Eucharist Miracle Eucharist Miracles

Año social 2005-2006

Historia del las apariciones: 2005-2006: Año del Amor

Al inicio del nuevo año social el Obispo estaba agotado por el cansancio y la Vidente vencida por el dolor. Ninguno de los dos estaba en disposición de reemprender las actividades normales y Marisa lo ha manifestado en un coloquio con la Madre del cielo: "El Obispo está desfalleciendo día a día. Hace años que tenemos tribulaciones, que sufrimos y estamos muy cansados. Vosotros lo habéis declarado santo y está sufriendo terriblemente, no tiene fuerzas para hablar, para volver a empezar los encuentros bíblicos, para recibir a las personas, para llevar a cabo sus competencias". [1]

Jesús y la Virgen han demostrado solicitud y preocupación por Mons. Claudio Gatti: "Orad por vuestro Obispo, para que se reponga completamente y pueda estar más con vosotros". [2]

En un breve coloquio ocurrido en presencia de la comunidad, Jesús ha querido demostrar su afecto respecto al Obispo:

Jesús - Excelencia, no te desmorones, sino llegará la depresión y no te sostendrás en pie. Ya no estás bien y comes poco, poquísimo; Yo comía más con los apóstoles; pescábamos pescado, lo cocinábamos y nos los comíamos.

Obispo - Eras más joven que yo.

Jesús - Pero tu no eres viejo, cuando el corazón es joven, uno es joven. Los viejos son los que se quejan siempre. ¿Te crees que tus muchachos, porque tienen más o menos 30 años, son más jóvenes que tu? No, lo son por la edad. Tú eres fuerte, sé valiente, vuelve a ser como antes y verás que Dios no te abandonará". [3]

El mismo Jesús ha reconocido que: "Mis dos hijitos han vivido 34 años de sufrimiento, de gran sufrimiento; lo que os contó ayer vuestro Obispo no es nada en comparación al sufrimiento que han vivido". [4]

El 2 de octubre dos de nuestros jóvenes, Domenico y Federica, han culminado su sueño de amor, casándose en el lugar taumatúrgico.

También esta boda, como otras, ha sido precedida y acompañada de tensiones, amargura y penas causadas por personas de fuera de la comunidad. Pero nada ni nadie ha turbado la alegría de los esposos, que han sentido el calor y el afecto de la comunidad y particularmente del Obispo y de la Vidente. En el rito matrimonial estaban presentes la Virgen, S. José, la abuela Yolanda, Marina, la difunta madre de la esposa y Juan Pablo II. La Madre de la Eucaristía, en el momento en que los dos jóvenes han pronunciado el "Sí", ha alargado el manto para indicar que tomaba a la nueva familia bajo su protección.

El 3 de octubre ha ocurrido un desagradable episodio. Un miembro de la comunidad ha encontrado una hostia en el suelo y, pensando que podía ser consagrada la hizo entregar al Obispo. La Virgen advirtió inmediatamente a Marisa: "Tira aquella hostia, porque además de no ser consagrada, ha sido colocada en la capilla por el demonio. El demonio aún intentará turbaros y confundiros".

Dios había ordenado al Obispo que escribiera una carta a Benedicto XVI; a pesar de que fue ayudado e inspirado por la Virgen, preparó el texto con mucha penuria. Mons. Claudio tenía que expresarse con sinceridad, sin polemizar ni recriminar. Había completado la redacción de la carta, exactamente el día de la fiesta de la Asunción y la había mandado al Papa el día de la Exaltación de la Cruz. La Virgen ha hecho saber a sus dos hijitos las reacciones que ha provocado la carta, que no ha sido entregada al Papa, con la excusa de no molestarlo. En compensación, ha sido leída por muchos eclesiásticos en el Vaticano y en el Vicariato. No pocos han sonreído con benevolencia y han exclamado: "El que la ha escrito es un santo", pero no han tenido el valor de decir a Benedicto XVI: "¿Qué hemos hecho? Tenemos que reparar la injusticia".

Marisa ha continuado padeciendo dolores naturales y la pasión y, a consecuencia de ello, ha pasado noches insomnes. Sobre todo cuando vivía la pasión repetía con un hilo de voz: "Sufro de buen grado para el renacimiento de la Iglesia y para el triunfo de mi hermano Obispo".

Durante una aparición pública, ha suplicado: "Te lo ruego, Dios, te lo ruego, haz que llegue esta gracia (n.d.r. el triunfo del Obispo). Tu lo sabes, yo estoy dispuesta a todo, a dejarme cortar a pedacitos, a sufrir por él día y noche, pero hazlo triunfar y haz de mi lo que quieras". [5]

La Madre ha dicho a su hija: "Estoy rezando muchísimo para que llegue este bendito triunfo para vuestro Obispo". [6]

Con paciencia materna la Virgen nos ha hecho saber de nuevo que: "Vosotros esperáis con alegría el gran momento que tiene que llegar, pero sabed también que alguno (ndr Marisa) tiene que morir antes de que esto ocurra. Aunque esta muerte parece que se acerque, luego se aplaza, como las promesas que Dios ha hecho". [7]

La desilusión se ha dejado sentir en muchos miembros de la comunidad y una pregunta apremiaba su corazón: "¿Por qué Dios hace una promesa que luego aplaza?"

La Madre Celeste se ha preocupado de este estado de ánimo, peligroso para el crecimiento espiritual: "Sé que esperáis que se realice algo hermoso y grande, pero si la purificación no se calma, si los grandes hombres de la Iglesia no se convierten, todo se vuelve problemático. Parece que estemos llegando a la meta y sin embargo todo vuelve atrás. ¿Por qué? Dios no es como vosotros pensáis, Dios es amor, es felicidad. Hace falta tener fe en Él; si actúa así, tendrá sus motivos, que a nadie se le permite contrastar ni criticar". [8]

Los enemigos del Obispo y de la Vidente, a causa de tantos continuos aplazamientos en las fechas de las intervenciones de Dios, han hecho circular que "no sucederá nunca nada, porque todo es un engaño diabólico". En esta acción calumniadora y demoledora se han distinguido diversas personas que han formado parte de nuestra comunidad, de la que se han alejado porque no han logrado sobresalir e imponerse, porque el Obispo se lo ha impedido o porque han salido a flote sus debilidades o estaban devoradas por los celos respecto a Mons. Claudio y Marisa.

De ellos ha hablado la Madre de la Eucaristía: "Muchos se retiran porque -dicen- no ven nada, no llega nada, no sucede nada, pero cuando llegue vuestro tiempo, ¿dónde estarán los que se han ido? Al igual que muchos no entrarán en el Reino de los cielos, tampoco los que se han marchado volverán a entrar en el lugar taumatúrgico". [9]

Si, durante la S. Misa, el Obispo en lugar de la homilía desea hacer un discurso en tono familiar, baja del altar y se sienta lo más cerca posible de los miembros de la comunidad.

Eso es lo que ha hecho el 9 de octubre, cuando ha hablado de la condición dolorosa vivida durante el período estival. Ha recordado a los presentes, los momentos de su Vía Crucis que no termina nunca. Ha agradecido a los hermanos y hermanas por la participación en su sufrimiento y ha subrayado que han seguido adelante por las oraciones, ayunos, sacrificios y florilegios que han ofrecido. Mientras hablaba el Obispo, muchos tenían lágrimas en los ojos y repetían en su corazón: "Dios, ¿cuándo acabaremos de asistir a los misterios dolorosos de nuestro Obispo y de nuestra hermana"?

También el 9 de octubre en la habitación de Marisa se ha celebrado una función, de la cual hablará la Historia de la Iglesia. Según las disposiciones de la Virgen todo ha sido fotografiado, registrado y grabado. Además del Obispo y de la Vidente, naturalmente, estaban presentes sólo sus sobrinos y los niños, que un mañana tendrán que testimoniar cuanto han visto y oído.

La Virgen ha venido acompañada de S. José, de la abuela Yolanda y de los últimos Papas: Pío XII, el Beato Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II. Otros santos y los ángeles flanqueaban a la Reina del Cielo. Por el momento y hasta que el Obispo no suba a las alturas vertiginosas, como ha prometido Dios, no podemos revelar nada de cuanto ha ocurrido en la habitación de Marisa.

Nos ha permitido sólo que contemos algunos trozos de la carta de Dios que la Virgen ha transmitido en Su nombre.

"Mis queridos hijitos, para vosotros dos la vida es dura. Sostenéis una lucha muy difícil, pero me gustaría que en vosotros reinase la alegría. Felicidades, hijo mío, deseos de santidad, espero que Dios realice cuanto antes lo que ha prometido. Excelencia, te mando un beso del Paraíso. Cuando llegues a aquel lugar que ahora es sucio y que tu tendrás que limpiar, tendrás mucho que hacer, mucho, mucho. Allí hay personas que sólo piensan en sí mismas, en el poder, en el dinero y en el placer. Tendrás mucho que hacer, por tanto tienes que ser fuerte. No sufrir por quien te ha despedazado, no vale la pena. No pienses en los que te han condenado. Te bendigo".

La Virgen y Marisa han ido a menudo a los hospitales para ayudar, sin ser vistas, a los hospitalizados. Los lugares más frecuentemente visitados han sido los hospitales para niños y los hospitales para ancianos. Muchos enfermos se han curado porque Marisa ha tomado sobre sí sus males, aunque solo haya sido temporalmente.

La Madre de la Eucaristía nos ha hecho saber: "En el hospital del Niño Jesús, hemos visto mucho sufrimiento, sobre todo en las madres y en los padres de los niños, algunos de los cuales, aunque bien atendidos, han muerto. De allí hemos ido a otro lugar todavía más triste, un hospital para ancianos, solos y abandonados". [10]

El amor hacia los enfermos y los ancianos que la Madre ha llamado "las perlas del Señor" son una de las más repetidas e insistentes enseñanzas que el Obispo nos ha impartido.

Para conocer en la actualidad la crítica situación de la Iglesia es suficiente leer las cartas de Dios que hemos publicado íntegramente, aunque somos conscientes de que recibiremos críticas, condenas y persecuciones: "Vosotros no podéis conocer todo el mal que hay en la Iglesia y la Virgen no puede tampoco decirlo, puedo hablarlo sólo con la Vidente. En la Iglesia se llevan a cabo hechos muy graves. No miréis las numerosas personas que van a San Pedro; la mayor parte son extranjeros y van al Vaticano no tanto por el Santo Padre, sino más bien para visitar la basílica y los museos". [11]

El Fundador y Cabeza de la Iglesia y la Madre de la Iglesia han conversado a menudo con el Obispo y la Vidente del presente y del futuro de la Iglesia. A veces, durante las apariciones públicas, también a nosotros, el Señor nos ha hablado de la Iglesia y de algunas situaciones particulares, como del último Cónclave, que ha elegido a Benedicto XVI: "He venido, y me cuesta decirlo, para haceros saber que diversos cardenales durante el Cónclave han realizado acciones verdaderamente deshonestas. Han tratado por todos los medios de hacer lo que querían y no han respetado ni el S. Evangelio ni el C.I.C. No penséis que el Espíritu Santo haya descendido sobre el Cónclave; el Espíritu Santo está con vosotros, Dios Padre está con vosotros, Yo, Jesús Eucaristía estoy con vosotros". [12]

Sabemos que el Obispo y la Vidente conocen detalladamente lo que a nosotros se nos ha dicho en síntesis. Por ahora callan, hablarán sólo cuando Dios querrá.

A nosotros se nos ha anunciado también: "El que subirá al trono después de él (ndr Benedicto XVI) tendrá mucho que hacer, que trabajar; tendrá que destituir de los cargos a las personas que hacen sufrir". [13]

Marisa entretanto ha continuado viviendo su misión de víctima entre atroces tormentos naturales, dolores sobrenaturales y pruebas morales. A veces la carga que tenía que soportar era tan pesada que rompía a llorar y suplicaba al Señor "que se la llevara". En la noche entre el 19 y el 20 de octubre, ha estado de nuevo con la vida en peligro; como las otras veces ha intervenido Dios y le ha hecho superar el momento crítico.

Este año hemos anticipado la fiesta de la Madre de la Eucaristía al 23, aprovechando que era domingo para dar la posibilidad de participación a todos los que trabajaban. Hemos hecho procesión, presidida por la Vidente que traía la reliquia de la Virgen y la cerraba el Obispo que sostenía la Eucaristía que había sangrado.

Jesús nos ha comunicado la carta de Dios, en la que nos ha recordado que desde hacía doce años, la Madre de la Eucaristía venía en medio de nosotros y que en el lugar taumatúrgico habían ocurrido 185 milagros eucarísticos.

Ha habido también la Teofanía trinitaria, las tres Personas Divinas se han manifestado a Marisa bajo la apariencia de tres Jesús.

Muchos han escrito libros sobre la vida del Señor y han tomado referencias del Evangelio y de fuentes históricas humanas.

Nadie ha recibido informaciones directas del interesado, pero a nuestro Obispo Jesús le ha dicho: "Excelencia, tu conoces una parte de mi vida, todo lo que cuentan los Evangelios: no conoces mi vida por entero. Quería dictarla y hacérsela escribir a Marisella, pero no está en condiciones de poderlo hacer. Para vuestra hermana es difícil, mejor dicho imposible, escribir ni siquiera una sola página.. Te dictaré mi vida a ti, Excelencia, y tu la escribirás estando sentado en el despacho de oro. Escribirás lo que te diré y lo que tu corazón sentirá, porque tu me oyes en tu corazón". [14]

Es inútil subrayar que todos esperamos con ansia que se convierta en realidad la promesa del Divino Maestro y estamos seguros de que "esta vida" hará mucho bien a los que la lean.

Noviembre ha empezado con un sufrimiento imprevisto para Marisa. Pensábamos que transcurriría con serenidad y alegría la fiesta de Todos los Santos, pero no ha sido así. Tampoco ha habido la aparición de la Virgen, porque Marisa se ha despertado con un tremendo dolor en toda la parte derecha del cuerpo, que le impedía incluso el más pequeño movimiento. En un segundo momento hemos sabido que Dios había querido que Marisa padeciese aquellos terribles dolores para reparar los sacrilegios cometidos por los sacerdotes. La explicación nos la ha dado la Madre de la Eucaristía en la aparición del primer sábado el mes: "Dios quiere la conversión de los hombres de la Iglesia. Si no llega su auténtica conversión, Dios intervendrá, pero no en este momento, porque son muchos, muchos, muchos los que viven en pecado y no aman a Jesús Eucaristía". [15]

Marisa no se ha preocupado nunca de su salud, sino de la de los otros y de modo especial de la de su hermano: "Te encomiendo de manera particular a nuestro Obispo, se está derrumbando y tú lo sabes. Yo ya no sé que hacer, sufro y ofrezco todos mis sufrimientos por él". [16]

Frecuentemente el desánimo y la desilusión a causa de los continuos aplazamientos, por parte de Dios, de sus intervenciones se han adueñado de nuestros corazones y la Madre ha tratado siempre de impedir que nos derrumbáramos y ha intentado animarnos: "A veces parece todo perdido, pero no es así. Dios sabe lo que hace, se hace esperar, se hace desear, pero después derrocará del trono a los poderosos, los hará caer uno a uno, de maneras diversas y ensalzará a los humildes, a los sencillos, a los buenos". [17]

Al final de esta aparición, en el momento de la bendición, la Virgen ha puesto, y no es la primera vez, puntos suspensivos, en lugar de pronunciar la palabra debida.

Eh ahí la expresión: "Junto a mi sacerdote, a mi gran Obispo, a mi... os bendigo"

Para quien conoce las cartas de Dios es extremadamente fácil comprender qué palabra no ha pronunciado la Virgen por motivos de prudencia. Llenaremos aquél vacío con la palabra justa en el momento oportuno. La Madre de la Iglesia ha levantado una vez más el velo sobre las condiciones reales de la Iglesia, cuando ha dicho: "Orad por la misión del Papa y por su conversión y la de todos los prelados que están a su lado". [18]

Una vez más la Vidente nos ha dado un gran ejemplo cuando, aún sabiendo todo lo que el card. Ratzinger ha hecho contra el Obispo ordenado por Dios, ha exclamado, hablando con la Virgen: "Amo a todos los papas, los muertos que están en el Paraíso y al vivo". [19]

Cuando vive dolorosamente la pasión o cuando los sufrimientos naturales llegan al máximo, la Madre Celeste y la madre terrena vienen a consolar a su hija: en una de estas situaciones la Virgen ha dicho a Marisa: "Hija mía, ángel adorado, has sufrido siempre mucho y combatido junto a tu hermano Obispo contra todos, especialmente contra los grandes hombres de la Iglesia y ahora estás exhausta. Me gustaría llevarte enseguida al Paraíso, pero no conozco los designios de Dios al respecto".

La Madre de la Iglesia nos ha confiado muchas veces como ha vivido después de la Ascensión al Cielo de Jesús: "Después de la muerte de mi Hijo Jesús fui confiada a Juan, el más joven de los Apóstoles. Acompañaba a menudo a los Apóstoles, cuando iban a evangelizar, pero no me hacía notar, quería su triunfo. Cuando estaba con ellos, cocinaba, los ayudaba y trataba de hacer todo lo que podía. Y cuando no los acompañaba y volvían a casa con los pies hinchados y enfermos, los cuidaba.

Estaba con los Apóstoles casi siempre en bilocación. Ellos no me veían, pero sentían que una presencia espiritual muy poderosa los ayudaba": [20]

El Obispo y la Vidente han seguido yendo en bilocación a los países pobres y necesitados. Últimamente han estado en Zaire, donde la abuela Yolanda y Marisa se han ocupado de los niños enfermos y Mons. Claudio ha catequizado a los jóvenes y las muchachas. Tras nuestra precisa pregunta, hemos sabido que los dos hijitos de la Virgen, cuando hablan a la gente, se expresan siempre en la lengua local. El Obispo para realizar funciones sagradas o administrar los sacramentos se pone los ornamentos sagrados y las insignias episcopales, mientras que durante los desplazamientos a los lugares cercanos está vestido con traje cómodo.

El 17 de noviembre nos ha llegado un anuncio traumático: "Esta mañana vuestra hermana ha sido privada de la visión durante una hora, en ella no había dolor, sino alegría, porque ya había visto todo lo creado por Dios y estaba contenta de sufrir por la conversión de las almas. Esta noche la vista se irá de nuevo, no sé si para siempre o durante algún tiempo. Nosotros rezamos a Dios, para que la ceguera no llegue o si tiene que llegar sea por poco tiempo".

Después del encuentro bíblico, el Obispo ha cenado con Marisa: mientras ella se mostraba calmada y serena, Mons. Claudio esta tenso y preocupado. La comunidad ha organizado una cadena de oración a la que se han adherido todos sus miembros. Marisa se ha ido a la cama tranquila, la Virgen y la abuela Yolanda han ido con su hijita, la han

abrazado, besado y bendecido. La Vidente se ha dormido serenamente entre los brazos de la Madre Celeste. Antes de dormirse había perdido de nuevo la visión.

El Obispo se ha puesto a orar, sentado en el sofá de su habitación y sólo cuando ha sentido en el corazón la invitación materna de ir a descansar, se ha ido a la cama. Por la mañana Mons. Claudio, apenas despierto, ha notado que Marisa dormía con la sonrisa en sus labios. Poco después ha abierto los ojos y vuelta al Obispo le ha dicho: "Hola, Don Claudio, ¿has dormido bien?": le había vuelto de nuevo la vista.

La subida al Calvario de Marisa es continua, como ha dicho Jesús: "Marisella no está nada bien y tiene tantos, tantos y tantos problemas de salud. Ninguna persona hospitalizada está tan gravemente enferma como ella. La vida de mis dos hijitos ha sido muy probada. Han sido heroicos y lo serán hasta el fin". [21]

La Virgen también ha hecho referencia al sufrimiento del Obispo: "Vuestro Obispo sufre mucho, porque ama mucho. Ha amado incluso a los que se han alejado, ha amado a los sacerdotes y ha orado por ellos".

Muchas veces Marisa ha visto a su madre, la abuela Yolanda, delante de Dios que rezaba por el Obispo.

Nos ha sido confirmado por la Madre de la Eucaristía: "Todos en el Paraíso estamos rezando por S. E. Mons. Claudio Gatti, pero quien más reza, después de mi y de S. José, es ella. La Abuela Yolanda se agarra a Dios, se arrodilla con la cabeza inclinada hacia abajo y reza a Dios por la Excelencia". [22]

La Virgen ha condenado siempre el fanatismo y el culto de la persona. Lo que, en otros lugares, donde ha aparecido la Virgen, ha estallado de manera preocupante, en nosotros ha ocurrido de manera modesta: la disminución de los presentes cuando estaba ausente Marisa. El reclamo materno ha sido inmediato: "No tenéis que venir por la Vidente, tenéis que venir por Jesucristo". [23]

El 3 de diciembre, primer sábado de mes, hemos celebrado el segundo aniversario de la muerte de la abuela Yolanda. La Madre del Cielo se ha expresado así de la que todos llaman abuela: "Dios ha querido que la abuela Yolanda fuese declarada santa por el Cielo. Cuando conozcáis su historia, comprenderéis que es una mujer que ha sufrido mucho, durante toda la vida, pero ahora es feliz. Ha empezado a conocer la felicidad cuando ha entrado en esta casa, pero sobre todo cuando ha encontrado a la Excelencia. Mi querido Obispo, el beso que yo y la Abuela Yolanda te damos cada noche, es para darte más fuerza y valor".

Marisa no ha podido participar en la S. Misa, después de la aparición, a causa de graves problemas de salud, pero el Señor le ha permitido poder estar igualmente presente. A un lado del Obispo, mientras celebraba la S. Misa, se han colocado la Virgen y S. José y en el otro la Abuela Yolanda y Marisa en bilocación. Cuando el Obispo ha hablado "de la abuela del Cielo", una sonrisa la iluminaba y de tanto en tanto acariciaba a aquél que ama de manera particular.

La Vidente nos ha dado, una vez más, un ejemplo grandioso y luminoso. Aunque continuaba sufriendo en cada parte del cuerpo y viviendo la pasión, repetía: "Soy feliz de sufrir, si así se pueden salvar las almas. Soy feliz de que Dios me haya dado este don. Don Claudio, ayúdame a llevar mi cruz. También tu, querido hermano, has salvado muchas almas con tu inmolación".

El Señor ha revelado a sus dos hijitos que con su sufrimiento, últimamente se habían convertido un millón y medio de almas, entre las cuales había muchos sacerdotes y obispos.

Dado que el Obispo acusaba un notorio cansancio se nos ha dicho desde lo Alto: "Orad, para que el Señor le conceda un poco de fuerza, porque cuando los tormentos son tantos, también el físico se resiente demasiado y todo se vuelve complicado. Excelencia, si tu entrases hoy en la madriguera de los lobos, sabes a que me refiero, tendrías una vida bastante difícil y yo no quiero esto, ya has sufrido bastante. Yo soy tu Madre, te he amado siempre y lo sabes". [24]

El día de la fiesta de la Inmaculada Concepción, la festejada nos ha comunicado de nuevo que: "A parte de Marisa, ya no hay videntes. Todos Nosotros del Paraíso sólo venimos aquí, bajo este entoldado. No hemos buscado la multitud y la gran popularidad. El Obispo y la Vidente son las personas más queridas a nuestro corazón por todos los sufrimientos que han tenido que soportar".

Después del Año de la Eucaristía, el Año del Amor. Ha sido ésta la espléndida iniciativa lanzada en octubre por S. E. Mons. Claudio Gatti, Obispo ordenado por Dios. El 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, nuestra comunidad ha entrado en el año del Amor, que terminará el 8 de diciembre de 2006.

"La Eucaristía es el amor de Dios dirigido a los hombres, ahora es necesario que el amor de los hombres vaya hacia Jesús Eucaristía, hacia Dios, hacia la Trinidad. El Año del Amor es la respuesta al Año de la Eucaristía: no seguirlo con perseverancia sería estéril". Así el Obispo del amor, como lo ha llamado la Madre de la Eucaristía, nos ha explicado las razones que lo han llevado a impulsar el año de la caridad. Tenemos que empeñarnos en amar lo más posible. El amor tiene que ser vivido en el interior de las familias y de la comunidad. Tenemos que conseguir cumplir lo que nos ha dicho Jesús hace un año, es decir, reunir todos nuestros corazones y formar uno grande unido a Su Corazón Sacratísimo, al Corazón Inmaculado de María y al gran corazón de San José, que no puede quedar excluido de la llama de amor, que queremos formar. Cada uno tiene que sentir dentro de sí el deseo de vivirlo para poderlo contagiar también a los otros. No tienen que haber divisiones, conflictos, discusiones y si surgieran, tienen que ser inmediatamente vencidas por la caridad. El año del amor será la respuesta que daremos, como comunidad, a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo, a Dios Uno y Trino realmente presente en la Eucaristía: eh ahí nuestro testimonio y nuestro propósito.

Sin amor, sin caridad, no se llega a ninguna parte. Si no hay amor quiere decir que no hay ni siquiera una fuerte presencia eucarística. Sólo la Eucaristía tiene el poder de transformar, de cambiar y de encaminar a las almas hacia el bien y solo con la vida en gracia de Dios, en el respeto a los mandamientos, conseguiremos creer en lo imposible, esperar contra toda esperanza y amar también a nuestros enemigos: es la gran enseñanza de Jesús Eucaristía y de la Madre de la Eucaristía. Una ayuda, una sonrisa o retener para sí una palabra fuerte, un acto de amor que realizamos a otro miembro de la comunidad, un conocido, un familiar, un compañero de trabajo, tiene una resonancia mundial. Aquel acto de caridad dirigido a un hermano, a una hermana, puede ser aprovechado por Dios como una ocasión para convertir a otras personas.

El amor es superior a la oración: "Primero aprended a amar después orad", nos ha enseñado Jesús. Si nosotros hacemos un gesto de caridad a un hermano cercano, otro hermano lejano a centenares o millares de kilómetros puede ser salvado. Eh ahí porque el Obispo nos ha animado a multiplicar los actos de amor entre nosotros, las sonrisas, los comportamientos positivos. Tenemos que cortar cualquier palabra o comportamiento que pueda hacer sufrir aunque mínimamente a otro hermano para generar en la Iglesia una avalancha de gracias, de bendiciones, de ayudas sobrenaturales. Cuanto más nos amemos entre nosotros, mas demostraremos que amamos a Dios.

La conversión de los otros depende del amor que nosotros sepamos dar a un hermano nuestro, con un gesto, una palabra, una acción nuestra. "Cada migaja de caridad es un escalón de la gran escalera que lleva al Paraíso y que ayuda a vuestros hermanos a subirla", son las maravillosas palabras de una carta de Dios.

La noche de la fiesta de la Inmaculada, Mons. Claudio y Marisa han ido en bilocación al río Jordán, donde los esperaban Jesús, la Virgen, S. José y la abuela Yolanda. Jesús ha tomado por los hombros al Obispo y se han alejado para hablar. Sabemos que su coloquio, como de costumbre, ha versado sobre la Iglesia. Una vez asado el pescado, se han reunido todos para comerlo. Jesús ha bendecido la mesa y después de haber cantado un Himno a Dios, los presentes han gustado el inmejorable pescado, cocinado por las dos madres. Del Jordán se han desplazado a Belén, a la Basílica de la Natividad, donde Jesús, Nuestra Señora, S. José y la abuela Yolanda han entrado, pasando a través de las paredes y Mons. Claudio y Marisa han atravesado la pequeña puertecita, que se les ha abierto de par en par.

Finalmente, mientras Jesús ha vuelto al Paraíso, todos los demás han ido a ayudar a la población de Ruanda, atormentada por la falta de alimento, de agua y de medicinas.

Se ha verificado en el interior de nuestra comunidad una situación enojosa. Dos de los miembros de ésta, azuzados por personas externas, aunque en cierto modo unidas a nosotros, han empezado a difundir quejas y chismorreos "sobre el excesivo coste del último libro de las cartas de Dios". Nuestra Madre y Maestra ha intervenido inmediatamente para atajar este corro de habladurías contraproducentes: "Antes de juzgar, antes de hablar, teníais que coger el libro y mirar. ¿No lo queréis? No lo cojáis. Este libro tiene el doble de fotos con respecto al anterior y las fotos cuestan mucho, añadid el trabajo de los jóvenes que han ordenado las páginas y el costo de la imprenta. No habéis ni siquiera considerado el trabajo de vuestro Obispo. ¿Qué más teníamos que hacer?" [25]. Algún día después, otros miembros de la comunidad, cargados de buenas intenciones, han expedido cartas por iniciativa propia a algunos obispos y cardenales. El aspecto de las cartas era ordinario y el contenido discutible. La mala imagen por haber mandado estas cartas, es como si lo hubiera hecho nuestro Obispo. La Virgen, con paciencia materna, ha vuelto a llamar la atención sobre nuestras responsabilidades:

"No se mandan cartas, como la que preparasteis vosotros a personas de alto rango, aunque no estén en gracia. Yo, he sufrido cuando he visto aquellas cartas porque los obispos y cardenales no son zapateros, carteros, esto no lo acepto; no se tiene que faltar al respeto a nadie, ni pequeño ni grande. Por desgracia cada vez que digo que estáis caminando, que vais bien, volvéis atrás". [26]

Después de las regañinas, nuestra Madre nos ha animado a continuación: "Habéis cometido errores, pero tratad de olvidar, de corregiros y seguir adelante". [27]

Como ya se ha dicho, el Obispo ordenado por Dios había escrito por orden de la Virgen el 14 de septiembre de 2005 una carta a Benedicto XVI, que no fue entregada al Papa, pero que fue distribuida a muchos eclesiásticos con la consigna de no mencionarla al destinatario. Los jóvenes y los adultos de nuestro Movimiento han envidado a todos los cardenales y obispos, que ejercen el ministerio en Italia y en el Vaticano, una copia de la carta, exhortándolos "a librarse del miedo paralizante respecto a quien tiene el poder y a decidirse valerosamente a tratar el contenido de la carta escrita por Mons. Claudio Gatti al Papa en una de sus asambleas". (Anexo)

Las condiciones del aparato digestivo de Marisa han continuado empeorando y provocándole dolores a veces casi insostenibles, causándole desmayos repetidas veces. En aquellos momentos tremendos las dos madres, la celeste y la terrena, estaban al lado de su hija, para ayudarla. El Obispo a veces no era capaz de retener las lágrimas al ver a su hermana sufrir tan atrozmente y la Virgen le decía: "Tesoro de Dios, no te hundas, ésta es su misión".

Zaire, Sudán y China se han convertido en escenario de la actividad caritativa y apostólica del Obispo y de la Vidente: Dios los ha mandado a menudo a aquellas naciones.

El Señor no ha abandonado nunca a sus queridos hijitos y ha intervenido siempre para evitarles situaciones dramáticas. El Obispo ha experimentado la particular asistencia de Dios cuando por una serie de causas que no es oportuno describir, se veía obligado a amputarse el pie. Dios ha intervenido y el examen de sangre ha confirmado la inexistencia del problema.

La noche de Navidad, siempre por causa de sus precarias condiciones de salud, Marisa no ha podido bajar a la iglesia para participar a la S. Misa. Para consolarla, la Virgen le ha entregado al Niño Jesús que ha estrechado contra su corazón con amor y delicadeza, mientras exclamaba: "Es tierno; tiene la carne blanda, blanda, es pequeñito"

El Señor ha concedido a Marisa otra gran alegría: la ha conducido al Paraíso donde además de Jesús, la Virgen, S. José, la abuela Yolanda y otros santos y los ángeles, ha visto también al Obispo ordenado por Dios que llevaba la indumentaria que vestirá cuando llegue a las alturas vertiginosas y a las alturas estupendas.

Otro episodio demuestra la cercanía de la Madre Celeste a Marisella y ha ocurrido pocos días antes del fin de año. En el momento de la Comunión, durante la S. Misa celebrada por el Obispo en la habitación de Marisa, Mons. Claudio ha visto una hostia levantarse en vuelo e ir hasta Marisa que la ha cogido con la mano y ha comulgado. La Madre de la Eucaristía había llevado a Jesús Eucaristía a la víctima de la Eucaristía, durante la S. Misa celebrada por el Obispo de la Eucaristía.

Los jóvenes de la comunidad han festejado el fin del año solar 2005 y el inicio del 2006 junto a su padre y a su madre espirituales. Poco antes de sonar la media noche se han recogido todos en oración y a media noche en punto ha aparecido la Virgen que ha entregado una carta de Dios, reservada a los presentes.

Mons. Claudio nos ha permitido publicar este trozo: "Ha sido un año muy duro para vosotros, pero sobretodo para mis dos hijitos y para Nosotros; verlos sufrir cada vez que bajamos a la Tierra nos duele. Ha sido un año áspero, pero rico en conversiones. Muchas almas han sido salvadas, han renunciado a Satanás y han vuelto a Dios. Alguno ha tenido que pagar por todo esto. Dios había llamado a tres personas para inmolarse para la salvación de la Iglesia, de éstas ha quedado sólo una: vuestra hermana".

El primer día del año nuevo, el Señor ha confiado un importantísimo trabajo a la Vidente. El Obispo ordenado por Dios no nos ha hablado detalladamente de su contenido, pero se ha limitado a decir que se refiere a la Iglesia, por la cual Marisa se está consumiendo día a día entre atroces dolores y una continua pasión.

También el 1º de Enero, la Virgen nos ha recordado que: "Este es el año del amor, ponedlo en práctica y haced que sea verdaderamente un año lleno de amor para todos".

El Señor ha hecho saber al Obispo y a la Vidente que la mayor parte de los destinatarios de las cartas, que salieron de Via delle Benedettine, las han acogido con respeto y han creído en lo que contenían: además las han dado a conocer enviando fotocopias también a los amigos y hermanos del extranjero.

Además los enemigos declarados de las apariciones de la Madre de la Eucaristía y de los milagros eucarísticos, ocurridos en el lugar taumatúrgico, han leído las cartas, aunque con rabia, y las han conservado en sus archivos.

Materia a parte merecen los compañeros de Seminario del Obispo, ordenados sacerdotes con él en el lejano 1963. Los sacerdotes de aquel curso eran 33, contando los pertenecientes a la diócesis de Roma y a otras diócesis de Italia. Actualmente son 27: algunos de estos han muerto y otros, por iniciativa propia, han pedido la reducción al estado laical. De los 27 sacerdotes, los que pertenecen a la diócesis de Roma o forman parte, incluido nuestro Obispo, son 12.

Con estos últimos, Mons. Claudio ha tratado de tener relaciones mientras ha sido posible. De todos modos, de ninguno de ellos, por desgracia ha recibido ni una palabra de consuelo o de ánimo, cuando fue machacado, aunque ilícitamente e inválidamente, antes de la suspensión a divinis, y después de la reducción al estado laical. Sacerdotes acusados de pedofilia, de abusos sexuales con menores y otros graves delitos, han sido tratados por los hermanos mejor que nuestro Obispo.

El motivo de este alejamiento es uno sólo: tienen miedo del card. Ruini que ha amenazado "con castigar a todos los que hubiesen tenido contactos de cualquier género con Claudio Gatti".

Sin embargo, el Obispo ordenado por Dios, ha encomendado siempre a la Virgen a sus ex compañeros de Seminario, ha rezado y hecho rezar por ellos. Se ha interesado de modo particular por los 11 sacerdotes romanos y ha hablado varias veces con Dios Padre, Jesús y la Virgen.

Ha hecho a la Madre de la Eucaristía esta pregunta: "¿Cuántos de los 11 sacerdotes de Roma, mis ex compañeros de Seminario, creen en mi y en mi misión"? "Cinco creen ciegamente en ti, cinco tienen reservas y perplejidad, influenciados por uno que está devorado por la envidia y los celos en lo que a ti se refiere, uno te es completamente hostil, y tu sabes el motivo".

Por reserva callamos sus nombres.

La Virgen nos ha inculcado el respeto hacia la autoridad eclesiástica: "Quienquiera que gobierne la Iglesia, aunque no guste, tiene que ser respetado". Quien conoce bien la historia de la Iglesia sabe que, por desgracia, no todos los papas han hecho lo que debían, pero vosotros respetad y orad por Su Cabeza".

Jesús ha dado una explicación definitiva sobre una hipótesis teológica largamente debatida entre los teólogos: la existencia del limbo: "Cuando los hombres afirman que los niños muertos sin el bautismo no van al Paraíso, no tienen buena fe, a ellos les interesa escribir para vender libros y presentarse como profetas. Todos los niños, incluso los que no han recibido el bautismo, después de Mi muerte y resurrección están en el Paraíso conmigo. Antes los sacerdotes hablaban de la existencia del limbo. Pero ¿qué limbo? ¿Qué es el limbo? No escuchéis a quien enseña una doctrina distinta de la que Yo he enseñado".[28]

El 15 de enero, la Madre de la Eucaristía nos ha traído una importantísima carta de Dios, en la que se habla de manera clara de nuestro Obispo, de su ordenación episcopal, hecha por Dios, de su papel en el interior de la Iglesia y del comportamiento de los grandes hombres de la Iglesia en lo que a él se refiere. La importancia de los argumentos tratados, nos obliga a mencionar los fragmentos más significativos: "Jesús ha ordenado a Pedro obispo y lo ha establecido Cabeza de la Iglesia. Dios en persona ha ordenado al Cabeza de todo. Esto todavía no ha ocurrido; hace falta "alargar el cuello" como decís en la Tierra. Después de Pedro y de los apóstoles nunca más, nadie ha sido ordenado Obispo por Jesús, porque éstos han ordenado a otros Obispos. Pero después de tantos y tantos siglos ha sido ordenado por Dios un nuevo obispo: Monseñor Claudio Gatti. Esta intervención divina ha hecho estallar muchos celos y envidias entre sus hermanos que, tengo que decir, con palabras muy crudas, lo han machacado bajo todos los puntos de vista. Pero él, impasible y fuerte, aunque hoy lo es un poco menos por motivos de salud, como Pedro continua adelante, con su pequeño cenáculo. El que sufre por esta elección es vuestro Obispo. Los otros obispos, incluido el Cabeza de la Iglesia, no lo han aceptado, o si lo han aceptado tienen miedo de manifestarlo. Muchos de estos son buenos, lo estiman, lo quieren, pero callan por miedo. Igualmente el señor Ruini, cuando habla de vuestro Obispo con personas de alto rango, de su confianza, habla bien, sin embargo cuando se encuentra con personas que no forman parte de su camarilla, habla mal y con tono de amenaza. Excelencia, camina como antes, con el paso seguro de S. José. No tengas miedo de nada deja que digan, deja que hagan. Los que hablan mal, y tu sabes quienes son, no merecen comprensión, están muy enfermos, son muy envidiosos, muy celosos, querrían ver como te vas a pique, pero esto no ocurrirá nunca. No te preocupes de ellos: hermanos, religiosas, parientes o amigos, quien quiera que ellos sean, déjalos que hagan. Yo estoy siempre contigo, Monseñor Claudio Gatti, Obispo de todo el mundo, cabeza de todo el mundo".

El 23 de enero, Marisa ha vivido una experiencia tremenda. He tenido la visión del Infierno y en él ha visto sacerdotes, obispos, cardenales y papas. La ha convulsionado grandemente el reconocer en su interior no solo personas muertas, sino también vivas. Sólo al Obispo le ha dicho los nombres de los vivos presentes ya en el infierno.

Algunos días después, mientras Marisa se probaba el vestido blanco que se pondrá en el lecho de muerte, ha aparecido la Madre de la Eucaristía y ha dicho a su hijita que estaba hermosa, que la noche siguiente vería en sueños la escena de su muerte y lo que ocurriría después.

En el mes de enero, Marisa ha continuado compartiendo los dolores de su pasión con el Esposo Divino, al cual ha ofrecido generosamente también los numerosos y atroces sufrimientos naturales. A veces su terrible mezcla era tan demoledora que se desmayaba o perdía la vista; si, después de haber rezado y tras la invitación de la Virgen, el Obispo ponía la Eucaristía sobre los ojos de la Vidente, enseguida volvía a ver. Mons. Claudio, al constatar cuanto padecía su hermana y al escuchar sus gemidos, estaba cada vez más probado y cansado.

Una vez se ha dado cuenta de que Marisa se estaba muriendo bajo sus ojos y ha gritado: "Dios mío, ¿dónde estás?, Jesús, ha respondido inmediatamente: "Estoy a vuestro lado y os ayudo".

La Madre de la Eucaristía nos ha hecho saber que uno de los frutos de tantos sufrimientos ha sido la conversión de 510 obispos, entre los cuales sólo 3 italianos.

La Madre ha dado siempre fuerza y valor a Mons. Claudio y a Marisella: "Ánimo, Marisella, tu salud va declinando día a día, pero veo que eres feliz porque, a pesar de tanto sufrimiento, llevas adelante tu misión. Mis dos queridos hijitos, sois mis ángeles, dos mártires que sufren día y noche por el renacimiento de la Iglesia y por la conversión de los hombres". [29]

"Claro que, a veces la naturaleza humana se rebela y también Marisella pide ayuda, consuelo y murmura: "Llévame ya", es natural".[30]

La Madre de la Eucaristía ha pedido al Obispo que le administrara el Sacramento de la Unción de los Enfermos a Marisa y ha explicado: "No significa que esté muriendo, sino más bien la extremaunción ayuda a estar bien, ayuda a vivir o a morir según los planes de Dios".

Mons. Claudio ha invitado a participar en el rito del sacramental solo a sus sobrinos, los cuales se han conmovido hasta llorar.

Marisa estaba serena y llevaba puesto el vestido blanco que vestirá en su lecho de muerte. El Obispo, que a su vez llevaba la indumentaria que vestirá cuando vuele a las alturas vertiginosas, estaba particularmente emocionado y ha hablado con dificultad: "Querida hermanita, tu vida puede estar sintetizada en esta expresión: "Víctima de la Eucaristía, mártir de amor y heroína del sufrimiento". Has

empezado a sufrir desde que tenías pocos años y desde entonces tu vida ha sido un continuo y atroz tormento. Has derramado literalmente la sangre, en los frecuentes momentos en los que los estigmas se volvían visibles, para el renacimiento de la Iglesia. Te doy las gracias porque has ofrecido tu vida por mi sacerdocio, mi episcopado y mi futuro.

Millones de almas se han convertido y muchas personas, incluido el que habla y algunos sobrinos, han recuperado de nuevo la salud y/o no he muerto por tus sufrimientos". Después de su hermano, ell ha dado su testamento espiritual: "Os invito a vivir la caridad más alta. Amad a todos y perdonad a los que os hacen sufrir, así vuestro corazón será libre y estará desposeído de resentimiento y de rencor, sentimiento que antes de dañar a los otros, hieren vuestra alma. Mostrad sensibilidad y delicadeza hacia los necesitados, los enfermos y los ancianos. Cuando esté en el Paraíso rezaré y velaré por vosotros y por nuestra comunidad".

La Madre de la Eucaristía, presente en la conmovedora ceremonia con S. José y la abuela Yolanda, ha añadido: "Todo lo que vuestra hermana ha dicho, deseaba decíroslo yo: caridad, amor, sensibilidad hacia todos, especialmente hacia los niños, los enfermos y los ancianos. Marisella, ya lo sé, estás luchando entre la alegría de marchar y la alegría de quedarte, pero tú continúa haciendo lo que Dios te pida, siempre. Hija mía, te llevaremos al Paraíso a gozar y verás tantas cosas que no están en la Tierra. Tu ya lo conoces, sabes que el Paraíso es Dios, es recibir a Jesús Eucaristía en gracia".

Finalmente la Madre de la Eucaristía ha pedido al Obispo ordenado por Dios que la bendijese a ella, a S. José, a la abuela Yolanda y a los sobrinos y se ha puesto dócilmente de rodillas con la cabeza inclinada hacia el suelo.

A todos los presentes, Mons. Claudio ha impartido la bendición episcopal. El 2 de febrero el Obispo ha tenido un largo e importante coloquio con la Virgen. Habríamos querido publicarlo íntegramente siendo como es tan conmovedor y afectuoso, pero la delicadeza de los argumentos tratados nos impone reserva y discreción. Podemos solo hacer algunas referencias, sin revelar particulares

En primer lugar, el hijo se ha desahogado con la Madre Celestre. Ha dejado hablar a su corazón, traspasado por el sufrimiento y su alma lacerada por el dolor. Ha hecho a la interlocutora celeste una serie de preguntas de las cuales ha recibido respuestas exhaustivas y clarificadoras.

Finalmente la Madre de la Iglesia y el Obispo ordenado por Dios han hablado de la situación actual de la Iglesia, del Papa, de la diócesis de Roma y de los ex compañeros de Seminario del Obispo. En particular la Madre de la Eucaristía ha indicado los nombres de los eclesiásticos que colaborarán con el Obispo cuando suba "a alturas vertiginosas". Le ha nombrado también a algunos sacerdotes, a los que tendrá que conferir la ordenación episcopal.

También le ha renovado la promesa de que la verá a Ella y a Marisella, después de su muerte, y junto a S. José y a la abuela Yolanda lo ayudarán a llevar adelante la misión de hacer renacer la Iglesia.

Las condiciones de salud de Marisa de improviso se han convertido en críticas, hasta padecer un bloqueo intestinal y una grave crisis respiratoria. El Obispo ha comprendido que humanamente no se podía hacer nada, pero sabía también que aquél no era el momento de su partida. De hecho Dios ha intervenido, ha librado a Marisa de la muerte, pero no del sufrimiento que ha continuado atormentándola y haciéndola gemir.

Todos sabemos que la Revelación Pública ha terminado con la muerte del último apóstol. Todas las verdades en las que tenemos que creer y profesar han sido reveladas. Esto vale sólo desde el punto de vista doctrinal y no hace referencia a los hechos de la vida privada y pública de Jesús que son pocas o escasas, como nos lo recuerda S. Juan: "Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús, que, si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran" (Jn. 21, 25)

Una de las tareas de la Revelación Privada es la de darnos mayores datos referentes a la vida de Jesús. No tenemos que olvidar que también la Revelación Privada, tiene como fuente a Dios.

Rechazar la Revelación Privada, aunque no sea pecado, expone a hacer el ridículo y a hacer afirmaciones erróneas, como, por desgracia le ha ocurrido a Benedicto XVI. Si hubiese leído, o mejor dicho, aceptado las cartas de Dios que nos ha traído la Madre de la Eucaristía, habría tenido presente que, durante la vida pública, la Madre ha estado siempre al lado de su Hijo de manera ordinaria o extraordinaria, es decir, en bilocación. Para darse cuenta es suficiente recordar lo que han dicho Jesús y la Virgen en la carta de Dios del 5 de febrero del 2006:

Nuestra Señora - Cuando caminábamos, por las calles de Palestina, yo trataba siempre de ponerme en el último lugar, porque mandaba adelante a los apóstoles, pero Jesús, al no verme, se daba la vuelta y con maravillosa voz me decía: Mamá, ven a Mi lado, no te olvides que eres mi madre.

Jesús - Y ella taciturna, silenciosa, sonriente, se acercaba a Mi. Yo apoyaba mi mano en su hombro y la estrechaba contra mi corazón.

En la conclusión de su primera encíclica, "Deus caritas est", fechada el 25 de diciembre del 2005 está escrito: "(La Virgen) acepta ser como olvidada en el período de la vida pública de Jesús".

Esta afirmación que puede concebir ideas equivocadas en los fieles, ha empujado a la Madre y al Hijo a precisar que:

Nuestra Señora - Jesús no me ha olvidado nunca, sino que me ha amado y respetado como Madre de Dios y como Hijo de Dios. Yo soy la Madre de Jesús y he sido siempre amada, respetada y colocada en el primer lugar.

Jesús - He respetado y amado siempre a la Madre, como hacen tantos hijos buenos que honran a los padres.

También los grandes teólogos tendrían que respetar, con humildad y sencillez, la Revelación Privada, sus estudios no sacarían más que beneficios y ventajas.

El 11 de febrero de 2006, fiesta de la Virgen de Lourdes, nuestra comunidad ha acompañado con la oración a algunos de sus miembros que han recibido el sacramento de la Unción de los Enfermos. Mons. Claudio Gatti, en la catequesis que ha precedido a esta importante jornada, ha explicado la necesidad de cambiar de mentalidad al recibir este sacramento. No se debe recibir con temor, sino con espíritu alegre y sereno, porque todo sacramento, ante todo, aumenta la gracia, es un encuentro con Cristo y una expresión del inmenso amor de Dios por nosotros. El Obispo ordenado por Dios se ha confiado a las oraciones de los enfermos de la comunidad que han recibido este Sacramento, porque el que sufre es más semejante a Jesús y está mas cerca de Él: "Confío a vuestros sufrimientos, a los momentos tristes de vuestra jornada, el futuro de la Iglesia. Sed velas vivas, palpitantes, porque el mundo y la Iglesia tienen necesidad de vuestra luz, de vuestras tribulaciones y de vuestro dolor. Tenéis que sentiros como velas encendidas delante del altar de Dios y yo, oficialmente y solemnemente, os confío el futuro de la Iglesia y mi futuro; el que sufre está más cerca de Jesús que quien no sufre enfermedades. Jesús ha dicho: "Venid a Mi todos los que estáis agobiados y cansados que Yo os aliviaré".¿Quién mejor que los enfermos, que los que sufren, puede ayudar a dos hijos escogidos por Dios para cumplir la gran misión, ofreciendo sus propias jornadas, penas y oraciones?.

La Unción de los Enfermos es comúnmente llamada "Extrema Unción", porque frecuentemente se confiere al enfermo moribundo, cuando ya no está consciente. No es justo vivir este sacramento como una especie de "pasaporte para el alma", sino más bien como una gracia necesaria para ayudar a quien está sufriendo. El sacramento puede ser dado a quien tiene una salud enfermiza, a quién está en edad avanzada, pero también a los que tienen que afrontar una delicada operación y, si se tuvieran que presentar otras condiciones semejantes o situaciones que comportan preocupación, puede ser nuevamente recibido. La Unción de los Enfermos ayuda al enfermo en el sufrimiento, le da la gracia, la serenidad, la luz y el equilibrio necesario para afrontar la enfermedad y ser un faro luminoso que brilla en el interior de la familia. Es el mismo Jesús que se inclina sobre el que sufre para ofrecerle Su ayuda, Su comprensión y Su consuelo. Para algunos la ayuda consiste en estar acompañados en el abrazo final con Dios, para otros en la mejora de la salud o también de la curación. Nuestra hermana Marisa en una de sus fuertes crisis de dolor, cuando parecía que se iba al Paraíso, después de haber recibido la Unción de los Enfermos ha conseguido superar aquel terrible momento. A veces, por tanto, este sacramento puede restituir la vida, si eso es conforme a la voluntad de Dios, que no siempre sana a sus hijos, porque el sufrimiento es una consecuencia del pecado original y por justicia Dios no puede anularla: pero ayuda e infunde valor. La Unción de los Enfermos produce la gracia de estar unidos al Señor y la fuerza de ser capaces de soportar las enfermedades y el sufrimiento que produce temor; también el Señor lo ha experimentado, por este motivo viene al encuentro del enfermo, poniéndose a su lado.

Dios ha deseado que el pasado 11 de Febrero el Obispo impartiese la Unción de los Enfermos a diversos miembros de nuestra comunidad, para que en la Iglesia se difundiese el sentido auténtico de este sacramento, que, como los otros, tiene que ser amado: Cristo los ha querido e instituido y han salido de Su costado. Todos los Sacramentos son expresa consecuencia de la pasión y de la muerte de Cristo, por tanto es necesario ver también la Unción de los Enfermos bajo esta luz.

El 10 de febrero el Obispo durante la homilía ha afirmado: "Mañana un grano de trigo será echado en la Iglesia, para que pueda crecer y expandirse una nueva mentalidad y concepción, gracias a la cual se llegará a recibir con alegría este sacramento. Cuantas veces, en casos de enfermos terminales, se ha esperado demasiado tiempo para darlo a los enfermos que ya no estaban lúcidos. Se tiene que impartir antes, porque después el enfermo no se da cuenta del sacramento que recibe. Mañana será un momento considerablemente importante para toda la Iglesia".

El amor, la misericordia, la compasión del Señor, lo han empujado a intervenir a favor de los enfermos, y muchos se han curado. Se ha conmovido hasta las lágrimas ante la tumba de su amigo Lázaro, o del joven hijo de la viuda de Naim, mientras era llevado a enterrar. El Señor ha querido que Su amor, Su delicadeza y preocupación hacia los enfermos permaneciese en la Iglesia.

El Obispo, poco antes de impartir la Unción de los Enfermos, ha colmado nuestro corazón diciendo: "Cada vez que recibimos cualquier sacramento nos encontramos con Cristo, como hoy vosotros, queridos enfermos. Tenéis que sentiros en este momento, amados por Cristo, Él se dirige a cada uno de vosotros. En el momento en el que recibís la Unción de los Enfermos, sabed que Jesús, en la persona del Obispo, se acerca con amor, con respeto y estima a cada uno de vosotros. Es una gracia que inunda vuestra alma, un conjunto de bendiciones que refuerza vuestra fe, una luz profunda que se une a vuestro corazón y tendrá que iluminar y acompañar durante todo el tiempo que Dios ha establecido para cada uno de vosotros. No tengáis miedo de esto, ni de los Sacramentos que Él ha instituido, Jesús se inclina sobre cada uno de vosotros, os besa y se conmueve"

Antes de la celebración de la S. Misa, durante la cual el Obispo ha administrado el sacramento de la Unción de los Enfermos a diversos miembros de la comunidad, la Virgen ha aparecido a Marisa, acompañada de los ángeles, de S. Bernadette y de don Andrea Santero,

el sacerdote muerto en Turquía mientras oraba por un fanático musulmán.

La Virgen que, junto a Jesús, ha asistido durante ocho años a su amado esposo José, ha revelado: "Yo he estado al lado de mi amado esposo José durante muchos años y lo he visto sufrir, llorar y quejarse por el dolor". [31].

El 12 de febrero la Madre de la Eucaristía ha hablado una vez más de cuanto había ocurrido el día anterior: "Estáis viviendo todavía la emoción de ayer, cuando ha sido conferido el sacramento de la Unción de los Enfermos. Ha sido una ceremonia muy hermosa y sentida. Dios ha inspirado a vuestro Obispo para haceros vivir este sacramento de manera alegre. La Unción de los Enfermos es muy importante y el que la ha recibido tiene que estar feliz y contento. Una parte de los ángeles y de los santos del Paraíso ha bajado en medio de vosotros, la otra se ha quedado a rezar delante de Dios por vosotros".

En la misma aparición, la Virgen ha dicho: "Estoy siempre al lado de vuestro Obispo, de otro modo, él solo no podría; tiene necesidad de Nosotros y tiene necesidad también de vosotros, ayudadlo y rezad por él".

La Virgen ha hecho saber a sus dos hijitos que los poderosos enemigos del Obispo, que ocupan lugares de relevancia en el Vaticano, en el Vicariato y en importantes sedes episcopales italianas y extranjeras, han leído con atención la carta de Dios y han llegado a comprender, sin sombra de duda, qué futuro ha reservado Dios al Obispo que Él mismo ha ordenado.

Por este motivo están tratando por todos los medios de desacreditar a Mons. Claudio, de sembrar calumnias y sospechas contra él y así impedirle "que ascienda a las alturas vertiginosas". Pero el plan diabólico está destinado a fracasar, "Porque -ha dicho la Virgen- con Dios no se juega. Mi Todo hará caer como bolas de billar, uno tras otro, a todos los que se opongan a sus designios".

Hacia fin de mes ha ocurrido otro afectuoso coloquio entre la Madre de la Eucaristía y sus dos hijitos, y los temas tratados han sido exclusivamente personales y familiares, es decir, que ha hecho referencia al Obispo, a la Vidente y a la situación interna de la casa de Via delle Benedettine. Al final del coloquio la Madre de la Iglesia ha indicado al Obispo ordenado por Dios a otros cuatro sacerdotes sobre los que impondrá las manos para ordenarlos Obispos.

El Obispo ha pedido a sus jóvenes que compusieran una oración dedicada a S. José, el santo que, después de la Virgen, ama más. Los jóvenes han aceptado con entusiasmo la propuesta y cada una de ellos se ha empeñado a formularla según su propia sensibilidad y formación espiritual.

Han surgido tantas ideas como jóvenes son, cada uno ha evidenciado un aspecto diferente del Santo. A este primer trabajo ha seguido un acoplamiento en el que, de modo progresivamente armonioso, han sido recogidas las más hermosas y significativas expresiones dirigidas al esposo de la Virgen.

Terminado el trabajo, ha salido una oración, de la cual la esposa de José ha dicho: "Conozco la oración y la he leído a todos en el Paraíso, es muy hermosa, a Nosotros nos ha gustado muchísimo. Como sabéis muy bien, ha sido aprobada por S. E. Mons. Claudio Gatti. En el futuro oiréis hablar de esta oración, de vuestro Obispo y de los que caminan paso a paso a su lado". [32]

La Madre de la Eucaristía nos ha repetido frecuentemente que "las cartas de Dios", traducidas en varias lenguas, son conocidas en cada rincón del mundo. Tenemos confirmaciones continuamente, dado que los accesos a nuestro sitio en Internet son bastante numerosos y tienden a aumentar cada vez más.

También muchos sacerdotes, obispos y cardenales leen las cartas de Dios, tal como nos ha informado la Madre de la Eucaristía: "Vosotros no podéis imaginas cuantos sacerdotes las leen; algunos a escondidas, otros tienen el libro que las recoge encima del escritorio o en el comodín: la mayor parte de ellos cree en las cartas de Dios, en este lugar taumatúrgico y en los milagros eucarísticos. Si algunos eclesiásticos de alto rango no continuasen sembrando cizaña y difundiendo mentiras y calumnias contra el Obispo y la Vidente, la Iglesia podría empezar a cambiar". [33]

Dios quiere, y lo ha confirmado otras veces, que el Papa reciba al Obispo ordenado por Él y que los otros obispos reconozcan al Obispo de la Eucaristía, pero esto todavía no ha ocurrido y quien sabe cuando ocurrirá.

Sabemos que si los hombres no toman la iniciativa, será Dios el que la tome. De todos modos, la Madre de la Eucaristía nos ha dirigido la siguiente pregunta, a la cual ha respondido ella misma: ¿Por qué tampoco el nuevo Papa ha llamado a vuestro Obispo? ¿Por qué aquellas personas que pueden hacer lo que quieren no lo han llamado? Mis queridos hijos, tendríais que comprenderlo vosotros solos. Vuestro Obispo a estas personas les da miedo, porque es recto, decidido, seguro, está lleno de amor y de sensibilidad hacia todos. ¿Cómo es que aquellos que creen en el Obispo no reaccionan y no dicen al Santo Padre o al Señor Ruini: "¿Qué estamos haciendo? Oh, si estos sacerdotes y obispos fuesen a hablar con el Papa: "Santidad, usted sabe como están las cosas, intervenga para restablecer la verdad".

Como si esto no fuese suficiente, la Virgen ha concluido: "Gritaré siempre a todos que mi Obispo y vuestro es santo". [34]

El 8 de marzo pasado, el Obispo y la Vidente han vivido un momento extraordinario. Era el tercer día del triduo en preparación al 43º aniversario de la ordenación sacerdotal de S. E. Mons. Claudio Gatti.

Durante la Santa Misa, celebrada en la presencia de numerosos miembros de la comunidad, el Paraíso ha descendido a la Tierra y ha rodeado al Obispo ordenado por Dios. La presencia del ejército celestial tan compacto y numeroso es la confirmación de la autenticidad de la misión que Dios ha confiado hace 35 años al futuro Obispo y a la Vidente. El 9 de marzo, día del aniversario, la habitación de la Vidente se había transformado en un jardín de flores. La finalidad era la de preparar una digna acogida a la Madre de la Eucaristía, en la esperanza que vendría a dar su mensaje también Jesús. La sorpresa fue mayúscula cuando la Virgen anunció que vendría Dios Padre.

El Obispo y Marisa se han postrado en adoración, siguiendo el ejemplo de la Virgen, y ha venido Dios Padre que ha llamado hijito al Obispo Claudio Gatti, ordenado por Él mismo, y ha utilizado el apelativo de Excelencia. Dios Padre, dirigiéndose al Obispo de la Eucaristía de un modo afectuoso y paterno, le ha dicho: "Hijo mío, ábreme tu corazón, dime todo lo que quieras y hazme las preguntas que te agobian". S. E. Mons. Claudio Gatti ha conversado durante algún tiempo con Dios Padre, desahogándose como hace un hijo con su padre. Dios Padre escuchaba en silencio las palabras que el Obispo tenía en el corazón, aunque las sabía antes de ser pronunciadas por sus labios, y ha respondido a sus preguntas. Antes de exponer las razones por las que está obligado a esperar para despojar a los poderosos de los tronos, el Señor ha manifestado su deseo de salvar aún a muchas almas, especialmente las de sus hijos predilectos, los sacerdotes. Dios Padre ha dicho que si tuviese que intervenir ahora, en este momento, "muchos de mis hijos sacerdotes se perderían y esto mi corazón no lo acepta". Aún más asombroso ha sido cuando el Obispo ha oído que Dios Padre le decía: "Hijo mío, te lo ruego, dame todavía tiempo para convertir a mis hijitos". Dios Padre Omnipotente casi ha pedido al Obispo el permiso de retardar sus intervenciones. Dios Padre ha hablado del futuro de Mons. Claudio Gatti y ha afirmado que está trabajando en ello. Algunas semanas antes, de hecho, la Virgen había dicho el nombre de 10 eclesiásticos que colaborarán con el Obispo de la Eucaristía. Mons. Claudio Gattti ha preguntado a Dios Padre si había otros sacerdotes con los que pudiera contar. Dios Padre ha respondido afirmando: "Sí, otros diez están dispuestos a ponerse a tu lado". La Iglesia está renaciendo, no por mérito de los hombres, sino por la acción de Dios, que está dirigiendo su Iglesia. Jesucristo, cabeza de la Iglesia, no tiene necesidad de los hombres para sus designios, pero hace 35 años llamó a un humilde sacerdote, ahora Obispo, y a una sencilla Vidente, para colaborar en esta gran misión.

Por la tarde, a las 8, toda la comunidad se ha reunido para festejar a S. E. Mons. Claudio Gatti. Antes de la celebración de la S. Misa ha aparecido de nuevo la Madre de la Eucaristía que ha dicho: "El Obispo os contará su encuentro con Dios ocurrido hoy. Yo solo puedo deciros que Marisella ha visto una gran luz, una fortísima luz, de la que salía la poderosa voz de Dios. Mis dos hijitos temblaban por la emoción. Ha sido hermosísimo. Dios ha hablado con otras personas, pero nunca se ha dirigido a ninguno como lo ha hecho hoy con el Obispo y la Vidente. Os invito a tener paciencia y confianza en Él, como se lo ha pedido hoy al Obispo: "Excelencia, dame todavía un poco de tiempo. Quiero llevar a otras personas al Paraíso, no quiero que se condenen y vayan al infierno". Lo ha llamado Excelencia, lo ha llamado santo, todos los apelativos que vuestro Obispo merece tener".

Sería suficiente leer las cartas de Dios de marzo, para comprender cuanto han padecido el Obispo y sobre todo Marisa en este mes. A menudo, Marisa, a causa de los sufrimientos, entraba en una especie de coma, tenía la mirada perdida en el vacío y no reaccionaba a ningún estímulo externo. A veces, sin embargo, esto ocurría cuando estaba consciente, perdía la vista que volvía a recuperar al contacto con la Eucaristía. Por otra parte, la Madre de la Eucaristía, cuando los dolores llegaban al punto más álgido, le ofrecía a Jesús Eucaristía para darle fuerza, valor y consuelo.

No era raro en su boca, el lamento de Jesús en Getsemaní: "Padre pase de mi este cáliz. Dios mío, no puedo más". A los dolores naturales se han unido muchas veces los sufrimientos de la pasión. Cuando Dios lo permitía, la Virgen la llevaba al Paraíso a gozar. Entonces su rostro se transformaba, los ojos le brillaban, una sonrisa celestial florecía en sus labios y repetía: "Gracias, mi Dios, soy indigna de tu amor".

Aunque Marisa estuviese sin fuerzas y no estaba en condiciones de transmitir la carta de Dios, la Virgen venía igualmente para bendecir a los presentes. ¡Cuántas noches en blanco han pasado Mons. Claudio y Marisa! El Obispo ofrecía a Dios oraciones sin interrupción y la Vidente incruentos y cruentos sufrimientos.

Cuando la situación se volvía demasiado atormentada, el Obispo de la Eucaristía, llorando, suplicaba a Dios: "Basta, Dios mío, ¿no ves que el dolor la está destrozando? Yo no puedo soportar verla sufrir tan atrozmente. Te lo suplico, si no quieres quitarle el padecimiento, al menos disminúyeselo."

Dios a veces escuchaba la oración del Obispo y mandaba a la Virgen a aliviar un poco a su hija de sus grandes dolores y a recordar a su hijo que: "Estos fuertes y largos sufrimientos son para la conversión de los sacerdotes, de los obispos y de los cardenales. Excelencia, sé que no eres capaz de ver sufrir a Marisella, pero Nosotros te daremos la fuerza para soportarlo todo"

La Virgen ha hablado muchas veces del sufrimiento de Marisa, citamos algunos fragmentos de las Cartas de Dios: "El sufrimiento de Marisella continúa y es muy fuerte". [35]

"Marisella, dentro de poco vivirás de nuevo la pasión". [36]

"Vuestra hermana está muy probada y sufriente. Ayudad a esta hija mía con la oración, para que tenga la fuerza de continuar, hasta que Dios la llame a lo Alto de los Cielos". [37]

Desde hacía algunos meses Marisa había sabido por su Esposo Divino, y se lo había comunicado también a su hermano, que moriría el 10 de marzo, día posterior al aniversario de su ordenación sacerdotal. Por desgracia también esta fecha ha sido aplazada, como las anteriores, siempre por el mismo motivo, tal como lo ha comunicado Dios Padre al Obispo en el coloquio ocurrido el 9 de marzo: "Tu hermana tendrá que sufrir mucho todavía por ti y por la Iglesia y lo tendrás que aceptar".

La Madre de la Eucaristía también en un coloquio privado con su querido hijo, le ha confiado: "También yo quería llevarla al Paraíso el 10 de marzo, después de tu fiesta, pero Dios Padre me ha dicho que es todavía valiosa para la conversión de otros sacerdotes y sobre todo de otros obispos y cardenales. Es necesario hacer siempre la voluntad de Dios, aunque cueste. Te daré más fuerza física".

También Mons. Claudio ha estado unido a la misión del sufrimiento de su hermana, como resulta claro de esta conversación entre Madre e hija:

Marisa - Nuestro Obispo sufre siempre, sufre siempre, sufre siempre.

Nuestra Señora - Sí, es verdad y tu lo tienes que ayudar, Dios lo ha elegido y él está luchando y sufriendo para salvar a tantos sacerdotes. [38]

A veces Mons. Claudio estaba tan agotado que se veía obligado a sentarse durante la homilía y a ceder a los ministros extraordinarios, la tarea de distribuir la S. Comunión.

De todos modos, el Señor ha concedido a nuestro Obispo otro gran don. No sólo es asistido por Nuestra Señora, sino también por S. José y por la abuela Yolanda cuando celebra la S. Misa y hace encuentros bíblicos, pero también cuando habla de cualquier argumento religioso y espiritual. Podemos llegar a la conclusión de que goza de la presencia celestial casi todo el día. Marisa se ha hecho portadora de una duda que circulaba entre los miembros de la comunidad: "¿Por qué las cartas de Dios utilizan las expresiones -pronto, dentro de poco- para indicar que se acerca nuestro triunfo y éste está siempre lejano"?

La Vidente le ha preguntado a la Madre de la Eucaristía:

Marisa - Oigo decir: acabará pronto, partirás pronto, todo llegará pronto; pero pronto ¿qué significa para vosotros?

Nuestra Señora - Verás: el desierto florecerá y quien sufre se alegrará. Resplandecerán el sol, la luna y las estrellas para los que ahora sufren.

Hemos comprendido que Dios puede aplazar sus intervenciones por motivos que Él conoce, pero hará lo que ha prometido.

Nuestro Obispo ha considerado siempre a S. José como un importante y central modelo para la Iglesia. Por este motivo ha hecho hacer una reproducción del Santo que apoya los pies en el mundo, que estrecha en la mano derecha la Eucaristía y que sostiene la Iglesia con la izquierda. Ha presentado el boceto a la esposa de S. José que ha dicho: "Es hermosísimo; es un boceto, que se ha de corregir y hacer más preciso, pero es muy hermoso. Felicito a quien ha tenido esta idea y a quien la ha hecho". [39]

Nuestro Obispo ha grabado también la siguiente invocación: "S. José, patrono del mundo, protector de la Iglesia, custodio de la Eucaristía, ruega por nosotros" que ha gustado mucho al Cielo. Como Marisa, aunque menos frecuentemente y violentos, también Mons. Claudio ha sufrido feroces ataques del demonio.

El último, por orden de fecha, ha ocurrido el 26 de marzo.

Durante la celebración de la S. Misa dominical, estaba hablando del renacimiento de la Iglesia que requiere ante todo la conversión de los sacerdotes, obispos y cardenales, cuando de repente ha salido de los candelabros colocados en el altar, un fuego que se ha abalanzado contra nuestro Obispo. Ha intervenido inmediatamente la Virgen que ha detenido y enviado hacia adentro el fuego. Los presentes que se han dado cuenta del peligro, se han asustado; Mons. Claudio no ha sentido la más mínima emoción, porque sabe que el demonio, como le ha sido prometido por la Virgen, no podrá nunca más perjudicarle, como ha ocurrido alguna vez en el pasado.

El mes de abril ha empezado con una trama de sufrimiento y amargura, como ha confesado cándidamente la hija a su Madre Celeste: "Estamos muy amargados". La amargura era causada por cartas, mail y llamadas telefónicas dirigidas al Obispo, por parte de personas que a menudo permanecían en el anonimato. Éstas invitaban a Mons. Claudio a volver al seno de la Iglesia, a mostrarse humilde y dócil hacia la autoridad eclesiástica y a no escandalizar a los fieles. Claro que el Vaticano y el Vicariato habían sido muy hábiles al difundir calumnias, acusaciones y maldades respecto al Obispo ordenado por Dios y muchos habían caído en las redes, tendidas con astucia por los grandes hombres de la Iglesia.

Es muy triste constatar como los hombres no tienen ninguna consideración a los juicios de Dios que hace ocho años había declarado santo a S.E. Mons. Claudio Gatti, después de haber sido ilegítima e ilícitamente suspendido a divinis por el señor Ruini.

Por la tarde el primero de abril, el Obispo y la Vidente, en bilocación, se han unido a la abuela Yolanda en África para ayudar a los niños, a los ancianos y a los enfermos.

La Madre de la Eucaristía para animarnos a estar siempre activos y no caer en el ocio nos ha confiado que "En la tardía edad de 84 años trabajaba para mi Hijo Jesús, ayudaba a los apóstoles y los que tenían necesidad". [40]

En una de las acostumbradas crisis de salud de Marisa, el Obispo no pudiendo soportar más la vista de los padecimiento de su hermana, ha rogado a Dios que mandara a la Madre Celeste y a la madre terrena para ayudar a su hija y Dios ha escuchado su apesadumbrada oración. La Virgen no ha podido decir ni una palabra, durante todo el tiempo que ha estado visible para Marisa, a causa del llanto irrefrenable. Se ha limitado a acariciar, besar y abrazar a sus dos hijitos y a rezar en silencio por ellos.

El Obispo tenía la sensación de que su apostolado fuese estéril e improductivo y la Virgen para animarlos moralmente les ha confiado que en bilocación convierte muchísimas almas en todas las partes del mundo. Además de cómo madre, a nosotros se nos ha mostrado como maestra, nos ha impartido enseñanzas preciosas con ocasión de las votaciones políticas en Italia. En primer lugar ha excluido que la autoridad eclesiástica tuviera el derecho de pronunciarse a quien dar el voto: "Haced lo que vuestro corazón os sugiera, no lo que dice el señor Ruini. Cada uno dé el voto según su propio corazón y el amor que tiene dentro de sí hacia el prójimo. El voto tiene que ser secreto. Vuestro Obispo ¿os ha dicho alguna vez a quien tenías que votar?" [41]

Si estas sencillas y claras normas hubiesen sido respetadas por la autoridad eclesiástica, se habrían evitado muchos conflictos y tensiones entre el Estado y la Iglesia. Para evitar equívocos es justo añadir que, a su vez, el Estado no tiene que entrometerse en las cuestiones pertenecientes a la fe y a la moral.

También este año hemos celebrado el Jueves Santo, con el corazón lleno de tristeza. Cada año hemos repetido: "Esperemos celebrar el próximo Jueves Santo con alegría, gozando del triunfo prometido por Dios". Pero una vez más nos hemos visto obligados a vivir los misterios dolorosos. Nuestros enemigos que ocupan los lugares más prestigiosos de la jerarquía, han concentrado en sus manos poder y riqueza, son elogiados por los fieles y tienen seguidores e influencia por todas partes.

Nosotros, al contrario, somos pocos y tenemos continuas traiciones. Incluso la Madre de la Eucaristía nos ha preguntado: "Del lugar taumatúrgico, ¿cuántas personas han huido?". [42]

Por ahora el Obispo está solo, no tiene sacerdotes que lo ayuden a llevar adelante la misión.

El Jueves Santo Jesús ha expresado una gran declaración de amor hacia su persona: "Yo, Jesús, le amo inmensamente, Dios lo ha llamado y lo ama porque está destrozado por las tribulaciones y torturado por la calumnia. Yo, Jesús, estoy con él, el Espíritu Santo y la Madre de la Eucaristía están con él, su querido S. José, al que ha visto y del cual no recuerda muy bien el semblante, está con él" [43]

Las conversaciones entre Dios Padre, Jesús, la Virgen por una parte y el Obispo y la Vidente por la otra, han sido numerosas, pero raramente han ocurrido en presencia de la comunidad. Una de las pocas veces en las que hemos estado nosotros, los miembros de la asociación, como testigos, ocurrió el día 17 de abril.

En aquella circunstancia nuestro padre espiritual y nuestra hermana se han desahogado con Jesús y la Virgen, por primera vez públicamente han exteriorizado su estado de ánimo.

Nos hemos dado cuenta plenamente de su desfallecimiento, amargura, desilusión y desánimo, causados, como ha evidenciado la Madre de la Eucaristía, "por las conversaciones, chismorreos, maldades y calumnias que esparcen los sacerdotes".

Con motivo de la importancia de los contenidos y de la delicadeza de los argumentos hemos pensado en exponer íntegramente el sufrido coloquio a cuatro: Jesús, la Virgen, el Obispo y la Vidente:

Nuestra Señora - Hoy he venido para deciros que un sacerdote en confesión ha faltado gravemente a la caridad respecto a un alma. Los sacerdotes faltan a la caridad y al amor, solo porque los penitentes vienen al lugar taumatúrgico, donde me aparezco yo, la Madre de la Eucaristía. Estoy cansada, muy cansada de tantas transgresiones contra la caridad por parte de muchos confesores. Ya es hora de hablar y de no callar más. Esta es la decisión de la Madre de la Eucaristía: escribir al director, Mons. Pelliccioni, y contarle lo que ha hecho aquél sacerdote. Nadie se puede permitir negar la absolución a un penitente solo porque frecuenta una comunidad denominada "Madre de la Eucaristía". Mi corazón sufre mucho, son muchos los sacerdotes que hacen lo que les va bien: faltan gravemente a la pureza, a la caridad, a la obediencia y roban el dinero de las iglesias que les han sido confiadas. Nadie habla, nadie dice nada, para no molestar a los superiores. Es hora de acabar con esto. La persona a la que le ha sido negada la absolución que escriba a Mons. Pelliccioni, que lo cuente todo y termine diciendo: "Ahora basta, nos habéis cansado, no demostráis caridad hacia nosotros. ¿Qué mal hacemos? ¿Nos condenáis porque rezamos a la Madre de la Eucaristía? Muchos hablan de la Madre de la Eucaristía, además también ha hablado de ella el Santo Padre Juan Pablo II, aunque lo hayan censurado y quitado del sitio de Internet su invocación "María, Madre de la Eucaristía, nos proteja a todos". Indicadnos una sola transgresión en nuestra espiritualidad. Nos reunimos para orar y nos comportamos como le gusta a Dios". Añado también: "Dejad en paz al Obispo y a la Vidente, son dos almas santas, humildes, dispuestas a ayudar a todos. Yo, la Madre, estoy cansada de saber que tantos y tantos sacerdotes son, no quisiera decir esta mala palabra, maleantes, y atacan a una persona santa, solo porque ha celebrado la Misa el 8 de marzo de 1998. Aunque la fecha que han indicado está equivocada (1997), empezad por aquella situación y seguid adelante. Vosotros, jóvenes, no tenéis que tener miedo, cuando encontréis a estos sacerdotes. Defended a la Madre de la Eucaristía, defended a vuestro Obispo, dejad estar a la Vidente, que no tiene nada que perder, pero defended a vuestro Obispo y a la Madre de la Eucaristía, defendeos a vosotros mismos, porque diversos sacerdotes son malos y tratan por todos los medios de acabar con vosotros. ¿He sido demasiado dura, Jesús?

Jesús - No, Mamá querida, yo habría sido más duro. Si no cesan de comportarse de este modo, comenzaremos a escribir otra vez cartas y no serán buenas o diplomáticas, porque hablaremos y escribiremos de manera fuerte y severa.

Nuestra Señora - Me disgusta, mis queridos hijos, deciros esto, pero estoy de acuerdo con mi Hijo Jesús y estoy obligada a hablar como nunca antes me habéis oído. Vuestra hermana está muriendo por todos los chismorreos, las murmuraciones, las maldades, las calumnias que dicen los sacerdotes. Hablan de caridad, de amor y son los primeros que faltan al amor y a la caridad.

Marisa - Gracias. Por favor, Virgencita, ¿me quieres llevar contigo? Te lo pido con todo el corazón, llévame. Yo no puedo vivir más así, por otra parte, no pudiendo caminar, no puedo ni siquiera ir a ver a aquellas personas y decirles lo que tengo en el corazón. Llévame, el Obispo está de acuerdo, llévame, incluso ahora, llévame, te lo ruego.

Obispo - ¿Puedo hablar?

Nuestra Señora - Claro, hijito.

Marisa - ¿Me puedo acomodar?, porque no me siento bien.

Obispo - Hace años, años y años que persisten muchas maldades y calumnias contra nosotros. Tu quieres que escribamos, y se hará, pero estas cartas ¿tendrán el mismo fin que las otras? Seré testarudo, pero vuelvo a repetir que sólo Dios puede intervenir para arreglarlo todo, porque ya nos encontramos en una situación bastante precaria y difícil. Somos condenados como desobedientes e indóciles a la autoridad eclesiástica y sobre esto hay un acuerdo general; también las apariencias están contra nosotros. Yo pido aún con sencillez, como han pedido los apóstoles: "Señor, despierta, que perecemos". Dios quiere aún un poco de tiempo para convertir a otros sacerdotes y mientras tanto somos continuamente pisoteados. Estoy cansado; estas situaciones me han aniquilado y han aniquilado a mi hermana. Dios tiene que hacer algo grande, fuerte, para que los hombres de la Iglesia o al menos los fieles crean en nosotros, porque de otro modo continuarán calumniándonos y riéndose de nosotros. Yo creo que nadie ha esperado tanto como estamos esperando nosotros, a nadie le ha sido pedida tanta paciencia como se nos ha pedido a nosotros. Han llegado a suspenderme a divinis, a reducirme al estado laical, a quitarnos la Misa, a impedir a los sacerdotes que vinieran aquí, han hecho todo lo que han querido contra nosotros. Ahora yo pregunto: ¿pero Dios es nuestro Padre? Yo no pido que mande a los ángeles a matar a los hombres, como ha ocurrido en Egipto y como ha ocurrido en el Mar Rojo, cuando ha hecho volver las aguas, pero ¿por qué Dios no hace algo por nosotros? ¿Ves en que situación estamos? ¿Lo veis? Perdona mi atrevimiento, pero no podemos más, estamos cansados y lo tenemos todo en contra. Para Dios yo soy el Cabeza de la Iglesia, ¿pero para qué sirve? No puedo ordenar ni siquiera a un sacerdote, no tengo ni siquiera a un obispo a mi lado, no puedo hacer nada. En junio ya son siete años que me habéis ordenado obispo, pero como he vivido mi episcopado lo sabes mejor que yo. No me digas que en bilocación hago grande obras, porque, aunque estoy agradecido al Señor de todo esto, en mi no permanece ni siquiera el recuerdo. He oído que finalmente, tu, la Madre, fuerte, decidida, te has colocado del lado de los que están en la verdad, en la justicia. Yo te digo a ti, que eres Reina de las Victorias, gana tú la victoria. Nosotros estamos tan cansados que no podemos hacer nada más, ve tú delante y nosotros iremos detrás.

Nuestra Señora - Bien, iré delante yo, pero quiero un compromiso de vosotros jóvenes aquí presentes, que comunicaréis a los otros. Que os digan el nombre de aquellos sacerdotes, id a confesaros con ellos y decidles qué comunidad frecuentáis. Si os negaran la absolución o respondieran mal, decid: "Usted no es un buen sacerdote, usted está faltando a la caridad, al amor. Yo soy un joven y usted me está escandalizando". No tengáis miedo de hablar, la lengua no os falta cuando queréis. Hablad y defended al Obispo. Cuando tengáis tiempo, entrad en todas las iglesias y decid a los sacerdotes que encontréis a que grupo pertenecéis. Comportaos como os he dicho.

Marisa - La Virgen irá delante, lo ha prometido, y nosotros iremos detrás. Nosotros dos no podemos más. Se me está rompiendo la cabeza. No podemos más, no hemos hecho nada malo al prójimo, ni siquiera a quien nos ha hecho sufrir, porque los hemos amado a todos. Tú, Madre, ámanos, ve delante, Reina de las Victorias, lleva el estandarte. ¿No te da pena nuestro Obispo? Déjame estar a mi, no me importa qué final tendré, pero él sí, lo tienes que salvar, lo tienes que ayudar, es un deber tuyo. Vosotros nos habéis elegido, vosotros nos habéis llamado, porque nosotros no os hemos buscado. Nos habéis llamado vosotros, nos habéis llevado por el camino que yo llamo ¡el camino del infierno! Estamos sufriendo muchísimo. ¿Por qué nos habéis pedido que hagamos esto? ¿Por qué? ¿Qué hemos hecho mal? Hemos sufrido siempre desde la infancia. Me has llamado y he dicho sí, me has vuelto a llamar y he dicho un sí grande como el sol y lo digo todavía, no me vuelvo atrás. Dios nos ha llamado a recorrer este camino. Es hora de que os mováis, es hora de que nos ayudéis, sino hacednos morir enseguida. No queremos vivir más así, hablo en plural porque sé que también mi Obispo ¡no quiere vivir más!

(Marisa se desmaya)

Marisa - ¿Qué hemos hecho mal? Hemos amado demasiado, hemos amado demasiado. Te doy gracias por el regalo que nos has hecho. Danos la bendición y termine aquí la historia.

Nuestra Señora - Junto a nuestro Obispo, a Jesús y a S. José, os bendigo, a vuestros seres queridos, a vuestros objetos sagrados. Sea alabado Jesucristo

Como resulta claro de esta conversación, la Virgen ha involucrado a todos los jóvenes y a algunos adultos para una importante misión extendida a toda la diócesis de Roma: han ido a todas las parroquias de Roma, donde han hablado con uno o dos sacerdotes.

Para esta misión se han preparado con la oración y con el estudio inteligente y diligente de los documentos y escritos que describen la relación entre el Obispo Claudio Gatti y la autoridad eclesiástica y la historia de los hechos prodigiosos ocurridos en via Delle Benedettine, en el lugar taumatúrgico.

Globalmente los miembros de nuestra comunidad han ido a ver cerca de 400 sacerdotes.

Los encuentros han ocurrido en confesionarios para permitir al penitente el hablar libremente y al confesor el responder sinceramente. Después de haber enumerado las faltas cometidas, los jóvenes afrontaban la conversación siguiendo el esquema de las preguntas preparadas por el Obispo y la ultimaban declarando que formaban parte del Movimiento Impegno e Testimonianza "Madre dell'Eucaristia", guiado por el Obispo ordenado por Dios: Mons. Claudio Gatti.

En aquél punto el confesor tenía que asumir las propias responsabilidades y dar o denegar la absolución.

Los jóvenes y los adultos de nuestra comunidad se han dado cuenta de la espiritualidad, honestidad y preparación del Clero de Roma y han constatado qué opinión tenían respecto a los milagros eucarísticos ocurridos en via delle Benedettine y en qué consideración tenían al Obispo ordenado por Dios.

Eh ahí las preguntas hechas en el confesionario a los sacerdotes de Roma:

1 - ¿Conoce y qué piensa de los 185 milagros eucarísticos?

2 - ¿Puede Dios ordenar un obispo?

3 - ¿Es Eucaristía la consagrada por el Obispo el 11 de Junio del 2000?

4 - La efusión de sangre en la Hostia, ¿por obra de quien ha ocurrido?

5 - Juicio sobre el Obispo ordenado por Dios y su comunidad.

6 - ¿Por qué ha denegado la absolución?

7 - ¿Quién ha ordenado obispo a S. Pablo?

Las respuestas han sido entregadas a Mons. Claudio Gatti, que, al final de la misión, las ha estudiado atentamente. La misión ha durado alrededor de tres meses: Abril, Mayo y Junio. De los resultados, como veremos a continuación, han hablado la Virgen y nuestro Obispo.

La Madre no ha cesado nunca de hablar del sufrimiento de sus dilectos hijos: "Mis dos hijitos están sufriendo muchísimo; vosotros no podéis entender su padecimiento. Su vida no puede continuar de esta manera tan dura. Dios tiene que ayudarlos, si ha hecho promesas muy hermosas, tiene que mantenerlas". [44]

Desde hacía muchos meses Mons. Claudio Gatti, a causa de las precarias condiciones de salud de Marisa y no pudiendo contar con la colaboración de personas competentes, se ha visto obligado a dedicarse del todo asistiendo a su hermana y a reducir los compromisos del apostolado; es dolorosamente consciente también de esto la Madre de la Eucaristía: "¿En qué consiste su episcopado? ¿Cómo ejerce su episcopado?". Al grito de dolor sigue también el grito de esperanza: "Ejercerá su episcopado" y va más allá: "Ejercerá su..."

Hemos sabido siempre que a menudo, los médicos no han comprendido la gravedad de la salud de Marisa. Aunque la han sometido a comprobaciones clínicas, no siempre ha sido diagnosticada la presencia de males muy graves. Esta situación ha creado a veces perplejidad, pero no es la única, porque se ha verificado también para Sor Faustina. "La santa de la Misericordia de Dios ha estado enferma muchas veces, ha entrado en los hospitales, y muchas veces le han hecho análisis clínicos sin encontrar nunca nada, y sin embargo estaba enferma, muy enferma. Dios puede permitir una enfermedad y hacer que los médicos no sean capaces de encontrar nada". [45]

El mes de abril se ha cerrado con el primer balance, valorado por Nuestra Señora, de la misión de los jóvenes en las parroquias de Roma: "Sé que los jóvenes han estado haciendo un hermoso apostolado con los sacerdotes. Los resultados a veces son buenos y a veces tristes, pero vosotros no os detengáis, seguid trabajando, como han trabajado S. Pedro y S. Pablo cuando daban la vuelta al mundo para evangelizarlo. Seguid adelante, no tengáis miedo de nada, como los dos apóstoles que han hecho frente a una muerte dolorosa y cruel. Yo no os pido el martirio, os pido solamente que sigáis adelante, que luchéis y que hagáis entender a mis sacerdotes la situación del Obispo Claudio Gatti y vuestra porque no la conocen. Los poderosos hombre de la Iglesia han hablado mal de ello y todos hablan mal, sin saber cómo y porqué ha sucedido todo esto. Se escudan detrás del decreto del Papa, pero ¿dónde está el decreto? No han respetado el código de derecho canónigo; no han hecho nada de cuanto prescribe, por lo que nadie puede decir: "El sacerdote está fuera de la Iglesia, el sacerdote está suspendido a divinis, el sacerdote está reducido al estado laical". Nadie lo puede decir, porque no hay ningún decreto y no ha sido hecho ningún proceso. Ha sido condenado como vuestra hermana, a la que aquellos sacerdotes le han dirigido palabras indecentes, peores que las que se dicen a las mujeres de la calle, por lo que, al final se ha visto obligada a echarlos de la casa.

No os detengáis, hijitos, preparaos y seguid adelante. Rezad al Espíritu Santo, no tengáis miedo de nada, nadie os puede hacer nada, ni siquiera el señor Ruini, que se siente en gracia. Oh no, no está en gracia y ¡cuántos sacerdotes no lo están!. Me dirijo a vosotros, mis queridos hijitos, y os invito a que hagáis esta batalla, a ir al encuentro de estos sacerdotes y hacerles conocer la verdad. Si os niegan la absolución preguntadles: "¿Por qué no me da la absolución? Yo estoy en gracia, me he confesado mis pecados y usted me tiene que absolver". Por suerte son pocos los que se comportan así, pero los pocos son muy malvados; os invito a rezar también por ellos. Vuestra misión es difícil, pero hermosa, grande, hacedla por amor a Dios, por amor a vuestro Obispo. Seguid adelante sin miedo, con valor y fuerza.

Admiro a los que han sabido hablar y responder muy bien a los sacerdotes. El que tenga miedo que no vaya, el que no tenga miedo y tiene el valor de hacerlo que lo haga con buena intención: hacer comprender a los sacerdotes los errores del señor Ruini. Al final Dios os premiará por todo esto".

En la primera aparición del mes mariano, la Vidente ha dirigido a la Virgen un gracias afectuoso y ha pedido una ayuda particular: "Gracias, porque nos has dado un santo Obispo. Ayuda a mis hijitos a hablar a los sacerdotes"

Durante todo mayo, la Madre de la Eucaristía nos ha informado de cómo iba la misión y de las reacciones externas: "Los sacerdotes no aman a Jesús, piensan sólo en si mismos y critican a los laicos, jóvenes o adultos, si están más preparados que ellos y los ponen en evidencia Se preocupan solo de lo que a ellos les va bien. Hijos míos, cuando terminéis la misión que estáis llevando a cabo seréis felices. Los sacerdotes no aceptan lo que decís, porque tienen mucho miedo, entonces se cierran en banda para no hablar de lo que les exponéis. No tengáis miedo, tenéis que hablar y triunfar. Dicen que S. Padre Pío ha obedecido siempre. No, S. Padre Pío se puso en contra de los hombres de la Iglesia porque tenía razón. Cuando se tiene razón hace falta luchar contra ellos y amar a Dios sin reservas". [46]

"Ayudad a los sacerdotes que no aceptan lo que decís y os niegan la absolución; éstos no irán al Paraíso. Vosotros no creíais que hubiese tanta necesidad de orar por los sacerdotes, pero ahora que los jóvenes están llevando a cabo la misión, habéis entendido la situación y cuanta miseria y debilidad hay en ellos". [47]

"Algunos sacerdotes no creen en la Eucaristía, celebran la S. Misa y Comulgan sólo por respeto humano. No os preocupéis si han reaccionado mal a cuanto le habéis dicho, vosotros continuad dando vuestro amor y ofreciendo vuestra oración". [48]

"Orad por la conversión de los sacerdotes, porque cada vez que abrís el periódico, leéis noticias feas sobre ellos". [49]

"Os pido que me ayudéis a convertir a los sacerdotes". [50]

La Madre de la Eucaristía nos ha enseñado a tener, cuando comulgamos, un profundo recogimiento y mostrar un comportamiento respetuoso, educado y acorde al encuentro con Jesús Eucaristía. Ya que algunos miembros de la comunidad, después de haber recibido la S. Comunión, volvían a sus sitios con paso rápido o balanceaban los brazos a lo largo del cuerpo, la Virgen ha sugerido: "Os lo ruego, cuando toméis la S. Comunión, volved a vuestro sitio con las manos cruzadas o sobre el corazón y uníos a Jesús Eucaristía". [51]

El 13 de Mayo, fiesta de Nuestra Señora de Fátima, celebramos el aniversario de la renovación de los votos perpetuos de Marisa.

Por la mañana se ha manifestado la Teofanía de Dios Padre, reservada

sólo al Obispo y a la Vidente, y por la tarde la aparición de Nuestra Señora para toda la comunidad.

La habitación de la Vidente ha sido adornada con muchas flores para acoger del mejor modo a Dios Padre, cuya visita había sido anunciada por la Madre de la Eucaristía el día antes.

El Obispo vestía la sotana solemne de las grandes ocasiones y tenía las insignias episcopales más bonitas y valiosas, la Vidente vestía el traje blanco, aquél que la Virgen le había dicho que se hiciera para la sepultura.

Dios Padre ha dialogado con sus dos hijitos, ha permitido al Obispo que le abriera el corazón y que le hiciera las preguntas que quisiera.

Mons. Claudio se ha desahogado largamente con Dios, como un hijo con su propio padre. No conocemos por entero el contenido de la conversación, solo podemos referir algunos extractos que se nos han comunicado.

Dios Padre ha revelado que antes de hacer sus intervenciones para restablecer la Verdad, quiere la conversión de otros sacerdotes, obispos y cardenales y que la misión de Marisella consistía en sufrir para obtenerlas; que el apostolado de los jóvenes: ir a hablar a los sacerdotes para darles la posibilidad de conocer y aceptar las obras de Dios, era un secreto que Marisa había guardado y que ahora se había desvelado.

Por otra parte ha comunicado que los eclesiásticos que en el futuro tendrán que colaborar con el Obispo son 31, entre italianos y extranjeros y que a estos se les añadirán otros. Ha hecho saber al Obispo quiénes de sus ex compañeros de seminario estaban en el Paraíso.

Ha asegurado que los eclesiásticos que han combatido contra él, particularmente los que lo han condenado injustamente "irán al fondo" y ha desvelado, aunque nosotros lo ignoramos, lo que ha ocurrido durante el último cónclave.

Al Obispo que le preguntaba: "¿Puedo llamarte papá?" le ha respondido con infinito amor: "Claro, hijo mío". Desde entonces, en las oraciones personales y privadas, todos nosotros, miembros del Movimento Impegno e Testimonianza Madre dell'Eucaristia, hemos sustituido el solemne apelativo de "padre" por aquél más familiar de "papá". A continuación hemos sabido que también en otras partes, en Italia y fuera, muchos se dirigen a Dios, llamándole "papá"; es una confirmación de cuanto nos ha dicho a menudo la Virgen: "Muchos repiten ideas y pensamientos de vuestro Obispo, sin indicar la fuente". Finalmente Dios Papá ha renovado la gran promesa: "Seguid adelante y Yo haré por vosotros algo hermoso" .

Por la tarde, en la aparición ocurrida en presencia de todos, la Virgen, después de habar felicitado a Marisa de parte de todo el Paraíso, nos ha informado: "Dios Padre ha hablado a vuestro Obispo y le ha hecho confidencias muy hermosas que lo ayudarán a resistir en su camino tan difícil".

La vida de Marisa puede resumirse en dos palabras: inmolación y sufrimiento. También en el mes dedicado a la Virgen, Marisella ha continuado viviendo la pasión y padeciendo dolores humanos insoportables. Tres veces la salud se ha precipitado y estaba traspasando la barrera de la muerte, pero cada vez ha intervenido Dios que ha dicho: "Tengo todavía necesidad de los sufrimientos de Marisella para salvar a otras almas" y ha enviado a las dos madres, la celeste y la terrena, para ayudar a su hijita a superar los momentos críticos.

El Obispo y la Vidente han transcurrido muchas noches sin pegar ojo ni siquiera durante un minuto: Marisa o compartía la pasión del Crucificado o estaba presa de padecimientos humanos lacerantes. Mientras Marisa sufría en cruz, como Cristo, Mons. Claudio oraba y lloraba bajo la cruz, como la Virgen. También la Madre de la Eucaristía se ha conmovido hasta las lágrimas al ver al Obispo destrozado a causa de los terribles tormentos que Marisa soportaba: "Excelencia, ¡cuántas oraciones diriges a Dios, cuánto dolor veo en tus ojos, cuántas lágrimas fluyen por tu rostro! No hagas eso, sino Marisella sufre aún mas". [52].

La Virgen ha hecho siempre la voluntad de Dios, pero no significa que no haya sufrido al respetarla. Como su alma ha sido traspasada por la espada del dolor al asistir a la pasión y a la muerte de su Divino Hijo, así por cuanto ocurre en la Tierra por estar al lado de su hija Marisa dolorida, sufre mucho. Por esto nos ha dicho muchas veces: "Orad, para que Dios decida lo que tiene que hacer: llevársela inmediatamente o dejarla, pero en condiciones de salud mejores". [53]

Marisa ha padecido siempre mucho a causa del estómago. A pesar de las curas hechas y de las hospitalizaciones, hasta el punto que la más pequeña cantidad de alimento le causaban dolores enormes. Para dar un poco de alivio a su hermana, el Obispo ha pedido con insistencia a Dios que le concediese que pudiera alimentarse con la Eucaristía. Dios Papá al final ha consentido a lo que se le pedía.

El 24 de mayo, fiesta de María Auxiliadora, la Virgen nos ha comunicado que Marisella desde el lunes 28 de mayo se nutriría con la Eucaristía y ha añadido: "Dios os hace una gran gracia, porque os ama mucho". A la aparición de la Madre de la Eucaristía ha seguido la Teofanía de Dios, que ha revelado a S.E. Mons. Claudio Gatti: "Que sepas que el Obispo vestido de blanco herido eres tu, porque has sido herido de todos los modos por los grandes hombres de la Iglesia, moralmente y también espiritualmente. Es por esto que Nosotros te amamos tanto ...". los tres puntitos sustituyen tres palabras que, por ahora, por motivos de prudencia, no es oportuno escribir.

El domingo 28 de mayo, Jacobo el sobrinito más grande del Obispo y de la Vidente, hizo la 1ª Comunión. El jovencito, rodeado por los padres, parientes y miembros de la comunidad, estaba visiblemente emocionado y consciente de la importancia del momento.

También la Virgen, como siempre, ha estado presente durante la S. Misa. Al pequeño hijo la Madre de todos ha dicho: "Recibes a Jesús Eucaristía, recibes a la Trinidad. Pequeño Jacobo, permanece siempre bueno, obediente, sé valiente, como lo eres en la escuela. Si puedes, aunque eres un hombrecito, dedícate a las pequeñas tareas para ayudar a tu mamá. Querido Jacobo, Jesús y todos Nosotros te felicitamos. Te felicita con las lágrimas en los ojos la Abuela Yolanda, que ama tanto a sus hijos, a sus sobrinos y a sus nietos. Sé feliz y reza cada día".

Como preanuncio de la Virgen, el 28 de mayo, Marisa ha empezado a alimentarse con la Eucaristía. Es un evento extraordinario, un regalo que Dios ha dado sólo a pocas almas en la Historia de la Iglesia, don siempre acompañado de un gran sufrimiento y Marisa lo ha aceptado para dar fuerza a la misión que Dios le ha confiado.

La Virgen nos ha pedido "Ayudad a vuestra hermana con la oración, porque, aunque parezca feliz, no lo es, especialmente para una persona que ha estado durante meses, meses y meses sin casi comer". [54]

El Obispo ha querido exaltar esta intervención de Dios a favor de Marisa con solemnidad. Ha enviado a los jóvenes a estar presentes en el rito, con el que Marisa iniciaba a alimentarse con la Eucaristía. Se ha revestido con las vestiduras y las insignias episcopales más solmenes y ha llevado a la habitación de Marisa, la Eucaristía, los presentes han elevado al Hombre-Dios cantos e himnos.

El Obispo de la Eucaristía se ha dirigido a la Víctima de la Eucaristía y le ha dicho: "Como el milagro eucarístico del día 11 de junio del 2000 es el sello con el que Dios ha garantizado el origen divino de mi episcopado, así también el milagro de alimentarte con la Eucaristía es el sello con el que Dios demuestra el origen divino de tu llamada y de tu misión".

Cuando el Obispo ha dado la S. Comunión a la Vidente, Marisa ha sentido el sabor dulce de la sangre de Jesús.

El mes de mayo se ha cerrado con una larga conversación que ha tenido como interlocutores a la Madre de la Eucaristía y a sus dos hijitos, durante la cual han sido tratados importantes asuntos y hechas muchas preguntas.

El Obispo nos ha contado sólo la última que ha dirigido a la Virgen:

Obispo - Deseo hacerte una última pregunta, si es posible. Los obispos, los sacerdotes, los religiosos, las hermanas, los hombres y mujeres de las que habla el Tercer secreto de Fátima y que son muertos, ¿son los que han padecido la persecución por parte de los hombres de la Iglesia?

Nuestra Señora - Sí, y son muchos.

La autoridad eclesiástica no solo no ha revelado todo el tercer secreto de Fátima, sino a la parte revelada le ha dado una interpretación equivocada. De todos modos este delicado argumento será tratado por el Obispo ordenado por Dios en una carta enviada a 44 cardenales, obispos y sacerdotes, cuyos nombres han sido indicados por la Virgen.

A principios de junio, mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, ha ocurrido uno de los numerosos coloquios entre la Madre de la Eucaristía y sus dos hijitos. De este encuentro celeste el Obispo nos ha comunicado algún pasaje.

Ya que, como a Santa Faustina, también a Marisa los médicos, por voluntad de Dios, no eran capaces de diagnosticar los males ni la gravedad de las enfermedades, la Virgen respecto a la Vidente ha asumido también el papel de médico. Así ha enumerado al Obispo las medicinas que Marisa no tenía que tomar más y las que tenía que tomar. En el futuro, como veremos, en los momentos particularmente difíciles para la salud, intervendrá de vez en cuando para sugerir lo que había que hacer.

Sabemos que en los coloquios reservados sólo a sus hijitos, la Madre se dirige a ellos, llamándolos: ángeles míos, pequeños míos, tesoros de Dios, para subrayar el afecto, la atención y el cuidado que tiene por ellos.

Ha preanunciado al Obispo que cuando Dios dirá: "Basta, es hora de llevar a Marisella al Paraíso", él llorará mucho, pero también estará feliz, porque su hermana habrá terminado de sufrir y en el Paraíso será muy poderosa ante Dios para obtener gracias y milagros".

Al Obispo también le ha dicho: "Prepáralo todo como Marisella desea, hazla contenta. Prepárale el vestido que llevará y la cama recubierta de raso sobre la que yacerá después de la muerte. Ocúpate del librito, tal como tú sabes hacerlo, que será distribuido en su funeral, o mejor dicho, en el día de su triunfo. Tienes que hacer una hermosa homilía, para una santa. Tu sabes que Marisella para Nosotros es santa, como lo eres también tú".

El 4 de junio, fiesta de Pentecostés, hemos recordado y celebrado el milagro eucarístico, ocurrido durante la S. Misa, celebrada por nuestro Obispo, en presencia de alrededor de 200 personas. La Tercera Persona de la Santísima Trinidad nos ha dicho: "Yo soy Dios Espíritu Santo. Es verdad, soy olvidado por muchos hombres. Pocos se acercan a mi corazón, me gustaría que al menos vosotros pensaseis un poquito en Mí. Dios Padre y Dios Hijo son recordados a menudo por todos, mientras que Dios Espíritu Santo es olvidado por muchos. Recordadme y amadme como Yo os amo a vosotros y cada día trato de daros mi ayuda, porque cada uno de vosotros tiene necesidades particulares, pero no al nivel de vuestra hermana y de vuestro Obispo"

También la Virgen nos ha invitado a dirigirnos al Espíritu Santo: "Continuad rezándole, para que os ayude en todo y sobre todo para llevar adelante la misión". [55]

En el mes de junio los jóvenes y algunos adultos han ultimado el compromiso de ir a hablar con los sacerdotes de Roma. Han ido a todas la parroquias de la diócesis y han hablado con los párrocos o los vice párrocos en los confesionarios.

Podemos contar bastante detalladamente la historia de esta misión, porque en el mes de junio ha hablado de ella dos veces la Madre de la Eucaristía y una vez Jesús.

Nuestra Señora - Jesús me ha dicho: Da las gracias a mis queridos hijos, jóvenes y adultos, por la misión que están realizando. No miréis si los sacerdotes creen o no creen, lo importante es que conozcan la verdad. Cuando se encuentran solos empiezan a meditar y a decir: "Si fuese verdad todo esto, ¿dónde acabaremos?"

Oh, si todos los sacerdotes respondieran y al final reconocieran:

"Tenían razón aquellos hijos, en todo. Nosotros hemos creído en quien no era digno de ser creído". No rebatáis, si no aceptan lo que decís y os ofenden, saludad, no recibáis la absolución y marchad con una sonrisa. Tienen que darse cuenta de que sois personas verdaderamente cristianas y en gracia. Tenéis que conseguir desenmascarar a los que no creen, y lo conseguiréis. Si no creen en lo que exponéis, saludad y decid: Lo siento, pero usted está fuera de la Iglesia, no yo; yo estoy con la Iglesia, porque he creído en las obras de Dios. [56]

Nuestra Señora - Los sufrimientos hacen bien, hace falta estar contentos incluso cuando los sacerdotes no aceptan o hablan mal, porque antes o después también ellos se darán cuenta y comprenderán que se han equivocado. No os asustéis, seguid adelante con amucho amor". [57]

Jesús - Vosotros no podéis ni siquiera imaginar lo que sucede entre los sacerdotes, cuantas mentiras y embustes dicen, cuantas cartas calumniosas escriben al Obispo. Vosotros, misioneros, estáis haciendo un apostolado bastante grande". [58]

Nuestra Señora - Queridos hijitos, rezad mucho, como hacían los apóstoles que rezaban mucho para ser ayudados en su alta misión. También vosotros tenéis un gran mandato, no lo dejéis, no tengáis miedo, continuad haciéndolo y, si no es aceptado, no os preocupéis, pero seguid adelante, no temáis a las personas que no están en gracia y viven de manera desastrosa. Continuad la misión que compartís con vuestra hermana, porque para ella sola era demasiado arduo y pesado ir al encuentro de los sacerdotes, obispos y cardenales. Si no conseguimos renovar la Iglesia no llegaremos a nada. Ánimo, mis queridos hijitos, seguid siempre adelante, no os paréis nunca. La misión a veces puede ir bien y a veces mal, pero a vosotros no os tiene que preocupar. ¿Habéis visto cuantas personas han recibido vuestra ayuda? ¿Cuántas de éstas no os han creído?. Poquísimas. Demos gracias a Dios si las que han creído y creen en silencio se preguntan: "Si fuese verdad todo esto que hemos oído, ¿qué final tendremos?" [59]

Jesús - Creedme, la mayor parte de los sacerdotes cree en las apariciones. Mons. Claudio ha dado muchas veces las gracias a los apostolitos por el amor y el valor demostrado al llevar adelante el mandato que Dios les ha confiado, para beneficio de los sacerdotes de Roma.

El Obispo nos ha informado, que, mientras ocurrían las conversaciones con los sacerdotes durante la confesión, el Vicariato estaba al corriente y había reaccionado con nerviosismo y dureza. De hecho había dado orden a los sacerdotes de manera informal, sin dejar huella, que rechazaran el encontrarse con los jóvenes y adultos del Movimento Impegno e Testimonianza y de no tener ningún tipo de conversación con ellos.

Al mismo tiempo que los apostolitos, Marisa ha realizado una misión mucho más difícil y comprometida: ir en bilocación a hablar a altos prelados, a obispos y cardenales para que conozcan la obra de Dios. Ha ido a ver a los pastores honestos para animarlos a aceptar y defender la obra de Dios y a los mercenarios para invitarlos a una auténtica conversión. Ha entrado, por intervención de Dios en el Vicariato, en el Vaticano y en residencias episcopales en Italia y en el extranjero.

Jesús y la Virgen, nos han hablado también de la misión de Marisa a beneficio de los grandes hombres de la Iglesia.

Nuestra Señora - Vuestra hermana a menudo va en bilocación a ver a los grandes sacerdotes, afronta una gran lucha y padece una gran pena, humanamente hablando, pero hay mucha alegría en ella por haber dicho lo que tenía que decir. [60]

Nuestra Señora - Vuestra hermana va en bilocación a ver a los grandes hombres de la Iglesia. Queridos jóvenes, su misión es mucho más difícil que la vuestra. A veces la echan fuera de la habitación o le preguntan: "¿Por dónde ha entrado usted?" "Por la puerta". Responde, aunque no es exacto: ella no entra por la puerta, entra por cualquier parte. [61]

El Obispo nos ha dicho que hasta el 9 de junio, Marisa en bilocación ha hablado a 26 eclesiásticos.

Los que eran buenos y honestos han sido informados que estaba en bilocación y han escuchado con respeto a la Vidente y aceptado todo lo que les había dicho. De los malos y deshonestos algunos se han convertido, otros han permanecido inamovibles y han tenido reacciones malvadas y vulgares. Alguno ha llegado a amenazarla y a abofetearla, por lo que Marisa ha pedido al Señor que la dispensase de tener que ir a ver a los eclesiásticos enemigos de Dios y de la Iglesia.

Jesús ha escuchado su petición y la he dicho: "Marisella, no vayas más a los que te pueden... ve al que es bueno, o, que si no lo es, no haga lo que te ha hecho el señor Ruini. Ánimo. ¿Cuántas veces has recibido bofetadas de los sacerdotes? Y sin embargo has permanecido siempre serena. Eras feliz porque habías dicho lo que tenías que decir a los sacerdotes. El último triste encuentro lo has hecho con el señor Ruini. Sé igual de feliz, no te preocupes, sigue adelante serena". [62]

Sólo el Obispo sabe quiénes son los eclesiásticos ante los cuales ha ido Marisa y qué resultados ha obtenido, incluso de algún encuentro conserva la grabación, porque Marisa que estaba en su habitación, repetía en voz alta lo que decía en bilocación a los eclesiásticos.

Jesús Eucaristía y la Madre de la Eucaristía han hablado varias veces con el Obispo de la Eucaristía y con la Víctima de la Eucaristía de la misión de los jóvenes y de Marisa. La noticia más bonita de la que nos ha informado es que la mayor parte de los sacerdotes de Roma, con los que han hablado nuestros apostolitos, ha creído cuanto ellos les han dicho. Tenemos que añadir también que toda la comunidad ha elevado incesantes oraciones y súplicas a Dios y ha hecho florilegios, sacrificios y ayunos por la misión. La mayor contribución de sufrimientos lo ha ofrecido nuestra hermana Marisa con sus padecimientos de la pasión y los fuertes dolores naturales que han continuado afligiendo su cuerpo, a causa de los cuales se ha desmayado muchas veces.

El Esposo Divino, la Madre celeste, el custodio de la Eucaristía y la madre terrena han estado siempre al lado de la heroína del sufrimiento y la han ayudado a hacer la voluntad de Dios, a pesar de que costaba mucho. Marisa no se ha vuelto nunca atrás y ha bebido el cáliz amargo del dolor hasta el fondo. Eran estos los momentos en los que el hermano Obispo sentía su alma destrozada por la pena al ver a su hermana sufrir tanto.

En las cartas de Dios a menudo está escrito al respecto: "Marisella, mientras estés en la Tierra, tu misión será el sufrimiento. Yo, Dios Espíritu Santo, te doy una gran ayuda, pero tu vida es la que vives, tu misión es la que realizas, no hay otra cosa. Sé que sufres con mucho amor por la Iglesia, por los sacerdotes, pero sobre todo por el Obispo. Los sufrimientos no faltan a mis dos hijitos, cada día y cada noche hay uno". [63] "La vida es durísima y bastante difícil para vuestra hermana y mi esposa, pero ella sonríe incluso cuando no puede caminar y de sus labios sale una sonrisa para todos". [64]

Hacia el final de junio los apostolitos han terminado de visitar todas las parroquias de la diócesis de Roma, más de 320. En total han hablado, siempre en confesión, con alrededor de 400 sacerdotes. Ha sido un trabajo provechoso el suyo, en el que han encontrado también tormentos, pero que han dado muchos resultados positivos. Terminada la misión, no se han dormido en los laureles, porque Nuestra Señora ha indicado a los jóvenes nuevas metas: "Mis queridos hijos, el apostolado no se ha terminado, vosotros jóvenes, tenéis que continuar; el que pueda que continúe. Continuad, si podéis, incluso fuera de Roma". [65]

Además de los jóvenes de la comunidad de Roma, han sido involucradas otras personas que no eran de Roma para llevar la misión más allá de los muros de la Ciudad eterna:

"Me gustaría, si estáis de acuerdo, alargar el mandato también a los que no viven en Roma, a los que digo: si queréis realizar esta misión, id a ver a nuestros muchachos de Roma, pedidles como lo hacen y lo que dicen a los sacerdotes. El que quiera puede continuar el apostolado fuera de Roma y así daréis mucha alegría a Dios Omnipotente que os da la gracia de realizar esta tarea tan hermosa e importante". [66]

En la última aparición del año social 2005 - 2006 Jesús nos ha trazado un balance de la misión realizada en Roma por los jóvenes y por los adultos: "Creedme, la mayor parte de ellos creen en las apariciones marianas y en los milagros eucarísticos, pero no quieren dar satisfacción porque piensa: "¿Quién eres tú para venir a mi, sacerdote, a decirme estas cosas? Os habéis percatado que, por desgracia, algunos no conocen bien el Evangelio, no conocen el C.I.C. y entonces se confunden, no saben que decir, lo embrollan todo y dice: "Basta, estas cosas no me interesan, tengo otras cosas en que pensar". Os tendrías que alegrar sin embargo de saber que después vuelven a pensar en lo que le habéis dicho".

Nuestro Obispo, animado por la Virgen, había empezado desde hacía tiempo a rezar a Dios, para que acelerase la entrada en el Cielo de su hermana, que finalmente cesaría de sufrir y empezaría a gozar de la felicidad eterna.

Dios mismo ha indicado "a su querida hijita" algunas fechas para su partida, pero siempre las ha aplazado una después de la otra, afirmando que todavía la necesitaba para salvar a otras almas y para hacer renacer a la Iglesia.

Mons. Claudio Gatti, se ha permitido, con la libertad de hijo, el indicar al Padre una fecha. Ha hablado de ello Jesús: "¿Cuándo será el momento de la partida de vuestra hermana? Vuestro Obispo ha pedido el 29 de Junio por motivos significativos e importantes, pero veremos lo que decidirá Dios". Dios decidirá prolongar el Calvario a nuestra hermana; Jesús le ha dicho: "Marisella, estoy siempre a tu lado junto a la Madre, cuando sufres, cuando el dolor se hace más fuerte. No te preocupes: cuando llegue el momento que Dios ha aplazado tantas veces, serás feliz y todos lo seréis". [67]

Sabemos que Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo y la Madre de la Eucaristía, desde hace años han dado a conocer a S. E. Mons. Claudio Gatti, Obispo ordenado por Dios, su futuro: cuál será el lugar que ocupará en la Iglesia de Dios, qué papel ocupará en la jerarquía eclesiástica.

La Vidente estaba en conocimiento de todo desde el principio de la misión, a la que fue llamada por Dios. Sobre este futuro había penetrado el más absoluto silencio y el más riguroso secreto lo envolvía.

Seguidamente, por orden de Dios, el mismo Obispo había hablado de ello a los jóvenes, vinculándoles, a su vez, al secreto.

Los jóvenes tendrán que testificar un día que Dios había manifestado sus designios antes de realizarlos. En un segundo momento las cartas de Dios, antes de manera velada y luego poco a poco cada vez más explicito han hecho conocer a todos que "el Obispo ascenderá a alturas vertiginosas y alturas estupendas en la Iglesia".

En junio ha habido la más explícita afirmación por parte de Jesús sobre el papel del Obispo en el interior de la Iglesia. La afirmación ha sido precedida por dos anuncios de la Virgen: "Orad por vuestro Obispo, para que llegue donde Dios le ha dicho." [68]

"Orad por vuestro Obispo, porque es él el que tendrá que renovar la Iglesia." [69]

Pero ha sido la afirmación de Jesús la que nos ha emocionado y nos ha estremecido: "Para Nosotros los del Paraíso, el Obispo ordenado por Dios es Papa. Vosotros los de la Tierra todavía no lo podéis afirmar. Ay si lo pronunciáis, dirían que estáis locos. Pero me han tomado por loco también a Mi, Jesús, por tanto no hay de que preocuparse o alarmarse. El que aún viva y esté al lado del Obispo, en el momento oportuno hará una gran fiesta." [70]

No sabemos cómo y cuándo lo que ha dicho Jesús será aceptado por los hombres de la Iglesia, sabemos solo que el solio pontificio se está acercando para nuestro Obispo.

Los meses estivales han representado para el Obispo y la Vidente uno de los períodos más difíciles y angustiosos de los últimos años. Han gozado sólo dos días, el 8 de julio y el 15 de julio, libres de problemas y ausencia de preocupaciones.

Han transcurrido los primeros quince días de julio en Alba Adriática, una alegre y soleada localidad marina, beneficiada del clima marino, pero no han podido sumergirse ni siquiera una sola vez en el mar, sea por la comprometida salud de Marisa, sea porque le era imposible recorrer el largo trecho de playa y el primer trecho de mar, muy bajo, antes de poderse sumergir entre las olas. Aunque estaba sufriendo mucho, Marisa ha sido ayudada por el Señor para superar sus graves problemas, de otro modo, y no exageramos, hubiera estado frecuentemente en peligro de muerte.

El 3 de julio, Marisa ha vivido una gran experiencia mística: junto a la Virgen, a S. José, a la abuela Yolanda, a los últimos papas y a otros santos y muchos ángeles ha participado de la S. Misa, celebrada por Jesús.

La S. Comunión ha sido distribuida a todos los presentes por Pio XII, el beato Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II; Marisa ha recibido la S. Comunión por Pablo VI, el Papa tan amado por nuestro Obispo.

Más de una vez mientras el Obispo llevaba en la silla de ruedas a Marisa a lo largo de la orilla del mar, para hacerla respirar el aire marino, la Virgen le ha mostrado a los sacerdotes que paseaban con mujeres, como si estuvieran casados.

La onomástica del Obispo, Marisa la ha transcurrido inmersa en un mar de dolores. Muy amargado, Mons. Claudio se ha lamentado con la Virgen: "Hazla estar un poquito mejor, así salimos y disfrutará aquel poco que pude disfrutar". [71]

También este año, con ocasión de su fiesta, S. Claudio, patrono de nuestro Obispo, ha recibido de Dios el permiso de hablarle: "Monseñor Claudio Gatti, rezo cada día por ti y te amo mucho; si supieses cuantas personas grandes y pequeñas rezan por ti. Es dura tu vida, el inicio de tu triunfo se alarga cada vez más. Tienes a tu lado a Marisella que ha ofrecido su vida por ti. Al final triunfarás. Yo no sé el tiempo de Dios. Todos en el Paraíso rezamos por ti".

Hablemos ahora del maravilloso 8 de julio, día en el que Dios ha querido hacer a su hijita una serie de regalos y bonitas sorpresas.

Después de haber dormido serenamente toda la noche, situación que no se verificaba desde hacía mucho tiempo, Marisa se ha levantado de la cama sin fatiga y sin dolores. El Obispo y dos jóvenes la han acompañado a dar un paseo a lo largo del mar. De repente Marisa se ha levantado de la silla de ruedas con mucha agilidad y se ha puesto a caminar ágilmente. Los acompañantes se han mirado atónitos. A continuación han sabido que había venido Jesús y le había dado la mano para levantarse. Después la había cogido por los hombros y empezó con ella un intenso diálogo.

Por la tarde, ya que Marisa continuaba estando bien, el Obispo y los dos jóvenes la han llevado de nuevo a disfrutar del aire del mar. El clima era tan bueno y sereno que Mons. Claudio ha querido hacerle de nuevo a Marisa la broma de pasarle el teléfono móvil, diciéndole que al teléfono estaba la Virgen. Marisa ha cogido el teléfono y se le ha iluminado el rostro, porque, a través del telefonillo, ha sentido y hablado con la Virgen.

Poco después el celular ha sonado efectivamente, Marisa lo ha cogido con rapidez y ha hablado de nuevo con la Madre del Cielo.

Antes de volver a casa, se le han aparecido a Marisa, Jesús Eucaristía y la Madre de la Eucaristía que, de nuevo, la han hecho levantar, la han tomado de los hombros, Jesús de una parte y la Virgen de la otra. El Esposo Divino y la Madre celeste han hablado con ella de cuestiones tristes y preocupantes: la situación de la Iglesia y las condiciones espirituales de los sacerdotes.

Han dado las gracias a la heroína del sufrimiento por los padecimientos que soporta para el renacimiento de la Iglesia y la conversión de los sacerdotes.

Le han pedido que continuara con su misión de dolor, interrumpida aquel día para darle un poco de reposo.

A pesar del anuncio de que la Pasión volvería, el Obispo y la Vidente han dado gracias a Dios por los dones recibidos aquel día.

El 10 de julio, mientras en la terraza de casa de Mons. Claudio y Marisa, en compañía de algunos amigos, gozaban del fresco, ha venido la Virgen, acompañada de una multitud de ángeles y de santos, y ha traído dos anuncios muy importantes.

El primero dirigido al Obispo: "Cuando Marisella partirá para el Cielo conmigo, con los ángeles y los santos, el Obispo la acompañará al Paraíso, la besará y luego volverá a la Tierra para terminar su tarea".

El segundo dirigido a la Vidente: "Tú, alma bella y santa, has permanecido todavía con vida para ayudar a Dios y sufrir por las almas. Tu lo sabes, porque ya estás en el Paraíso, donde todo es alegría y gozas con tu madre y con tu Esposo".

En qué consiste y qué tipo de presencia es la de Marisa en el Paraíso, nosotros no lo sabemos. Lo importante es creer en todo lo que Dios dice y esperar las explicaciones de lo Alto.

Ahora invitamos a todos los que están leyendo estas páginas, que interrumpan la lectura, que se recojan en oración y pidan luz al Espíritu Santo para aceptar la desagradable realidad que se va a narrar.

Desde hace años, en conversaciones privadas con el Obispo y la vidente, Dios les había hecho conocer la crítica situación de la Iglesia, empezando por el vértice de la jerarquía eclesiástica hasta llegar a los escalones más bajos. De tales encuentros divinos, Mons. Claudio nos había indicado alguna cosa para empujarnos a orar para el renacimiento de la Iglesia.

El Fundador y Cabeza de la Iglesia y la Madre de la Iglesia nos habían puesto al corriente de algunas desagradables realidades de la Iglesia, pero nunca se habían expresado como lo hizo Dios Padre en las Teofanías del 15 y 21 de julio.

El Señor ha querido que estos mensajes, dirigidos al Obispo y a la Vidente, además de a nosotros, fuesen divulgados también a toda la Iglesia. Las intervenciones de Dios han sido apremiadas por el rechazo de Marisa de continuar sufriendo por los sacerdotes.

Por los frecuentes coloquios con la Madre de la Iglesia, Marisa había extraído numerosas y detalladas informaciones sobre la situación espiritual de los sacerdotes, obispos, cardenales y de quien estaba en el vértice de la jerarquía. Por otra parte, sin ser vista, había ido en bilocación a las casas y lugares de trabajo de estos eclesiásticos, y se había dado cuenta de cómo vivían y sobre qué discutían en sus corrillos. A causa de este cúmulo negativo de informaciones y de experiencias había llegado a un rechazo total hacia los sacerdotes, mejor dicho, a veces, había sentido repulsión hacia ellos, como ha confesado cándidamente a la Madre Celeste el 14 de julio.

Marisa - No me siento en disposición de continuar sufriendo, especialmente por los sacerdotes. Basta. Me retiro a mi casa, a via delle Benedettine con mi Obispo y ya no quiero ayudar más a ningún sacerdote, porque mi salud está comprometida y me estoy yendo por culpa de ellos. Si me dicen que ayude a un joven, a una madre, a un padre, estoy dispuesta, pero no quiero sufrir por los sacerdotes. Condéname, si quieres, no me importa, pero por los sacerdotes no quiero sufrir más, me dan asco (Marisa llora sobre los hombros del Obispo). No quiero a los sacerdotes, no los quiero, no los quiero. No estoy enfadada con nadie, ni con Dios Padre, ni con Dios Hijo, ni con Dios Espíritu Santo, ni con la Virgencita, pero mi "no" esta vez es definitivo. No me interesaré más por los sacerdotes. ¿Por qué tenemos que continuar dando para los sacerdotes que son sucios? Me dan ganas de vomitar cuando hablo de ellos: lo han recibido todo, no quiero dar nada más, no quiero inmolar más mi cuerpo, hacer sufrir a mi alma por ellos. Hacedme partir pronto de este mundo, porque no puedo más. Perdóname, Virgencita, si he dicho estas cosas, no es por maldad, pero no puedo más.

Nuestra Señora - Tesoro, tienes razón. Es sensato lo que dices y Nosotros haremos como tu quieres. Sí, ahora basta. Basta con tantas miserias de los hombres de la Iglesia, basta, Yo estoy con vosotros y vosotros estáis conmigo. También los hombres de la Iglesia son mis hijos predilectos, pero no hacen la voluntad de Dios. Marisella, has terminado de sufrir por los sacerdotes.

Antes de exponer algunos fragmentos de las Cartas de Dios que ponen al desnudo la situación de la Iglesia, transcribimos, para los que se pudieran escandalizar al leer las citadas cartas, lo que ha afirmado el card. Joseph Ratzinger, pocos días antes de ser elegido Papa. Lo que referimos es el comentario a la IX Estación del Vía Crucis, rito que ha sido celebrado el viernes Santo del 2005 y transmitido por Mundo Visión.

En él había participado también Juan Pablo II, desde su capilla privada, estrechando una cruz. Estas son las palabras del futuro papa: "Pero ¿no deberíamos pensar también en lo que debe sufrir Cristo en su propia Iglesia? ¡Cuántas veces se abusa del santo sacramento de su presencia, en qué vacío y maldad de corazón entra él con frecuencia! ¡Cuántas veces celebramos sólo nosotros sin darnos cuenta siquiera de él! ¡Cuántas veces se deforma y se abusa de su Palabra! ¡Qué poca fe hay en muchas teorías, cuántas palabras vacías! ¡Cuánta suciedad en la Iglesia y también entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! ¡Qué poco respetamos el sacramento de la reconciliación, en el cual él nos espera para levantarnos de nuestras caídas! También esto está presente en su pasión. La traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre es ciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón. Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace agua por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Pero los ensuciamos nosotros mismos. Nosotros somos quienes te traicionamos, no obstante los gestos ampulosos y las palabras altisonantes. Ten piedad de tu Iglesia: también en ella Adán, el hombre, cae una y otra vez. Al caer, te arrastramos a tierra, y Satanás se alegra,

porque espera que ya nunca podremos levantarnos; espera que tú, arrastrado en la caída de tu Iglesia, quedes abatido para siempre. Pero tú te levantarás. Tú te has reincorporado, has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia. Sálvanos y santifícanos a todos".

Ahora contaremos lo que ha dicho Dios Padre en dos teofanías:

Dios Padre - También a mi, Dios Padre Omnipotente, me repele hablar del señor Milingo. Si a ti te da repulsión y disgusto este hombre, imagina a Mi, que lo he creado. Todos lo han defendido, empezando por el Santo Padre, los obispos y los cardenales. Le han dado todo: casa, dinero, honores y él ¿qué ha hecho? Ha huido entre los brazos de su mujer. Has hecho bien en renunciar a ayudar a los sacerdotes, no te reñiré nunca por esta negativa. Basta con los sacerdotes, ya sean buenos o malos, basta. En este momento no estás bien porque piensas en aquellos asquerosos señores. Ya lo sé, son sucios. Marisella no ofrezcas más tus sufrimientos y tus oraciones por los sacerdotes. Yo, Dios Padre Omnipotente, haré de todo para sanar el mal presente en aquellas personas. Amad a los lisiados, a los enfermos y a las personas que tienen hambre y sed de justicia, pero dejad a los sacerdotes". [72]

"La vida en la Tierra es tan puerca, tan sucia, que casi me disgusta, Marisella, dejarte en este mundo lleno de personas inmorales, empezando por los vértices de la Iglesia". [73]

La Madre Celeste ha traducido la orden de Dios en consejos prácticos: "Querido hijito mío, tu tienes que ser el jefe de los jóvenes y de los adultos. Marisella no irá más a hablar con los hombres de la Iglesia por diversos motivos que tu sabes, pero tu no puedes dejarlos a todos solos. Deja a parte a los sacerdotes, pero ayuda a los jóvenes y a los adultos para que hablen con ellos, mientras tu te quedas fuera como Marisella. Solo tendrás que escribirles, pero no vayas a hablar o hacer otras cosas. Has terminado, como ha terminado Marisella". [74]

Desde entonces el Obispo y la Vidente han visto solo a los sacerdotes que han venido al lugar taumatúrgico; pocos de Roma, la mayor parte de fuera de Roma.

A pesar de alimentarse con la Eucaristía, Marisa ha continuado sufriendo mucho con el estómago porque ha dicho la Madre de la Eucaristía: "Ya está destruido, como el hígado y el bazo".

Por las pésimas condiciones del aparato digestivo Marisa ha sufrido un bloqueo intestinal que ha tenido graves consecuencias incluso para la respiración: la situación de su salud se ha vuelto muy crítica y al Obispo y a las personas que estaban con él, no les ha quedado otro remedio que rezar.

Dios ha mandado entonces a la Madre de la Eucaristía que ha hecho superar la crisis a su hijita y la ha hecho también dormir.

No solo los dolores del aparato gastrointestinal, no solo los problemas en otras partes del cuerpo, sino que la Vidente ha sufrido también terribles pinchazos en todo el esqueleto óseo.

Cuando el sufrimiento llegaba al máximo, Marisella llamaba a su madre, la abuela Yolanda, que le ha murmurado: "Cuando me llamas de noche, hija mía, vengo siempre a tu lado y veo lo mucho que sufres.

Nadie puede darse cuenta de cuan grande es tu padecimiento, solo el Obispo lo puede comprender". [75]

La Madre de la Eucaristía ha salvado a sus dos hijitos también de un accidente de coche, que podía haber sido mortal.

El que guiaba el coche ha efectuado un adelantamiento atrevido y un regreso apresurado, por lo que el tráiler que le seguía, habría ciertamente colisionado con él, si la Virgen no hubiese intervenido ralentizando la carrera del vehículo.

A nuestro Obispo no le ha gustado nunca llevar puesta la mitra, que no estaba comprendida entre las insignias episcopales, indicadas por Jesús. Cuando le ha sido regalada por algunos miembros de la comunidad, se ha visto obligado por tanto, a llevarla, pero la ha llevado con cierto disgusto porque no comprendía su función y pensaba que era un gasto superfluo.

Dios, que se ha revelado siempre como una Papá afectuoso hacia sus dos hijitos, ha vendido al encuentro del deseo del Obispo: "Excelencia, si no quieres ponerte la mitra, puedes evitar el ponértela. ¡Eres más hermoso sin!" [76]

Al Obispo le daba mucha pena dejar sola a su hermana, cuando él y los demás iban a comer, por esto ha pedido a la Virgen: " Marisella desea estar en nuestra compañía, pobrecita, está siempre sola, si le quitamos nuestra compañía, también cuando comemos y estamos juntos en la mesa, ¿qué le queda? Dios ¿le puede conceder, si esta es su voluntad, la posibilidad de comer algo aunque sea poco, pero aconsejado por ti"

La Madre ha respondido: "Claro, yo puedo aconsejarlo todo. Ella tiene que tomar la Eucaristía y un poco de alimento. Esperemos que Dios le diga lo que necesita". [77]

Mons. Claudio no se imaginaba cuantos problemas traerían esta petición suya.

El 16 de julio el Obispo y la Vidente se han desplazado a Viletta Barrea, un pueblecito inmerso en el parque nacional del Abruzzo.

El gran dolor que destrozaba el cuerpo de Marisa y hería el alma del Obispo, está encerrado en la petición dirigida a la Virgen: "¿Cuándo terminará nuestro calvario?"

La respuesta de la Madre ha sido iluminante: "Mi dulce hijo, el Calvario es siempre largo". [78]

El gran sufrimiento sobrenatural, moral y natural no ha faltado nunca. Antes bien en algunos momentos se ha convertido en insoportable. La Abuela Yolanda en aquellas circunstancias iba ante Dios, seguida por los santos y por los ejércitos de ángeles, a pedirle "que ayudara a sus dos hijos que han sufrido siempre" y a pedirle "que se lleve enseguida a Marisella o dejarla aún en la Tierra para gozar un poco con su hermano".

La descripción de estos momentos está contenida en las tres Cartas de Dios del 21 de julio, cuando Dios Padre se ha manifestado dos veces en el mismo día.

La Madre de la Eucaristía ha comunicado varias veces, en nombre de Dios que Marisa se quedaría en la Tierra "todavía un poco de tiempo" y después volaría enseguida al Paraíso. Pero, como ha ocurrido otras veces, Dios ha aplazado de nuevo la fecha de su partida, siempre por los mismos motivos "convertir otras almas y para el renacimiento de la Iglesia". Ha repetido una vez más: "Cuando lleve a Marisella al Paraíso, tenéis que hacer una ceremonia más hermosa que un Matrimonio, que una Primera Comunión, que la Confirmación o que el Bautismo.

Tendréis que organizar una fiesta solemne y grandísima a los ojos de la gente y de todo el Paraíso y sobre todo tenéis que estar felices". [79]

Ha explicado de nuevo que "para ser declarados santos por Dios no hace falta recoger testimonios y hacer procesos. No hay necesidad de tapices en S. Pedro. Para Dios vuestro Obispo y Marisella son santos". Entre tanto Marisa, con la aprobación de la Virgen y animada por su hermano, había vuelto a comer un poco de alimento, pero con resultados siempre dolorosos.

Del 24 al 29 de julio el Obispo y la Vidente han vivido "días infernales"; Dios ha permitido que el infierno se desencadenase contra Marisa. Para comprender más profundamente y detalladamente lo que han padecido el Obispo y la Vidente durante aquellos días, invitamos a leer con atención y participación las cartas de Dios del 25, 27, 29 y las tres del 26 de julio.

El 24 de julio ha explotado en Viletta Barrea un tremendo temporal, acompañado por relámpagos y truenos. Delante de la ventana de la habitación, donde estaban los dos hijitos de Dios, se han descargado en tierra dos rayos con ruido ensordecedor y luces tan siniestras, que espantaron de muerte a Marisa y la hicieron gritar de miedo.

La Virgen ha explicado lo que había sucedido: "Dos demonios enormes, fuertes, y brutos han asustado a vuestra hermana. No podéis imaginar cuán tremendo es lo que ha sucedido, ha ocurrido algo que daría miedo al mundo entero. Los demonios han tratado de matarla, aterrorizándola. Sucederán todavía espantosas situaciones y otras maldades diabólicas contra ella. Los demonios intentarán traspasar su cuerpo y su alma. Marisella sufrirá mucho, pero no ocurrirá nada que pueda matarla, ella es de Dios y los demonios no pueden hacer lo que quieren". [80]

Para evitar que los demonios la golpeasen y la tirasen por tierra, como ha ocurrido muchas veces en el pasado, la Virgen había aconsejado a su hijitos que llevase siempre consigo, encerrada en un corazoncito de oro, la Eucaristía. Desde entonces los demonios no se han atrevido a tocarla más, pero han esperado la ocasión para desatar la propia rabia contra la que les había arrancado muchas almas. En su ciego furor no han tenido presente que cuanto más sufría Marisa, más almas volvían a Dios, demostrando lo que nos ha dicho el Obispo: "El demonio, siendo puro espíritu, es inteligente, pero se vuelve estúpido porque está cegado por el odio". Dios ha permitido la horrible tribulación para sus fines: al Obispo que le pedía: "Dios mío, ¿por qué no haces marchar a los demonios?", Dios Papá le ha respondido: "Esta criatura tiene que inmolarse hasta el fondo para salvar a las almas". [81]

Durante cinco largo días y noches, los demonios a miríadas han asediado a Marisa. Tenían rostros repelentes, ojos llenos de odio y emitían de la boca palabrotas, insultos y amenazas.

No podían tocarla, porque Marisa tenía la Eucaristía, pero eran espantosos y terribles. Los asaltos diabólicos ocurrían muchas veces durante las 24 horas del día, incluso cuando estaba presente el Obispo, que se quedó casi constantemente al lado de su hermana. Pero los momentos preferidos por los demonios para sus ataques infernales se evidenciaban cuando el Obispo tenía que ausentarse por fuerza mayor o a causa de agotamiento se echaba un sueñecito. Reclamado por los gritos de Marisa, el Obispo intervenía inmediatamente diciendo: "En el nombre de Jesucristo, aquí presente en la Eucaristía, os ordeno que os marchéis". Los demonios huían enseguida y a menudo venía la Madre de la Eucaristía a consolar a su hija. Mons. Claudio y Marisa no sabían cuando terminaría la lucha infernal, la peor de todas las que ya habían soportado. Estaban tan agotados y tensos, que una vez el Obispo ha gritado: "Dios mío, ¿quieres nuestra destrucción? Padre Celeste, ¿quieres vernos acabados?" Dios Padre le ha respondido: "Nunca, nunca, hijo mío...". [82]

De todos modos el Obispo y la Vidente estaban tan extenuados que eran incapaces de valorar la situación que por dos veces han caído en una trampa tejida por los demonios. Creyendo que el consejo venía de la Virgen, han sido engañados por el príncipe de la mentira. La primera vez, Marisa ha comido la ensalada envenenada y la segunda vez un bocadillo envenenado.

La Vidente ha tenido inmediatamente dolores abdominales tremendos y habría muerto, si no hubiese intervenido Dios que ha mandado a la Madre de la Eucaristía para evitar lo peor.

Pero la medida ya estaba colmada y, anunciado por la Virgen, Dios Padre se ha manifestado a la Vidente y le ha declarado:

"Yo, Dios Omnipotente, a vuestros ojos he sido demasiado severo y duro, pero he hecho lo que tenía que hacer. Ahora la situación cambiará; aquellos demonios no vendrán más y vosotros seréis felices. Pero, Marisella, tu sabes que no puedo quitarte los dolores. El sufrimiento es tu misión. El Cielo se está abriendo para vuestra alegría y felicidad. Habrá todavía tribulaciones y dificultades, porque forman parte de la naturaleza humana, pero lo importante es que aquellos horribles monstruos no vuelvan más, porque Yo los destruiré uno a uno, como he empezado esta tarde". [83]

Para aliviar la moral y crear nuevamente serenidad, queremos terminar la narración del mes de julio, recordando lo que Dios Padre primero y Dios Espíritu Santo después, han prometido a nuestro Obispo. La Primera Persona de la Santísima Trinidad ha afirmado: "Excelencia, hijo mío, tesoro de Dios, te has inmolado por la conversión de los sacerdotes, especialmente de los altos prelados. Recuerda que Yo lo decido todo y solo Yo puedo establecer si tu me puedes o no ver, mientras estés en vida. Tu no puedes decir: "Cuando acompañe a Marisella al Paraíso en su partida, no veré a Dios". Déjame decidir a Mi. Yo soy Dios, Yo soy tu Papá. Has comprendido bien"? [84]

La Tercera Persona de la Santísima Trinidad ha anunciado: Excelencia queridísima, prepárate y cuando Dios querrá, te dará lo que has pedido, el don de lenguas, pero sólo cuando Él decida". [85]

El domingo, 6 de agosto, Mons. Claudio, Marisa y los cinco sobrinos han ido en bilocación al Jordán, donde los esperaban Jesús, la Virgen, S. José y la abuela Yolanda. Jesús ha pescado con las manos peces en el río y los ha entregado a las dos madres que los han asado sobre una improvisada hoguera, preparado por S. José.

Terminado el asado de los peces, todos se han sentado sobre dos piedras, alisadas por Jesús y han cantado un himno de acción de gracias a Dios. El divino Pescador ha bendecido la mesa y ha distribuido el exquisito pescado a los comensales, que han aprovechado la feliz ocasión para pedirle explicaciones y hacerle preguntas.

Al final de la comida Jesús ha invitado a la abuela Yolanda a cantar "En tu casa yo te canto, María" en honor de la Madre, después ha tomado del hombro al Obispo, con el que ha hablado largamente de su futuro y de la situación de la Iglesia.

Mientras los adultos rezaban, cantaban y hablaban entre ellos, los pequeños jugaban en la orilla del río y competían tirando piedras en el Jordán.

Al final Jesús ha bendecido a todos los presentes y los habitantes del Cielo han vuelto al Paraíso y los habitantes de la Tierra a sus casas.

En el Líbano, donde habían vuelto a enfrentarse israelitas y palestinos, Marisa ha ido muchas veces a la zona devastada por la guerra para socorrer a los heridos, ayudar a las madres y asistir a los niños.

Entretanto el dolor de estómago, para ella se había convertido cada vez más agudo y la Virgen ha sugerido a su hija qué alimentos tomar y cuáles evitar. Las indicaciones, proporcionadas de lo Alto, han permitido a Marisa alimentarse un poco, pero no le han evitado el sufrimiento que a veces era insoportable y exigía para estar calmado, al menos en parte, la intervención de Dios.

Pasando delante de una estatua de S. Pío de Pietralcina, colocada a la entrada de Pescina, Marisa ha pedido que pararan el coche. Se ha acercado a la estatua, sostenida por el Obispo y la ha abrazado y besado. En aquel momento "el hermanote" como lo llama la estigmatizada, se le ha aparecido y le ha dicho: "Querida hermanita, tu sufres más de lo que yo he padecido. Estás recorriendo un camino muy doloroso, pero ésta es la voluntad de Dios. Ánimo, sigue adelante. Todos Nosotros en el Paraíso rezamos por ti y por el Obispo y no dejamos de ayudaros".

Mientras estaban en Viletta Barrea, el padre y la madre espirituales han sido visitados a menudo por los hijos más jóvenes, visitas siempre muy agradables, pero su alegría llegaba al máximo cuando veían a los sobrinitos, que traían una nota de alegría y frescura en sus fatigosas jornadas. En la aparición del primer sábado del mes Marisa ha repetido a la Virgen: "He dado la vida por mi Obispo. Rezo y sufro por él. Si llega donde Dios quiere, será también gracias a todos los que han rezado por él".

En aquella ocasión la Madre de la Eucaristía ha dado un alegre e importante anuncio. "Marisa llevará consigo al Paraíso más de 3.000 almas, entre éstas, en primer lugar estarán papá Aladino y papá Agustín". El Obispo y la Vidente se han alegrado y se han conmovido al saber que sus papás pronto irían al Paraíso. Al día siguiente la Madre de Dios ha hablado de nuevo de estas almas y ha especificado que "Muchas de ellas, a pesar de no haber ido nunca a la iglesia o rezado poco, han amado a todos, y por esto Dios les ha abierto el Paraíso". Ha añadido que además "A los numerosos parientes del Obispo y de la Vidente, hay niños que tienen uso de razón, adultos, sacerdotes, obispos y cardenales". [86]

Para ayudar a Marisella a soportar sus numerosos y graves sufrimientos y para obtener la paz en el mundo, el Obispo ha sugerido un nuevo modo de mortificación: en lugar de hacer el clásico ayuno que no todos están en condiciones de tolerar, comer un alimento desagradable al paladar, que siempre se descarta como alimento.

La propuesta, empezada primero por los que estaban en Villeta Barrea, ha sido extendida a los jóvenes del Movimiento. La respuesta ha sido unánime; todos, sin ninguna excepción, han aceptado con entusiasmo lo que el Obispo había aconsejado.

La Virgen, que había definido este proyecto "hermosísimo" estaba presente con Jesús, S. José y la abuela Yolanda, cuando se llevó a cabo por primera vez. Los comensales han demostrado una serena alegría, escondida tras las bromas irónicas el disgusto de comer alimentos desagradables.

Pocos días después Dios Padre se ha manifestado y ha agradecido a "Todos los que han hecho la penitencia, sugerida por el Obispo, por la paz en el mundo y para ayudar a Marisella". Nos ha comunicado también que las almas que subirían al Paraíso con ella habían aumentado a 3540. Los que estaban presentes en aquella Teofanía, han gozado de un simpático y sincero coloquio entre Dios y Marisa:

Dios Padre - ¿Cuántas almas tenemos que salvar todavía, Marisella?

Marisa - Las salvamos todas. ¡¡Estás Tu!!

Dio Padre - Sí, Yo quiero salvarlas a todas. Te he hecho sufrir mucho para salvar las almas, para salvar la Iglesia, por el nuevo Papa, y tu sabes a quien me refiero. Hay todavía muchas cosas que hacer.

Marisa - Si tengo que esperar a todo lo que quieres hacer, yo ya no me muero. Tenía que morir en marzo, después en junio, hemos llegado a Agosto y estoy todavía viva. ¿Cuándo me llevas? Si no me llevas contigo, ¿cómo lo hago para estirar la cuerda con todas aquellas almas? No has mantenido la palabra, mi querido Dios. Yo te quiero y te amo, pero no puedo callar lo que pienso, porque eres Dios. Soy la hija que habla al Padre. Tratemos de apresurarnos, haz que, al llegar a Roma, todo se acabe, se concluya, sino me voy a comprar un ataúd y me meto dentro. Todos se ríen allá arriba, también mi madre se ríe.

Dio Padre - Ánimo, hijita mía, estoy a tu lado, te quiero. Ten fe y fuerza.[87]

Desde que la Virgen anunció que al Paraíso subirían con Marisa 3540 almas, para el Obispo y la Vidente ha empezado una alegre fatiga: escribir los nombres, el origen y la calificación de estas personas.

Dios Padre, Jesús y la Madre de la Eucaristía se lo comunicaban a Marisa que a su vez se lo decía a Mons. Claudio el cual lo anotaba todo en un cuaderno suyo.

Dios Padre ha hablado de este objetivo: "Pobre Marisella, recordarlos todos es difícil, así que Yo vengo cada poco y le comunico los nombres que tiene que escribir junto al Obispo". [88]

También Jesús ha hablado de este agradable y fatigoso trabajo de Marisa, cuya vida, sin embargo, continuaba siendo atormentada por los dolores y asediada por preocupaciones: "Marisella, estate tranquila, vive tranquila, sino no podremos ni siquiera dictarte los nombres de las otras almas que subirán contigo al Paraíso". [89]

La vigilia de la fiesta de la Asunción ha aparecido S. José, el santo que, después de la Virgen, es el más amado por el Obispo y ha pronunciado, como es su estilo, pocas palabras: "Cuando están presentes Dios Padre, Jesús y mi esposa, ¿yo qué puedo deciros? Solo que os amo. Amaos todos. No puedo decir otra cosa sino que os améis".

El Obispo de la Eucaristía y la víctima de la Eucaristía, acompañados de sus sobrinitos, han pasado en bilocación las últimas horas del 14 y las primeras horas del 15 de agosto en Tierra Santa. Dejemos que la Madre de la Eucaristía cuente cuanto ha sucedido:

"Ha sido muy hermoso cuando del Jordán hemos ido a rezar a Getsemaní, donde hemos visto a los niños con la cabeza hasta el suelo y que de rodillas rezaban, rezaban, rezaban. Los niños no se han movido, hasta que no hemos terminado de rezar; también nosotros estábamos con la cabeza inclinada. Todos los ángeles nos circundaban y esperaban mi Asunción al Cielo. Después de un poco he oído a mi Todo que me llamaba: "María, ven" y he sido de nuevo asunta al Cielo. Cuando he muerto, he sido transfigurada enseguida y asunta en cuerpo y alma al Paraíso, donde he gozado muchísimo al ver a todas la almas queridas por mi, como hoy gozo al veros a vosotros, personas queridas por mi". [90]

El hijo, al que la Madre le ha preguntado: "¿Tienes algo que decir a tu Madre"? ha respondido así: "Actualmente estoy exultando, porque son enumerados los nombres de los parientes y sacerdotes conocidos que irán al Paraíso. Es una alegría enorme para mi, en el Paraíso nos haremos buena compañía. Ahora te pido: ten bajo tu manto a los sacerdotes que tendré que ordenar obispos y a los obispo y cardenales que tendrán que ayudarme; estoy pensando en el futuro de la Iglesia y en el mío. Por una parte deseo que se apresure, para que el bien triunfe, por el otro tengo tanto miedo, pero luego pienso que tu, Marisella y la abuela Yolanda me ayudaréis y entonces me tranquilizo. Te pido que bendigas a todos los miembros de la comunidad que han estado a nuestro lado en los momentos dolorosos y que pongas tu mano sobre todo sobre los niños. Gracias por haberme escuchado". [91]

Para facilitar el trabajo a los dos hijitos de transcribir los nombres de las personas que formarían la primera cadena para subir al Paraíso, la Virgen ha permitido a los que estaban con ellos en Viletta Barrea para ayudarlos, y a todos lo que iban a visitarlos, que preguntaran si sus parientes o conocidos formarían parte. A medida que transcribía en su cuaderno centenares y millares de nombres, el Obispo se daba cuenta cada vez más de lo diferentes que eran los juicios de Dios a los de los hombres. Personas humildes y modestas precedían a los personajes eclesiásticos y civiles famosos e ilustres, personas que, según los parámetros humanos estaban considerados fuera de la Iglesia, estaban listas para levantar el vuelo hacia el Paraíso.

Dios juzga a sus hijos sobre todo por la virtud de la caridad, si han demostrado amor hacia los pobres, hacia los que sufren y los enfermos. Mucho antes que nosotros había comprendido esto S. Agustín, cuando ha afirmado: "Ama y haz lo que quieras"

El 16 de agosto el Obispo ha hecho una breve excursión a Camosciara, en el corazón del Parque de Abruzzo. Estuvo indeciso de si arriesgarse a ir por el sendero agreste, escabroso y empinado, porque hacía muchos años que no había hecho excursiones a la montaña. Al final ha cedido a la insistencia de Marisa y ha ido a la "Fuente de las Ninfas" en compañía de algunos jóvenes.

De regreso a casa ha confesado con maravilla que no había sentido ni fatiga ni ahogos; poco después ha conocido el motivo: Marisa en bilocación le había ayudado y sostenido.

Por desgracia los dolores en el estómago y en los huesos no daban tregua a Marisa, antes bien aumentaban de día en día hasta arrancarle lamentos e impedirle que pudiera dormir por la noche. El Obispo, mientras asistía a su hermana, se angustiaba al verla sufrir.

La Vidente, a la que la Madre de la Eucaristía ha reconocido: "Tu sufrimiento es grande", ha confesado: "No puedo más. Somos dos los que sufrimos, dos que estamos hechos añicos. Me gustaría que te llevaras conmigo también al Obispo. No hace otra cosa que sufrir, sufrir y sufrir. También le veo llorar siempre. Virgencita, te lo ruego con todo el corazón, llévanos, si no quieres llevarnos a los dos, llévame a mi y mándale a él donde Dios Padre quiere que vaya".

La Virgen ha concluido: "Acuérdate, Marisa, que convertirse en Papa significa vivir grandes sufrimientos y afrontar grandes sacrificios". [92]

Para dar la posibilidad de descansar a la madre espiritual durante la noche, los jóvenes que estaban en Villetta Barrea y todos los otros que estaban en otras partes de vacaciones, han decidido velar algunas noches en oración, por turnos. La Virgen les ha dado las gracias por esta manifestación de amor.

Con ocasión de la fiesta de María Reina, primero se ha manifestado la Madre de la Eucaristía y después de algunas horas ha habido una Teofanía de Dios Padre.

La Madre Celeste ha afirmado: "Mis queridos hijos, estáis viviendo una prueba que ningún hombre en el mundo ha tenido nunca y que parece no acabar nunca; pero terminará porque el Obispo no puede vivir así y no puede luchar siempre contra los pastores indignos".

Dios Papá ha proclamado: "Yo soy Dios. Marisella, dulce criatura del Cielo, sé fuerte. Mons. Claudio, hijo mío, sé fuerte. Yo os ayudaré, como he hecho siempre. Yo soy el Amo del Cielo y de la Tierra y puedo hacer lo que quiera. Ay del que se ha permitido hablar mal o calumniar a mi Obispo. Los hombres que lo difaman, que no creen que Yo lo he ordenado Obispo, irán al Infierno. Un beso a mi pequeño gran Obispo, ordenado por Mi." [93]

Una vez más un grave sufrimiento se ha abatido sobre los dos mártires, así los ha definido Dios, y los ha aplastado, como la cruz ha aplastado a Jesús, mientras fatigosamente y dolorosamente subía hacia la cima del Calvario. Postrados, afligidos, desmoralizados, ya no sentían a Dios como Papá y a la Virgen como Madre, tanto que en su corazón les ha asaltado la tentación de dejar la misión, de dejar de luchar y retirarse.

Para comprender la tormenta que hostigaba y atormentaba el alma del Obispo y de la víctima de la Eucaristía, hemos traído íntegramente el desahogo de Marisa y las respuestas de la Madre de la Eucaristía y de la abuela Yolanda en el sufrido coloquio del 24 de agosto:

Marisa - Te lo ruego, no hables más como esta tarde. Has visto que jornada hemos tenido los dos. Cuando tengas que venir, avísanos, si quieres, pero no nos hagas esperar tanto tiempo. Estamos sufriendo muchísimo. Dios se deja sentir para decirme que tengo que hacer Su voluntad. Tu cuando vienes eres una dulce madre, no nos dices nada de lo que sucederá. Hemos escrito los nombres de las personas que tengo que llevar al Paraíso, pero ¿cómo y cuándo sucederá? Pídele a Dios que nos ayude un poquito.

Vivimos en una condición desastrosa, pero te amamos mucho y amamos a Dios, pero nos encontramos bajo tierra. Estamos sufriendo como ningún hombre de la Tierra ha padecido nunca; nadie puede comprender nuestro dolor. ¡Ven, Madre, ven más a menudo!. Te necesitamos. ¿No ves lo destrozados que estamos? Es desde 1999 que nos parece que nos estén tomando el pelo: "Llegará esto, llegará aquello", pero hasta ahora no ha llegado nada. El sufrimiento es muy grande, no podemos soportarlo más. Tratamos de sonreír, de hablar con las personas que vienen a vernos, pero nuestro corazón está a cachos. ¿Puedes ayudarnos, Madre?

Dinos, te lo ruego, ¿qué tenemos que hacer? Yo creía que ya había llegado a la meta, pero estoy peor que al principio y aún me encuentro en este planeta Tierra. Dios me ha llamado "criatura del Cielo". ¿Qué Cielo? ¿El que está abajo o el que está arriba? Yo no me siento criatura del Cielo. No me mires a mi, mira a nuestro Obispo, al que tanto amas y dices que es tu hijo. Tu lo amas, pero ¿qué haces por él? Desde que ha sido ordenado Obispo por Dios, ¿qué ha tenido? Sufrimiento, sufrimiento y sufrimiento; estamos cansados. ¿Tenemos que continuar viviendo así? Tenemos intención de dejarlo todo, de cerrarlo todo y recluirnos en casa, quizás a trabajar y a escribir. A mi me gustaría mucho que el Obispo lo cerrase todo. Él siempre piensa en la comunidad, pero en el fondo, aunque son buenos, ¿qué puede hacer la comunidad por nosotros? Que vayan a sus iglesias, terminarán de sufrir también ellos. ¿Por qué Dios no se decide a llevarnos?

Nuestra Señora - Marisella, no te he oído hablar nunca así. Se ve que en tu corazón y en el del Obispo hay un grave tumulto. Hoy he rezado mucho con tu madre y tu sabes cuantas veces hemos ido de rodillas delante de Dios a implorar por vosotros con la cabeza inclinada. Dios tiene sus planes. Haced Su voluntad, no hagáis sufrir a la Madre y veréis que todo irá mejor.

Marisa - Mamá, mamaíta, se me presenta una noche que no es bonita, ven a quedarte a mi lado, a ayudarme, porque estoy muy cansada. ¡Ven mamaíta!

Abuela Yolanda - Verás que podrás descansar, tesoro, incluso si tienes dolores, hija mía. No te he visto nunca sufrir tanto y ¿quieres que tu madre no llore por esto?

Marisa - Yo sólo digo: ayudadnos, necesitamos vuestra ayuda.

Nuestra Señora - Está bien, esta tarde volveremos a hablar con Dios Padre, Le rogaremos de rodillas con todos los ángeles y los Santos. Pediremos lo que tu has dicho, Marisella, y veremos que dirá. Si dice que todavía tenéis que hacer Su voluntad, escoged vosotros: o continuáis haciendo Su voluntad o bien os retiráis, como tu has dicho.

Marisa - Sí, pero esto no es justo; después de tantos años de sufrimiento, tenernos que retirar no me parece bonito

Nuestra Señora - Marisella, yo lo digo por ti, por el obispo, incluso si os retiráis no ofendéis a Dios. Haced la voluntad de Dios y Dios os hará comprender lo que quiere. No estás bien, Marisella, la enfermedad sigue su curso y los dolores aumentan. No cojas nada más sobre tu espalda, deja que también otros trabajen para la Iglesia.

Junto a mi grande y santo Obispo, Monseñor Claudio, os bendigo a vosotros y a vuestros seres queridos. Os traigo a todos junto a mi corazón y os cubro con mi manto materno. Id en la paz de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo. Sea alabado Jesucristo.

Marisa - Adiós, mamá.

Abuela Yolanda - Dale un beso a mi Obispo por mi.

Marisa - Sí, pero rezad por nosotros no podemos más.

Obispo - Ha sido valiente.

Marisa - He dicho lo que sentía en el corazón.

Obispo - Es lo que yo habría dicho".[94]

Nunca, tan frecuentemente como en aquel doloroso momento, las dos madres, la celeste y la terrena, han ido ante Dios, delante del cual se han arrodillado con la cabeza inclinada y le han suplicado que concediera a sus dos hijitos un poco de paz.

El mismo Dios Papá se les ha manifestado diversas veces, en casa y fuera, para demostrar que estaba siempre al lado de sus queridos hijitos.

A pesar del estado de ánimo exacerbado, Mons. Claudio y Marisa han aceptado ir en bilocación a Burundi, a Nigeria y a Sudáfrica para llevar ayuda y consuelo a aquellas poblaciones.

El Esposo Divino ha compartido el sufrimiento de su esposa y del Obispo de la Eucaristía.

Cerramos el recuento de las atormentadas vacaciones, invitando a todos a leer íntegramente el conmovedor diálogo entre Jesús y la heroína del sufrimiento, sin añadir, por parte nuestra, ni siquiera un comentario:

Marisa - ¿Por qué estás triste, Jesús? ¿Qué te hemos hecho para dejarte así?.

Jesús - Vosotros no habéis hecho nada.

Marisa - ¿Estás pensando en los sacerdotes?

Jesús - Pienso siempre en ellos.

Marisa - Me has dicho a mi que no piense más en ellos, y además que no rece más por ellos, ¿y tú?

Jesús - Tu no tienes que pensar en ellos.

Marisa - ¿Y Tu, Jesús, tienes que pensar en ellos?

Jesús - Yo he instituido el sacerdocio, el sacramento del Orden y los sacerdotes lo han ensuciado.

Marisa - ¿Por esto lloras, Jesús? Te lo ruego, no llores más.

Jesús - Es normal que llore por mis sacerdotes, muchos se comportan mal.

Marisa - ¿Puedo secarte las lágrimas?

Jesús - Puedes.

Marisa - No llores, Jesús, estoy yo, si quieres vuelvo a empezar a sufrir y a rezar por los sacerdotes.

Jesús - No, no, no.

Marisa - No hagas esto. Mira cuantas lágrimas te bajan.

Jesús - ¿Dónde está Don Claudio?

Marisa - No lo sé, no lo sé, estaba aquí ahora ¿quieres que lo llame?

Jesús - Cuando baja Jesús, ¿dónde va Don Claudio?

Marisa - Arriba, al Paraíso y está mejor que yo.

Jesús - Ha llegado la Madre.

Marisa - Mamá, oh Madre de la Eucaristía, ven a consolar a tu Hijo que llora. Yo no valgo para nada. Quiero sufrir de nuevo por los sacerdotes, pero Jesús no quiere.

Jesús - Esto nunca. Yo no quiero.

Marisa - Y yo obedezco.

Jesús - Está bien.

Marisa - Pero no quiero verte así, Jesús. Hemos tenido tantas conversaciones bonitas juntos.

Jesús - Prueba a hablar con la Madre.

Marisa - ¿Que le tengo que decir?

Jesús - Lo que quieras.

Marisa - La única cosa que puedo decir es que ayude a su Hijo. ¿Por qué no lo ayudáis? Ayudad también al Obispo y a mi. Ha llegado el fin de las vacaciones. ¿Han sido vacaciones? Hemos tenido solamente sufrimientos, sufrimientos y sufrimientos. ¿Por qué permitís todo esto? Me gustaría entenderlo. Yo siempre he hecho lo que Dios ha pedido, he dicho siempre que sí, pero no pensaba que vería llorar tanto a Jesús; se está poniendo enfermo de este modo.

Jesús - Jesús no se enferma, sólo sufre.

Marisa - Virgencita, ¿no podrías venir a Su lado? Es tu Hijo. Ha dicho que no se enferma que sólo sufre, pero también el sufrimiento es duro, yo lo sé porque lo he pasado y lo vivo todavía. Ahora estoy mejor que Jesús.

Nuestra Señora - Marisella, que estás diciendo.

Marisa - Que estoy mejor que Jesús. Jesús está en Getsemaní y llora. Yo quiero estar a su lado y llorar con Él. Venid también tu y mi madre a llorar a Getsemaní, así lo transformamos en un lagrimatorio. A mi sólo me importa que vengas a ayudar a Jesús, después ayuda a Don Claudio. Tú sabes lo que Don Claudio está pasando, él es fuerte.

Nuestra Señora - Es fuerte, pero hoy se ha hundido.

Marisa - Se ha hundido y yo no me he dado cuenta. Lo he visto correr, ir a comprar un regalo para una persona y pensaba que estaba alegre (Marisa llora). No pensaba... no pensaba que estaba hundido, que estaba mal. ¿Cómo es que no me he dado cuenta?

Jesús - No llores.

Marisa - Pero tu también lloras, Jesús.

Jesús - Ya no lloro más.

Marisa - Veo tus ojos; están rojos y llenos de lágrimas. Tienes el rostro rojo, no estás bien.

Jesús - Que sí, estoy bien.

Marisa - ¡Cómo te arde el rostro!

Jesús - Es el amor el que lo inflama.

Marisa - Que te hace estragos.

Jesús - ¿Estás mal, Marisella? No llores.

Marisa - No, no estoy mal.

Jesús - No llores, Marisella.

Marisa - No tenemos que terminar el día de este modo. (Marisa llora) Yo he hecho todo lo posible para estar animada y no me he dado cuenta que Don Claudio estaba tan decaído

Jesús - ¡Marisa, Marisa! Ahora soy yo el que te dice a ti que no llores.

Marisa - ¿Y cómo lo hago para no llorar?

Jesús - Te lo digo yo, no llores, basta de llorar.

Marisa - Virgencita, ¿nos quieres ayudar? Déjame estar a mi, no te preocupes por mi, de todos modos, como ha dicho Dios, dentro de poco me voy. Sin embargo el Obispo ha sido siempre calumniado, ultrajado, se han burlado de él; le han faltado al respeto y lo han abatido. Ahora trata de ayudarlo, te lo ruego, estamos solos, os tenemos a vosotros los del Cielo, pero vosotros estáis arriba en el Cielo, nosotros estamos todavía en la Tierra, para luchar. Te pido perdón si no me he dado cuenta de que tu también estabas decaído.

Jesús - Ni siquiera lo digas.

Marisa - No, yo me tengo que dar cuenta cuanto Tu estás decaído y tienes necesidad. Tú, mi Jesús, mi esposo. También el Obispo está muy decaído.

Jesús - El Obispo está decaído, Jesús está decaído, la esposa de Jesús esta decaída, ¿y tu madre?

Marisa - Está animada.

Jesús - ¿Ves como soy capaz de sonreír? Continúa hablando con la Madre, ella te entiende.

Marisa - No, no me entiende nadie.

Jesús - Habla con tu madre.

Marisa - ¿Qué tengo que decirle? No sé lo que tengo que decirle.

Jesús - La Abuela Yolanda está llorando.

Marisa - Sí. No sé que le tengo que decir.

Jesús - Habla con la Abuela Yolanda, verás que te responderá, tienes el permiso de Dios.

Marisa - Mamá, mamá, no llores, tesoro, ¿sabes que dentro de poco, si Dios mantiene la palabra, vengo al Paraíso? No llores.

Abuela Yolanda - Estamos rezando mucho por el Obispo, por la Excelencia. Hija mía, tu no puedes imaginar cuantos corren a arrodillarse delante de Dios, para rezar por la Excelencia. Me parecéis dos pajaritos encerrados en una jaula, solos, abandonados, pero nosotros estamos con vosotros, está Dios, está la Madre de la Eucaristía, está San José, están tantas personas que os quieren y os aman aquí en el Paraíso. En la Tierra es más difícil encontrar personas que os amen, hay celos, envidia, maledicencia, hay mucha maldad. Marisella, ¿rezamos todos juntos, con Su Excelencia, dirigiendo la mirada hacia Dios?

Padre nuestro... Gloria al Padre... Ave María...

Nuestra Señora - Ánimo, hijitos, vuestra victoria llegará; hace falta esperar todavía, pero llegará. Nosotros no os dejamos solos, estamos con vosotros y los hombres de la Tierra os hacen sufrir, comportaos como decía Dante: "No te preocupes de ellos, mira y pasa". Ayudad a la Excelencia, como dice la Abuela Yolanda, ayudad a Marisella.

Marisa - ¿Cuándo llegará el momento de mi partida de esta Tierra? Entonces estará mejor también la Excelencia y espero que lo ayudaréis mucho.

Marisa - Te saludo María, saluda a Jesús de parte mía, te espero a la hora de mi muerte. Adiós, gracias, adiós, mamaíta. ¿Claudio?

Obispo - Estoy aquí.

Marisa - ¿Dónde has estado hasta ahora en Getsemaní o en el Paraíso?

Obispo - En Getsemaní.

Marisa - ¿Con Jesús?

Obispo - Sí.

Marisa - Yo también estaba, pero no te he visto.

Obispo - Estaba también Don Claudio, en aquél momento Jesús y Don Claudio eran uno solo.

Marisa - ¿Y yo que era?.

Obispo - Tu eras una sola con la Virgen, el sufrimiento de la una era el sufrimiento de la otra.

Marisa - ¿Estás un poco mejor?

Obispo - Sí.

Marisa - ¿Seguro?

Obispo - ¿No lo ves?

Marisa - No, no lo veo.

Obispo - ¿No ves bien?

Marisa - Antes de ir a la cama, tomémonos la presión. Tengo que obedecer a Jesús y a la Virgen

Obispo - ¿Ellos quieren que me tome la presión?

Marisa - Claro. Mientras estés viviendo en esta Tierra, te tienes que cuidar.[95]

El 3 de septiembre, durante el viaje de regreso a Roma, se ha verificado una maravillosa Teofanía. También el Obispo y el joven que conducía el coche han visto la luz de Dios que han descrito así: "Es una luz intensa que no hiere la mirada y está formada por varios colores: violeta, anaranjado, amarillo y blanco. Ante aquel espectáculo maravilloso los ojos se recrean y el corazón exulta".

Marisa ha visto a los ángeles volar en aquella luz, en cuyo centro resaltaba una hermosísima flor, de cuyo interior ha salido la voz de Dios: "Ánimo, Yo os sigo paso a paso en este viaje y cuando estéis entrando en vuestra casa, continuaré asistiéndoos y dándoos mi ayuda. Seguid adelante. Yo, Dios, estoy siempre con vosotros y os bendigo".

Roma, 9 marzo 2008

Aniversario de la ordenación sacerdotal del Obispo

A cargo del Comité Cultural del Movimento Impegno e Testimonianza - Madre dell'Eucaristia


Aquí se citan las cartas de Dios de las que se han trascrito los fragmentos contenidos entre comillas

[1] Carta de Dios del 7 octubre 2005

[2] Carta de Dios del 30 octubre 2005

[3] Carta de Dios del 23 octubre 2005

[4] Carta de Dios del 23 octubre 2005

[5] Carta de Dios del 7 octubre 2005

[6] Carta de Dios del 7 octubre 2005

[7] Carta de Dios del 16 octubre 2005

[8] Carta de Dios del 16 octubre 2005

[9] Carta de Dios del 30 octubre 2005

[10] Carta de Dios del 30 octubre 2005

[11] Carta de Dios del 30octubre 2005

[12] Carta de Dios del 23 octubre 2005

[13] Carta de Dios del 23 octubre 2005

[14] Carta de Dios del 23 octubre 2005

[15] Carta de Dios del 5 noviembre 2005

[16] Carta de Dios del 5 noviembre 2005

[17] Carta de Dios del 6 noviembre 2005

[18] Carta de Dios del 10 noviembre 2005

[19] Carta de Dios del 10 noviembre 2005

[20] Carta de Dios del 13 noviembre 2005

[21] Carta de Dios del 20 noviembre 2005

[22] Carta de Dios del 21 noviembre 2005

[23] Carta de Dios del 1° diciembre 2005

[24] Carta de Dios del 4 diciembre 2005

[25] Carta de Dios del 11 diciembre 2005

[26] Carta de Dios del 15 diciembre 2005

[27] Carta de Dios del 18 diciembre 2005

[28] Carta de Dios del 8 enero 2006

[29] Carta de Dios del 15 enero 2006

[30] Carta de Dios del 20 enero 2006

[31] Carta de Dios del 11 febrero 2006

[32] Carta de Dios del 3 marzo 2006

[33] Carta de Dios del 5 marzo 2006

[34] Carta de Dios del 5 marzo 2006

[35] Carta de Dios del 19 marzo 2006

[36] Carta de Dios del 25 marzo 2006

[37] Carta de Dios del 31 marzo 2006

[38] Carta de Dios del 24 marzo 2006

[39] Carta de Dios del 25 marzo 2006

[40] Carta de Dios del 2 abril 2006

[41] Carta de Dios del 7 abril 2006

[42] Carta de Dios del 13 abril 2006

[43] Carta de Dios del 13 abril 2006

[44] Carta de Dios del 21 abril 2006

[45] Carta de Dios del 23 abril 2006

[46] Carta de Dios del 5 mayo 2006

[47] Carta de Dios del 6 mayo 2006

[48] Carta de Dios del 7 mayo 2006

[49] Carta de Dios del 19 mayo 2006

[50] Carta de Dios del 26 mayo 2006

[51] Carta de Dios del 5 mayo 2006

[52] Carta de Dios del 12 mayo 2006

[53] Carta de Dios del 14 mayo 2006

[54] Carta de Dios del 27 mayo 2006

[55] Carta de Dios del 11 junio 2006

[56] Carta de Dios del 9 junio 2006

[57] Carta de Dios del 12 junio 2006

[58] Carta de Dios del 18 junio 2006

[59] Carta de Dios del 23 junio 2006

[60] Carta de Dios del 9 junio 2006

[61] Carta de Dios del 11 junio 2006

[62] Carta de Dios del 18 junio 2006

[63] Carta de Dios del 4 junio 2006

[64] Carta de Dios del 18 junio 2006

[65] Carta de Dios del 25 junio 2006

[66] Carta de Dios del 29 junio 2006

[67] Carta de Dios del 29 junio 2006

[68] Carta de Dios del 11 junio 2006

[69] Carta de Dios del 23 junio 2006

[70] Carta de Dios del 29 junio 2006

[71] Carta de Dios del 7 julio 2006

[72] Carta de Dios del 15 julio 2006

[73] Carta de Dios del 21 julio 2006

[74] Carta de Dios del 18 julio 2006

[75] Carta de Dios del 10 julio 2006

[76] Carta de Dios del 15 agosto 2006

[77] Carta de Dios del 7 julio 2006

[78] Carta de Dios del 19 julio 2006

[79] Carta de Dios del 23 julio 2006

[80] Carta de Dios del 25 julio 2006

[81] Carta de Dios del 26 julio 2006

[82] Carta de Dios del 26 julio 2006

[83] Carta de Dios del 29 julio 2006

[84] Carta de Dios del 26 julio 2006

[85] Carta de Dios del 29 julio 2006

[86] Carta de Dios del 6 agosto 2006

[87] Carta de Dios del 13 agosto 2006

[88] Carta de Dios del 13 agosto 2006

[89] Carta de Dios del 14 agosto 2006

[90] Carta de Dios del 15 agosto 2006

[91] Carta de Dios del 15 agosto 2006

[92] Carta de Dios del 20 agosto 2006

[93] Carta de Dios del 22 agosto 2006

[94] Carta de Dios del 24 agosto 2006

[95] Carta de Dios del 29 agosto 2006


Anexo

La carta dirigida por Mons. Claudio Gatti al Papa y esta que ha sido escrita por los adultos y jóvenes del Movimento Impegno e Testimonianza Madre dell'Eucaristia han sido enviadas para su conocimiento a todos los cardenales y obispos que desempeñan el ministerio en Italia y en el Vaticano.

Excelencia,

la carta que acompañamos ha sido escrita por S. E. Mons. Claudio Gatti al Papa por orden del Señor, pero no ha sido entregada al ilustre destinatario. Sin embargo ha sido leída por los sacerdotes, obispos y cardenales que trabajan en el Vaticano; muchos de estos han manifestado juicios positivos y pronunciado palabras de aprecio respecto al Obispo ordenado por Dios. Ya que el Papa es Primado de Italia hemos pensado en dirigirnos a todos los Obispos de Italia para hacerles conocer esta carta, cuyo contenido es muy importante para la Iglesia entera y sobre todo para la Iglesia italiana. Excelencia, nos permitimos dirigirle la exhortación evangélica "no temáis", porque confiamos que finalmente los miembros de la C.E.I. se libren del miedo paralizante respecto a quien ostenta el poder y decidan valientemente tratar los contenidos de la carta escrita por Mons. Claudio Gatti al Papa en una de sus asambleas.

Nosotros no nos atrevemos a promover críticas, ni subestimamos la autoridad de los obispos, pero hemos querido exponer un grave problema, cuya discusión ya no puede ser demorado por más tiempo.

Todo lo que se refiere a la Eucaristía es extremadamente importante para la Iglesia, por eso hemos querido someter a la atención de V.E. la multitud de los milagros eucarísticos que han ocurrido en nuestra capilla y que demuestran que Mons. Claudio Gatti ha sido ordenado Obispo por Dios.

La luz de la Navidad nos conduzca a todos a los pies de la Eucaristía, donde podamos encontrar al Fundador y Cabeza de la Iglesia; si estamos unidos a Él, estaremos unidos entre nosotros.

Deseamos los mejores parabienes y una Santa Navidad a V.E. y le pedimos que nos bendiga.

Terminamos esta carta repitiendo la invocación de Juan Pablo II "María, Madre de la Eucaristía, nos proteja a todos".

Roma, 8 diciembre 2005

Fiesta de la Inmaculada Concepción B.V.M.

Los adultos y jóvemes del Movimento Impegno e Testimonianza "Madre dell'Eucaristia"