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Semana Santa

2017

Domingo de Ramos

Con la celebración del Domingo de Ramos, empieza la Semana Santa. En el Domingo de Ramos, recordamos la entrada mesiánica de Jesús, en Jerusalén; muchas personas entusiastas con las palmas en la mano y los ramos de olivo acudieron y lo aclamaron al grito de: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel!” (Jn 12, 13).

Sin embargo Jesús sabe perfectamente que dentro de pocas horas aquel grito se convertirá en: “¡Crucifícalo!”. Él recorre un camino que lo llevará a la soledad y al abandono: Cristo hace de su muerte un don para la salvación de los hombres; desea ser reconocido como Mesías en la Pasión y en la Muerte de Cruz. Él es el Rey sin corona que va al encuentro de las miserias de su pueblo para reabrir el Paraíso a todos los que acepten la salvación.

Con ocasión de esta fiesta, nuestra comunidad organiza cada año una solemne procesión eucarística que repite la solemne entrada de Jesús en Jerusalén.

El encuentro está programado para el domingo 9 de abril de 2017 a las 9:30





Jueves Santo

En el Jueves Santo recordamos la institución del Sacerdocio y de la Eucaristía. “En esta celebración revivimos dos grandes sacramentos y el gran mandamiento del amor: el Sacerdocio está en función de la Eucaristía y la Eucaristía da fuerza al Sacerdocio. Estos dos dones, de hecho, están como protegidos y rodeados por el gran mandamiento de Jesús: la Eucaristía es amor y se comprende sólo con el amor. La encarnación y la Pasión de Cristo, Hijo de Dios, se comprenden sólo a la luz del gran Amor de Dios por el hombre”.

(De la homilía de Mons. Claudio Gatti del 9 de abril de 2009).

“Yo, Jesús, he instituido el sacramento de la Eucaristía y del Orden. Si no hubiese tenido junto a mí a la víctima, mi madre, mi amiga, mi esposa, no habría podido, como hombre, conseguirlo yo solo. Hoy la historia se repite.

Si vuestro Obispo no tuviese una víctima a su lado no podría conseguirlo él solo, ya que las pruebas son muchas. Dios manda las pruebas y da la fuerza y el valor de soportarlas. Las pruebas morales y las físicas son grandes, pero justamente éstas acercan al hombre a Mí, a Jesús Eucaristía”. (De la carta de Dios, 20 abril 2000 – Jueves Santo)

El encuentro está programado para el 13 de abril de 2017 a las 19:30.





Viernes Santo

En el Viernes Santo recordamos la pasión y muerte de Jesús y con esta celebración “queremos estar despiertos para hacer compañía a Jesús” porque el dolor de Cristo que se renueva también hoy, no tiene que dejar indiferentes o con sueño como a los apóstoles: ellos dormían y Cristo sufría.

Lea el texto de la Cruz

El encuentro está programado para el viernes 14 de abril de 2017 a las 19:30.





Santa Pascua

La Resurrección de Jesús, el acontecimiento salvífico por excelencia ha ocurrido “en el más absoluto silencio y en medio a la indiferencia y hostilidad de los hombres. Sólo María vela, reza y espera la resurrección; a ella la primera se la aparece Jesús, glorioso y triunfante. A continuación se aparece a las mujeres, a los discípulos de Emaús, a los once y a los otros que estaban con ellos. (De las misterios gloriosos redactados por Mons. Claudio Gatti).

Los apóstoles permanecían reunidos en el cenáculo pero estaban tristes y sufrían hasta el punto que el miedo y la tristeza de quedarse solos, sin Jesús, había obnubilado su mente. Sin embargo, Jesús mismo había anunciado: “El Hijo del hombre, les dijo, tiene que sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y por los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día” (Lc 9,22) Cuando las mujeres anunciaron a los apóstoles que el sepulcro estaba vacío, ninguno de los apóstoles las creyó.

De hecho, Pedro y Juan fueron al sepulcro sólo porque temían que los enemigos se hubieran llevado el cuerpo de Jesús. Pero lo comprendieron apenas hubieron entrado: “Entonces entró también el otro discípulo, que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó”. (Jn. 20, 8).

Juan afirma: “vio y creyó”. El apóstol, de hecho, no podía no creer, porque había visto que las vendas y el sudario estaban aflojados y dispuestos de la misma manera con la que había sido envuelto el cuerpo de Jesús. Cristo había pasado a través de las vendas y de la sábana, dejándolas intactas y en la misma posición. Juan fue el primero en creer en la Resurrección. Él era el apóstol del amor, por lo tanto, para creer en la Resurrección, tenemos que amar a Cristo; no es posible creer en Dios y en sus obras si no le amamos. El que ama a Dios cree en Sus intervenciones, el que no lo ama no cree en sus obras.

(Reflexiones sacadas de la homilía de Mons. Claudio Gatti del 12 de abril del 2009 con ocasión de la Santa Pascua)

El encuentro está programado para el 16 de abril de 2017 a las 10:00