárselo la tomaba Dios.

Marisa - Virgencita, mañana estoy en mi casa, que es también casa tuya. Ve a ver que puedes hacer. Dile al Señor Dios que necesito mucha ayuda, porque si estoy bien, el señor Santo aquí presente, más que santo, está bien también él".[71]

El 9 de septiembre el Obispo y la Vidente han vuelto a Roma, con la esperanza de que el nuevo año social pueda señalar el inicio de las intervenciones de Dios para el renacimiento de la Iglesia

El año social 2007 - 2008 ¿será el año de nuestro triunfo? ¡Deus scit!

Roma, 29 junio 2008

A cargo del Comité Cultural del Movimento Impegno e Testimonianza - Madre dell'Eucaristia


Aquí se citan las cartas de Dios de las que se han trascrito los fragmentos contenidos entre comillas

[1] Carta de Dios del 8 septiembre 2006

[2] Carta de Dios del 10 septiembre 2006

[3] Carta de Dios del 10 septiembre 2006

[4] Carta de Dios del 14 septiembre 2006

[5] Carta de Dios del 24 septiembre 2006

[6] Carta de Dios del 15 octubre 2006

[7] Carta de Dios del 22 octubre 2006

[8] Carta de Dios del 24 octubre 2006

[9] Carta de Dios del 29 octubre 2006

[10] Carta de Dios del 4 noviembre 2006

[11] Carta de Dios del 9 noviembre 2006

[12] Carta de Dios del 16 noviembre 2006

[13] Carta de Dios del 26 noviembre 2006

[14] Carta de Dios del 30 noviembre 2006

[15] Carta de Dios del 14 diciembre 2006

[16] Carta de Dios del 14 diciembre 2006

[17] Carta de Dios del 21 diciembre 2006

[18] Carta de Dios del 31 diciembre 2006

[19] Carta de Dios del 31 diciembre 2006

[20] Carta de Dios del 6 enero 2007

[21] Carta de Dios del 7 enero 2007

[22] Carta de Dios del 2 febrero 2007

[23] Carta de Dios del 3 febrero 2007

[24] Carta de Dios del 4 febrero 2007

[25] Carta de Dios del 23 febrero 2007

[26] Carta de Dios del 2 marzo 2007

[27] Carta de Dios del 18 marzo 2007

[28] Carta de Dios del 18 marzo 2007

[29] Carta de Dios del 5 abril 2007

[30] Carta de Dios del 1° abril 2007

[31] Carta de Dios del 8 abril 2007

[32] Carta de Dios del 13 mayo 2007

[33] Carta de Dios del 18 mayo 2007

[34] Carta de Dios del 18 mayo 2007

[35] Carta de Dios del 17 mayo 2007

[36] Carta de Dios del 1° junio 2007

[37] Carta de Dios del 2 junio 2007

[38] Carta de Dios del 1° junio 2007

[39] Carta de Dios del 30 junio 2007

[40] Carta de Dios del 8 junio 2007

[41] Carta de Dios del 10 junio 2007

[42] Carta de Dios del 10 junio 2007

[43] Carta de Dios del 15 junio 2007

[44] Carta de Dios del 15 junio 2007

[45] Carta de Dios del 16 junio 2007

[46] Carta de Dios del 24 junio 2007

[47] Carta de Dios del 8 julio 2007

[48] Carta de Dios del 13 julio 2007

[49] Carta de Dios del 15 julio 2007

[50] Carta de Dios del 16 julio 2007

[51] Carta de Dios del 17 julio 2007

[52] Carta de Dios del 20 julio 2007

[53] Carta de Dios del 21 julio 2007

[54] Carta de Dios del 22 julio 2007

[55] Carta de Dios del 26 julio 2007

[56] Carta de Dios del 28 julio 2007

[57] Carta de Dios del 29 julio 2007

[58] Carta de Dios del 30 julio 2007

[59] Carta de Dios del 30 julio 2007

[60] Carta de Dios del 31 julio 2007

[61] Carta de Dios del 6 agosto 2007

[62] Carta de Dios del 12 agosto 2007

[63] Carta de Dios del 15 agosto 2007

[64] Carta de Dios del 17 agosto 2007

[65] Carta de Dios del 19 agosto 2007

[66] Carta de Dios del 22 agosto 2007

[67] Carta de Dios del 24 agosto 2007

[68] Carta de Dios del 24 agosto 2007

[69] Recuento de Marisa del 2 septiembre 2007

[70] Carta de Dios del 2 septiembre 2007


Anexo n.1

¿Fue revelado integralmente el tercer secreto de Fátima?

¿Cuál es la interpretación correcta del fragmento del secreto revelado?

Las respuestas se incluyen en la carta que enviamos a los Cardenales de toda la Iglesia y en los mensajes que Jesús y Nuestra Señora nos dieron.

Señor Cardenal,

Nos dirigimos a V.E. con amor y respeto, conscientes de cumplir un servicio importante, delicado y solicitado desde lo Alto: hacerle conocer la verdad sobre el tercer secreto de Fátima.

Lo que le exponemos está contenido en los mensajes sobrenaturales entregados ya a la prensa y difundidos en nuestro sitio en Internet: www.madredelleucaristia.it y en las conversaciones efectuadas entre Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo y Nuestra Señora, por una parte y el Obispo Claudio Gatti y la vidente Marisa Rossi por la otra.

Ésta última, a la que desde hace mucho tiempo, le ha sido revelado el tercer secreto por la Madre de la Eucaristía, lo ha comunicado recientemente al Obispo, por orden de Dios.

Nosotros no conocemos la tercera parte del secreto revelado el 13 de julio de 1917, en la Cueva de Iria-Fátima, a los tres pastorcillos, pero sabemos que no ha sido difundido ni dado a conocer a la opinión pública íntegramente. Su contenido más importante y estremecedor no ha sido revelado y si continúa siento ocultado por la Autoridad Eclesiástica competente, se dará a conocer, en el momento establecido por Dios, por las personas a las que se les ha confiado desde hace tiempo.

Por otra parte, la interpretación facilitada primero por el Secretario de Estado el 13 de mayo del 2000 y a continuación por el Prefecto y por el Secretario de la Congregación de la Doctrina de la Fe el 26 de junio siguiente, es errónea. Puesto que el fragmento dado a conocer de la tercera parte del secreto es una revelación simbólica, necesita de una interpretación iluminada para ser comprendida en sus detalles.

¿Quién mejor que Dios, autor del secreto, y de Nuestra Señora, que lo ha confiado a los pastorcillos, puede dar la interpretación exacta?.

Dios y Nuestra Señora en las conversaciones con el Obispo y la Vidente les han dado a conocer la interpretación exacta. Es la siguiente:

El Ángel que tiene una espada de fuego en la mano izquierda, simboliza la justicia divina. Dios ya no puede tolerar más la gravedad de los innumerables pecados y sacrilegios que los hombres continúan cometiendo y está a punto de infligir a la humanidad pecadora una serie de castigos beneficiosos. Nuestra Señora con su poderosa intercesión retiene el brazo divino que está cayendo sobre la humanidad y Dios hace saber que el único camino para suspender o mitigar los castigos es la penitencia.

A continuación, los videntes han visto a "un obispo vestido de blanco y han tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre", pero no han precisado qué Santo Padre era.

Es legítimo preguntarse: ¿quién es el obispo que va vestido con el blanco hábito papal? El cielo ha dado la explicación: es aquél que ha recibido la ordenación episcopal de parte de Dios y no de los hombres. Los videntes han visto a "otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subiendo una montaña en la cima de la cual había una gran Cruz". Éstos son los pastores y los fieles que viven la misión del sufrimiento llevando adelante importantes cometidos recibidos del Señor para el bien de la Iglesia.

La visión prosigue: "El Santo Padre atravesó una gran ciudad medio en ruinas"

Ésta es la Iglesia. El Señor ha asegurado que la Iglesia no perecerá nunca, pero nosotros sabemos por la Historia que Satanás y los hombres, aliados suyos, continúan atormentándola, persiguiéndola y devastándola. La Iglesia, hoy, por la infidelidad de los pastores y por culpa de los fieles, está viviendo la crisis más devastadora de su historia, que sólo podrá superar con la intervención de Dios.

"(El Santo Padre) rezaba por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino" porque el pecado es la muerte del alma y los cadáveres son los miembros de la Iglesia, pastores y fieles, que viven en pecado.

"(El Santo Padre) fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones.".

Los soldados no representaban "la lucha del sistema ateo contra la Iglesia y los cristianos" sino una realidad mucho más triste y dolorosa. Son los miembros de la Jerarquía Eclesiástica, que a lo largo de los siglos continúan persiguiendo, condenando y matando moralmente y/o físicamente a los apóstoles, a los profetas, a los santos y a los carismáticos suscitados y enviados por el Señor, a cumplir distintas misiones en su Iglesia.

La muerte del Santo Padre en la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz, tiene un significado exclusivamente simbólico y es de un valor profundamente moral.

Esta muerte simboliza la feroz persecución y las injustas condenas que el Obispo vestido de blanco sufrirá por parte de los grandes y pequeños hombres de la Iglesia, que tratarán, sin conseguirlo, de impedir que realice la misión que ha recibido de Dios: hacer triunfar la Eucaristía en todo el mundo y hacer renacer la Iglesia.

La visión de los "dos Ángeles que recogían la sangre de los mártires en una jarra de cristal", confirma la doctrina de la Iglesia que desde Tertuliano a Juan pablo II ha enseñado que "la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos" y que "la Iglesia continúa renaciendo de la sangre de sus hijos"

El gran Pablo VI afirmó que el "humo de Satanás ha entrado en el templo de Dios" y nosotros agregamos que está envolviendo en venenosas espirales a pastores y fieles.

Nosotros amamos a la Iglesia y ofrecemos por ella continuamente a Dios nuestras oraciones y sufrimientos.

Señor Cardenal, quiera bendecirnos y considérenos en el Señor hijos y hermanos afectuosos y atentos.

Adultos y jóvenes del Movimento Impegno e Testimonianza - Madre de la Eucaristía

Roma, 6 de enero de 2007

Fiesta de la Epifanía del Señor


Anexo n.2

Roma, 28 enero 1999 - hora 17:00

Nuestra Señora - ¿Porqué aún no se ha revelado el secreto de Fátima? Muchos Papas han pasado, pero ¿por qué ninguno reveló el secreto de Fátima? Revelar el secreto de Fátima implica hacer la voluntad de Dios. Ciertamente un simple sacerdote o una vidente o cualquier otra criatura no puede revelar el secreto de Fátima, solamente el Santo Padre debe hacer esto. La Madre también ayuda al Santo Padre y le habla. El papa no quiere desvelar el tercer secreto de Fátima porque no quiere preocupar a las criaturas, pero esto no está bien. Una vez os dije: "El mensaje que os he dado hoy es la continuación del mensaje de Fátima". Entonces pronuncié estas palabras: "La Iglesia será dividida en dos partes y habrán cardenales en contra de cardenales, obispos en contra de obispos, sacerdotes en contra de sacerdotes". Yo, cuando traigo un mensaje de Dios sé muy bien lo que digo.

Roma, 12 mayo 2000 - hora 18:40

Nuestra Señora - Hoy, después de tanto tiempo, os pido que recéis por el Santo Padre. No quiere desvelar el secreto de Fátima, deja el trabajo a su sucesor. Por esto rezad.

Roma, 13 mayo 2000 - hora 17:40

Nuestra Señora - El secreto de Fátima no ha sido desvelado. Cada uno de vosotros en su propio corazón sabe qué pensar y qué decir. Llorar porque este secreto no ha sido desvelado, no sirve para nada. Yo en cambio os invito a rezar, para que aquél que tiene que hacer la voluntad de Dios la haga, pero el tiempo pasa. Los hombres de la Iglesia han dicho que el tercer secreto de Fátima no es catastrófico. Si el tercer secreto no es catastrófico, pues bien, mis queridos hijos, yo no sé como definirlo.

Roma, 25 junio 2000 - hora 10:45

Jesús - Ahora pido una oración particular por vuestra hermana, porque si en el futuro revelan el tercer secreto de Fátima de manera inexacta, ella tendrá que ir a ver a los responsables y, creedme, no es fácil.

Roma, 26 junio 2000 - hora 18:30

Jesús - Un día no lejano comprenderéis cuanta razón tenían Jesús y su Madre y vuestra. Los sacerdotes no se convierten, continúan haciendo daño y a deformar la Iglesia, que no es de ellos, sino mía. La Iglesia es de Dios y de los que la aman. Alguno de vosotros les gustaría saber un poco más sobre el secreto, pero todavía no es el momento. Los secretos son secretos. Los hombres de la Iglesia han hecho del tercer secreto de Fátima un lastre de palabras y de mentiras. Han humillado al hombre sencillo y al hombre inteligente, que aman.

Roma, 27 junio 2000 - hora 18:40

Jesús - Rezad una vez más por este secreto que no ha sido revelado íntegramente.

Roma, 22 febrero 2001 - hora 17:05

Nuestra Señora - El mensaje de Fátima no ha sido revelado integralmente, han sido quitados los puntos más importantes. Ninguno ha osado decir el secreto, ni siquiera los Papas. Diversos Papas han tenido el secreto en las manos y no lo han revelado. El secreto no consiste en lo que han querido hacer saber. Han pasado muchos años y continúan todavía falsificándolo todo.

Roma, 23 septiembre 2001 - hora 10:40

Nuestra Señora - Volvamos al secreto de Fátima y razonad. ¿Cuántos años habéis esperado para conocer el secreto de Fátima? Si no era malo, ¿por qué lo han tenido oculto y no lo han revelado? Lo que han revelado no es el secreto. Si no era malo, no había ningún motivo para ocultarlo

Roma, 28 octubre 2001 - hora 10:40

Nuestra Señora - Mis queridos hijos, aún vuelvo a hablaros de 1999. Cuando parecía que vuestro triunfo se estaba acercando, empezasteis a hablar de la gran prueba de Dios y vosotros no comprendíais porque os parecía imposible y decíais: "Si Dios lo ha prometido, Dios lo mantendrá". Ciertamente, Dios lo mantendrá, pero antes tenía que verificarse la gran prueba, que ha llegado; vosotros sabéis cómo ha llegado. ¿Recordáis cuándo los hombres de la Iglesia hablaron del secreto de Fátima y yo en la carta de Dios dije enseguida que no era verdad nada de los que habían dicho? Han tratado, también en aquella circunstancia, de jugar con Dios y de una manera negativa. Ahora todos se están dando cuenta poco a poco que este secreto no ha sido revelado. Sin embargo, sacerdotes y grandes prelados continúan jugando con el secreto de Fátima, involucrando a la pobre Sor Lucía, ya anciana y atribuyéndole estas afirmaciones: "He entendido mal, me he equivocado". Esto dice la pobre Sor Lucía, para defender a los grandes prelados, a los grandes hombres. ¿Os acordáis cuando el cardenal Ratzinger, monseñor Bertone y monseñor Fisichella hablaban del secreto de Fátima? Muchos de vosotros pensabais: "Pero si no era catastrófico, ¿para qué esconderlo durante tantos años?". ¿Dónde está la verdad?, ¿dónde está la verdad? Solamente el Papa y los que han leído la carta original de Sor Lucía, la conocen. El que tiene un secreto no puede revelarlo con tanta ligereza, como hacen muchos sacerdotes que afirman que conocen el secreto de Fátima, ¿qué es lo que saben? El secreto es mantenido hasta que Dios decide revelarlo. Vuestra hermana custodia muchos secretos que le hemos confiado y calla; desde niña conocía algunos secretos y no ha hablado nunca con nadie, porque Dios le da la fuerza, la ayuda para no revelarlos.

Roma, 3 noviembre 2001 - hora 18:40

Nuestra Señora - ¿Por qué no ha sido revelado el secreto de Fátima? Los grandes y los pequeños hombres de la Iglesia han mentido y continúan mintiendo. El secreto de Fátima no ha sido revelado. La carta de sor Lucía no es verdadera; aquella pobre mujer no ha dicho nunca lo que le hacen decir. No puede decir: "Me he equivocado. He entendido mal", es como si vuestra hermana dijese: "No es verdad que veo a Nuestra Señora", para librarse de todas las preocupaciones, de todos los sufrimientos. A aquella pobre hermana anciana y enferma le hacen decir todo lo que quieren, por que está en clausura y porque tiene que obedecer. Pero ¿recordáis cuando os dije: obediencia sí, chantaje no?.

Roma, 9 febrero 2003 - hora 10:30

Nuestra Señora - Todavía continúan diciendo muchas mentiras sobre el secreto de Fátima. Os consideran, mis queridos hijos, como si fuerais pobres criaturas que no comprenden nada. Si el secreto de Fátima era bonito, ¿por qué los papas no lo han revelado?. ¿Por qué este Papa no lo ha revelado?. Ha hecho hablar a Sodano, ha hecho leer y comentar el secreto a Ratzinger, a Bertone y a Fisichella, pero aquél no era todo el secreto.

Si el secreto, como dicen, no era tan feo, ¿por qué no lo revelaron en el lejano 1960 o incluso antes?. Este modo suyo de obrar es del todo equivocado; el triunfo llegará: por varios motivos tarda, pero llegará y entonces dirán "mea culpa" y pedirán perdón, pero será demasiado tarde.

Roma, 13 febrero 2003 - hora 20:30

Nuestra Señora - Aquél que ha gritado contra la mafia, ¿por qué no grita también contra los masones?. Hay guerra también entre los grandes hombres de la Iglesia. Con tal de calmar y tener a la población en calma y tranquila, no revelan el verdadero tercer secreto de Fátima, y saben perfectamente en qué consiste. Esto a ellos no les interesa, porque quieren solamente conservar el poder. Entretanto algunas almas sufren el martirio por la paz en el mundo; Dios Padre lo tiene todo en cuenta.

Dios está preparado, pero no puede, no puede, no puede hacer lo que vosotros queréis, si los grandes hombres de la Iglesia no hacen la voluntad de Dios y los grandes hombres del Estado no se convierten

Roma, 16 febrero 2003 - hora 10:30

Nuestra Señora - He seguido palabra por palabra lo que el Obispo ha dicho y es todo verdad. El secreto de Fátima no ha sido revelado, no es aquello de lo que han hablado los poderosos hombres de la Iglesia. Lo que me entristece y me hace sufrir es que las personas sean tratadas como si no comprendiesen ni entendiesen. Los poderosos hombres de la Iglesia se permiten decir lo que quieren e imponen a Sor Lucía que diga lo que ellos quieren, obteniendo la obediencia con el chantaje. El secreto, no es el que han declarado. En el momento establecido lo revelaré a mis dos queridos hijitos. ¿Por qué este secreto ha sido guardado durante años y años?. Han impuesto, primero, un silencio de tumba sobre el tercer secreto de Fátima y después, de repente, lo han dicho. Ni siquiera el segundo secreto ha sido desvelado. Están manipulando también el tercer secreto como quieren y como a ellos les va bien. ¿Quiénes sois vosotros?. Los hombres de la Iglesia os consideran personas ignorantes. Si el secreto hubiese sido hermoso, los papas lo habrían desvelado enseguida; sin embargo, han seguido adelante durante decenios en silencio. Han pensado que los hombres eran ignorantes.

¿Dios os ha creado ignorantes?. No, los hombres pueden tener poca cultura, pero no son ignorantes. Incluso el más pequeño hombre de la Tierra comprende que el secreto no es el que ellos han revelado.

Orad, orad, porque estos hombres de la Iglesia continúan confundiendo a todas la personas que van a escuchar lo que dicen. Mis queridos hijos, os doy gracias una vez más, por las oraciones. Doy gracias a aquellos que sufren para el renacimiento de la Santa Iglesia. Esperemos que todo suceda después que hayan revelado cuál es verdaderamente el secreto de Fátima. Es muy importante.

Roma, 11 mayo 2003 - hora 10:30

Nuestra Señora - Ayer os dije que hay cardenales, obispos y sacerdotes que son solidarios con nuestro Obispo. La solidaridad se está alargando como una mancha de aceite, porque además de escribirle, hablan también con otros; algunos de estos escuchan, otros lo rechazan. Por otra parte, ¿qué decía el secreto de Fátima?. Habrá obispos contra obispos y cardenales contra cardenales. Muchas veces os lo he repetido también a vosotros. También lo que Dios ha obrado en el lugar taumatúrgico hace discutir a los eclesiásticos entre ellos. A vosotros esto no os tiene que importar, pero tenéis que orar, para que el Espíritu Santo descienda sobre estas personas y comprendan hasta el fondo donde está la verdad.

Roma, 26 octubre 2003 - hora 11:00

Nuestra Señora - El mismo día en que el Santo Padre ha nombrado los nuevos cardenales, todos los príncipes de la Iglesia han empezado a discutir entre ellos sobre quien tenía que ser el nuevo Papa. Así se ha intensificado la lucha entre los obispos y los cardenales y el mensaje de Fátima continúa todavía verificándose. El secreto de Fátima no es el que han revelado, ¡en absoluto!. Si hubiese sido aquel, habrían hablado mucho tiempo antes; tras todo este posponer y no desvelar el secreto están los grandes hombres de la Iglesia.

Roma, 11 febrero 2005 - hora 20:30

Nuestra Señora - Recuerda, Marisella, que aunque no estén en gracia tenéis que respetar siempre a los hombres de la Iglesia. Tenéis que amar al Santo Padre: sabéis como es tratado. Hay quien le dice una cosa hay quien le dice otra; sus colaboradores se pelean entre ellos y no resuelven nada. Dios sabe cuando y como llamar al Papa. Habrá momentos muy duros y difíciles, habrán luchas entre los hombres de la Iglesia; esto ha sido preanunciado en el lejano 1917 y ha sido repetido muchas veces por mi en este lugar taumatúrgico. Esto no lo dicen, el secreto de Fátima no ha sido revelado.

Roma, 22 mayo 2005 - hora 10:30

Nuestra Señora - La situación de la Iglesia continua empeorando, los hombres de la Iglesia hablan constantemente y es difícil creer cuanto dicen. ¿Cuándo se sabrá la verdad del secreto de Fátima? ¿Tendrá que hablar Dios en persona para que se conozca? Hablan del secreto de Fátima y no dicen la verdad. Parece que no tengan confianza en vosotros pequeños hombres y se burlen de vosotros. Se aprovechan de vosotros porque no sois de alto rango, no sois grandes licenciados, no sois grandes personajes. A menudo he oído decir estas palabras textuales: "Pero, ¿nos toman por estúpidos? Si el secreto no era malo, si no era preocupante, ¿por qué no lo han revelado los anteriores papas?.

Mis queridos hijos, los hombres, aunque sean sencillos, no son estúpidos, más bien a veces son más inteligentes que los que han estudiado tanto. Científicos y teólogos han estudiado el secreto de Fátima, pero ninguno de ellos ha entendido que si éste, hubiese sido bonito, tenía que haber sido revelado para la alegría del pueblo, para la alegría de la gente. Os invito a orar, para que se sepa la verdad.


Anexo n.3

Queridos hermanos,

me dirijo con afecto a cada uno de vosotros para desearos sinceros deseos de santidad con ocasión del 44º aniversario de nuestra ordenación sacerdotal. Aprovecho también la importante circunstancia para compartir con vosotros algunas reflexiones que desde hace tiempo estoy cultivando y que han sido estimuladas por revelaciones que las Tres Personas Divinas y la Madre de la Eucaristía me han manifestado a mi y a Marisa. La mayor parte de los años de la vida sacerdotal está ya en nuestras espaldas, aunque no creo que haya llegado todavía el momento de entonar el "Nunc dimittis". De hecho tenemos por delante algunos años que nos tendrán ocupados, si queremos, en un fecundo ministerio sacerdotal y episcopal.

Dios, que cada tanto me hace leer Su cuaderno, uso una expresión de S. Pío de Pietralcina, me ha revelado los nombres de los sacerdotes ordenados en el lejano 1963, que recibirán la ordenación episcopal "por medio de la imposición de las manos" (II Tim. 1, 6).

Algunos de vosotros me estima y reza por mi difícil y sufrida situación, otros, corroídos por la envidia y por los celos, alimentan hacia mi indiferencia y desconfianza. De todos modos todos, lo digo con respeto y comprensión, estáis dominados por el miedo con respecto a vuestros superiores, que os impide tomar públicamente posiciones en mi favor.

Ánimo, no tengáis miedo de manifestar solidaridad hacia quien está ferozmente perseguido y muchas veces ha sido condenado injustamente "por los grandes hombres de la Iglesia".

En los días: 24 octubre, 1º noviembre, 8 diciembre, 25 diciembre del año pasado, 200 millones de almas, en diversas oleadas, han volado del Purgatorio al Paraíso y otros 100 millones subirán en fechas que Dios indicará.

En el primer grupo, introducido en el gozo eterno, estaban presentes: nuestros superiores y profesores de Seminario, sacerdotes, obispos y cardenales que hemos conocido y mis parientes y también vuestros.

Por desgracia muchos otros eclesiásticos continúan la purificación en el Purgatorio y, peor aún, no pocos están condenados para toda la eternidad en el infierno.

Dios Padre ha sentenciado: "Los hombres que hablan mal de mi dilecto hijito Claudio Gatti, que lo calumnian y no creen que Yo, Dios, lo he ordenado obispo, irán al infierno".

La Iglesia está viviendo el momento más crítico y crucial de su Historia. El que la ama, tiene que defenderla incluso a costa de ver comprometida su propia fama y en peligro su propia vida.

Por desgracia la situación de la Iglesia empeora últimamente y se verificará una sucesión e intensificación de luchas entre los miembros del Clero. Si no me creéis, leed lo que ha escrito el card. Ratzinger, pocos días antes de ser elegido Papa, comentando la IX Estación del Vía Crucis: "Pero, ¿no deberíamos pensar también en lo que debe sufrir Cristo en su propia Iglesia? En cuántas veces se abusa del sacramento de su presencia, y en el vacío y maldad de corazón donde entra a menudo. ¡Cuántas veces celebramos sólo nosotros sin darnos cuenta de él! ¡Cuántas veces se deforma y se abusa de su Palabra! ¡Qué poca fe hay en muchas teorías, cuántas palabras vacías! ¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! ¡Qué poco respetamos el sacramento de la Reconciliación, en el cual él nos espera para levantarnos de nuestras caídas! También esto está presente en su pasión. La traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre, es ciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón. Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Pero los empañamos nosotros mismos. Nosotros quienes te traicionamos, no obstante los gestos ampulosos y las palabras altisonantes. Ten piedad de tu Iglesia: también en ella Adán, el hombre, cae una y otra vez. Al caer, quedamos en tierra y Satanás se alegra, porque espera que ya nunca podremos levantarnos; espera que tú, siendo arrastrado en la caída de tu Iglesia, quedes abatido para siempre. Pero tú te levantarás. Tú te has reincorporado, has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia. Sálvanos y santifícanos a todos".

Dios intervendrá para hacer renacer la Iglesia e impondrá en su vértice a aquél del cual se habla en el fragmento del III secreto de Fátima: el Obispo vestido de blanco.

Con el futuro Papa ¿colaborará alguno de vosotros? Deus scit.

Si os hubierais informado, accediendo a nuestra página en Internet:www.madredelleucaristia.it, ahora tendríais muchos más elementos para conocer la actual situación de la Iglesia.

Orad por mi, para que el Señor me dé gracia, fuerza y valor para hacer hasta el fondo Su voluntad.

Soy consciente de mis límites y por esto continúo esperando con confianza, mezclada con miedo, que Dios realice lo que ha prometido. Os encomiendo cada día a la Madre de la Eucaristía, para que os proteja y os tenga resguardados bajo su manto materno. Os deseo un apostolado cada vez más fecundo, una vida sacerdotal cada vez más santa y una unión con Cristo cada vez más íntima.

Os abrazo fraternalmente a cada uno de vosotros.

Roma, 9 marzo 2007

+ Claudio Gatti

Obispo ordenado por Dios

Obispo de la Eucaristía

P.S. A la presente incluyo la carta que ha sido enviada a 34 cardenales, 3 obispos y 7 sacerdotes, cuyos nombres han sido indicados por Nuestra Señora. La mayor parte de los destinatarios la ha acogido favorablemente y con interés. Por otra parte han hecho muchas fotocopias que han distribuido a otros hermanos. La carta ha sido entregada en mano también a otros eclesiásticos, a hermanas y a laicos por miembros de mi comunidad y ha sido publicada en nuestra página de Internet.

Se puede afirmar que ha tenido una amplia difusión, incluso en el extranjero, y ha dado mucho que hablar porque casi todos los que la han leído han encontrado en ella la interpretación del fragmento revelado del III secreto de Fátima, exhaustiva y satisfactoriamente. Añado una última anotación que me ha hecho sonreír. Diversos poderosos eclesiásticos, excluidos del número de los destinatarios, han afirmado que han recibido la carta directamente por mi, porque han percibido la exclusión como una humillación y una afrenta a su propia dignidad, cargo y autoridad.