Eucharist Miracle Eucharist Miracles

Texto de la Adoración Eucarística del 22 junio 2014

SOLEMNIDAD DEL CORPUS DOMINI

Querido Jesús, hoy es Tu fiesta, la fiesta de toda la Iglesia, la que Tú has fundado, a la que sostienes e iluminas con Tu luz. Tú has realizado aquí, en este lugar taumatúrgico, tu triunfo que se ha extendido a toda la Iglesia y en todo el mundo, porque los efectos de los milagros eucarísticos no pueden ser limitados por el tiempo y el espacio. Tu victoria ha sido posible gracias al "sí" del Obispo de la Eucaristía y de nuestra hermana Marisa. Sabemos, porque nos lo ha comunicado Dios, que todo el tercer milenio será intensamente eucarístico, que las Iglesias cristianas se reunirán y que las otras religiones mirarán a la de Roma. Esto gracias a Tu acción y a tu intervención. Querido Jesús Eucaristía, nosotros estamos hoy aquí para rendirte homenaje y para decirte que Te queremos. Imaginariamente queremos darte una corona de flores para expresarte nuestro amor. Las flores, antes del momento de la adoración, serán depositadas por nuestros niños bajo el altar porque Tú mismo has dicho que, si no nos volvemos como niños, no entraremos en el reino de los cielos. Los pequeños, con su pureza e inocencia, nos recuerdan que todos los que viven en gracia están unidos a Ti y forman el cuerpo místico de la Iglesia.


MARÍA Y LA EUCARISTÍA

"Yo fui escogida para ser la Madre de Dios, siempre presente en Su mente, fui creada perfecta, inmaculada, sin mancha de pecado y sin defectos. Dios prodigó en mí aquellos dones por los que me invocáis: Mujer llena de gracia e inmune de toda culpa, criatura dotada por Dios de dones sobrenaturales, preternaturales y naturales". Es la misma Virgen, tal como leemos de este fragmento de su vida, que ha dictado a nuestra hermana Marisa, la que nos explica y nos comunica los planes de Dios para la Encarnación de su Hijo. Dios escoge a Maria, la "llena de gracia" y de este modo la Madre de la Eucaristía se convierte en la corredentora en el plan de salvación del género humano. Ella es la raíz de la Eucaristía y lo ofrece a la humanidad entera, incluso sabiendo que Él tendrá que sufrir mucho. "Yo soy Madre de la Eucaristía, no todos aceptarán este nombre que cierra toda la historia. Surgirán envidias y celos y, a causa de ello, sufriréis pero los hombres no podrán impedir a Dios que realice sus planes" (Carta de Dios del 11 de febrero 1992). "Mis queridos hijos, me han dado muchos títulos, todos maravillosos, pero el título más grande, el más hermoso que lo abarca todo es Madre de la Eucaristía" (Carta de Dios del 24 de mayo 1994). El momento de la Encarnación cambia para siempre la historia de la humanidad y nosotros hemos tenido el privilegio de haber conocido este paso crucial de las palabras directas de la principal testigo: nuestra Madre celeste. "Cuando pues llegó mi "sí", cuando pronuncié mi "Fiat", diciendo: "He ahí la sierva del Señor, hágase en mí tu palabra", los ángeles empezaron a cantar con alegría, alabando a Dios y dándole gloria. Mi querida Marisella, en aquel momento el Verbo entró en mí y yo me convertí en el tabernáculo viviente de Dios. Mi Todo era mío y yo era toda suya. Entonces el arcángel Gabriel se arrodilló delante de mí porque Dios ya estaba dentro de mí: inclinó la cabeza y adoró al Omnipotente, después se alejó. Yo permanecí en éxtasis delante del gran misterio de la Encarnación. Así la salvación del género humano, de promesa, se convirtió en realidad". Nuestro Obispo, en las notas explicativas del libro sobre la vida de la Virgen, explica: "Dios quiere que la Encarnación se realice por libre aceptación de María, así el hombre y Dios se reconcilian, se encuentran y se aman en el corazón de la Virgen Madre. El hombre vuelve a Dios que lo reviste con el vestido más hermoso, la gracia, y es admitido al banquete de Dios: la Eucaristía. El hombre se convierte así en comensal con Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo".


LOS MILAGROS EUCARÍSTICOS

Cuando se Encarnó Jesús, el Señor podía escoger ciertamente un lugar lujoso y rico, pero quiso que Su Hijo naciera en un pesebre, un lugar sencillo y privado de cualquier confort, pero convertido en limpio y acogedor por San José que, con fatiga y un inmenso amor por su esposa, ha permitido a la Madre de la Eucaristía que afrontase el parto de manera digna.

Del mismo modo Dios Padre, cuando ha escogido este lugar, lo ha querido sencillo, privado de fastos y riquezas según la concepción humana, pero a sus ojos ciertamente riquísimo y sobre todo valioso, hasta el punto de declararlo taumatúrgico.

De hecho, en este lugar tan querido por el Señor, el Obispo y Marisa, han llevado adelante durante larguísimos años, la sufrida e importantísima misión que Dios les había confiado en Lourdes en 1973. El Obispo y Marisa en aquel año, con sufrimiento y amor, pronunciaron su "Sí".

La durísima misión de sus dos hijitos predilectos ha sido ciertamente sostenida, además de por su sufrimiento y por la inmolación de Marisa, la víctima de la Eucaristía, también por los milagros eucarísticos, aquellas perlas con las que el Señor ha querido adornar y embellecer su amado lugar taumatúrgico.

Nosotros creemos firmemente que en la Eucaristía está presente realmente el Cuerpo del Señor, de hecho en el momento de la consagración recitamos todos juntos: "Yo creo que eres Uno en la naturaleza, Trino en las Personas, igual en Divinidad…", pero el Señor en este Lugar Santo ha querido hacer visible a nuestros ojos esta estupenda realidad espiritual, obrando extraordinarios y múltiples milagros eucarísticos; entre estos, el más importante de toda la historia de la Iglesia es el ocurrido el 11 de junio del 2000 en las manos de nuestro Obispo, como sello de su ordenación episcopal realizada por Dios el 20 de junio de 1999. Dios ha confirmado de manera inequívoca que, después de la de San Pablo, ésta ha sido la única ordenación episcopal de origen Divino.

Nosotros hemos sabido por las cartas de Dios traídas por la Madre de la Eucaristía, que muchos milagros eucarísticos han ocurrido para la conversión de los pecadores y, en algunos casos en particular, por la conversión de los sacerdotes.

Por tanto, podemos afirmar que de los milagros eucarísticos ocurridos en el lugar taumatúrgico ha salido una fuente de gracias que ha fortificado y sostenido no sólo al Obispo, a Marisa y a nuestra comunidad, sino a la Iglesia entera, volviendo a llevar la Eucaristía al centro de la vida cristiana, hasta llegar al triunfo de la Eucaristía ocurrido el 10 de enero de 2002.

En aquel día la Madre de la Eucaristía dio un anuncio, inesperado e imprevisto, capaz de cambiar el curso de la historia.

Durante una aparición reservada al Obispo y a la vidente les ha dicho: "Mis queridos hijitos, habéis obtenido vuestra victoria. Tú, Excelencia, has vencido por tu fuerza y el valor de combatir a los que no viven en gracia. Tú, Marisella, has vencido por tu inmolación vivida en el silencio y en el escondimiento". Marisa ha visto delante suyo un gran escrito que reproducía en oro las siguientes palabras de Dios: "Mi sacerdote predilecto, mi Obispo, ordenado por Mi, ha obtenido victoria". En este día de fiesta, te rogamos Señor por la intercesión del Obispo de la Eucaristía y de Marisa, para que estos milagros eucarísticos que tú has realizado puedan ser reconocidos pronto también por la autoridad eclesiástica, para que se conviertan en patrimonio de Tu Iglesia, ayudando cada vez más a los fieles a crecer en el amor a Jesús Eucaristía y a fortalecerse en el fe.


EL OBISPO ORDENADO POR DIOS Y LA EUCARISTÍA

"Tú eres Obispo ordenado por Dios, Obispo de la Eucaristía". Hace dos días nuestra comunidad ha recordado un importante acontecimiento que permanecerá esculpido con caracteres de oro en nuestro corazón y en la historia de la Iglesia. El 20 de junio de 1999 el Señor, con Su libre y soberana iniciativa, ha ordenado Obispo a nuestro padre espiritual Don Claudio Gatti, sin pedir al interesado ni su parecer ni su consentimiento. Dios mismo, después de haber dado el episcopado a nuestro guía espiritual, evento único e irrepetible, le ha dado el título más hermoso e importante, el de "Obispo de la Eucaristía". Es un título que se ha merecido plenamente porque nadie ha amado tanto a Jesús Eucaristía como Don Claudio, hasta el punto de sacrificar su propia vida para defenderla. La Eucaristía, razón de su vida, gracias a la sufrida actividad pastoral, unida a la acción de Dios, ha vuelto al centro de la Iglesia y de la vida espiritual de la comunidad y de los fieles. Nuestro Obispo, espiritualmente hablando, ha dado de beber a Jesús, y ha respondido a su grito conmovido: "Tengo sed de amor, de paz, de perdón, de sufrimiento. Tengo sed de vosotros, mis queridos hijos. Tengo sed de mis queridos sacerdotes predilectos que, o por miedo o porque no creen que Yo esté aquí presente, no vienen a adorarme. Tengo sed de mis esposas. Tengo sed de los videntes, muchos de los cuales no responden. Tengo sed de los laicos comprometidos que dicen muchas palabras sólo por hablar, pero no saben amar" (Carta de Dios del 13 de septiembre 1998). Nada ni nadie, sólo la enfermedad, le ha impedido celebrar cotidianamente su Misa y explicar semanalmente a la comunidad, a través de los encuentros bíblicos, la Palabra de Dios. El Obispo nos ha explicado siempre que se ama más a una persona cuando se la conoce. Y él nos ha hecho enamorar de la Eucaristía, nos ha explicado la belleza de la vida de la gracia, la importancia de permanecer unidos al tabernáculo como áncora de salvación contra las tempestades de la vida. Con el ejemplo y el testimonio de su vida nos ha hecho comprender que, sin Jesús Eucaristía, no hay verdadera vida, la alegría y la fuerza de afrontar las dificultades de nuestra existencia. Jesús Eucaristía y el Obispo, el Obispo y Jesús Eucaristía, un binomio inseparable y maravilloso que ha llevado luz a la Iglesia y la ha hecho volver a los orígenes. Dios no tiene necesidad de los hombres, pero ha escogido a un humilde y sencillo sacerdote para hacer volver a la Eucaristía al centro de la Iglesia. Nosotros, de hecho, creemos que la elección de este nuevo Papa y su consiguiente acción de limpieza, surgen del sufrido trabajo, de los sufrimientos y oraciones de los dos hijitos llamados por el Señor a la gran misión. Cuando pensamos en Jesús y en el Obispo, a veces nos gusta imaginarlos por las orillas del Jordán, hablando de los problemas de la Iglesia y de la vida de nuestra comunidad, que Don Claudio amaba mucho y que continúa amando. Cuando pensamos en Jesús Eucaristía no podemos dejar de relacionar con Él el rostro del Obispo, a menudo lleno de dolor, pero siempre dispuesto a combatir por la salvación de las almas y por la defensa de la verdad.


CARTA DE DIOS DEL 10 JUNIO 2007

Nuestra Señora - Sea alabado Jesucristo, mis queridos hijos.

Hoy es la fiesta de mi Hijo Jesús, de Su Cuerpo y Sangre que vosotros recibís cuando Comulgáis. Es tan hermoso hacer triunfar a Jesús, estar a Su lado y recibirlo cada vez que tengáis la posibilidad. Cuando no podáis ir a recibir a Jesús, haced la comunión espiritual, decid: "Jesús mío, te amo, en mi corazón te deseo" y Jesús vendrá dentro de vosotros. Yo lo sé, soy su Madre y puedo aseguraros que Jesús viene a vosotros. Hoy es una fiesta muy grande. Vosotros, aunque sois pocos, hacéis adornos maravillosos para nuestra pequeña Basílica que adornáis con flores, de hermosura y símbolos significativos.

Cuando el jueves pasado me hicieron la procesión diocesana, a mí, la Madre de Jesús, me ha hecho mucho daño ver que cuando ha pasado Jesús, los presentes no han dicho ni siquiera una pequeña oración, y cuando, inmediatamente después, ha pasado el S. Padre, han aplaudido y han gritado: "¡Viva el Papa!". ¿Y Jesús? Jesús que es la Cabeza de todos, el Sumo y Eterno Sacerdote, que nos ha dado su Cuerpo y Su Sangre, ¿no cuenta nada? Los hombres tienen que hacer triunfar a Jesús Eucaristía, adorarle, amarle, rezarle. Esto tiene que enseñar el Papa, los obispos y los sacerdotes.

Vuestra procesión ha sido sencilla, pero hermosa. Estabais unidos rezando y ensalzando a Jesús, que ha estado siempre en medio de vosotros, como en este momento en el que ha vuelto de nuevo.

Marisa - Jesús, ¿has vuelto? ¿Te puedo pedir perdón por aquellas personas que aún no han comprendido la importancia de la Eucaristía? No es culpa suya, sino de los sacerdotes que no enseñan a amar y a adorar a Jesús Eucaristía. Se arrodillan delante del Papa, aplauden al Papa y tú, Jesús, que estás presente, miras y sufres.

Jesús - ¿Cómo es posible que después de tantos siglos, los cristianos aún no me conozcan? Vosotros, sin embargo, gracias a vuestro santo Obispo, habéis aprendido a conocerme y a amarme. Poned en práctica las enseñanzas del Obispo, no lo abandonéis nunca. Yo soy el Cristo, soy Jesús Eucaristía y la Virgen es la Madre de la Eucaristía.

Alegraos, hijos míos, alegraos siempre aunque tengáis dificultades, porque esas no faltarán nunca, mientras viváis en este planeta Tierra. Hay quien tiene grandes sufrimientos y hay quien los tiene pequeños, pero todos tenéis que pasar a través del túnel del sufrimiento.

Os doy las gracias por vuestra presencia, os doy las gracias por la belleza que habéis creado en esta pequeña Basílica, Madre de la Eucaristía. Doy las gracias a los que han colaborado en su preparación, sea de un modo o de otro. Yo, junto a mi santo Obispo, quiero bendeciros: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Marisa - Adiós. Qué hermoso eres, madre mía.

Se ha ido, era hermoso, hermoso.